de Saussure.
El primero se puede considerar el fundador de la fonología, siendo esta su aportación más importante a la
lingüística. En su obra Los principios de Fonología se establece la distinción entre el sonido (irrepetible y
material, su estudio le corresponde a la fonética) y el fonema (unidad funcional de la lengua que estudia la
fonología, imagen acústica del sonido y, por lo tanto, de carácter abstracto).
Hjelmslev, por su parte, hizo aportaciones a la gramática. Radicalizó las teorías saussureanas, sobre todo,
como hemos visto en el tema 1, la de su concepción del signo lingüístico. Como estructuralista en su libro La
categoría de los casos, defiende la lengua como sistema añadiendo que sus unidades sólo pueden ser definidas
en función del lugar que ocupan en dicho sistema. Posee un método deductivo o analítico de la descripción
lingüística, es decir, parte de la consideración del texto para luego ir identificando partes hasta aislar sus
componentes mínimos.
DISTRIBUCIONALISMO
En EEUU los planteamientos estructuralistas se tuvieron que adaptar debido a las necesidades específicas de
la lengua inglesa. Además, en lo que concierne al estudio de las lenguas amerindias tuvieron que partir de cero
al no contar con trabajos y estudios previos. De ahí que nazca el distribucionalismo, cuyo método parte
necesariamente de la realidad, de los textos, y aísla, siguiendo el principio de identidad (por el que se perciben
semejanzas en determinadas corrientes fónicas), las unidades que se repiten recurrentemente puesto que
pueden establecerse, tras varias fases y comprobaciones, categorías gramaticales con ellas.
Leornard Bloomfield, fiel seguidor de Saussure, introdujo sus teorías en EEUU, de ahí que sea considerado
la figura fundacional de la lingüística estructural estadounidense. Utiliza para su estudio de la lingüística el
método inductivo. Su obra más importante es Lenguaje (1933) y su teoría sobre él se basa en el mecanicismo,
mantiene que este es un sistema de hábitos observables como entramado de asociaciones estímulos-respuesta,
explicando la construcción de enunciados nuevos por simple analogía.
Con respecto a su estudio del proceso de comunicación, para el que también se basa en el mecanicismo, este
señala, después de comparar la comunicación animal y la humana, que deberemos estudiar tan sólo el
estímulo y la respuesta lingüística que se produce durante el proceso, dejando atrás el estudio de los
fenómenos físicos que se producen y el del significado. Una de las incoherencias de su teoría muy criticada es
que, después de rechazar el significado alude a este para establecer la noción de fonema.
Harris, maestro de Chomsky, representa el fin del estructuralismo. Para su descripción de las lenguas utilizó
estrictamente el formalismo sin recurrir al significado, lo que despertó críticas. Quiso que la metodología
estructuralista fuera totalmente rigurosa, ateniéndose tan sólo a los datos puramente observables, y al hacerlo
fue visible que el método estaba llegando a su agotamiento. Su mayor aportación al estructuralismo fue el
concepto de transformación, por el que postuló que todas las estructuras oracionales son combinaciones o
transformaciones de unas pocas estructuras oracionales simples.
GENERATIVISMO
Debido al agotamiento del distribucionalismo surgió el generativismo, que intentó superarlo. Con respecto al
método estableció la necesidad de un análisis abstracto en el que se incluyeran las expresiones ambiguas que
el anterior método no había podido clasificar convincentemente según ellos. El objetivo primordial de la
lingüística según los generativistas era ser la teoría del lenguaje y no sólo dedicarse a la clasificación de la
oración.
Chomsky es el principal generativista. Utilizó para sus investigaciones el método hipotético-deductivo, por el
que se parte de hipótesis que se comprueban con datos, que se relaciona con el modelo sintético o generativo,
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