Hijos de la intimidad libro

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About This Presentation

La Generación Que Manifestará a Dios En La Tierra (Spanish Edition) Edición Kindle. Dios está haciendo nacer un ejército de hijos que manifestarán la sustancia del Padre en toda la tierra. ... Al enemigo le lleva años corromper una identidad, a Dios un instante restaurarla.


Slide Content

Sennewald, Mariano
Hijos de la intimidad: la generación que manifestará a Dios en la tierra.-
2a ed. - Monte Grande : el autor, 2015.
239 p. ; 21,5x14 cm.
ISBN 978-987-33-8030-3
ISBN 978-148-35-6837-9
1. Cristianismo. I. Título
CDD 230
Diseño gráfico: María José Tórrez Villa-Gómez.
Corrección: Natalia Corsi, Gisela Sawin y Marianela Liboa.
Distribución y pedidos por mayor: misionproducciones​@outlook.com

ÍNDICE
COMENTARIOS
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1 · Hijos de la intimidad
CAPÍTULO 2 · Hijos del viento
CAPÍTULO 3 · Fijos los ojos en el Padre
CAPÍTULO 4 · Erradicando el espíritu de orfandad
CAPÍTULO 5 · Experimentando la paternidad divina
CAPÍTULO 6 · Vistos y amados por el Padre
CAPÍTULO 7 · De esclavos a hijos– Parte I
CAPÍTULO 8 · De esclavos a hijos– Parte II
CAPÍTULO 9 · Perdidos en los negocios del Padre
CAPÍTULO 10 · Despiertos a la gloria del Padre
CAPÍTULO 11 · Padres de generaciones
CAPÍTULO 12 · La revolución de los hijos de Dios
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS

COMENTARIOS
Es sorprendente ver cómo Dios está levantando y moviendo las
aguas de una generación apasionada que quiere ver a Dios como Señor,
desea verlo manifestarse como Rey, pero por sobre todo está buscando a
Dios como Padre. Es allí donde comienza el clamor de los hijos de la
intimidad. Te animo a que dejes tu reputación de lado y te presentes
delante de Él con el mayor título que te fue otorgado en esta tierra, que
es ser hijo de Dios y que te vuelvas un verdadero íntimo. Espero que este
libro te lleve cada vez más cerca del corazón del Padre así como lo hizo
conmigo.
Lucas Conslié
Ministro de adoración, ministerio Toma Tu Lugar, Córdoba, Argentina.
Hoy en nuestro mundo tan turbulento, mientras algunos están orando
para que Dios nos saque de este planeta tan perdido y otros están
declarando el juicio de Dios, yo escucho la voz del Padre por medio de
Isaías 60:1-2 proclamar:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de
Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la
tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y
sobre ti será vista su gloria”. El problema no es el enemigo, el problema
es que no sabemos quiénes somos. Fuimos diseñados para brillar en la
oscuridad, no para huir de ella. Todo Latinoamérica espera la

manifestación de los hijos de Dios. Mariano tiene su cabeza recostada
sobre el pecho de Jesús y está escuchando lo que el Espíritu está
diciendo a la Iglesia: Jesús vino para salvar lo que se había perdido.
Nuestra identidad es ser hijos de la Intimidad.
Roger Cunningham
Pastor, Iglesia Cristiana La Viña Las Condes, Santiago, Chile.
Tengo el alto honor de conocer a Mariano Sennewald desde hace
algunos años, conocer a su familia y el magno trabajo que están
desarrollando junto a los santos de MiSion a favor de esta y las próximas
generaciones. Reconozco que él es un verdadero hijo de la intimidad, al
cual Dios le ha dado una voz que ahora llega a nosotros de forma escrita.
Sin lugar a dudas, aquí se vuelcan años de experiencia junto a verdades
presentes que son parte de la preparación del Cuerpo de Cristo.
Recomiendo plenamente este libro para todos aquellos que entienden
que, como generación, estamos siendo formados en el secreto para
manifestarse en lo público como hijos de la intimidad con el Padre.
Gracias Mariano por ser un instrumento de justicia en nuestra generación
y disponer tu vida para servir a la Iglesia en toda la tierra.
Gustavo Lara
Apóstol, Ministerio UNGE, Buenos Aires, Argentina.
Indiscutiblemente la venida de Jesús se acerca y El Padre está
restaurando la identidad del Cuerpo de Cristo a nivel mundial. Lo está
haciendo a través de una generación de íntimos totalmente libres y
transformados. Éstos, han comprendido que el mayor éxito y propósito
de nuestra existencia es cumplir el primer y segundo mandamiento desde

el fundamento eterno de la herencia de nuestra identidad como: Hijos,
Novia, Reyes y Sacerdotes de Dios. En mi opinión Mariano Sennewald
además de ser un modelo y prototipo atinado de un “Hijo de la
intimidad”, es un verdadero precursor, representante y vocero de esta
generación, que llevará este mensaje a todo Iberoamérica.
David Lugo
Ministro de Adoración, Ministerio IHOP, Kansas City, Estados Unidos.
Cada vez que lo he visto a Mariano hablar en conferencias, he
quedado deslumbrado al ver cómo logra con frescura compartir algo
nuevo y provocador. Al leer este libro, me doy cuenta que logró hacer
esto mismo en él. Transmite gran nivel de energía y entusiasmo sobre
nuestra identidad como hijos de la intimidad. Me desafió a verme como
me veo en la Presencia de Dios y a cuestionarme la brecha. Si quieres un
salto cuántico en tu vida espiritual, lee este libro.
Gonzalo Zubieta
Consultor internacional en Estrategia y Liderazgo, Santiago, Chile.
Creo, sin temor a equivocarme, que este libro que tienes en tus
manos, es uno de los mensajes más claros que el Cielo está hablando a
esta generación. No solo es un buen libro sino que es un activador,
ningún lector quedará igual después de ser expuesto a la Palabra de Dios
revelada en cada página. Cuando termines, querrás responder a ese
llamado de pasar de la teoría a la práctica y ser parte de los
representantes y embajadores de Dios para este tiempo. Y lo que más me
bendice es que el autor, mi amigo Mariano, vive lo que escribe.
Menny Escobar

Pastor, Iglesia Rey de Reyes, Buenos Aires, Argentina
La vida y el mensaje del Espíritu en la voz de Mariano Sennewald
hacen eco en nuestro ser, alimentan la eternidad y generan fruto. El libro
que tienes en tus manos es el resultado de una vida en el secreto, de
decisiones radicales y tiempos proféticos escuchando el corazón del
Padre. No son palabras al viento; es un mensaje para una generación que
crece y gestiona su vida desde el secreto y la intimidad. Este no es un
libro sobre argumentos o exposición de ideas, sino un llamado profético
a las generaciones y una clave apostólica para los santos. Este mensaje
alimentará el desarrollo de los diseños de Dios en tu vida y serán
principios de sabiduría y poder divino para caminar en los caminos del
Hijo, movido por el Espíritu Santo, agradando a Papá en todo.
Rodrigo Gorjón
Pastor, Centro Familiar de Adoración, Córdoba, Argentina.
He sido bendecido por poder conocer a mi hermano Mariano durante
toda su vida y he sido testigo de su búsqueda incansable por la Presencia
de Dios. Es allí donde recibe la revelación continua sobre la que se
fundamenta su vida, familia y ministerio. Hijos de la intimidad es el
llamado de Dios a conectarte con un estilo de vida de dependencia, guía
y abandono al Espíritu Santo de Dios que te llevará a ser la
representación exacta de Jesús y manifestar Su gloria a este mundo
perdido. Jamás podremos ir en búsqueda de los perdidos sin la
revelación de que primero hemos sido encontrados.
Sebastián Sennewald
Evangelista, Iglesia El Encuentro, Ministerio EMUBA, Buenos Aires, Argentina.

Conozco al autor de este libro como nadie, hemos sido amigos,
novios y hace muchos años un feliz matrimonio. Hay algo que siempre
me ha conmovido y no ha cambiado, sino que crece y se fortalece cada
día: Su amor y deseo incansable de escuchar la voz del Padre y hacer oír
esa Voz a todo el mundo. Veo tanto del Padre en su vida y este libro es
solo una muestra escrita de lo que él vive cada día. He sido la primera en
leer Hijos de la intimidad, y estoy convencida de que será un proceso de
transformación, sanidad y restauración en cada uno que lo lea. En estas
páginas lograrás descubrir al Papá que te soñó y formó para que estés
cerca de Él y lo reveles a otros. Deseo que este mensaje vivo te enamore
de Jesús y avive tu vida como lo hizo y lo sigue haciendo conmigo.
Analía Mora de Sennewald
Ministerio MiSion Centro de Entrenamiento Ministerial, Buenos Aires, Argentina.

DEDICATORIA
Dedico este libro a quienes me han mostrado la naturaleza del Padre
a través de sus vidas como hijos de Dios durante toda mi vida. Cada
pequeño acto de amor divino que he visto en cientos de hombres y
mujeres que viven como hijos de la intimidad, me ha revelado que Él es
real y cercano, y han incrementado mi deseo de vivir para Él.
A los hijos del Viento, que de forma invisible, anónima, espontánea,
impredecible, poderosa y constante, revelan al Padre cada semana en
cada rincón de la tierra, sin esperar los aplausos del hombre sino la
recompensa del cielo.
A todos los que están dispuestos a morir a las tradiciones humanas y
religiosas, para establecer la denominación celestial en la tierra.
A los que pagan el precio de discipular personas más que realizar
tareas, convirtiéndose en padres espirituales para una generación
huérfana de alma.
A los que están dando su vida por transformar la realidad con los
ojos fijos en la eternidad.

AGRADECIMIENTOS
A Quien se reveló a mi vida como un Padre cercano, y me dice
constantemente que me ama y le caigo bien. ¡Gracias por ser más real
que el aire que respiro y darle sentido a todo!
A mi compañera perfecta, el amor de mi vida. Sin vos, nunca podría
haber escrito este libro, haces que me sienta pleno y feliz, sos la muestra
visible y tangible que Dios premia a quiénes le honran.
A la mayor inspiración de este libro, mi princesa Conie. Todo lo que
aquí está escrito nació contigo. Has sido mi mayor seminario, me diste
un doctorado en amor, felicidad, plenitud y me desafiaste a ser un mejor
hombre, el papá que te mereces. Mi vida cambió cuando me dijiste
“papá” por primera vez.
A mis padres, les debo todo lo que soy. Papá, sos la persona que más
ha influenciado en mi vida, te admiro y sigo aprendiendo como es el
Padre cuando te miro. Mamá, siempre creíste en mí cuando ni yo lo
hacía, soy fruto de tus oraciones y perseverancia, gracias por nunca darte
por vencida. A mi hermano Sebastián y el resto de mi familia, gracias
por su paciencia y compañía en esta maravillosa aventura.
De forma especial agradezco a mis hijos espirituales, no tengo
palabras para decirles cuánto los amo, caminar con ustedes, discipularlos
y disfrutarlos, ha inspirado mucho del contenido de este libro.

A la iglesia El Encuentro, instituto MiSion y todos mis amigos del
Reino en tantas ciudades y naciones: ¡Qué honor ser parte de la familia
de Dios en la tierra!
Por último, agradezco a quienes hicieron posible que este mensaje
salga a la luz: Majo Torrez, ¿cómo se agradece tanta excelencia y amor?
Tu trabajo de diseño es sublime, pero lo que más me impacta es que con
cada actitud me mostrás a Jesús, ¡gracias!. Natalia Corsi, sos un regalo
de Dios para mi vida, gracias por la dedicación para corregir el texto, tu
aporte vale oro. Gisela Sawin, contar con tu apoyo, consejos y
colaboración me hacen crecer mucho, gracias. Marianela Liboa, Dios
recompense el tiempo invertido en correcciones, es una bendición que
seas parte. A todo el equipo de MiSion, esto es fruto de todos, sigamos
esforzándonos que Papá sonríe con cada paso que damos.

PRÓLOGO
Cuando Dios creó a Adán fue con la intención de hacer una
extensión de Su persona en la tierra. Las palabras: imagen y semejanza,
en el original refieren a sombra y horma. Fuimos hechos por la “horma
de Dios” para ser Sus representantes en esta tierra. Satanás odia esto,
porque es una posición que él jamás volverá a tener. Por eso nuestro
enemigo, como padre de los rechazados, se esfuerza para imprimir y
grabar en las personas raíces de rechazo para que el ser humano se sienta
y viva como huérfano. Sin embargo, para esto ha venido Cristo, para
deshacer las obras del diablo y para rescatar lo que se había perdido
desde el Edén: intimidad con el Padre otra vez e identidad de hijos. Jesús
dejó de ser el unigénito de Dios para transformarse en el primogénito de
muchos hermanos.
“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el
derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos
naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios”
- Juan 1:12-13
Somos hijos de Dios por Su voluntad y no por esfuerzo de prácticas
religiosas. Esto es un fruto de Su intimidad, de tener Su espíritu, Sus
características, Su genética en nuestro interior. Hoy hay mucha gente
convencida pero pocos convertidos. La conversión es una parte esencial
en la reforma que Dios está haciendo a través de Su iglesia en las

naciones y consiste en realmente volver a ser semejantes al Padre. La
evidencia de que alguien es hijo de la intimidad no es que vaya a un
templo, cante canciones lindas o escuche prédicas. Tampoco es que haya
dejado vicios o la vieja forma de hablar, sino que se debe ver en su vida
el carácter de Cristo, un hijo parecido al Padre de adentro hacia afuera.
Y esto no se puede fingir o aparentar, es necesario nacer de nuevo.
Nos damos cuenta de que el Espíritu Santo está restaurando una
verdad cuando una revelación se intensifica y se repite en diferentes
lugares y de distintas formas al mismo tiempo. En esta temporada Dios
nos está hablando mucho de intimidad y de paternidad como nunca
antes. Por esta razón el libro que está en tus manos es una herramienta
alineada al hoy de Dios para tu vida y afectará tu legado en esta tierra.
Mariano Sennewald es mi amigo personal desde hace muchos años.
Conozco su corazón, su familia y su pasión por lo auténtico de Dios. Sin
duda es la persona indicada para inspirar a esta generación a vivir como
Hijos de la intimidad. Al comenzar a leer estas páginas, con expectativa
de conocer más de la esencia de Dios, sin duda el Espíritu Santo te
llevará a salir de lo superficial y te meterá en Sus profundidades.
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los
que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque
el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”
- 1 Corintios 2:9-11
Al entender la palabra filiación tuve más entendimiento del propósito
de Dios en relación a los hijos nacidos de la intimidad. Filiación es una
palabra que se usa en un ámbito judicial para determinar que una

persona es legalmente hijo de sus progenitores. Sin embargo, también es
un término que se utiliza para las empresas o cualquier tipo de negocio
al determinar sus extensiones o “filiales”. Usualmente son anexos, lo
más parecido posible al original, que expresan bien lo que uno quiere
vender o comunicar. Un ejemplo claro de esto es McDonald’s. Un día
teníamos que ir con parte de mi equipo a Portugal y fue un viaje bastante
largo con varias escalas. En veinticuatro horas comimos tres veces en
esta cadena de comidas rápidas. No es que seamos fanáticos de ese lugar
sino que era el único que estaba abierto y lo más “seguro” que teníamos.
La ventaja es que esa cadena de hamburguesas es exactamente igual en
cualquier parte del mundo (nos ha salvado varias veces). Trabajan con el
sistema de “filiales” donde todos sus restaurantes tienen que ser lo más
parecido al original y por dicha razón tienen tanto éxito a nivel mundial.
Dios pensó en nosotros para que seamos mucho más que “comida
rápida”, nos creó con la idea que seamos sus “filiales”, o sea, Sus hijos
en esta tierra. La obra de Cristo en la cruz nos permite volver a esa
horma y ser otra vez a Su imagen y semejanza de tal manera que
representemos con exactitud a nuestro Creador, lo más parecido a lo
original posible.
Sería bueno que tomes estos próximos días para replantearte si
realmente estás siendo “una buena filial” del cielo en la tierra. Si todos
tus frutos, tus obras, tu carácter y tus reacciones demuestran que eres
Hijo de la intimidad. Te animo a ser parte del remanente que Dios ha
adoptado para marcar esta generación, haciendo en la tierra como es en
el cielo. No te distraigas, porque tiempo y oportunidad acontecen a
todos, así que aprovecha tu tiempo y atrapa tu oportunidad de vivir como
un hijo de la intimidad con Dios.

- Marcos Brunet

INTRODUCCIÓN
El pastor dijo que Dios se regocijaba sobre nosotros con cánticos,
citando al profeta Sofonías. Al instante uno de los ministros empezó a
cantar de parte de Dios:
“Mi alegría eres tú, hijo de mi corazón
Mi deleite eres tú, hijo de mi intimidad”
En ese momento pude sentir un calor en mi interior semejante al de
un leño ardiendo. Ese fuego comenzó a derretir mis temores hasta
consumirlos por completo. Qué maravilloso es oír la música detrás de la
música y escuchar la voz de Dios envuelta en las palabras. Una persona
no es verdaderamente libre hasta que oye la voz del Padre susurrar su
nombre. Nunca entenderé cómo Dios escoge los momentos para
visitarnos y avivarnos. Camino a Damasco…Huyendo de Egipto…En la
cárcel de Patmos…Durmiendo sobre una almohada de piedra…,
pareciera que los desiertos son los escenarios preferidos de Dios para
hablar a Sus hijos. El amor divino es capaz de atravesar cualquier
barrera para despertar el propósito en los elegidos desde la eternidad.
Dios busca adoradores que adoren al Padre y hará lo imposible por
encontrarlos. Los verdaderos adoradores son hijos. Donde se encuentra
un hijo de Dios, se abren los cielos, se oye la voz del Padre y el Espíritu
desciende de forma visible. En ese cuadro te imagino con este libro en
tus manos. La canción que oí aquel día está comenzando a sonar en tu

interior. Estás a punto de ser inundado por el amor del Padre de una
manera sobrenatural. Su voz te tomará y trasladará a lugares altos como
lo hace un águila con sus crías.
Al enemigo le lleva años corromper una identidad, a Dios un instante
restaurarla. Todos hemos sido definidos por el mundo. Alguien nos dijo
quiénes éramos y qué debíamos hacer. Somos el resultado de
experiencias que nos marcaron y dictaron nuestro andar. Pero ¿qué
sucedería si descubres que Dios dice otra cosa sobre ti? ¿Qué si hasta
aquí has vivido para suplir las expectativas del hombre y no las de tu
Creador? ¿Lo que dicen las personas de ti, coincide con aquello que el
Padre siente cuando piensa en ti?
Jesús preguntó: “¿Quién dicen que soy?” El mundo lo había
definido: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros Elías, otros
Jeremías o alguno de los profetas”. La opinión de la gente disonaba con
lo que el Padre pensaba de Él. Entonces, inconforme con la respuesta
volvió a lanzar el interrogante: “Ustedes, quién dicen que soy?”. Es ahí
que el discípulo apasionado declaró: “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios
viviente”. De repente Jesús escuchó a alguien que lo definió en sintonía
a lo que su Padre pensaba de él. El cielo y la tierra coincidieron y este
hijo de la intimidad del Padre se activó. Eso sucederá en los próximas
días, la voz de estas páginas se alinearán con la sinfonía del cielo y de
repente el Espíritu Santo comenzará a danzar en tu interior. La
revelación de Jesús nos lleva al descubrimiento de quiénes somos. Eso
sucedió con Pedro. Nota que el tosco pescador no había escuchado esta
declaración de ningún predicador, ni la había leído en ningún libro. Sin
duda la información que tenía sobre Jesús no era parte de su herencia
religiosa, sino de su intimidad con el Padre. Este hombre que se estaba
convirtiendo en un fundamento inconmovible por generaciones, había

nacido en la intimidad. Y entonces Jesús lo definió. Le dijo quién era y
qué haría con Él. Lo llamó Simón Pedro y le dijo que sobre esa identidad
edificaría la Iglesia gloriosa que haría retroceder al infierno y desatar el
cielo en la tierra. Simón significa “el que oye a Dios”, Pedro es “roca”.
“El que oye a Dios es una roca”, pasarán los años, permanecerá firme y
Jesús podrá construir Su reino sobre él. El imperio eterno está
constituido por hijos. Dios sueña con una familia. No puede haber hijos
si no hay un Padre. Si no tienes entendimiento de quién es tu Padre,
nunca podrás caminar como hijo. Dios te adoptó como hijo, ¿tú lo has
adoptado como Padre? La revelación que tienes de Jesús, determina tu
identidad. Él se llama Padre Eterno y tú Su hijo por los siglos de los
siglos. Jesús está enamorado de la Iglesia. Por generaciones le ha
ofrecido Su corazón, no a una institución religiosa sino a hombres y
mujeres que corresponden a Su amor. Esa pasión no es estéril, sino que
da como fruto hijos. Éstos no nacen de normas, reglamentos o principios
de hombres. Puedes heredar una religión, una denominación y hasta un
ministerio, pero tu relación con Dios no figura en el testamento, sino que
se desarrolla y se cultiva. Quiero animarte a entrar en Su habitación.
Vayamos juntos a un lugar donde no hay otro sonido más que la voz de
Dios. Por los próximos días te desafío a que bajes el volumen de todo
alrededor. Entra en ese cuarto de intimidad donde Dios te dirá cosas que
no puede decirte en público. Lo que ilumina este ambiente de amor es
una luz de revelación que te hará verlo como nunca antes lo hiciste.
Descubrirás aspectos de Dios que te atraerán fervientemente a Él.
También podrás observar tu corazón desnudo, sin las vestiduras de la
religión. En Su espejo identificarás áreas que necesitan ser sanadas con
urgencia. Disfrutarás el aroma del conocimiento de Cristo que perfumará
la atmósfera y te irás impregnado de Él para manifestarlo en todo lugar.

Serás abrazado, definido y enviado. Nunca has sentido un amor igual,
nadie te ha mirado de esa manera. Entrarás solo, experimentarás el
regazo del Padre y saldrás como parte de un ejército que manifestará a
Dios en la tierra. Hay una generación que está por nacer. No nacerán de
un sistema religioso. No son fruto del esfuerzo humano. Son los nacidos
en el secreto. Estos revolucionarios serán dados a luz en pesebres
espirituales. Desiertos, habitaciones, trenes, colectivos, patios, parques,
playas y cocinas, serán las salas de parto donde Dios alumbrará a cientos
que manifestarán la esencia del corazón del Ser no Creado a la
humanidad. No los busques en la multitud, están perdidos en los
negocios del Padre. Son los herederos de la eternidad. Son los hijos de la
intimidad.
- Mariano Sennewald

CAPÍTULO 1
· Hijos de la Intimidad ·

“La gloria del Padre, es ver
Su naturaleza en los hijos”
“Tenemos muchos hijos de costumbres
y tradiciones religiosas, que
necesitan volver a nacer del amor”
“Cuando Dios pone una inquietud
en tu corazón es porque Él quiere
darte una revelación”

L

CAPÍTULO 1
· Hijos de la Intimidad ·
a noticia inundó mi vida de felicidad. Era el día de mi cumpleaños.
Mi esposa me despertó con un desayuno, una pancarta muy grande
con muchas fotos y frases llenas de amor y ternura. En cada imagen
había textos escritos repasando las aventuras, los viajes, las experiencias
de nuestros primeros años de matrimonio. Cuando creí que eso era todo,
me contó que faltaba algo más y me entregó un sobre. Dijo que ese era
el regalo más pequeño y a la vez más grande que recibiría en mi vida. Al
abrirlo encontré el test de embarazo que notificaba que seríamos padres
por primera vez. Lloramos de alegría, nos abrazamos y adoramos a
nuestro Dios por la mayor corona y honra que podríamos recibir en la
tierra.
A las semanas fuimos a realizar la primera ecografía. Desde ese
momento mi corazón fue impactado por un amor que jamás había
experimentado. El doctor dijo: “Su tamaño es como el de un grano de
arroz”. Escuchar su corazón latir de manera continua y profunda, era
como un mensaje directo de Dios diciéndonos cuánto nos amaba.
Enseguida recordé las palabras de David: “Mi embrión vieron tus ojos, Y
en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego

formadas, sin faltar una de ellas
1
”. Pude entender que desde que éramos
del tamaño de un grano de arroz ya éramos vistos por el Padre. Mi
pequeña estaba captando toda la atención de quien la había creado. Era
fruto del amor y la intimidad con mi esposa. Allí fue donde Dios
comenzó a hablarme de este libro, de una generación de hijos de la
intimidad, del amor entre Jesús y Su amada.
Así fue como comenzamos a vivir un avivamiento de amor en
nuestros corazones. En ese contexto, hubo una experiencia que me
marcó. Al transcurrir los primeros meses, todo el mundo quería saber el
sexo de nuestro bebé. Estábamos ansiosos en cada ecografía, pero no se
dejaba ver. En una de las visitas al doctor, recuerdo que pasamos con el
ecógrafo un buen rato y no podía descubrir su sexo. Él exclamó: “Es
muy raro ver a un bebé con las piernas cruzadas todo el tiempo y que en
cada oportunidad que hemos intentado no destrabe sus piecitos”. Con
mi esposa comenzamos a reírnos. ¿Por qué? Porque así soy yo, no
importa cómo me haya quedado dormido, siempre despierto con las
piernas cruzadas. Aun cuando estoy sentado, pongo siempre un pie
encima del otro (acabo de mirarme mientras escribo este libro, y ¡así
estoy ahora mismo!). Cuando le explicamos el motivo de nuestra risa al
doctor, él dijo: “Es que es así, los hijos portan la naturaleza de sus
padres”. ¡Wow! Qué revelación maravillosa. Una generación de hijos de
la intimidad que portan la naturaleza de su Padre. Esa es nuestra esencia.
El día que mis ojos vieron a Conie por primera vez y la tuve en brazos,
mi vida cambió. Vi tanto de mí en ella, que aprendí el siguiente
principio: La gloria del Padre, es ver Su naturaleza en los hijos. Ella no
soy yo, ni su mamá, pero porta nuestra esencia. Y siempre la llevará.
¿Por qué? Porque nació de la intimidad y el amor.

Hijos de la religión o hijos de la intimidad
Dios está haciendo nacer una generación que son hijos de la
intimidad. Cuando los conoces no puedes identificarlos con una
tradición religiosa sino con la naturaleza del Padre. Recuerda, la gloria
del Padre es que te parezcas a Él. Hoy tenemos cientos de hijos
parecidos a denominaciones y estructuras religiosas, pero pocos que
representen la denominación celestial. La tierra quiere ver una
generación de hijos que expresen la naturaleza divina en poder, carácter
y gloria. Necesitamos hijos que puedan decir como Jesús: “Y el que me
ve, ve al que me envió”.
2
La creación gime por la manifestación de los
hijos de Dios:
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la
manifestación de los hijos de Dios”
- Romanos 8:19
¡Qué paradoja! Hoy hay más cristianos que nunca en la tierra, pero
no todos viven como hijos que muestran al Padre. Existen cuarenta y un
mil denominaciones evangélicas en el mundo. En naciones como Brasil
o Estados Unidos, he visto tres iglesias en una misma cuadra. Hay
cientos y miles de formas de culto. Se están construyendo muchos reinos
pero no todos tienen el ADN del Rey. Tenemos muchos hijos de
costumbres y tradiciones religiosas, que necesitan volver a nacer del
amor. Cuando viajo por distintas naciones y conozco cristianos es muy
sencillo darse cuenta de su trasfondo. Cada hijo de la religión responde a
paradigmas y clichés establecidos por el sistema. Es como si portaran un
evangelio superficial, vendido en serie, poco genuino, con frases
armadas y muy predecibles. Lo primero que me preguntan cuando me

conocen es: “¿De qué denominación es usted pastor?” Y no quiero decir
que las denominaciones no son importantes, pero cuando éstas
determinan nuestra identidad y no la naturaleza del Padre, estamos en
problemas. No son malas las estructuras, pero fueron creadas para
sostener las edificaciones y no para limitar lo que el Arquitecto quiere
edificar. No escribí este libro en contra de las denominaciones, para
nada, y tampoco busco que dejes tu iglesia, al contrario, continúa
leyendo y te darás cuenta. De hecho, creo que tú eres la herramienta que
Dios utilizará para el cambio que los que te rodean necesitan. Pero
también creo que hoy la iglesia necesita redefinir su identidad, más allá
del lugar donde Dios colocó a cada hijo, debemos volver juntos a nuestra
esencia, que es el regazo del Padre y desde ese lugar unirnos para
derribar los muros que nos han separado por siglos. La iglesia es la gran
idea de Dios que ha nacido del amor eterno de Jesús por nosotros.
Leamos las palabras de Jesús a los fariseos, quiénes eran hijos de la
religión:
“Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino
dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa
dividida contra sí misma, no permanecerá”
- Mateo 12:25
El mundo no quiere ver religiosos que tienen soluciones para todas
las cosas y creen que pueden arreglarlo todo aunque haya que quemar en
hogueras a los que no piensen como ellos. Solo necesitan experimentar
el amor, el carácter, el poder y la gloria del Dios vivo a través de tus
toques, palabras, abrazos y señales. No quieren discursos o sermones,
quieren ver y probar a Dios a través de nuestras vidas. Si tú quieres ser

uno de esos, que portan la naturaleza del Padre y que manifiestan Su
sustancia a este mundo, necesitas una experiencia como la que vivió
Nicodemo.
Nacidos de arriba
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un
principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí,
sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús
y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no
puede ver el reino de Dios”
- Juan 3:1-3
Quiero presentarles a Nicodemo: un hijo de la religión. Cuando era
niño veía a los maestros de la ley y soñaba algún día vestir los
ornamentos religiosos y enseñar doctrina al pueblo. Su máximo anhelo
era llegar a integrar el Sanedrín y así definir la dirección religiosa de la
nación. Se preparó toda su vida, pagó un alto precio para lograrlo, se
convirtió en un experto en doctrina judía y en este momento ha
alcanzado un lugar de privilegio ante los ojos de la aristocracia
sacerdotal de Israel. Muchos lo consideran un principal entre los judíos.
Su consejo y sabiduría es requerida por todos. Sin embargo, hay un
vacío en su interior que la teología no puede llenar. Tampoco el
reconocimiento del sistema religioso, ni siquiera la jerarquía que tiene en
la denominación. Tiene hambre por algo que no ha probado.
De repente, encuentra a un hombre que trae vida a los preceptos que
desde pequeño ha guardado. Nunca había visto esos principios más que
en papiros, pero ahora los ve encarnados en un mortal de Nazaret. La

pregunta rápida que viene a su mente es: “¿De qué denominación será
este hombre? ¿Será saduceo, fariseo? ¿Habrá estudiado en una escuela
de profetas o en un seminario de la ley? ¿Cuál será su sinagoga y quién
será su rabí?”. Sin embargo, este sabio que si algo conoce a la perfección
es la religión judía, con sus referentes, templos y corrientes, se da cuenta
de que Jesús no encaja en ninguna de ellas. Y llega a la siguiente
conclusión: “Rabí, sabemos que has venido de Dios…nadie puede hacer
las señales que tú haces”. La vida de Jesús no tiene explicación natural
ni religiosa. No corresponde a ninguna estructura terrenal. Tampoco se
lo puede identificar con ningún maestro que haya en Israel. Este hombre
vino del Padre. El ADN de Jesús es Divino, todo en Él es una expresión
del Reino que no puede ser dividido. Los actos cotidianos de Su vida no
encajan en las ecuaciones humanas. Hay una sola fuente capaz de dar a
luz a un hombre así: Dios. Esto llama poderosamente la atención de
Nicodemo. De repente, se encuentra frente a un escenario desconocido
pero atractivo. Aún no ha descubierto bien cuál es la razón que capta
tanto su interés, pero está dispuesto a descubrirlo aunque deba poner en
juego su reputación. Esa noche, sale en una búsqueda cuidadosa de
Jesús. Nadie puede verlo. ¿Qué dirían aquellos que lo dan todo por
guardar la santa tradición farisea si ven a este líder hablar con un
apasionado joven que acaba de voltear las mesas en el templo, acusando
al sistema religioso de transformar la casa de su Padre en una cueva de
ladrones? Estar dispuestos a perder la posición, reputación y control es
el primer paso de aquellos que anhelan dejar de ser hijos de la religión y
transformarse en hijos del Espíritu. Y Nicodemo lo hizo.
Rápidamente Jesús toma el mando de la conversación. El Maestro
sabe qué es lo que atrajo al religioso a esta cita divina. Este hombre
necesita ver, más que saber. Entonces le dice: “De cierto, de cierto te

digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. La
palabra original para “de nuevo” también implica “de arriba”. Es
necesario nacer de arriba. Juan lo explica de esta manera:
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados
de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de
Dios”
- Juan 1:12-13
No podemos cumplir el propósito de Dios ni ver Su Reino si no
sabemos quiénes somos y a dónde pertenecemos. He dedicado mi primer
libro El jardín de la amistad para describir de dónde venimos y a dónde
vamos, un lugar de intimidad donde Dios nos está esperando cada día
para revelarnos Su corazón. Dios ha puesto este libro Hijos de la
intimidad en mi corazón, para revelar quiénes somos, una generación
nacida “de arriba”, del corazón del Padre, del fruto del amor entre Cristo
y Su Iglesia. No hemos nacido “de abajo”, de la tierra. Juan dice que:
“Los hijos de Dios no fueron engendrados por personas, fueron un deseo
del Eterno”. No son fruto de estructuras religiosas, de denominaciones o
de “super” ministros. Son hijos del secreto. Una vez que la iglesia
entienda quién es, definida por el Padre, alcanzará niveles de
manifestación de la gloria de Dios nunca vistos anteriormente. Si no
vivimos el proceso de morir a la religión y nacer de nuevo y de arriba,
nunca podremos entender en plenitud el Reino de Dios. Creo que esto
describe a cientos que hoy ocupan bancos en los templos cada domingo.
Pero Dios está haciendo nacer una generación de hijos e hijas del Dios
vivo, que manifestarán el cielo en la tierra y la naturaleza del Padre en

todo lugar. Unificarán el Reino dividido, no solo conocerán los
principios sino que vivirán el poder de la Palabra, movidos por el
Espíritu Santo y sus vidas solo podrán ser explicadas por argumentos
sobrenaturales.
Hijos del Espíritu
He aprendido el potencial que tiene el hacerle preguntas a Dios.
Muchas veces no recibimos respuestas, porque no hacemos las preguntas
correctas. Dios no tiene problemas con nuestras preguntas cuando
realmente nuestra motivación es escuchar Su voz y recibir Su dirección.
Cuando Dios pone una inquietud en tu corazón es porque Él quiere
darte una revelación. Nicodemo preguntó, y en ese momento se abrió un
portal de revelación tremendo para su vida, y para nosotros que
disfrutamos de esta conversación transformadora:
“Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo
que esnacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es”
- Juan 3:4-6
Para nacer de nuevo hay que morir primero. ¿Cuánto de tu
humanidad debe morir para convertirte en un hijo del Espíritu? ¿Cuántos
aspectos de tu carácter te han acompañado siempre y han nacido de la
carne? ¿Cuántos de tus sueños provienen de abajo y no de arriba?
Cuando Dios te llama a matar algo en tu vida, es que Él quiere traer a luz

algo mucho más glorioso. En este proceso Nicodemo estaba muriendo,
pero estaba naciendo un hijo de la intimidad que defendería a Jesús en el
Sanedrín delante de todos los religiosos
3
, alguien que junto a José de
Arimatea llevaría el cuerpo de Jesús a la gloriosa tumba.
4
Un hijo de la
religión estaba desapareciendo y un protagonista del Reino e íntimo de
Jesús estaba por manifestarse. “Nacer de agua” era un término que
usaban los judíos para el nacimiento natural. Jesús estaba diciendo que
además del nacimiento natural, debía haber un nacimiento engendrado
por el Espíritu Santo. Cuántos “muertos vivos” caminan hoy por la tierra
que han nacido de agua pero no del Espíritu y entonces no pueden ver el
Reino de Dios. Aún en la misma iglesia sucede esto. No tengo dudas de
que estamos experimentando el comienzo de un despertar espiritual que
traerá una revolución de luz a las naciones. Hace años Dios está
llamando a Su pueblo al amor íntimo. Podemos ver a la Amada del
Señor responder a tal atractiva invitación de forma radical y apasionada.
De esta pasión nacerá una generación de hijos de la intimidad. Cuando
visito congregaciones en distintas naciones, no importa de la
denominación que sean, puedo notar que cada vez son menos las cosas
que nos separan y Dios está trayendo una misma identidad, deseos
similares por la Presencia de Jesús y aún formas de adoración y oración
en común. De repente, de las cuarenta y un mil maneras distintas de
vivir la vida del Reino, en vez de discutir cuál es la mejor, entendemos
que hay una forma y es ser como Jesús, un hijo “de arriba” y del
Espíritu. Jesús fue claro: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es”. ¿Qué somos? Si nacimos del
Espíritu, creo que como Jesús tenemos que empezar a identificarnos
como “hijos de Dios”. Y con esta identidad asumir la responsabilidad de
que todos los que nos vean, vean la naturaleza del Padre en nosotros.

