Si bien rechazó su divinización en vida, Octavio Augusto aprovechó en su favor el culto de los
genios, fomentando un culto al emperador que se convirtió en un vínculo adicional entre los
habitantes del Imperio. Paralelamente, reformó las instituciones romanas, adaptándolas a la
necesidad de gestionar un Imperio tan extenso: creó el Consejo del Príncipe, órgano de
gobierno integrado por hombres de su confianza (Agripa, Mecenas.); dividió las provincias
ensenatoriales (confiadas a un gobernador sin mando militar nombrado por el Senado)
e imperiales(gobernadas por un legado del emperador); reorganizó la fiscalidad, sometiéndola
a su gestión directa y haciéndola menos gravosa; protegió el culto; favoreció al orden ecuestre
frente a la aristocracia senatorial; aseguró los límites del Imperio frente a los partos y a los
germanos; y continuó la expansión en la zona del Danubio y el mar Negro. Entre las
debilidades de su poder destaca el no tener sucesor (no tuvo hijos varones de sus tres
matrimonios); acabó por adoptar a su yerno Tiberio, al cual asoció en el poder desde el 13 d.
C., y que le sucedería sin dificultad después de su muerte.
Diocleciano
(Cayo Aurelio Valerio Diocleciano; Salona, actual Croacia, h. 245 - Spalato, hoy Split, id., 316)
Emperador romano (284-305). Nacido en el seno de una humilde familia iliria, Cayo Aurelio
Valerio Diocleciano emprendió una carrera militar que, sin ser excesivamente brillante, le
permitió convertirse primero en comandante de la guardia imperial y más tarde en cónsul.
Tras el asesinato del emperador Numeriano, en el 284, Diocleciano dio muerte a Arrio Aper, el
presunto homicida, y fue proclamado emperador por el ejército de Asia Menor. Un año más
tarde, en el 285, desaparecido Carino, coemperador y hermano de Numeriano, el Senado le
reconoció la dignidad imperial.
Aquel mismo año, a fin de acabar con las usurpaciones militares y las tendencias centrífugas
que amenazaban con desmembrar el imperio, Diocleciano decidió asociar al poder a otro oficial
ilirio de su confianza, Maximiano, a quien cedió el control de la mitad occidental del imperio,
primero con el título de césar y después con el de augusto Herculius (286). Se reservó para sí
el gobierno de la mitad oriental y la dignidad de augusto Iovius, la cual, al vincularlo a Júpiter, la
principal divinidad romana, le confería un poder superior al de Maximiano.
La bipolarización de la autoridad imperial dio buenos resultados, pues Maximiano reprimió el
movimiento bagauda surgido en las Galias, mientras Diocleciano recuperaba Armenia,
aprovechando en beneficio propio las divisiones internas de los persas. Sin embargo, los
conflictos políticos y sociales en el imperio iban en aumento, razón por la que, en mayo del
293, Diocleciano vinculó al poder en calidad de césares a otros dos militares: Constancio Cloro
para Occidente y Galerio para Oriente.
Con la aparición de estos colaboradores de jerarquía inferior, la dirección del imperio quedó en
manos de una tretrarquía, forma de gobierno que permitía, por una parte, asegurar la unidad
territorial y, por otra, solucionar los problemas de cada región con celeridad y eficacia. Así,
Diocleciano, que había fijado su capital en Nicomedia, se ocupó de la parte de Oriente; Galerio,
que residía en Sirmio, atendió los asuntos de las zonas situadas al sur del Danubio, desde los
Alpes hasta el Mar Negro; Maximiano, que alternaba residencia entre Milán y Aquileia, tenía a
su cargo África, Hispania e Italia; y, por último, Constancio Cloro vigilaba desde Tréveris a las
Galias y Britania.
En ambas partes del imperio los tetrarcas obtuvieron grandes victorias militares: aplastaron la
rebelión de Carausio en Britania (296), acabaron con las revueltas sociales de Egipto (297) y
fijaron la frontera romana en el río Tigris, tras derrotar a los persas (298).
Paralelamente, Diocleciano llevó a cabo una serie de importantes reformas internas que
perseguían centralizar el poder, racionalizar la administración, sanear la economía y
reorganizar el ejército. Así, por ejemplo, recortó la autoridad del Senado, transformó las 57