curricular. Para el mundo moderno, donde hay fenómenos como la
globalización y la individualización del pensamiento, se necesitan currículos
sensibles a una flexibilización, currículos que no solo tomen en cuenta las
necesidades educativas comunes, sino que “ausculten”, las necesidades
educativas individuales y especiales, un currículo que sea el “primer ladrillo”
para generar procesos de inclusión permanentes y eficaces, que vayan desde
la planta física de las instituciones hasta los métodos de enseñanza y de
evaluación; dando cabida a aquellos educandos con diversidad funcional y de
aprendizaje. Permitiendo que cada institución educativa se convierta en una
pequeña aldea diversa, donde todos sean respetados, escuchados, valorados y
motivados para llegar a la consecución de las metas propuestas, sin importar
los sobresaltos que a veces trae el maravilloso viaje de la vida.
Por otra parte, para nadie es un secreto que las artes y el deporte son medios
eficaces para la formación del carácter y para el manejo emocional, es
indispensable que las instituciones educativas, sean alicientes para que los
estudiantes fomenten la creatividad y sus capacidades motrices (finas y
gruesas), a través del oficio de las artes y la práctica deportiva, ya que estos
medios de recreación están científicamente comprobados como forjadores del
buen ánimo, como alimentos vitales de la creatividad y como vías que evitan
que los menores caigan en el consumo de sustancias psicoactivas. Sin temor a
la equivocación se podría aseverar que si nuestras instituciones educativas, de
verdad tuvieran infraestructuras deportivas y artísticas de calidad, se podrían
evitar muchas patologías como el estrés y la depresión infantil, se reducirían
las cifras de menores en bandas delincuenciales y tuviéramos pensamientos
más creativos que aportarían a la riqueza de la cultural nacional.
Por otro lado, desde la perspectiva del proceso enseñanza aprendizaje, la
didáctica y la evaluación deben dar respuesta a una visión holística del
estudiantado y deben llevar a entender que los niños, niñas y jóvenes no son
arcillas y los docentes el alfarero, sino que ellos mismos deben ser autónomos
y moldeadores de su formación integral, donde el maestro es solo un guía y un
cooperador que debe buscar mancomunadamente con la sociedad y la familia
que ese educando se vaya formando como la mejor versión de sí mismo. Por
eso en la planeación y ejecución de procesos didácticos el maestro de hoy
debe tener en cuenta desde el tema que se va a trabajar en clase, hasta los
diferentes ritmos de aprendizaje de cada uno de los estudiantes, generando
recursos que puedan llegar de manera significativa al total de la población.
Igualmente la evaluación, no debe ser únicamente dominio del docente en
cuanto su planeación y ejecución se refiere, sino que debe permitir que todos
los actores dentro del aula de clase o del espacio de aprendizaje, reflexionen
acerca del proceso que se está llevando a cabo, utilizando diferentes tipos de
evaluación como la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación. En
este mismo sentido la evaluación debe dejar atrás ese modelo de solo repetir el