44 EL ORIGEN DE LA OBRA DE ARTE
realidad casi palpable de la obra en donde hay to
davía algo otro.
Era un hecho conocido antiguamente que, apenas
se "planteaba la pregunta sobre lo que es el ente, se
abría paso la cosa en su cosidad, como modelo del
ente. En consecuencia, debemos topar, en las tra
dicionales interpretaciones del ente, con la circuns
cripción ya preparada de la cosidad de la cosa. Nece
sitamos, por ende, asegurar expresamente este saber
heredado de la cosa, para relevarnos -del _trabajo
árido de la propia investigación sobre lo cósico de
la cosa. Las respuestas a la pregunta sobre lo que
es la cosa, son de algún modo tan corrientes que
ya no se siente su problematicidad.
Las interpretaciones de la cosidad de la cosa que
han dominado en el transcurso del pensamiento occi
dental, desde hace tiempo evidentes y de uso coti
diano, se pueden reducir a tres.
Una mera cosa es, por ejemplo, este bloque de
granito. Es duro, pesado, extenso, macizo, informe,
áspero, coloreado, en partes mate, en partes brillan
te. Todo lo enumerado podemos desprenderlo de la
piedra. Así tomamos conocimiento de sus caracterís
ticas. Pero éstas se refieren a aquello que la piedra
misma posee. Son sus propiedades. La cosa las tiene.
¿La cosa? ¿En qué pensamos ahora, cuando nos re
ferimos a la cosa? Parece que, ahora, la cosa no es
sólo la reunión de notas ni tampoco el montón de
propiedades por el que nace el conjunto. La cosa
es, como todos creen, aquello en torno a lo cual se