Debo decirte que la religiosidad será cada vez menos atractiva para el
mundo, pero cientos de Nicodemos pondrán en juego su reputación y
posición para encontrar a hijos de Dios que porten la naturaleza del
Padre. Mi corazón se goza cuando las personas ven a mi hija y me dicen:
“No hay dudas que es tu hija, se parece tanto a ti”. Anhelo que en la
medida en que vaya creciendo se convierta en una gran mujer de Dios
que manifieste la naturaleza del Padre en las naciones. Que las personas
no la identifiquen por su nacionalidad, o su religión, o su estatus social y
cultural, sino porque es una hija que muestra al Padre y no puede ser
definida por ninguna explicación que no sea sobrenatural.
Dios puso este mensaje en mi interior para aquellos Nicodemos que
se sienten vacíos por la religiosidad y necesitan una revolución espiritual
que cambie sus vidas para siempre. También para aquellos que como
Jesús provocarán la atracción de muchos Nicodemos que les dirán: “Yo
no entiendo lo que haces, pero reconozco que vienes del Padre, porque
nadie hace lo que tú haces”. Seas uno u otro eres parte de una
generación que está por manifestarse en la tierra, hijos de la intimidad,
que en todo lugar donde estén, producirán que los cielos se abran, que el
Espíritu descienda de forma visible y que la voz del Padre se escuche en
la tierra diciendo: “Estos son mis hijos amados y por ellos mi corazón
siente placer”.
¿Cómo se produce ese cambio interno? ¿Cómo saber si soy un hijo
de la religión o de la intimidad? ¿Cómo transformarme en un
protagonista de lo que Dios hará en los próximos años en la tierra? Éstos
han sido los interrogantes que me llevaron a dar a luz este libro.
Cuestionamientos similares le hizo el principal de los fariseos a Jesús.
Te animo a que avancemos juntos en este camino maravilloso y
descubramos cómo Jesús transformó a Nicodemo en un hijo de la

intimidad.

CAPÍTULO 2
· Hijos del viento ·

“Adán sin aliento de vida era barro
inerte. El cuerpo sin espíritu es
simplemente un pedazo de carne.
La iglesia sin el gobierno del Espíritu
son ladrillos y personas amontonadas”
“Dios ya tomó nuestra forma a través
de Jesús, para que nosotros podamos
tomar Su forma a través del Espíritu”
“Jesús no quiere distraernos del
mundo, quiere atraernos hacia el Reino”

E

CAPÍTULO 2
· Hijos del viento ·
n mi primer viaje a Bolivia conocí amigos extraordinarios. La
noche que describiré a continuación la identifico como una de las
más maravillosas de toda mi vida. El calor del hogar de la familia
pastoral que me hospedaba solo podría lograrse cuando la Presencia de
Dios es el centro de un lugar. Era una velada donde las apasionantes
charlas e historias de Reino eclipsaban la deliciosa comida que había
sobre la mesa. Los pastores comenzaron a describirme uno de los
momentos más difíciles y a la vez gloriosos de sus vidas. La historia
tenía que ver con su hija menor. Cuando transitaba sus catorce años de
edad, los padres le preguntaron qué regalo deseaba recibir para su
cumpleaños número quince. En muchos países latinoamericanos se
acostumbra agasajar a las quinceañeras con una fiesta o con un viaje
para disfrutar con amigos o familiares. La respuesta de la niña al
principio no parecía ser extraña. “Un viaje”, exclamó. Hasta ese
momento imagina la emoción de sus padres por la elección de su hija, ya
que no tendrían gastos exorbitantes en comidas, bebidas y cotillón, sino
que disfrutarían un tiempo increíble con la familia.
- ¡Qué bueno hija! y ¿a dónde te gustaría ir?

- A Irán, a traficar Biblias -respondió la apasionada adolescente.
Recuerdo cómo estos preciosos hijos de Dios, describieron el
acontecimiento. La sangre se congeló dentro de ellos y cientos de
interrogantes llenaron sus mentes y aún sus bocas. -¿A Irán? ¿Al país
número uno enemigo del pueblo de Israel? ¿Al lugar donde si
encuentran a alguien con una Biblia la mayor suerte que esa persona
puede obtener es pasar su vida en la cárcel, antes que ser muerta o
torturada? ¿Qué le harían a una pequeñita de quince años si la
encontraran con una Biblia? Rápidamente comenzaron a explicar todos
los argumentos por los cuales esto era una locura y que de ninguna
manera ellos la autorizarían a realizar tal “suicidio”, quise decir, viaje.
Por los siguientes ocho meses trataron de convencerla. Con
razonamientos, fotos de torturas, historias reales de misioneros que aún
hoy están presos en esas naciones de Medio Oriente. Pero ¡Qué difícil es
quebrar la voluntad de alguien que tiene en su interior el ADN de Aquel
que fue capaz de dejar Su trono y dar Su vida para que otros la
obtengan! En el transcurso de ese tiempo, los padres de la joven se
fueron dando cuenta de que ningún argumento podría hacerla desistir,
porque aquellos que ya murieron a todo por causa de Jesús, no tienen
nada que perder, ni siquiera su propia vida. Fue así que después de un
duro proceso, los papás de esta “hija de la intimidad”, escucharon a Dios
decirles que esta locura era Su plan y que debían permitirle el viaje. Al
poco tiempo, Cecilia se estaba embarcando en la aventura Divina. Al
llegar al aeropuerto de Irán, sintió una voz del Espíritu que le decía que
debía entrar por una puerta, ésta tenía un letrero que decía: “Entrada para
diplomáticos”. La joven apasionada obedeció. Al verla, los policías de
migraciones, le dieron la bienvenida y ni siquiera revisaron su equipaje.
En medio de tal intervención sobrenatural, el Espíritu Santo volvió a

susurrar: Bienvenida embajadora del Reino Inconmovible. A los minutos
estaba dentro de esta hostil nación con una maleta llena de Biblias.
Muchas personas recibieron el tesoro de la palabra de Dios a través de
esta valiente guerrera. Semanas más tarde se reencontró con su familia
para contarles las experiencias celestiales que había vivido. Tengo otros
amigos que han introducido Biblias en Irán de formas milagrosas. Los
scanners de las aduanas se rompían justo cuando ellos estaban
ingresando, a los policías les agarraba picazón en los ojos al revisar su
equipaje e historias semejantes. ¡Cuánto amo la vida de aquellas
personas que solo pueden ser explicadas sobrenaturalmente! En ellos
veo la naturaleza del Padre. Pocas veces he contemplado en los ojos de
una persona tanta libertad y amor como en los de mi amiga boliviana.
Éste es uno de los tantos ejemplos que podría usar para describir a los
“hijos del viento”. Aquellos “invisibles” que son movidos por el
Espíritu, impredecibles para el sistema natural, pero que se hacen sentir
y todo lo que tocan lo sanan. Dios está soplando a estos portadores de
aliento de vida sobre la tierra desde Su propia boca. Jesús se refirió a
ellos cuando dialogaba con Nicodemo:
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es”
- Juan 3:6
Si te fijas en el comentario de tu Biblia, notarás que la misma palabra
griega que se utiliza en este pasaje significa tanto espíritu como viento.
El viento representa una generación de invisibles, que no les interesa
tanto ser vistos pero sí se hacen sentir. No pueden ser controlados ni
atrapados en sistemas humanos y religiosos. Son movidos y dirigidos

por el Espíritu Santo. Existe una dimensión de intimidad con Dios y
pasión por Su Presencia en la cual tu espíritu y el de Dios se entrelazan y
literalmente eres poseído por Él. El Espíritu comienza a determinar tus
pasos, movimientos y se empieza a ver a Cristo en ti, esperanza de
gloria. Ésta es una característica fundamental que diferencia a los hijos
de la religión de los hijos de la intimidad. Mientras los primeros
responden a paradigmas religiosos y sus movimientos son determinados
por tradiciones humanas, los hijos del Espíritu son movidos y dirigidos
literalmente por Dios.
Invisibles e impredecibles
Quisiera volver a la historia de Jesús y Nicodemo. En esta
apasionante charla, el Señor utiliza la figura del viento para describir a
los que nacen “de arriba”:
“No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El
viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde
viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”
- Juan 3:8
¡Qué maravillosa descripción de la generación que Dios está
levantando en la tierra! El viento no se ve, pero se oye. Así son los hijos
de la intimidad. Tienen un sonido. No están tan preocupados por el
reconocimiento del sistema, pero tienen una voz profética que es clara y
poderosa para estos tiempos. Entiendo que Dios está liberando una
unción creativa sobre aquellos que estén dispuestos a vivir el proceso de
morir a la religión y nacer al Espíritu. Esta voz se manifestará a través de
canciones, libros, mensajes y proyectos. Se escuchará no solo en templos

sino en universidades, empresas, palacios legislativos y hasta
presidenciales. Un viento fresco está soplando sobre las naciones. Son
los invisibles, cuando quieras verlos solo verás al Espíritu en ellos.
Quisiera hacer la siguiente salvedad: cuando hablo de esta
generación, no me refiero solo a los jóvenes, no tiene que ver con la
edad, sino con personas que son parte del ejército que Dios está
reclutando para lo que viene. De hecho es muy probable que Nicodemo
no fuera joven en este diálogo, ya que era un principal entre los judíos y
esta jerarquía solo la poseían los que tenían una reputación religiosa
adquirida a través de los años. Jesús continúa la descripción de los hijos
del viento diciendo: “No sabes de dónde vienen ni a dónde van”. Los
hijos de la intimidad son “impredecibles”. Esta es la antítesis de la
religiosidad que trabaja arduamente para hacer a los hijos de Dios
predecibles. Todo tiene que estar controlado y estructurado. No hay
espacio para la sorpresa. No queremos que nada nos sorprenda y se vaya
de las manos, ni siquiera aceptamos cuando Dios quiere irrumpir en
nuestros servicios estructurados y llamamos muchas veces “desorden” a
lo impredecible. Estoy totalmente de acuerdo que necesitamos orden,
pero cuando para lograrlo sacamos al Dios “incontrolable” de la
ecuación, perdemos lo más importante.
La religiosidad produce temor a lo nuevo. Los programas litúrgicos
cada vez son más rígidos y seguros. Nada puede salir de lo planificado.
Hacemos cultos en serie, como si fuera un producto sin fallas para
clientes exigentes. Si la hora se pasa un poco, los consumidores se
quejarán y ya no volverán la semana próxima. Tenemos horarios para la
adoración, para los anuncios, para el sermón. No hay espacio para
sucesos impredecibles. Todo debe venir de algún lado e ir hacia otro.
Exactamente lo contrario a lo que dijo Jesús. Que funcione no quiere

decir que sea del Espíritu. Los hijos del viento son impredecibles. Son
guiados y movidos por Dios en todo. Declaro que en los próximos años,
sabremos dónde empezarán los cultos, pero no tendremos idea dónde
terminarán, porque será tanto el mover del Espíritu que tomará el control
y los hombres lo perderemos. Podremos preparar el altar, convocar al
pueblo y aún a los profetas de Baal, pero no podremos fabricar el fuego.
Deberemos desarrollar corazones que atraigan la gloria Divina. Los hijos
del viento se preguntarán al comenzar cada culto: “Espíritu Santo ¿qué
quieres hoy? Tenemos nuestro plan, pero si tú no irrumpes y te
manifiestas nada tiene sentido”. Cuando alguien nos pregunte: “¿Cómo
son los servicios en tu denominación, en tu iglesia?” Diremos: “La
verdad no tengo ni idea, porque cada semana es distinto, nunca es igual,
pero siempre escucharás y experimentarás la Presencia del Dios Vivo”.
El encuentro no estará centrado en los hombres sino en la belleza de
Jesús y en el poder de Dios. Los sermones no serán los que produzcan
milagros, sino que explicarán y enseñarán sobre la gloria experimentada
por cada uno de quienes sean alcanzados por el viento del Espíritu a
través de los hijos. Así como en Pentecostés, primero caerá el fuego del
Espíritu y el viento recio, y después los “Pedros” de esta generación
explicarán: “No están ebrios como vosotros suponéis…esto es lo que
dijo el profeta Joel…”.
5
Dios está trayendo un cambio y los que tienen
oído para oír están oyendo el sonido de este viento. El control humano
será transformado en temor Divino. El orgullo en dependencia. El
pecado en santidad. Y la esclavitud en libertad.
Movidos por el Espíritu
El mundo está cambiando. La iglesia también. La evolución es parte

de la vida. Todos los días crecemos. Todas las personas vivas cambian.
Debemos direccionar esas transformaciones hacia el Varón Perfecto y
crecer cada día a Su estatura.
Vivimos un tiempo donde nos hemos dado cuenta de que la
religiosidad no alcanza. El evangelio teórico ha fracasado. Debemos
volver al punto donde nos corrimos y retomar el rumbo. Todos los
cambios que produzcas en este tiempo deben acercarte a una vida llena y
movida por el Espíritu Santo. Adán sin aliento de vida era barro inerte.
El cuerpo sin espíritu es simplemente un pedazo de carne. La iglesia sin
el gobierno del Espíritu son ladrillos y personas amontonadas. Hay una
dimensión espiritual descripta en Romanos 8 llamada “La vida en el
Espíritu” (te recomiendo que leas todo el capítulo). El resumen de este
maravilloso relato sobre lo que los hijos del Espíritu deben ser está en el
verso 14:
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios”
- Romanos 8:4
Quiero que notes la relación entre ser hijo de Dios y ser movido por
el Espíritu. De esto habló Jesús a Nicodemo. Ser lleno del Espíritu es
una experiencia, ser guiado y movido por el Espíritu es un proceso, un
estilo de vida. Él no solo quiere llenarte, también quiere dirigirte. No
solo quiere darte un culto glorioso, Su compromiso es que vivas una
vida gloriosa. Un hijo del viento es conducido en su diario andar por la
voluntad del Espíritu. Debo hacerte la pregunta “¿Estás tomado de tal
manera por el Espíritu Santo que Él guía cada paso que realizas? ¿Quién
gobierna en tu vida, la carne o el Espíritu?” Cuando el Espíritu guía la

vida de una persona la conduce constantemente a la voluntad del Padre.
Él te toma y determina tus movimientos. Inclina tus actos hacia la
devoción con Dios y la extensión de Su Reino. Ya no puedes moverte a
tu manera sino que es Él quien te direcciona en todo.
Un guante en las manos de Dios
Hace muchos años asistí a una conferencia y recuerdo un mensaje
que me marcó. Hablaba sobre vidas controladas por el Espíritu. El
reconocido orador utilizó como ejemplo un guante. Lo que más recuerdo
de la prédica es esta ilustración. Era simple y poderosa. Dijo: “Nosotros
somos los guantes, Dios es la mano. Si Él nos toma, ya no podremos
hacer lo que queremos, Él nos poseerá por completo, nos moverá y
nuestra vida estará controlada por Su Espíritu”. En mi memoria sobre
aquel día está la siguiente oración que elevé al Padre: “Yo quiero ser un
guante en Tus manos”. Con los años descubrí que este ejemplo tenía
mucho más sentido espiritual del que creía. El guante tiene la forma de
la mano. Nosotros tenemos la forma de Dios, fuimos creados conforme a
Su imagen y semejanza. Así como el guante solo sirve para la mano,
nosotros fuimos diseñados para ser repletos por Él. Cuando Dios nos
posee a través de Su Espíritu de manera absoluta, tomamos Su forma. El
guante pasa a ser parte de la mano, como nosotros pasamos a ser parte
de Dios. Pablo dijo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi”.
6
Si alguien
nos toca con un guante, no atribuimos el toque al pedazo de lana, sino a
la persona. En esta dimensión espiritual, los hijos del viento son guantes
en las manos de Dios. Cuando tocamos a alguien, la gente no nos ve a
nosotros sino a quien nos ha tomado. Las personas dirán después de un
culto: “Dios me habló”, en lugar de “qué tremendo ´fulanito´”. Otros

declararán: “sentí el toque de Dios” en vez de atribuir la gloria y el
poder a los hombres. Dios quiere que tomemos Su forma y esto solo
puede suceder cuando nos toma el Espíritu. Dios desea determinar
nuestros movimientos. Él anhela que seamos uno con Él. Mi amiga
Cecilia fue un guante en las manos de Dios para introducir Biblias en
Irán. Tengo otros amigos pastores de Estados Unidos que dejaron todo
para abrir una obra hace treinta años en Cochabamba (Bolivia). Hoy hay
allí una iglesia con un auditorio para más de mil personas, un colegio
para cientos de niños, un orfanato y están impactando más que a una
ciudad, a una nación. El día que estos amados hermanos dejaron todo se
convirtieron en guantes en las manos de Dios para acariciar esa nación.
La gente no les concede la gloria a ellos, solo entienden que Dios se
mudó allí. Tengo una amiga trabajando en la India, reclutando
muchachas de las familias para que no sean entregadas en matrimonio
(allí las entregan desde los cinco años edad). Muchas mueren laceradas
sexualmente, o son esclavizadas toda su vida. Los padres hacen esta
aberración solo por un poco de dinero. Mi amiga es un guante en la
mano de Dios para abrazar a estas niñitas. Otro pastor conocido en un
país cerrado al evangelio (no lo nombraré por seguridad) está preso hace
cinco años por predicar a Cristo. Recientemente en el juicio, le dijeron
que si negaba a Jesús, le darían su libertad y lo devolverían con su
esposa e hijas. Él contestó: “Puedo perder mi libertad, puedo perder a
mi esposa, puedo perder a mis hijas, pero no puedo perder mi fe en
quien me hizo libre por la eternidad, Jesucristo”. Podría enumerarte
tantos casos más de invisibles, que cada semana en distintas ciudades
movidos por el Espíritu, están edificando el Reino de Dios y
experimentando lo sobrenatural. Han perdido su voluntad, pero son parte
de un deseo mayor. Han decidido vivir la vida del Espíritu y rendir su

carne. Todos viven en plenitud. Un amigo me enseñó que plenitud no es
tenerlo todo, es no tener necesidad de nada. Esto solo puede venir por la
experiencia del Espíritu completando cada espacio de nuestro interior.
Por eso: ¡En Su Presencia tenemos plenitud! Dios ya tomó nuestra forma
a través de Jesús, para que nosotros podamos tomar Su forma a través
del Espíritu. Como hijos tenemos la naturaleza del Padre. La única
manera de convertirnos en hijos del viento es dejando de alimentar la
carne en todas sus formas y comenzar a nutrir el espíritu. Debemos
matar toda carnalidad en nuestras vidas, todo aquello que quiere llenar el
guante y dirigirlo hacia otros propósitos. Defino “carnalidad” como lo
que “enfría” tu anhelo ferviente por Dios. La adoración es una cuestión
de deseos. Todo lo que deseas más que a Jesús es idolatría. De esta
manera hasta el mismo ministerio puede convertirse en un ídolo si
prefieres ser usado a ser amado. El Espíritu siempre creará un apetito en
tu interior que solo puede ser suplido por Jesús y Su voluntad. Toda
“teología” que obstruya tu adoración a Dios y tu amor al prójimo es
incorrecta. Ser tomado por el Espíritu te acercará a Él y te conectará a
los demás. Dios te conducirá hacia un destino glorioso y de repente
sonreirás como solo aquellos que han alcanzado plenitud lo hacen.
Hambre por lo sobrenatural
Un religioso puede convertirse en un hijo del viento cuando da lugar
al hambre por lo sobrenatural. Así le sucedió a Nicodemo. Fue lo
inexplicable lo que lo atrajo: “Nadie puede hacer las señales que tú
haces”. La religión hace que pongas la vista en lo natural y explicable.
Recuerdo una charla que tuve hace varios años con un líder de jóvenes
de una iglesia grande en mi nación. Él me dijo: “Yo solo creo lo que

entiendo y puedo comprobar, lo demás para mí es misticismo”. ¿Dónde
ubicamos la fe en esa ecuación? Confundimos espiritualidad con
misticismo. No podemos ver y experimentar el Reino de Dios sin
hambre por lo espiritual, porque ésta es su sustancia. Lo espiritual es
invisible, impredecible y a la vez poderoso, transformador y atractivo.
Así son los hijos del viento. Así es Jesús.
Retomemos la historia de Nicodemo. Luego de esta maravillosa
descripción que Jesús hace de un hijo del Espíritu, la cabeza de
Nicodemo está a punto de explotar (¡espero que la tuya también!). En
realidad su espíritu está a punto de ser mudado. Entonces, hace la
pregunta.
“Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?”
- Juan 3:9
Notamos que esta segunda pregunta ya no es tan larga como la
primera. A veces las palabras sobran para quienes solo esperan ver lo
que nunca vieron. Hay un deseo profundo de vivir un cambio, una
transformación. Su interrogante manifiesta que hay hambre por lo
sobrenatural en esta alma religiosa. Nicodemo hace la pregunta que
todos quisiéramos hacer: “¿Cómo puede hacerse esto?”. En otras
palabras “¿Cómo dejar de ser un religioso y ser parte de este Reino que
estás describiendo? ¿Cómo, siendo un hombre que he defendido con
fervor la denominación judía en el Sanedrín, que ha asistido a la
sinagoga toda la vida y enseñado allí, puedo entrar en esta dimensión
espiritual?”. He sentido en mi espíritu esta pregunta en muchos hombres
y mujeres de Dios que conozco. Algunos lo expresan como un sentir de
que temen estar perdiéndose algo. Otros saben que hay más, pero ya

están grandes para un cambio. Prefieren la comodidad de lo conocido
antes que la frescura de lo que Dios está enviando. Lo entiendo porque
estuve en ese lugar. Pero de ese lado, se sabe mucho y no se ve nada del
Reino. Los templos están llenos de personas que saben mucho y no ven
nada. Pero Jesús le está hablando a Nicodemo no de saber, sino de ver.
Esto hace explotar su corazón en una corta pregunta: “¿Cómo hago
esto?” Si la pregunta de este hombre religioso es la misma que la tuya,
es necesario que la hagas. No alcanza con pensarla, es tiempo de
expresar tu hambre. Nicodemo tuvo que dejar “de noche” su comodidad
y salir en búsqueda de su transformación. Debes dejar tu comodidad y en
intimidad (de noche) comenzar a buscar al Espíritu como nunca antes.
Esa hambre, esa pasión, te llevarán a la revelación. Abrirán una puerta
delante de ti a una dimensión del Espíritu donde ya no tendrás el control,
todo será gobernado por Él. Esto no te lo puede dar un libro, ni un
hombre, es algo que solo obtienen los que se animan a cruzar la línea y
hablar con Él cara a cara. Nicodemo está ahí, en el momento exacto
donde su vida tomará un nuevo rumbo. Está por saltar de las cómodas y
acolchonadas butacas de la religión hacia la plataforma de la aventura
del Reino. Esa es la diferencia entre las personas como mi amiga
boliviana y tantos otros adolescentes que son entretenidos cada semana
en nuestras iglesias con el único objetivo de que no vayan a una
discoteca. Jesús no quiere distraernos del mundo, quiere atraernos
hacia el Reino. Es lo que distingue a aquellos que están viviendo como
hijos del viento, movidos y dirigidos cada día a aventuras sobrenaturales
y a los que se conforman con un cristianismo teórico, basado en leyes y
conocimientos que solo enfrían nuestro amor por Dios y por el prójimo.
Esa es la línea que este hombre está a punto de cruzar, y yo clamo a Dios
para que sea la misma frontera que tú estés a punto de traspasar. ¿Estás

listo?

CAPÍTULO 3
· Fijos los ojos en el Padre ·

“Una palabra divina sustenta
aquello que las circunstancias
debilitan”
“Puede haber teología, leyes,
reputación, pero cuando no hay
intimidad hay desánimo”
“Toda crisis se desata cuando
quitamos los ojos de Cristo”

U

CAPÍTULO 3
· Fijos los ojos en el Padre ·
na semana después de que nació Conie, vivimos quizá uno de los
momentos más difíciles de nuestras vidas. Le diagnosticaron una
infección que le estaba haciendo perder peso en forma vertiginosa.
Nació con casi tres kilogramos. En pocos días estaba apenas unos
gramos por encima de los dos kilogramos. Nos mandaron a internarla de
urgencia. Recuerdo llegar a la clínica donde unos días antes habíamos
vivido momentos de plena alegría y ahora el panorama era totalmente
opuesto. Era un día de invierno muy frío, el temor por nuestra hijita lo
hacía congelado y oscuro (así lo recuerdo). El lugar estaba abarrotado de
gente, literalmente atendían personas en los pasillos porque no daban
abasto. Nos atendieron en la guardia de urgencias. Al examinarla y ver la
orden del médico, las caras de las doctoras nos trasmitían la seriedad del
asunto. Nos dijeron que esperásemos. Al rato, la jefa de neonatología se
acercó y con rostro preocupado nos dijo que la clínica estaba colapsada,
no entraban más bebés en el sector destinado a cuidados intensivos de
recién nacidos y que Conie sería trasladada a otra clínica. Tampoco
podría retirarla del lugar por mi cuenta, ya que corría peligro su vida.
Debíamos esperar una ambulancia equipada para la situación. O sea en

otras palabras, no podían recibirla y tampoco podía llevármela. Estaba
en el medio y no se podía hacer nada. Nos ubicaron en un pasillo interno
y nos dijeron que habían pedido el traslado con urgencia, pero debido a
que muchas clínicas estaban igual, la situación era compleja y debían
aguardar respuestas. Esperamos seis eternas horas en aquel angosto y
oscuro pasillo. Jamás olvidaré esa sensación. Mi esposa lloraba, mi hija
también. Nadie me había dicho cómo había que actuar en una situación
así. Llevaba solo siete días de aprender a ser papá, me sentía totalmente
indefenso y vulnerable. No entendía cómo Dios que me había regalado
algo tan maravilloso ahora quizá, me lo pediría. En medio de esa
situación, viví mi proceso con el Padre. Recordé que una niña de tres
años de nuestra iglesia, unos meses antes del parto, se había despertado
diciéndole a sus papás: “Conie, va a ser sana y salva”. Lo repitió todo el
día. Su papá me había llamado asombrado en aquel momento. Me dijo:
“Mariano, ella nunca habla así, no sé por qué lo dice, pero está diciendo
que tu hija va a ser sana y salva”. En medio de aquel pasillo, recordé
esas palabras. Si Dios había despertado meses atrás el espíritu de una
niña para profetizar esto, ¿qué podía estar fuera de control? Mientas lo
natural nos decía una cosa, el Espíritu comenzó a susurrarnos otra. En
medio de ese escenario, una de mis discípulas me envió una canción que
acababa de componer. La letra decía: “Estoy aquí Papá, mirándote a los
ojos…Y veo en ti, que todo está bajo Tu voluntad, nada temeré, tú te
ocupas de mí, Fuerte Dios, Admirable, Padre Eterno eres Tú…”. Fijé
mis ojos en el Padre, y el temor comenzó a disiparse. Me fortalecí en el
Señor, lleno de confianza abracé a mi esposa, le hablé estas palabras y
ambos adoramos a Jesús. Por el siguiente mes todos los resultados
médicos parecían adversos. Pero teníamos una palabra: “Conie va a ser
sana y salva”. Cuando una palabra viene de Dios, no importa a través de

la boca de quién se exprese, es lo suficientemente poderosa para torcer
cualquier pronóstico. Teníamos el diagnóstico de la tierra y el del cielo.
Decidimos aferrarnos al de la clínica de Jehová Rapha, Aquel que todo
lo sana. Finalmente, el reporte de la tierra tuvo que inclinarse ante el del
cielo. Conie fue dada de alta y aumentó tanto su peso, que los doctores
que conocían nuestra fe nos decían: ¡Pidan a su gente que deje de orar
porque se está yendo al otro extremo! Aprendí tantos principios en ese
proceso que quiero compartir contigo algunos. El primero es que toda
crisis comienza cuando quitamos los ojos de Jesús y los ponemos en las
circunstancias. No importa cuán grande sea la tormenta, si Jesús está
descansando, yo puedo descansar. También aprendí que Dios nos
prepara para toda adversidad. Él no nos permite atravesar nada sin poner
en nosotros los recursos para superarlo. Aquella palabra de esta hermosa
niña, que al principio tomamos como algo muy lindo pero sin mucho
entendimiento, se convirtió en el ancla que mantuvo el barco firme en
medio de la tempestad. Una palabra divina sustenta aquello que las
circunstancias debilitan. Otra lección aprendida es que tu confianza en
Dios en medio de las pruebas será tu mayor adoración. Con sentir la
mirada del Padre fija en nosotros basta para que un corazón tembloroso
encuentre paz.
Los primeros meses de Conie fueron un gran seminario para mí.
Aprendí aspectos del Padre como nunca en mi vida. Al principio, debido
a los medicamentos y tratamientos, ella lloraba mucho. Yo la miraba
fijamente y le decía: “Hija no llores, papá está con vos”. Ella no tenía la
capacidad de fijar sus ojos en mí, miraba para todos lados y lloraba. En
algún momento lograba mirarme y encontraba mis ojos de amor
cautivados en ella. A pesar de lo fuerte que era su llanto, cuando me
miraba sonreía. Entonces entendí que nuestra adoración es una respuesta

a la mirada de amor del Padre. Si la adoración es nuestra sonrisa hacia
Él, solo puede manifestarse cuando encontramos esos ojos fijos en
nosotros. Nuestra alma llora cuando no podemos encontrar Su atención.
Somos como ese bebé que tiene unos ojos muy grandes enfrente suyo,
pero su llanto no le permite verlos. Fijar la mirada en Jesús establece el
canal por donde nuestra alma es fortalecida y nuestro espíritu nutrido. Es
el vínculo que desata la más sincera adoración y atrae el favor del cielo
hacia nuestras vidas. Los ojos de la fe te despiertan a la realidad de que
Él está enfrente tuyo y te ama tanto que no puede quitar Su vista de ti.
Recuerdo, en este proceso de prueba, cuando le inyectaban vacunas a mi
hija en sus pequeños muslitos. Mi corazón se desgarraba, ella estallaba
en llanto. Yo la miraba fijamente, le decía: “Aunque no entiendes lo que
está pasando, este dolor es por tu bien. Te dolerá un poco ahora, pero te
hará más fuerte después. En medio de tu dolor, papá está contigo,
mírame hija, y encontrarás mis ojos fijos en ti”. Así es nuestro Padre
Celestial. Todo dolor que a veces permite en nuestras vidas es para
nuestra fortaleza, no para nuestro mal. A veces necesitamos esas dosis
de prueba, para experimentar una sanidad completa. Ver al Padre
sonriéndo al mirarnos nos hace fuertes. Quizá si te lo digo de otra
manera te suena más familiar: “El gozo del Señor es nuestra fuerza”.
7
Más de una vez los ojos de la religión te dirán que eso no es de Dios. En
lugar de una mirada de amor, encontrarás una mirada de juicio. Tu
propia carne aliada al acusador, levantará el dedo, para incrementar la
crisis. El enemigo te propondrá otras opciones para mirar. Hará que fijes
tu vista en hombres. Muchas veces pensarás que si una persona no te
ayuda, no podrás salir del pozo. Te hará más dependiente de otros que de
Dios y sin darte cuenta te guiará a la idolatría. Otras veces te susurrará
que la culpa de tu situación la tiene alguien más. Frecuentemente actúa

responsabilizando a tus autoridades (el diablo siempre ha tenido un serio
problema con la autoridad). Culparás a tus papás, a tus pastores o
encontrarás a alguien. Pero si logras atravesar esas murallas y fijar tus
ojos en Jesús, encontrarás la mirada más tierna de amor alentándote.
Sabrás que no estás solo, simplemente estabas mirando al lugar
incorrecto, como un bebé que se distrae por todo y llora. Sus ojos te
cautivarán y escucharás Su voz diciéndote: “Yo no te he dejado. Es
necesario este proceso, mírame solo a mí y encontrarás el lugar de tu
seguridad”. Entonces sonreirás.
El poder de mirar a Jesús
Observemos la siguiente historia relatada en Números 21:4-9 que
tiene gran conexión con lo que vimos hasta aquí:
“Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para
rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y
habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir
de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua,
y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Jehová envió
entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió
mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo:
Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a
Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el
pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla
sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.
Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y
cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de
bronce, y vivía”

