poder omnímodo. Habría que diferenciar entre las familias institucionales y “familias” no institucionales
del régimen.
a) Las “familias” políticas institucionalizadas:
- el ejército, fue fiel aliado del régimen, por su ideología anticomunista, centralista y dureza en el
mantenimiento del orden público. Los valores militares se imponen a la sociedad española. El
ejército, como garante del orden público, adquiere jurisdicción sobre los delitos políticos; además, el
número de oficiales entre la nueva clase política es importante. El ejército fue siempre la columna
vertebral del sistema y nunca discutió el poder del Generalísimo. Éste solo tuvo algunos problemas
con los generales partidarios de una pronta restauración de la monarquía. La fidelidad de las Fuerzas
Armadas fue la condición esencial de la supervivencia política. Es el Nacionalpatriotismo, una
visión unitaria y centralista opuesta a cualquier separatismo que hiciera peligrar la unidad de la
patria.
- La Falange fue otro pilar. Proporcionó el principal arsenal ideológico y simbólico (patriotismo
tradicional y autoritarismo de corte fascista) y ocupó una parte esencial en la escena política, al
menos durante las primeras décadas. Se convirtieron en parte del aparato burocrático y acabarían
controlando el mundo obrero, a través del sindicalismo vertical. Es el Nacionalsindicalismo,
régimen totalitario del partido único.
- La Iglesia representó el elemento sancionador de la legitimidad del franquismo, desde el mismo
momento que califica la sublevación de “cruzada”. La convivencia entre franquismo e Iglesia
católica fue en esos primeros tiempos casi perfecta; Franco entraba en las iglesias bajo palio y
proponía al Vaticano el nombre de los obispos; la iglesia recibió a cambio el control de la enseñanza,
el restablecimiento de las retribuciones económicas a los eclesiásticos, e incluso el control de los
profesores o de los políticos locales, ya que el informe favorable del correspondiente sacerdote era
requisito indispensable para el nombramiento como funcionarios de los maestros o el de los alcaldes
de pueblo y el de los jueces de paz. Intervendrá muy directamente en las instituciones, educación, la
censura o el mantenimiento de la moral pública y se convierte en un eficaz instrumento para
propagar la ideología del régimen, identificando el catolicismo como la médula del ser español; esa
identificación entre la Historia española y el catolicismo se reflejó en el lema “Por el Imperio hacia
Dios”. Es el Nacionalcatolicismo, una visión fundamentalista y ultraconservadora del catolicismo,
en la cual Franco era el hombre providencial elegido por Dios para la salvación de España.
Desde el Concilio Vaticano II (1962-65) la Iglesia empezó a alejarse del gobierno y de la visión
nacional-católica del régimen.
b) Las “familias” políticas no institucionalizadas
- Los monárquicos eran otra fuerza importante en las filas del franquismo y estaban divididos en
dos tendencias: carlistas y donjuanistas. Los primeros, en línea con el tradicionalismo católico y
conservador, recibieron importantes cargos públicos. La relación con los segundos no fue fácil, y
poco a poco fueron apartándose del régimen. Algunos defendieron la solución de una monarquía
franquista en la persona de Juan Carlos (hijo de don Juan)
- Los católicos. Muchos de los colaboradores de Franco procedían de las asociaciones religiosas,
únicas permitidas al margen de la Falange. La Asociación Católica Nacional de Propagandistas al
principio, y más tarde instituciones como el Opus Dei suministraron cuadros y dirigentes, en su
mayoría jóvenes, y caracterizados por tener un nivel de formación técnica superior al de otras elites
del régimen. Estuvieron siempre representados en el Gobierno, y algunas carteras, como Educación,
eran tradicionalmente suyas. Son los denominados “tecnócratas” (Político o funcionario que
considera las cuestiones técnicas o económicas por encima de las humanas). Para ellos el desarrollo
económico generaría un bienestar que sustituiría la política ideológica y estas transformaciones solo
se podían dar en un régimen autoritario, pero modernizado.
- Los franquistas puros o integrales, cuya seña de identidad era la adhesión incondicional al
Caudillo. El representante más claro de este grupo fue el almirante Carrero Blanco. Para este grupo
el franquismo aparecía como inalterable. Formarán en los últimos años del régimen y en los inicios
de la transición el llamado “bunker”.
Podemos decir que lo único que unía a estas instituciones y “familias” era la fidelidad al Caudillo. Por esta
razón, el franquismo no será posible sin Franco y, a su muerte, lo que debía “estar atado y bien atado” –en
frase del General-, o sea, el franquismo político-institucional, tuvo que ceder su lugar a un proceso
democratizados que la propia sociedad española exigía.