Me parece que la posición de Gergen corre el riesgo de interpretarse de modo
alarmista. La multiplicidad “bajo control” no tiene por qué perjudicar la identidad
de cada individuo. “Ya no somos uno (…) contenemos multitudes”, pero eso no
esfuma un “yo auténtico” original que no es sino utópico y quimérico, pues desde
mi punto de vista el yo se construye y reconstruye constantemente a lo largo de
toda nuestra vida. El yo saturado sigue siendo un yo. Un yo dentro de muchos;
muchos egos dentro de uno siempre cambiante y ávido de aprendizaje; una
identidad que va siendo construida en torno al nuevo entramado de relaciones y
prácticas que se experimentan en la actual revolución tecnológica. La interacción
nos construye.
Esta revolución tecnológica que va construyendo una identidad tecnológica
nueva, en donde se reemplazan e instauran nuevos códigos, nuevas formas de
interpretar el conocimiento tecnológico, establece una manera distinta de
construcción social de la realidad y de objetivar y legitimar las prácticas sociales
actuales.
“Por obra de las tecnologías de este siglo, aumentan continuamente la cantidad y
variedad de las relaciones que entablamos, la frecuencia potencial de nuestros
contactos humanos, la intensidad expresada en dichas relaciones y su duración.
Y cuando este aumento se torna extremo, llegamos a un estado de saturación
social” Ahora bien, este estado de saturación social es plausible, creíble e
inminente. Diría casi que ya nos hallamos en él, y no estaría siendo yo, sin
embargo, alarmista: esta saturación no es sino un producto del mundo
globalizado, del constante intercambio de información, del tremendo desarrollo de
una tecnología cuyo alcance se nos escapa en primera instancia. Pero esta
saturación es también, a la vez, y sobre todo, un paso hacia la adaptación, un
empujón y una motivación hacia el aprendizaje y la inmersión en la Cibercultura,
una característica ineludible del sujeto tecnológico actual, de su identidad
tecnológica.
Desde mi punto de vista el yo saturado no deja nunca de ser un yo. La saturación
es una parte, una etapa, de su constante construcción y reconstrucción. La
posible ruptura del yo unitario y del concepto de objetividad no son aspectos
exactamente negativos o insalvables. Quisiera llamar entonces a la saturación
“saturación positiva” o, cuanto menos, “estimulante”, pues estimula la creación de
tal identidad tecnológica. Porque la era digital es una época de retos y
superaciones. Un prudente uso de la Red es necesario, y hacia él nos dirigimos.
Esta sociedad, inevitablemente, ha de verse advertida respecto al buen uso de
las TIC. Ofrecer las herramientas necesarias es una tarea costosa que se está
poniendo en marcha. Es por ello que me parece crucial la educ ación
tecnológica.
Las posibilidades frente a la saturación son pues, fundamentalmente;
interpretarla y apropiarse de la misma de modo que resulte un estímulo para la
superación de aquellas dificultades surgidas durante la interacción a través de las
nuevas tecnologías, así como buscar y difundir herramientas que propicien la
alfabetización digital cuya difusión es cada vez más primordial, pues el
desconocimiento de las nuevas tecnologías de la comunicación por parte de
grandes sectores de la población es un hecho.
Todavía no hay una opinión unánime sobre cómo debería llamarse exactamente
al proceso de acercamiento de los sujetos a las tecnologías de la información y el
conocimiento: Alfabetización digital, informacional, computacional, tecnológica,