escultura ibera.pptx

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Escultura del arte ibero


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ESCULTURA IBERA

introducción Los griegos denominaron íberos a los pueblos que vivían en la cuenca del río Íber , como se conocía antiguamente al Ebro; y más adelante ampliaron este gentilicio a todos los pueblos de la costa oriental y sureste de la península Ibérica. En realidad, lo que llamamos cultura íbera es más bien un conjunto de culturas hermanas con un elemento unificador: la lengua que hablaban, e incluso esta presentaba variantes, una septentrional y una meridional. La primera referencia sobre los íberos que se tiene es del siglo IV a. C, concretamente en el texto “ Ora maritima ” (Las costas marítimas) del poeta Rufo Festo Avieno , quien hace un recorrido por toda la Hispania prerromana y explica cómo era esa tierra hasta mil años atrás a su tiempo La heterogeneidad es la marca característica de los íberos, que más que por sus rasgos comunes se definen en oposición a los pueblos de influencia celta que ocupaban la mayoría de la península. Esta diferencia apoya la tesis de que su origen se encuentra fuera de la península, aunque se desconoce dónde exactamente. La teoría más aceptada los relaciona con la cultura llamada “ de los campos de urnas ”, por las necrópolis formadas por urnas que contenían los restos cremados de sus difuntos: esta se extendió desde el Danubio hasta el este de la península Ibérica y su penetración al sur de los Pirineos explicaría el predominio del factor celta en el resto de la península. El desarrollo de cada una de las tribus íberas parece haber sido acorde con los pueblos con los que entraron en contacto: los íberos del sureste recibieron una mayor influencia fenicia y tartésica, mientras que los del noreste tomaron más elementos griegos; del mismo modo, las culturas litorales absorbieron más influencias mediterráneas que las del interior. En comparación con otros pueblos prerromanos como los tartésicos, de los íberos se han encontrado muchos y variados ejemplos de cultura material y yacimientos, que permiten reconstruir con bastante detalle su modo de vida. Desde principios del primer milenio a.C. las tribus íberas, especialmente las situadas en la costa, entraron en contacto con dos grandes culturas del Mediterráneo oriental, los griegos y los fenicios. Ese contacto fue muy productivo para todas las partes: los íberos asimilaron nuevas tecnologías, como el torno de alfarería, y cultivos, especialmente la vid, los árboles frutales y los olivos, que les permitieron diversificar su alimentación y producción de artesanía, mientras que los griegos encontraron un mercado donde abastecerse de grano y los fenicios, un lugar donde dar salida a sus productos. Al contrario de que le sucedió a la civilización tartésica, que colapsó a finales del siglo VI a.C. cuando las colonias griegas y fenicias quedaron aisladas de sus metrópolis por el ascenso de Cartago como nueva potencia mediterránea, los íberos continuaron existiendo como cultura durante varios siglos más. En un principio los cartagineses llevaron a cabo una política de alianzas con los pueblos íberos que les permitía obtener productos agrícolas y recursos minerales. Sin embargo, la situación dio un vuelco tras la derrota de Cartago frente a Roma en la primera guerra púnica, a mediados del siglo III a.C.: el pago de la gran indemnización de guerra impulsó a los cartagineses a la conquista de los territorios íberos para poder explotar directamente sus minas de plata. Esto, a su vez, desencadenó el inicio de la conquista romana de la tierra que ellos llamaron Hispania: por una parte querían arrebatar a Cartago esa fuente de recursos, pero también era muy importante hacerse con nuevos territorios cultivables para alimentar a la creciente población de Roma y sus provincias. Los íberos, además, habían demostrado su valía como guerreros al servicio de los cartagineses y en adelante lo harían como auxiliares del ejército romano.

Sociedad La sociedad íbera estaba fuertemente jerarquizada en varias castas sociales muy dispares, todas ellas con una perfecta y bien definida misión para hacer funcionar correctamente una sociedad que dependía de ella misma para mantener a su ciudad, Su estructura social era compleja y venía determinada por el prestigio, que a su vez dependía del trabajo que se realizara. La casta guerrera y noble era la que contaba con más prestigio y poder, aparte de las armas, poseer caballos otorgaba también gran prestigio y reflejaba poder, nobleza, y formar parte de la clase más pudiente. También tenían gran importancia la casta sacerdotal, en la que las mujeres, como se observa en los túmulos funerarios, eran el vínculo de la vida y la muerte. Las sacerdotisas gozaban de gran prestigio, ya que eran las que estaban en continuo contacto con el mundo de los dioses, aunque también había hombres que desarrollaban una tarea mística, prueba de ello son los sacerdotes lusitanos, que leían el futuro en los intestinos de los guerreros enemigos. Otra de las castas era la de los artesanos, apreciados porque de ellos salían los ropajes con los que se vestían y resguardaban del frío, los que elaboraban calzado, los que modelaban vasijas en las que guardar agua y alimentos y, sobre todo, por ser los que les hacían, a medida, armas y armaduras con las que se distinguían de las otras castas más bajas. Finalmente estaba el «pueblo llano», gente de distintos oficios que se dedicaban a los trabajos más duros. otra clase era los campesinos y mineros libres que en cierto modo estaban subordinados a los grandes señores; y en el extremo opuesto estaban los esclavos. Una de las actividades principales de los iberos eran las guerras. Son corrientes las noticias de matanzas colectivas, sacrificio de prisioneros y suicidio de los vencidos. Era frecuente también el pillaje, fruto de las diferencias sociales. Los esclavos fugitivos y los campesinos desposeídos por los nobles se integraban en bandas que destruían cosechas y robaban ganado. Los escritores antiguos alaban el valor de los iberos, así como de la lealtad a sus caudillos y jefes militares: “los iberos amantes de la libertad, que no aceptaban un jefe, sino a lo sumo es caso de guerra y por corto tiempo”. Dependiendo de la zona de la península, había una mayor o menor diferencia social entre la nobleza y el pueblo. Los íberos andaluces (llamados así a pesar de que Andalucía aún no existía), de quienes se tiene sospecha que eran más antiguos que los levantinos, tenían una sociedad muy estratificada. En la sociedad ibérica levantina parece que hubo menos diferencias entre clases sociales. En algunas ciudades el gobierno era administrado por un consejo de ancianos que actuaba en calidad de senado, aunque sí que se ve que, en momentos de tensión política y militar, se imponían caudillos y todos los ciudadanos se implicaban en la defensa de la ciudad. Las zonas que mejor se conocen son las del Alto Guadalquivir y del río Segura, donde se distinguen tres tipos de poblados: Pequeños asentamientos , situados en zonas llanas y que carecían de fortificación; Recintos fortificados , estructuras de dimensiones reducidas con fuertes defensas que solían estar en zonas altas. Grandes poblados u oppida , centros que controlaban una región o un territorio, donde se situaban los distritos poblados en llano y sus recintos fortificados. Son las capitales mencionadas por Estrabón.

Economía Se trataba de una cultura mayoritariamente agrícola, cuyos excedentes se dedicaban a dos fines: la producción de artesanía y el comercio con otros pueblos. En las llanuras fluviales los iberos cultivan cereales y leguminosas; en los montes apacientan sus rebaños. Solo roturan las llanuras cercanas a los poblados. El resto del paisaje lo señorea el bosque. A partir del s. V a. C. las técnicas de cultivo mejoran con la incorporación del arado de reja metálica tirado por bueyes o mulos. Los iberos suelen sembrar alternativamente cereales (cebada, trigo) y leguminosas (habas, lentejas). De esta manera se permite la recuperación del campo sin necesidad del barbecho. Suelen combinar el trigo desnudo y la cebada vestida, pero también conocen cereales como el mijo y la avena. La miel era un producto muy utilizado. En los poblados del Camp del Turia eran muy frecuentes las colmenas de cerámica de forma cilíndrica y estriadas en su interior, como las que proceden del Puntal dels Llops ( Olocau ) y de la Monravana y el Tossal de Sant Miquel en Liria. La ganadería ibera es la propia de un país mediterráneo. Tienen caballos, mulos, asnos, ovejas, vacas, cerdos y gallinas. Aprecian los animales que proporcionan productos secundarios (leche, lana, estiércol, fuerza de trabajo), y solo cuando son viejos e improductivos, o excedentes de rebaño, los sacrifican para aprovechar la carne, las pieles y los cuernos. La utilización generalizada de la metalurgia del hierro y del torno de alfarero es un claro exponente de su alto nivel tecnológico, así como el sistema de pesas y medidas y la acuñación de monedas. A juzgar por la gran cantidad de cerámicas y enseres de producción textil que han sido hallados con frecuencia en los ajuares, estas eran sus dos actividades principales de artesanía, en especial la primera, puesto que en los yacimientos se han encontrado estructuras que han sido identificadas como hornos para cocer la cerámica, lo que apunta a una producción a escala industrial El contacto de los íberos con los griegos y los fenicios A ellos se les atribuye la introducción del alfabeto y de dos conceptos que revolucionaron la economía: el mercado y la moneda. El primero era un lugar donde encontrar fácilmente una gran variedad de productos y el segundo, un método práctico de comercio que permitía obtener, a cambio del propio producto, un objeto intermediario que se podía cambiar por cualquier otro, sin tener que recurrir al trueque directo. Esto impulsó la especialización de las tareas, permitiendo que cada persona se dedicase a unas tareas concretas con la seguridad de poder obtener algo que podría cambiar por alimento. Las primeras monedas que se acuñaron en tierras valencianas fueron las de Arse (Sagunto) durante la segunda mitad del siglo III a C, y poco después en Saitabi (Játiva). La Segunda Guerra Púnica, que enfrentó a romanos y cartagineses, sería la causa de la difusión del uso de la moneda, pues puso en circulación una enorme cantidad de ellas para cubrir los gastos originados por las guerras, el sueldo, y el stipendium de los mercenarios. Arse y Saitabi fueron los centros emisores más importantes con una voluminosa producción durante los siglo II-I a C. La validez de las monedas no estuvo limitada al territorio de la población que las emitió, siendo igualmente utilizadas y aceptadas en otras ciudades. Además se acuñaron monedas de bronce, ases y divisores, es decir, moneda utilizada en las pequeñas transacciones. También se acuñaron monedas de bronce en la recién fundada ciudad romana de Valentia .

religión La religión de los pueblos iberos es difícilmente sistematizable. Se cree que sus creencias más primitivas se centraban en la adoración de elementos naturales (cuevas, manantiales, cerros) en los que ofrecían sacrificios, exvotos y otros productos a seres suprahumanos , monstruos alados y animales que eran símbolos sagrados relacionados con los ritos funerarios. Las influencias de fenicios y griegos aportaron nuevas divinidades con clara inspiración oriental. El ritual funerario generalizado fue la incineración, conocido gracias a los fenicios o a los pueblos transpirenaicos que introducen la cultura de los campos de urnas. Una vez incinerados y tras limpiar los restos, las cenizas del difunto eran introducidas en urnas y depositas, junto a su ajuar y las ofrendas, en un hoyo. Las urnas se disponían formando calles o se cubrían con túmulos. Se celebraban diversas ceremonias durante las exequias, como libaciones, juegos funerarios, desfiles, cortejos y banquetes. Otra de las manifestaciones funerarias eran los enterramientos infantiles hallados en las casas del Castellet de Bernabé en Liria. Los recién nacidos y criaturas de pocos meses no eran incinerados y enterrados en las necrópolis, sino que sus cuerpos eran inhumados bajo el suelo de las casas. Es difícil explicar como era la religión, no se tienen documentos que hablen de ella. En el Levante y la región sudoriental han aparecido santuarios, en el resto del mundo ibérico seguramente los lugares de culto estarían situados dentro de los poblados. Los más importantes, localizados en la Contestania y su área de influencia, como el del Cerro de los Santos (Albacete), La Serreta de Alcoy, famosa por sus terracotas, La Alcudia de Elche, la Bastida de les Alcuses de Moixent , etc. Otros es el empleo de grutas y cavernas a modo de santuario en los que se depositaban pequeñas estatuillas, llamadas exvotos, como ofrenda a alguna deidad. Parece ser que uno de los cultos más venerados era a las diosas de la fertilidad. También aparecen diversas diosas “Aladas”, representadas en vasos cerámicos, asociadas con el culto al mundo subterráneo. También han aparecido cultos solares y lunares. Otro culto mediterráneo, como el toro, estaba muy arraigado en el Levante. El panteón ibero aceptó divinidades exóticas orientales y posteriormente griegas y romanas. Los rituales sagrados se celebraban en templos construidos a cierta distancia de los pueblos y ciudades. Los cultos se solían hacer coincidiendo con ciclos agrícolas y, en especial, con el solsticio de verano. En cuanto a los rituales funerarios solían cremar a sus muertos, depositando sus cenizas en urnas que colocaban en una tumba. Los íberos creían en el más allá, a juzgar por lo lujosas que eran las tumbas de los aristócratas y cómo estaban decoradas. En la cultura íbera se encuentran rituales similares a los del ciclo de la Tierra Madre, propios de culturas que todavía dependen mucho de las actividades agrícolas, ganadería y pastoreo. Esta divinidad es comparada por el geógrafo e historiador griego Estrabón como un culto a la diosa Diana, que si bien no era exactamente a esa deidad a la que rendían homenaje sí que creían en una divinidad con mismos poderes.

Arte ibero Uno de los aspectos más estudiados y atractivos de la cultura ibérica es el arte. De hecho, es prácticamente la única forma de acercarnos a dicha cultura, pues sus escasos textos escritos aún no han sido traducidos. El término arte íbero se refiere al estilo artístico propio del pueblo íbero, asentado en la península ibérica Del mismo nos han llegado suficientes obras para su conocimiento, es heredero de los tartesos y estuvo muy influido por las culturas griega y fenicia. Este arte constituye un reflejo casi exacto de la vida de la sociedad en la que se produce. A partir de las manifestaciones artísticas podemos llegar a descubrir desde la propia estructura de esta sociedad, los cambios que sufrió dicha sociedad en el momento en que estas manifestaciones artísticas aparecen, así como su religión y sus ideas estéticas y humanas. La heterogeneidad es la marca característica de los íberos, que más que por sus rasgos comunes se definen en oposición a los pueblos de influencia celta que ocupaban la mayoría de la península. Esta diferencia apoya la tesis de que su origen se encuentra fuera de la península, aunque se desconoce dónde exactamente. La teoría más aceptada los relaciona con la cultura llamada “ de los campos de urnas ”, por las necrópolis formadas por urnas que contenían los restos cremados de sus difuntos: esta se extendió desde el Danubio hasta el este de la península Ibérica y su penetración al sur de los Pirineos explicaría el predominio del factor celta en el resto de la península. Cronologicamente se sitúan en la Segunda Edad del Hierro, en la formación durante el Siglo V a.C., llegando a su apogeo sobre el Siglo IV a.C. Su situación geográfica fue el Levante y Sur de la península, la costa del mediterráneo, penetrando hacia el interior hasta la Meseta. Fueron pueblos independientes con cultura similar, que se organizaban en tribus, muchas de ellas gobernadas por un rey o Régulo, siendo los nobles propietarios de las mejores tierras. Existen varias zonas o áreas que se vieron influenciadas por este estilo de arte y dentro de esas zonas se pueden observar varias características más de este tipo de arte. Estas áreas son: Andalucía: este estilo se desplazó sobre todo a las ciudades de Granada y Jaén. En estas ciudades las disciplinas más destacadas fueron la cerámica y la orfebrería que adquirieron varias influencias y características diferentes al resto de las zonas ibéricas. Interior: cuando hablamos del interior hacemos referencia a la Mancha Occidental. En esta zona destacaron varias figuras de bronce, zonas empedradas y exvotos. Sin embargo en la Mancha Oriental destaco la cerámica con un estilo ibérico propio denominado Ibero- levantino. Albacete: en Albacete y zonas de alrededor destacó como disciplina la escultura. Dentro de las obras de arte de la escultura ibérica, en Albacete se observó una gran originalidad y una enorme calidad estilística. Levante: en el levante, principalmente en Valencia, se pudieron observar varias representaciones que tenían varias influencias antiguas y además también se observaron varias influencias de la población griega. Probablemente, en arte que se generó en el levante fue uno de los primeros que se pudo desplazar a otros lugares aislados como por ejemplo en el valle del Ebro que se enlazó con varias influencias del arte celta y del arte romano.

