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limite a mirarla. Me quité la ropa para luego cubrirme con una toalla, cogí el
jabón líquido y un pedazo de papel toalla dirigiéndome hacia la ducha, allí dejé
correr el agua por todo mi cuerpo mientras me enjabonaba bien los testículos y
el pene con su respectivo enjuague para que estén listos para la faena. De
regreso al cuarto le alcancé la toalla con la que ella cubrió su cuerpo macizo y
carnoso. Le alcancé las sandalias y se dirigió a la ducha, mientras yo sentado
en la cama me secaba el cuerpo con otra toalla más pequeña imaginándomela
de qué manera se estaría lavando la concha. Terminando de secarme los pies
me vestí rápidamente poniéndome solo el pantalón y la camisa pero no la ropa
interior, salí del cuarto en dirección a la ducha que quedaba afuera, me
acerqué a la puerta de la ducha, estaba cerrada pero se escuchaba el rumor
del agua, en algunos momentos más intenso, seguramente cuando caía sobre
la superficie dura del piso de la bañera; en otros instantes el sonido del agua
era suave como amortiguado por el cuerpo de Malena. Escuché un golpe,
probablemente se le había caído el jabón. El agua sonó con más, fuerza
durante unos instantes y luego me llegó un uff, seguido casi inmediatamente
por varias exclamaciones - Aj, aaaaj, uf, bur-bur-bur-bur-bur-bur. Luego de un
breve silencio escuché - ¡Qué fría! , pero la voz de Malena no estaba dirigida a
mí, igual le contesté – Si sientes frío termina de una vez, me respondió - No, si
me gusta. Es que no puedo remediarlo. Su voz la escuché con la resonancia
del baño cerrado, mezclada con el ruido del agua. La palabra “remediarlo” sonó
hueco, turbio, como si en ese momento hubiera tenido que cerrar la boca un
poco para no tragar agua. Fui a la mesa, me senté en una silla desocupada,
cogí un chicle y empecé a masticarlo. Me levanté y fui nuevamente hasta la
puerta del baño, despacio, sin hacer ruido. El agua estaba cayendo sobre su
cuerpo, oía su respiración acelerada por los movimientos de los brazos al
lavarse, el roce de la esponja enjabonada contra la piel, levísimos ruidos
guturales, un resoplido pequeño, continuo. Retrocedí un paso y me quedé
contemplando la puerta del baño, quieto, casi sin respirar, tratando de
escuchar el ruido del agua sobre la bañera, sobre el cuerpo de Malena. No
llegaba ya ningún ruido gutural, había cesado el pequeño resoplido.
Rápidamente me dirigí al cuarto para desvestirme nuevamente, no quería que
se entere sobre lo que había hecho.
Cuando entró a la habitación, se quitó la toalla que la cubría y ante mí quedó
desnuda de espalda, mientras me comentaba - La ducha me sentó muy bien, el
agua estaba muy fría, pero ahora estoy ya más tranquila. Es tremendo
¿sabes?, pero luego te sientes mucho mejor, no sé, como purificada, un
perfume suave se escapaba de su cuerpo. Al contemplarla así, calatita como
estaba, disimuladamente me rasqué las pelotas con una mano y la cabeza con
la otra. No me sentí desarmado, sino armado. Mi pene latía y vibraba cada vez
con mayor fuerza, se iba endureciendo. Mi mente me decía - Aprovecha este
momento para agarrártela rico. Asolapadamente sin que ella se dé cuenta mis
manos frotaban el bulto prominente que había entre mis piernas.