8. El supuesto propósito de la expedición era recuperar un vellón sagrado que había sido
llevado al «país de Eetes» por el rey Frixo, nieto de Minia, cuando estaba a punto de ser
sacrificado en el monte Lafistio (véase 70.d) y acompañar al ánima de Frixo de vuelta a
Orcómeno. Su jefe tuvo que ser un minia —lo que no era Diomedes, hijo de Esón—, quizá
Citisoro (Herodoto: víi.197), hijo de Frixo, a quien Apolonio de Rodas da un lugar
prominente en la fábula (véase 151.f y 152.b), y que mereció el sobrenombre de Jasón
(«curador») en Orcómeno cuando terminó con la sequía y la peste causadas por la huida de
Frixo. Sin embargo, Diomedes era minia por parte de su madre; y es probable que la
descendencia fuese matrilineal tanto en Orcómeno como en la Yolco pelasga.
9. En esta leyenda minia, el país de Eetes no puede haber estado en el otro extremo del Mar
Negro; todos los testimonios primitivos indican la cabecera del Adriático. Se cree que los
argonautas navegaron por el río Po, cerca de cuya desembocadura, al otro lado del golfo, se
halla la Isla de Circe o Eea, llamada ahora Lussin; y que fueron atrapados por los
colquideos de Eetes en la desembocadura del Ister, no el Danubio, sino, como sugiere
Diodoro Sículo, el pequeño río Istro, que dio su nombre a Istria. Medea mató entonces a su
hermano Apsirto, que estaba enterrado en la vecina Apsirtides; y cuando ella y Jasón se
refugiaron con Alcinoo, rey de Drepane (Corcira), a pocos días de navegación hacia el sur,
los colquideos, defraudados en su venganza, temieron incurrir en la ira de Eetes sí volvían
con las manos vacías y en consecuencia edificaron la ciudad de Pola en la tierra firme de
Istria. Además, el país de las sirenas, las Rocas Chocantes, Escila y Caribdis, se hallan todos
cerca de Sicilia, y al pasar por allí el Argo fue sacudido por el viento nordeste, con gran
violencia. «Cólquide» puede ser en realidad un error por «Colicaria» en el Po inferior, no
lejos de Mantua, al parecer un apostadero en la Ruta del Ámbar, pues las hijas de Helio, que
lloraron lágrimas de ámbar, aparecen en la fábula tan pronto como el Argo entra en el Po
(véase 42.d). El ámbar estaba consagrado al sol, y Electra («ámbar»), la isla en la que se
dice que tocó el Argo, difícilmente puede haber sido Samotracia, como creen los
escoliastas, sino «la tierra de Eetes», un puesto comercial al término de la Ruta del Ámbar,
quizá corintio, porque Eetes había llevado su culto del Sol desde Corinto, pero acaso
pelasgo, porque según la Descripción de la Tierra de Dionisios (i. 18), una colonia pelasga,
proveniente de Dodona, en un tiempo mantenía una flota poderosa en una de las
desembocaduras del Po.
10. Al mito no geográfico de Diomedes, ahora combinado con la leyenda de un viaje minia a la
tierra de Eetes, se agregó un tercer elemento: la tradición de una incursión de piratería
anterior a lo largo de la costa meridional del Mar Negro, realizada a las órdenes de otro rey
minia. La sexta ciudad de Troya, con su dominio del Helesponto, gozaba del monopolio del
comercio en el Mar Negro, al que esta incursión se habrá propuesto desafiar (véase 137.1).
Ahora bien, el supuesto objetivo de los minias en viaje por el Adriático era un vellocino, no
de oro, sino, según Simónides (citado por escoliasta sobre Apolonio de Rodas: iv.77), de
púrpura, al que el Primer Mitógrafo Vaticano describe como aquel «en el que Zeus solía
ascender al cielo». Dicho de otro modo, era un vellón negro que se llevaba en un rito regio
destinado a producir la lluvia, como el que se realiza todavía todos los primeros de mayo en
la cumbre del monte Pelión, donde un anciano con una máscara de badana negra es muerto
y resucitado por sus compañeros, vestidos con vellones blancos (Annals of tbe British
School at Athens xvi.244-9, 1909-16). Según Dicearco (ii.8), este rito se realizaba en la
época clásica bajo los auspicios de Zeus Acteo o Aereo («de la cumbre»). Originalmente el
hombre con la máscara de badana negra sería el Rey, representante de Zeus, que era
sacrificado al final de su reinado. El empleo de la misma ceremonia en .el monte Pelión y
en el monte Lafistio explicaría la combinación de las dos tradiciones de Yolco, a saber, el