El tesoro de los nibelungos

Gemae 1,534 views 5 slides Nov 17, 2011
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El Tesoro de los Nibelungos

Sigfrido, el más valeroso y noble de los reyes, se preparaba
aquella mañana para su gran combate. Muchos antes que él lo habían
intentado; pero todos habían fracasado en la empresa.

Delos más lejanos reinos habían acudido caballeros para vencer
al dragón que custodiaba en su cueva el Tesoro de los Nibelungos.
Pero el dragón era terrible y los caballeros caían ante su lengua
de fuego, como caen en otoño las hojas de los árboles.

Pero Sigfrido, el noble, el señor de los enanos, se preparó para
la batalla y partió en busca del dragón, decidido a volver con el tesoro
0a perecer en la empresa.

Corría un viento negro y se respiraba un aire malsano cerca de
la cueva. El cuerpo blanco de Sigfrido desprendía la luz a su paso
y su espada, bruftida por los enanos, relumbraba entre los verdes
‘del bosque como un presagio de victoria.

igfrido avanzó hacia el dragón. Su cuerpo parecía pequeño
junto a la verde mole de escamas verdes; pero Sigfrido no tembló
y. aproximándose a la bestia, clavó en su vientre la invencible espada.

Las nubes se abrieron y el mal viento se recogió, como si
los cielos proclamaran el triunfo del héroe. Sigfrido penetró
en la cueva y sus ojos quedaron deslumbrados por el brillo de LAN
las monedas y el rojo sangre de los rubies. Sigfrido habia
conquistado el Tesoro de los Nibelungos. Nunca la pobreza caer
sobre su pueblo,

Sigfrido se encaminó hacia el rojo charco en que se desangraba
el dragón. Aquel que se mojara en la sangre sería invencible. Sigfrido
se despojó de sus ropas y, como en un baño bautismal, sumergió
su cuerpo en la sangre caliente, Ningún arma de hierro o acero podría
taladrar su piel; la sangre formaría una coraza indestructible que
protegería al Príncipe.

Pero Sigfrido no vio una pequeña hoja de tilo que cayó del árbol n
y quedó entre sus hombros. Esa única parte de su cuerpo quedó

sin sumergir en la sangre de la bestia. Esa única parte sería la causa
de su muerte,

Sigfrido, el invencible, fue llamado
por Gunther, Rey de los borgoñones, para
que le ayudase en sus empresas guerreras.

La corte de Borgoña era fastuosa y
Sigfrido se paseaba entre los corceles
y los guerreros, admirado por las damas,
que desde las ventanas contemplaban
su porte y sabían de sus hazañas. Pero
los ojos de Sigfrido sólo tenían un punto
de mira: la hermana de Gunther,
Crimilda, la más hermosa y delicada
de las doncellas. Sigfrido pensó para si
«Ella será mi esposa». Y aquella noche
Sigfrido habló con Gunther:

-El caballero debe tener quien
le espere a su regreso. Amo a Crimilda
y quiero casarme con ella.

Y entonces Gunther se confió
al amigo:

-Dichoso tú que puedes sin
problemas elegir a mi hermana. Yo amo
a Brunilda, la Reina de Islandia, pero ella
no me acepta. Voy a hacerte un trato,

Lo que quieras te daré, si tú me
concedes a Crimilda.

—Tú tendrás que ayudarme a
conseguir a Brunilda. Cuando ella sea mi
esposa, tú podrás casar con mi hermana.
Y Sigfrido aceptó,

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Pocos días después partió Sigfrido
en compañía de Gunther hacia la corte
de Islandia. Brunilda, la de los cabellos
de oro, los recibió con regalos. Y Sigfrido
trazó su plan; él poseía una capa mágica,
que le hacia invisible. Con aquella capa
conseguiría engañar a Brunilda.

Sigfrido habló con Gunther

—Reúnete con Brunilda. Yo estaré
a tu lado sin que ella me vea. Yo hablaré
en tu nombre y la conquistaré para ti

Y asílo hicieron. Las palabras de
Sigfrido, que Brunilda creía de Gunther,
conquistaron su corazón y pronto Brunilda
accedió a la boda.

Cuando todos los invitados
se hubieron retirado, Sigfrido sustituyó

a Gunther en su primera noche
y Brunilda le regaló un anillo como
prueba de su amor. En ningún momento
sospechó la trama en que había caído.
Ahora era la legítima esposa de Gunther,
y Sigfrido, cumplido su cometido, podría
casarse con Crimilda.

Aquel anillo que Brunilda regalara
a Sigfrido sería la causa de la desgracia.
Era el anillo de la maldición, y la maldición
no tardaría en cumplirse.

