CONTEXTO HISTÓRICO
La edad media o Medioevo es el periodo histórico de la
civilización occidental comprendido entre los siglos V y el XV.
Comienzo: 476 Caída del Imperio Romano
Finaliza: 1453 Caída del imperio Bizantino
1453 Invención de la imprenta de Gutemberg
Siglo V adc Siglo V dc Siglo XV Siglo XVI
Siglo I
de la era
cristiana
Siglo XI
Caída del
imperio
Romano
Caída del
imperio
Bizantino
Filosofía Griega
HelenismoPresocráticos
clásicos
Edad Media
Alta edad media
Baja edad
media
Renacimiento
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LA EDAD MEDIA-ÓFLSZFZLDSZIF
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Alta edad media
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Baja edad media
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Constantino I
el grande
Profeta
Mahoma
Cristianismo vs.
Islam
Clases sociales
Rey
Clero y
nobleza
Caballeros
Siervos
Siglo XIV
Se divide en
características
CONTEXTO
GEOGRÁFICO
CONTEXTO DEL PENSAMIENTO
MEDIEVAL
LA PATRÍSTICA
El apogeo del cristianismo
La influencia helénica
Acercamiento a la filosofía árabe
Aristotelismo
Los padres de la
iglesia instauran el
Dogma cristiano
Interpretación BíblicaTeología
ESCOLASTICISMO
Platonismo
FE Y
RAZÓN
Separación
Fe y Razón
PATRÍSTICA
Sistema filosófico de los Padres de la Iglesia; esto es, de los primeros filósofos y teólogos del
cristianismo que sentaron las bases doctrinales de la Iglesia. Según el idioma en que escribieron
se los clasifica en : Padres de la Iglesia de rito latino
Padres de la Iglesia de rito griego
Con el nombre de «Padres de la Iglesia» denomina la Iglesia católica a los teólogos y autores
que establecieron la doctrina cristiana con anterioridad al siglo VIII. Los escritos de los padres
(denominados, en su conjunto, literatura patrística), se fundamentan en los textos de la Biblia
(especialmente del Evangelio), en los escritos de los padres Apostólicos, en las máximas
eclesiásticas y en las decisiones de los concilios de la Iglesia. Facilitaron un conjunto doctrinal
articulado de la enseñanza cristiana para que pudiera ser difundido por todos los rincones del
Imperio romano.
Los primeros doctores de la Iglesia fueron, a su vez, cuatro padres de la Iglesia de Occidente
(san Ambrosio, san Agustín de Hipona, el papa san Gregorio I y san Jerónimo) y cuatro padres
de la Iglesia de Oriente (san Atanasio, san Basilio, san Juan Crisóstomo y san Gregorio
Nacianceno). Los primeros padres orientales (Clemente de Alejandría, san Justino Mártir y
Orígenes) estuvieron bajo la influencia de la filosofía griega. Sin embargo, los padres
occidentales (principalmente Tertuliano, san Gregorio I y san Jerónimo), por lo general, evitaron
la síntesis del pensamiento pagano con el cristiano.
ESCOLASTICISMO
Movimiento filosófico y teológico que intentó utilizar la razón natural
humana, en particular la filosofía y la ciencia de Aristóteles, para
comprender el contenido sobrenatural de la revelación cristiana.
Principal corriente en las escuelas y universidades de Europa durante
la edad media (especialmente desde mediados del siglo XI hasta
mediados del siglo XV), su ideal último fue integrar en un sistema
ordenado el saber natural de Grecia y Roma y el saber religioso del
cristianismo. El término “escolástica” también se utiliza, en un sentido
más amplio, para expresar el espíritu y métodos característicos de ese
momento de la historia de la filosofía occidental o cualquier otro
espíritu o actitud similar hacia el saber de otras épocas. En su origen
“escolástico” designaba a los maestros de las escuelas monásticas o
catedralicias medievales, de las que surgieron las universidades, pero
acabó por aplicarse a cualquiera que enseñara filosofía o teología en
dichas escuelas o universidades.
FILÓSOFOS Y AUTORES
MEDIEVALES
I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII XIV XV XVI
Siglo
Séneca
(-4 a 65)
Plotino
205-270
Agustín de
Hipona
354-430
Boecio
480-524
Juan Escoto
Eriúgena
810-877
Avicena
980-1037
Anselmo de
Canterbury
1033-1109
Pedro Abelardo
1079-1142
Maimónides
1135-1204
Roger Bacon
1220-1292
Tomás de Aquino
1225-1274
Guillermo de Ockham
1288-1349
Nicolás de Cusa
1401-1464
¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara
eternidad!
Del libro de las Confesiones de san Agustín, obispo
Libro 7, 10. 18, 27
(Año 398)
“Habiéndome convencido de que debía volver a mí
mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello
me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y
vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por
encima de la capacidad de estos mismos ojos, por
encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz
ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y
clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud.
Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba
por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o
como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo más
alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo
más bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que
conoce la verdad”.
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I-II,
cuestión 94, art. 2 (1265–1272)
“Ahora bien, entre las cosas que son conocidas de todos hay un
cierto orden. Porque lo primero que alcanza nuestra aprehensión
es el ente, cuya noción va incluida en todo lo que el hombre
aprehende. Por eso el primer principio indemostrable es que “no
se puede afirmar y negar a la vez una misma cosa”, principio que
se funda en las nociones de ente y no-ente y sobre el cual se
asientan todos los demás principios, según se dice en IV
Metaphys. Mas así como el ente es la noción absolutamente
primera del conocimiento, así el bien es lo primero que se
alcanza por la aprehensión de la razón práctica, ordenada a la
operación; porque todo agente obra por un fin, y el fin tiene razón
de bien. De ahí que el primer principio de la razón práctica es el
que se funda sobre la noción de bien, y se formula así: “el bien
es lo que todos apetecen”. En consecuencia, el primer precepto
de la ley es éste: “El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de
evitarse”. Y sobre éste se fundan todos los demás preceptos de
la ley natural, de suerte que cuanto se ha de hacer o evitar caerá
bajo los preceptos de esta ley en la medida en que la razón
práctica lo capte naturalmente como bien humano.”
“Dios es absolutamente el sumo bien, y no
sólo en algún género o en algún orden de
cosas. Así, pues, y como ya se ha dicho
(a.1), se atribuye a Dios el bien en cuanto
todas las perfecciones deseadas dimanan
de él como primera causa. No es que
dimanen de El como de un agente
unívoco, como quedó demostrado (q.4
a.3), sino como de un agente que no se
corresponde con los efectos ni por razón
de la especie ni por razón del género. La
semejanza del efecto se encuentra en la
causa unívoca uniformemente; en cambio,
en la causa equívoca se encuentra de
forma más sublime, como el calor se
encuentra de forma más sublime en el sol
que en el fuego. Así, pues, como quiera
que el bien está en Dios como la primera
causa no unívoca, es necesario que el bien
esté en El de modo más sublime. Y por
esto se le llama sumo bien”.
Santo Tomás, Suma Teológica, I,
cuestión 6, art. 2 (1265–1272)