- Números 21:4-9
énfasis añadido por el autor
Esta es una historia maravillosa. El pueblo de Israel está en la tierra
de “en medio”. Hace rato salió de Egipto y parece que la tierra
prometida no llega. La tierra de “en medio” del camino es un lugar muy
difícil para un cristiano. Es el lugar donde se prueba si eres hijo del
Espíritu o hijo de la religión. Es un lugar hostil, árido y seco. No parece
haber mucho pan ni agua y el alma tiene fastidio por la realidad. El
desierto puede ser el escenario de tus máximos encuentros con Dios o el
cementerio donde tu alma enterrará todo tu ser. Si en ese punto del
proceso quitas tus ojos de Jesús para ponerlo en otro lugar,
probablemente decaerán tus fuerzas y te alejarás de las promesas. Pasar
una prueba implica no quitar tus ojos de Dios aún en medio del dolor.
Éste te fortalece. Poner tu mirada en los hombres o en las circunstancias
cuando atraviesas la tierra de “en medio” puede resultar mortal. Es allí
donde se gesta el desaliento. Entonces leemos la siguiente frase: el
pueblo se desanimó. Esta palabra implica lo contrario a “ánimo”. La
palabra ánimo tiene la misma raíz griega de la palabra “ánima”. Ésta es
ánemos que significa viento. Ánima significa soplo o respiración y
además es de donde proviene la palabra alma. Dios le da vida a Adán
soplando sobre él. Entonces la palabra ánimo viene a ser como dar
aliento, dar alma, dar vida. Estar desanimado significa entonces estar sin
el soplo de Dios, o sea con el Espíritu apagado.
8
El desaliento que
experimenta el pueblo de Dios está directamente relacionado a su débil
comunión con Él. Puede haber teología, leyes, reputación, pero cuando
no hay intimidad hay desánimo. Por esta razón, los hijos del viento no
pueden caminar en desánimo, porque el ánimo es su esencia. Siempre

que el desaliento golpee la puerta de sus vidas, encuentran la fortaleza en
el Espíritu de Dios, elevando su mirada al Padre.
El siguiente paso de estos hijos de la religión en el desierto es buscar
un responsable. Alentados por aquel que siempre ha tenido graves
problemas de sujeción culpan a sus autoridades: Dios y Moisés. ¿Notaste
la secuencia? Primero apagar el Espíritu, después enojarse con su pastor.
En lugar de responsabilizarte por tu situación, el espíritu de religiosidad
siempre te propondrá a alguien para culpar. Elevar nuestra alma en
contra de las autoridades que Él estableció es un tema innegociable para
Dios. Fue ese pecado el que fundó el reino de las tinieblas. Cuestionar la
autoridad no existía hasta que el diablo lo hizo. Dios es radical en este
aspecto en toda la Biblia. Como paso siguiente al desánimo (pérdida de
comunión con Dios) y la crítica (proyectar nuestros errores en otros),
viene la consecuencia, que son las serpientes ardientes que traen muerte
entre el pueblo de Dios. Vemos que es la misma manera en que Satanás
actúa hoy en día. Actitudes incorrectas a la naturaleza Divina abren
puertas en nuestros jardines para que las serpientes sigan entrando. Le
pasó a Adán, le pasó al pueblo aquí en esta historia y les pasa a tantos
cristianos hoy en día. Éstos son síntomas claros de los hijos de la
religión. Guantes que están llenos de muchas cosas, menos del Espíritu
de Dios.
Luego de esta situación terrible el pueblo se arrepiente. Vemos que
el dolor fortalece a algunos que sobreviven. Su corazón se vuelve a
Dios, corren hacia Moisés y claman por misericordia. Para Dios es
irresistible un corazón arrepentido. Este clamor llega al Padre y envía
una respuesta. Quizá la solución razonable de todos nosotros sería retirar
las serpientes ardientes. Pero la lógica de Dios sobrepasa todo
entendimiento. Él no quita las serpientes, sino que le dice a Moisés que

haga una serpiente de bronce, la ponga sobre un asta y la levante. Cada
israelita que mire esta provisión Divina, será redimido de la muerte.
Notemos el detalle: Dios le dice a Moisés que la salvación vendrá por un
ejemplar de la misma especie que traía maldición, pero ésta, santificada,
brillará de una forma distinta y los que lo miren serán restaurados. ¿Te
suena esto? Claro que sí, representa a Jesús. El postrer Adán, uno de la
misma especie que aquel que introdujo la maldición en el mundo. Pero
este hombre santificado, el Hijo de Dios, quitará la condenación y el
juicio de aquellos que lo miren. Y ¿cuál es el secreto de quienes son
liberados del veneno de la serpiente? Fijar sus ojos en Él. Dios no quita
la maldición del mundo de forma automática, sino que les enseña a los
hijos de Israel a adorar. Provee un camino de redención. Ese camino es
una persona, un hombre, Jesús. Como aprendimos en la historia del
comienzo, mirar es adorar. Somos transformados en lo que miramos.
Cuando nuestra mirada se encuentra con la suya hay gozo, restauración
y libertad. Jesús le dice a cada discípulo: ¡Sígueme! Para seguir a
alguien no podemos perderlo de vista. No podemos seguir a Jesús si
estamos distraídos con el mundo, o con las circunstancias. Los fariseos
discutían doctrina en recintos estériles, los discípulos seguían a Jesús y
participaban en obras sobrenaturales. ¿Dónde están puestos tus ojos? En
Jesús glorificado, encontramos ese aliento que se necesita en la tierra de
“en medio”. La lógica de la religión se quiebra ante el poder de
Jesucristo resucitado. Las serpientes ardientes siguen en el mundo pero
ya no tienen poder. Ellas nos recuerdan que si dejamos de mirar la
serpiente de bronce, morimos. Jesús dice:
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz.
En el mundo tendréis aflicción; pero confiad,

yo he vencido al mundo”
- Juan 16:33
La serpiente de bronce representa a Jesús, en unos momentos te
mostraré esto de la boca de Él mismo. Todos los que tienen acceso a ella
pueden ser libres. No somos transformados “haciendo tareas” o
“cantando canciones” sino “mirando” Su gloria
9
. Y nota el tiempo
verbal, presente continuo. Es la acción permanente de tener fijos los ojos
en Él. David logró tener un corazón conforme al de Dios porque había
descubierto este secreto:
“Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará
mis pies de la red”
- Salmo 25:15
“Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros
no fueron avergonzados”
- Salmo 34:5
Dejemos la historia de Moisés y volvamos a nuestra escena entre
Jesús y Nicodemo. Hasta aquí Jesús describió a los hijos del Espíritu
como hijos del viento, invisibles, impredecibles y sobrenaturales.
Nicodemo está desesperado por entrar en esta dimensión y le pregunta a
Jesús cómo podría lograr ser un hijo del viento. ¿Estás listo para conocer
la respuesta de Jesús?
De un religioso a un hijo de la intimidad
“Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que

hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho
cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del
Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
- Juan 3:10-15
énfasis añadido por el autor
La respuesta de Jesús es contundente y clara. El único que puede
hablar de la denominación celestial, es el que la conoce y la vio, o sea
que hay que fijar los ojos en el Único que descendió del cielo, el Hijo
del Hombre. Él es “en quien están escondidos todos los tesoros de la
sabiduría y del conocimiento”.
10
Jesús está llamando a una persona que
por años ha puesto sus ojos en leyes, ministros, hombres y sistemas
denominacionales, a fijar sus ojos en Él. Jesús sabe que este hombre
conoce la ley y seguramente en su habitación tiene un “poster” de
Moisés como todos los principales fariseos. Nicodemo ha leído y
estudiado la historia de las serpientes ardientes y la de bronce cientos de
veces. Ama el relato y conoce los detalles. La ha enseñado en varias
plataformas. De repente Jesús le dice que esa serpiente lo representa a Él
mismo. “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es
necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Puedes imaginarte
el impacto en el espíritu de Nicodemo. ¿Cómo? ¿Tú eres la provisión
del cielo para traer libertad a un pueblo desanimado y atacado por el
enemigo? Las escamas caen de los ojos de este hijo de la religión y se da
cuenta de que debe tomar todo por basura a fin de conocer a quien tiene

delante de él. Así como sucedió con Pablo, cientos de fariseos y
maestros de la ley, desde el primer día que miraron a Jesús con
revelación, nunca más pudieron dejar de mirarlo. Solo los que lo miran
fijamente son transformados de gloria en gloria en Su misma imagen.
No es lo mismo mirar a alguien que fijar los ojos en esta persona.
Cuando estaba soltero había mirado a otras muchachas, hasta que un día
mis ojos se fijaron en quien hoy es mi esposa y nunca pude dejar de
mirarla. Jesús le está diciendo a Nicodemo: “Si quieres entrar en esta
denominación celestial, Yo Soy la puerta. A partir de ahora tendrás que
mirarme, seguirme. El Padre me va a levantar, y todos los que me miren
serán transformados”. El evangelio no es una filosofía de vida, es una
persona: Jesús. Sin Él no hay evangelio. El Maestro no les dijo a los
discípulos: “A partir de ahora los domingos tendrán que separarme la
siguiente franja horaria”. Él les dijo: “Síganme”. El evangelio no es
asistir a un culto sino seguir a una Persona. Y para seguir a alguien no
hay que perderlo de vista. ¿Será que entre tantas estrategias, actividades
y ministerios perdimos de vista a Jesús? Yo creo que sí y esto ha hecho
que hoy tengamos cientos de hijos de la religión y muy pocos hijos del
viento. Pero Jesús sigue reclutando discípulos en esta generación y
diciéndoles: “Sígueme”. Creo que ése es el mensaje que Jesús te está
gritando a través de este libro.
Fijemos la mirada en Jesús
“Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra
fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando
la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del
trono de Dios”

- Hebreos 12:2, NVI
énfasis añadido por el autor
Es tiempo de fijar nuestros ojos en Él, ya que Sus ojos están fijos en
ti.
11
Si miras a los hombres, a las circunstancias, te desanimarás,
compararás, criticarás y te alejarás de Su Voluntad. Toda crisis se desata
cuando quitamos los ojos de Cristo. Según el pasaje de Hebreos, la fe no
se inicia en los hombres, en un pastor, en una denominación, Jesús es el
iniciador de la fe. Todos los hombres de Dios deben inspirarte a poner
tus ojos en Él. Todo lo que comienza en Él es perfeccionado.
12
Si te
mantienes con ojos solo para Él, tu fe crecerá y se fortalecerá. La fe es el
arma más potente para la extensión del Reino de los Cielos en la tierra.
El lugar donde la fe es entrenada, es en Él. Mientras tengas tus ojos en
Él tu fe irá aumentando, creciendo, fortaleciéndote y llevándote a nuevas
dimensiones y niveles del Reino.
La iglesia no es un lugar para admirar a los hombres, sino para
adorar a Jesús. Cuando estás concentrado en Él, sirves y amas al prójimo
con libertad, porque tu aprobación y recompensa vienen de otro lugar.
Estoy convencido de que el avivamiento que la Iglesia de los últimos
tiempos experimentará tiene que ver con una pasión por Jesús como
nunca antes. Hageo profetizó que cuando Jesús sea “deseado” por las
naciones, será Su regreso.
13
Todos los que experimentan avivamientos
son personas, iglesias y ciudades que han fijado sus ojos en Jesús. Los
demás cristianos fijan sus ojos en esos modelos e intentan descifrar
cómo hacer para que en sus ministerios e iglesias tengan el mismo
resultado. Debemos ver el cielo, que es el mayor lugar de despertar
espiritual, desear, que así como es allá, todos mirando al Cordero, sea en
la tierra. Si crees que ya conoces todo sobre Jesús, déjame darte una

noticia: no te alcanzará la eternidad para descubrir nuevos aspectos de
Su persona, porque Él es eterno e infinito. Cada vez que encontramos
una ventana abierta en la Biblia para observar cómo es un culto en el
cielo, encontramos a todos allí sin poder retirar su mirada y admiración
del que está sentado en el trono. Los ancianos, los ángeles, los seres
vivientes y absolutamente todo lo creado, no pueden dejar de
contemplarlo y repetir una y otra vez: “Santo, santo, santo”. Su belleza
es indescriptible y Su gloria eterna. Isaías tuvo un encuentro con Dios y
luego dijo que Su nombre es Admirable. Esta palabra significa Aquel
que es digno de ser mirado, que produce admiración y placer en otros.
Para muchos “ser admirable” es una cualidad, imagina la dimensión de
lo que Jesús produce en quienes se encuentran con Él, que más que una
característica de Su personalidad, “Admirable” es Su nombre y Su
identidad.
Estaba predicando sobre esto en una iglesia y un pastor de muchos
años estaba en la primera fila escuchándome. Este es un hombre de Dios
tremendo, muy respetado por cientos de pastores, lleno de sabiduría y
unción. Cuando estábamos terminando el culto vi que él estaba
inclinado, de pie, pero con todo el cuerpo hacia sus piernas. Quería
pasarle el micrófono para que haga el cierre, pero no cambiaba su
actitud. Estuvo así por más de media hora. Finalmente decidí hacer el
cierre y despedir a la gente. Al rato, volvió en sí, me abrazó
profundamente y me dijo: “Hoy vi a Jesús. No pude verlo cara a cara,
porque Su gloria no me dejaba levantar la vista, pero estaba delante de
mí. Por primera vez en toda mi vida, lo vi delante de mí. No tengo
palabras para explicar lo que sucedió, solo quiero adorarlo”.
Es tremendo como Cristo se está revelando a los “Nicodemos” que
anhelan cruzar la línea y transformarse en hijos de la intimidad. Aquellos

que están dispuestos a dejarlo todo a fin de estar más cerca de Su
corazón. Hay mucho más disponible para los que tienen hambre por Él,
para aquellos que como el pueblo en el desierto están elevando su
mirada y encontrando Sus ojos de amor. Jesús es el avivamiento eterno.
Sus fuentes son inagotables y siguen fluyendo día a día. En Su mirada
encontrarás los placeres superiores de Su Presencia que no se comparan
con ningún deleite que este mundo pueda ofrecerte. Jesús es el placer
superior y al mirarlo comenzarás a ser transformado más como Él. Nos
convertimos en aquello que miramos. Dime en quién están puestos tus
ojos y te diré quién serás de aquí a diez años. Éste es el camino para
convertirte de un hijo de la religión a un hijo de la intimidad. Ésta fue la
respuesta que Jesús le dio a Nicodemo. Y fue en ese instante que el velo
se rasgó en este religioso. Una pasión se desató en su interior. Pudo ver
quién estaba delante de él. Como ese bebé que de repente fijó sus ojos en
su papá. Entonces dejó de llorar. Y comenzó a sonreír. Con el tiempo mi
hija aprendió a mirarme, cada vez más seguido. Entonces, estamos listos
para el siguiente paso. Escuchar Su voz. Ser un hijo de la intimidad tiene
que ver con escuchar y oír al Padre. Como Jesús no hacía nada que no
veía hacer al Padre y no decía nada que no oía decir al Padre, ya
podemos sentir Su mirada de amor fija en nosotros. Es tiempo de
escuchar lo que Su corazón nos está gritando.
En las próximas páginas no solo sentirás Sus ojos de amor sobre ti
sino que escucharás Su voz que te libera. No puedes vivir como hijo de
la intimidad sin saber lo que Dios dice de ti. Con una fe fuerte, iniciada y
perfeccionada en Él, avancemos en este maravilloso camino que solo
transitan aquellos que anhelan ser hijos de la intimidad.

CAPÍTULO 4
· Erradicando el espíritu de orfandad ·

“Toda orfandad se va cuando
escuchamos la voz de Dios llamándonos
hijos y diciéndonos lo que
siente por nosotros”
“Solo los que son hijos pueden
clamar Abba. Solo claman los que saben
que son escuchados”
“Muchas iglesias ya se han convertido
en orfanatos espirituales, donde
se acumulan personas que respiran
pero que no tienen relación con Dios”

U

CAPÍTULO 4
· Erradicando el espíritu de orfandad ·
n amigo entró a un orfanato en los Estados Unidos. Me contó con
detalles su experiencia en aquel lugar. Conoció niños
abandonados de toda edad. Describió el sitio como uno de los más tristes
que le tocó visitar. El director del lugar comenzó a guiarlo por las
instalaciones contándole el duro trabajo que hacían al tomar a esos
pequeños rechazados y ministrarles el amor de Dios. Recorrió todo el
recinto hasta llegar a un lugar que llamó su atención por encima de
cualquier otro. En esta habitación había muchas cunas, una al lado de la
otra. Enseguida notó algo muy particular allí, un silencio atroz
gobernaba el cuarto. A rápida vista contó unas cincuenta cunas, pero no
había indicios de vida en ellas. El director le explicó que ese era el sitio
donde tenían a los bebés recién nacidos abandonados por sus padres. Él
preguntó: “¿Están vivos los bebés?”, el hombre respondió: “Claro,
puedes acercarte a verlos”. Al acercarse a ellos notó que allí estaban, la
mayoría despiertos, con los ojitos abiertos, solo que no lloraban, estaban
paralizados. Esperó unos momentos y la situación continuaba igual. Los
veía tristes y desorientados. Sin embargo, no clamaban. Entonces, mi
amigo lleno de angustia, preguntó si lo que acontecía era normal, “¿Por

qué los bebés no lloran, ni claman, ni gimen?” La respuesta del
encargado del orfanato impactó el corazón de este joven como el mío
cuando me lo contó. Las palabras difíciles de digerir fueron: “Los bebés
solo claman cuando saben que son escuchados por sus padres. Una vez
que el bebé se siente que no es visto ni oído, deja de llorar. Estos bebés
ya lloraron mucho, pero han dejado de hacerlo hace un tiempo. Los
bebés huérfanos ya no llaman a sus padres”. Con lágrimas en los ojos mi
amigo relataba estas palabras y en ese momento el Espíritu comenzó a
describirme cómo el espíritu de orfandad opera en los hijos de la religión
para sembrar muerte en sus corazones y alejarlos del amor del Padre.
Hoy en día son muchos los que dejaron de clamar porque sienten que
Su Padre ya no los ama, ni los escucha. Están mudos, paralizados y no se
sienten ni vistos ni amados por Dios. Quizá oraron por algo y no
recibieron la respuesta deseada y prefirieron creer la mentira que no eran
tenidos en cuenta. El espíritu de orfandad es una de las mayores armas
diabólicas para quebrar la esencia de un hijo. Encontramos en tantos
lugares que la iglesia no ora, no llora, no clama ni adora. Solo respira,
vive o sobrevive.
La orfandad es mucho más que el abandono de los padres,
técnicamente es un sentimiento que produce falta de valor, protección y
amparo. Es un espíritu de temor que trae tanto rechazo que las personas
necesitan encontrar su seguridad y estima en otras cosas que no sean los
brazos del Padre. Un huérfano espiritual buscará reemplazar la Presencia
de Dios con ministerio, dinero, placeres o aun con estructuras religiosas.
Intentará encontrar valor en lo que hace, siendo esto algo temporal, en
lugar de en quién es, algo eterno. En tantas naciones del mundo
encontramos este espíritu destruyendo propósitos de cientos de hombres
y mujeres. Muchas iglesias ya se han convertido en orfanatos

espirituales, donde se acumulan personas que respiran pero que no
tienen relación con Dios. Pablo describe a este espíritu de la siguiente
manera:
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios”
- Romanos 8:15-16
El Padre tiene un plan. Visitar ese orfanato en tu alma y adoptarte.
Quebrará cualquier barrera y finalmente traerá Su calor a tu espíritu.
Responderá una y mil veces a tu pregunta: ¿Aún me amas? “De tal
manera te amo, que he dado a mi hijo unigénito por ti”.
14
Mientras leas
las siguientes páginas recibirás al espíritu de adopción tomando tu vida y
volverás a clamar. Solo claman los que saben que son oídos por su
padre. Solo oran los que son hijos. Si prestas atención, ya puedes
comenzar a escuchar la voz del Espíritu testificando a tu espíritu: “Eres
hijo, eres hijo de Dios, no eres hijo de una religión, eres amado desde la
eternidad y elegido como hijo del Dios vivo”. Hay un vacío en tu
interior que no puede ser llenado por el éxito natural, ministerial o
empresarial. Ser un gran ministro, reconocido por multitudes no podrá
saciar tu hambre de amor interno. Jamás podrás encontrar valor, amparo
y protección en otras cosas que no sean los brazos de Aquel que diseñó
cada fibra de tu ser y trazó planes de plenitud para que camines en ellos.
Lo único que trae paz a tu alma es ver los cielos abiertos y escuchar la
voz de tu Padre diciendo: “Eres mi hijo amado”.
“Eres mi hijo y me caes bien”

“Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como
paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti
tengo complacencia”
- Lucas 3:22
Jesús comienza su ministerio terrenal con dos afirmaciones claras del
Padre. La primera es quién es. El Padre necesita establecer la identidad
de Jesús en quién es y no en lo que hará. Muchos lo llamarán maestro,
otros profeta, algunos buen pastor, apóstol o evangelista. De hecho son
todos títulos dados a Jesús en la Biblia. Pero el fundamento de todo Su
ministerio debe estar basado en lo que el Padre piensa de Él y no en
posiciones jerárquicas o funciones ministeriales. No serán los milagros y
las señales lo que definirán a Jesús. No será lo que las personas sientan
por Él, por momentos lo aplaudirán y de repente lo crucificarán. El
Padre podría haber dicho: “Este es mi salvador elegido, mi superhéroe
sobrenatural”, o alguna cosa por el estilo. Sin embargo decide darle, a la
vista de todos, el mayor título que una persona puede recibir: “hijo
amado”. Muchas veces me he preguntado, ¿por qué el Padre no
aprovechó esa presentación ministerial delante del pueblo para declarar a
Jesús Mesías?. Dios me ha mostrado que Jesús, que fue tentado en todo
según nuestra semejanza,
15
no podría haber alcanzado Su propósito
mesiánico si Su identidad no estaba basada en lo que el Padre pensaba
de Él. En otras palabras no podemos alcanzar nuestro propósito si no
construimos sobre el fundamento de que somos: Sus hijos amados. La
segunda afirmación que el Padre quiere dejar clara es “qué produce un
hijo en Su corazón”. La palabra “complacencia” viene de “experimentar
placer”. El Padre le está diciendo: “Produces placer en mí, cuando te
veo mi corazón se alegra, más allá de lo que produzcas en otros, debes

saber lo que sucede en mi corazón cuando pienso en ti”. Toda orfandad
se va cuando escuchamos la voz de Dios llamándonos hijos y
diciéndonos lo que siente por nosotros. Él te llama por tu nombre. Un
amigo querido lo dice así: “Los imperios se cuentan por números, pero
en el Reino de Dios cada uno es conocido por su nombre”. Desde chico
he oído que Dios nos ama. Sin embargo, pude entender la dimensión de
tal verdad cuando escuché claramente al Padre decírmelo. Fue hace
algunos años, y esta experiencia transformó mi vida. El predicador
estaba dando un mensaje sobre el amor de Dios. De repente dejé de
escuchar la voz humana y un sonido interno y sobrenatural me
estremeció: “Mariano, eres mi hijo amado, y me caes bien”. ¿Le caigo
bien a Dios? Yo creí que Él estaba obligado a amarme, porque no tenía
opción. Entonces, entré en la realidad del placer que el Padre siente por
Sus hijos. Fue tan liberador para mi alma saber que Dios me disfruta,
aún en mi proceso de crecer y madurar. Ese día dejé de tratar de agradar
a todo el mundo. Le caigo bien al Creador, Él me llama Su hijo, es
suficiente para mí. Esta verdad erradicó toda orfandad, hoy vivo libre,
tratando de bendecir y amar a todos los que se me crucen, porque sé que
al acostarme cada noche mi Padre me estará mirando y sintiendo placer.
Esto no tiene nada que ver con lo que hacemos, sino con quiénes somos.
Lejos de ser un permiso para pecar, o hacer lo que queramos, esta verdad
genera una responsabilidad mayor en quienes sabemos que los ojos del
Padre están fijos en nosotros y llenos de expectativas al mirar cada paso
que damos.
Recuerdo, cuando Conie nació, mirarla fijamente a los ojos y decirle:
“Eres mi hija, te amo y me da placer mirarte. Por encima de lo que
hagas en tu vida, quizá seas una gran ministra o profeta, o quién sabe
qué serás. Pero más allá de eso, siempre serás mi hija, no importa lo

que la gente piense de ti, siempre estaré cuando me necesites, en las
buenas y en las malas, creo en ti y te amo”. La semana pasada, estaba
por salir a un viaje ministerial y tenía que tomar un vuelo a la
madrugada. Pasé por su habitación, la miré durmiendo y comencé a
llorar de placer. No tenía que ver con sus aciertos o errores (de hecho ese
día no se había portado bien y la había tenido que retar). Sin embargo
ver la carita de mi hija amada descansando encendió mi corazón de un
amor único y extremo. Mientras lo hacía escuché el susurro de mi Papá
de amor en mi espíritu diciendo: “Muchas noches hago esto mismo
contigo, te miro mientras duermes, y me estremezco de placer. Aunque a
veces te tengo que retar por tus errores, yo siento un amor extremo cada
vez que te miro. Ni los ángeles, ni los arcángeles, ni los seres vivientes
pueden producir esto en mi corazón, solamente mis hijos”.
Es imprescindible para un hijo del viento tener su identidad anclada
en el corazón de Dios. No podemos alcanzar la dimensión de la que
Jesús le hablaba a Nicodemo a no ser que sepamos cómo Él nos define.
Si no escuchas lo que el Padre dice de ti, estarás preocupado por lo que
opine alguien más. Si no encuentras tu valor en lo que Él piensa y siente
por ti, lo buscarás en otro lado. Es necesario que afirmes estas palabras
en lo más profundo de tu ser. Eres Su hijo y le caes bien. Él tiene
pensamientos de paz y no de mal para tu vida.
16
Serás tentado una y otra
vez para salir de ese colchón de amor divino, pero erradica esos espíritus
y asegura tu corazón en la verdad eterna de que eres disfrutado por Él.
La tentación de la orfandad
Luego de este suceso maravilloso, el diablo se presenta en persona
para tentar a Jesús. Si eres peligroso para el reino de las tinieblas,

Satanás enviará una legión de demonios para frenarte. Pero si has
escuchado la voz del Padre y aceptado tu identidad de hijo, se presentará
en persona para tratar de abortar tu propósito ya que es un caso grave
para él. El evangelio de Lucas en el capítulo 4 desde el verso 3 al 9, nos
muestra cómo Satanás tienta a Jesús. Un par de veces intenta introducir
el espíritu de orfandad: “Si eres el hijo de Dios…” En otras palabras él
está diciendo: “¿Así que tu Padre celestial te llama hijo amado?
Demuéstralo. Haz milagros, quiero ver cuán poderoso eres”. Satanás
intenta que Jesús ponga Su valor en Su poder. Quiere llevarlo del ser
(hijo de Dios) al hacer (convertir la piedra en pan). Ésta es la tentación
para quienes sienten vacío de paternidad de Dios en su corazón,
intentarán demostrar su valor a través de manifestación de poder,
milagros, buenas ministraciones o reconocimiento. Así funciona el
espíritu de la religiosidad. Los hijos de la religión, como no están
satisfechos de alma, intentarán sentirse seguros a través de la aprobación
de la denominación, de las jerarquías, de la acumulación de
conocimiento o de la reputación. Éste era el gran problema de los
fariseos. Creer que antes que hijos eran ministros, sacerdotes o
guardianes de la ley. Entonces crucificaron la mayor expresión del amor
de Dios encarnado en Jesús. El Señor le responde a Satanás afirmando
Su valor en lo que el Padre ha dicho y está escrito sobre Él, y no en sus
interrogantes. Más de una vez el diablo pondrá signos de pregunta a lo
que Dios nos ha dicho en intimidad. Una y otra vez se presentará a
decirnos: “¿Así que eres hijo Dios? ¿Así que el Padre siente placer
cuando te ve? Entonces ¿Por qué te sucede esto o aquello? ¿Por qué no
eres usado con poder?” Debes responder en base a lo que tu Padre te ha
declarado y está escrito sobre ti y no por las circunstancias temporales.
Ellas no dictan tu identidad, lo que el Creador de lo inconmovible ha

dicho, sí. Entonces el espíritu de orfandad no hallará cabida en tu
corazón y será despojado. Nada podrá quitar tu adoración ni clamor.
Hoy el Espíritu Santo te está gritando esta verdad.
17
Necesitas afirmar tu
identidad en lo que dice de ti quien te diseñó. Comienza a vivir para
agradar al Padre, como Jesús. Que tu meta cada mañana, tarde y noche
sea honrar las expectativas que Él tiene sobre ti. Así lo hacía Jesús.
“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre,
porque yo hago siempre lo que le agrada”
- Juan 8.29
Ésta es la clave para una verdadera vida de intimidad con el Padre y
el fundamento para un ministerio lleno de propósito, poder y señales.
Dios puede confiar sus tesoros en aquellos que antes que nada saben que
son hijos y vencen la tentación de la orfandad. Sin embargo el sistema
religioso se basa en que ames más la gloria de los hombres y su favor
que la de Dios. Observa el caso de estos gobernantes que estaban más
interesados en ser parte del régimen fariseo que de la denominación
celestial:
“Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a
causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la
sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de
Dios”
- Juan 12:42-43
El Espíritu de adopción hará que ames más la gloria de Dios que la
de los hombres. Solo te saciará escuchar la voz del Padre. En el lugar
donde te encuentres ahora leyendo este libro, escucha el testimonio en tu

interior, le caes bien a tu Papá, nada puede separarte de Su amor. Ya no
vivas para otra cosa que no sea agradarlo a Él. Esta revolución de amor
en tu interior, llenará tu boca de un cántico nuevo y un clamor fresco.
Aún en los momentos más difíciles y de mayor soledad, siempre podrás
decir: “Abba” y verás al cielo descender en medio de tu necesidad. Pero
recuerda, solo claman los que saben que son oídos por el Padre. Déjame
describirte el primer momento en la historia de la humanidad en que esta
palabra fue registrada como una oración a Dios.
Abba
Esta no es la clase de oración que se aprende en las sinagogas de
Israel. Los maestros de la ley no podrían justificar esas palabras
teológicamente. Nunca nadie se había referido a Dios de esa manera en
el pasado. La copa que contiene la ira de Dios por el pecado del hombre
está servida. Ningún humano podría beberla y resistir sus consecuencias.
Mejor dicho, solo uno. Allí está Jesús. Solo en el Getsemaní. Sus amigos
íntimos se quedaron dormidos. Deja claro que no va a beber la copa por
decisión propia, sino porque ha nacido para suplir las expectativas de su
Padre. Es tanta la presión que ya hace unos minutos dejó de sudar agua,
ahora de sus poros brota sangre. En este momento no le nace entonar
ningún himno y cada oración que intenta hacer parece trabarse. Hay algo
contenido en su corazón que no puede sacar al exterior. Su mente se ha
llenado de soledad y angustia. La tentación de la orfandad parece
golpear a su puerta. Sin embargo, sus suspiros agitados se convierten en
un sonido compuesto por cuatro letras. Al pronunciarlas como un
susurro, un calor inunda Su ser liberando una paz en Su interior que lo
fortalece para lo que viene. ¿Cuál es esa palabra? ABBA.