Un día, Brunilda y su esposo
Gunther fueron invitados a visitar a
Sigfrido, La Reina lucía sus mejores galas.
También Crimilda se adornó con sus
mejores joyas para recibir adecuadamente
à su hermano y su cuñada. En su dedo
anular puso el anillo que Sigfrido

había recibido de manos de Brunilda.

Y Brunilda, al ver el anillo, comprendió
el engaño.

De nuevo los cielos se oscurecieron,
como si la venganza pintara de negro
las nubes. Brunilda llamó a Hagen,
su criado más fiel, y le dijo:

-Tú sabes el secreto de Sigfrido;
sabes que hay una parte de su cuerpo
que es vulnerable. Sigfrido.
me ha engañado; si le das muerte,
te concederé lo que me pidas.

Y Hagen preparó su traición.

A la mañana siguiente debía acompañar
à Sigfrido a una cacería; todo lo tenía
planeado. Sigfrido no podría escapar

à su espada.

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Mientras, Sigfrido ignoraba lo que
Hagen tramaba y se sentía contento,
Aquella mañana su espada había dado
muerte a un oso, a un jabalí, a un bisonte
y a un león. Todos admiraban la certeza
de su pulso.

Hacía calor y Sigfrido, fatigado por
la caza, se apartó de su gente y se incliné
a beber agua en un arroyo. Entonces
Hagen, que le seguía de cerca, aprovechó
el descuido y hundió su espada
en el único lugar del cuerpo del héroe
que no se había bañado en la sangre
del dragón. La naturaleza entera gimió,
mientras Sigfrido se desplomaba.

Nadie presenció el crimen. La venganza
de Brunilda se había cumplido por

mano de Hagen. El hombre de Crimilda,
Sigfrido el noble, cayó entre las flores.

A la mañana siguiente, Crimilda
vio al salir de la iglesia el cuerpo
inerte de su marido. Hagen lo habia
arrastrado hasta las gradas del templo
para culminar su venganza.

La Reina Crimilda creyó enloquecer;
tres días y tres noches veló el cuerpo de
su esposo y allí junto a la tumba del héroe
juró vengarse a su vez hasta dar muerte
a los causantes de su desdicha

Pasó mucho tiempo y todos parecian haber olvidado el terrible
crimen. La Reina Crimilda se había serenado. La risa había vuelto a
sus labios y todos parecían complacidos el día en que comunicó
a los suyos que había decidido volver a contraer matrimonio.

-Casaré con Atila, Rey de los hunos dijo,

Un soplo de paz recorrió la corte. El recuerdo de Sigfrido
parecía borrado. Poco tiempo después, Crimilda dijo a su nuevo
esposo:

-Hace mucho que no veo a mi hermano Gunther. Me gustaría
invitarle a la corte.

176

Y Atila accedió. Se prepararon fiestas y Gunther con
sus caballeros borgoñones se dispuso a visitar a su hermana.
En su comitiva ¡ba el traidor Hagen.

Llegaron a la corte y durante dos días se celebraron grandes
galas. Pero al tercero, cuando los mil caballeros borgoñones
descansaban tranquilamente, tras la larga jornada de música
y danzas, el palacio donde permanecían fue incendiado. La venganza
de Crimilda comenzaba a producir su resultado. Crimilda habia
prometido:

-Daré un escudo lleno de monedas de oro a quien me entregue
la cabeza de Hagen, el traidor.

Fue grande el incendio y grande la matanza. Al caer la tarde,

de todo el séquito borgoñón sólo quedaban con vida Hagen
y Gunther,

“Ambos fueron llevados a presencia de la Reina. Entonces
Crimilda dijo:

—Tú, Hagen, diste muerte a Sigfrido y le arrebataste el Tesoro
de los Nibelungos. Ahora quiero que me digas donde lo tienes
guardado.

Hagen pensó entonces una treta que pudiera salvarle la vida:

-No hablaré mientras mi Rey siga vivo dijo,

Estaba convencido de que el odio de Crimilda no podría atentar
contra la vida de Gunther. Pero Crimilda, furiosa, olvidó las leyes
de la sangre y sin vacilar mandó matar a Gunther. Entonces Hagen,
aterrorizado, dijo:

-Ahora sólo Dios y yo sabemos dónde está ese tesoro.

Y yo no hablaré nunca

Crimilda no contestó. Cogió la espaga de Sigfrido el noble
y con fuerza de varón la descargó sobre la cabeza de Hagen.

La venganza del anillo se habia cumplido. Crimilda fue muerta poco
después como castigo de sus errores. El Tesoro de los Nibelungos
reposa en lo más profundo del río. Nunca nadie ha podido rescatarlo.
La muerte fue reina de ambas cortes por obra de un anillo

y un tesoro.
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