La creación de los Pirineos según la mitología Griega.
Hércules, en uno de sus largos viajes, llegó hasta lo que hoy
conocemos como los montes Pirineos, pero en aquél tiempo aún no
existían. Aceptó la hospitalidad de un señor de aquellas tierras,
llamado Bébrix. Bebió el potente licor de uvas que aquellas gentes
destilaban y no pudo evitar enamorarse de la hija del rey Bébris
llamada Pirene, esta se enamoró locamente de Hércules y le prometió
amor eterno.
Al día siguiente, Hércules olvidó sus palabras de enamorado, y siguió
su camino, y Pirene lloró en silencio, y las uñas del engaño le
desgarraron el corazón.
Pirene no pudo soportar el desplante de Hércules, y se mató,
incinerándose en vida. La columna de humo llegó hasta el cielo,
ensombreciendo los pasos del héroe.
Cuando éste la vio, comprendió su error, y regresó sobre sus pasos,
pero no llegó a tiempo de ser perdonado, y con aquellas enormes
manos tantas veces manchadas de sangre, Hércules levantó
temblando de amor el cuerpo sin vida de Pirene, y lo depositó en el
mismo lugar en el que se habían conocido. Sobre ella arrojó una tras
otra, enormes rocas, para construir un mausoleo que nunca pudiera
ser olvidado, y construyó una cordillera de montañas inaccesibles, y
las llamó Pirineos, en recuerdo de la bella ninfa ibérica que murió,
orgullosa, por culpa de la traición del héroe griego.