“…habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre!”
- Romanos 8:15
Esta es la primera expresión que un niño judío exclama al comenzar
a hablar. Sus primeras palabras son Abba. Significa: Papito mío, Papi.
En Argentina tenemos una expresión que los niños utilizan cuando piden
por los brazos de su papá, es “upa”. El pequeño extiende sus brazos
buscando seguridad e identidad. Allí pertenece. Eso es Abba. No hay
expresión de amor y dependencia más genuina que ésta.
La religiosidad nos ha descripto a un Dios distante. No encontramos
inconveniente en verlo como Creador, como Amo y Señor. Dios se había
manifestado como Libertador al rescatar a los israelitas de la esclavitud
egipcia. Visité Israel en viajes ministeriales y siempre me ha llamado la
atención ver a los judíos clamar en el Muro de los Lamentos o en otros
lugares sagrados. Con pasión adoran al Dios grande y temible, al Dueño
del universo y las galaxias, pero crucifican la idea de un Dios que se
manifiesta como su padre cercano. Aman las historias de Dios abriendo
el mar en Egipto, o haciendo caer maná del cielo en el desierto, fuego en
el Carmelo o las plagas. Pero clavaron en el Calvario a un Dios que se
manifiesta como su Amigo, Esposo y Padre. Evidentemente ellos no
tienen problemas con Su grandeza pero sí con Su cercanía. Y aún hoy
muchos cristianos tienen la misma dificultad. Se emocionan cantando
himnos sobre Su grandeza, lo cual es hermoso, pero callan y observan
cuando adoramos con declaraciones de amor íntimo o romance. Algunos
creen que es faltarle el respeto a Dios tratándolo de esa manera, pero
creo que no hay mayor falta de respeto que no entender el corazón de
Dios al enviar a Su propio Hijo, para establecer la idea de un Dios

cercano y amoroso. Al entregar a Jesús como Su Hijo amado, el Dios
Vivo brinda a la tierra una revelación revolucionaria, Él es un Padre
cercano. Sin embargo muchos de ellos lo rechazaron. La idea que tenían
de un Dios tan lejano, no les permitió reconocerlo cuando estaba frente a
ellos. ¿Será que tenemos el mismo problema hoy? Tenemos a Dios
delante de nuestros ojos y no lo reconocemos por no tener la revelación
correcta. Los Judíos lo veían como un Dios de batallas, victorias, juicios
y poder. Sin embargo Dios creyó que estaban demasiado lejos y decidió
revelarse como Padre. Jesús es el anzuelo del Padre que atrae el corazón
del hombre hacia Él. Abba es una de las expresiones de cercanía y amor
más hermosas que un hijo puede expresar. Quiebra la distancia que la
religión propone. Solo los que son hijos pueden clamar Abba. Solo
claman los que saben que son escuchados. Cuando teníamos el espíritu
de temor, no orábamos, no podíamos acercarnos con libertad al Padre. Él
nos adoptó y nos ha llamado hijos. Ahora su Espíritu continuamente le
predica a nuestro espíritu que somos Sus hijitos, nuestra voz es
escuchada, podemos clamar, podemos llorar.
La Biblia está llena de historias de hijos de la religión que fueron
transformados en hijos de la intimidad. En este libro analizaremos
varias. Jesús te liberta para que puedas liberar a otros. Cuando recibes tal
dimensión del amor de Dios sobre tu vida, no puedes vivir para otra cosa
que no sea para que otros lo experimenten. No te escribo desde teorías,
sino desde experiencias que he comprobado a través de los años. He
visto a Dios transformar religiosos en íntimos en muchos lugares. He
visto a huérfanos ser convertidos en hijos de la intimidad a través del
Espíritu de adopción muchas veces. Hoy ellos se han convertido en
padres para esta generación. Puedo sentir que este proceso lo está
viviendo cada persona que tiene este mensaje del cielo en sus manos.

En el próximo capítulo profundizaremos más sobre el Espíritu de
adopción. Ya puedes encontrarte con Su mirada de amor y oír Su dulce
voz liberando tu interior. Ahora es momento de que esta nueva identidad
sea sellada a fuego en tu interior.

CAPÍTULO 5
· Experimentando la paternidad divina ·

“Los niños espirituales necesitan
ídolos, pero los hijos maduros prefieren
alguien cercano que camine
junto a ellos”
“La verdadera libertad no es hacer lo
que queremos, sino que el Padre haga lo
que quiera en nosotros”
“El camino de la intimidad con Dios
es un camino de muerte y resurrección.
Cada vez que mueres a algo que Dios te
pide, algo glorioso resucita”

C

CAPÍTULO 5
· Experimentando la paternidad divina ·
ada año, en nuestro ministerio MiSion, desarrollamos un congreso
de adoración llamado Intimidad con el Amado. En la última
década cientos y miles de personas han concurrido de distintas ciudades
y naciones. Desde su primera edición, han sido tiempos profundos de
comunión íntima con Dios, adoración y revelación de la belleza de Su
persona. Cada encuentro es distinto y glorioso. El año pasado recibí un
testimonio impactante. Una hermana de la iglesia llamada Fabiana había
hecho sus planes para concurrir a esta cita divina. Un par de meses antes
se había enterado que estaba embarazada de su segundo hijo. Estaban
felices con su marido. El día en que comenzaba la conferencia ella fue a
hacerse un chequeo médico. El doctor pasó el ecógrafo por su abdomen
y ella rápidamente se dio cuenta por su cara, que algo no estaba bien.
Repitió la acción varias veces, la incertidumbre transformó esos minutos
en una eternidad. Finalmente sin poder aguantar más, hizo la pregunta:
“Doctor ¿Hay algún problema?” El rostro del médico anticipó lo peor.
El bebé estaba muerto. No había pulso, ni actividad cardíaca, ni
movimientos, ni ningún indicio de vida. Con una angustia indescriptible
Fabiana vio derrumbar su mundo en segundos. El informe decía que el

tamaño gestacional había sido detenido varios días antes de esa fecha. La
indicación médica fue que se tomara el fin de semana, que seguramente
el bebé sería expulsado de forma espontánea y si esto no sucedía,
debería regresar al siguiente martes y realizarle la intervención para
sacarlo. Fabiana salió destruida del consultorio. Testificó delante de toda
la iglesia que ese día sentía que se moría. Sin embargo, decidió ir a llorar
a la Presencia de Dios y asistir a la noche de Intimidad con el Amado.
¿Puedes imaginarte lo que estoy describiendo? Ir a la Presencia de Dios
con un bebé muerto en tu vientre. Ella me contó que esa noche, en un
rincón del auditorio, lloró profundamente arrojada a los pies de Jesús.
Declaró cosas como: “Jesús, a dónde puedo ir más que a tu Presencia.
Yo sé que el poder que te levantó de los muertos opera en mi. Sé que Tú
puedes resucitar a mi bebé, que así como lo hiciste con Lázaro, nunca es
tarde para ti. Pero aunque eso no suceda siempre serás mi Amado. Aquí
estoy en tu intimidad”.
Pasó el fin de semana. El martes volvió al médico ya que nada había
pasado. Cuando el experimentado doctor comenzó a realizar los
exámenes y comprobar la posición para producir la extracción, notó algo
raro en el vientre de Fabiana. Y luego de pasar los instrumentos y estar
seguro, emocionado exclamó: “Tu hijo está vivo. No entiendo qué
sucede, su ritmo cardíaco es normal. Nunca en toda mi vida como
doctor he visto algo así”. Compararon los estudios y las ecografías con
las de cuatro días antes y cada detalle era más sobrenatural. No solo
estaba latiendo y moviéndose sino que en proporción había crecido en
cuatro días lo que un bebé crece en semanas. Fabiana me regaló los
estudios y las ecografías como señal del poder de Jesús vigente hoy en
día para resucitar muertos. Las conservo y muestro a cada persona que
me pide, simplemente para que se vea claramente el poder de Dios. Me

impacta observar esas imágenes. Ver toda la descripción de un feto
muerto en el primer informe con muchos detalles. Y la descripción de la
vida en la ecografía siguiente cuatro días después. Mientras escribo este
libro, Génesis acaba de nacer sana, vital y plena. Su existencia es un
testimonio vivo de la vida que fluye en la Presencia de Dios. Cuando
una persona decide acercarse a la intimidad con el Padre, es tomada por
un espíritu de vida. Génesis es literalmente una hija de la intimidad,
vitalizada en el regazo del Padre. El espíritu de la religión produce
muerte, mientras que del seno del Padre emana la vida. La orfandad
produce esterilidad. Pero en los íntimos hay fertilidad. Un síntoma de un
hijo de la intimidad son sus frutos. Por ellos se ve el respaldo del Padre.
Muchos aparentan saber demasiado de doctrina y teología, pero no
tienen frutos, tampoco hijos espirituales, ni discípulos. Así como sucedía
con los fariseos. Cuando Nicodemo cruzó esa barrera, experimentó el
Espíritu de adopción. Ese día una parte de él murió, pero algo mucho
mayor resucitó. Este Espíritu trajo vida donde había muerte y lo habilitó
para ver el Reino de Dios y convertirse en un protagonista del propósito
divino.
Aceptando el Espíritu de adopción
“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino
hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”
- Gálatas 4:6-7
Cuando aceptamos nuestra identidad de hijos a través del espíritu de
adopción provisto por Jesús, somos legalmente participantes de la
herencia reservada para los nacidos de Dios. Los “herederos” pueden

tomar posesión legal de todo lo que su Padre posee ya que les pertenece
por derecho. En ese patrimonio están incluidos los elementos del reino
celestial como las bendiciones, la vida, el poder y la sanidad. Aunque
todos sabemos el significado de la palabra “heredero”, me llama la
atención una de las definiciones: “Que presenta las características o
cualidades de sus progenitores o antepasados”. No solo es una herencia
en bienes materiales y espirituales sino también en características de Sus
atributos. Los que reciben el manto de la paternidad de Dios,
erradicando la orfandad, pueden participar de la naturaleza divina.
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han
sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que
nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha
dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a
ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”
- 2 Pedro 1:3-4
Al huir de la corrupción de una identidad de huérfanos, podemos
acceder legalmente al poder del cielo y a la naturaleza del Padre. Sin
embargo la pregunta es: ¿Por qué hay tan pocas personas que hacen uso
de esta herencia legal? ¿Por qué hay tan pocos “cristianos” que reflejan
la naturaleza del Padre?
La clave para convertirse en hijos de la intimidad y herederos del
legado eterno es aceptar el Espíritu de adopción. Dios entró al orfanato
donde estábamos solos y muertos espiritualmente. Él irrumpió ese lugar
de rechazo, silencio y abandono donde no podíamos decir Abba. Sin
merecerlo nos llamó Sus hijos por el puro afecto de Su voluntad. Nos

dio un nuevo nombre, apellido y herencia. Transformó nuestro futuro de
dolor y muerte en un destino de gloria. Nos invitó a Su habitación de
deleite permanente, donde podemos vivir como es en el cielo en la tierra.
Nos dio un nuevo hogar y nos coronó de favor y misericordia. Nos
devolvió la voz y la canción. Ahora, ¿Por qué muchos no pueden vivir
en esta dimensión de amor?
Conozco un caso de adopción que quiero describir a continuación.
Un matrimonio lleno de amor adoptó a una niña. Ellos explicaron cómo
funciona la adopción y la orfandad en la práctica. Cuando la muchacha
era pequeña la escogieron, le dieron amparo y su apellido. Con éste, su
amor y provisión, y fue llamada: hija. Durante toda su infancia le
brindaron a la pequeña un amor apasionado, proveyeron para todas sus
necesidades. La criaron, educaron, compraron regalos y acompañaron en
los momentos más importantes. En síntesis, la amaron de todas las
maneras que un padre puede amar a un hijo. Sin embargo, en un
momento de su adolescencia, la muchacha entró en una grave crisis de
identidad. Cuando se enteró que era adoptada, luchó mucho contra la
orfandad que sus padres biológicos le habían legado. No podía disfrutar
el amor que estaba recibiendo, debido al dolor por su pasado. Vivió
varios años de no sentirse digna del amor de sus padres de corazón.
Decidió cambiar su apellido y aunque vivía bajo el mismo techo,
renegaba de la herencia de sus padres. Sus frases eran: “Yo no soy como
ustedes, no soy su hija. Aunque intenten todo, jamás seré su hija. Mi
realidad es otra, mis padres biológicos me abandonaron y no hay nada
que puedan hacer para cambiar esto”. Sus padres luchaban para hacerle
entender que ella era hija y no huérfana. Pero parecía que todos los
intentos eran en vano. Imagina cómo se siente el corazón del Padre
cuando luchamos en aceptar Su paternidad y nos resistimos a recibir Su

amor y herencia. Siendo hija y heredera, por años vivió en orfandad.
Este estado la llevó a la depresión. Legalmente era hija, pero decidió
vivir como huérfana. Así hay cientos de cristianos que viven en la casa
del Padre pero no aceptan Su amor. Siguen atados a su pasado y no
pueden dejarse abrazar por el Espíritu de adopción. Un profesional
experto en estos casos, me explicó que la adopción comienza cuando los
padres eligen a una persona como hijo pero se completa cuando el hijo
los elige y acepta como padres. Si esto último no sucede, el círculo no se
cierra y esta persona siempre se sentirá un huérfano. Sé que muchas
veces no es fácil luchar contra el abandono y rechazo que personas nos
han causado, pero Jesús ha abierto un camino de amor y restauración
que necesitamos abrazar. Él vino a manifestar que el Padre está cercano
y activo en cada asunto de tu vida. Está dispuesto a rodearte con Sus
brazos de amor hasta vencer tu dolor y que lo llames Abba. Él te llama
hijo pero el círculo se cierra cuando tú puedes llamarlo Padre. Intentará
de mil maneras atraerte, pero debes rendirte a Su amor y aceptar Su
herencia. Hay infinidad de tesoros que recibirás al entender esta verdad
eterna. Los judíos prefirieron ver a Dios como el héroe que los liberó y
crucificaron al padre que vino para amarlos íntimamente. Esto sucede
con muchos cristianos hoy en día. No tienen problemas con aceptar el
sacrificio de Jesús por ellos para salvación, pero luchan con recibir Su
constante amor de Padre que activa una herencia de deleites y gloria en
esta vida. Cuando era niño quería que mi papá fuera un superhéroe, pero
cuando fui madurando me di cuenta que lo que necesitaba era un padre
cercano que me abrace y afirme en cada momento de mi vida. Los niños
espirituales necesitan ídolos, pero los hijos maduros prefieren alguien
cercano que camine junto a ellos. Dios es Todopoderoso, pero también
es “todo cercano” y “todo amoroso”. Reconocer y aceptar esta verdad

viva te introducirá a una nueva relación con el Padre. Se activará tu
herencia y podrás llamarlo Abba.
Padre Nuestro
En el contexto judío la palabra “padre” cobra un valor mucho más
trascendente que en la cultura occidental. Muchos judíos se apellidan
como “hijo de: el nombre de su padre”. Por ejemplo, conocí a un judío
que se llama Eli Bar David. “Bar” significa “hijo de”. Entonces la
traducción sería Eli Hijo de David. Su padre se llama David. La
paternidad en la cultura judía trae identidad. Uno puede saber de dónde
viene, qué derechos posee, y su vida será determinada por quién es su
padre. En este contexto, entender nuestra identidad de hijos de Dios es
sumamente importante. Si eres hijo de la religión o de una tradición, tu
identidad, herencia y propósito están desvirtuados. Jesús dice que
cuando oremos digamos “Padre Nuestro” a Dios. Esto debe traer una
nueva revelación de nuestra identidad, propósito, destino y herencia.
Imaginen lo que tal declaración causaba en el contexto judío. Estaba
introduciendo el Espíritu de adopción. En otras palabras, a partir de ese
momento eran hijos de Dios, y debían comenzar sus oraciones
declarando la paternidad Divina.
Uno de los propósitos más notorios del ministerio de Jesús fue traer
la revelación de paternidad celestial a los judíos y gentiles. La palabra
“padre” aparece doscientos treinta y cinco veces en los evangelios de la
boca de Jesús. Él constantemente hacía pública Su intimidad con el
Padre. Dejaba claro que los deseos de Su Padre prevalecían en todas Sus
decisiones y acciones. Cada día era una oportunidad para ejecutar la
voluntad del Padre en la tierra. Cuando las personas llenaban Su agenda

de compromisos diarios, se escapaba al desierto o algún monte a orar a
Su Padre. Si hacía falta, pasaría toda la noche en el regazo de Su Abba.
Estableció que ese lugar de amor sería su principio y fin, su fundamento
y destino, de dónde venía y hacia dónde iba.
“Padre”
Escuché a un pastor, que me inspira mucho, enseñar que todos
necesitamos un “padre”, un “papá” y un “papi”. Fue un concepto que
trajo mucha sabiduría a mi vida. El “padre” es una figura de autoridad
que es tan necesaria que todos tengamos. Dios es nuestro Padre y esto
requiere nuestra obediencia sin objeciones. La autoridad espiritual es un
área débil en la iglesia de hoy. Preferimos la independencia y
autosuficiencia. Tener un “padre” implica que no podemos hacer lo que
queremos, necesitamos pedir permiso y estar seguros que cada decisión
que tomamos es avalada por él. Este es un camino de bendición y gracia.
La verdadera libertad no es hacer lo que queremos, sino que el Padre
haga lo que quiera en nosotros. Jesús se relacionó con Dios como su
“padre”. El amor que demostró al sujetarse y obedecer a Su autoridad
fue una constante en su vida. Ni la unción, ni el poder lo independizaron.
Siempre fue dependiente y reconoció que no estaba por su propia cuenta,
sino que obedecía la autoridad de quien lo había enviado. Conozco
culturas donde este aspecto paternal del “padre” como figura de
autoridad y respeto es sumamente marcado. En muchos países de
Latinoamérica los hijos se relacionan con su padre como “usted”. Es
muy bueno tener el concepto de padre bien claro y brindarle a ellos el
respeto que merecen. Es igual con Dios. Es fundamental que nunca
perdamos el temor y la reverencia que el Amo de la Eternidad merece.

Sin embargo, también necesitamos profundizar un poco más nuestra
relación con Él y comprender que también es nuestro “Papá”.
“Papá”
“Papá” es una figura de la paternidad que implica más confianza e
intimidad que el concepto de “Padre”. Cuando logramos entender que
Dios es nuestra autoridad y merece nuestro respeto y temor, podemos
relacionarnos con Él como nuestro “Papá”. Es tan importante que un
“papá” nunca deje de ser un “padre”, como viceversa. Uno alimenta al
otro. Es “papá” quien nos otorga valoración, aceptación y afirmación.
Nuestro carácter es determinado por la influencia de nuestro “papá”. Él
se acerca lo suficiente como para brindarnos la estabilidad que
necesitamos y así perder los miedos. Palmea nuestra espalda cuando
actuamos correctamente, es el fan número uno en nuestras áreas de
competencia y se jacta del hijo que tiene ante otros. Nos hace sentir
confiados en que lo que hacemos le importa. Las personas que han
gozado de la afirmación de su papá terrenal, comúnmente, se sienten
seguras y fuertes. Suelen pensar “si mi papá piensa bien de mí, tengo lo
suficiente”. Muchas veces me toca aconsejar a hijos de pastores o
ministros. Les pregunto si se han sentido afirmados por sus papás lo
suficiente o les hubiese gustado más valoración y validación. La
respuesta me sorprende. Casi el 100% de los casos hubiesen necesitado
más afirmación que exigencias. Muchos pastores en el afán de que sus
hijos no se extravíen creen que con la demanda y el control, lo lograrán.
El resultado es rotundo, la mayoría de los hijos de los pastores están
apartados. Ellos necesitan un “padre” que también sea un “papá”.
Si no has tenido un papá que te afirme, quédate tranquilo, tu Papá

celestial es tu fan número uno. Él se jacta con los ángeles acerca de ti.
Ha desarmado el orden celestial para venir a la tierra en tu rescate. Se
hizo un “tatuaje” con tu nombre en la palma de su mano (antes de que
me apedrees, dice Su Palabra, que tiene esculpido tu nombre allí).
Cuando alguien quiere condenarte y acusarte, Él remarca que nadie
puede meterse con Sus escogidos. Se goza con tus alegrías y se
entristece con tus angustias. No puedes huir de Su amor, ya que por
delante y detrás te rodea y te perseguirá por todo lugar. Cuando te alejas
demasiado, tira Sus cuerdas de amor para atraerte (quizá estas palabras
estén siendo esos lazos irresistibles).
Si conjugamos estas dos facetas de Dios, un “Padre” y un “Papá”, es
maravilloso lo que podemos experimentar. Los que solamente se han
relacionado con el primer aspecto de Dios, viven sintiéndose
condenados y exigidos, nunca alcanzan el parámetro que su “Padre”
demanda de ellos. Siempre están en falta y sienten culpa. Adoptan este
estilo de vida de sentirse víctimas, disfrutan la misericordia de Dios pero
pierden Su favor. ¿Te sientes así? Necesitas urgentemente ver a Dios
como tu “Papá” que te disfruta.
Por otro lado, los que solamente han experimentado el aspecto de
Dios “Papá” usualmente creen que todo lo que hacen está bien, nunca
experimentan corrección, por lo tanto pasan de la libertad al libertinaje.
No entienden que el “Padre” se duele por la desobediencia y entristecen
Su corazón con malas actitudes. Su corazón se llena de orgullo y
justifican sus malas actitudes argumentando un respaldo irreal de Dios
(utilizan muy a menudo frases como “Dios me dijo tal cosa…” o “sentí
de Dios esto o aquello…”). No es que Dios no nos habla o no nos da el
sentir de Su corazón, pero si esto no es respaldado con el carácter y
obediencia producida por la revelación de “Dios Padre” se produce un

desbalance peligroso.
Cuando obtenemos la revelación que Él es nuestro “Padre” y nuestro
“Papá” fluye a nuestro carácter todo lo necesario para relacionarnos
sanamente con Dios y con el prójimo. Podemos disfrutar de Sus
correcciones como de Su afirmación. Sin embargo, hay un nivel más
íntimo en nuestra relación paternal con Dios y considero que es la más
importante, “Papi”.
“Papi”
Como vimos en el capítulo anterior, “Abba” significa “Papi”. Solo
cuando accedemos a este nivel de intimidad con el Padre y lo llamamos
Abba, recibimos el amor que nutre y fortalece nuestra vida. Es aquí,
donde la faceta de “Padre” y “Papá” son alimentadas. “Papi” es quien
nos abraza y susurra al oído que nos ama. Es quien nos besa y sonríe al
vernos. Es tremendo ver cómo en muchas culturas los hombres pueden
ser “padres” y “papás” sin ser “papis”. Temen perder su hombría si
juegan con sus hijos, los besan o dejan que éstos se queden dormidos en
su regazo. Al igual los hijos, creen que el decirles “papi” a sus padres es
una muestra de debilidad. La verdadera debilidad es producida por hijos
que no pueden llamar a Dios como Abba. De esta manera no pueden
acceder a un grado más profundo y vital en la intimidad con Dios. Sentir
el calor del pecho de “Papi” no se compara con ninguna otra sensación
en el mundo. Cuando Jesús enseña la parábola del hijo pródigo, dejando
sentada la máxima expresión de la naturaleza del amor del Padre, dice
que cuando el hijo se arrepintió, su “papi” lo abrazó y le besó. El beso es
el acto de adoración más profundo. Solo los que experimentan este nivel
de intimidad con Dios pueden establecer contacto con Él. “Con tacto”

significa “con toque”. Dios quiere que sientas Sus toques de amor y
puedas decirle al oído “te amo Abba”.
Ahora puedes entender por qué Jesús en el Getsemaní no le dice a
Dios en Su oración “Padre” (Él mismo había enseñado a orar de esa
manera), tampoco le dice “Papá”, Él exclama: “Papi”. Solo los que son
hijos adoptados por el Amor divino pueden llamarlo Abba. El Espíritu es
el que trae convicción a tu interior de que puedes relacionarte de esta
manera con Dios. Es tiempo de que experimentes la paternidad de Dios
en plenitud. Solo claman los que saben que son escuchados. Y tú eres
uno de ellos. Tus palabras son oídas en los cielos. Alimenta tu espíritu
con la fe necesaria y comienza a clamar. Llora si es necesario, pero haz
oír tu voz. El Padre quiere jugar contigo, quiere afirmarte y también
susurrarte cuánto te ama. “Abba” no es una palabra mágica, pero si
comienzas a expresarla con revelación y sabiduría, entrarás en las
profundidades del amor de Dios. Te animo a que puedas usar esta llave
de intimidad, la puerta se abrirá y te encontrarás allí, en el lugar donde
pocos quieren entrar ¡Abba!
Espíritu de vida
El camino de la intimidad con Dios es un camino de muerte y
resurrección. Cada vez que mueres a algo que Dios te pide, algo
glorioso resucita. Cuando rechazas la orfandad y aceptas la paternidad
íntima de Dios, lo que estaba muerto comienza a vivir. Se despiertan los
sueños y propósitos divinos, y comienzan a florecer la sanidad, la
restauración y los deleites de Su Presencia. Si has luchado por años con
sentirte amado y adoptado por Dios, creo que es un buen momento para
que te des por vencido. Dios jamás ha perdido una batalla. Finalmente

Su amor te vencerá y te poseerá. La vida del Espíritu comenzará a
revitalizar tu interior. Te convertirás en un dador de vida a todo lo que
toques. Al llamar a Dios de Abba, la herencia divina se activará en tu
vida y la naturaleza del Padre comenzará a correr por todo tu ser. Tus
palabras comenzarán a ser espíritu y vida, produciendo resultados
sobrenaturales para problemas naturales.
Te invito a que sigamos avanzando en este maravilloso camino. Al
mirar fijamente a los ojos de amor de Abba, descubrirás una mirada que
consumirá todo lo que está mal en ti. Su mirada y Su amor harán morir
toda la religiosidad en tu vida. Puedo sentirlo en mi espíritu, un nuevo
hijo de la intimidad está a punto de nacer.

CAPÍTULO 6
· Vistos y amados por el Padre ·

“A Jacob no le quedaba la ropa de
Esaú, a David no le sentaba bien la
armadura de Saúl, y tú nunca estarás
cómodo vistiéndote de ´alguien´ que
no fuiste creado para ser”
“A Satanás le lleva toda una vida
corromper la identidad de alguien,
a Dios solo una noche restaurarla”
“Se pudren las ataduras de orfandad
cuando comprendemos la verdad
de que el Padre no nos quita los ojos
de encima a pesar de nuestros errores
y huidas”

V

CAPÍTULO 6
· Vistos y amados por el Padre ·
eía en él un gran potencial. Tenía talentos, dones, pasión por Dios.
A las personas les gustaba estar cerca de él. Era líder de jóvenes
en su iglesia y muchos lo seguían y buscaban. También dirigía la
alabanza. Una hermosa voz combinada con una gran unción. Claramente
Dios lo había equipado para ser alguien especial en el avance del Reino
en la tierra. Sin embargo, él no se veía así. Cada vez que nos
encontrábamos para charlar, mostraba ser alguien fracasado, frustrado y
con una imagen de sí mismo totalmente desvirtuada. Como si se mirara
en un espejo roto, algo o alguien le estaba diciendo que era otra persona
a la que todos veíamos. Eran dos seres distintos en un mismo cuerpo.
Uno, el que veía ministrar y servir a Dios, otro el que charlaba conmigo
a solas cada semana. Lloraba, se quejaba y pedía explicaciones de por
qué Dios usaba otras personas y no a él. Yo lo afirmaba, aconsejaba y
ministraba sobre la verdad tan evidente de quién era y cómo Dios lo
veía. Sin embargo a los pocos días regresaba nuevamente por el piso. Mi
sensación era que había algo quebrado adentro de él y no sabía cómo
repararlo. ¿Qué era lo que hacía que este guerrero se sientiera una
víctima? ¿Por qué no podía recibir la identidad que Dios le estaba

otorgando y que todos veíamos, y la cambiaba por una imagen tan poco
real y verdadera de quién era? Finalmente un día entró a mi oficina
destrozado. Después de un rato de charla explotó y me confesó que
había sido abusado por su padre en la niñez. Su lucha contra el rechazo
había nacido en aquel acontecimiento. Había sido definido por ese
hecho. No importaba lo que Dios o toda la humanidad le dijera, ya
estaba afectado, a partir de ese día, toda su vida conviviría con su nuevo
nombre: “abusado”. Hay hechos que suceden en nuestras vidas que nos
definen. Seamos responsables o no de lo sucedido, hay sucesos que
bautizan nuestra identidad de tal manera que pareciera ser irreversible.
La niña que de adolescente fue manoseada por un compañero de la
escuela, toda su vida creerá que es un cuerpo bonito y atractivo más que
un tesoro preciado. El adolescente que descubrió a temprana edad la
pornografía, quedará afectado en su identidad como alguien correcto en
lo público pero un monstruo en lo secreto. El chico que fue violado o
abusado, aceptará que ese hecho lo definió como homosexual. Aquel
que se crió viendo violencia familiar, será un violento. Él que tuvo
padres inmorales, justificará su lascivia con lo que heredó. Aquella chica
que perdió a sus padres de pequeña, será una luchadora y guerrera. Los
hechos y circunstancias son una voz fuerte e imborrable que determinan
la identidad de las personas. Muchas veces fue algo que nos sucedió que
marca quiénes somos. Esa tarde le dije a este muchacho que él no era lo
que aquella terrible circunstancia había sentenciado sino lo que el Padre
decía de él. En algún momento de nuestra vida necesitamos ser
redefinidos por lo que Dios dice acerca de nosotros. Jesús fue definido
por el Padre: Éste es mi hijo amado y en él siento placer. Guié a este
amado hijo de Dios hacia una decisión trascendente: “Hoy tienes que
decidir qué voz vas a escuchar, lo que Dios dice de ti o lo que `aquello

que te sucedió´ está declarando. ¿A quién le crees? ¿Cuál de los dos
eres?”. Luego de esto, fueron tres horas de reloj en las cuales este
hombre lloró arrinconado en un sector de la oficina. Ese día aquel
pequeño que había sido abusado murió y un hijo establecido por la voz
de Dios nació. Pudo volver a su esencia original, como Dios lo había
diseñado antes de ser corrompido. Hoy esta persona es un tremendo
pastor que es muy usado por Dios para liberar y restaurar a muchos. Fue
redefinido y redirigido por Dios. A partir de aquel día ya no escuchó las
voces que lo querían confundir y dejó que la esencia del Eterno llene su
vida y determine su identidad.
Jacob, ¿engañador o padre de una nación?
Son muchas las personas que son afectadas por una experiencia con
su padre. Una mala relación con tu padre terrenal puede dañar toda tu
vida. Lo mismo sucede en el mundo espiritual. No tener la revelación
correcta de Dios como padre, puede producir una traba espiritual
imposible de atravesar y que determinará negativamente tu identidad. Un
síntoma de los hijos de la religión es que no se sienten ni amados ni
vistos por el Padre. Por dicha razón, necesitan reconocimiento y
valoración en las estructuras religiosas y en los hombres, aunque nada de
esto puede saciar la necesidad de ser contemplados y disfrutados por
Dios. En la Biblia tenemos muchos casos que argumentan este punto.
Quisiera hablarte de Jacob. Su historia es apasionante. Todo el mundo lo
conoce por el significado de su nombre: el engañador. Así lo llamaban
todos. Sin embargo, en toda su vida vemos cómo Dios lo visitaba una y
otra vez para decirle quién realmente era y el propósito glorioso que
tenía con su vida y sus generaciones. Aunque el mundo lo definió por el

