Platón (427-347 a. C.):
“La filosofía es la ciencia de la razón de las cosas”. “La filosofía es la
más alta ascensión de la personalidad y la sociedad humana por
medio de la sabiduría”
Platón es el primer gran filósofo ateniense que nos deja una amplia
obra escrita. Discípulo del polémico Sócrates y creador de la
Academia, que mantendrá su actividad hasta el s. VI de nuestra era,
(el año 529 serán cerradas todas las escuelas filosóficas por orden de Justiniano), su
pensamiento ejercerá una gran influencia en el desarrollo de la filosofía
El estilo de Platón se ha considerado frecuentemente como una dificultad para alcanzar
su filosofía. Este planteamiento proviene de un típico prejuicio académico, según el cual
toda filosofía no podía ceder, para ser realmente filosofía, a la tentación de hacer de la
escritura filosófica una entidad suficiente como para alcanzar así un valioso nivel de
expresión y belleza. El supuesto rigor filosófico, el absurdo mito de la profundidad, tenía
necesariamente que enmarcarse con un lenguaje confuso, enrevesado, que otorgase un
cierto carácter misterioso a la comunicación filosófica. La dificultad de esta filosofía
disimulaba, con su ropaje críptico, la más absoluta vaciedad. Lo grave es que una serie
de connotaciones mágicas ha ido tiñendo, debido a estos prejuicios, la historia de la
filosofía, de tal modo que ha llegado a pensarse muchas veces que cuanto más difícil
pareciese un pensamiento, más profundo y jugoso era. No es necesario explicitar más
este hecho, que no merecería la pena ser mencionado si no hubiese lastrado, durante
siglos, la originalidad y libertad de lenguaje filosófico.
Precisamente, como no hay separación entre pensamiento y lenguaje, el espesor, la
vivacidad, la riqueza del lenguaje platónico son, entre otros, una prueba más del volumen,
agilidad e importancia de sus ideas.
La escritura de Platón tenía que concordar con la atmósfera de belleza y humanidad que,
a pesar de todas las contradicciones, había circundado a las realizaciones del siglo V a.
C. y que se prolongará en buena parte del IV. Sería absolutamente anacrónico que una
época que había visto desarrollarse a Sófocles, Tucídides, Eurípides, Fidias, Pericles,
Sócrates, Gorgias, no se exprese, filosóficamente, como lo hizo Platón. La belleza,
claridad y exactitud de su lenguaje no eran otra cosa que la absoluta identificación con la
cultura y la vida real de su tiempo.
Pero, además, su lenguaje y estilo constituyen una prueba valiosa que nos hace pensar
en el sentido de la filosofía, en las diferencias que presenta, ya en su origen, frente a la
historia posterior. En esta historia, por interesantes y curiosas presiones teóricas y
sociales, dignas de ser analizadas más detenidamente en otra ocasión, lo que se
denomina filosofía ha ido convirtiéndose en un género literario peculiar, importante sin
duda, pero radicalmente distinto de aquellas conversaciones surgidas, como al azar,
mientras Sócrates se bañaba los pies en el río Iliso. Sin embargo, a pesar de esta
aparente ligereza, nadie ha negado que allí, junto a esas aguas, tuvo lugar una de las
pocas experiencias filosóficas realmente importantes en la historia de la humanidad.