ESCULTURA Es un estilo ecléctico con personalidad propia. En la producción escultórica ibérica se mezclan los rasgos íberos con influencias del metal europeo, con una base orientalizante (asiática hitita y fenicia) y un fuerte componente griego clásico (griego arcaico, severo y romano) que les llegan por las colonias, con matices que pueden derivarse de influjos etruscos o cartaginenses, portadores a su vez de un lenguaje artístico helénico transformado. Además, hay que contar con la personalidad que le imprimieron las propias sociedades ibéricas. Así, por ejemplo, se aprecia en las estatuas una ausencia de la proporción y armonía características del arte griego, no por falta de pericia, sino por una diferencia de mentalidad. Y es que para la psicología de los íberos, fue más importante el cuidado de los detalles que la calidad del conjunto. Los pilares-estela fueron muy difundidos en la sociedad ibérica. Consisten en un basamento, escalonado, sobre el que se alza un pilar con capitel, que sostiene la escultura de un animal. Se realizan en piedra y en algunos casos en barro cocido (terracota). El material utilizado es principalmente la piedra, especialmente areniscas y calizas blandas; las piedras duras, el bronce y el barro cocido se reservaron a la realización de figurillas menores. Se cree que también se realizó escultura en madera, que no nos ha llegado, por un cierto estilo lígneo que tienen muchas de las obras en piedra. Estas piezas tienen grabadas las huellas de los instrumentos de trabajo del escultor: cuchillos, cinceles, martillos, y en las grandes esculturas, el cincel y la media caña. La imaginería monstruosa y terrorífica era aceptada como otro fenómeno más de su realidad, aunque cabe resaltar que el nivel de sus escultores era aún muy rudimentario. Hay tres grupos escultóricos según su funcionalidad: exvotos y ofrendas de los santuarios; grupos escultóricos funerarios y representaciones de divinidades. Se pueden distinguir dos etapas: Etapa Orientalizante . Esta etapa arranca desde el arte tartésico, a su vez inspirado por los fenicios y, en menor medida y más tardíamente, por los griegos. A esta escultura corresponde la más arcaica escultura animalística de la Turdetania y el monumento de Pozo Moro. Etapa de Influencia griega. Desde la mitad del siglo VI a.C y especialmente desde el V, ejerce sobre el pueblo íbero una fuerte influencia la escultura griega. Será esta la época más fértil y cualificada de la escultura íbera. Ciertamente, el estímulo cultural griego (y quizá por sus maestros) se realizó la producción escultórica ibérica más importante. Desde entonces, destrucciones y vacíos llenan una etapa de decaimiento, hasta la época romana. Influencia de la cultura griega a través de la ciudad de Focea que puede hallarse en ciertos rasgos estilizados de los rostros de esculturaso en los peinados de estas damas que recuerdan la manera arcaica de las kórai . Los ojos oblicuos, la prominencia del globo ocular, una cierta expresión de rigidez en el rostro y el esquematismo del dibujo del cabello, serán características de esta escultura ibera que evocan las formas foceas .. Dando un buen salto en la historia del arte, los artistas de las primeras vanguardias del s. XX se inspiraron en este tipo de esculturas primigenias e incluso adoptaron sus formas y volúmenes. En parte, porque les iban bien para romper con toda connotación clásica, en parte, porque quizás se dieron cuenta de que estas formas primitivas, primigenias, aparentemente simplistas, reduccionistas, contenían una esencia de los seres vivos, sean figuras de animales o humanas, poseían el alma del arte.

Características El material utilizado fue principalmente la piedra, especialmente areniscas y calizas blandas. Las piedras duras, el bronce y el barro cocido se reservaron para la realización de figurillas de menor tamaño. Se cree que también se realizó escultura en madera, dado el cierto estilo lígneo que tienen muchas de las obras en piedra. Lamentablemente esta estatuaria en madera no nos ha llegado por su fragilidad. Las manifestaciones mejor conservadas son las escultóricas, realizadas en piedra y bronce. Los restos en madera y barro cocido son escasos, por ser materiales más perecederos. Además de su valor estético, las esculturas iberas nos presentan prácticamente la única fuente para aproximarnos al aspecto físico de sus gentes; ya que incineraban a sus muertos y no tenemos cadáveres para su estudio antropológico. Es una escultura arcaica, las figuras en un principio son representadas frontalmente, siendo rígidas, simétricas y carentes de animación, pero eso sí, con una gran expresividad, no olvidemos que su arte y vida se vio influido por las colonias griegas , fenicias y púnicas. Posteriormente sus obras alcanzan una belleza y elaboración exquisitas. Desde el siglo VI a. C. las necrópolis ibéricas del sureste español se pueblan de tumbas, algunas turriformes , otras en forma de estelas coronadas con seres fabulosos como esfinges o grifos. Asomarán animales fecundantes o protectores como toros o leones. Es un arte mostrativo y singular. Aristócratas o régulos locales convocan a artesanos que exaltan sus tumbas con signos de raigambre mediterránea. Incorporarán otros signos propios, el lobo, el caballo como vehículo heroizador , los cervatillos…. La mayoría de esculturas iberas datan del siglo V a.C hasta la romanización. La escultura ibera se divide en dos facetas: Las estatuas de piedra de gran tamaño y las estatuillas que se ofrecían como exvotos en los santuarios. Los temas representados eran las figuras humanas y de animales, ya sean reales o fantásticos. Los materiales empleados eran la piedra, el bronce, la terracota y el hierro. RELIEVES: Se trata de una manifestación artística bastante menos abundante que las esculturas exentas, Se dan diferentes grupos: El llamado grupo levantino está compuesto por algunas de las más excelentes muestras de arte ibérico en piedra, Las que revisten mayor importancia escultórica representan damas de pie haciendo con sus dos manos un vaso en actitud de presentar una ofrenda a otra persona y llevando muchas de ellas en su cabeza una elevada mitra. El grupo meridional se forma principalmente con diferentes objetos escultóricos hallados en sepulcros de la región andaluza casi todos de arte fenicio y con algunos otros monumentos funerarios de igual origen. Al grupo occidental pertenecen las estelas funerarias de granito que representan guerreros en pie vestidos de sayo y armados de rodela que se han hallado en Portugal y Galicia. Son esculturas de piedra muy toscas y rudimentarias sólo labradas ordinariamente de las rodillas para arriba y aunque en algunos de estos monumentos se hallen inscripciones romanas se suponen que fueron añadidas en época posterior o falsificadas pudiéndose aquellos remontar en todo caso a unos pocos siglos antes de la era cristiana. En el centro de la Península, entre los ríos Duero y Tajo con alguna pequeña ramificación a otras regiones se han encontrado diseminadas en gran número piedras de granito, groseramente labradas en forma de toros, jabalíes, osos e incluso elefantes y rinocerontes, algunas de las cuales llevan inscripción ibérica o romana, quizás posteriormente añadida.

zoomorfos Dentro de la escultura íbera, la figuración de animales estuvo muy extendida. Este tipo de monumentos es común por el sureste, en concreto en las provincias de Alicante, Albacete, Sur de Valencia y Murcia y se encuentra en necrópolis sitas junto a vías de comunicación. Se dan muchos convencionalismos aunque las más modernas son más realistas. La fauna ibérica que se refleja en los monumentos funerarios es muy diversa y en ella se dan tanto criaturas fabulosas de la mitología como animales reales. Estas figuras podían coronar el monumento o bien formaban parte de su estructura, esculpidas de manera que pareciera que sostenían el edificio, o que se apoyaban en él situados en el campo de manera aislada o en santuarios. Entre estas figuras predominan los animales fieros o aquellos que transmiten un sentimiento de potencia o de fuerza. La estatuaria ibérica de animales refleja animales reales (leones y toros en su mayoría); los leones (responden a una concepción de animal feroz, con una iconografía que se repite: boca abierta enseñando los dientes y una postura preparada para el salto). El toro era un animal al que los íberos le rendían mucho culto y que relacionaban con la diosa tierra como con divinidades del cielo. Este animal era tomado como un símbolo muy polivalente, usado para muchos tipos de rituales; el hecho de que el toro tuviera tanta importancia para los íberos ha planteado la hipótesis de que podrían haber estado relacionados con los talayóticos de las Islas Baleares, puesto que esta cultura también rendía culto al toro). O simbólicos (esfinges, grifos), que son las famosas bichas, llamadas así por los habitantes del lugar donde han aparecido. Su tipología es la conocida en los territorios que bordean la zona del Mediterráneo oriental y se les atribuye carácter sagrado como protectores del hombre, tanto de los vivos como de los difuntos, correspondiendo su área de expansión por los datos de que disponemos hasta ahora al sector ibérico del sur peninsular. Las esfinges son los animales híbridos más abundantemente representados en los bronces orientalizantes peninsulares; el tipo genérico presenta cuerpo de felino (normalmente interpretado como león) y cabeza humana de género no siempre identificable; la presencia de alas tampoco resulta en todos los casos fácilmente determinable El caballo, tanto sólo como con jinete, es muy abundante, y deberíamos vincularlo al sistema de élites que se fue desarrollando en la sociedad íbera. Se vincularía así a la idea de jefatura y liderazgo, como fue también habitual en la cultura griega arcaica y sus famosos caballos trompeta. Por el contrario, otros animales como el toro, el león o el perro (o lobo) suelen vincularse al ámbito funerario, y funcionarían de manera apotropaica (defensor mágico). Esta función está ampliamente representada en todo el mediterráneo, y según José María Blázquez, tendría un origen común, la escultura neohitita (que recoge las grandes tradiciones mesopotámicas) que a través de cretenses y luego de fenicios, se extendería hacia Etruria y más tarde a Hispania. De ella extraerían su actitud amenazante y su habitual sentido sintético de las formas, más o menos suavizadas según sea la influencia helena sobre los talleres locales. De ella extraerían su actitud amenazante y su habitual sentido sintético de las formas, más o menos suavizadas según sea la influencia helena sobre los talleres locales. , , además de otros animales sagrados como los linces, buitres, etc. La elección de un animal u otro debió de ser una decisión meditada por parte de los familiares del difunto que ordenaron la construcción del monumento, o quién sabe si por el propio difunto cuando dictó la forma en que quería que su mausoleo fuera construido. Sin lugar a dudas esta elección tuvo que estar determinada por el sentido que un animal o monstruo en concreto tenía para los iberos. Ese sentido venía determinado por sus creencias y su forma de ver el mundo, y por una mitología de la que no sabemos nada. Su arcaísmo y fuerza plástica; bastante frecuente, visualizaban las creencias mitológicas de los íberos y eran utilizados como protectores de las necrópolis.

El ibérico es el gran pueblo prerromano de la Península por excelencia. Fue un pueblo avanzado para su época aunque quedó eclipsado por otras civilizaciones aún más poderosas cultural o militarmente, hasta remansarse y fundirse definitivamente con el mundo romano. CRONOLOGÍA (Segunda Edad del Hierro): Nace en torno a los siglos VI-V a. C.; Apogeo siglo IV a. C.; Finalizan con la romanización. Contemporáneo de griegos y etruscos. SITUACIÓN GEOGRÁFICA: Levante y sur de la Península, ejerciendo su influencia sobre la franja costera mediterránea (Bastetanos, Turdetanos, Contestanos, Edetanos e Indigetas ); y penetrando en el interior hasta la Meseta. ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA: Pueblos independientes con cultura similar; Se organizaban en tribus muchas de ellas gobernadas por un rey o Régulo; Sociedades jerarquizadas, reyes, aristocracia guerrera, sacerdotes y campesinos; los nobles propietarios de las mejores tierras CULTURA: En contacto con las civilizaciones colonizadoras y el mundo tartésico (en el sur). Toman los modelos artísticos griegos , y fenicios, y los adaptan a sus necesidades estéticas y espirituales. Su cultura es avanzada en el contexto peninsular, alfabeto, urbanismo desarrollado, manufacturas Los autores clásicos, griegos y latinos, denominaron íber -íberes a los habitantes del área litoral mediterránea comprendida entre Andalucía y el río Hérault (Francia). Los íberos nunca llegaron a alcanzar una unidad política; sin embargo, tenían un rasgo común, su Cultura, que se desarrolló entre los siglos VI al I a.e.c.

PILAR FUNERARIO, MONTOFRTE DEL CID En Monforte han aparecido unos doce toros desde 1974 hasta 2010, todos ellos elaborados en piedra, erguidos o tumbados. Parece, según las últimas mediciones, que el toro que correspondería exactamente con la estela-pilar no se encontraría en la reconstrucción del Museo de Elche , sino en el museo arqueológico de Monforte. El toro mide 65 cm de altura, 127 cm de longitud y 30 cm de grosor (mediciones máximas de lo conservado). Su estilo es detallado y claramente inspirado en la estatuaria griega arcaica. El capitel, en cambio, recuerda una gola egipcia con remate en ovas. Mide 46 cm de altura, 170 cm de longitud y 82 cm de grosor. El pilar tiene un relieve rehundido que imita una falsa puerta egipcia. Mide 74 cm de altura y 88 cm de longitud. Esta clara influencia de estilo oriental vendría a través de su contacto con fenicios y cartagineses.

Esfinge de Agost ; Finales siglo VI a. C. Piedra caliza; Dimensiones: Altura: 55 cm: Longitud: 53 cm; Anchura: 21 cm Presenta la postura propia del arte escultórico ático arcaico, donde las esfinges al igual que los leones suelen tener la cabeza mirando al frente, el cuerpo de perfil y la cabeza ya plenamente humana predominando sobre el aspecto felino del cuerpo. Sin embargo ciertas características de las mismas delatan su raíz ibera. De una parte, la Esfinge de Agost debía estar adosada a un muro mientras que las griegas son exentas y, por otra, la cola se introduce entre las ancas, como ocurre con los leones, mientras que en las piezas griegas se dobla sobre sí misma y deposita el extremo, ancho y apuntado sobre el muslo. Esta esfinge es uno de los mejores ejemplos de hasta qué punto influyó el arte griego en el ibérico, obra plenamente local ibera, se inspira, sin embargo en claras fórmulas griegas. Salvo algunas variantes, como la forma de disponer la cola, seguramente por imperativos del material empleado, se ajusta perfectamente a los prototipos griegos de mediados del s.VI . Seguramente tendría la misma función que en Grecia: servir de portador de las almas al más allá, por lo que estaría en una tumba. La esfinge es una figura que tiene el cuerpo de un león alado, la cabeza de una mujer y cola de serpiente, es conocida desde la Edad del Bronce en Mesopotamia y Egipto, siendo este último lugar donde parece tener su remoto punto de origen. La esfinge masculina en Egipto juega el papel de guardián en el mundo de los muertos. La esfinge femenina ya aparece en Egipto en la dinastía IV, representando a la reina Hetepheres II y fue encontrada en el complejo funerario de Dyedefra en Abu Roash (ca. 2550 a. C.) . Los ejemplos orientales y los griegos empezarán pronto a diferenciarse y evolucionarán autónomamente. En este proceso se aprecia cómo, en el arte griego, el aspecto humano de la esfinge irá ganando importancia y la postura más frecuente será la sentada. Se cree que se trata de una esfinge que se ubicó en una tumba íbera, porque la esfinge como objeto funerario estaba destinado a guardar y defender a los muertos a los que podía transportar al mundo de ultratumba. Las características de la obra revelan la mano de un artista indígena imbuido de las creencias griegas sobre el mundo de los difuntos que no hubiera visto directamente el modelo que quería reproducir. Sirvió de intermediario en el ámbito funerario del aristócrata ibérico.

Esfinge de Agost . Roca caliza.Finales del siglo VI a. C.