nombre que sus padres le habían puesto debido a una circunstancia
humana, él era amado y visto por Dios y lo había escogido como el
“padre de una nación”. A pesar de esto, Jacob siempre luchó entre la
identidad que las circunstancias le proponían y lo que Dios decía de él.
Le costó muchísimo entender su identidad Divina. Dios no se detuvo
hasta definir a Jacob según Su designio. Lo visitó en lugares áridos,
tiendas, tierras lejanas, montes, de noche y de día, hasta que logró
vencerlo con Su amor. Quisiera decirte que no importa lo que tus padres,
las personas, tus amigos o la humanidad diga sobre ti, lo que importa es
lo que el Padre piensa. Él te visitará una y otra vez, en todo lugar y
circunstancia hasta que finalmente la voz del mundo sea consumida y
experimentes lo que tu Creador dice de ti. Él te escogió y tiene un plan
para ejecutar a través de tu vida. Aunque la tierra te llame un engañador,
te buscará en desiertos, tierras extranjeras, saldrá a tu encuentro mientras
huyas por tus errores y finalmente te visitará por la noche hasta
transformar tu forma de caminar, tu identidad y direccionar tu destino.
Robar la bendición del hermano
Veamos la vida de Jacob desde el principio. Siempre vivió conforme
a su identidad. Vez tras vez intentó obtener bendiciones y ser “alguien”
porque en realidad no sabía lo que Dios pensaba de él. Procuró llenar de
muchas maneras el vacío de su alma. Reiteradas veces fingió para lograr
la aceptación ajena ya que padecía de rechazo interno. En primer lugar le
robó la bendición a su hermano. Estaba tan insatisfecho con quien era
que anhelaba lo que “otro” (en este caso su hermano) tenía. Los hijos de
la religión son definidos por el mundo y no se sienten plenos. Por esto
viven envidiando lo que otros tienen. Quieren el ministerio, la unción y a

veces, hasta la mujer de otros. Son capaces de hacer lo que sea por
obtener la bendición. Hurtan lo que Dios le dio a otros a través de
críticas, estrategias oscuras, actitudes mal intencionadas. Cuando alguien
está siendo levantado por Dios, buscan la manera de trabar su proceso,
porque se sienten inferiores. Aún obteniendo la aprobación del otro, no
se sienten satisfechos, como le pasó a Jacob. ¿Ya le has robado la
bendición a alguien? Solo hace falta una actitud de envidia o crítica para
lograrlo. El Proverbio 14.30 dice que “la envidia es carcoma a los
huesos”. No importa lo que logres por envidia, no habrá bendición en
eso. Jacob obtuvo la primogenitura engañando a su hermano por un
plato de lentejas. ¿Esta dicha cambió algo en su vida? Absolutamente
nada. Siguió engañando y huyendo toda su vida. Como veremos al final
de esta historia su alma no estaba saciada. ¿Has visto personas que
obtienen cosas y no se sienten satisfechas? Esto sucede porque su
identidad está corrompida. Necesitan ser redefinidos por Dios. Los
logros ministeriales y religiosos no podrán saciar el interior, lo único que
puede saciarlo es encontrarte con Su mirada de amor y escuchar lo que
Dios piensa de ti.
Vestirse de otro para obtener la bendición
Jacob logró obtener la primogenitura de Esaú, pero fue por más. Su
siguiente paso fue disfrazarse de su hermano para obtener la bendición
de su padre. ¿Has visto personas que se disfrazan de otros para obtener
el favor de los hombres? Creen que si se visten como dice la religión, o
que si cantan o tocan como el ministro de moda, o si hablan como otro
predicador y viven el llamado de alguien más, obtendrán la bendición.
Estos hijos de la religión buscan la aprobación a cualquier precio. Son

capaces de perder su creatividad y esencia única, y se disfrazan de “lo
que el sistema bendice”. Esto hizo Jacob. ¿Cuál fue el resultado? Tuvo el
favor de su padre, sin embargo vivió huyendo por desiertos y tierras
extranjeras. Más que en un bendito se convirtió en un fugitivo. Hay una
creatividad perdida en la iglesia de hoy. Todos quieren ser como alguien
más. Jesús era único y creativo. Cuando Nicodemo se acerco a Él, dijo:
“Nadie hace lo que tú haces”. Cuando nuestra identidad está afirmada
en el Padre, no tenemos miedo a lo nuevo, ni a hacer lo que nadie más
hace. Se desata una unción creativa. Creo en una generación que traerá a
la tierra cosas que ninguna otra generación trajo. Canciones, ideas,
proyectos, palabras y sonidos. Este es un síntoma de los hijos de la
intimidad. Pero para esto hay que vencer la tentación de vestirse como
otros. Las cosas más gloriosas de Dios se activan en la zona de riesgo,
cuando estamos dispuestos a ser quien Dios nos creó para ser, sin
importar el precio. A Jacob no le quedaba la ropa de Esaú, a David no
le sentaba bien la armadura de Saúl, y tú nunca estarás cómodo
vistiéndote de “alguien” que no fuiste creado para ser.
Obsesiones humanas
Nota cómo Jacob actuaba de acuerdo a su identidad. Había sido
definido y sus acciones correspondían a quien creía que era. La historia
continúa. Todo era engaños y esfuerzos para obtenía bendiciones. Nada
fluía. Dios tenía planes extraordinarios para él, sin embargo vivía como
un esclavo. Ya tenía la bendición del hermano y del padre. Ahora su
obsesión era una mujer. Creía que si finalmente obtenía esa mujer que
tanto amaba, sería pleno. Trabajó 7 años por ella. Fue estafado. A esta
altura creo que muchos se están identificando con Jacob. Después de 14

años de luchas, esfuerzos extrahumanos y desengaños amorosos,
finalmente obtuvo su premio, Rebeca. Alguien podría decir que ahora sí
Jacob estaría satisfecho. Sin embargo notamos que no. Había algo
trabado en su interior que no le dejaba disfrutar ninguno de estos logros.
Una vez que obtuvo la mujer que siempre anheló, se empecinó con el
ganado (representa bienes materiales y dinero). Engañó a su suegro para
obtener las mejores crías. Es asombroso ver la estrategia que utilizó
Jacob en esta ocasión (si no la conoces te animo a leerla en tu Biblia).
Me sorprende lo que una persona es capaz de hacer con tal de obtener
una “bendición” material. Consiguió las mejores ovejas. Tenía todo lo
que anhelaba, sin embargo vivió los siguientes días de su vida huyendo.
No podía disfrutar nada de lo que lograba. Así como en la historia del
comienzo, Dios lo veía como un escogido, pero él no podía verse así.
Algo le había sucedido que no le permitía entender cómo Dios lo veía.
Había alcanzado sus mayores ambiciones, pero estaba lejos de los
deseos que Dios tenía para Él. Notamos que vivió toda su vida con un
hambre en su interior incapaz de ser saciado con ningún fruto de este
mundo. Este buscador crónico de la bendición, obsesivo por la
aprobación del otro e insatisfecho compulsivo, estaba a punto de tener
una experiencia con Dios que transformaría para siempre su vida y la de
sus generaciones.
El día en que todo cambió
Dios lo visitó una noche y a la mañana siguiente Jacob no fue el
mismo. A Satanás le lleva toda una vida corromper la identidad de
alguien, a Dios solo una noche restaurarla. Es tremendo el potencial
que un encuentro verdadero con el Dios Vivo tiene, para transformar

años de frustración, en un nuevo camino de plenitud.
Jacob estaba tan acostumbrado a luchar por todo, que peleó hasta el
amanecer con su Creador. Finalmente reclamó la bendición que ni su
hermano, ni su padre, ni su esposa, ni el dinero habían podido darle.
Dios tocó su muslo y lo bendijo. Sintió el toque y la mirada de Su Padre
Eterno. Cambió su manera de caminar y su nombre. Nunca había
respondido a otro nombre que no fuera engañador. Por primera vez
escuchó a un Ser lleno de un amor desconocido llamarlo de una manera
diferente y suprema: Israel, “el que pelea con Dios” (no contra Dios,
como muchos lo traducen). Dios lo redefinió y redirigió. Afectó su vida
y sus generaciones, de tal modo que hoy en día la nación escogida por
Dios honra y responde a ese nombre con que Dios lo nombró aquella
noche. Creo que no tenemos dimensión de lo que sucede cuando El
Padre de amor nos redefine. No solo nuestra vida y nuestro caminar es
afectado, sino que generaciones y naciones son favorecidas por ese
instante Divino. Finalmente Jacob es saciado.“Y llamó Jacob el nombre
de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada
mi alma”.
18
Sin embargo mi pregunta es: ¿Cuál era la atadura que había
afectado tanto a Jacob que Dios liberó esa noche? ¿Qué circunstancia lo
había definido de tal manera como para vivir toda su vida huyendo,
engañando y buscando el favor de los hombres? ¿Había sido solamente
el nombre que le habían puesto sus padres? Hace unos años comencé a
orar y presentarle al Espíritu Santo estos interrogantes. Algo había
definido a Jacob y necesitaba descubrirlo. Dios me llevó al principio de
esta historia y me enseñó dos principios que transformaron mi vida.
El primero se encuentra en Génesis 25:28:
“Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a

Jacob”
Jacob carecía de amor paternal. Jacob no se sentía amado por su
padre. Esa experiencia lo definió. Siempre buscó el amor, que no
obtuvo, de la persona que más anhelaba recibirlo. El panorama comenzó
a aclararse frente a mis ojos. Solo una persona que no se siente valorada
por su padre puede actuar de esta manera. Este es el espíritu de la
religiosidad. Introducir orfandad de tal forma que no podemos percibir el
amor de Abba. Es así que buscamos en sistemas humanos y en placeres
inferiores saciar nuestro deseo de ser amados por el Padre. Cuando
recibimos la revelación de la paternidad de Dios y cuánto nos ama,
nuestra identidad es redefinida. Este amor supremo se convierte en el
combustible que dirige nuestro ser hacia Su voluntad. Ya no buscamos
satisfacer el interior con la bendición de los hombres, con la aprobación
de personas, con relaciones sentimentales o con bienes materiales.
Podemos disfrutar de todas estas cosas, porque nuestro ser está saciado
en Él.
El segundo principio que recibí se halla en Génesis 27:1:
“Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron
quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él
respondió: Heme aquí”
Jacob no se sentía visto por su padre. Isaac estaba ciego y no podía
verlo. Una persona que no se siente amada ni observada por su padre,
caminará toda su vida con una identidad afectada y corrompida.
Intentará que los ojos de los demás lo consideren, porque hay una
necesidad de significado y relevancia en su vida, incapaz de ser
satisfecha por otra mirada que no sea la paterna. La esencia de la

religiosidad se basa en cómo actuamos ante los ojos de las personas.
Podemos tener vidas llenas de pecado, pero mientras los demás nos
miren con aprobación, creemos que alcanzamos el favor. Esto es un gran
engaño y una tremenda mentira. Los ojos de Dios están fijos en nosotros
día y noche. En público y en privado. Saber que somos vistos por Él le
da sentido a todo lo que hacemos. Cuántos pecados evitaríamos cometer
si tuviéramos conciencia de la mirada permanente que Dios pone en
nosotros. No necesitamos la atención de nadie más, porque contamos
con el interés del Ser más maravilloso y relevante de la eternidad. Por
esto Jacob exclamó: “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma”. De
repente accedió a la realidad de que Dios lo estaba mirando. Somos
libres cuando sabemos que Papá nos presta atención. Nos observa
cuidadosamente sin perdernos de vista ni un segundo. Todo lo que
hacemos es relevante para Él. Se pudren las ataduras de orfandad
cuando comprendemos la verdad de que el Padre no nos quita los ojos
de encima a pesar de nuestros errores y huidas. En este momento
mientras lees estas páginas, Él te está contemplando. Como padre
entiendo tan bien esto. Mi mirada está fija en mi hijita. Ella juega,
camina, se mueve y yo la sigo. Aunque ella no lo note, mis ojos están
continuamente atraídos por ella. La miro aún cuando duerme. Y ante la
menor necesidad mis brazos de amor estarán para ayudarla. Anhelo que
esta verdad te redefina. Eres amado y visto por el Padre. Esta realidad
traerá una nueva dimensión espiritual de libertad en tu vida. Podrás
caminar seguro y confiado. No necesitarás el favor del hombre, ni
placeres de este mundo para saciar el hambre de tu interior. Solo Su
amor y su mirada nos satisfacen. Esta revelación determinará tu vida y
afectará a tus generaciones.

Natanael, visto y amado por Jesús
Hay dos personas en la Biblia a las que Dios les revela la visión de
una escalera al cielo por la cual suben y descienden ángeles. La primera
es Jacob, la segunda es Natanael. Hay una conexión entre estas dos vidas
y lo que hemos visto hasta aquí.
“Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien
escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José,
de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno?
Le dijo Felipe: Ven y ve. Cuando Jesús vio a Natanael que se le
acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay
engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le
dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera,
te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres
el Rey de Israel”
- Juan 1:45-48
Notemos, al principio, la incredulidad de Natanael ante la buena
nueva de Felipe. Este hombre está claramente frustrado. Responde como
un huérfano de alma. Felipe le dice que han hallado a quien tanto
buscaban y el “irónico” Natanael le responde: “¿De Nazaret puede salir
algo bueno?”. De lo que abunda el corazón habla su boca y por esto
podemos conocer un poco lo que está sucediendo en su interior. A pesar
de esto decide ir al encuentro de Jesús. Éste, al verlo, lo define con su
identidad celestial: “Un verdadero israelita en quien no hay engaño”.
No sabemos mucho de la vida de Natanael antes de este episodio, pero
sin dudas estaba en la agenda de Dios para el avivamiento que venía, se
convertiría en uno de sus discípulos y más adelante sería uno de los doce

apóstoles de la iglesia primitiva. Quizá para algunos este hombre era el
“incrédulo” o el “irónico”. Pero para el Padre era alguien clave para todo
lo que iba a suceder en la tierra. Fiel a su identidad desvirtuada, el
contestador Natanael replica: “¿De dónde me conoces?” Claramente
estas palabras no tenían un tono amistoso. La mirada de amor de Jesús y
Sus palabras de valoración, eran algo que Natanael no estaba
acostumbrado a recibir. Su corazón huérfano, religioso y resentido no
producía confianza en lo que estaba oyendo. Pero todo está a punto de
cambiar. De repente Jesús le dice: “Cuando estabas debajo de la
higuera, te vi”. Quisiera resaltar estas últimas palabras: te vi.
Claramente algo se libera en el interior de Natanael. De repente una
fresca revelación inunda su entendimiento. “Rabí, tú eres el Hijo de
Dios; tú eres el Rey de Israel”. ¿Este no es el mismo hombre que hace
unos momentos se estaba burlando de Él? Ahora está consumido por el
descubrimiento de que el Mesías, que han esperado por años, está
delante de él. ¿Qué transformó al “incrédulo” y “amargado” religioso en
un discípulo apasionado de Jesús? Saber que los ojos de Jesús estaban
puestos en él cuando nadie más lo veía. El mensaje era claro: “Natanael,
eres importante para mí. Cuando estabas debajo de la higuera y creías
que estabas solo. Cuando en tu corazón frustrado te preguntabas por
qué nadie ve lo que hago o a nadie le importa lo que digo. Mis ojos de
amor estaban fijos en ti y para mí eres un verdadero adorador sin
engaño. No importa que no te sientas valorado por otros, para mí eres
especial y único. ¿Sentías que nadie te veía? Yo te vi cuando nadie más
te estaba prestando atención. Y te veo como una persona clave para lo
que sucederá en los próximos años en Israel y las naciones. Cuento
contigo”. ¿Puedes ver la conexión con Jacob? Si aún no puedes hacerlo,
te voy a dar más revelación para que lo comprendas. Paso siguiente Dios

le da la misma revelación que al hijo de Isaac.
“Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera,
crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os
digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios
que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”
- Juan 1:50-51
A todos aquellos que han sido definidos por alguna experiencia
negativa en su vida, y están frustrados, incrédulos, insatisfechos y
buscando el favor en la religión, Dios les presenta una escalera al cielo.
Es una invitación a subir a otro nivel. A un lugar donde ya no eres
definido por lo que la tierra dice de ti sino por tu identidad eterna. Lo
que el cielo dice de ti gritará tan fuerte que hará callar toda voz de
maldición y religiosidad que ha intentado corromper tu diseño original y
esencia divina. Los puntos se están conectando, Jacob y Natanael, no se
sentían vistos, a ambos Dios les presentó una escalera al cielo. Pero aún
queda un dato importante más. Cuando buscamos en un diccionario
bíblico sobre Natanael, vamos a encontrar que en el evangelio de Juan es
el único a donde se lo llama por este nombre. Los demás evangelios
relatan el episodio nombrando a quien acompaña a Felipe como
Bartolomé. En el libro de los Hechos también se lo llama Bartolomé.
Está comprobado que Natanael y Bartolomé son la misma persona. Pero
Juan, que es el íntimo, siempre aporta datos y detalles que otros
evangelios no mencionan (¿Será que los íntimos ven cosas que otros no
ven?). ¿Por qué Juan, que está siempre cerca de Jesús, registra a
Bartolomé como Natanael? ¿Por qué Jesús llamó a este hombre que
todos llaman Bartolomé, Natanael? La respuesta la encontramos cuando

descubrimos el significado de cada nombre. Bartolomé, significa “hijo
de Tolomeo”. Natanael, significa “Regalo de Dios”. Para todo el mundo
este hombre es el “hijo de alguien”, pero Jesús lo redefine como “regalo
de Dios”. La familia, los amigos y el mismo sistema religioso definieron
a este hombre con irrelevancia, como uno más. Ahora entiendo un poco
por qué su corazón manifestaba frustración, incredulidad y apatía. Sin
embargo, es redefinido por Dios. En otras palabras Jesús le dice: “Te
veo, te amo, eres un regalo de Dios para la tierra y a partir de este día
accederás a niveles espirituales que jamás en tu vida habías soñado
experimentar”. Al igual que Jacob, Natanael es restaurado y
redireccionado. Dios anula el poder de las experiencias y definiciones
que habían operado sobre ellos para desatar orfandad. Se revela como un
padre de amor y desata su destino de gloria que afectará generaciones.
Hoy necesitas ser redefinido por la voz del Padre. No sé qué
experiencia te ha marcado tanto que te ha hecho un huérfano de alma.
Quizá todo lo que anhelas es ser visto y ser amado. Hoy quiero decirte
que Dios me inspiró a escribir este libro solo por ti. Para que sepas que
los ojos de amor de Papá no pueden apartarse de ti. Que Su amor intenso
y furioso es capaz de traspasar todo muro que por años ha sido
levantado. Él está a punto de mostrarte una escalera a una nueva
dimensión. Tu destino profético y de gloria está siendo desatado. No sé
quién eres para los demás, pero te quiero animar a que te tomes unos
minutos para escuchar lo que Jesús piensa de ti. Calla toda voz y deja
que Su Espíritu grite en tu interior: “Eres mi hijo amado, me das placer,
te veo, te amo y he puesto una escalera celestial delante de ti para que
accedas a un nuevo nivel de amor, revelación y activación porque eres
clave para todo lo que viene. Hoy debes escoger entre aquello que ha
intentado definirte y mi voz sobre ti. Eres un regalo del cielo para la

tierra, tus generaciones serán afectadas si recibes mi amor. No puedo
quitar los ojos de ti, soy tu Padre eterno, eres hijo de mi intimidad”.

CAPÍTULO 7
· De esclavos a hijos - Parte I ·

“No es fácil pasar de una mentalidad
de esclavo a una de heredero. Tampoco
es sencillo vivir como heredero cuando
tienes un enemigo que siempre quiere
volverte a convertir en esclavo”
“Ellos no siguen las señales, sino el
corazón del Padre y entonces la señales
los siguen a ellos”
“Estar en la casa del Padre no es
asistir a un templo. Es permanecer en
Su amor. Muchos sirven en el templo
pero viven lejos de Su amor”

C

CAPÍTULO 7
· De esclavos a hijos - Parte I ·
uando Dios elige una vida y diseña un propósito para ésta, no hay
absolutamente nada en el universo que pueda detener los planes
del Padre. Dios escogió desde el vientre de su madre a Romina, aunque
sus padres biológicos no pensaban lo mismo. Con solo días de nacida,
fue abandonada para luego ser entregada en adopción. Su destino de
desgracia estaba sentenciado. Sin embargo la Gracia intervino. Fue
adoptada y creció en una familia llena de amor, aceptación y cuidado. El
amor de Dios cambió la herencia, contexto y futuro de esta princesa. Los
planes del Padre eran más altos y Sus deseos de amor por ella
claramente intensos. Sus padres adoptivos, siendo una familia cristiana,
guiaron a la pequeña en los caminos eternos. Era tan vivo el amor de su
hogar, que jamás ni siquiera se cuestionó que no había nacido allí. Sin
embargo, a los diez años de edad, su madre decidió que debía decirle la
verdad. De esta manera le contó que era adoptada. Si bien la joven no
dudaba del amor de sus padres del corazón, los siguientes años trajeron
muchos cuestionamientos en su identidad y valoración. Fue una guerra
feroz contra pensamientos que intentaban correrla del lugar de honra
divina donde Dios la había colocado. No es fácil pasar de una

mentalidad de esclavo a una de heredero. Tampoco es sencillo vivir
como heredero cuando tienes un enemigo que siempre quiere volverte a
convertir en esclavo. Aunque Dios le había cambiado la identidad, la
ropa espiritual, la herencia y el destino, Satanás invertía sus recursos en
atarla a un pasado que Dios ya había redimido con su Gracia. El padre
de mentiras es experto en desvirtuar identidades y pervertir herencias. La
guerra de Romina ha sido igual a la de cientos de hijos de Dios, que
aunque están en la casa del Padre, viven como esclavos. Hay cantidad de
hijos pródigos aun dentro de la misma iglesia. Hay muchos adoptados
por el amor inagotable, que fueron introducidos a un nuevo hogar y
liberados a un destino de gloria, que son tentados a volver una y otra vez
al lugar de donde Dios los rescató. Dios me concedió el honor de
regalarme en Romina una hija espiritual. Ella logró vencer esa batalla.
Hoy es una mujer de 28 años, que está formando una familia
maravillosa. Casada con Tomás, un gran hombre y ministro de Dios.
Tiene un ministerio de restauración de jóvenes tremendo, la he visto
llevar muchas mujeres al Señor y ser parte de la sanidad de ellas. Tiene
su propia empresa de zapatos, con la que honra a Dios y es de testimonio
para cada persona que pisa ese lugar. Me conmueve pensar en ella e
imaginar la sonrisa del Padre cuando la ve. Puedo observar lo que Dios
ha hecho durante todos estos años y entender que aunque es difícil,
cuando tomamos la provisión de amor que Abba nos da y vivimos en esa
identidad Divina, Él puede edificar una vida llena de favor y propósito.
A veces creemos que ser pródigo, esclavo o huérfano espiritual es no
asistir a una iglesia. Pero es mucho más que esto. Es no vivir de acuerdo
a la adopción y herencia que nos fue encomendada. Pródigo significa
“disipador, gastador, que desperdicia su herencia en fines inútiles”. ¿Qué
estás haciendo con el amor, el perdón, la gracia, el favor y la herencia

que el Padre te entregó? Si no estás utilizando todo eso para aquello para
lo cual te fue entregado, calificas para la categoría de pródigo. Hay una
gran diferencia entre ser hijo de Dios y vivir como tal. Muchos son hijos,
pero viven como esclavos. Han sido adoptados pero viven como
huérfanos. Son herederos pero viven oprimidos por un sistema que los
somete. Esta es la descripción de la religiosidad, no vivir en coherencia
con lo que somos. Debes reflexionar si estás viviendo de acuerdo a quién
eres y a lo que el Padre te proveyó. Analizaremos los síntomas de una
mente de esclavo y aquellos de una mente de hijo. Estoy convencido que
el mismo Padre que tomó a Romina de una vida condenada a la miseria
y la hizo una princesa heredera del Reino Inconmovible, hará lo mismo
contigo.
Mentalidad de siervos
El hombre estaba demasiado lejos y Dios decidió enviar a Jesús. El
Cordero de Dios es la expresión de un Creador que quiere tenernos más
cerca. Modela una relación con el Padre de intimidad y guía a los suyos
por ese camino de cercanía. Se sienta a la mesa de pecadores, lava los
pies de sus discípulos, visita casas, abraza leprosos, se acerca a
prostitutas y pasa tiempo con los niños. Ese es Emmanuel, Dios con
nosotros. Nos llama hijos, se presenta como Esposo de la Iglesia y
prefiere que sus discípulos se identifiquen con una relación de amistad
con él, más que con una de servidumbre.
“Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi
Padre, os las he dado a conocer”
- Juan 15:15

Jesús no contradice Sus enseñanzas en cuanto a tener actitudes de
servicio, sin embargo cuando habla de identidad, quiere llamarnos
amigos. El siervo es un esclavo y tiene un jefe. Debe a éste
responsabilidad, disciplina y si no sirve es desechado. No puede
acercarse mucho a su patrón, solo debe realizar el trabajo y retirarse a la
hora debida. Compite cuando otro siervo tiene mejor reputación delante
de su amo y teme perder su lugar. No es heredero, ni siquiera tiene un
lugar en la casa de su señor. Jesús deja claro que no es la forma en la que
Dios quiere relacionarse con los suyos. Aunque entiendo el concepto de
servir a Dios y sabemos que este es el legado que Jesús nos dejó, creo
que hemos enfatizado más esta función que la de intimidad a la que el
Maestro quiere llevar a los discípulos. En cada nación donde viajo me
reciben con un fuerte: “Bienvenido siervo”. A veces me pregunto por
qué me llaman así, si Jesús me llama amigo. Entiendo a qué se refieren y
claramente estoy ahí para servirlos con humildad y amor. Es totalmente
bíblico que somos siervos de Dios, pero si tenemos que utilizar el énfasis
bíblico, son muchísimas más las veces que Dios nos llama hijos que
siervos. Ser hijo es el título que el Padre me da, ser un hijo siervo será
mi testimonio cuando vean mi entrega por amor a los que el Padre me
entregó. En fin, no quiero que reflexionemos sobre un término, sino
sobre algo mucho más profundo que esto.
¿Estamos viviendo como esclavos o como hijos? En el concepto que
quiero describir, esclavo, siervo y huérfano son sinónimos. Me refiero a
lo que era alguien con esa condición en la época de Jesús. Alguien
privado de libertad, sin derechos y sin intimidad con su señor. Sin
herencia y predestinado a una vida de desgracia y sufrimiento. Jesús
vino a rescatarnos de ese lugar, a sentarnos con Cristo en lugares
celestiales y a hacernos coherederos de Su Reino. Quisiera que

observemos algunos síntomas del esclavo y del hijo.
¿Esclavos o hijos?
“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada
difiere del esclavo, aunque es señor de todo”
- Gálatas 4:1
“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino
hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”
- Gálatas 4:6-7
Este es un pasaje sumamente revelador. Pablo describe a hijos que
por ser inmaduros viven como esclavos. Son dueños de todo, fueron
revestidos con poder y autoridad, pero no caminan en coherencia con su
identidad. Una de las funciones del Espíritu Santo es sacarte de la
esclavitud y restaurar tu identidad y mentalidad de hijo. Hay una voz que
está gritando desde lo más profundo de tu interior que te dice: “Ya no
eres esclavo sino hijo y heredero”.
Por más de diez años he desarrollado una pasión por el discipulado.
He entrenado a cientos de personas y colaborado con el proceso de
transformación de muchos “esclavos” en “herederos”. En nuestro
ministerio han pasado miles de estas personas, de muchas iglesias, para
ser capacitados para la obra. He recorrido diversas naciones viendo a
muchos hijos en las iglesias que viven como huérfanos. Lo que quiero
compartirte a continuación es un poco de lo que he aprendido en este
camino. Esta ha sido mi conclusión en estos años de observar a jóvenes,
a pastores, a líderes, a músicos, a grandes ministros y a personas que se

inician en el camino del Reino. Durante los próximos capítulos
compartiré un cuadro comparativo entre alguien con mente de
esclavo/huérfano y alguien con mentalidad de hijo. Si te identificas con
las descripciones de la primera columna, quiero mostrarte el camino
nuevo y vivo que Jesús abrió de regreso a la casa del Padre.
1. El síntoma principal
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios”
- Romanos 8:15-16
Pablo les enseña a los romanos que un síntoma de aquel que tiene
espíritu de esclavo, es el temor. Vive con miedo a todo. Teme ser
rechazado, ser condenado, ser desechado. Tiene miedo a tomar
decisiones y al futuro. El empleado siempre tiene temor a que su jefe lo
eche, no siente seguridad y en algún punto tiene incertidumbre sobre el
futuro. Los que tienen mentalidad de esclavo viven llenos de inseguridad
y desconfianza. En la época de Jesús, el esclavo debía operar por temor a
sus amos. No podía acercarse a ellos. La Biblia nos enseña acerca del
temor de Dios, dice que nos guía a la sabiduría y a la cercanía con Él.
Sin embargo el miedo te aleja de Dios. ¿Quieres identificar a alguien que

opera como un huérfano? No confía en nadie, todo el tiempo cree que
algo malo le va a pasar, vive con miedo y se siente rechazado por Dios.
Son miles las historias de niños huérfanos que por sus malas
experiencias al llegar a una casa donde los reciben con amor sincero
desconfían de la bondad y se escapan por las noches para continuar sus
rutas de desgracia.
Recuerdo llegar para ministrar en otra nación en América Latina.
Vino a recogerme un chofer que habían contratado. Bastaron minutos de
estar con él y ver la expresión de su rostro para darme cuenta que no
vivía como un hijo de Dios. Camino a mi destino, me contó que era
árabe y un hombre muy religioso. Le hice la pregunta: “¿Cómo es tu
relación con Dios?” Me respondió: “Le tengo miedo a Dios, por eso
guardo todo lo que las escrituras dicen”. Su rostro y su voz
manifestaban a un hombre amargado. Era un esclavo, y Dios era alguien
lejano y represivo para él. Su corazón parecía un bloque de cemento
impenetrable. Sin embargo, Dios me dio la llave para llevarlo a la casa
del Padre. Comencé a preguntarle por su familia. Me contó que tenía una
hija que amaba con todo su corazón. Le pregunté qué era lo que más
amaba de su hija. Me respondió que cuando era niña amaba sus abrazos
y cuando le decía “papi”. Ahora había crecido, sin embargo esos
momentos en que ella expresaba ese amor espontáneo y apasionado eran
su deleite. Mis preguntas siguieron: “¿Te gustaría que ella te tenga
miedo?” Me miró con rostro pensativo, y me respondió moviendo su
cabeza para ambos lados expresando una clara negativa. Entonces le
dije: “Dios te llama hijo, envió a Jesús y éste a su Espíritu de adopción
para que ya no tengamos temor y podamos llamarlo Papi. Así como te
deleitas en el amor de tu hija, Él se deleita en tu amor”. Esta
experiencia terminó con el hombre aceptando a Jesús como su Padre

eterno y pasando de esclavo a hijo. ¡Es maravilloso ver el Espíritu de
adopción en acción!
Aquel que ha sido restaurado en la mentalidad de hijo opera desde el
amor. Confía y desata fe en toda circunstancia. El hijo sabe que nada
puede sacarlo de la casa del Padre. El amor inagotable del Padre fluye y
fluye como un río impetuoso. No importa lo que suceda, en cualquier
circunstancia podrá contar con la ayuda de su Padre. Nunca estará solo.
Su futuro está en manos de Alguien superior. Mientras no suelte Su
mano, el destino de gloria estará asegurado. Aunque sus padres naturales
lo abandonen, Dios lo tomará. El que vive como hijo, vive confiado, se
siente amado y no tiene temores. “El que ha sido perfeccionado en el
amor, ya no teme”.
19
2. Identidad
“Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se
convierta en pan”
- Lucas 4:3
El esclavo siente que si no hace no tiene valor. Su estima está en
hacer y sentirse aprobado por su jefe. El valor de un hijo no está en lo
que hace sino en quién es. O nos define la boca del Padre o alguien más
lo va a querer hacer. Por eso, cuando Jesús fue afirmado en su identidad
de hijo, Satanás, en el desierto, lo tentó tratando de llevarlo del “ser” al

