El descendimiento de la cruz, conocido en italiano como La
Deposizione o Trasporto di Cristo, es el cuadro más conocido del artista
italiano il Pontomo. Se trata de un óleo que se encuentra en la capilla
Capponi de la Iglesia Santa Felicita de Florencia, Italia. Tiene unas
dimensiones de 3,13 metros de alto por 1,92 m de ancho. Tardó tres años en
acabar este óvalo triste y tumultuoso de figuras, desde 1525 hasta 1528. Es
una de las creaciones del manierismo que marca las pautas para el futuro.
Se trata de un gran rretablo para la capilla Capponi, diseñada por
Brunelleschi. Se sitúa en el altar de la capilla. Muchos la consideran obra
maestra de il Pontormo.
La pintura plasma un momento que, tradicionalmente, se ha considerado que
es el de la deposición de la cruz, aunque no hay ningún signo externo que lo
evidencia: no hay referencias al Golgota, ni aparece la cruz. No puede ser un
entierro de Cristo, pues faltaría el sepulcro. Ni una Piedad, ya que no se
observa una relación inmediata entre la Virgen y Cristo.
Las figuras tienen formas duramente modeladas y están unidas por una línea
serpentinata. Destaca en Pontormo el colorido. Es el manierista de colores
más suaves, como el azul claro o el rosa pálido, pero los utiliza brillantes, en
contraste unos con otros: el rosa y el amarillo o amarillo anaranjado, el
naranja y el verde, los violetas muy claros sobre un fondo añil. Un contraste
particularmente insólito es el de la ropa de Juan, que se encuentra encima
de la Virgen: una túnica verde bronce destaca sobre una tela roja entre
bermellón y naranja pálido. Se nota la influencia de Rosso Fiorentino en este
colorido transparente y modulado.
Hacia Maria se dirige una mujer, vestida de color amarillo, transformado en
naranja y bermellón en las zonas de sombra. En primer plano se encuentra
Nicodemo, representado como un joven que sujeta los pies de Jesucristo.
Este personaje viste una túnica ceñida que, allí donde incide la luz, es de
color azul, y donde está en sombra el color es rosa. Por encima de todos se
encuentra una curiosísima figura con amplio vientre, como si estuviese
embarazada.
El espacio está aplanado y resulta inhóspito. Aquellos que bajan a Jesucristo
están aparentemente tan afectados como los plañideros. El centro de la
composición lo ocupa el brazo extendido de la Virgen, a modo de brazo de
cruz. Toda la escena está marcada por una luz fuerte que deslumbra a las
figuras y aclara los colores.