Tras ver estos resultados, Alejandro llegó a la conclusión de que, a pesar de que había una diferencia entre los resultados obtenidos por un grupo y por el otro en distintas materias, no era del todo tan significativa. Hay poca discrepancia entre unos resultados y otros, por lo que, factores externos, como lo son la inclinación de un grupo u otro por una materia u otra, la práctica relativa que bien pudo haber tenido un grupo en una materia en comparación de otro con otra, no marcan tanta diferencia. ‘¡Genial! – exclamó Alejandro con gran gusto – parece ser entonces que guiarse bajo los mismos principios pedagógicos, sea un EVA o no, ha de tener resultados similares. Ahora, me siento más seguro que mis alumnos de la generación 2020 – 2021 y 2019 – 2020, a pesar de las circunstancias y condiciones, se vieron beneficiados de forma similar, aunque sea en términos académicos y con base en evidencia cuantitativa. Hablar acerca de su inteligencia emocional, habilidades de orden superior y otras áreas, sería adentrarse en temas más profundos y que requieren otro estudio y análisis. Por lo pronto, me basta para aclarar mis dudas.’ Y fue así como Alejandro se dio cuenta que sí se alcanzaron los aprendizajes esperados y que seguir las bases pedagógicas, como la escuela activa, del constructivismo epistemológico y continuar con una pedagogía dialogante, a través de las actividades, dinámicas, sesiones síncronas y asíncronas, por medio del LMS de la escuela, orientadas bajo estos modelos pedagógicos, traen consigo las mismas ventajas en un ambiente presencial y en un EVA.