Tiempo después, a mediados del siglo XIX aparece en escena Sigmund Freud,
hasta ese momento se había intentado dominar los afectos irracionales del
hombre por la razón, sin conocerlos, o más bien sin conocer sus fuentes
profundas.
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Freud creó el psicoanálisis y con él se abrió paso la revolución
freudiana. El hombre ya no era libre de pensar y actuar, había “algo” que lo
dominaba y había que investigar qué era. Eso le quitó poder a los hombres, son
vulnerables; la razón, ahora esclavizada es la única arma para volverlos a
emancipar, pero el cómo aún se estaba gestando. Freud, entre las muchas
aportaciones que hizo a la psicología y al mundo, están el descubrimiento del
inconsciente y el concepto de determinismo psíquico, es decir que la conducta
está determinada; no hay casualidad, sino causalidad.
Cuando el hombre nace, es como una “hoja en blanco” que va escribiéndose
gracias a experiencias, sensaciones, conocimientos, emociones y demás
elementos; muchas de esas cosas que aprende y vive es material desagradable,
doloroso, agresivo; todo ese material es reprimido y guardado en la región de la
mente que llamamos inconsciente; éste es atemporal, contradictorio y todo en él
está profundamente vinculado con los instintos. Sólo se puede llegar a esa
información reprimida cuando el consciente está débil, como en el caso de los
sueños.
Existen muchos estudios que prueban que las motivaciones inconscientes ejercen
una influencia fundamental sobre la conducta, los sentimientos, las decisiones y
las relaciones interpersonales
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. Como se puede suponer, la conducta y el
inconsciente están fuertemente relacionados, incluso no se puede separar uno de
la otra.
La pregunta que se plantea sobre la importancia que tiene para una persona que
pretende ser buen aprendedor que se conozca a sí mismo, la podemos responder
diciendo que es básico tener una buena salud mental y con ello una mejor
capacidad de aprendizaje, que podamos adentrarnos hacia nuestro inconsciente
2
Erich Fromm, La misión de Sigmund Freud, Fondo de Cultura Económica, México, 2005, p. 92
3
A. Reyes Zubiría, Persona y espiritualidad, AMTAC, México 2001, p. 25