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hombre para su reproducción y eligió a nuestros
antepasados para ello.
Hija predilecta del maíz, obtenida de la molienda
en una piedra de origen volcánico (metate) con un
metlapil o mano de metate, suave y rítmicamente
producida por la creatividad de mujeres hincadas,
la masa para las tortillas es instrumento, utensilio,
plato y alimento de los pueblos de México. Una tor-
tilla es la expresión musical de las manos de todas
las abuelas, madres e hijas quienes, torteando entre
sus manos, crearon esta maravilla que acompaña las
mesas mexicanas y que, aunque algunos lo duden,
tienen claramente diferenciado el frente y la vuelta,
pues una vez que ha sido depositada para su cocción
en el comal, la tortilla eleva su temperatura pero se
cocina primero del lado de contacto con el comal y
la parte superior se reseca por el aire caliente. Tan
pronto se sabe –como parte del saber ancestral– el
momento de voltear la tortilla, ocurre la magia del
frente y la vuelta. Siempre el primer lado cocido es
el frente.
Nuestros antepasados integraron la cal al proceso de
uso y transformación, denominada nixtamalización,
lo que, además de evitar que las tortillas se peguen
al comal, evita una enfermedad que no existía en
México, llamada pelagra, ya que la alcalinidad de la
cal hervida con el maíz para retirar la cáscara del
grano, hacerlo masa y transformarlo también le quita
ese riesgo de salud.
En la actualidad, hay cientos de productos alimenti-
cios basados en el maíz: emulsificantes y edulcorantes
de casi todas las bebidas, gelatinas, mermeladas
y platillos conservados en refrigeración, latería, o
empacado para preservar las consistencias. El maíz
se aprovecha de cabo a rabo. Las espigas sirven, in-
cluso, para hacer una especie particular de tortilla;
la hoja de la planta para empacar tamales; la hoja
de la mazorca del elote, donde viene el grano, es
empaque y plato (el totomoxtle u hojas para tamal);
pero desde luego lo que queda de la planta, una vez
retiradas las mazorcas, es forraje para el establo y
los animales del mundo entero crecen y engordan
a base de maíz.
Otros regalos de México al mundo
No hay cocina actual en el mundo que no esté in-
fluenciada por algo que haya existido en ese México
prehispánico. Hoy día, nada hay más asociado a Méxi-
co y su gastronomía que el chile (Capsicum annuum),
en sus cientos de variedades, aunque muchas de sus
especies son producidas en países como Estados
Unidos y China. Característico de nuestra cocina, es
la especia más usada en el mercado mundial. Sólo
en Estados Unidos hay más de 80,000 restaurantes
denominados como de cocina mexicana (no hay ese
número de restaurantes en este país) que usan el
chile como parte de su cocina.
El tomate o xitomate o jitomate –xitomatl, con la
voz náhuatl– es parte esencial de la cocina italia-
na. No habría una buena pasta boloñesa sin este
ingrediente, intercambiado después de la Colonia.
Lo mismo sucede con las pizzas. Aun cuando se
diga que fueron inventadas por los italoamericanos
en Nueva York, son de patente italiana y la base de
ella es, después del trigo, la salsa de jitomate o el
sofrito de tomate. Usamos la palabra indistintamente
porque sólo en el altiplano mexicano se conserva la
distinción entre tomate rojo y tomate verde, llamando
al primero jitomate. En el resto del país y del mundo
se le nombra por color, forma o por características
de región, como tomate fresadilla, miltomate, tomate
de la milpa, tomate criollo o tomate de cáscara. Y
el otro, simplemente tomate y, en algunos casos,
tomate riñón o corazón de vaca, como en Francia;
o grape tomatoes cuando son pequeños y alargados,
parecidos a una uva en tamaño; o el cherry tomato,
similar a una cereza. Pero la base de todos ellos es
el único xitomatl mexicano prehispánico.
Este fruto –que no es verdura– acompaña por
excelencia a las ensaladas del mundo, y sus pro-
piedades alimenticias, como casi todo lo que es
característico de la vida precolombina, son excep-
cionales, fuente de vitaminas, minerales, sabor y
color. Una salsa mexicana, un guacamole, un arroz
a la mexicana, unos chilaquiles y un largo etcétera,
no pueden pensarse sin un jitomate fresco, molido,
hecho puré, pasta o troceado. De igual manera es
evidente la participación de la vainilla (de vaina
Códice Florentino. Ilustra el cuidado y cultivo del maíz.