El medio interno y la sangre

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La sangre y el medio interno


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El medio interno
y la sangre

Las células se cualquier
organismo viven inmersas
en un medio líquido del
cual obtienen los
nutrientes que necesitan
y en el que vierten las
sustancias de excreción
de sus reacciones
metabólicas.
En el caso de los
organismos pluricelulares,
como el ser humano, este
medio se denomina medio
interno y está constituido
por el plasma intersticial,
un medio líquido que se
encuentra en los espacios
existentes entre las
células.
El medio interno

El plasma intersticial
debe renovarse
continuamente para
impedir, no sólo que los
nutrientes que sirven de
alimento puedan llegar a
agotarse, sino también
que los productos de
excreción, normalmente
tóxicos, se acumulen.
La renovación del plasma
intersticial se realiza
gracias a la sangre, que,
al circular de forma
continua por todo el
organismo, suministra los
nuevos nutrientes al
tiempo que retira los
productos de excreción.
El medio interno

La sangre es un líquido viscoso de sabor
salado que recorre el interior de los vasos
sanguíneos.
Una persona adulta tiene, aproximadamente,
5,5 litros de sangre.
La sangre
Este “fluido vital” desempeña diversas funciones muy importantes:
-Transporta los nutrientes y el oxígeno hasta todas nuestras células.
- Recoge los productos de desecho formados en el metabolismo
celular. Estos productos son, principalmente, compuestos como la
urea, el ácido úrico y el dióxido de carbono (CO
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).
- Interviene de manera fundamental en la defensa del organismo
contra las infecciones.
- Transporta hormonas, moléculas muy importantes en el control de
las funciones del organismo.
- Participa en la regulación de la temperatura, pues reparte el calor
corporal de forma semejante a un sistema de calefacción, desde las
zonas calientes a las frías.

La sangre es un tejido líquido, compuesto por agua y sustancias
orgánicas e inorgánicas (sales minerales) disueltas, que forman
el plasma sanguíneo y tres tipos de elementos formes o células
sanguíneas: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
La sangre
Una gota de sangre
contiene
aproximadamente
unos 5 millones de
glóbulos rojos, de
5.000 a 10.000
glóbulos blancos y
alrededor de
250.000 plaquetas.

El plasma sanguíneo, de color amarillento, está
compuesto por agua en la que hay disueltos
varios tipos de moléculas: sales minerales,
nutrientes (glucosa, aminoácidos, vitaminas…),
sustancias de desecho (urea, ácido úrico,
dióxido de carbono…), proteínas y hormonas.
Las células sanguíneas pertenecen a tres tipos:
glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
- Eritrocitos, glóbulos rojos o hematíes: Son
las células sanguíneas más numerosas: los
hombres tienen unos 5 millones de eritrocitos
por milímetro cúbico de sangre, y las mujeres
un número algo menor. Tienen forma de disco
bicóncavo y carecen de núcleo. Contienen
hemoglobina, un pigmento rojo responsable del
color de la sangre, en cuya composición hay
hierro. La hemoglobina transporta el oxígeno
desde los alvéolos pulmonares, donde es
recogido por la sangre, a todas las células del
organismo, en las que será utilizado para la
respiración celular.

Glóbulos Blancos o Leucocitos: Son los encargados de proteger al organismo
contra los diferentes tipos de microbios. Cuando hay una infección aumentan su
número para mejorar las defensas. Unos se forman en la médula ósea y otros en
el sistema linfático (bazo, ganglios, etc.).
Los leucocitos se encuentran en la sangre en menor número que los hematíes
(entre unos 6000 y 7000 por mm
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de sangre).
Existen varios tipos de leucocitos:

Trombocitos o plaquetas: Son fragmentos de células que contienen sustancias
que permiten la coagulación de la sangre, proceso que impide que esta se escape
rápidamente y evita, así, hemorragias mortales. En la sangre hay entre 200.000
y 300.000 plaquetas por milímetro cúbico.

Si pones en un tubo de ensayo un poco de sangre,
después de 10 o 15 minutos se espesa hasta formar una
masa pastosa y homogénea, el coágulo. Posteriormente,
el coágulo se contrae y se separa de un líquido
amarillento y transparente, el suero sanguíneo.
El suero se diferencia del plasma en que no contiene
fibrinógeno. Esta es una proteína del plasma que,
durante el proceso de coagulación, se transforma en
fibrina gracias a la acción conjunta de la protrombina,
una sustancia fabricada en el hígado, y de la
tromboplastina, presente en las plaquetas. El coágulo
es, por tanto, una red de fibrina en la cual quedan
aprisionados los glóbulos de la sangre y que actúa a
modo de tapón en las heridas.
La hemofilia es una enfermedad genética que consiste
en la incapacidad de la sangre para coagularse. Por
tanto, en los hemofílicos, incluso pequeñas heridas
pueden originar abundantes y hasta mortales pérdidas
de sangre.
Esta anomalía hereditaria sólo se manifiesta en los
hombres, ya que las mujeres únicamente son portadoras
del gen, pero no están expuestas a sus consecuencias.
Red de fibrina
Suero
Coágulo