SONIDOLa propuesta sonora de esta película nace de la misma motivación que atraviesa la película: registrar y poner en evidencia el
choque entre una memoria comunitaria y un sistema que la arrasa, la desplaza y la vuelve invisible. El sonido nos permite
acompañar a Tovaj y Chichí en su recorrido íntimo, mostrando cómo el silencio del monte, cargado de vida, se transforma
progresivamente en un ruido saturado y hostil que despoja de valor todo lo que no encaje en la lógica urbana. Nuestra intención no
es ilustrar, sino traducir desde lo sonoro aquello que se experimenta en el cuerpo: el desarraigo, la pérdida, la resistencia y la
desaparición.
En el monte, buscamos que el espectador sienta que el silencio no es ausencia, sino presencia plena: el viento, los insectos, los
pájaros dispersos y la respiración misma del entorno. Allí la voz de la abuela es clara, cálida y central, porque encarna una raíz que
sostiene. Ese espacio sonoro irá resquebrajándose durante el viaje hacia la ciudad, donde los sonidos metálicos y mecánicos
irrumpen con violencia hasta cubrirlo por completo. En la urbe, la saturación se vuelve opresiva: el murmullo ininteligible del
castellano, las bocinas, los motores, el sello que se estrella contra el papel, la puerta que se cierra con violencia, el teléfono que se
corta conforman una atmósfera que excluye y deshumaniza. El lenguaje, que en la comunidad era transmisión de saberes, aquí se
convierte en ruido que margina.
Frente a esa hostilidad, el espacio interior e intimo se abre paso como un refugio. La voz de la abuela regresa como un eco y como
un susurro, filtrándose en la memoria de Tovaj aun cuando el mundo exterior lo somete. Esa resistencia sonora es frágil,
fragmentada, hasta que finalmente se apaga. El regreso al monte nos enfrenta entonces con un silencio árido y vacío: lo que antes
estaba lleno de detalles ahora es apenas viento seco, ramas muertas, ausencia total. Solo quedan huellas fantasmas de voces que
alguna vez habitaron ese lugar.
Desde el área de sonido proponemos construir un arco claro: pasar del silencio lleno al ruido saturado y culminar en el silencio
vacío. Este recorrido traduce la travesía de Tovaj y Chichí y refleja lo que la película quiere mostrar: que cuando el deseo colectivo se
enfrenta a un sistema que solo reconoce al individuo productivo, lo que queda es una herida profunda, no solo personal, sino
histórica. El sonido encarna esa herida y, al mismo tiempo, la memoria de aquello que el sistema intenta borrar.