Por voluntad expresa de Dios, la salesianidad es nuestra manera de ser en el mundo, en la iglesia, es hasta una forma de respirar. Pensamos, hablamos, sentimos y amamos al estilo salesiano, en clave del sistema preventivo. Por lo tanto, nuestra consagración, nuestra secularidad, son totalmente salesianas. Así debe ser si queremos ser fieles a la llamada de Dios. Nuestra consagración es “genéticamente” salesiana. Somos VDB que hoy conformamos la FAMILIA SALESIANA.
Esta familia comparte elementos carismáticos que se revierten en función de la misión. En las ramas consagradas, sus miembros hemos sido llamados a seguir a Jesús casto pobre y obediente para hacernos libres como El, para amar a Dios con el corazón indiviso, y dedicamos plenamente a la salvación del mundo, a los jóvenes, a los pobres, a los que sufren. Por eso las VDB nos dedicamos totalmente al Señor, queremos pertenecerle absolutamente, como Él ha querido.
Queremos seguirle, y enamoradas de Jesucristo, existir para gastar nuestra vida entera en la construcción de su Reino, que para nosotras viene especificado en los valores de la secularidad consagrada, en el estilo salesiano. Porque Dios nos ha llamado y nos ha consagrado para sí, en Cristo para enviarnos al mundo a evangelizarlo según el carisma de Don Bosco. (Cfr. C.3).
Nuestra respuesta tiene que ser alegremente salesiana e intensamente generosa… ¡ ese es el sentido de nuestra vida! En el aguinaldo 2012, Don Pascual Chavez nos recuerda que “Nuestra identidad encuentra su referencia inmediata en el rostro de Don Bosco”, ( en su rostro), la identidad ( SALESIANA) se hace creíble y visible.
-Nuestra consagración esta en la médula de nuestra existencia. “El consagrado es el que afirma u vive de si mismo el señorío absoluto de Dios, que quiere ser todo en todos” ( J.P.II ). La pertenencia a Dios abarca la vida entera en todas sus manifestaciones y en todos los aspectos de nuestro ser, así lo vivió Don Bosco en cuyo rostro hayamos el modelo de nuestro Carisma. Por eso, “nuestra entrega al Señor es nuestra identidad” y junto con los elementos de secularidad y salesianidad , vividos integralmente delinean el proyecto VDB , el sueño de Dios para nosotras .
En la medida en que vivimos santamente nuestra vocación, seremos fecundas en función de la misión, “El que permanece unido a Mi, ese da mucho fruto” ( Jn . 15), Para nosotras vivir en santidad significa vivir con amor encendido integra y apasionadamente los elementos de nuestra vocación, así nos configuramos con el proyecto de Dios y así nuestro testimonio se hace creíble para el mundo.
Al respecto nos dice Juan Pablo II: “La entrega total y la fidelidad permanente al Amor constituye la base de vuestro testimonio ante el mundo. Os pido una renovada fidelidad, que haga más encendido el amor a ( Cristo, más sacrificado y alegre vuestra entrega, más humilde vuestro servicio”. La consagración salesiana dilata inmensamente el corazón en un amor de servicio a los jóvenes y a los más necesitados. Y en la VDB, mujeres consagradas salesianas, este amor se radicaliza en el ejercicio de la ternura que nos caracteriza ( o que debe caracterizar). Nuestra vida consagrada tiene que ser fecunda, de tal manera que “ genere hijos espirituales en la iglesia”.
Para un VDB ser madre significa esta en medio de la gente, acercarse, escuchar, caminar con tocar las heridas, permitirle la experiencia del “No basta amar”. Significa cuidar, preocuparse de los demás, proteger, ayudar a vivir con la dignidad de los hijos de Dios. El mundo necesita de nuestra maternidad espiritual, de esa maternidad que pueda tocar las fibras humanas para sanar, hacer crecer, dignificar, humanizar, cristianizar. María es nuestra madre y modelo de mujer consagrada, de madre fecunda: “supliquémosle que nos ayude a ser disponibles como Ella, a vivir la entrega con su misma fe, amor, ternura para engendrar muchos hijos.
El amor y la confianza en la Virgen son auxilio seguro para que nuestra consagración sea santa y fecunda. Así nos lo enseñan Don Bosco y Don Rinaldi que quienes vivieron una devoción filial hacia Ella y no dudaron jamás en confiarse a sus cuidados tanto en lo personal como en las necesidades de los destinatarios y de la obra Salesiana.