“hacer”: “Si eres hijo, convierte la piedra en pan”. En otras palabras, “si
eres hijo quiero ver una demostración de poder”. El esclavo tiene que
demostrar poder para sentirse valorado. Si sus predicaciones no
aparentan ser super ungidas, si no tiene muchos dones, si no parece
haber sido dotado con grandes talentos o si no ora tantas horas como los
grandes hombres de Dios dicen, siente que no vale. La voz de la religión
sigue diciéndoles a los hijos: “Si no conviertes piedras en pan, o vuelas
con los ángeles, no eres hijo de Dios”. Muchos se presionan para
cumplir demandas que Satanás está imponiendo (aunque éstas están
disfrazadas de cosas piadosas) y sin darse cuenta se terminan postrando
ante él. La motivación del ministerio de Jesús no era la demostración de
poder, sino la obediencia al Padre. Jesús no expone Su poder ante la
demanda del sistema religioso ni de Satanás. A ellos les habla de
intimidad y dependencia con el Padre. Y cuando los flashes de las
cámaras de los fariseos se apagan, de repente con dos panes y cinco
peces alimenta a miles de hambrientos. Construimos ministerios de
poder sobre la base de nuestra intimidad con el Padre. Para ser esclavo
hay que hacer algo, si no eres despedido y rechazado. El hijo opera
desde la verdad de que es amado y aceptado por el Padre y nada ni nadie
puede cambiar esta realidad. El huérfano siempre se siente que está
rindiendo un examen, el hijo acepta la aprobación irreversible que Jesús
le dio en la cruz del Calvario. Los que tienen mentalidad de esclavos
basan su identidad en dones, talentos y aún en su servicio a Dios. Esto
debe fluir de nuestra identidad de hijos, ese fue el orden que Dios
estableció en Jesús. El sistema predica: “Vales por lo que haces”. El
cielo declara: “Vales por quién eres”. Dios edifica ministerios
poderosos y trascendentes en aquellos que han entendido que antes que
super cristianos, son hijos de Dios. Para ser hijo tienes que saber quién

eres para el Padre y cultivar tu relación con Él. Tu valor está en lo que
Dios piensa y declara de ti y nada puede hacerte sentir menos. El
problema de los que operan como esclavos es que el día que la
predicación no pareció ser tan ungida, la persona por la que oraron no se
sanó o la adoración no fluyó como querían, entonces se deprimen y
sienten que Dios ya no los ama.
Cada año recibimos cientos de estudiantes que vienen al Centro de
Entrenamiento Ministerial MiSion a capacitarse para el ministerio. En
las primeras entrevistas se pasan horas detallando sus ministerios,
describen sus dones y cuánto Dios los usa. Muchos llenan los minutos
hablando del trabajo ministerial, pero muy pocos nos hablan de su
relación con el Padre. En segundos podemos identificar si la persona
está operando desde un lugar de orfandad, ya que necesita establecer su
valoración en sus logros y capacidades más que en lo que el Padre dice
de ella. Aman más la plataforma que el regazo del Padre, y cuando
indagamos su corazón vemos que están llenos de temores, envidias e
insatisfacciones. Sin embargo, después de un proceso, observamos cómo
Dios los transforma en una generación que más que convertir piedras en
panes, se alimentan de las palabras del Padre y solo responden a Su voz.
Éstos serán como Jesús, los padres espirituales de la iglesia gloriosa que
Cristo está edificando en las naciones. Ellos no siguen las señales, sino
el Corazón del Padre y entonces la señales los siguen a ellos. Creo
profundamente que ya no habrá que sacar nuestros currículos
espirituales para ser valorados por el sistema religioso. En muchas
reuniones si no digo que viajo por las naciones, que predico a miles de
personas y que escribo libros, parece que no valgo. Cuando alguien me
introduce o presenta a otros, les cuenta mis logros, las personas cambian
su actitud para conmigo. ¿Por qué debe ser así? Yo creo en una

generación de hijos de Dios que valorarán a otros por lo que son, por sus
corazones, por lo que el Padre dice de ellos. Serán igual de honrados y
valorados aquellos que escriben libros y sus rostros aparecen en los
afiches de los congresos, que aquellos que en el anonimato de sus
lugares, claman y obedecen al Padre en la oscuridad de los rincones de
cada ciudad. No seremos un reino donde los artistas, cantantes, super
pastores o carismáticos valen más que el resto, sino donde los hijos
obedientes de Dios serán valorados y entonces la tierra verá su
manifestación. Nunca más apoyes tu valor en tus capacidades ni en lo
que otros dicen de ti. Tu valor es lo que le costó a Dios dar a Su Único
Hijo para morir en la cruz por amor a ti. Recuerda, vales por lo que el
Padre dice de ti, no necesitas nada más que escuchar Su voz en este día y
saber que Él se deleita cuando piensa en ti.
3. Imagen Propia
“Porque con Dios no hay favoritismos”
- Romanos 2:11
En este momento ya te has dado cuenta que el espíritu de esclavitud,
de orfandad o de hijo pródigo, son prácticamente sinónimos espirituales.
Todos ellos operan sacando a los hijos del lugar que el Padre pensó para

ellos. El huérfano, esclavo y pródigo actúan desde el temor, la
inseguridad, la baja autoestima y sentimiento de condenación continua.
El esclavo siempre cree que otro le va a sacar el lugar. Vive en una
competencia constante, celos y comparación. Se siente inseguro. Como
su seguridad está puesta en el hacer, se convierte en una confianza
circunstancial. Cuando las cosas le salen bien, se siente amado por Dios.
Ante un error o problema, siente que Dios no lo ama tanto. De esta
manera se vuelve alguien de doble ánimo y por lo tanto, como dice la
Palabra, inconstante en todos sus caminos.
20
A veces se siente un super
hombre y otras, el peor de todos. Esto produce la mentalidad de
esclavitud. En cambio, el que vive con la mentalidad de hijo, es
constante en el amor del Padre. Como el amor de Dios no crece ni
decrece por nosotros sino que Dios es Amor, si permanecemos en Su
amor, vivimos confiados. Jesús dijo: “Así como el Padre me ama, yo los
amo a ustedes”.
21
¿Puedes imaginarte cuánto ama el Padre a Jesús?
¿Logras entender cuánto Jesús te ama? Aun ante las adversidades, un
hijo sabe que todas las cosas ayudarán para su bien, porque Dios está al
control. El amor furioso de Dios vence toda orfandad, y puede hacer
sentir pleno a aquel que el mundo menospreció. Cada hijo es único y
especial para el Padre. Como dice un gran amigo: “Dios no tiene
favoritos, tiene íntimos”. Son aquellos que permanecen en Su amor y
disfrutan de Su gozo. A veces Dios nos usa mucho, a veces pareciera
que no tanto, pero Su amor no cambia. Hay semanas que oramos todo el
día, hay semanas que luchamos todo el día, Su amor no cambia. Cuando
somos fuertes, cuando somos débiles, Su amor no cambia. Buenas
temporadas, malas temporadas, inviernos oscuros, veranos soleados,
nada puede alterar el amor de Aquel que nos ama con amor eterno.
Podemos caminar seguros, servir al Reino con total confianza, ministrar

desde el fundamento que Dios nos aprobó por Su amor y saber que de la
mano de Papá siempre habrá nuevos amaneceres llenos de gracia y
favor. El bien y la misericordia de Dios persiguen a los hijos cada día de
sus vidas. Como puedes ver, el camino de regreso a la casa del Padre
está abierto. No tienes que hacer ningún esfuerzo, Él ya lo hizo.
Necesitas volver. No te estoy hablando de que te hayas ido de la iglesia.
Estar en la casa del Padre no es asistir a un templo. Es permanecer en
Su amor. Muchos sirven en el templo pero viven lejos de Su amor. Es el
Reino de Dios sobre la tierra. Hay un lugar único para ti. Él te está
esperando con los brazos abiertos para decirte que ya no eres esclavo,
sino hijo y si hijo, heredero. Te animo a que avancemos un poco más en
este maravilloso camino. En el próximo capítulo describiremos algunos
aspectos más para quitar todo espíritu de esclavitud y vivir en la plenitud
que Abba nos provee.

CAPÍTULO 8
· De esclavos a herederos - Parte II ·

“Para los religiosos el pecado
afecta su ministerio y la imagen
que han construido delante de los
hombres. Para los íntimos el pecado
contamina el deleite de la relación
con el Padre”
“Amar es más poderoso que juzgar
cuando queremos transformar”
“Cada persona es una
consecuencia de cómo ora”

CAPÍTULO 8
· De esclavos a herederos - Parte II ·
4. Motivaciones ministeriales
“…que soy también participante de la gloria que será revelada”
- 1 Pedro 5:1
Aquel que tiene mentalidad de huérfano se siente tan inseguro que
busca su valor en la aprobación de otros o en el éxito ministerial. La
motivación para el servicio espiritual es egoísta. No piensa en otros sino
en él mismo y cómo crecer en reputación. Vive para hacer lo que le
agrada a los hombres y dar lo que ellos piden. Las metas de su servicio
son fama, dinero y reconocimiento, aunque comúnmente con sus bocas
expresen lo contrario. Buscan contactos y abrirse puertas por la fuerza,

hacen “lobby” y “política espiritual”. Sus mentes están en el éxito
temporal y se alejan del modelo supremo. Los hijos solo quieren agradar
y obedecer al Padre. Se deleitan en cumplir la voluntad de Dios aunque
terminen decapitados o clavados en una cruz. Tienen un deseo insaciable
de ver sonreír a Jesús, aunque en ese camino pierdan dinero, reputación,
fama y favor de los hombres. Han sido libres de las vanas glorias y están
consumidos por la gloria eterna. Su motivación ministerial está anclada
en la eternidad. Pedro lo dejó claro. Él dijo que todo su ministerio tenía
una motivación: “Ser participante de la gloria venidera”. En el guión
eterno de Dios habrá un momento de clímax llamado manifestación de la
gloria venidera. De repente los telones del cielo se abrirán y en las nubes
Jesús se manifestará. Para que tomes dimensión de lo que será esa gloria
que emanará la persona de Jesús, déjame mostrarte cómo lo describe
Isaías:
“La luna se avergonzara, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los
ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus
ancianos sea glorioso”
- Isaías 24:23
Será tan potente Su gloria que la luna será avergonzada, y tan
esplendorosa Su luz que el sol será confundido. Me encanta en los días
soleados, cuando la estrella de la mañana brilla fuerte, mirarla y decirle:
“Vas a ser confundida, cuando Jesús regrese”. En las noches de luna
llena, cuando el astro ilumina los mares y la tierra, me gusta observarla y
recordarle la palabra de Dios: “Vas a pasar vergüenza, cuando la belleza
de Jesús se manifieste”. Será el momento cúlmine de la obra de Dios y
el comienzo de lo que realmente vale la pena por la eternidad. Y Pedro

dijo: “Yo vivo y sirvo por ese día, no hay nada en este mundo que se
pueda comparar con esa gloria que será revelada”. El éxito de un
hombre no se mide por la grandeza de su ministerio terrenal, sino por la
dimensión del Reino al que representa. Los hijos tienen su vista puesta
en el galardón supremo. Esa es su meta superior. Esa es su motivación
ministerial. Los esclavos quieren ser reconocidos por los hombres, los
hijos saben que pequeños actos de obediencia les otorgan grandeza en el
Reino venidero.
22
A esta altura debo preguntar
¿Estás viviendo como hijo o como esclavo?
5. Motivación para la santidad
“Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la
hermosura de la santidad”
- Salmo 110:3a
El esclavo opera por disciplina. Tiene que cumplir reglas y horarios.
El hijo opera por deleite, solo quiere agradar al Padre. Los esclavos
espirituales dentro de la iglesia, buscan la santidad solo para cumplir la
ley, no para honrar al Dador de ésta. El huérfano cumple horarios en la
iglesia. No quiere ir al culto pero cuando es la hora sabe que tiene que
marcar tarjeta. Hace todo por obligación. Busca santidad para que su jefe
no lo despida y rechace. En cambio el hijo opera por deleite. “Yo me

alegré con los que me dijeron a la casa de Jehová iremos” declaró el
“hijo” David.
23
Está comprobado que el amor es un motivador mucho
más poderoso que hacer las cosas por disciplina. El hijo y la esposa, son
mucho más efectivos que el siervo y el esclavo. Los hijos de Dios saben
que el pecado contamina la relación de amor con Dios. Buscan santidad
porque no conciben la idea de no sentir el abrazo del Padre o ver al
Espíritu entristecerse. Esto se llama santidad por amor. Cuando el
“esclavo” Saúl pecó, solo le importó mantener su reputación y su
ministerio, por eso mintió a Samuel, ya que le interesaba lo que el
hombre pensaba más que lo que Dios sentía.
24
Cuando el “hijo” David
pecó, dijo: “Solo te pido que no me quites de tu presencia y me
devuelvas el deleite de estar contigo para siempre”.
25
Para los
religiosos el pecado afecta su ministerio y la imagen que han construido
delante de los hombres. Para los íntimos el pecado contamina el deleite
de la relación con el Padre. Yo no soy fiel a mi esposa para cumplir una
regla, o para que no se divorcie. Soy fiel porque anhelo disfrutar la
pureza de nuestro amor y sentir que nada se interpone entre nosotros.
¿Puedes notar la diferencia? Dios está despertando una generación de
hijos que buscan santidad para disfrutar la hermosura que ésta imparte y
no perderse ninguno de los beneficios de la plenitud de Cristo.
6. Fuentes de placer y consuelo

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar”
- Mateo 11:28
Cuando estamos agobiados y cansados, los hijos vamos a Jesús. Él es
el mayor lugar de descanso y recreación que puede existir. Sin embargo
el esclavo cuando termina su tarea religiosa, se va al otro extremo. Es
como aquel hombre de familia que trabaja todo el día y al llegar al
hogar, no quiere ni hablar de trabajo. Hay muchos hombres de Dios que
al terminar sus fines de semanas agobiados por actividades de iglesia, el
lunes se sumergen en pornografía, infidelidades, vicios y placeres de la
carne. Tienen mentalidad de esclavos y encuentran descanso fuera de la
casa del Padre. El pecado es una fuente de consuelo para muchos. Las
grandes caídas son consecuencias de tristezas o raíces de amarguras no
resueltas. Muchos buscan aliviar dolores del alma a través de medicinas
pecaminosas como lo son la lujuria, las relaciones fuera de Dios,
pecados relacionados con el mundo virtual y redes sociales, y la lista
podría continuar por páginas. Estas fuentes de placer no hacen más que
aumentar el cansancio y el desconsuelo. Hunden más a los huérfanos en
la soledad, los alejan del propósito y de los brazos de Jesús. Cuando
sentimos que estamos comiendo el alimento de los cerdos y percibimos

nuestra suciedad, debemos correr al Padre que nos está esperando. Eso
hace un hijo. El cansancio debe llevarnos al Único que puede llevar
nuestras cargas. La tristeza del alma encuentra alivio en Jesús.
Rodearnos de ambientes de adoración y atmósferas del Reino son la
clave para recrear nuestro espíritu y no caer en el estrés que la esclavitud
propone. Nutrirnos de la Palabra, que es la mayor medicina, es la clave.
Creo que el problema no es el activismo eclesiástico, sino realizar
actividades sin oír al Padre y sin sentir Su caricia. El estrés no viene por
las tareas sino por quitar nuestra vista de Jesús. Hacer la voluntad del
Padre debe ser nuestro alimento. El alimento nos provee energías,
crecimiento, vitaminas y fuerzas. Cuando estamos débiles o cansados,
obedecer a Dios y hacer Su voluntad, nos fortalece. ¿Cuál es Su
voluntad? Amarlo con todas las fuerzas y amar al prójimo como a
nosotros mismos. Predicar Su palabra a los perdidos, estudiar las
escrituras y adorarlo apasionadamente, son lugares de fortaleza y
nutrición para los hijos de Dios. Jesús sigue diciendo: Venid a mí. No le
interesa la condición en que estés, después de Su toque no quedarás
igual. Los hijos hallan consuelo en el Padre. Los esclavos lejos de Él.
¿Vives como hijo o como esclavo? La próxima vez que planifiques un
tiempo de descanso, no pienses solo en un lugar retirado, piensa en una
persona. Ve a Jesús y hallarás descanso.
7. Relación con el prójimo

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad,
estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”
- Filipenses 2:3
El esclavo se vive comparando con otros. Siempre desea lo que el
otro tiene. A los esclavos les duele la espalda todo el tiempo, por trabajo
y también por lo que el Proverbio 14:30 dice que: “La envidia es
carcoma a los huesos”. Siempre están mirando al otro con celos.
Quisieran su ministerio, su unción, sus bienes y hasta su mujer. Son
capaces de “asesinar” para conseguirlo. Al basar su identidad y valor en
hacer, siempre tienen que estar compitiendo, para que no venga alguien
que haga más y les saque su lugar. Tienen el síndrome de Caín, son
“hermanos mayores” que miran a sus “hermanos menores” con
desprecio. Y ni hablar si Dios se agrada de alguna ofrenda de Abel. El
primer asesinato de la historia fue a un adorador (a esta altura
entendimos que adorador e hijo son sinónimos espirituales). Y no lo
mató un enemigo sino su propio hermano. Hoy, en la iglesia cientos de
“Caínes” siguen matando a aquellos cuyas ofrendas son aceptadas por
Dios. Los sacrifican con críticas, celos, acusaciones y maldiciones. Al
igual que el hermano mayor del hijo pródigo, no se alegran con la

alegría del prójimo, y van a llorar con sus tristezas. Este muchacho al ver
cómo el Padre de amor recibió a quien había regresado arrepentido dijo:
“He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y
nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos”.
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¿Puedes notar los síntomas de la mente de esclavo? “Tantos años te
sirvo” (valor en el hacer), “no habiéndote desobedecido jamás”
(santidad por evitar rechazo), “nunca me has dado ni un cabrito”
(reclama salario y no herencia, veremos este punto a continuación).
Jesús, el Verdadero modelo de hermano mayor y de hijo, no condena ni
siquiera a la mujer adúltera a quien todos quieren apedrear. Honra a
todos los que se acercan a Él. Promueve a sus discípulos, les eleva el
estatus, de pescadores de peces a pescadores de hombres, de
recaudadores de impuestos a administradores del Reino eterno. La única
que vez que dice: “Aprendan de mi”, no habla de Sus dones o de Sus
poderes, sino de Su carácter: “Aprendan de mi, que soy manso y humilde
de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas”.
27
¿Cómo maneja
los errores de otros el esclavo? Los expone y acusa. Ve la equivocación
ajena como su oportunidad de crecimiento. Hace comentarios como: “Yo
te dije, había algo de esta persona que no me cerraba, todo sale a la luz,
que tenga su merecido”. Los hijos proveen caminos de restauración.
Cuando algo no les cierra en alguien, rápidamente atacarán el problema,
buscando restaurar al pecador. Ven las caídas de otros como pérdidas
personales. Somos cuerpo, si una parte del cuerpo se duele, todo el físico
siente dolor. El juicio será la última herramienta de Dios con la tierra
cuando haya agotado todos los caminos del amor. ¿Por qué entonces el
juicio es primero para muchos antes que el amor? Uno tiene autoridad
sobre aquello que ama. Por eso Dios tiene autoridad sobre el mundo,
porque lo amó de manera radical. ¿Quieres transformar tu nación? Debes

amarla primero. ¿Quieres transformar tu generación? Debes amarla
primero. ¿Quieres transformar al prójimo? Debes amarlo primero. Amar
es más poderoso que juzgar cuando queremos transformar. El esclavo
es independiente y egoísta. El hijo es dependiente y generoso. El hijo
sabe que es único y amado por el Padre. Cuando otro hijo es prosperado
en algo que él está esperando, siente que Dios está tratando de inspirarlo.
“Si lo hice con él, lo haré contigo. Alégrate con tu hermano, y él se
alegrará contigo luego”. Es tiempo de ver a los demás como Dios los
ve. Necesitamos más personas revestidas de perdón y misericordia.
Hijos que reflejan al Padre en honra y amor por los demás.
8. Relación con la autoridad
“Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido
participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”
- Hebreos 12:8
“Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para
siempre”
- Juan 8:35
El esclavo no recibe la exhortación. No puede concebir el amor del

Padre detrás de un reto. Al oírla se siente rechazado. El padre que ama,
disciplina. Pero su corazón herido no le deja ver el amor detrás de la
instrucción. Es importante entender que la autoridad es un principio
fundamental del Reino de Dios. En todos los ámbitos el Padre establece
autoridades. El huérfano no tiene padres. El esclavo tampoco. Aquellos
que no se someten ni aman la autoridad, son huérfanos y esclavos. Vivir
sin disciplina es ser bastardos y no hijos. Esta mentalidad lleva a las
personas a la independencia y autosuficiencia. Muchos huérfanos
espiritualizan la rebeldía con ideas de que Dios es la única autoridad y
que la cobertura espiritual no es necesaria. Claramente, se están
perdiendo el propósito por el cual Dios nos dio tutores en cada área de la
vida. El esclavo recibe la amonestación como condenación. Me ha
pasado muchas veces, estar exhortando a alguien y que esta persona se
sienta condenada o rechazada. Muy posiblemente sea porque ha sido
herida por la autoridad, sean sus padres naturales o líderes en algún área
y su mente ha sido esclavizada con orfandad. En el otro extremo
tenemos a los hijos que honran a sus autoridades. Entienden que la voz
de Dios muchas veces nos incomoda pero nos guía hacia la vida.
“Camino de vida son las reprensiones que te instruyen” dice el
Proverbio 6:23. Amar la dirección divina es entender que el Padre ve
cosas que nosotros no vemos y ha puesto personas para que nos ayuden
a no equivocarnos. Mi pequeña hija se acerca a los enchufes sin saber el
peligro de meter sus deditos allí conlleva, que lo que parece un pequeño
juego, puede ser un camino a la muerte. Yo grito con voz rígida: “¡¡No!!
Ni te acerques allí”. Mi voz tiene que sonar tan fuerte y dura como para
que entienda la dimensión del peligro. En el momento, llora y grita, no
entiende por qué su padre le habla así. No tiene la capacidad de entender
el por qué de mi reprensión. Una niña de dos años no puede interpretar

mi amor detrás de ese grito. ¿Puedes entender cómo opera Dios? El ve
cosas que nosotros no vemos. Amar su voz rígida, o el consejo de un
pastor, o el reto de un padre, es obedecer aunque muchas veces no
entendamos. Solo un hijo que confía en el amor de su Padre puede vivir
en esta dimensión. La disciplina es clave para el crecimiento de un hijo.
Todos los hombres de Dios son probados en este área. Muchos
desaprueban y se quedan a mitad de camino. La mayor expresión de un
hijo es la obediencia. La misma está basada en el amor y la confianza. El
esclavo no obedece, solo trabaja por salario. Cumplir y obedecer no es lo
mismo. Cumplir, tiene que ver con tareas. Obedecer, con personas. El
huérfano espiritual es el que hace lo que la autoridad o el pastor le piden.
El hijo es el que ama a la autoridad y al pastor más allá de lo que piden.
El esclavo se somete, el hijo ama el someterse y disfruta estar bajo
autoridad. Ve cada exhortación como una oportunidad de crecimiento.
Jesús dijo que el esclavo no permanece en la casa para siempre y que el
hijo sí. Un síntoma de orfandad es no permanecer en los lugares donde
Dios te colocó. A veces ante la menor incomodidad, las personas buscan
dejar su iglesia. La mayoría de las veces esta situación no nace en la voz
del Padre sino en la dificultad de pasar procesos que han sido puestos
por Dios para vigorizar nuestras vidas. Los hijos de la intimidad
permanecen en la casa y de esta manera se fortalecen para afectar y
transformar el ambiente.
Te animo a que quites toda mentalidad de esclavitud, ve con tus
autoridades espirituales y renueva tu compromiso de amor con ellos.
Pídeles que te digan cada vez que vean un error, que anhelas ser
corregido, que deseas crecer. Si necesitas pedir perdón, no lo dudes, es
la actitud que los hijos tienen con sus padres. El quebrantamiento
establece el camino de regreso a la casa del Padre.

9. Visión de Dios y palabras preferidas
“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”
- Gálatas 4:6
Pocos tienen problemas con la grandeza de Dios, pero muchos no
pueden comprender Su cercanía. Hasta los paganos reconocen que Dios
es Grande. Los religiosos miran los cielos y el universo y se asombran
de Su omnipotencia. No hace falta tener una relación íntima con Dios
para reconocer Su santidad, Su poder y Sus maravillas. Pero solo los
hijos pueden llamarlo de Papá. Todo el mundo observa a Lionel Messi y
se maravilla de sus obras futbolísticas. Le pueden gritar maestro, genio,
el más poderoso de la historia del fútbol. Pueden conocer con detalles
sus estadísticas. No hace falta tener una relación con él para hacerlo. Sin
embargo, solo su hijo puede llamarlo papá. Para los demás es un ídolo.
Los esclavos ven a Dios como un poderoso amo lejano e intimidante.
Pueden conocer Sus obras y el libro de Sus estadísticas con detalle. Sin
embargo, podemos hacer de Dios un ídolo cuando no lo vemos como

nuestro Padre. Los hijos ven a Dios como un tierno Padre cercano y
amoroso. Dios no deja de ser poderoso, maravilloso, omnipotente y
esplendoroso por reconocer que le gusta abrazarnos, besarnos y que lo
llamemos Papá. Tu visión de Dios puede ayudarte a identificar si estás
operando como un esclavo o como un hijo. Veamos las palabras con que
te acercas a Él. Todos anhelamos ser usados por Dios. Pero los esclavos
solo quieren ser utilizados. Ser siervo se trata de eso, de que tu amo te
use. El esclavo es explotado. Recuerdo cuando solamente oraba: “¡Señor
úsame!”. Un día Dios me respondió: “Las cosas se usan, las personas se
aman”. No eres una cosa para mí, eres un hijo amado”. El hijo basa su
relación en el amor, mientras que el siervo en la utilidad. Si las palabras
que más oras son úsame, más que te amo papá, estás en serios
problemas. Las palabras preferidas de un esclavo son: “Úsame, soy tu
esclavo, tu siervo inútil, no soy digno de nada, soy un vil pecador, solo
dame tus migajas”. Aunque todas estas podrían ser oraciones
teológicamente correctas en algunos casos, se han hecho a Dios en
ciertas ocasiones específicas, en contextos especiales. Por ejemplo, ser
un siervo inútil se usa una sola vez como algo positivo y varias veces
como que éstos perecerán en el infierno. Es interesante recordar cómo
durante mi niñez y adolescencia escuchaba a tantos hombres de Dios
orar y reiterar esto. Por amplia mayoría en el Nuevo Testamento se nos
enseña a orar como hijos, como esposa del Cordero, como amigos de
Jesús, como discípulos amados. Todas oraciones que implican
compromiso con la intimidad y con la eternidad. En las cartas de Pablo
más de diez veces se usa la palabra “esclavo” como algo negativo. Solo
una vez se nombra ser esclavos de Cristo, en el contexto de quienes
habían sido llamados al Señor siendo esclavos terrenales o libres. Sin
embargo, escucho la oración: “Somos tus esclavos”, en cientos de

iglesias. Y casi no escucho personas que cuando oran llaman a Dios de
Abba. Repito, no quiero discutir sobre términos. Pero es necesario
entender que de lo que abunda el corazón habla la boca. ¿Oras como
esclavo o como hijo? ¿Adoras como huérfano o como heredero? ¿Solo
cantas de la grandeza de Dios o puedes adorar con expresiones que
denotan tu intimidad? Creo que la revolución de los hijos de Dios se
manifestará cuando la iglesia comience a ver, oír y hablar como hijos.
Imagina que mi hija se acerque cada mañana a decirme: “Papá, soy tu
sierva inútil, úsame, perdóname, no soy digna de ser tu hija”. Creo que
ya estaría deprimido, gracias a Dios que Él no entra en depresión.
Aunque entiendo que por momentos es necesario utilizar algunas de
estas palabras en nuestras dinámicas con Dios, creo que a Él le agrada
que usemos otras. Lo importante que hasta este punto puedas identificar
cuantos síntomas de esclavitud posees y emprendas un camino
determinado a los brazos del Padre.
10. Recompensa
“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de
Dios por medio de Cristo”
- Gálatas 4:7
Los esclavos reclaman salario. Los hijos reclaman herencia. El

salario es una remuneración temporal, la herencia es una recompensa
eterna. El esclavo pide por lo suyo propio, demanda a Dios su bienestar,
su dinero, su casa, su auto porque solo le preocupa su pequeño reino
personal. El hijo espera su herencia. No tiene sus ojos puestos en los
beneficios de este mundo, está anclado en la Gloria eterna. Nada de lo
que esta tierra ofrece podría saciar su sed interior, ya que está
predestinado para heredar algo mayor. En el Salmo 2 vemos a Jesús
reclamando su herencia: “Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho:
Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las
naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra”. El Hijo
reclama lo que el Padre le prometió, las naciones. Toda la tierra y su
plenitud son de Dios. Un heredero es quien posee legalmente todos los
bienes de su padre. Lo que es del Padre, puede ser reclamado por los
hijos.
“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada
difiere del esclavo, aunque es señor de todo”
- Gálatas 4:1
Hay muchos hijos que son señores de todo, pero por su inmadurez,
viven como esclavos. Piensan, caminan y oran como esclavos.
Necesitamos una generación que tome su herencia. La herencia de los
hijos es ver esta generación postrada ante Jesús, es ver la mayor cosecha
de almas que la historia haya presenciado, es predicar el evangelio del
Reino en todas las naciones, es ver la belleza del Amado llenando toda la
tierra, es gobernar con nuestro Padre sobre este mundo por la eternidad.
Con mi familia no oramos por nuestras necesidades. No porque no esté
bien, es bíblico hacerlo. Pero hemos determinado en nuestra vida no

pedir salarios sino herencia. Solo oramos por cosas grandes que tengan
que ver con el Reino de Dios. Hemos aprendido el principio: “Buscad
primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas las cosas os serán
añadidas”.
28
Siempre que buscamos algo grande, lo pequeño viene solo.
Pero siempre que buscamos lo pequeño perdemos lo grande. Dios nos ha
bendecido con abundancia en cada detalle, pero hemos definido que no
seremos una familia de esclavos que reclaman su sueldo mensual, sino
que viviremos como un hogar de herederos que pedimos las naciones
para Jesús. Mi hijita no me exige la comida, la ropa, ni siquiera sus
juguetes. Yo me ocupo de sus necesidades. Y si yo puedo hacerlo,
cuánto más nuestro Padre de amor no va a darnos exactamente lo que
necesitamos. ¿Crees que es casualidad que teniendo tan corta edad ya he
recorrido diversas naciones en tres continentes predicando a Jesús? Cada
persona es una consecuencia de cómo ora. Es tiempo de reclamar tu
herencia. Eres hijo y heredero. Rechaza el espíritu de esclavitud. Al ser
un espíritu, no es algo estático. No alcanza con comprender este
mensaje. Es necesario rechazar cada día esa actividad diabólica sobre tu
vida, que va y viene, tratando de alejarte del propósito del Padre. La
orfandad no se va por tener este libro en tus manos, por entender el
mensaje, ni siquiera por predicarlo. Puedes declarar mil veces que eres
hijo y seguir viviendo como huérfano. Sin embargo, cuando empiezas a
pasar tiempo con el Padre y te determinas a oír diariamente Su voz, eres
verdaderamente libre. Mantenerse firme en la libertad se logra
caminando cada día en dependencia del Padre. La orfandad solo puede
extinguirse cada vez que pasas tiempo con el Padre, escuchas lo que Él
está diciendo de ti y respondes con corazón sincero: Abba.
Quiero declarar que Su amor consumirá todo temor. Ahora el
Espíritu de libertad está operando sobre tu vida. Si te has sentido

identificado con síntomas de esclavitud debes revisar la lista de la
mentalidad de los hijos y comenzar a desarrollar esas áreas como tu
prioridad. Esto no lo podrás lograr por esfuerzo humano sino como fruto
de tu intimidad con el Padre. Necesitas correr en este momento a Sus
brazos y pedirle que te diga qué siente por ti. Debes escuchar Su voz
declarando: “Ya no eres esclavo, eres mi hijo”. Tu herencia está
comenzando a ser activada, empezarás a vivir por lo que naciste. Serás
tan consumido por la gloria eterna y la voluntad del Padre que todo lo
demás perderá valor. Ya no tendrás devoción por disciplina, sino por
deleite. Él potenciará tu ministerio, porque confía en Sus hijos. Su
Presencia se transformará en tu mayor fuente de deleite y experimentarás
a Jesús, tu placer superior. El sistema religioso acaba de perder un
esclavo y el cielo ha ganado un hijo de la intimidad con el Padre.
Cuadro “De esclavos a hijos”

CAPÍTULO 9
· Perdidos en los negocios del Padre ·

“Los hijos de la intimidad están
dispuestos a morir a sus sueños
personales para vivir los deseos
del Padre”
“Como amigos del novio no
podemos enamorar a la novia de
nosotros. Tu mayor propósito es que
la iglesia se enamore de Jesús,
no de ti”
“La vida es demasiado corta para
gastarla en cosas que no
fortalezcan tu eternidad”