Esfinge de Los Higuerones -Cástulo-. Siglo VII aC Estatuilla de bronce ; Dimensiones : Longitud:11,10 cm, Anchura : 5 cm, Peso: 0,37 Kg. La esfinge en bulto redondo de la tumba de Los Higuerones (Cástulo, Jaén) es la que más se aproxima a lo que puede considerarse el arquetipo de esfinge fenicia. De este modo, a un cuerpo de león de erguida cola, dotado de alas desplegadas, y con la característica cabeza humana, añade una doble corona que sobremonta un klaft egipcio, y un pectoral usekh , arduamente reconocible en un trabajo reticular que ostenta en el pecho. Desde el punto de vista funcional la esfinge de Cástulo se sitúa sobre una placa rectangular de bronce parcialmente conservada, que presenta por su parte inferior un trabajo de piqueteado que la dota de una textura intencionalmente rugosa. Por la parte superior presenta el soporte dos rebajes que, a modo de rectángulos concéntricos, bordean el extremo. El perno que tiene la esfinge en la parte inferior encaja perfectamente en los aditamentos que tiene esta placa, por lo que no deben albergarse dudas acerca de la verosimilitud de esta conjunción. Tal vez por ello se ha especulado con demasiada frecuencia sobre la función de asa historiada de tapadera de timiaterio que pudo desarrollar esta imagen, habida cuenta que un timiaterio con tapadera apareció en el mismo conjunto. La presencia de la mencionada placa rectangular debe ser argumento suficiente para descartar esta posibilidad.

BICHA DE BALAZOTE, 2ªmitad S VI a C. La denominada Bicha de Balazote es, en realidad, un toro androcéfalo que está tallado sobre un sillar de esquina, de manera similar que los leones de Pozo Moro, y que es una versión de las figuras fluviales de los griegos, que las llamaban Aqueloo. Realizada sobre dos bloques de piedra caliza, es una síntesis de animal y hombre de cuerpo completo y representa un toro en reposo. La anatomía esta muy trabajada (pezuñas, patas,…) Cabeza de hombre barbudo, vuelta al espectador y ligeramente alzada, con unos pequeños cuernos y orejas. Extraño ser hibrido Rasgos de la escultura griega arcaica: hieratismo, barba, signo de la temporalidad y de sabiduría sobrehumanas, y cabello con surcos geométricos marcados. No esta totalmente tallada, por lo que parece ser un sillar de esquina y estar pensada para adherirla a algún lugar. Posiblemente fuera de carácter funerario y formase parte de la decoración de un templo: Funciones simbólicas: defensa, llamada a la fertilidad,…Debió estar destinado a un monumento funerario como expresión de la vida que se deseaba al difunto en el más allá, ya que el toro era símbolo de procreación y vida, genio protector conoce los secretos del allende.

Esfinge de Haches, finales del siglo VI e inicios del siglo V a.C. Piedra caliza; Altura 71 cm; Ancho 27 cm; Profundidad 65 cm. Se trata de un sillar esquinero con talla en alto relieve, donde se representa a esta figura animal y fantástica, una esfinge de marcado carácter apotropaico. Su rasgos la acercan a la figura arcaica griega, estilo que determina sus ojos almendrados o la sutil sonrisa arcaica. El cuerpo se representa en reposo sobre un grueso plinto y en posición lateral pudiendo observar sólo tres de sus patas de marcada naturaleza felina (como es propio de las esfinges) y su ala derecha, quedando la izquierda oculta. La posición hierática de la figura la rompe su cabeza, tornándose hacia su derecha para quebrar la frontalidad que caracteriza a tantas otras figuras de la escultura contemporánea a esta como los toros ibéricos. Su rostro femenino, de tendencia triangular, rematado por una esquemática diadema de la que cuelgan dos tirabuzones, un remate bien conocido en la estatuaria ibérica. Incorpora en su gesto vital la enigmática sonrisa del arcaísmo. La figura no puede ser entendida por sí misma, como un elemento escultórico o arquitectónico aislado. El hallazgo de otras piezas de piedra en su lugar de procedencia y su vínculo con un más que probable contexto de carácter funerario ha permitido proponer su pertenencia a un monumento en piedra (similar al de la necrópolis de Pozo Moro) que bien pudo haber pertenecido a una necrópolis o bien pudo ser un hito paisajístico a la manera de algunos monumentos turriformes del Mediterráneo

Esfinges gemelas de El Salobral, f. del s. VI a. C. Son una pareja de esculturas ibéricas halladas en 1901, de manera accidental, en la pedanía albaceteña de El Salobral. Es común el error de referirse a ellas como una sola (esfinge de El Salobral) cuando, en realidad, existen dos esculturas idénticas, talladas en espejo para ser ubicadas de manera contrapuesta con la finalidad de flanquear la entrada o esquinas de un túmulo funerario. Tiene una altura de 55 cm, un grosor de 21 cm y una longitud de 53 cm. Representan la figura de una esfinge, es decir, de un ser mitológico con cabeza de mujer, cuerpo de león y alas de ave. Se trata de dos altorrelieves tallados en su ensillar de un monumento funerario, se han hallado restos de policromía (sobre todo de color rojo intenso, símbolo de la vida). En relieve aparecen representados el cuerpo de una esfinge de perfil, se encuentra echada sobre las patas traseras. Cabe destacar la representación de las alas (están representadas en forma de ese y labradas con unas líneas divergentes a lo largo del eje central). Respecto al estado de conservación la parte inferior del cuerpo y la cabeza han desaparecido. La funcionalidad de las dos esculturas son funeraria, puesto que estarían ubicadas de manera contrapuesta a la entrada de un túmulo funerario (flanqueando y protegiéndolo) El carácter de estas esculturas, dotadas de un significado mágico, era apotropaico (es decir, defendía el monumento funerario frente al expolio y protegía la memoria del difunto) y psicopompo (un vehículo para conducir el alma del difunto al mundo de ultratumba).

Cabeza de grifo, alcudia , elche, F. siglo V, p. IV a.C. Este fragmento de escultura ibérica apareció el día 19 de septiembre de 1949, junto al conocido como torso del guerrero, formando parte del empedrado de una calle excavada al suroeste del yacimiento por Alejandro Ramos. Representa un grifo, animal fantástico híbrido con cabeza de águila y cuerpo de león. Solo conserva la cabeza, quedando su lado derecho muy erosionado y el izquierdo en buen estado. Posee unos ojos prominentes, orejas picudas y una cresta dorsal que, junto a las plumas, ratifican la mitad de su naturaleza como águila. Estos animales fantásticos solían formar parte de los heroa , conjuntos escultóricos de luchas míticas entre héroes y bestias fantásticas que, en este caso, se denominan grifomaquias . Probablemente estaba situado en la cámara del tesoro, vigilante y temible. Manifiesta como ninguna otra criatura su función de guardián al que no se le escapa nada con sus grandes ojos muy abiertos, sus orejas erguidas y atentas. Las plumas ratifican la mitad de su naturaleza como águila. En el mundo de nuestros ancestros más remostos, no se distinguía la realidad de la ficción, entonces, un grifo aunque nadie lo había visto, ni existía, visto en una escultura monumental de piedra podía dar verdadero miedo y se creía que era real .

La sirena (ave con cabeza femenina) era un ser híbrido que se asociaba a los espacios funerarios en el Mediterráneo oriental, penetrando en la Península en el siglo VII, importado por los fenicios y más tarde por los griegos. Se interpretaba como un vehículo encargado de trasportar el alma al más allá . Cuerpo de la sirena de Corral de Saus, Mogente .

Reconstrucción monumento de Coimbra del Barranco Ancho de Jumilla, Murcia. Según García Cano. El monumento de Coimbra no es original como arquetipo, pues se trata de un modelo que proviene de una tradición del mundo griego y oriental, en donde era frecuente distinguir los enterramientos de los notables con una piedra grabada o estela e incluso, si la categoría del personaje enterado lo exigía, con una construcción turriforme . En ambos casos, era frecuente que la estructura se rematara con un animal exento.

LEÓN DE NUEVA CARTEYA, CÓRDOBA, S. VI a. C Pertenecería a esa primera etapa orientalizante de la escultura ibérica. Es el mejor conservado de los varios aparecidos en este lugar y estaría d destinado a proteger una tumba.

Leona de Baena, siglo, VI a. C Altura: 51 cm Longitud: 95 cm Anchura: 26 cm

León de Bienservida , F. siglo VI a.C. Altura: 81 cm Longitud: 98 cm Anchura: 31 cm Como en otras esculturas iberas, hay que resaltar su carácter psicopompo y apotropaico, es decir, de conductor del alma y defensor del difunto y su memoria, propio del simbolismo oriental. Sin embargo, es muy notable la existencia, bajo las patas del león, de una cabeza humana cortada, puesto que el culto al cráneo, derivado de la temática de la cabeza trofeo, suele ser más común en ambientes celtas.

León de bujalance , s.iv a.C. Material : Piedra caliza; Altura 62 cm, Ancho 80 cm; Profundidad 23 cm Se trata de una figura zoomorfa con cabeza de león situada de frente. El animal tiene los dientes apretados, con la lengua colgando por fuera de la boca. La cabeza tiene forma cúbica y un cuello largo. Posee una melena tratada de forma simétrica, con crines labradas y la cola está enrollada sobre el muslo izquierdo. No se conserva la parte inferior de las patas.

leona de San Sebastián de los Ballesteros, s.IV a. C

León de Coy de Lorca, Murcia, s. IV a. C Monumento funerario del tipo pilar estela, formado por un capitel con pequeñas volutas y una escultura que remataría el monumento, que representaba a un león con rasgos de influencia de la estatuaria griega arcaica. Se data a finales del siglo V o comienzos del siglo IV a. C. Se conserva en el Museo Arqueológico de Murcia (MAM). El león tiene 72 cm de largo, por 62 cm de alto y 25 cm de grosor.

León de Santaella

LEÓN DE CÁSTULO, JAÉN

Leon de castulo , jaen Se remonta en esta ocasión a los siglos II o I a.C., es decir, a finales del período ibero y principios del romano; se trata de una escultura completa de un fiero león clavando su zarpa en el cuerpo moribundo de un individuo. La figura tiene 1,20 metros de largo y estaba ubicada en el flanco izquierdo de una puerta monumental con un vano de 3,50 metros y unos grandes paramentos de sillares perfectamente labrados y encajados. Este león, que guardaba las puertas de la ciudad, con gesto amenazante, y que mantiene en sus garras una figura humana,

LEONA, EL CERRILLO BLANCO, JAÉN

León ibero (s. II-I). Necrópolis de Pinos Fuente (Granada)

Leona (o loba) ibérica del Cerro de los Molinillos (Baena, Córdoba), (siglos II y I a.C.) Representa en piedra caliza un felino tumbado y enseñando la dentadura, datado en época íberorromana

león de Ca n'Oliver .

Águila. Conjunto escultórico de Cerrillo Blanco (Porcuna), SV aC Piedra calcarenita blanca. Dimensiones: Altura: 70 cm. Anchura: 98 cm. Grosor máximo: 35 cm. Grosor mínimo: 12 cm. Representación de un águila con las alas casi totalmente abiertas. Las plumas están talladas en la pieza, señalando de una manera original las coberteras primarias entre dos bandas paralelas y onduladas. Desde aquí arrancan otras líneas verticales suavemente onduladas hacia afuera. De la segunda banda salen otras largas lineas verticales, que se doblan en su final y que señalan las plumas remeras primarias. Las plumas remeras secundarias cuelgan verticales bajo el cuerpo y se pegan a la basa. Falta la cabeza desde el principio del cuello, un fragmento grande en el comienzo de las plumas remeras primarias del ala derecha, de la que también falta probablemente toda la pluma final. En el ala izquierda falta un gran fragmento que corta todas las plumas secundarias casi en su inicio. De la base faltan grandes fragmentos.

Toro de Osuna, f. del siglo V a. C Piedra caliza; Altura: 64 cm; Longitud: 108 cm; Anchura: 42,50 cm Escultura de animal que representa a un toro, tumbado sobre las cuatro patas. En la cabeza faltan los cuernos. La parte del pecho esta labrada con pliegues en V; el rabo aparece enroscado sobre el cuarto trasero en forma de circulo y termina en una especie de trenzado a manera de vegetal. Es un toro erguido tratado de forma realista y rígida a la vez. Los ojos están rodeados de profundas incisiones que se prolongan encima de la nariz. La boca está entreabierta y la papada está tratada con incisiones curvas y paralelas. El cuerpo es delgado y con caderas pronunciadas. Formaba parte de un monumento funerario, en el cual tendría función protectora. Los toros tenían la función de proteger la tumba y también se vinculaban al sacrificio.

Novillo de Porcuna ( s.V a.C.) Piedra calcarenita blanca. Cuerpo: Altura 72 cm; Anchura 1,21 m; Grosor máximo 47 cm,Pedestal : Altura 82 cm; Longitud 1 m; Grosor máximo= 41 cm Escultura en bulto redondo sobre pedestal. Representa a un novillo, identificado como tal por el tamaño de los cuernos, en pie y erguido. Es una escultura hierática, carente de movimiento. La cabeza está tratada con un gran realismo. Las arrugas de la piel quedan marcadas en la frente con cuatro anchas fajas paralelas y terminadas en pico. De ellas surge un grupo de líneas incisas onduladas y paralelas entre sí que llegan hasta los cuartos delanteros. Los ojos son almendrados, y se enmarcan en su parte superior por cuatro incisiones a modo de arcos superciliares. El hocico presenta suaves arrugas. En las patas traseras se conservan restos de pintura roja, al igual que en la escultura

Toro de Porcuna Entre el 600 a.C. y 501 a.C. Está fabricada en piedra caliza, mediante las técnicas de incisión y tallado. Se trata de una escultura de bulto redondo o exenta que representa una figura zoomorfa, se trata de la representación de la figura de un toro sentado. El toro se encuentra sentado sobre sus cuatro patas, en una actitud de reposo. Se aprecia como el rabo se encuentra representado situado sobre el lomo izquierdo y termina en una fleco geométrico (representando el pelo). Todo el cuerpo se encuentra marcado por finas incisiones que simulan las costillas y los músculos del cuerpo. Se observa como en los pliegues del cuello y las costillas las incisiones son líneas paralelas que terminan en arista sobre el pecho.

Escultura de toro ibero-romana del Cerro de las Balas

Toro de azaila , 200 - 101 a.c. Fundición de bronce, 15,5x21x5,9 cms . Figura de toro en actitud de ir a embestir y que podría representar el culto al toro como símbolo de la fuerza fecundadora de la naturaleza.Está bien modelado y posee características que recuerdan a la escultura ibérica antigua en piedra, como las profundas incisiones para marcar los pliegues del cuello. Lleva una roseta sobre la frente y espigas bajo las pezuñas que servirían para embutirlas en un pedestal, y que son restos de los conos de fundición. La figura fue encontrada en lo que constituiría un santuario de entrada . Éstos eran santuarios urbanos que en las poblaciones ibéricas estaban dedicados a divinidades relacionadas con los rituales de paso, la fecundidad y la protección del territorio. En este caso, el toro representa la fuerza fecundadora de la naturaleza, necesaria para la supervivencia y la prosperidad. Algún autor considera la figura de cronología más moderna y como el remate de una enseña romana, opinión que no aceptan la mayoría de los estudiosos.

Toro ibero. Yacimiento del Parque, Elche Sigue la norma en lo referente al vaciado inferior y a los elementos accesorios, aunque también muestra considerables elementos originales. Los más importantes se refieren a las numerosas arrugas que cubren completamente su cuello y cabeza, formando diseños entrelazados que dejan espacio para incluir un ojo ovalado con pestañas indicadas. El segundo es la disposición de sus omóplatos, que se unen en la parte superior, lo que, junto a la mala conservación del ejemplar, hizo que se clasificara inicialmente como pájaro . En tercer lugar, la posición del animal es anómala respecto al resto, ya que si aceptamos la propuesta expositiva, este toro estaría alzado sobre sus dos patas delanteras.

