Allan Kardec
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desarrollo anormal y el círculo de las percepciones intuitivas excede los
límites de nuestra percepción ordinaria. De esta manera, el médium
extraería de sí mismo, y como consecuencia de su lucidez, cuanto expresa y
todas las nociones que transmite, aun acerca de cosas que le son
completamente desconocidas en su estado normal.
No seremos nosotros quienes pongamos en tela de juicio el poder del
sonambulismo, cuyos prodigios hemos visto y todas cuyas fases hemos
estudiado a lo largo de más de treinta y cinco años. Estamos de acuerdo en
que, en efecto, muchas manifestaciones espíritas pueden explicarse de esta
manera, pero una observación continuada y atenta muestra una multitud de
hechos en que la intervención del médium, de otro modo que como
instrumento pasivo, es materialmente imposible. A quienes comparten esa
opinión les diremos, como ya dijimos a otros: “Mirad y observad, porque
seguramente que no lo habéis visto todo”. Después les expondremos dos
consideraciones extraídas de su propia teoría. ¿De dónde ha provenido la
teoría espírita? ¿Es acaso un sistema imaginado por algunos para explicar
los hechos? De ningún modo. ¿Quién, pues, la reveló? Precisamente, esos
mismos médiums cuya lucidez vosotros exaltáis. Si, pues, esa lucidez es tal
como suponéis, ¿por qué habrían ellos atribuido a los Espíritus lo que
extraían de sí mismos? ¿Cómo habrían dado esas informaciones tan
precisas y lógicas, tan sublimes, acerca de la naturaleza de esas
Inteligencias extrahumanas? Una de dos cosas: o son lúcidos o no lo son.
método, burlar los obstáculos y penetrar en las esferas académicas, logrando así el
reconocimiento de esta nueva ciencia. Mas, aun cuando estudiosos posteriores, como
RICHET, por ejemplo, que utilizando métodos magnetológicos los denominaran
hipnóticos, debemos aclarar y señalar esta diferencia existente entre ambas teorías. El
magnetismo, siguiendo su verdadera trayectoria, llega a la comprobación de la tesis
espírita basada en la existencia y utilización de los fluidos por medio del pase
magnético, el soplo, el agua fluidificada, las radiaciones, etcétera y, con ellos, muchos
experimentadores, a conclusiones científicas de la existencia del alma; en tanto que el
Hipnotismo, quedando apresado de procesos equivocados y valiéndose de “maniobras
artificiales que tienden, por la parálisis de los centros nerviosos, a destruir el equilibrio
nervioso”, según lo expresa su mismo metodizador, el doctor B
RAID (Neuro-hipnología.
Tratado del sueño nervioso o hipnotismo), no trasciende y co nfluye finalmente por
confesar, por boca de sus mismos profesantes, B
RAID entre ellos, su incapacidad para
obtener los resultados que se consiguen por medio del Magnetismo. Pero día vendrá en
que, modificando el método, logre alcanzar también las incontrovertibles conclusiones
espiritualistas a las que llegaron los más reputados magnetólogos. Por ello es que, con
K
ARDEC, quien por su dedicación a estos estudios no podía desconocer la teoría
hipnótica de B
RAID, seguimos utilizando la palabra “Magnetismo”, y también porque
éste y el Espiritismo son “dos ciencias que sólo forman una, por así decirlo”, como el
mismo Codificador expresa en su acotación al párrafo 555 de este mismo libro. [Nota de
la Editora]