C

CAPÍTULO 9
· Perdidos en los negocios del Padre ·
uando era pequeño me perdí. Estábamos disfrutando de un
hermoso día de playa en familia. Yo tenía unos cinco años de
edad. Por un minuto mis padres se descuidaron y cuando pasó un
hombre vendiendo dulces, comencé a seguirlo desconectándome de
tiempo y espacio. Los caramelos fueron tan atractivos para mí, que salí
disparado tras ellos. Mis papás comenzaron a buscarme por todo el
lugar. Las personas aplaudían en solidaridad para notificar que un niño
se había extraviado. Cuando reaccioné me di cuenta que me había
alejado y no sabía cómo regresar. Comencé a llorar mucho, alguien notó
la situación por mi angustia y me cargó en sus hombros. En pocos
minutos fui visto por mis papás que me buscaban desesperadamente. El
reencuentro fue hermoso y aprendí la lección: ningún dulce temporal
puede reemplazar los brazos de amor de mis padres.
Hoy muchos niños espirituales se pierden tras las golosinas de este
mundo y se alejan de esta manera de su zona de seguridad y propósito.
Los encantadores deleites de la carne y las propuestas del sistema, alejan
a muchos hijos de los brazos del Padre. Sin embargo, el cielo aplaude
para llamar la atención. Dios enviará a alguno de sus mensajeros para

cargarte en los hombros y posicionarte nuevamente delante de quien te
ha estado buscando con anhelo desesperado.
Cuando tenía diecisiete años estaba terminando el colegio con notas
sobresalientes. En mis primeros años de secundaria logré estar en el
cuadro de honor de una importante institución y ser abanderado en
varias ocasiones. Mis profesores y directores me alentaban a cursar una
carrera universitaria que esté orientada a las ciencias más importantes
dada la facilidad que tenía para el estudio. Sin embargo, decidí viajar a
esa edad a otra nación para formarme en un instituto de capacitación
bíblica y ministerial. El director del colegio donde asistía les dijo a mis
padres que era un desperdicio que me ocupe de cosas religiosas, ya que
podría ser exitoso en otras carreras y, no solo hacerme un gran futuro,
sino contribuir para otros. Sin embargo, desde joven me perdí. Me
extravié de las oportunidades del mundo en la voluntad del cielo. No
logré establecer un futuro humanamente seguro, pero sí una eternidad
gloriosa. Cuando aceptamos los deseos del Padre para nuestras vidas por
sobre las ofertas de los hombres, descubrimos un placer superior que
este mundo no puede fabricar. Muchas veces los dulces que nos ofrecen
son atractivos y dejamos los lugares de propósitos eternos por platos de
lentejas temporales. Días antes de ser asesinado, el doctor Martin Luther
King dijo: “Soy igual a todos los demás, quiero vivir mucho tiempo y
feliz. Pero hoy no voy a concentrarme en lo que yo quiero, me
concentraré en lo que Dios quiere. Tal vez no viviré los días soleados
que restan, pero mientras haya luz al final del camino para los demás,
vale la pena para mi”. Los hijos de la intimidad están dispuestos a morir
a sus sueños personales para vivir los deseos del Padre. Déjame
compartirte una historia más. Había aceptado la invitación para ir a
ministrar a Medio Oriente e Israel. Unas semanas más tarde, por primera

vez en años, caían bombas cerca de Jerusalén. Cuando pedí oración en la
iglesia por mi viaje, una hermana se acercó para decirme que era una
locura que en medio de tal conflicto bélico viaje a esa zona de guerra.
Dios me había dado una palabra para realizar el viaje, pero ahora esa
directiva estaba siendo probada. Como si esto fuera poco, días antes de
viajar recibimos la maravillosa noticia que seríamos papás. Voces de
confusión inundaron mi mente: “¿Quién cuidaría de tu esposa y tu bebé
si te ocurriera algo? Espera otro momento para viajar, habrá más
oportunidades”. Sin embargo, la voz del Creador de mi mente había
sido clara. Y cuando Dios habla solo hay una respuesta posible para mí y
es sí. Decidí perderme una vez más de la lógica temporal y buscar los
designios de mi Padre Eterno. Fue una de las experiencias más
maravillosas de mi vida. En mis viajes a Israel, me han apuntado con
armas, han irrumpido en las habitaciones de nuestros hoteles y nos han
dejado amenazas de muerte, entre otros acontecimientos por el estilo.
Sin embargo el gozo y la osadía que en esos momentos hemos
experimentado, resultan en una plenitud que solo aquellos que están
dispuestos a dormirse al sistema temporal y despertarse a la gloria de
Jesús pueden distinguir. En esa misma tierra pude ver cómo muchos
hombres y mujeres, pequeños y grandes se están perdiendo en los
negocios de Satanás. Están dando literalmente sus vidas para detener al
pueblo de la cruz y a los escogidos de Dios. A estas alturas, necesito
hacerte algunas preguntas: ¿En qué negocios estás invirtiendo tu vida?
¿Estás haciendo lo que tú quieres o lo que tu Padre desea? ¿Estás tras los
dulces de este mundo o tras la gloria eterna?
Cuando una persona es trasladada de esclavo a hijo y su identidad es
restaurada, la herencia se activa. Nos conectamos con los planes de Dios
para la tierra. Dejamos de invertir en nuestros propios reinos personales

y comenzamos a vivir solo para ver Su voluntad establecida en las
naciones. Lo que antes nos atraía ya no nos seduce tanto, aquello para lo
cual dábamos todas nuestras fuerzas pierde valor, y nos comenzamos a
perder lo de este mundo temporal, para encontrarnos en los negocios del
Padre eterno.
¿Dónde está el pequeño Jesús?
La Biblia está llena de información sobre el ministerio de Jesús
desde sus treinta a treinta y tres años. Sin embargo, tenemos pocos datos
de su niñez y adolescencia. No sabemos mucho cómo fue su juventud y
su crecimiento. Muchas veces tendemos a ver los productos terminados
en hombres de Dios sobre una plataforma o en medio de la acción, pero
no tenemos conciencia de cómo han sido sus etapas de desarrollo. Todos
pasan procesos. Jesús tuvo treinta años de preparación para tres de
ministerio. ¡Qué paradoja que en la iglesia contemporánea la gente se
prepara tres años para treinta de ministerio! No nos gusta pasar los tratos
de Dios que nos entrenan para ser líderes sanos y efectivos. Toda
persona que es usada sin ser procesada, se corrompe. Los esclavos evitan
procesos, los hijos pagan el precio de permanecer en la casa.
En el capítulo 2 de Lucas se nos abre una pequeña ventana para ver
la pre-adolescencia de Jesús. Esta anécdota que el médico relata en el
evangelio, puede darnos un poco de luz sobre el proceso de este hijo de
la intimidad en su juventud. El muchacho de Nazaret a los doce años de
edad. ¿Qué hacen hoy los niños a esa edad? Practican fútbol, ven
televisión, juegan videojuegos (¡creo que estoy describiendo a un niño
de veinticinco!). En la mayoría de los casos hay que animarlos e
insistirles a ir a la iglesia, ya que la encuentran más aburrida que asistir

al colegio. ¿Cómo era Jesús a los doce años? Vayamos al relato bíblico.
Una vez al año se celebraba la fiesta de Pascuas en Jerusalén. Sin duda
uno de los acontecimientos más importantes del pueblo judío donde se
recordaba la liberación divina del yugo egipcio. Comidas especiales,
cenas hasta altas horas de la noche, danzas, música, fogones y alegría
eran los componentes de esta festividad. Los niños, cada año, esperaban
la fecha con ansias. Recuerdo cuando era pequeño asistíamos a una
fiesta anual de nuestra pequeña ciudad llamada “fogones anuales”. Eran
increíbles, danzas folklóricas, música, juegos. Cada año esperábamos ese
momento de encuentro con amigos, familiares y con todo el pueblo.
Entiendo la emoción que los niños tenían al acercarse la celebración.
Piensa en un viaje junto a tu familia y amigos, para estar una semana
celebrando en la ciudad más importante de la nación. Así sucedió.
Imagino a toda la caravana emocionada y alegre, cantando por el
camino. Pasaron siete días maravillosos. Llegó la hora de dejar la gran
ciudad y regresar a Nazaret. Durante el camino compartían las anécdotas
de las últimas noches. De repente, José le pregunto a María “¿Has visto
al pequeño Jesús? ¿Estará con sus primos y amigos?”. Comenzaron a
buscarlo por toda la caravana, era tan grande que estuvieron un día
entero procurando encontrar al joven. Luego de toda una jornada de
búsqueda, entraron en desesperación ya que Jesús no aparecía. Solo una
madre que perdió a su hijito puede entender cómo late el corazón en esas
circunstancias. Finalmente, decidieron volver a la gran ciudad. Por tres
días recorrieron todos los lugares y no encontraron rastros del niño.
Puedo imaginar la angustia que pasaron José y María. Por otro lado,
¿Cómo estaría Jesús tantos días sin sus padres? ¿Estaría desesperado,
angustiado? María le decía a José: “Debe estar llorando buscándome
por todos lados, ¿cómo podemos ser tan malos padres?”

Finalmente lo encontraron. ¿Dónde estaba?
“Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en
medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los
que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.
Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué
nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con
angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que
en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Mas ellos no
entendieron las palabras que les habló”
- Lucas 2:46-49
A los doce años Jesús estaba perdido en los negocios del Padre.
Atraído por las escrituras, el templo y el Reino, se había desconectado de
tiempo y espacio. No fue una hora, ni siquiera un día, sino tres. ¿Dónde
durmió? ¿Qué comió? La Biblia no responde mis preguntas.
Aparentemente no eran cosas que a Jesús le preocupaban. No entendió la
angustia de sus padres, como ellos tampoco entendieron la pasión de su
corazón por Dios. El capítulo termina diciendo que Jesús crecía en
sabiduría y estatura, en gracia para con Dios y los hombres.
Dios está levantando una generación de hombres y mujeres que se
están perdiendo en los negocios del Padre. Todos van en una dirección,
la caravana de este mundo tiene un rumbo fijo y un destino claro.
Futuros seguros, comodidades humanas, éxitos materiales, vanaglorias
pasajeras y placeres temporales. Sin embargo, allí no encontrarás a los
hijos de la intimidad. No van tras los “dulces” de este sistema, se están
extraviando en los asuntos eternos. No los busques donde el sentido
común dice que deben estar. No los hallarás allí. Son hijos del viento

que están siguiendo los soplos de la boca del Padre. No están forjándose
un futuro económico o construyendo castillos seguros. Algo mayor los
atrajo. No importa si tienen doce o sesenta años, son aquellos que Dios
está preparando para la revolución que ha de manifestarse. Los hijos de
la intimidad no son comprendidos, así como los padres de Jesús no
entendieron de qué hablaba. Algunos los llaman fanáticos, otros
extremos, pero allí están sumergidos en la palabra de Dios,
correspondiendo a cada profecía bíblica, cultivando vidas de intimidad y
adoración, predicando el evangelio a tiempo y fuera de tiempo. No están
tras los salarios temporales, sino que reclaman la herencia eterna. Por
favor, no los busques entre la multitud porque vas a perder el tiempo. La
palabra negocio significa “negar el ocio”. Tiene que ver con activación.
Hay muchos cristianos aburridos en la iglesia, el mundo anestesia a los
hijos de Dios de las cosas que realmente importan. Los entretiene con un
ocio mortal. Sucede con los matrimonios, adolescentes y ancianos. Veo
una caravana de jóvenes que van tras los placeres de la carne. Están
desperdiciando sus mejores años, aquellos de mayor vigor y fuerza en
asuntos que no valen la pena. A los dieciocho años me encontraba
viviendo solo en otro país, en un seminario, perdido en los negocios del
Padre. A los veintiún años fundé el instituto MiSion. Me decían que era
demasiado chico, que los jóvenes de mi edad se ocupaban de otros
asuntos. Que el ministerio no me daría un seguro económico ni un futuro
profesional. Pero algo mayor me había cautivado, solo quería honrar al
Padre y ver a mi generación correspondiendo a Su amor. Mi testimonio
es claro, mientras busqué el Reino y su justicia, todo me fue añadido. No
estoy diciendo que todos tienen un llamado al templo a tiempo
completo, pero sí creo que todos han sido llamados a extender el Reino a
tiempo completo en todo lugar. Sea a través de una empresa, una

profesión, un comercio, un deporte o un trabajo ministerial, todos
debemos vivir completamente para la gloria de Dios. Para eso fuimos
creados. Pero el mundo nos atrae como aquel hombre de los dulces me
cautivó. Y cuando queremos reaccionar, la vida nos alejó del Padre y sus
negocios. Creo en un remanente que no se postra ante Baal ni lo besa,
como en la época de Elías.
29
Éstos vencerán el sistema, negando el ocio
de este mundo y activándose en los planes eternos. Dios está lanzando a
estos profetas como saetas en cada nación y ciudad con una unción
poderosa. Se han perdido de la caravana, del mundo, de la carne y de la
religión. Como aquel hombre que describen los evangelios, encontró un
tesoro en medio de un campo y vendió todo lo que tenía para comprar
esa tierra.
30
No les costó mucho, sino todo. Quizá se pierdan de sus
familiares o amigos, pero están donde el Padre los quiere. Y desde ese
lugar serán lanzados como edificadores de los cimientos de la gloria
postrera.
Colaboradores de Dios
“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois
labranza de Dios, edificio de Dios”
- 1 Corintios 3:9
Dios quiere trabajar con Sus hijos. Somos co-laboradores. Me
encanta que mi hija me ayude. A veces no es tan determinante lo que
hace pero me alegra que lo hagamos juntos. Cuando nos traen los
bidones de agua de veinte litros, yo los empujo y ella quiere colaborar.
No tiene fuerza ni para moverlos un milímetro, pero quiere apoyar a su
papá. Pone sus manitos y hace fuerza. Pongo mis manos sobre las de ella
y produzco el movimiento. La religión nos hace creer que somos

nosotros los que movemos los bidones, pero es Dios. Pablo enseñaba
que no se trataba de él, ni de Apolos, sino de Dios.
31
Nosotros
simplemente colaboramos. Es el poder de Su fuerza que actúa en
nosotros. La Biblia nos enseña sobre el trabajo que Dios quiere hacer en
este tiempo en las naciones. A continuación describiré cuatro
acontecimientos claves que Dios, en Su palabra, dejó claro que
sucederían. Éstos están ubicados cronológica y proféticamente en los
tiempos que vivimos. Son bidones que Él está moviendo. ¿Quieres
ayudarlo? Él ama que pongas tus manos en Sus asuntos.
1. El Espíritu será derramado sobre toda carne
“Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda
carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes
verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños”
- Joel 2:28
El profeta ubica este acontecimiento antes del día grande y espantoso
del Señor. Esto es, la segunda venida de Cristo. O sea que estamos en el
tiempo del cumplimiento del derramamiento del Espíritu sobre toda
carne. Necesitamos hijos que colaboren con lo que el Padre quiere hacer.
Será un tiempo de manifestación del poder del cielo sobre la tierra de
una manera como nunca antes. Estamos en la víspera de este
avivamiento, solo necesitamos hijos disponibles que se despierten a la
profecía y reclamen la herencia de esta generación. El Reino de Dios no
consiste en palabras sino en poder.
32
Dios tiene la fuerza para hacerlo.
Sin embargo, eligió que suceda a través de sus hijos. Dios me ha
mostrado que comenzará a haber una gran manifestación de poder en
pequeños lugares. No se trata de grandes estructuras sino de pequeños

corazones dispuestos. En todo lugar donde haya un hijo amado, se
abrirán los cielos, se escuchará la voz del Padre y el Espíritu descenderá
de forma visible. “Jordanes”, desiertos, pesebres y cárceles son los
lugares preferidos por Dios para mostrar Su poder. Tu casa, tu trabajo, tu
grupo de célula y el culto semanal, serán los escenarios donde la
profecía de Joel se cumplirá. También creo que viene una manifestación
muy poderosa de Dios en la adoración. La adoración produce los
asientos donde Su gloria reposa. Es tiempo de adorar sin parar. Este
clamor genuino de los hijos será como un imán al poder de Dios. Las
señales comenzarán a seguir a los que creen. Por eso, es tiempo de
adorar en todo lugar, en casa, en el templo, en las calles, en plazas y
estadios. Así como lo experimentó Elías, donde haya altares, habrá
fuego. Y cada profeta de Dios, vale por cuatrocientos de Baal. Por cada
adorador que se despierte en la verdadera fe para construir altares
públicos, Satanás tendrá que utilizar cuatrocientos de los suyos y encima
no alcanzarán para detenerlos. ¿Puede Dios contar contigo?
2. La iglesia será gloriosa, santa, sin mancha ni arruga para
Jesús
“A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”
- Efesios 5:27
Dios está edificando una iglesia gloriosa.
33
Él mismo constituyó
líderes para llevar a los santos a la unidad de la fe, a la edificación de Su
cuerpo y guiarlos hacia la medida de la estatura del Varón perfecto.
34
Necesitamos hijos que colaboren con lo que el Padre está haciendo.
Como pastor, no quiero edificar mi propia iglesia, quiero colaborar con

la que Jesús está construyendo: “Si Jehová no edificare la casa, en vano
trabajan los edificadores”.
35
Necesitamos personas que se pierdan en
los negocios del Padre. Dios está comprometido en formar una novia
gloriosa. Quizá las tormentas de la mitad del camino, nos hicieron creer
que la iglesia está más corrompida que nunca. Pero Dios tiene un plan y
ya está en marcha. ¿Encontrará hijos que colaboren con Él en la
restauración de la Amada de Jesús? Dios va a quitar todo lo extraño de la
iglesia y la llevará a la virginidad. El resultado final será presentarla pura
para Jesús. El cielo está buscando a aquellos que van a orar y trabajar
para la purificación de la iglesia. Esta será una generación que cambiará
la crítica, la rebeldía y el juicio, por amor, misericordia y actos de
restauración. Juan el Bautista se definió a sí mismo como amigo del
Esposo.
36
Dijo: “El que tiene a la esposa es el Esposo, yo como su
amigo, solo quiero dar mi vida para que esa unión sea cada vez más
fuerte y profunda”. Esa es nuestra función. Como amigos del novio no
podemos enamorar a la novia de nosotros. Tu mayor propósito es que la
iglesia se enamore de Jesús, no de ti. ¡Ay de aquellos que seducen a la
Amada de Jesús tras ellos mismos! Tampoco podemos criticar ni
maltratar a la elegida de Señor. La iglesia no son templos, instituciones,
ni paredes, sino piedras vivas. Vidas que han sido elegidas por Dios para
un plan supremo y eterno. Es tiempo de que se despierten los que tejen
el vestido y perfuman a la iglesia para las bodas del Cordero. El Padre
quiere una novia para Su hijo, y el Hijo una esposa para la eternidad. El
Espíritu y la iglesia están ansiosos por este encuentro eterno. Dios va a
despertar entrenadores y discipuladores que guiarán a la iglesia al
romance eterno. Los que colaborarán con la restauración de la iglesia,
son aquellos que están más interesados en amar a las personas y guiarlas
hacia Él, que los que solo buscan las luces y las plataformas de la

religión. ¿Puede Dios contar contigo?
3. Testimonio del evangelio en todas las naciones
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”
- Mateo 24:14
Antes del fin, habrá un despertar de la iglesia por amar y predicar a
Jesús en las naciones. Estamos frente a la mayor cosecha de almas de
toda la historia. La herencia de los hijos son los países de la tierra.
Naciones son más que territorios o espacios políticos, son vidas. Al
restaurar la identidad de hijos, Dios restituirá la herencia. Estar
encerrados en sí mismos, con una visión limitada y egoísta, fue un error
en el cual cayó una y otra vez el pueblo de Israel y la iglesia durante los
siglos. La excusa de que si no evangelizamos nuestro barrio no podemos
ir a otras naciones, es lógica pero no bíblica. Debemos testificar en
nuestra Jerusalén, nuestra Samaria y hasta lo último de la tierra.
Necesitamos brillar en nuestros barrios, mientras alumbramos el mundo.
El pastor Bill Johnson dice: “Cuanto más lejos alumbra la luz, más
potente es a su alrededor”. Somos ese faro que cuanto más alcanza
nuestra luz, más fuerza tiene en nuestro contexto. He viajado por
numerosas naciones y he visto cómo, cada iglesia que ora, se involucra y
envía ministros a otras naciones, son las que más crecen y más alcanzan
sus propias ciudades. Desde que comencé a orar y viajar a otros
continentes, más potente se volvió nuestro ministerio en Buenos Aires.
La iglesia de los últimos tiempos tendrá visión global. Orará, irá,
ofrendará y enviará hombres y mujeres a predicar a las naciones. Creo
que esta es una gran deuda que la iglesia de Occidente tiene con todo el

mundo. El mover espiritual que se vive en nuestro continente americano
tiene que producir frutos que toquen Oriente. Dios llenará el Reino
eterno de personas de toda raza, lengua, tribu y nación. Él ya lo está
haciendo. Solo está buscando a hijos que quieran colaborar con Sus
movimientos. ¿Puede Dios contar contigo?
4. La tierra será llena del conocimiento de Su gloria
“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová,
como las aguas cubren el mar”
- Habacuc 2:14
Gloria es la manifestación visible del Dios invisible. Es la naturaleza
y belleza de Dios. La tierra ya está llena de Su gloria, pero viene el
tiempo que como un tsunami todo será inundado por Su revelación. Dios
ya está quitando los velos de muchos y manifestando los deleites que
emanan del corazón de Jesús. En los próximos tiempos va a ser tal la
manifestación de la bondad de Jehová que las personas en las naciones
serán atraídas hacia Él. “Después volverán los hijos de Israel, y
buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su
bondad en el fin de los días” (Oseas 3:5). Otra versión dice “temblarán
de asombro ante su amor”. ¿Puedes dimensionar lo que está por
suceder? Una expresión del amor y la bondad divina que produzcan un
temblor en el cuerpo humano por el asombro y las maravillas que
nuestra alma experimentará. Una generación de hijos consumidos por Su
belleza eterna se convertirá en esas olas del Espíritu que traerán la
exposición de la naturaleza del Padre en la tierra. La gloria va a ser
revelada. Y en el gran guión eternal de Dios, habrá un día donde todos
verán Su hermosura y esplendor. Los telones del cielo se abrirán y

aquellos que han colaborado con Dios se manifestarán con Él. Antes de
la declaración que acabamos de leer de Habacuc, el profeta dijo de parte
de Dios que esperemos con expectativas y trabajemos por ese día. Que
lo escribamos y lo declaremos:
“Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el
fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no
tardará”
- Habacuc 2:3
El Padre está trabajando. Está moviendo Sus bidones. Es tiempo que
pongas tus manos en el arado y no mires para atrás. La vida es
demasiado corta para gastarla en cosas que no fortalezcan tu eternidad.
La salvación es gratis, pero las recompensas se obtienen. La Biblia está
llena de premios eternos para aquellos que deseen colaborar con el
Padre. Oro para que Dios cierre tus ojos a los dulces de este mundo.
Clamo para que se despierte tu espíritu a aquello que desvela y ocupa al
cielo en estos tiempos dramáticos. Es tiempo que cambies de dirección.
Eres hijo y heredero. No importa hacia dónde va la caravana. Es tiempo
de perderse. Yo ya lo hice. Si quieres encontrarme, ya sabes dónde
buscarme.

CAPÍTULO 10
· Despiertos a la gloria del Padre ·

“Una vida de intimidad, devoción,
adoración y comunión apasionada con
Dios no es bíblicamente un ministerio
más, sino el combustible para que todos
los ministerios (apostólico, profético,
pastoral, evangelístico y de enseñanza)
sean efectivos”
“Cuando el corazón está deslumbrado
por lo eterno, se duerme a lo
temporal”
“Siempre antes de que Dios use tus
manos, el diablo querrá ensuciarlas”
“Cuando dejamos que la carne
corrompa la intimidad, el corazón
se vuelve una piedra”

Q

CAPÍTULO 10
· Despiertos a la gloria del Padre ·
uisiera comenzar este capítulo con dos escenas bíblicas. La
primera ocurre en el Mar de Galilea. Jesús dio una palabra y les
dijo a sus amigos que debían cruzar al otro lado. A los discípulos les
sucede lo que a muchos de nosotros nos pasa en la mitad del camino.
Tormentas, tempestades, dudas y afanes. Muchas veces pareciera que los
temporales de la vida tienen más poder que las palabras de Jesús. Eso
aconteció con ellos. Y por un momento quisiera que observes el cuadro:
Los discípulos están despiertos y Jesús duerme. Ellos se desesperan y el
Maestro descansa. ¿Por qué Jesús se duerme para las circunstancias que
a nosotros nos preocupan? Mi conclusión es la siguiente: lo que afana al
hombre, duerme a Jesús. Muchos discípulos de Jesús están despiertos a
asuntos que al Señor no le preocupan. Él no está allí. Lo que desvela al
hombre, no es lo mismo que desvela a Jesús. Hoy se predica fe para
comprar un auto, una casa o tener un aumento de sueldo. Hebreos 11, la
expresión más poderosa de lo que la fe es en toda la Biblia, enseña que
ésta es para conquistar reinos, hacer justicia, alcanzar promesas, tapar
bocas de leones, apagar fuegos impetuosos, evitar filo de espada, sacar
fuerzas de debilidad, hacerse fuerte en batallas y poner en fuga ejércitos

extranjeros. Estamos despiertos al sistema de este mundo y dormidos a
Jesús.
Aquí va la segunda escena. También es de bostezos y sueño. Ahora
nos trasladamos al Getsemaní. Jesús está desvelado, atravesando su
momento más crítico en la tierra. Su voluntad está por morir allí. En
medio de Su angustia les pide a sus discípulos que permanezcan
despiertos orando. ¿Y qué sucede? Se quedan dormidos. No una vez,
sino en tres oportunidades. En estas ocasiones Jesús les pide que se
despierten a lo que estaba sucediendo y acompañen sus cargas. Ellos no
responden. Se adormecen para aquello que carga el corazón de Jesús. En
la primera escena ellos están desvelados y Jesús dormido. Ahora Jesús
está despierto y ellos rendidos en sueño. Aquello que es importante para
Jesús, duerme a los hombres. ¿Qué desvela hoy el corazón del Señor?
¿Sus discípulos contemporáneos están respondiendo? La Biblia relata
que Dios no descansará ni dará reposo a Sus ojos hasta no ver algunos
acontecimientos suceder en la tierra. Jesús intercede delante del Padre, el
Espíritu nos guía hacia la verdad. La trinidad desvelada operando en las
naciones. ¿Y los hijos? ¿Están despiertos al Padre o al sistema? ¿Están
ocupados en lo que Dios quiere hacer en las naciones o preocupados por
sus pequeños mundos temporales? Los hijos se pierden en los negocios
del Padre. Es maravilloso cómo se desata un espíritu de revelación y
sabiduría en el conocimiento de Cristo y en el entendimiento de los
tiempos, en aquellos que están dispuestos a dormirse al sistema y
despertarse a Jesús. Necesitamos un avivamiento, un despertar. Las
tempestades temporales duermen a Jesús, debemos descansar en ellas
nosotros también. Los asuntos del Reino eterno que mantienen despierto
a Jesús, deben inquietarnos a nosotros también. Dios está desvelado por
Israel según Isaías 62. Está, también, ocupado en llevar a la iglesia a la

intimidad, restaurar su identidad de hijos y de novia del Cordero. Está
trabajando en encender a Su pueblo para ser luz en el tiempo de mayor
oscuridad. Los quiere sacar de la comodidad e introducirlos en una
verdadera vida de fe. Está despertando a Sus escogidos a la revelación
de Jesús el Novio, el Juez y el Rey, claramente profetizada para los
últimos tiempos. Está reclutando hombres y mujeres para el plan de
restauración de todas las cosas, de todas las familias y de todas las
naciones. ¿Qué te desvela?
Despiertos a la gloria de Jesús
Para ver la gloria de Dios hay que permanecer despiertos. Nos
transformamos en lo que miramos. El foco de nuestra vida determina
nuestro propósito. Jesús quiere mostrarte en este tiempo facetas de Su
persona, belleza y carácter, que producirán una transformación
permanente en tu vida. Para esto, debes identificar todo aquello que
quiere anestesiarte. El objetivo de Satanás es distraerte tanto como para
que no mires hacia el lugar correcto. En varios pasajes bíblicos se
identifica el plan del diablo para la iglesia de los últimos tiempos con
sueño. Los hará dormir en los placeres y comodidades del mundo. La
parábola de las diez vírgenes
37
describe claramente cómo este sueño
espiritual vendrá sobre los prudentes e imprudentes, sobre todo el
mundo. En este contexto Jesús llama a los suyos a velar en más de diez
ocasiones. Velar, significa estar despiertos mientras otros duermen. El
mismo sistema religioso hace dormir a los discípulos del propósito
eterno. Los hijos de la religión están despiertos para circunstancias que
hacen dormir a Jesús. La vida cristiana se hace abrumadora y aburrida.
El yugo de Jesús es fácil y ligera su carga.
38
Sin embargo, el sistema

pone pesos en nuestros hombros que terminan aplastándonos. Un
evangelio histórico y teórico, está sepultando a muchos hijos de Dios,
haciéndolos vivir como esclavos y huérfanos. En ese contexto, puedo
ver a Jesús prepararte un encuentro transformador y liberador, como lo
hizo con Nicodemo. En el proceso de formación de los discípulos hubo
un acontecimiento que marcó un antes y un después en sus vidas. El
caminar con el maestro de Nazaret se vio eclipsado por una
manifestación gloriosa del Cristo de la Gloria que afectó la vida de los
apóstoles para siempre. Estoy hablando de la transfiguración. Un
instante en que la vida de los discípulos amados del Señor fueron
envueltos en una revelación del poder, belleza y gloria de Jesús que los
hizo despertar a los propósitos eternos. En las epístolas y evangelios
veremos, más adelante, cómo este evento se convirtió en el combustible
y propulsor de sus ministerios. Para tener un encuentro de tal dimensión
con la gloria de Jesús debemos tener en cuenta algunos principios.
El monte de la intimidad
“Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a
Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar”
- Lucas 9:28
Cuando Dios quiere revelarte nuevos aspectos de Su gloria te lleva al
monte de la intimidad. Nota que no llevó a todos sus discípulos, sino a
quienes anhelaban estar más cerca de Él. Así como en Nicodemo se
despertó un hambre por la intimidad, por estar más cerca de Jesús, debes
canalizar el deseo que te llevó a tener este libro en tus manos, en
acercarte al monte santo como nunca antes. Dios te está llevando a un
lugar donde Él quiere revelarse a ti de una manera distinta. Los

discípulos estaban acostumbrados a ver a Jesús de Nazaret, pero estaban
por descubrir al Cristo de la Gloria. Estaban por ser mudados del
conocimiento de un gran hombre histórico, en uno celestial y eternal.
Ellos creían que caminaban con un poderoso hombre que hacía muchos
milagros, pero Dios los estaba introduciendo en la realidad de que Aquel
a quien seguían era mucho más hermoso, glorioso y eterno que cualquier
otro. Cuando Dios te llama al monte de la intimidad, es porque quiere
revelarte aspectos Divinos y eternos imposibles de ser creados por la
religión. Hebreos 8.5 detalla que fue en el monte que Moisés recibió el
modelo celestial para construir el tabernáculo. Allí, Dios le entregó los
planos con detalles, medidas y colores de lo que debía edificar en la
tierra. Los hijos de la intimidad que expresan los diseños del Padre en
las generaciones, reciben los modelos celestiales en el monte de la
intimidad. Es allí, donde Su divinidad se impregna en tu rostro y los
demás comienzan a ver a Cristo en ti, esperanza de gloria. Es el lugar de
la dirección profética y la instrucción divina. Una vida de intimidad,
devoción, adoración y comunión apasionada con Dios no es
bíblicamente un ministerio más, sino el combustible para que todos los
ministerios (apostólico, profético, pastoral, evangelístico y de
enseñanza) sean efectivos. Cuando Dios llama a sus discípulos a la
intimidad, es que desea empoderarlos para hacer algo en lo público. Una
vez que respondemos a este llamado supremo, necesitamos desarrollar
un estilo de vida para permanecer allí.
El proceso de la intimidad
“Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su
vestido blanco y resplandeciente”

- Lucas 9:29
Mientras la oración fluye, algo glorioso comienza a manifestarse. La
intimidad no es un evento, sino un proceso. Tiene más que ver con
permanecer, que con ir. La intimidad nos enfoca en Su rostro. Hasta
aquí, los discípulos estaban encantados por las manos de Jesús, sus
milagros y poder. Sin embargo, la gloria que transforma vidas se
encuentra en Su rostro.
39
Es mirando a cara descubierta como en un
espejo su faz que somos transformados a Su misma imagen.
40
Este verbo
habla de un presente continuo, no de un evento, sino de un proceso de
permanecer con la mirada fija en Él. Esta actitud de pasión y devoción
nos introduce en la manifestación de Su gloria. De repente, en medio de
la oración y la adoración, Jesús comienza a transfigurarse y sus íntimos
ven aspectos de Su persona que eran desconocidos. Su apariencia es
mudada, su vestido se tiñe de colores brillosos indescriptibles y la
divinidad de su líder los cautiva. Son los que suben al monte de la
intimidad y permanecen en esa actitud de buscar Su rostro, los que
descubren facetas de Cristo que la religión no puede enseñar. Mientras el
sistema crea cristianos aburridos, que creen que ya conocen todo sobre
Dios, los hijos de la intimidad están entrando en la realidad de que la
gloria infinita del Ser preexistente no puede ser limitada por la sabiduría
humana. En otras palabras, no nos alcanzará la eternidad para terminar
de descubrir los atributos que emanan de la Fuente de maravillas
inagotable. Esta revelación de Jesús, maravilla y afecta el interior de los
hombres, cautivándolos de forma irreversible y consumiendo sus
pasiones y deseos carnales. David los explicó de esta manera:
“Estoy maravillado, mi alma lo sabe muy bien”