Toro de Riaza, Pozo de Riaza, (Córdoba) El raro ejemplar esta realizado en piedra blanca, de grano fino, fácil de labrar, conocida con el nombre de sepia , y mide aproximadamente metro y cuarto de largo por unos 90 cm de alto, incluido el basamento. Aparece echado sobre sus cuatro patas, con la cola arqueada y pegada sobre el lomo. Fue donado al Museo Arqueológico de Córdoba , donde se encuentra actualmente.

Cierva de Caudete, siglo V a. C. Altura 77 cm; longitud 74 cm; grosor 25 cm. La Cierva de Caudete representa al animal que le da nombre semisentado sobre sus rodillas y su estado de conservación es bastante aceptable. Tiene la cabeza erguida y el conjunto está tratado mediante un volumen en forma de paralelepípedo. Los ojos son redondos y están marcados con una simple incisión. El cuello es liso y el cuerpo no posee detalles anatómicos. Se cree que tuvo un uso funerario, al igual que otros muchos restos hallados en la misma zona como bases de columnas o diversas partes de animales. Tallado en piedra caliza blanquecina. No se encontraron las patas traseras y el hocico, además las orejas están rotas.

LA OSA DE PORCUNA, siglo I a. C. Piedra caliza; Dimensiones: Altura: 79 cm; Longitud: 70 cm; Anchura: 32 cm Es una escultura de la época ibera, concretamente esculpida por el pueblo Túrdulo, y que fue encontrada en 1926 en un yacimiento arqueológico en Porcuna , antigua ciudad íbera llamada Ipolca , actual municipio de la provincia de Jaén, en Andalucía (España). El oso, un animal de tipo funerario, está sentado y tiene levantada la pata delantera izquierda, que apoya sobre una herma. La herma está peinada con mechones curvos. Debido al paso del tiempo la cabeza humana no se encuentra en buen estado de conservación, pero todavía se pueden apreciar, los ojos y las cejas muy marcados, así como la boca, también se aprecian la forma de las orejas. Una forma de vencer a tus rivales (naturales o humanos) es convertirlos en aliados. Ese mismo hizo el hombre con el lobro , el león o el oso, rivales naturales del hombres, competidores por el espacio y las presas. El oso, enemigo ancestral el hombre, pero también venerado (casi como un dios si aceptamos la existencia en a prehistoria del culto al oso de las cavernas) acaba convertido en defensor y protector de las espacios humanizados; palacios, templos o necrópolis.

Loba íbera encontrada en el cerro de los Molinillos de Baena, siglos V y II a.c Está hecha en piedra caliza blanca. Una de sus principales características es su actitud, sujetando a una presa muerta mientras amamanta a su cría, representando el poder de dar vida y muerte a la vez.

Lobo de El Pajarillo, o Cabeza de lobo de El Pajarillo, Escultura de piedra caliza que representa la cabeza de un lobo y que forma parte del conjunto escultórico de El Pajarillo, que data de la primera mitad del siglo IV a. C., presenta una actitud agresiva y amenazante, con las orejas inclinadas hacia atrás, el hocico arrugado y la boca entreabierta. Material Piedra caliza Tamaño 96 x 54 x 54 cm

cuatro caras del cipo de Coimbra de Barranco Ancho

Guerrero Ibérico, yacimiento de los Villares. Hoya Gonzalo (Albacete), 490 a.C. Es una escultura de 165 centímetros, longitud 141 cm, anchura del pedestal 30 cm. Se trata de una escultura de bulto redondo que representa a un hombre sobre un caballo parado, al igual que otras esculturas de jinetes procedentes de Atenas, cuyos modelos son reproducidos aunque tamizados por la estética ,la talla y la impronta de los artesanos o escultores íberos. La cabeza del Caballero tiene el occipital pronunciado, la frente alta, los ojos pequeños con finas lín as configurando los párpados, la boca dibujada con leve sonrisa de tipo arcaico, al igual que otras esculturas griegas. El mentón es afinado y la nariz está rota. Las orejas dejan apreciar una doble circunvalación, destacadas de los tirabuzones. El cabello es ondulado, tratado a base de mechones planos y paralelos, seis de los cuales están terminados en ganchos –nuevamente como en las esculturas arSe puede apreciar a un jinete que está ataviado con faldellín corto que cubre parte de sus muslos, con sandalias altas, el torso está cruzado por correajes y un cinturón. rcaicas griegas- y caen sobre la frente a modo de flequillo. El jinete, erguido, ladea hacia abajo la cabeza en actitud de benevolencia. Aunque su atuendo muestra elementos propios de un guerrero, su actitud es pacífica, no lleva armas, yse dispone a emprender el viaje hacia el más allá portando un elemento de prestigio, el cinturón, que en el mundo antiguo representaba valores tales como la virtud, el prestigio, el poder. Viste túnica corta, a media pierna pegada al cuerpo, ceñida mediante un ancho cinturón cuya placa cierra con un garfio. Una camisa de cuello en V y manga corta permite apreciar sus brazos, Realza su figura con hombreras en forma de ocho, sujetas al torso mediante correas. Piernas y pies están protegidos mediante un calzado alto Al jinete se le puede ver la cara con una sonrisa sobre un caballo al que se le aprecian sus correajes. Fue hallado, fragmentado, sobre la estructura tumular nº 31, de adobes, sobrepuesta a la Tumba 18, asociada a cerámica de fayenza que ha permitido a su excavador, el Dr. Blánquez , fechar la escultura

Caballo ibero (s. V-IV aC ). Necrópolis de los Villares, Hoya Gonzalo (Albacete)

Caballo de cigarralejo De entre los exvotos encontrados en el santuario ibérico de El Cigarralejo , en el transcurso de los trabajos de campo realizados por E. Cuadrado entre los años 1946-1948, destaca sin duda el lote compuesto por pequeñas esculturitas talladas en forma de équidos, realizadas en piedra arenisca local, más o menos completas y gran cantidad de trozos de otras varias o incluso pertenecientes a las mismas fragmentadas, y que hoy son imposibles de relacionar. La variedad es grande, así como la calidad artística de las piezas, lo que indica que aunque hubo un único centro productor, situado en las inmediaciones del santuario y que sirvió para abastecer las necesidades de los fieles y peregrinos que acudieron allí piadosamente, apreciamos claramente diversas manos que ejecutaron las obras, con un grado de maestría muy dispar. La abundancia de este animal en el santuario llevó a su excavador a interpretarlo como dedicado a una divinidad protectora de los caballos. No hemos de olvidar el protagonismo que tuvo este animal en la Antigüedad, tanto en la guerra y en los valores ecuestres aristocráticos como en la economía diaria, donde desempeñó un papel importante en las labores agrícolas, como animal de tiro o de carga para el transporte y el comercio. La colección de exvotos fue cedida a la CCAA de Murcia por la familia Cuadrado Isasa y desde el año 2003 forma parte de la colección estable del Museo de Arte Ibérico de El Cigarralejo . .

Cabeza de caballo, Fuente la Higuera , Valencia , S IV a.C. Cultura Íbero-contestana . Formaria parte de una estatua ecuestre de coronación u ormamentación de un monumento funerario . Lleva atalajes con piezas discoidales y una romboidal sobre la frente

Cabeza de caballo Necrópolis del Cigarralejo , con representación del bocado (Murcia) Fin s. V-s. IV a.C

Caballito en terracota de Gissona (Lérida) Cabeza de caballo de marchena Sevilla, s. V. a. C.

Caballo del Palacio de Torres Cabrera (Córdoba)

E Caballo de casas de juan nuñez , Albacete, Siglo V a. En el que se puede observar detalles anatómicos así como los elementos que lo adornan, como palmetas y roleos de los picos de la manta, cinchas y correas; e incluso se puede apreciar en el cuello manchas de pintura parda que serían originarias del color el pelaje.

Caballo de La Rambla (Córdoba)

Escultura antropomorfa DIVINIDADES FEMENINAS La presencia de esculturas femeninas en las necrópolis ibéricas a partir de fines del siglo V comienzos del siglo IV a.C. y la creciente participación de la imagen femenina en el repertorio de la plástica funeraria es un fenómeno significativo de creciente documentación. En este sentido, la integración de iconografía de mujeres en el paisaje funerario ibérico no es indiscriminada, sino que se inserta en un sistema de autorrepresentación social. El catálogo de imágenes femeninas estudiado desde estos parámetros se enriquece paulatinamente en la cultura ibérica, de tal forma que son diversos los tipos, formatos y gestos documentados en las necrópolis. Las «Damas», como se las conoce en la actualidad, son esculturas de muy diferente tipología y muy diferentes entre sí, cuyo únicos nexos son que representan figuras femeninas y que fueron encontradas en nuestro país. Hay numerosos ejemplares. Desde el siglo V hasta la época romana de arenisca policromada. De carácter religioso o funerario. Localizados sobre todo en santuarios. Enigmática figura y gran belleza ornamental. Están representadas de pie, sedentes o como bustos y a menudo portando ofrendas. Aparecen vestidas con mantos en zig-zag y con numerosos adornos (tocados, mantos, joyería) con muchos detalles. ¿Eran mujeres guerreras? ¿Sacerdotisas, hechiceras, reinas? ¿Representaciones de alguna divinidad femenina? Una relación de los atavíos de las mujeres iberas escrita por Artemidoro de Éfeso en el siglo I a. C describe con exactitud los ropajes y adornos de las esculturas que han llegado hasta nosotros: grandes armazones con forma de rueda a ambos lados de la cabeza, pendientes huecos de gran tamaño, velo en torno al cuello y la cabeza y ricos collares en el pecho. Princesas o diosas, estas imágenes idealizan modelos sociales de alto rango, con atributos sagrados en algún caso. Expresión de valores de rango y riqueza, la imagen de estas damas realza la importancia de tumbas extraordinarias. Si fuesen sacerdotisas o hechiceras, las piezas encajarían, pues esa es una condición que está demostrada durante toda la antigüedad y que no interfiere con el poder real ostentado por los varones. Pero si se tratase de gobernantas, el modelo androcéntrico que se da por supuesto en todas las civilizaciones de esos siglos podría tambalearse. Y sin embargo, estas mujeres que se nos muestran en todo su esplendor, al igual que antes las de Malta, sugieren que tuvieron en su sociedad un papel relevante y que fueron muy respetadas. Mantienen la ley de la frontalidad y el hieratismo con los brazos pegados al cuerpo. Rostros que buscan una belleza serena que recuerda al mundo griego aunque con mayor realismo. Figuras como esta se consideran una de las mejores fuentes para el conocimiento de la indumentaria de la sociedad de clase elevada de la época, que acudía a orar y ofrecer dones a la divinidad, a la que otorgaban también su propia imagen en piedra. Las figuras oferentes suelen ser mujeres, y excepcionalmente una pareja, portadoras de un vaso de ofrendas. A veces ricamente ataviadas y, otras, totalmente envueltas en un manto, constituyen el tipo característico del devoto ibérico.

DAMA DE ELCHE

DAMA DE ELCHE 56, cms de altura. Descubierta en 1897 se convirtió pronto en un símbolo de las raíces de los hispánicos. Influencia griega; este busto, el mejor ejemplo de la etapa clásica de la escultura íbera realizada en piedra caliza policromada con vivos colores. entre los siglos V y IV a. C. Se trata de un busto que representa una dama, ricamente ataviada, joyería con gran detalle (Diadema con perlas, collares con ungüentarios, grades pendientes y elementos típicos), cuyo rostro muestra unas facciones perfectas. En la cabeza lleva un tocado, con plegados, compuesto por una tiara cubierta por un velo, una diadema sobre la frente y, en los laterales, dos enormes rodetes con colgantes de anforillas que enmarcan el rostro y en los que iría recogido el peinado. Ricas vestiduras, fina túnica, vestido con el manto grueso característico íbero en zigzag. La espalda y los hombros aparecen cubiertos con un manto que, en su parte frontal, deja al descubierto tres collares con anforillas y porta-amuletos, pendientes de placas e ínfulas a los lados del rostro y una fíbula que cierra la túnica. Originalmente estuvo policromada y con los ojos rellenos de pasta vítrea, Seguramente formara parte de una estatua de cuerpo entero similar a la dama de Baza, ya que el corte inferior es muy abrupto e irregular. El rostro está sereno y mira al frente. Es un rostro muy clásico, hermético de gran perfección (influencia de la idealización griega), aunque todavía tiene algunos rasgos orientalizantes . Lleva un exuberante atavío, especialmente llamativo por las joyas, en concordancia con restos arqueológicos encontrados, y el complejo tocado. Pese a lo problemático de cualquier interpretación, parece tratarse de una divinidad, tal vez con una dimensión funeraria: profundo hueco en la espalda para cenizas, no debía de ser un busto, cortada a posteriori. Al igual que las influencias estilísticas de la pieza, la ejecución de la misma también es diversa. La perfección del rostro, comparable a la escultura griega clásica, contrasta con deficiencias en el modelado del volumen y las formas anatómicas, en la línea de otras damas ibéricas; así, por ejemplo, los ropajes angulosos y los pliegues geométricos y rígidos la asemejan a la dama oferente del Cerro de los Santos. Las marcas de talla sobre la pieza, tallada en piedra caliza, son escasas y se limitan a zonas poco visibles, por lo que es difícil saber cómo se esculpió. Hay huellas de alcotana o azuela en la base y cortes de cincel en la cavidad dorsal y la barbilla, en los pliegues del manto, el rostro y los rodetes. Otro cincel más fino se utilizó en las ínfulas y otro, golpeado con una maceta, en los detalles de los rodetes. En los ojos y la boca, así como en los pliegues del manto, se utilizó la media caña. Toda la superficie fue pulida y repasada. Además, la pieza presenta algunos golpes de alcotana fruto del momento de su descubrimiento.

Dama de baza, s.IV Está realizada en piedra caliza, gris, estucada y policromada. Fue tumba de un personaje de alta condición, ¿Una mujer?, cuyos huesos cremados se depositaron cuidadosamente en el costado de la estatua, en su seno materno. Esta sentada en un trono alado, muy repetido en el ámbito griego y egipcio, sigue el prototipo de las diosas infernales griegas, como Perséfone; con un pajarillo en la mano (¿vida de ultratumba?), con garras de animal en su base y patas y respaldo policromado. Pues además de señora es, como las esfinges, divinidad de transito hacia la muerte. En su mano izquierda sostiene un pichón azul, un recuerdo de las diosas mediterráneas que compartían la fecundidad y la muerte. Esta no se entiende sin lo opuesto, la vida. Una y otra se contraponen y complementan. Actitud sedente y trono alado son fórmulas mediterráneas que encontramos en imágenes divinas de Grecia. según un esquema con garras de animal en su base y patas. Su trono que tiene unas alas bastante largas en el respaldo. Las patas delanteras del trono son garras de león. La superficie está rematada con la técnica del estucado y pintada después en azul, rojo, castaño y negro, todo ello aglutinado con yeso. Su rostro muestra unas facciones mediterráneas. Tiene el pelo negro, con dos grandes ondas laterales que asoman por debajo de un tocado compuesto por una cofia o tiara que cubre parcialmente las orejas y que además está decorada con tres bandas. Lleva unos pendientes de gran tamaño que están huecos y que cuelgan directamente del lóbulo de la oreja. El cuello está cubierto por cuatro gargantillas y a continuación luce un collar formado por cuentas en forma de tonel al que se enganchan cinco colgantes. Otro gran collar se muestra con tres piezas en forma de corazón. En los dedos tiene numerosos anillos y en cada muñeca se pueden ver varios aros. Su rica policromía, azules, rojos, blancos, amarillos, marrones,…, recuerda también el colorismo vivo de la escultura griega. Su relieve es algo plano. Hieratismo y frontalidad. Las teorías que se barajan actualmente son que podría haberse tratado de una guerrera divinizada (en relación con las falcatas y otras armas encontradas en el yacimiento) o de una reina-sacerdotisa. Si bien el carácter sacro de la persona allí enterrada es más que evidente, no lo es tanto su carácter guerrero. Es posible que dichas falcatas sean simples ofrendas o demarcadores del prestigio social del que gozaba la persona allí enterrada (debido a lo costosa que era la elaboración de una de estas espadas ), por lo que se tiende a pensar que se tratara con más probabilidad de una figura femenina de gran importancia social, como una reina o hechicera.

