que cambiarle su estado, pero estando deprimido no se nos ocurre nada
importante.
Entonces, cuando usted hace o deja de hacer cosas, eso tiene que ver con
el estado en el cual se encuentra. Un estado púrpura, un estado de modo
hervir, un estado de positivismo, de energía, repito, hace que usted lleve a
cabo muchas actividades: que usted salte, brinque, que se mueva, que
quiera iniciar nuevos proyectos. Pero un estado de energía baja o “modo
nevera” como lo he bautizado, un estado de ánimo de “Dios me lleve, Dios
me traiga”, de “sigo ahí, regular, para no preocuparlo”, se percibe a la
distancia y no es conveniente; es un estado que actúa como repelente; aleja
la gente, no te quieren. Piense en lo siguiente. Qué siente cuando una
persona del común, ni un familiar ni su mejor amigo, le empieza a hablar de
enfermedades y problemas; de lo cansado o triste que se encuentra. No
vemos la hora de salir de ahí, de irnos de allí, y si la educación y modales no
nos lo prohibieran, le diríamos, me importa un carajo, deje ya de quejarse,
que muchos con menos problemas de los que usted tiene, no se quejan y sin
embargo progresan. No le cuente sus problemas a cualquiera; a algunos no
les importan, a otros les gustará que usted los tenga y a otros más les
producirá desconfianza. ¿Quiere caer en este estado, en el que en vez de
irradiar energía usted solo produce que lo eviten? Estoy seguro de que no,
de lo contrario no estaría leyendo este libro.
¿Y cómo cambio mi estado de ánimo, Juan Diego? ¿Cómo migro al modo
hervir para que muchas cosas buenas me pasen? Pongamos desde ya
entonces, y para empezar, el peor de los escenarios: una persona se
encuentra mal, su estado de ánimo está por el piso, depresión total. Hay tres
sugerencias concretas para cambiar el estado en que nos encontramos
y
son el lenguaje, el enfoque y la fisiología o lenguaje corporal. Expliquemos
cada una de manera práctica.
» Lenguaje: muchas de la personas que estamos en modo hervir
tenemos un lenguaje ganador, incluso hay palabras que no usamos en
el día a día; por el contrario, cuando una persona está bajita de punto,
con mínima energía, usted la oye hablar y ya encuentra que parte de
su bajo estado, emocionalmente hablando, gravita alrededor de las
pobres palabras que emplea. Son personas que hablan mucho de
fracaso, de que la situación está muy difícil, de las enfermedades que