UNIVERSIDAD NACIONAL DANIEL ALCIDES CARRIÓN
ESCUELA DE POSGRADO
MAESTRIA DE GESTIÓN PÚBLICA Y DESARROLLO LOCAL
III. CONCLUSIONES:
Los recursos humanos, mejor expresados como potencial humano constituye en toda
organización el factor principal e indispensable para prestar servicios de calidad y lograr las
metas y objetivos fijados, cualquiera fuera su naturaleza administrativa, operativa e incluso
política.
No cabe la menor duda –y nadie lo objeta, al menos teóricamente- que será muy difícil lograr
un trabajo a conciencia prestado con lealtad, esmero y competencia, si no ponemos especial
atención en el personal, sobre todo en aquellos de menor jerarquía que realizan labores
operativas o administrativas vinculadas con la finalidad o misión de la organización y que
paradójicamente son ignorados o tratados sin las consideraciones respectivas.
No conseguimos nada o logramos muy poco cuando las presiones o exigencias de los directivos
y funcionarios no están precedidas de un clima laboral adecuado; esto es, un ambiente
amistoso de desarrollo personal, de respeto, sin agravios, resentimientos ni temores.
Todos los individuos constituyen un alto potencial humano, por la tanto experimentan impulsos
hacia el crecimiento y desarrollo personal lo que se facilita si se proporciona un ambiente que
los apoye y a la vez le proponga u ofrezca un reto.
Este ambiente o clima laboral es factible de alcanzar cuando la ciencia y la técnica se arreglan
al servicio de la organización y del trabajador quien al sentirse reconfortado, motivado y
apreciado volcará sin condiciones todo su esfuerzo y voluntad a mejorar su desempeño
identificándose con su institución y superiores, dando por ello más de lo que su puesto o cargo
demanda.
Lo contrario es trabajar en un escenario laboral turbulento, inestable, rodeado de rumores,
pintas en las paredes –ofensivas y amenazantes- y volantes anónimos. De trabajadores
desalentados, malhumorados y hasta agresivos, proclives a realizar cualquier acción ilegal o
imprevista contra quienes asumen son responsables de su situación. En estas condiciones son
altamente vulnerables y presa fácil de terceros con pretensiones malintencionadas.
Debemos tomar conciencia que la moderna tecnología, los métodos y procedimientos
racionalizados, la estructura organizacional simplificada, el plan estratégico etc. no resuelven
per se los problemas de la organización. Su valor lo adquieren a partir del mal o buen uso que
le dan las personas, de ahí la necesidad de que todos estos recursos se encuentren
imprescindiblemente precedidos y acompañados de una acertada gestión de personal que bajo
las políticas y lineamientos de la alta dirección obtenga de los servidores, directivos y
funcionarios un óptimo rendimiento, así como la mejor y sostenida predisposición a un trabajo
corporativo y en línea con los objetivos institucionales.
En resumidas cuentas, no es sencilla la tarea profesional a desarrollar en el sector público por
cuanto además de lo dicho no puede dejarse de lado o aislarse el componente político en cuyo
espacio o sede se toman decisiones de alta envergadura y se determinan también las
prioridades de un Plan de Gobierno formulado en un esperado régimen democrático.
Quiere decir entonces que en los asuntos gubernamentales no pueden existir disociadas la
técnica y la política, aunque en estas circunstancias de singular simbiosis los funcionarios
públicos deben quedar firmemente protegidos de aquellas infaltables intervenciones que
pretendan vulnerar su independencia e imparcialidad y puedan -sin ninguna presión o atadura-
traducir libremente la voluntad pública en normas, objetivos y metas que correspondan a las
aspiraciones ciudadanas.