Dama de Caudete, S. iv a. C. Arenisca de caliza blanca; Altura 24 cm; Peso 8 kilos. La Dama de Caudete es un busto femenino tallado en piedra perteneciente al arte íbero hallada en Caudete (Albacete, España). Alberto Benito Sánchez encontró una parte de la dama en un estado muy deteriorado y el cuerpo fue en contrato por María Dolores Muñoz en una rambla próxima. La cabeza se halló en las cercanías de la Casica del Tío Alberto alrededor de marzo de 1945, mientras que el segundo apareció a 500 metros aguas abajo a principios de 1972, cerca del puente del cementerio de Caudete. Fue el sacerdote de La Encina, Jerónimo Hernández Santiago el que propició las gestiones para que la cabeza pasara a formar parte del Museo Arqueológico de Villena , facilitando a José María Soler García, fundador del museo, explorar la zona donde se encontró el hallazgo. En el caso del busto, fue el arqueólogo mismo quien apremió al Ayuntamiento a adquirir la pieza, que obraba en poder de Alfaro Pla Martínez, el descubridor Fue modelada a partir de un bloque de arenisca de caliza blanca, de color gris verdoso. La cabeza mide 24 cm de altura y pesa 8 kilos, mientras que el busto entero mide 68 centímetros. No se han observado restos de policromía en todo el busto. Representa a una dama de facciones nobles, que se dejan entrever a pesar de las desgraciadas mutilaciones. Va tocada con una peineta corta cubierta por una ajustada mantilla que llega hasta la frente y desciende por los aladares, dejando al descubierto los rizos del cabello. La mantilla se ciñe a la cabeza por medio de una diadema de 61 mm de anchura. Las mutilaciones afectan especialmente a la mitad izquierda del rostro, con ablación de nariz y labios. El lado derecho se encuentra mejor conservado, aunque no carece de erosiones y desconchaduras. Dado que la parte posterior del manto está labrada mucho más toscamente, parece que la imagen se realizó para ser contemplada de frente, y no se puede descartar que estuviera empotrada. Por la parte posterior, a la altura del cuello, hay un resalte que ha sido vaciado verticalmente para dejar un hoyo de 10 centímetros de longitud, seis de anchura y cinco de profundidad, que podría tratarse de una variante de los huecos funerarios de algunas esculturas coetáneas, como la Dama de Elche o la Dama de Baza . En conjunto, es obra de un autor avezado y de gran sensibilidad estética.

Dama de Guardamar o de Cabezo Lucero Es una escultura fragmentada, de piedra caliza de grano fino, color grisáceo. Su altura máxima (en estado restaurado) es de 50 cm., de los que 25 cm. corresponden a la cabeza y la cara. Se inscribe en la escultura ibérica de gran formato. La Dama viste una túnica con escote redondo, sin ningún broche. En la frente hay una diadema que muestra unas ondas en su parte inferior, cubierta por una banda de tejido que enlaza los dos rodetes laterales, objetos cilíndricos huecos, de poco grosor, seguramente de metal, decorados al exterior por un umbo central y unos radios en talla a bisel, de 16 cm. de diámetro. Por encima de la banda y los rodetes está el manto, ajustado sobre una cofia, alta en la nuca, en el que están finamente labradas las arrugas. El borde del manto se levanta un poco en el centro de la frente y por los lados se ajusta a los rodetes, cubriéndolos en parte. Los ojos están solamente indicados, ya que la cara fue martilleada. Se ha podido reconstruir la nariz, boca y mentón que estaban en pedazos. Sobre el pecho y en una altura de 19 cm. se desarrollan dos órdenes diferentes de collares. El inferior está compuesto por siete bullae o dijes, todos iguales salvo el central, que tiene una acanaladura, colgadas de un grueso cordón. Más abajo hay otro segundo collar con dijes, más grandes que los anteriores, de los que hay dos en forma de triángulo curvilíneo y tres mayores, con la parte inferior semicircular. De estos últimos el central va decorado con una acanaladura. Se puede postular por paralelos (como los collares del Tesoro de Aliseda (Cáceres)), que estas bullae o dijes eran de metal, seguramente precioso. Por encima de estos collares hay otros dos, el superior, más cercano al cuello, es una sarta de cuentas de tres formas, en oliva, esféricas y planas, que se ensartan por este orden: oliva, esférica plano, esférica, oliva. Más abajo, sobre el pecho hay otro collar de cuentas algo más grandes, compuesto por una sarta de cuentas esféricas, separadas por dos cuentas planas. Estos dos collares deberían de ser de cuentas de pasta vítrea, que aparecen muy a menudo en las excavaciones de Lucentum (Alicante). Estilísticamente la Dama del Cabezo Lucero resulta formalmente un poco más arcaica que las de Baza, Cerro de los Santos y Elche , con unas características más ibéricas, frente a la de Elche , más helenizante. En cuanto a cronología, el yacimiento no sobrepasa el 300 a. C., y su florecimiento se emplaza entre el 430 y el 350 a. C. en líneas generales. Parece posible darle una fecha entre el 400 y el 370 a. C. Su contexto es funerario. En efecto, este hallazgo se acompaña de otros testimonios de escultura relativos a animales (grifos, toros...), comparables a los de otras necrópolis ibéricas del sureste y de Andalucía

GRAN DAMA DEL CERRO DE LOS SANTOS, S. III o II a. C. Escultura en piedra Caliza; Dimensiones: Altura 135 cm; Ancho 39 cm; Profundidad 38 cm Se trata de un exvoto de gran tamaño que representa a una dama oferente, ataviada según la moda de las damas distinguidas de la sociedad ibérica, que sujeta en sus manos el vaso de ofrenda. Es muy hierática y sus formas son muy rígidas. Ataviada según la moda de las damas distinguidas de la sociedad ibérica, que sujeta en sus manos el vaso de ofrenda rica vestimenta, manto con bordes en zig-zag , como en el estilo griego arcaico y tres túnicas. Sobre la cabeza porta una diadema, adornada con líneas onduladas motivos vegetales. De la diadema cuelgan prendedores en forma de flor e ínfulas, de las que cuelgan varias arracadas muy decoradas. De la diadema cuelgan prendedores en forma de flor e ínfulas, de las que cuelgan varias arracadas muy decoradas La Gran Dama ofrece una composición cerrada, de un emotivo hieratismo, que se concentra en el gesto de sujetar en las manos el vaso de ofrenda; pero las carencias del escultor se ponen de relieve si, al contemplarla por los lados, se acusa la colocación imposible de los pies. La espalda apenas trabajada, la escasa correlación entre los planos laterales y el frontal, demuestran una concepción de la estatua como yuxtaposición de relieves, más que como auténtica figura de bulto redondo Sus ojos se abren desorbitadamente, asombrados ante lo que podrían ver, labios cerrados dispuestos a mantener el silencio ceremonial. Su cabeza y su pecho están engalanados con reproducciones pétreas de ricas prendas de orfebrería; su frente ceñida por una magnífica diadema. Todos los elementos de su aderezo debieron ser reproducciones de joyas de metales ricos que debían estar policromados”. Evidencia el papel de la mujer aristócrata en los ritos religiosos de los iberos. Fíbula en T. sujeta el cuello de la túnica. Se adorna con tres collares (dos trenzados y uno sogueado), y con cinco anillos en las manos. Enigmática y de carácter claramente ritual. Su porte majestuosa -de 1,35m- y hierática nos transporta a una especie de ceremonia en la que ella porta el vaso de las ofrendas, posiblemente para realizar libaciones. Relieve muy plano y geométrico. Ley de la frontalidad. Geometrismo.

Damas SENTADAs DEL CERRO DE LOS SANTOS En el Cerro de los Santos e encontraron numerosas damitas sedentes casi todas realizadas en terracota o arenisca. Por otro lado, el motivo de las damas entronizadas, estaba muy extendido entre las culturas mediterráneas. Una de las conservadas es esta, de una mujer ataviada con túnica y manto, siempre ricamente adornada y sentada sobre un trono. Es una figura de una mujer entronizada ataviada con túnica, velo y joyas. La pieza está pensada para ser vista de frente y por ello la parte trasera tiene una labra menos minuciosa. El velo y la túnica son distintivos de su importancia social y de respeto, del mismo modo que los aderezos y joyas, cuyo significado último tenía que ver también con la protección frente a los malos espíritus. Otros símbolos de estatus y respeto hacia la deidad son su actitud hierática y el estar sentada en un trono, que es un asiento reservado a los personajes privilegiados, pero también a la divinidad.

Damas oferentes del cerro de los santos Sostendrían los vasos caliciformes entre ambas manos, situadas a la altura del vientre, como bien demandaba la ortodoxia en los ritos propiciatorios de fertilidad.

Damas oferentes de castillar de santisteban Se trata de diferentes variaciones sobre la misma figura realizadas en bronce, a diferencia de las demás, y fueron encontradas en el territorio que ocupaban los Oretanos (Jaén). En este yacimiento se han encontrado muchas otras damas realizadas también en bronce. Cabe destacar su pose, muy similar a la forma de rezo que realizaban los primeros cristianos y seguramente una forma de rezo mucho más antigua.

Dama. Castillar de santisteban , jaén Tiene una altura de 7,5 cm. Está fabricada en bronce. Se trata de una escultura de bulto redondo o exenta que representa la figura de una dama o sacerdotisa. Ha sido realizada mediante la técnica a la cera perdida. Representa a una figura femenina perteneciente a la aristócrata ibera vestida con una túnica larga. En la parte superior de la cabeza se observa como está cubierta con una cofia, es decir, un tocado femenino que cubre toda la cabeza hasta la nuca y se ata bajo la barbilla. Las mejillas se encuentran enmarcadas por dos rodetes o moños laterales situados a la altura de las orejas. En el rostro destaca la mirada con las cejas arqueadas, la nariz recta y los ojos sesgados. Así como la boca curvada en una pequeña sonrisa. Alrededor del cuello se aprecia un gran collar trenzado, que se encuentra sostenido por la mano derecha. Bajo el cuello en forma de lengüeta hay un gran portamuletos . La mano izquierda se encuentra representada de forma desproporcionada, situada sobre la túnica. La funcionalidad de la escultura es funeraria, se trata de un exvoto, las desproporciones de las joyas es simbólico (se tenía la creencia que cuánto mayor tamaño tuvieran las joyas, mayor sería su protección).

DAMA DEL CORRAL DEL SAUS, MOIXENT, s. V-IV a. de C. Las damita » constituyen un buen ejemplo del arte escultórico ibérico donde, una vez más, las figuras femeninas disfrutan de un singular protagonismo. Aparecen vestidas con túnica plegada; con el pelo adornado con diferentes aderezos y formas trenzadas que se precipitan verticalmente y se ornamentan mediante elementos de joyería grandes anillas que penden de los extremos-; y con diademas, collares, brazaletes y cinturones. Recordaremos que en la estatuaria femenina ibérica es frecuente que nos encontremos con la representación de collares, a veces sogueados y en número de tres. De igual forma, es habitual el uso de la túnica, posiblemente como un elemento relacionado con determinados rituales. Se observan los rostros simétricos, con los ojos almendrados, algo que nos remite a otros ejemplares cuyos rasgos beben directamente de propuestas estéticas griegas. Se trata de representaciones femeninas de jóvenes que, sin duda, debían cumplir una misión concreta en el contexto funerario al que pertenecen. Por una parte, las jóvenes se muestran perfectamente vestidas con indumentaria de tipo ceremonial, con toda una serie de elementos que han sido interpretados como símbolos de prestigio, sólo al alcance de personajes de la élite que tienen acceso a trajes y joyas de calidad. Y, en segundo lugar, cabe señalar, que no es fácil plantear una hipótesis interpretativa que nos explique la función de la pieza. Como apuntábamos, el contexto es funerario, por lo que es posible que las figuras tengan un carácter apotropaico, protector, que de alguna manera auxilien al difunto a la hora de afrontar su paso al más allá. Podrían estar relacionadas con ritos de tránsito, reforzándose esta idea en el hecho de que sujeten en su mano izquierda una granada. En resumen,las «damitas» de Moixent podrían haber formado parte de un monumento para señalizar y singularizar en el territorio el enterramiento de un personaje de la élite, un monumento funerario que se correspondería con los de tipo pilar-estela. El pilar-estela es una tipología absolutamente característica del mundo ibérico, por influjo griego

Yacimiento del cerro de los santos, Albacete El Cerro de los Santos (s IV aC -IV dC ) es uno de los yacimientos arqueológicos íberos más importantes de España, tanto por su cantidad (mas de 500 esculturas encontradas, además de su templo grecorromano) como por su calidad. En contraste con los abundantes materiales obtenidos en el lugar, y que constituyen uno de los mayores atractivos del Museo Arqueológico Nacional , como la dama oferente o la pareja oferente , en el lugar no queda prácticamente nadalos vestigios del templo, cuya planta era reconocible a finales del XIX, han desaparecido por completo, quedando únicamente dibujos de algunos restos (capitel jónico, dibujo de Aguado Alarcón), y el lugar del Santuario solo puede ser localizado gracias al obelisco conmemorativo, quedan, únicamente, restos de catas de excavaciones recientes, con algunos restos de muros, y no es posible identificar ningún tipo de estructura digna de mención. El yacimiento corresponde a un Santuario Ibérico que estaría situado en el trayecto de la vía Heraclea (Camino de Aníbal) en territorio Bastetano, vecino a la Contestania. En la edad del bronce, se asentaron en la zona los íberos formando agrupaciones o tribus, siendo la de los contestanos la que ocupó las provincias de Albacete, Valencia, Murcia y Alicante. Los contestanos tuvieron contactos comerciales con otros pueblos como los fenicios, egipcios, griegos y asirios. En esta época se levantó el templo íbero en el Cerro de los Santos como lugar de peregrinaje y centro espiritual. Estaba situado cerca de una ciudad llamada Ello (posteriormente Elo ) cuyos restos se encuentran en el Llano de la Consolación . En la parte superior del cerro, con forma de planicie, se hallaba el, en su interior albergaba diversas esculturas. Por su posición se la considera una aerópolis , al este pasaba la vía Heráclea y al oeste el camino para Cartago. En relación con la cronología del lugar se han producido todo tipo de hipótesis basadas principalmente en aspectos estilísticos de las esculturas. El estudio de los materiales, con una valoración más arqueológica de los hallazgos, ha permitido establecer una cronología que comenzaría en el siglo IV aC , con la aparición de las primeras esculturas con cerámicas ibéricas y griegas de importación. Posteriormente en este lugar de culto se levantaría un templo de estructura latina. El lugar de culto permanecería en uso hasta su destrucción, posiblemente en época tardo romana. Además de cerámicas grises y de tipo ibérico se han identificado otros materiales como fusaiolas , pondera, fíbulas, vasos calados, ánforas ibéricas y romanas, cerámicas campanienses, sigillata , monedas romanas, grapas de metal, así como numerosos ladrillos romboidales, presumiblemente procedentes de uno de los últimos pavimentos del lugar. Gran parte de estos materiales pueden ser examinados en el Museo Arqueológico de Albacete , como la cabeza masculina con pendiente, el torso de estatua masculina con manto, aunque algunas piezas permanecen en el museo del Louvre, como la cabeza femenina con trenzas enrolladas y algunas cabezas masculinas. Alguna de estas piezas inspiraron a artistas como Picasso. Una de las cabezas masculinas depositadas en el Louvre fue robada e 1907 por Géry Piéret y devuelta por Apolinaire y Picasso en 1911.

CabezaS del cerro de los santos Estas esculturas en piedra son exvotos que la sociedad ibérica utiliza para dialogar con los dioses. Son los fieles los que encargan las esculturas a los talleres, solicitando cómo quieren ser representados. Entre las diferentes hipótesis barajadas sobre la función de este santuario, destacan su uso como enclave terapéutico, o núcleo geopolítico dependiente de diversas comunidades ibéricas, al encontrarse en un importante paraje natural y a la vez punto importante en las vías de comunicación.

Bustos del cerro de los santos

Busto del cerro de los santos

Pareja oferente del cerro de los santos Conjunto escultórico de piedra caliza en tono beige. La parte posterior del mismo no está trabajada. El cuello del hombre y la boca de la mujer están restaurados. Sus dimensiones son: alt . 63 cm., anch . 37 cm., gr. 17 cm. Es un grupo escultórico excepcional. Está compuesto por un hombre y una mujer de pie unidos en un gesto común: la ofrenda de un vaso sagrado a la divinidad del santuario. Ambos sujetan el vaso con sus dedos, que se alargan y estilizan. El varón está situado, de acuerdo con la norma religiosa, a la derecha de la mujer; viste túnica con mangas cortas y manto sobre el hombro izquierdo que, de modo excepcional y porque está pegado a la mujer, no sujeta con la mano. Ella va vestida con una túnica de sucesivos volantes y manto. Cubre su cabeza con un velo, bajo el que se ve el cabello trenzado. Ambos personajes calzan zapatos conabertura longitudinal, igual que otras figuras del Cerro de los Santos, aunque lohabitual era el zapato cerrado. También se adornan ambos con collares, hecho excepcional en figuras masculinas. Posiblemente, la ofrenda pudiera estar relacionada con el cambio de estado de la pareja; esto es, con su matrimonio. Se trataría, pues, de un testimonio de convivencia familiar, tema más propio de la etapa de mayor auge de la cultura ibérica, entre los siglos IV y II a. C y, en cambio, desconocido en el período ibérico antiguo (siglos VI y V a.C.). La cronología que puede darse a este grupo, tanto por cuestiones sociales como iconográficas, es el s. I a.C.

Torsos DEL CERRO DE LOS SANTOS

BUSTOS DEL LLANO DE LA CONSOLACIÓN, ALBACETE

Relieve del domador de caballos, s. III-II aC . Llano de la Consolación. Albacete

SATIRO DEL LLANO DE LA CONSOLACIÓN, s. VI a.C. Representa un sátiro o sileno en actitud de correr, ya sea porque está persiguiendo a una ménade o porque está huyendo con un odre de vino.

SILENO EBRIO, LA CAPILLA, BADAJOZ, 500-450 a.C. Bronce macizo, 8 x 8 x 14 cm; realizada con la técnica de la cera perdida. Figura que pudo ser un elemento de una gran pieza de bronce, tal vez un caldero, representa un danzante que gira sobre sí mismo, barba en forma de punta, orejas dobladas. Sostiene en su mano derecha un cuerno o recipiente. Encontrada en Tablas de las Cañas, Capilla , Badajoz. Representa a un sileno desnudo en actitud de danza como muestran sus piernas y brazos extendidos que acaban, en su mano derecha, portando un cuenco o ryton para beber, en clara alusión a un simposiasta (o individuo embriagado) relacionado con el ritual del banquete. Este objeto podría ser un elemento ornamental procedente de algún tipo de recipiente, o haber formado parte de un quemaperfumes . En esta figura híbrida se combinan rasgos humanos con otros de animal, como las orejas puntiagudas). Su tratamiento anatómico resulta simple, sin remarcarse la musculatura, aunque la parte delantera presenta más detalle gracias al troquelado y punteado de la superficie. Pequeñas incisiones indican los pelos de la barba mientras que unas cintas, que ciñen el cabello, acaban cayendo sobre los hombros. Todos estos detalles se pueden observar en las fotografías o incluso en el modelo 3D realizados gracias a este proyecto de investigación Se ha interpretado como una pieza que, realizada por poblaciones indígenas, asimilaría influjos griegos. Su datación, dentro del Periodo Orientalizante nos lleva a finales del siglo VI o primera mitad del siglo V a.C. No lleva la cola propia de los sátiros pero sí sus orejas puntiagudas, equinas. Embelesado de vino y danza, vuelve al espectador su rostro comunicativo y extraño, de grandes barbas, para introducirnos en la fiesta.

L’orellut ( s.III aC ). Yacimiento del Tossal de Manises (Alicante)

DIVINIDAD DE LA SERRETA, ALCOY Aunque tradicionalmente se asocia al santuario, se encontró en una habitación. Se trata de una plaqueta de arcilla rojiza modelada a mano de 18’2 cm de anchura y 16’7 de altura que muestra un grupo de personajes en tamaños y actitudes diversas y que están realizados a partir de un modelado manual de la arcilla de forma esquemática. Preside la escena una gran figura femenina central incompleta, pues carece de la cabeza, y que acoge en su seno a dos niños pequeños a los que amamanta. Dentro del esquematismo de la representación es posible apreciar un gran manto o velo que cae de la cabeza y que acogería a las figuras lactantes, aunque es difícil distinguir los brazos del pliegue del vestido. Sin embargo, numerosos paralelos apoyan esta función del mostrarse y simultáneamente acoger, que es protección bajo el manto divino. Por ejemplo, el mismo motivo y esquema de representación, la acogida bajo el manto a dos lactantes aparece en la escultura de la diosa nutricia de Megara Hyblaea . Está sentada en un trono que constituye la parte trasera de la pieza. Esta figura central se acompaña de sendas parejas de mujeres e infantes de proporciones menores a las de la señora sentada, en sus laterales. Los rostros se realizan con un simple pellizco de arcilla en el que individualizan algunos rasgos, como los bucles del cabello que penden de ambos lados de la cabeza. La figura de la derecha acoge a la figura infantil con el brazo derecho posado sobre el hombro, un gesto familiar, mientras que con el izquierdo toca el regazo de la figura central o el mismo trono, como también aproxima su brazo a la figura sedente la figura infantil.

Necrópolis de urso, Relieves de osuna (siglos III-I a d. C), Sevilla La necrópolis de Urso, más conocida como las Cuevas de Osuna , Se encuentra situada hacia el este del actual núcleo urbano de Osuna. En todo el enclave se conservan numerosas tumbas excavadas en la roca, vestigios de lo que debió ser una extensa ciudad mortuoria. Las Cuevas de Osuna son conocidas desde hace varios siglos, circunstancia que ha provocado un estado continuo de saqueo y destrucción de dicho enclave, pero a la vez ha servido para generar una tradición historiográfica que ha permitido que haya quedado constancia por escrito de muchos elementos que en la actualidad no se conservan. A pesar de ser conocida desde siempre por los pobladores de Osuna, a principios del siglo XX fueron sometidas a una excavación que sacó a la luz los enterramientos de lo que fue la necrópolis de la vieja Urso. Desde el siglo X a.C. se evidencian restos de una importante civilización habitada por turdetanos en estrecha relación con la cultura tartésica. Poco a poco irá germinando un núcleo de población que dará lugar a la Urso Ibérica. El poblado ibérico de Osuna pervivió tras el establecimiento de las tropas romanas a finales del siglo III a.C. A partir de este momento, su posición estratégica fue aprovechada a menudo con fines militares. Durante las guerras entre Pompeyo y César (siglo I a.C.) se reforzaron las murallas y se ocultaron sillares decorados en su zona interior. Otro de los tradicionales referentes a la Urso antigua es, sin duda, el conjunto de relieves de carácter funerario hallado en la ciudad en diferentes localizaciones y épocas :si bien en buena medida descontextualizados. Las recientes investigaciones nota ponen de manifiesto las diferentes dataciones de las piezas, que hacen de ellas uno de los grupos hispanos más interesantes para la caracterización de los últimos momentos de la plástica turdetana y la asimilación de dicha herencia ya en tiempos romano-republicanos. Se caracterizan por: Sentido ornamental Estucados y policromados Realistas y con movimiento De diferentes maestros y temática variada Las escenas de guerra podrían ser parte de un arco triunfal. Atributos, plasticidad y vestimenta próximos al mundo romano. Según se deduce de los restos arqueológicos superficiales, entre los que han aparecido numerosos fragmentos de cerámicas bruñidas y pintadas con temas geométricos, el origen de Osuna habría que situarlo en el Bronce Final, hacia el año 1000 a. C. El impacto de las colonizaciones fenicias se dejó sentir pronto en Osuna, como lo demuestran los ajuares de las tumbas, excavadas en 1903 de P. París y A. Engel, datadas hacia el siglo VII a. C. A Osuna llegarían los productos fenicios de Gadir (Cádiz) a través de las rutas interiores de comercio seguidas por los colonizadores para establecer contacto con las élites tartésicas del valle del Guadalquivir.

Escena del beso de Osuna (Sevilla )

RELIEVES DE OSUNA GUERREROS GUERRERO CON CUERNO), S.I a. C.

relieves íberos de Osuna, Jinete s. III a.C. Caliza; Altorrelieve; Altura 78 cm; Anchura 70 cm; Grosor 25 cm Los relieves del monumento de la antigua ciudad ibérica de Urso (Osuna, siglos III-II a.C ) conmemoran los rituales de la heroización del aristocrático guerrero que, representado sobre un caballo al galope y ricamente enjaezado, ha alcanzado con estos rituales la naturaleza sobrenatural, o heroica, que legitima el poder de su grupo familiar sobre la sociedad ibérica. En una mano lleva una espada, posiblemente una falcata . Con la otra mano lleva sujetas las riendas del caballo. De la vestimenta del jinete no se aprecian grandes detalles. El peinado se marca con ondas y, como adorno, lleva un pendiente. El caballo engalanado aparece representado al galope. Su forma hace suponer que pertenecía al remate de un monumento funerario.

RELIEVES DE OSUNA Mujer tocando la flauta) Caliza; Altorrelieve; Altura: 60 cm; Anchura: 50 cm; Grosor: 50 cm Relieve de friso en el que aparecen representadas dos mujeres. Una de ellas va vestida con tunica y manto; la otra lleva tunica ceñida a la cintura y está tocando una flauta o auletris . Ambas presentan la cabeza descubierta en la que se aprecia el cabello recogido: una ellas lleva un doble trenzado que rodea la cabeza. Su oreja esta decorada con un pendiente en forma de espiral.

Relieves de osuna, guerrero con falcata , s. III y II a.C Piedra caliza El guerrero de Osuna sostiene un escudo con la mano izquierda mientras que con la derecha porta una falcata , un tipo de espada común en los guerreros de las tribus íberas del este y sur de la península ibérica. El precedente de este arma lo encontramos en las espadas griegas del siglo VI a.C. Las falcatas están fechadas desde el siglo IV a.C. hasta el principio de nuestra Era. Su hoja es de hierro y la empuñadura se remataba con una cabeza de pájaro.

Relieves de Osuna Dama oferente en un sillar Negro, s.I a.C.

Relieves de osuna, Acróbata de Osuna, f. s, II a. C. Altorrelieve. Piedra caliza; Altura: 78 centímetros; Anchura: 38 centímetros; Grosor: 25 centímetros. Formaba parte de un monumento funerario íbero de la Edad del hierro II. Refleja a un hombre en actitud acrobática que se cree interpretaba algún papel en algún juego o rito funerario. Tiene las piernas flexionadas llegando con los pies a tocarse la cabeza, los brazos que le servían de apoyo, están casi completamente desaparecidos, se aprecia que llevaba como indumentaria, con gran influencia romana, una falda plisada y corta y en los pies un calzado que se ataba cerca del tobillo por medio de unas cintas. La funcionalidad de la obra es funeraria, se trata de un monumento funerario-religioso tipo Heroon , es decir, las escenas esculpidas casi en bulto redondo junto con las iconografía se ciñen a temas de carácter militar y circense. Cabe destacar que el Acróbata de Osuna forma parte de un conjunto escultórico mayor, en concreto forma parte de las esculturas de Osuna monumento B.

Monumento de Pozo Moro

Relieves del Monumento de Pozo Moro Son relieves en forma de frisos que se encontraron tallados en los sillares que conforman este monumento y que en ocasiones se hacen continuos a su alrededor. Pertenecen a la primera etapa de la escultura ibérica y se fechan hacia el 500 a.C. Algunos aparecen en la torre, que representa el banquete infernal del guerrero También un tronco de un árbol con varias ramas que tiene una simbología de árbol de la vida en el que aparecen seres humanos. En ellos, se puede ver una clara influencia neohitita , así como en los leones que hay en las cuatro esquinas del monumento. Son importantísimos para el conocimiento de la iconografía y la mitología ibéricas, ya que representan escenas de divinidades, ritos relacionados con el más allá y figuras monstruosas. La técnica y las figuras resultan muy toscas.

Yacimiento de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén) Con el nombre de esculturas de Porcuna , conjunto escultórico de Cerrillo Blanco , se conoce un conjunto de esculturas ibéricas que datan de la primera mitad del siglo V a. C. realizadas en piedra calcarenita blanca de fino grano conocida como piedra de Santiago de Calatrava . Hallado en 1975 en el municipio de Porcuna (Jaén). Ubicada al suroeste de la comarca de La Campiña, en plena depresión del Guadalquivir, a 42 km de Jaén. Dicho conjunto constituye hoy en día el grupo escultórico ibérico más importante de los conocidos hasta ahora. Está compuesto por más de cuarenta piezas (quizá 50 ó 60) que representan luchas heroicas de hombres entre sí o de hombres con animales, escenas de caza, imágenes de animales fantásticos o de importantes personajes. De 1975 data el hallazgo de las esculturas, cuyas excavaciones se prolongaron hasta 1979. La restauración y recomposición de los fragmentos que componen las esculturas fue emprendida por Juan González Navarrete y continuada por Iván Negueruela. La necrópolis estaría asociada a la antigua ciudad de Ipolka , capital de los túrdulos, y fue utilizada desde el siglo VII hasta el siglo II a.C. Después de la conquista romana la ciudad pasaría a llamarse Obulco , pero manteniendo durante más de un siglo su carácter ibero. Se ha venido hablando de un heroon o monumento funerario, aunque algunos autores proponen otras interpretaciones, como por ejemplo que estuviesen ubicadas en un santuario o que decorasen una obra de carácter civil. En cualquier caso, si como suponen los expertos estuvieron todas juntas, constituirían probablemente el mayor conjunto escultórico del occidente prerromano. C onjunto escultórico de gran interés debió de pertenecer a un mausoleo de gran lujo en que participaron escultores de primera línea. Se caracteriza por ser de gran calidad y homogeneidad, formando parte todas las piezas de una idea estética de globalidad, de la que hoy en día no se conservan más que algunos fragmentos. Las piezas eran labradas minuciosamente, con una gran preocupación descriptiva por detalles como el ropaje y las armas, y, en el caso de los arumales , son expresados como criaturas salvajes muy diferentes en su actitud a los leones de Pozo Moro . Tampoco tienen una de las características típicas de la escultura primitiva que era convertir en omamento todo lo orgánico. probablemente, al trabajo de un solo taller aunque con varios artífices. La mayor parte de las estatuas son representaciones de guerreros, a veces hombres batiéndose o cazando, o de figuras investidas de autoridad ceremonial o religiosa. Son un grupo con evidentes signos de destrucción, se enterró en zanjas cubiertas con grandes losas, y mutilación intencionadas, y cientos de fragmentos, con novedosas aportaciones. Como quiera que no se hallara en las inmediaciones restos monumentales dignos de tales piezas, se cree que las esculturas fueron mutiladas en otra parte, quizá en su ubicación original, para luego ser trasladadas y enterradas en la necrópolis en una fosa alargada que fue cubierta con grandes losas de piedra. Esto ha permitido que su estado de conservación sea relativamente bueno, salvando claro está, los daños ocasionados por las mutilaciones originales. Los grupos estatuarios están labrados en un solo bloque de piedra en bulto redondo, lo que supone una evolucionada concepción de la composición escultórica, en analogía con el sistema de representación de los frontones de edificios y mausoleos de la escultura griega, como en los templos de Zeus en Olimpia , o el de Afea en Egina. Tanto por la cantidad de piezas (1400 fragmentos aproximadamente), como por su calidad artística es el más importante de la escultura ibérica. Este conjunto nos cuenta y nos narra la historia de cómo un grupo de aristócratas se hicieron poderosos y llegaron a gobernar la importante ciudad de Obulco en Porcuna.

CABEZA DE GUERRERO, EL CERRILLO BANCO, JAÉN Es un rostro cuadrado y juvenil, de ojos rasgados, es decir, anchos y poco abiertos y con el globo ocular saliente. Su expresión es serena y noble, como triunfante. Su cuerpo acumula brazaletes y discos de bronce, signos de jerarquía. Lleva un casco de cuero y guarniciones metálicas muy complejo, que posiblemente estuvo coronado por un felino (¿grifo? ¿esfinge?) que lo protegía con sus garras. Dos salientes laterales podían haber servido para ensartar algún añadido sobresaliente como unos cuernos.

Guerrero de la doble armadura, el cerrillo blancoSiglo V a. C. Piedra calcarenita ; 105 x 17 x 32 cm Escultura de bulto redondo que representa a un guerrero aristócrata en combate, ataviado con armadura, casco, que poseía piezas metálicas integradas, escudo circular o caetra , que llevaría en la mano izquierda, y espada desenfundada en la derecha. Es la única del grupo que conserva el rostro. La cabeza es de proporciones cuadradas, con ojos rasgados de grandes pupilas marcadas mediante incisión, nariz recta y una boca muy fina, con mayor grosor en el labio inferior. El rostro también esculpido sobre un cuadrado, tratado en grandes planos rectilíneos; muestra rasgos de un joven sereno, de proporciones armoniosas, con una boca fina de labio inferior algo carnoso, esbozando una leve sonrisa, y ojos rasgados con pupilas y párpados fuertemente marcados. Estas características permiten relacionar la obra con el final de la escultura griega arcaica y el comienzo del periodo clásico relacionado con los artistas de Focea . El torso está vestido con túnica muy ajustada, con escote en forma de «V» por delante y por detrás, y sobre ésta se dispone el peto que se aprecia parcialmente sobre el hombro izquierdo, y las correas que lo sujetan, que pasan sobre los hombros y se cruzan por la espalda. Sobre el peto se disponen las grandes fáleras (discos de bronce), que cubren casi completamente el pecho y la espalda, con otras dos menores sobre los hombros, como señala el hombro izquierdo. Las fáleras van unidas con correas anchas y fuertemente sujetas por otras que pasan bajo los brazos; por encima de ellas se aprecia un ancho tahalí de donde cuelga, sujeta con anillas y hacia la izquierda, una vaina vacía. En el brazo izquierdo, a partir del codo, aparece un brazalete en espiral con cuatro vueltas por delante y cinco por detrás. La túnica queda ceñida por un cinturón ancho de tres refuerzos, cuya hebilla queda oculta parcialmente por la fálera delantera y la vaina, aunque se aprecia un cuadrado inciso a la altura de una de las anillas que une la vaina con el tahalí. Hacia el costado izquierdo sale del cinturón lo que podría ser un fajín. De la vaina sólo se aprecia con claridad la boca con rebordes, mientras que el resto se ha perdido, aunque parece claro que serviría para alojar una espada de gran tamaño, como una falcata . Enmarcando parte del rostro, un casco cubre parte del mismo, las orejas y el resto de la cabeza hasta la nuca. Es un casco de superficie lisa, vuelto hacia el exterior en la zona que enmarca el rostro y lleva un adorno en espiral en el lateral derecho. Del centro parte una ancha cinta, en la que se situaría el portacimera en forma de felino, del que sólo se conservan las patas delanteras.

Grupo de guerreros ante una enemigo vencido, el cerrillo blanco, jaén Esta pieza, perteneciente al grupo de los guerreros, representa una escena diferenciada en tres partes. El caballo: aunque no se conservan las patas, se puede apreciar que el animal está encabritado, con las patas delanteras sobre la cara del vencido. Por otro lado, se observa que el caballo se encuentra en pleno esplendor y victorioso. El vencido: éste se encuentra en total desventaja, en el suelo, abatido con la mano pisada por el vencedor y las patas del équido sobre la cara. A su vez, se ve que no tiene armadura, que el escudo está doblado en el suelo y lo único que se puede apreciar es la empuñadura de lo que puede ser un puñal o cuchillo enganchado en su abdomen. El vencedor: se encuentra de pie junto al caballo, amenazando al derrotado con una lanza (hoy inexistente porque es posible que fuera de madera) que saldría por el cuello del vencido. Además, si se observa detenidamente éste se encuentra en todo su esplendor, vestido con un traje de manga corta ceñido a la cintura y armado con armadura de disco, escudo, glebas, espada corta y cuchillo (panoplia). Estos detalles, tener armadura y caballo, nos indican que se trataba de un personaje perteneciente a la élite .

Griphomaquia, de Cerrillo Blanco, 1ª mitad del siglo V a.C. Calcarenita , Tallado; Pulido; Altura: 70 cm; Anchura: 84 cm; Grosor máximo: 33 cm; Peso: 168 Kg Grupo escultórico en bulto redondo, tallado en un solo bloque y que representa una escena de lucha.Lo componen una figura humana y un animal mitológico, un grifo, enfrentados cuerpo a cuerpo. El grifo presenta los cuartos traseros doblados, revolviéndose frente al ataque, y se defiende clavando la garra delantera derecha en el muslo del hombre.

Escultura en bulto redondo realizada en piedra calcarenita blanca. Representa a un guerrero. Viste túnica ajustada con escote en V por delante y por detrás. Las mangas llegan hasta el codo. Sobre la túnica lleva un corselete ajustado por una ancha banda que le atraviesa el pecho. El cinturón es muy ancho y consta de tres refuerzos. El faldellín está ajustado y termina en cuatro flecos rematados por bolas. Lleva una caetra suspendida en el hombro derecho. Se trata de un escudo sencillo, elaborado con tres círculos concéntricos sin abrazadera, con un asa y las anillas a las que se sujeta el tahalí. La parte del brazo derecho que se conserva se muestra hacia delante, y la ausencia de la espada en la vaina que porta en la cintura parece indicar que se encuentra en actitud de lucha. El brazo izquierdo sí se encuentra completo, levemente inclinado hacia atrás. La vaina es larga y lisa; se encuentra ceñida a la curvatura del cuerpo, al igual que la caetra . Originariamente llevaría un casco con penacho. Se distingue el final del largo penacho sobre la espalda, ladeado hacia su lado izquierdo. Dimensiones: Altura: 84 cm. Anchura: 48 cm. Resolución del modelo: baja. Método de adquisición del modelo: escáner láser de autoposicionamiento . Usuarios recomendados: Público general. Cronología: S.V a.C. Guerrero con escudo, conjunto escultórico de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén)

CAZADOR con liebre y perro, EL CERRILLO BLANCO, JAÉN, 440-400 a.C. Altura 80 cm; Anchura 60 cm Este altorrelieve contiene tres figuras en diferentes planos. Al fondo está tallado un perro, sobre él un cazador, ya casi en bulto redondo, y sobre éste una liebre. El perro y el cazador marchan a la derecha, con la pierna izquierda del cazador adelantada y la derecha flexionada. El perro tiene también adelantada la pata trasera derecha y flexionada la izquierda, manteniendo las dos garras delanteras prácticamente a la misma altura y la cabeza vuelta hacia el frente, como si estuviera parada y mirando al frente, sensación que también da el cazador al tener el cuerpo casi de frente y no totalmente de perfil. El cazador viste túnica corta con escote en ´V´ por delante y por detrás, mangas cortas hasta el codo y pliegue de holgura en la entrepierna. La túnica está ceñida con cinturón. El perro tendría la boca abierta, la liebre está sujeta fuertemente por la mano derecha del cazador y cuelga a lo largo de su cuerpo y hasta las rodillas, donde descansa la cabeza, suspendida por sus largas patas traseras. Las patas delanteras son más cortas y se señalan delante del cuello y la cabeza. Presenta un pequeño rabo que está bien tallado, así como la oreja derecha. A este altorrelieve le falta la cabeza y el cuello del cazador y parte del brazo y el hombro derecho, el codo, la mano izquierda desde la muñeca, parte de la pierna derecha desde la pantorrilla y el pie del que sólo tenemos dos dedos enteros y los restantes se han conservado bastante machacados pegados a la basa. De la liebre falta el hocico, parte de la oreja derecha y del cuerpo que se encuentra roto; igualmente encontramos machacadas las largas patas traseras. Del perro que forma parte del grupo escultórico, falta la parte alta de la cabeza, las dos patas delanteras casi desde el arranque de las mismas hasta las garras que están talladas sobre la basa. Faltan las patas traseras, la derecha desde la corva y la izquierda hasta su final. Del bloque sobre el que están talladas las figuras faltan algunas lascas junto a las roturas de la parte baja. Concretamente, forma parte del grupo de la iniciación juvenil. Este grupo lo forman dos escenas de caza y una de palestra. Los tres grupos se presentan a modo de un altorrelieve sobre un fondo que sirve de soporte tectónico al grupo. La parte superior de los personajes, que corresponden principalmente al busto están realizados en bulto redondo. Las tres escenas quedan definidas por su carácter esencialmente mostrativo, de presentación. Está claro que su intención es manifestar la virtud, mostrarse tras la hazaña.

Pugilistas: Cerrillo Blanco, Porcuna (Jaén), Museo de Jaén, s. IV a.C. El conjunto escultórico es un altorrelieve que formó parte de un discurso que relata los avatares en la vida de un personaje importante a través de un gran monumento conmemorativo: el fundador de un linaje presentado a través un relato heroico. El grupo de púgiles representa la adolescencia del héroe y la lucha cuerpo a cuerpo con otro personaje de igual edad. El movimiento de los cuerpos es evidente a través de la posición de las distintas partes del cuerpo: la flexión de las rodillas, de la posición de los brazos asidos a los cinturones del contrario, de los cuerpos de ambos contendientes que inclinados cierran la composición en un círculo figurado, así la atención del espectador queda perfectamente centrada en la escena. Las esculturas, están realizadas en una piedra caliza sin impurezas, especialmente elegida para contribuir a la dignificación del héroe, aunque luego cada una de las esculturas fuera cubierta con pinturas de colores que el tiempo ha lavado y perdido. El conjunto monumental de Porcuna fue abatido y destruido, antes de su pérdida total algunas personas cavaron una gran zanja y enterraron los restos del monumento, preservando así su memoria.

KORÉ DE ALICANTE, a. 500 a. C. Roca calcarenita . Procedencia desconocida.

exvotos Los exvotos son el elemento cultual más numeroso y característico de muchos santuarios tanto ibéricos, como del resto del Mediterráneo. Son figuras animales, humanas y partes anatómicas realizados en piedra caliza o arenisca, bronce o terracota. El predominio de un tipo de representación en un lugar sacro concreto vendría determinada por la funcionalidad del santuario, mientras que la materia prima elegida se ha explicado en función de su disponibilidad en la zona. Estos argumentos han llevado a plantear la existencia de pequeños talleres de piedra locales, como el del Cigarralejo en Murcia y el Cerro de los Santos en Albacete, que se caracterizan por tener su propia personalidad y un proceso evolutivo que, en ocasiones, llega hasta la romanización. Son Figurillas de pequeño tamaño, no llegarían a 30 cms . de metal de gran sencillez y expresividad ligadas al arte de los metales europeo. Se realizan a cera perdida Los exvotos de bronce y piedra parecen caracterizar a los santuarios del Sur y Sureste de la Península Ibérica, siendo más escasa su aparición en la Meseta, Levante y Noreste. Por su parte, las terracotas se distribuyen por toda el área de la Cultura Ibérica. Con respecto a los exvotos de bronce, los más abundantes, cabe suponer que existiera un grupo de artesanos, itinerantes que visitaran los santuarios donde pondrían tiendas temporales para la venta de exvotos durante las fiestas más importantes de la sociedad. Por el contrario, en épocas más recientes, la fabricación de los exvotos se llevaría a cabo en el santuario, como evidencia el hallazgo de crisoles en Collado de los Jardines (santuario al que dediqué una de las entradas) y de un taller metalúrgico en el santuario de La Luz en Murcia, serie de exvotos que se venderían a los fieles. Las figuras humanas, masculinas y femeninas, pueden aparecer desnudas o vestidas, normalmente en forma única, pero también en grupo, y son, habitualmente, guerreros portando sus armas, jinetes, en posición orante y oferente, sobre todo las mujeres, y a veces portan algún objeto. Tenían una una función religiosa; es un modo de acceder y perpetuarse ante el dios, de ofrecerse jurídicamente. Su finalidad eran ofrendas y peticiones (victoria en la batalla curación de males, etc.). A través del lenguaje humano el ibero entra en comunicación con los dioses. Pero la imagen divina resulta más desconocida y enigmática que la humana. No alcanza la expresión múltiple y variada de Grecia. Atisbamos su presencia generalmente en contraposición de la ofrenda que presenta el hombre, como un espejo que refleja el eco humano, su voz. La individualidad de los dioses ibéricos queda escondida bajo su velado lenguaje ritual. Ese gran santuario ibérico pudo ser lugar de encuentros entre diversas comunidades bajo la sanción sagrada de la divinidad. La estatua fue signo y expresión social y religiosa del encuentro. Miles de pequeños exvotos en bronce hallados sobre todo en santuarios despliegan el riquísimo universo social y religioso de los oferentes, que testimonian su presencia ante la divinidad del lugar con multiplicidad de gestos y atuendos: los jinetes, los guerreros con manto, túnica, falcate , etc.; las mujeres ataviadas con riqueza con manto y toco, y algunas desnudas., animales como propiciación de una curación o signo de fecundidad… La presentación ante un dios permite también el desnudo del hombre y la mujer con esquemas y formas que en ocasiones nos recuerdan a Grecia cuando la anatomía del cuerpo humano se inicia bajo la transparencia de unas túnicas preciosas. Como las estatuas de piedra, los exvotos simultanean la ambigüedad de un signo a la vez social y religioso, señal para los demás hombres y para el dios.

Santuario ibérico del Collado de los Jardines, Santa Elena, Jaén Ubicado en la Cueva de los Muñecos en la ladera sur del Cerro del Castillo . Situado en la zona que pudo ser de paso entre la Alta Andalucía con la Meseta, se halla este Santuario del que prácticamente lo único que se conoce son sus ofrendas de bronce (unos 2.500 exvotos procedentes de las excavaciones oficiales) que los pueblos oretanos ofrecían a los dioses. El lugar de culto originario vendría constituido por una gruta en el macizo rocoso y una fuente, delante de la cual es posible que surgiesen en momentos distintos edificios de culto sucesivos. Se conoce desde el siglo XIX. Uno de los tres grandes santuarios ibéricos que hubo en la península. Para los santuarios ibéricos se elegían lugares que asociaban los elementos de cueva, agua y bosque. En estos se pensaba que residía la divinidad, y la población acudía con sus ofendas (exvotos). Los exvotos de este Santuario son de lo mas variado, representando a fieles de todas clases: damas, varones, guerreros, etc. Las damas adoptan una actitud de ofrenda o de súplica, con los brazos doblados delante del cuerpo y/o con las palmas de las manos abiertas. Los exvotos que presentan una actitud oferente no se puede precisar bien de qué clase de ofrenda se trata, probablemente eran frutos naturales. Estas figuras rituales nos dan mucha información sobre la sociedad del momento y las actitudes de los fieles que acudían a rendir culto a las deidades ibéricas. Se han encontrado multitud de exvotos ibéricos de bronce (más de 2000 exvotos), estos se extrajeron de la Cueva de los Muñecos. Los exvotos de bronce son de entre 8 y 18 centímetros. Representan a hombres y mujeres oferentes, sacerdotes y guerreros, además de partes del cuerpo humano y objetos. También aparecen guerreros montados a caballo asociados a algún culto heroico. Los exvotos de los santuarios cristianos son descendientes de estos. Forma parte del conjunto el poblado que hay en el cerro anejo del castillo, excavado en 1916, donde aparecieron una muralla, un recinto sagrado y una fundición de exvotosmetálicos . Es posible que este santuario se remonte al siglo V a.C. aunque las estructuras de construcción aparecidas en las excavaciones corresponden a los siglos IV y III a. C. Se puede llegar a él por el sendero de la Cueva de los Muñecos señalado por la Consejería de Medio Ambiente, parte de la carretera de Aldeaquemada desde un edificio construido para el centro de interpretación y en estado de abandono. El sendero tiene dos partes: una descendiente a la Cueva de los Muñecos y la otra asciende al Cerro del Castillo La longitud del sendero es de 2200 metros con dificultad media debido a la pendiente. Toda la zona está llena de agujeros ocasionados por los expoliadores en busca de tesoros. En ella se encuentra las Pinturas rupestres de la Cueva de los Muñecos .

Jinetes del santuario del Collado de los Jardines (Jaén)

Representa a un guerrero desnudo, con un casco hemisférico con cubre nucas y sin "penacho" (cimera), escudo a la espalda ( caetra ), una mano en las bridas del caballo y en la otra, una lanza. Aunque se ha clasificado como una figurilla ecuestre o exvoto de jinete, lo cierto es que guarda muchas similitudes con el grupo de figuras ibéricas de bronce denominadas Jinetes de tipo La Bastida , que representan la imagen de un guerrero heroico a caballo, antepasado mítico de las élites ecuestres que gobernaban la sociedad ibérica, de las que eran patrono y protector. Estas piezas formarían parte de los denominados báculos o estandartes (signa eqitum ), que unidas a un cilindro ahuecado, se engastaban en un vástago de madera de 1,5 mts aproximadamente, y se caracterizaban por la disposición avanzada de las patas del caballo y la desnudez del jinete, que se presenta ataviado con casco con cimera y elementos armamentísticos (panoplia) , como la falcata , la caetra y más raramente, la lanza. Esta figura responde de hecho a ese modelo iconográfico, y algunos autores no descartan que pudiese incluirse en este grupo, si es que pudiera demostrarse que ha perdido el soporte JINETE, COLLADO DE LOS JARDINES, JAÉN, S.V a.C.

Jinetes con lanzas Exvotos del collado de los jardines(Jaén) Dimensiones: 7 x 2,5 x 8 cm Exvoto ibérico. Jinete aparentemente desnudo, Cabello con raya en medio, ojos grandes, lleva escudo en la espalda. La mano izquierda sujeta las riendas del animal, mientras la mano derecha porta una lanza o quizá, dos.

Exvoto ibérico de figura femenina encontrada en el Collado de Los Jardines en Santa Elena (Jaén). Está de pie, y con una mano sujeta al borde del manto, mientras que con la otra realiza un gesto de saludo. Lleva una túnica larga cruzada en pico sobre el pecho, y con los bordes adornados cuidadosamente por una cenefa. La cabeza lleva una mitra baja sobre la que se asienta el velo, que a manera de manto cubre la figura pordetrás hasta los pies. Se trata, sin duda, de una dama de alto rango social en actitud de reverencia a la divinidad. Su cronología debe situarse a finales del siglo VI a.C. El Collado de Los Jardines Este exvoto representa un figura femenina de pie, con las manos en actitud de ofrenda. Va vestida con una túnica larga y acampanada de cuello en pico y en maga corta, ceñida a la cintura por un cinturón de borlas y reforzada sobre los hombros. La cabeza está cubierta por una tiara baja de la surgen dos anchas coletas apreciándose igualmente mechones ondulados sobre la frente. Este atuendo aparece igualmente en otras figuras ibéricas, no sólo de bronce, sino también de piedra, lo que evidencia, dentro de la cultura ibérica, la existencia de modas en el vestir con una difusión geográfica y cronológica determinada. Esta figura data del siglo VI a.C.

Exvotos de guerreros, y mujer con manto Collado de los Jardines . Bronce El grupo más importante y numeroso de exvotos ibéricos corresponde a los de bronce, fabricados a la cera pérdida, y encontrados, sobre todo, a miles en los santuarios jienenses del, en Despeñaperros, y Collado de los Jardines del Castellar de Santisteban , y en mucho menor número en el de Nuestra Señora de la Luz , en Murcia, y otros lugares. La variedad de estos exvotos es extraordinaria, desde piezas de buen arte, que resumen a escala reducida los modelos de la escultura mayor, a piezas muy sencillas o muy toscas, a veces una simple lámina más o menos alargada, con una sumaria indicación de la cabeza y las extremidades. La mujer bronce de unos 12 cm de altura datado en los siglos V a II a.C.

Exvotos antropomorfos ibéricos de bronce, Collado de los Jardines (Jaén)

Carrito votivo del Santuario del Collado de los Jardines (Jaén)

COLLADO DE LOS JARDINES

GUERRERO UN CABALLO DE NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ - SAN ANTONIO EL POBRE MURCIA jinete ibero, Santuario del Collado de los Jardines

Bronce fundido, de 7,3 centímetros de altura Es una chiquita figura de bronce de origen ibérico que reproduce un jinete guerrero íbero montado a caballo Se cree que se trata de un exvoto, o sea, una ofrenda a los dioses que se depositaba en los santuarios o lugares de culto. Otros la han interpretado como una escultura funeraria que podría servir al difunto en la transición a la otra vida, o bien como agradecimiento por los favores concedidos. El guerrero empuña con fuerza una espada, denominada Falcata , y un escudo, Caetra , en la otra mano. Sobre su minúscula cabeza porta un gran penacho unido a un casco. Insisto, solo mide 7,3 cm en los que verás los elementos específicos del grupo dominante del momento: el poder y la fuerza.. Su grandeza está en su belleza, en la simbología que encierra y en la apasionante historia que esconde este jefe íbero. Fue encontrada el 21 de julio de 1931. Guerrero de Moixent , siglo IV o V aC

Exvotos del Santuario de la Luz, Murcia De tamaño reducido, de 8 y 10 cm, realizados en bronce. Los detalles anatómicos o del vestido se realizaron mediante cincelete o buril. Para realizarlos, muchas veces se utilizó una aleación de metales, cobre, estaño y plomo. Los ritos de protección son evidentes, sobre todo en la figura que ofrece la mano .

Exvotos, Alarcos, Ciudad Real, ss. IV-I a.C. En Alarcos , el santuario situado junto a una gran calzada de losas de piedra, ha proporcionado numerosos exvotos, ofrendas a la divinidad en agradecimiento por alguna petición concedida o presentes entregados como rogativa para conseguir algo. La gran cantidad de piezas, su estilo que es diferente al de otros lugares, y los temas que recogen, llevan a pensar que fueron realizados por un taller metalúrgico ubicado en el propio poblado, quizás hasta dependiente del santuario. A diferencia de los exvotos el santuario del Cerro de los Santos , los de Alarcos son de pequeño tamaño y están realizados en bronce, en vez de piedra. Muchos son esquemáticos, algunos reflejan partes de la anatomía humana, mientras que otros son figuras completas, de hombres y mujeres, desde la infancia hasta la madurez adulta, tal y como muestran las piezas escogidas para formar parte de la exposición. Los santuarios, como lugares de peregrinación siempre han reunido a su alrededor gentes de diferentes sitios, numerosos oficios, bienes y riquezas, actuando como lugares que propician el intercambio y el desarrollo económico del territorio donde se encuentran.

Yacimiento arqueológico de La Alcudia El yacimiento arqueológico de La Alcudia se encuentra a 3 km al sur de la ciudad de Elche (Alicante), cerca del río Vinalopó; su nombre de L'Alcudia procede del árabe ya que Al- kudîa significa la colina, y alude a la pequeña elevación sobre la que se asienta, que en parte constituye un tell artificial. Su extensión actual es de aproximadamente 10 hectáreas en donde se han realizado diferentes trabajos de excavación a lo largo de los últimos siglos. Se encuentra rodeado por tierras fértiles y bien comunicado por caminos y vías desde la Antigüedad. Según los datos hallados la secuencia estratigráfica abarca desde finales de la Edad del Bronce hasta principios de la época islámica, aunque también se han hallado en las cercanías materiales neolíticos. El asentamiento alcanza su mayor apogeo en las épocas ibérica y romana. Hubo ocupación ininterrumpida de al menos un milenio, desde al menos el siglo V a.C. hasta su abandono hacia el siglo VII o VIII d.C. En las secuencias estratigráficas de sus excavaciones hay asentamientos que muestran momentos de abandono, expolios, colonizaciones, ciudades anteriores e incluso algún asentamiento neolítico. Durante siglos , La Alcudia fue empleada como tierra de labor y cantera para recuperar piedras y sillares para los edificios de Elche y su entorno. A finales del siglo XIX se implantó el regadío, lo que conllevó una intensa remodelación del terreno que propició la aparición de restos antiguos, entre ellos la Dama de Elche . Los vestigios arqueológicos visibles se extienden por toda la superficie del yacimiento. En las excavaciones realizadas hasta el momento se han encontrado, por debajo de los niveles romanos, otros ibéricos, siendo posible que la ciudad ibérica abarque la misma extensión que la romana. Los materiales de los niveles ibéricos son de gran interés, especialmente la escultura monumental y la cerámica llamada Elche-Archena. Explica Uroz que “ esos hallazgos refieren a unos monumentos que hablan de unas élites ibéricas muy potentes en esta zona; era su lenguaje de propaganda: grandes mitos con los que justificaban su poder ” y que les referenciaban como descendientes de sus héroes del mundo mitológico: “ Justificaban el orden establecido de su momento”. En algún momento de su historia, estos monumentos escultóricos se destruyen a propósito “y se produce una reacción iconoclasta; seguramente hay un cambio de grupos de poder y lo que simboliza la clase dirigente saliente hay que destruirlo, y por eso se esconde la Dama, para salvarla”, apunta este investigador, quien añade que aunque la misma es un leitmotiv, “vamos más allá, es una anécdota arqueológica de este paisaje”. Y considera que La fase ibérica de La Alcudia de Elche es uno de los grandes iconos de los yacimientos más emblemáticos del mundo íbero, pero apenas se conocía uno de sus momentos más importantes para investigar ” Los trabajos arqueológicos se han desarrollado de forma irregular desde hace siglos. Durante casi todo el siglo XX fue propiedad de la familia Ramos, que excavó durante más de seis décadas. en el año 1897, fue hallada una de las principales joyas del arte ibérico, la Dama de Elche , En 1935 comenzaron las excavaciones en la finca, que por entonces era propiedad del arqueólogo Alejandro Ramos Folqués . Fue él quien en 1948 abrió el Museo Monográfico de La Alcudia para exponer todos sus hallazgos, siendo ampliado en el año 1971. La constitución en 1996 de la Fundación Universitaria de Investigación Arqueológica La Alcudia en la que intervienen la Universidad de Alicante , el Ayuntamiento de Elche , la Diputación Provincial de Alicante , y la Generalitat Valenciana , ha marcado el inicio de una nueva etapa. En ella se pretende otorgar a Ilici la importancia científica que le corresponde, dar a conocer sus monumentos y potenciar su riqueza cultural. Durante la época ibérica , Ilici debió ser la principal ciudad de la región ibérica de la Contestania , y su influencia se extendería por el centro y sur de la provincia de Alicante y las zonas limítrofes de Albacete y Murcia. Nos encontraríamos ante una ciudad ibérica de considerables dimensiones para lo habitual en la Comunidad Valenciana, aunque menor que las de otras áreas de la Península.

Torso del guerrero, F. l siglo V- p. IV a.C. Se trata de un fragmento de una escultura mayor hecha sobre piedra caliza local de la que solo se conserva el torso. Representa a un guerrero ibero dotado con una lujosa panoplia en la que destaca la coraza o kardiophylax ornamentada con una cabeza de lobo en relieve que emerge del tondo metálico que la alberga. La pieza, que posee una gran calidad en su factura y cincelado, permite advertir los distintos materiales del original: una camisa de lino con el cuello de pico que cubría el cuerpo, las cinchas de cuero –engalanadas con bellotas entre líneas meandriformes – que unían los tondos metálicos anterior y posterior, e incluso los remaches metálicos son perfectamente apreciables. La cintura se ciñe con un cinturón de placa, decorado con un motivo geométrico de volutas entrecruzadas. La pieza constituye una de las principales de la estatuaria ibérica.

Pareja de bueyes con yugo. Yacimiento del Castellet den Banyoles, Tivissa (Tarragona)

INCENCIARIO, CÁSTULO, JAÉN, VII a.C El Thymiaterium a pesar de su nombre tan complejo, no es mas que un incensario, en el que además se podían quemar otras sustancias. Es interesante observar el alto grado de dominio de las técnicas orfebres de los artesanos. Y volvemos a encontrarnos con leones. Esta vez una leona, junto a dos ciervas. Realizada en bronce, tuvo carácter ritual, y formaría parte del mismo ajuar que el de la esfingelorosas con carácter ritual.

PEBETERO DE DEMETRER, TOSSAL DE LA CALA, BENIDORM Pebetero contestano hallado en la necrópolis de Lucentum (o Akra Leuké ), conjunto arqueológico del Tossal de Manises (provincia de Alicante). Actualmente en el Museo Arqueológico de Alicante . Los quemadores de perfume, pebeteros o thymiateria (en singular thymiaterion ) representando a la diosa Tanit , o a Deméter , según unos u otros autores, aparecen en contextos funerarios ibéricos, especialmente en la zona levantina y con mayor profusión en la Contestania , siendo el mejor referente, por su abundancia, repertorio y calidad, la necrópolis de la Albufereta de Alicante. La relación con producciones griegas, siciliotas y púnicas a través de Ibiza está acreditada, y representa una muestra destacada de los complejos intercambios culturales que se desarrollaron en el área en época de colonizaciones y cristalizaron en la esencia de la cultura ibérica. Son cabezas realizadas en terracota a molde bivalvo, con la técnica de apretón, y a veces presentan añadidos aplicados, como en el caso de un pebetero del Tossal de La Cala de Benidorm, y además de representar la deidad femenina debieron usarse como quemaperfumes rituales.

Exvoto pétreo de pareja de caballos del santuario del Cigarralejo , Mula . En las culturas del mundo antiguo y en las pertenecientes como la ibérica a la Edad del Hierro, el caballo fue un bien escaso y de gran prestigio. Poco sabemos, a nivel textual, acerca del uso del caballo entre las tribus ibéricas, sin embargo tenemos varios modos para conocer la realidad del caballo entre los íberos. En efecto, por un lado su importancia y veneración está atestiguada en una serie de santuarios vinculados a grandes poblados consagrados, de una u otra manera a los caballos. El ejemplo más paradigmático lo tenemos en el extraordinario santuario de El Cigarralejo , cercano a Mula donde D. Emeterio Cuadrado recuperó más de un centenar de pequeñas esculturas y relieves en piedra arenisca con todo tipo de caballos, yeguas con potros, mulos o recuas. El uso de caballos/mulos debió de estar restringido a las clases dirigentes y personajes singulares dedicados al comercio, siendo quizás los carros, siempre de dos ruedas y tirados por un biga, los que debían facilitar las transacciones comerciales y el abastecimiento general de los habitantes de cada poblado, mediante algún tipo de uso comunitario que permitiese transportar las cosechas de cereales del campo a los almacenes del hábitat o agua. Este hecho demuestra la vinculación de estos elementos arqueológicos con la clase guerrera/aristocrática dirigente, muy marcada durante la primera mitad del siglo IV a C. Otro elemento significativo que se ha preservado son las espuelas, por lo general de hierro, dotadas de un buen aguijón. Finalmente mencionar que en algunos casos extremos se ha comprobado que ciertos caballos fueron sacrificados a la muerte de su dueño y colocados junto a la tumba, tal y como se ha podido comprobar en Coimbra del Barranco Ancho , al igual que en otros puntos del sur y sureste peninsular, como ya ha señalado el profesor Fernando Quesada, siendo muestra una vez más de la relevancia y el prestigio alcanzado por estos mamíferos en las sociedades ibéricas.

Equido en terracota del Cabecico del Tesoro (Murcia)

La realization de este trabajo ha supuesto para mí una profundizaci -on muy importante en el conocimiento del arte ibero en general y de su escultura en particular. Profundización que quiero continuar en posteriors trabajos .
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