- Salmo 139:14b
Cuando el corazón está deslumbrado por lo eterno, se duerme a lo
temporal. Cristo revelado produce un placer superior en el interior
humano, al que ningún sistema de este mundo puede ni siquiera
compararse. El problema es que muchos conocen al Jesús histórico, pero
no han subido al monte de la intimidad para encontrarse con la gloria de
Dios. Moisés había experimentado milagros poderosos, había visto el
mar abrirse en dos, pan caer del cielo, una columna de fuego suspendida
en el aire, plagas en Egipto y tantos otros. Sin embargo, en un momento
de su vida, se dio cuenta de que eso no era suficiente para saciar el
hambre interno que tenía de ser maravillado y saciado por algo. Y ahí
fue cuando exclamó: “Te ruego que me muestres tu gloria”.
41
Y fue en
el monte, donde recibió esta revelación de facetas Divinas del rostro y
carácter de Dios que lo afectaron para siempre. Nunca más quiso otra
cosa. Cuando Dios le ofreció un tremendo futuro ministerial,
otorgándole el ser convertido en el mayor líder del momento, liberando a
Su pueblo de la esclavitud, él prefirió Su gloria. “Si tu Presencia no ha
de venir conmigo, no me saques de aquí”.
42
Los hijos de la intimidad
prefieren la Presencia de Dios, al éxito ministerial. No están dispuestos a
tener el reconocimiento de los hombres, si no pueden disfrutar la gloria
eterna en ellos.
Esta experiencia afectó tanto a Sus discípulos que se transformó en
el fundamento de sus ministerios. Juan introduce su evangelio con estas
palabras sobre la experiencia de la transfiguración:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia de verdad”

- Juan 1:14
El discípulo íntimo fundamenta todo lo que va a escribir sobre Jesús
afirmando que había contemplado Su divinidad. Inquirir en la belleza de
Jesús, contemplar Su hermosura, profundizar en Sus atributos Divinos,
son el combustible de los mensajeros del Reino eterno en el mundo
temporal. La revelación de Jesús adquirida en la intimidad es la mayor
fuente de poder y autoridad en los hijos de Dios. Como fundador y
director de un centro de estudios bíblicos y ministeriales, te aseguro que
esta dimensión de la que estoy hablando, no te la puede dar un
seminario. Allí, podrás adquirir herramientas que te lleven al monte
santo. En esos ambientes Dios despertará un deseo profundo de
responder a Su Corazón. Esto es un gran e importante complemento,
pero no puede reemplazar lo más importante, tu vida de devoción,
oración, adoración e intimidad con Dios en el monte. Ese lugar de
exposición a la belleza del rostro de Jesús, es el fuego propulsor que
lanzará tu vida a los propósitos de Dios en la tierra de forma poderosa y
efectiva.
Observemos a Pedro hablando de esta experiencia en su carta:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro
Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo
visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de
Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una
voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y
nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en
el monte santo”
- 2 Pedro 1:16-18
énfasis añadido por el autor

Pedro cita como cimiento de su mensaje y ministerio la experiencia
del monte de la transfiguración. En otras palabras está diciendo, todo lo
que predicamos, anunciamos y creemos no son historias inventadas, sino
que vimos con nuestros propios ojos Su Gloria en el monte. Los
síntomas de aquellos que viven en esta dimensión de la revelación de
Jesús son especialmente dos: Dan a conocer el poder del Reino en esta
generación y anuncian el regreso de Cristo. Éstos son dos pilares de los
hijos de la intimidad que están despiertos a la gloria del Padre. Antes de
esta experiencia, los discípulos conocían a Jesús de Nazaret, pero de
repente comenzaron a descubrir el rostro y la apariencia del Cristo de la
Gloria, quien está sentado a la diestra del Padre, revestido de majestad y
viene a reinar sobre todas las naciones. Cuando los hijos de Dios no
pasan tiempo en el monte de la intimidad, predican y viven un Jesús
histórico. En lugar de eso, los que viven en el regazo del Padre, acceden
a la revelación no solamente de lo que Él hizo, sino de lo que está
haciendo hoy y de aquello que está por suceder pronto.
En este proceso de intimidad, Pedro, Jacobo y Juan, tuvieron acceso
a un detalle importante, Moisés y Elías estaban con Jesús en su gloria
hablando:
“Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y
Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su
partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén”
- Lucas 9:30-31
Moisés representa la ley y Elías los profetas. Ambos estaban
hablando de lo que estaba por suceder. De repente en esta experiencia
gloriosa de intimidad, todo se conecta. La ley y los profetas llevan a

Jesús. Todo conduce a Su Gloria. Entiendo que los discípulos reciben un
entendimiento profundo del propósito de las leyes del pueblo de Israel y
de los profetas. Los religiosos eran expertos en los mandamientos y las
palabras que estos enviados de Dios habían declarado por generaciones,
pero no lo podían conectar con lo que estaba sucediendo en esos días y
lo que estaba por acontecer. Una experiencia con la gloria de Jesús le da
sentido a toda la Palabra. De repente, aquellos que permanecen en el
monte comienzan a comprender cómo todo habla de Cristo y Su regreso.
El monte de la intimidad es un lugar de revelación de las escrituras y de
instrucción profética sobre los próximos pasos que dará Jesús. Es en ese
lugar donde se redime todo el conocimiento previo que teníamos sobre
Dios y podemos decir como el justo Job: “De oídas te había oído, mas
ahora mis ojos te ven”.
43
Aunque todo esto es maravilloso, lo mejor todavía no sucedió en el
monte. Aquellos que permanecen en las alturas de la intimidad van de
gloria en gloria y son transformados más como Él.
Permanecer despiertos
Podemos percibir cuando Dios despierta nuestro interior a Su Gloria.
No es una experiencia que se vive con los sentidos externos. Sino que
algo se destraba en las profundidades de nuestro ser, y comenzamos a
sentirnos atraídos por los atributos de Jesús y consumidos por Sus
deseos. Se desata un amor indescriptible y un anhelo ferviente por estar
con Él y colaborar con Su Voluntad. Identificamos esos momentos en un
culto poderoso, o al escuchar una ministración profética y ungida donde
reconocemos la Presencia de Dios detrás de la música y la voz del
Espíritu detrás de las palabras. A veces, ese despertar se da a través de

frases expresadas en un libro donde reconocemos que el escritor es la
pluma, pero la fuente de esas palabras es Dios mismo. Una conferencia
de adoración, una experiencia de poder con Dios en las calles, una charla
con un amigo del Reino o un instante de visitación divina donde nos
sentimos atraídos por Su Amor. Sin embargo, sin darle secuencia, estos
eventos aislados se desvanecen. El secreto está en permanecer allí.
Porque las semanas de rutina y tentaciones, parecieran ser mucho más
largas que los fines de semana de gloria. O el combustible que recibimos
en ese campamento desafiante o en el congreso de avivamiento,
rápidamente se consume en el kilometraje del andar diario. Entonces, el
sueño regresa nuevamente a lo que es importante y nos perdemos en la
caravana de este mundo. Solo un estilo de vida de devoción y pasión por
el corazón de Dios, puede mantenernos en el monte y exponernos a la
gloria transformadora.
Veamos el final de la experiencia de los tres íntimos en el monte.
Estaban viviendo un momento bisagra en sus vidas. Sin embargo, aun
viendo esta revelación gloriosa, el sueño los quiso vencer.
“Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas
permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos
varones que estaban con él”
- Lucas 9:32
énfasis añadido por el autor
Estaban en medio de un momento supremo y Divino, pero el sueño
se incrementó. En las situaciones claves de tu vida, Satanás intentará
dormirte para lo que vale la pena. Debes batallar. No puedes darte por
vencido. Siempre antes de que Dios use tus manos, el diablo querrá
ensuciarlas. Una gran victoria es precedida por una terrible lucha. Estos

tres discípulos de Jesús estaban rendidos en sueño. Tú preguntarás
¿Cómo te puedes quedar dormido ante semejante manifestación
gloriosa? Y yo quiero preguntarte ¿Cómo puedas estar preocupado y
afanado por circunstancias temporales, cuando Cristo está llevando tu
vida a dimensiones maravillosas y anhelando revelarte Su gloria?
¿Cómo podemos estar distraídos cuando el Rey de Gloria está pronto a
regresar, ordenar la tierra y gobernar todas las naciones? ¿Por qué
cambiamos indescriptibles planes eternos por platos de lentejas de
afanes temporales? Toda la ley y los profetas hablaron de este tiempo.
Ciento cincuenta capítulos en la Biblia describen los últimos tiempos y
los acontecimientos que Dios desatará en nuestra era (y créeme que son
maravillosamente impresionantes). En los doscientos sesenta capítulos
del Nuevo Testamento, encontramos trescientos dieciocho referencias
del regreso glorioso de Cristo sobre la tierra. Algo está por desatarse,
estamos a punto de ver dimensiones de Su majestad como nunca antes.
Debemos combatir la pereza espiritual, la anestesia diabólica y el
desenfoque temporal, para no perdernos lo que Dios quiere revelarnos.
A pesar del sueño, permanecieron despiertos. Entonces, vieron la gloria
de Jesús. ¿Cuál es la clave? A pesar de estar batallando contra las
estrategias para adormecer tu propósito, mantente despierto a Jesús. No
quites tú ojos de Él, persevera en oración y adoración. Comienza a
disfrutar y deleitarte en Su amor. Cruza la línea de la pasividad, pelea
por lo que realmente trascenderá. Determina que no darás lugar al sueño
espiritual, orarás para no caer en tentación. Quisiera decirte como Pablo
le dijo a los Efesios: “Despiértate tú que duermes, y te alumbrará
Cristo”.
44
Esta luz traerá entendimiento, revelación y activación divina a
tu interior. Los ojos de tu comprensión espiritual serán alumbrados, lo
que veas te atraerá mucho más que los deleites de este siglo. Los que

perseveran en el monte de la intimidad contemplan la belleza de Jesús y
se transforman en mensajeros de Su poder y regreso en las naciones.
Cuando dejamos que la carne corrompa la intimidad, el corazón se
vuelve una piedra. Entonces, perdemos la sensibilidad a lo que Él quiere
mostrarnos. Identifica todo aquello que quiere sacarte de ese lugar.
Debes dormirte a muchas circunstancias y problemas, que no preocupan
a Jesús en lo más mínimo. Si Él está en la barca de tu vida, todo estará
bien. Pero Jesús está desvelado con asuntos mayores del Reino y quiere
que veles junto a Él. Tienes que desarrollar el estilo de vida de
permanecer en Su Amor. Mientras haces de la intimidad tu hogar,
comenzarás a recibir la revelación de Su Gloria que cautivará todo tu
ser. Entonces lo que cautiva al cielo, enamorará tu vida.
Para los discípulos fue un día en el monte de la transfiguración, para
Moisés cuarenta días en el Sinaí, para Nicodemo una noche con Jesús.
Todos estos lugares tienen algo en común, Dios, despertando a personas
claves para transformarlos en padres espirituales para las generaciones.
He invertido la mayoría de los capítulos de este libro para que tengas
una revelación del amor del Padre y la gloria de Jesús que te redefine
como hijo de la intimidad. Estoy convencido que a medida que leías
estas páginas tu identidad de hijo ha sido restaurada y toda orfandad y
esclavitud consumida. Creo que mientras cultivas tu vida de intimidad
con el Padre, tendrás que bajar del monte e impartir a otros del amor que
has recibido. En el próximo capítulo quiero hablarte sobre esto. En el
camino de vivir como un hijo de la intimidad te convertirás en un padre
para muchos huérfanos, un referente del amor y carácter del Padre para
otros. El monte de la transfiguración no fue el destino final, sino un
proceso en el cual Dios estaba formando a esos seguidores en los
apóstoles de la iglesia primitiva. Un encuentro cara a cara con el amor

del Padre y la gloria de Jesús es el comienzo de tu propósito activado en
la tierra. ¿Estás listo para el próximo paso? Te convertirás en un
padre/madre espiritual para muchos huérfanos en esta generación.

CAPÍTULO 11
· Padres de generaciones ·

“Esta generación no necesita súper
héroes o estrellas evangélicas, sino
padres que amen y vean como
Dios lo hace”
“Puede mucho más un pequeño
grupo de hijos impactados por la
intimidad con Jesús que multitudes
impresionadas por Sus milagros”
“Dios no es un ídolo que se adora
los domingos, es un Padre con quien
caminamos diariamente. Y aquellos
que viven en unión íntima con
Dios, son los que lo manifiestan”
“Muchos escucharon los sermones
del Maestro, pero solo fueron

transformados los que caminaron
cada día íntimamente con Él”

H

CAPÍTULO 11
· Padres de generaciones ·
ace unos años vi entrar al instituto MiSion a un joven. Él venía
para dar clases de piano, pero Dios lo había traído para algo
mucho mayor. Apenas lo vi, supe que había un propósito glorioso y un
destino profético en su vida. Percibí una esencia tan pura en él, como no
había visto en nadie más. Sin embargo, su rostro y algunas actitudes
parecían desconectadas de la definición del cielo sobre su vida. Pasaron
algunos meses y casi no teníamos relación. Notaba que era un hombre de
intimidad con Dios y que amaba a Jesús. Aunque creía que nadie lo
estaba viendo, yo seguía sus movimientos detenidamente y oraba para
que Dios me muestre qué había detrás de la impresión que estaba
recibiendo sobre él. A veces parecía distraído y solitario, en ocasiones
hasta enojado. No sabía el por qué, pero Dios me estaba conectando con
él. Lo invité en algunas salidas ministeriales para tocar el teclado y
acompañarme en las ministraciones. Estaba intentando acercarme, como
alguien que busca un tesoro en medio de un océano. Comenzamos a
pasar buenos tiempos aunque no lográbamos profundizar en la relación.
Sin embargo, hubo un día que marcó un antes y un después. Estábamos
en un campamento de jóvenes y llegó el momento donde Dios me trajo

claridad de lo que estaba tramando con todo esto. Recibí una palabra
muy fuerte para su vida. Me acerqué, lo abracé y solté lo que Dios me
estaba diciendo: “Dos veces Satanás te llamo huérfano, pero el cielo te
llama hijo. A partir de este día, viviré para ser un padre espiritual para ti.
Dios quita toda orfandad y te usará para traer paternidad a las naciones.
Eres padre de huérfanos, padre de esta generación”. Por los siguientes
minutos vi sus ojos explotar en lágrimas y algo liberarse en su interior.
No entendí plenamente qué estaba sucediendo. Mi interpretación rápida
fue que quizá tendría una mala relación con su padre y probablemente
con su pastor, por eso era llamado por el enemigo dos veces huérfano.
No obstante, al escuchar su testimonio a continuación, mi corazón se
quebró. Cuando era pequeño, a sus ocho años de edad, había perdido a
su padre biológico a causa de una enfermedad terminal. La relación con
él no había sido buena, y sus recuerdos eran oscuros. Luego de este
trágico acontecimiento su madre rehízo su vida y volvió a casarse con un
hombre de Dios. Éste se había convertido en un padre ejemplar para él,
acompañándolo en todo momento y guiándolo por los caminos del
Reino. Pero tres meses antes de conocernos, este hombre había fallecido
de un cáncer fulminante. Llegó a MiSion con el alma hecha pedazos y
con su identidad confundida. El corazón de este joven estaba invadido
por la orfandad y buscaba aceptación a cualquier precio. Entendí por
qué, muchas veces, lo veía tan perdido. Pero Dios lo había llevado a ese
lugar de intimidad para redefinirlo según el cielo. Cuando me contaba
esto, estaba sorprendido por la precisión de la palabra de Dios. Al
escuchar los detalles de lo que había sucedido en su familia, aun con sus
antepasados, podía ver cómo Satanás siempre intentó abortar el
propósito de este hombre clave para el Reino de Dios. Literalmente me
convertí en un padre espiritual para él. Comenzamos a caminar juntos

por los siguientes años y fui testigo de cómo Dios fue transformando la
vida y la identidad de este joven, no solo en un hijo amado por Dios sino
en un padre de esta generación. Él se llama Agustín, y hace años
viajamos juntos por las naciones y vemos la belleza del Amado invadir
ciudades y corazones. Tiene un talento extraordinario en la música y un
corazón de adorador y profeta impactante. Su esencia estuvo ahí desde el
primer día que lo vi. Pero Dios quitó todo el polvo que opacaba Su
propósito y produjo una restauración de amor sobrenatural. Cuántos
hijos de la intimidad están tratando de ser abortados y anulados por
Satanás ya que serán los padres de una generación necesitada de alguien
que los vea como Jesús los ve y los abrace como el Padre los quiere
abrazar.
Jesús el Hijo amado y el Padre eterno
Jesús nunca fue padre natural. Sin embargo en Su caminar como hijo
amado, se convirtió en padre para una generación de huérfanos. En Su
vida lo encontramos cantando con Sus discípulos, teniendo a Juan
recostado en Su pecho o cocinándole un pescado a Pedro en la playa
después que éste lo haya negado. Cuando está por dejar la tierra, afirma
Su identidad de padre y Su compromiso eterno:
“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”
- Juan 14:18
Jesús vino para revelar el corazón de Dios convirtiéndose en un
padre para Su generación. Más que un héroe, quería ser un papá, más
que un amo, un amigo. Al desarrollar Su identidad de hijo, la naturaleza
de Su Abba se manifestaba a través de Él. El propósito de Dios al

restaurar nuestra esencia de hijos es formar padres para muchos
huérfanos de alma y espíritu. Serán estos padres los que Dios usará para
transformar a hijos de la religión en hijos de la intimidad. En mi camino
personal de vivir como hijo de Dios y dejar que esta identidad se
desarrolle en mi interior, una paternidad espiritual comenzó a fluir hacia
muchos que necesitaban la revelación de la naturaleza de Dios. Esta
generación no necesita súper héroes o estrellas evangélicas, sino padres
que amen y vean como Dios lo hace. Alguien dijo: de lejos se
impresiona, pero de cerca se impacta. Las impresiones son pasajeras, el
impacto es eterno. Dios nos escogió para dejar una marca trascendente
en el corazón de hijos espirituales. Pueden mucho más un pequeño
grupo de hijos impactados por la intimidad con Jesús que multitudes
impresionadas por Sus milagros. Como vimos en capítulos anteriores,
orfandad tiene que ver con desprotección, falta de valor y aceptación.
Jesús se está manifestando como quien va a estar con ellos en todo
momento, aun después de la cruz. Él no solo quiere ser un líder que
predica cada semana en sus reuniones, quiere ser un papá que camina
con ellos y seguirá comprometido por siempre. Firma un acuerdo de
protección, valor y aceptación. Este es el estándar de liderazgo que como
hombres y mujeres de Dios debemos buscar. Así como los discípulos de
Galilea, cada persona de nuestras iglesias y ciudades, necesita padres.
Vidas que reflejen el amor y la naturaleza divina en todo. No
necesitamos amor para criticar, juzgar o describir lo que está mal en
alguien, pero sí para perdonarlo, honrarlo y lavarle los pies aunque sea
quien nos va a traicionar. No se necesita ser hijo para predicar un buen
sermón, pero sí para mostrar la esencia de Dios en todo lugar. No puede
haber familia sin un padre. Así es el modelo de la denominación celestial
y así debe ser en la tierra. Entonces, si ya estás caminando en tu

identidad de hijo amado, es tiempo de preguntarte ¿Quiénes son los
huérfanos a tu alrededor que necesitan ver al Padre a través de tu vida?
¿Qué anhelas ser: un súper héroe de la religión o un padre de una
generación necesitada de amor e identidad?
Jesús nunca fue padre biológico sin embargo cuando Isaías profetiza
sobre ese niño que va a nacer dice:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de Paz”
- Isaías 9:6
énfasis añadido por el autor
La identidad eterna de Jesús es ser padre. Esto te convierte en Su
hijo por los siglos de los siglos. La paternidad espiritual va mucho más
allá de serlo naturalmente o no. Es la consecuencia de alguien que ha
dejado su posición de orfandad y como fue amado quiere amar a otros.
Es un compromiso con quienes Dios nos ha dado a cuidar. Los
evangelios no describen las oraciones de Jesús, aunque aclaran que Él
hablaba con Su Padre constantemente. Una de las pocas veces que se
registra un diálogo con Dios se encuentra en Juan 17. Es la última noche
antes de la cruz, Sus palabras finales quedan capturadas por el discípulo
íntimo. El tópico de la oración es una especie de rendición de cuentas al
Padre por lo que ha hecho en la tierra. Ha acabado Su obra y lo ha
glorificado. Todos tenemos una obra asignada, algo para edificar en la
tierra, y en nuestros últimos suspiros rendiremos cuenta por nuestra
construcción terrenal.
45
Sin embargo, en Su declaración final, el Hijo de
Dios no habla de los milagros que hizo, ni de las multitudes que alcanzó,
sino de “aquellos que el Padre le había entregado”. Él se enfocó en

doce. A ellos los cuidó, protegió y les enseñó todas las cosas. Su trabajo
no terminó en la tierra sino que dice que seguirá dando a “conocer al
Padre” como Su ministerio celestial.
46
Hoy, Jesús sigue comprometido
con revelarnos al Padre. Oró por ellos, para que sean uno y se amen.
¿Puedes notar la paternidad en esta oración? El ministerio no tiene que
ver con ocupar posiciones, sino con amar personas. Los esclavos se
enfocan en tareas, los hijos en vidas. Para realizar labores no
necesitamos compromiso a largo plazo, pero para discipular personas sí.
Judas caminó por años con Jesús, pero cuando éste introdujo el pacto,
huyó de la mesa. Hay muchos que huyen del compromiso. Son
huérfanos, no aceptan paternidad. Ser hijo implica compromiso, al igual
que ser padre. Es mucho más que dar una bonita enseñanza o cantar una
canción ungida. Tiene que ver con pacto. Cuando viajo a las naciones,
medito en esto: realizar un acto de servicio (como dar un sermón, o
lavarle los pies a todos) me puede llevar dos o tres horas, pero
comprometerme a ser un padre espiritual y ayudar a esas personas a
alcanzar sus propósitos en Dios, implica una vida comprometida con
discipularlos. Así he descubierto que es más fácil ser un siervo (que
ejecuta una tarea) a ser un padre (que se compromete con una persona).
En el camino de ejercer tu paternidad espiritual sobre quienes Dios te
entregó, realizarás milagros, predicarás a multitudes, multiplicarás panes
y peces, grabarás cds, escribirás libros y quién sabe cuántas cosas más.
Pero nunca olvides que ser como Jesús es ser un padre de amor que
camina cerca de las personas, amando, perdonando y manifestándoles a
otros lo que el cielo dice de ellos.
El que ve al hijo, ve al Padre

“Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le
conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y
nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y
no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;
¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”
- Juan 14:7-9
Jesús es la manifestación tangible del Dios invisible. Revela las
cualidades del Padre en cada acción. Hay muchos “Felipes” hoy
gritando: Muéstrame al Padre y con eso me basta. Necesitamos una
generación de hijos que lo revele. Éstos que habitan en el regazo de
Dios, podrán decir como Jesús: “El que ve al hijo, ve al Padre”. Amo
cuando las personas dicen que mi hija se parece a mí. Me llena de gozo y
placer. Dios ama cuando alguien nos dice que ve Su naturaleza en
nosotros. ¿Las personas que te rodean están viendo al Padre a través de
tu vida? ¿Puedes decir como Jesús: hace tanto tiempo que estoy con
ustedes y aún no saben cómo es Dios? Necesitamos personas que amen
como Jesús ama y que perdonen como Él perdona. Creo que el propósito
más importante por el cual has nacido es que otros vean a Cristo en ti,
esperanza de gloria.
47
Al terminar la última conferencia de Intimidad con el Amado,
alguien me dijo: “Cómo han crecido, quince naciones representadas en
la conferencia, cientos y miles de personas asistiendo, esto es un
avivamiento”. Cuando un mosquito cargado con orgullo quiso picarme,
Dios me hizo recordar que la religión mide los logros por números y
crecimiento matemático. Sin embargo, en el Reino, el éxito tiene que ver
con cuántas personas ven al Padre en tu vida. Si algo me hace feliz es
que mi esposa, que conoce todos mis defectos y virtudes, me diga que ve

a Jesús en mí cada día. Esa es la medida del éxito. Un ministro no crece
porque crezca su fama. El verdadero crecimiento en una vida tiene que
ver con cuánto ha aumentado tu amor a Dios y al prójimo. Si lo estamos
haciendo más que ayer, podemos decir que estamos avanzando. Muchas
veces el incremento ministerial y un aumento de amor por Dios no son
proporcionales. Debemos vivir para que las personas vean al Padre
cuando nos miran. Para que esto se dé, necesitamos entrar en el deleite
con Él y despertarnos a Su Gloria. Dios no es un ídolo que se adora los
domingos, es un Padre con quien caminamos diariamente. Y aquellos
que viven en unión íntima con Dios, son los que lo manifiestan.
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del
Padre, él le ha dado a conocer”
- Juan. 1:18
La nueva versión internacional dice que el Hijo, que está en “unión
íntima”, nos ha dado a conocer al Padre. El “seno” del Padre se refiere al
regazo. Él desea tenernos en Su falda, abrazarnos y deleitarse sobre
nosotros. Este vínculo de amor extremo, nos conduce al propósito de
manifestarlo a quienes quieren verlo. Cuando Moisés descendió del
monte de la intimidad, su rostro resplandecía con la gloria del Padre.
Cuando los discípulos bajaron del monte de la transfiguración,
comenzaron a manifestar a Jesús. Hay muchas cosas que se pueden
fabricar en el ministerio, la naturaleza del Padre no es una de ellas.
Podrás decorar el templo, comprar luces y el último equipo de sonido.
Vestirte como evangélico y hablar como tal. Lograrás aprenderte de
memoria la predicación más ungida que hayas escuchado y pedirle al
ministerio de adoración que toquen la última canción de moda de

manera sublime. Sin embargo, que la gente vea al Padre cuando te mire,
es algo que solo viene como consecuencia de vivir una vida de
intimidad, reconociendo que antes que cualquier otra cosa, eres un hijo
amado, en quien el Padre se complace. Al pasar tiempo expuesto a Su
Gloria, serás transformado como por el Espíritu del Señor en Su misma
imagen. Y las personas lo verán.
Padres de huérfanos
Es sorprendente cómo los hijos tratan de imitar a los padres en todo.
Mi hija me ve hablando por celular y toma el suyo de juguete y hace lo
mismo. Tiene su computadora, tableta, cuatriciclo, auto, moto, todo de
plástico. Su esencia es ver lo que su padre hace e imitarlo. ¿Cuándo
hemos perdido esa pureza e inocencia? Ahora entiendo por qué Dios nos
llama a ser como niños para recibir revelación.
48
Pablo dijo: “Sean
imitadores de mi, así como yo de Cristo”.
49
En la Biblia hay muchos
ejemplos de personas que lideraron con paternidad espiritual erradicando
toda orfandad de sus discípulos. El mismo Pablo, llama a Timoteo su
hijo amado.
50
A los corintios les aclaró que él era su padre:
“De hecho, aunque tuvieran ustedes miles de tutores en Cristo, padres sí
que no tienen muchos, porque mediante el evangelio yo fui el padre que
los engendró en Cristo Jesús”
- 1 Corintios 4:15
Juan, el discípulo amado escribió:
“No tengo yo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la
verdad”
- 3 Juan 4

Este íntimo de Dios, está diciendo que hay algo superior a todas las
experiencias y revelaciones gloriosas y es ver a sus hijos espirituales
caminar en las veredas de Dios. Lo está expresando alguien que tuvo la
alegría de andar cerca de Jesús, verlo hacer tremendos milagros, recibió
revelaciones inéditas del cielo, estuvo en el culto de pentecostés y en los
primeros años de avivamiento de la iglesia primitiva. Sin embargo,
describe un gozo mayor que se encuentra en el discipulado de
paternidad. Sin duda, no hay más alto placer que tener hijos espirituales
y verlos crecer en sabiduría y propósito de Dios. El Padre quiere darte
este obsequio. Por la gracia de Dios me ha tocado compartir la palabra
de Dios en muchas naciones, para cientos y miles de personas, y esto es
algo maravilloso. He presenciado cultos gloriosos, incontables veces, he
visto milagros y personas transformadas por centenas. Sin embargo,
reconozco este principio, no existe mayor gozo que tener hijos
espirituales y verlos crecer en verdad y plenitud. He discipulado
personas desde que soy adolescente y todo lo que he aprendido sobre el
Reino y el ministerio, ha sido por involucrarme con otros y de a poco
aprender a ser un papá espiritual. Así como mi hija me ha enseñado a ser
padre, el discipulado de amor paternal es el mayor seminario que un hijo
de Dios puede realizar.
Hay un hombre en la Biblia que fue un padre espiritual de huérfanos.
Tomó a un montón de endeudados, rechazados y marginados y los
transformó en un ejército de hombres de avivamiento que establecieron
el gobierno de Dios sobre una nación. Creo que no tenemos dimensión
del alcance que puede tener liderar con paternidad espiritual. Dios unge
a David con la promesa de reino. En el camino de su preparación lo lleva
al desierto, huyendo de Saúl y sus escuadrones. Procesa su carácter, se
revela en intimidad y lo prepara para finalmente tomar la promesa. Para

esto le entrega el liderazgo de cuatrocientos hombres en la cueva de
Adulan. Samuel los describe como afligidos, endeudados y que se
hallaban en amargura de espíritu. En otras palabras huérfanos. Llenos de
soledad y rechazo. No sabemos qué sucedió en esa cueva. Lo que sí
sabemos es que el relato bíblico nos muestra que estos hombres se
convirtieron en guerreros poderosos, adoradores de Dios, leales a David
y que Dios los utilizó para poner al “varón conforme a Su corazón” en el
trono de Israel. A Jesús, Dios le asignó un grupo de trabajadores toscos y
limitados. A David una banda de hombres marginados. La característica
en común: huérfanos necesitados de un padre. No podemos enviar a
nuestros discípulos a edificar la iglesia o formar un ejército, si antes no
sacamos la orfandad de su corazón. Queremos transformar las naciones
y las ciudades, pero contamos con un grupo de personas como las que
tenía Jesús o David. ¿Qué se necesita entonces para alcanzar tales
promesas? Padres espirituales, que lideren llenos de amor y valoración,
erradicando toda orfandad y mostrando un modelo para ser imitado.
Personas que quieran meterse con aquellos que nadie abraza. Que hagan
un compromiso de caminar cerca de ellos y guiarlos hacia su destino
glorioso. Estos, deben ser hijos que muestran al Padre. Personas usadas
por Dios con poder, pero que nunca se olvidan de dónde salieron y a
dónde deben regresar, al regazo del Padre. ¿Cómo David no iba a ser un
padre para aquellos hombres angustiados en la cueva de Adulan, si en su
intimidad con Dios podía ver esta característica en Él?
“Padre de huérfanos…Es Dios en su santa morada”
- Salmos 68:5
De héroes a padres

“Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice
el Señor Todopoderoso”
- 2 Corintios 6:18
Los judíos esperaban un héroe, Dios envió a un padre. Alguien
cercano que compartía cada momento con ellos. Jesús fue alguien que
afirmó la identidad de los suyos por encima de sus áreas de competencia.
Entre sus íntimos se encontraban pescadores, recaudadores de
impuestos, revolucionarios. Pero el Padre se los entregó como hijos.
Para muchos Jesús fue un héroe, pero para los que revolucionaron la
tierra y establecieron la gloriosa iglesia del Señor, fue un Padre. Muchos
escucharon los sermones del Maestro, pero solo fueron transformados
los que caminaron cada día íntimamente con Él. La religión produce
héroes, el cielo padres. La religión establece muchos tronos, pero en el
Reino hay un solo trono y es de Jesús. En el Reino no hay ídolos, solo
hombres y mujeres que reflejan el corazón del Padre. Necesitamos una
generación de padres que colaboren con Dios para erradicar toda
orfandad de esta generación. Personas que no estén tan enfocadas en el
glamour de las multitudes y el reconocimiento, sino en aquellos que del
mundo el Padre nos dio, que son de Él y tenemos que cuidar. La iglesia
de hoy necesita más que grandes sermones y libros, un gran amor
manifestado a través de aquellos que son capaces de dejar sus tronos y
caminar junto a los huérfanos de corazón. Cuando Dios quita de tu
corazón el espíritu de orfandad y te revela las facetas de Su gloria, Él no
solo sana tu alma y afirma tu espíritu, sino que te convierte en un padre
para esta generación. Entonces puede confiarte sú mayor tesoro, vidas
que serán transformadas en revolucionarios espirituales en la tierra. Dios
quiere darte dones y poder para que las tinieblas retrocedan, quiere darte

ministerio y funciones para equipar a los santos, quiere hacer
resplandecer Su gloria sobre ti, pero el único fundamento para que esto
suceda es que seas pleno en lo que piensa de ti: “Eres mi hijo amado y
me caes bien”. Debes preguntarte ¿Quieres ser un héroe para esta
generación o un padre que refleja Su amor?

CAPÍTULO 12
· La revolución de los hijos de Dios ·

“Los hijos, que viven la naturaleza
del Padre y que claman Abba, son el
objeto de deseo del corazón de Dios”
“Intimidad con Dios es disfrutar y
ser disfrutado por el Padre”
“Dios sigue utilizando canastas
de Gracia para proteger a los hijos
libertadores”
“La intimidad le da vida a la ley,
aunque la ley siempre quiere matar la
intimidad”

E

CAPÍTULO 12
· La revolución de los hijos de Dios ·
staba en una conferencia en Río de Janeiro hace unos años. Allí
conocí a unos pastores de Japón. En el año 2011, un terremoto
arrasó esta nación. La pastora me relató lo dramático de haber vivido ese
histórico y gigantesco temblor en primera persona. Edificios
antisísmicos parecían de papel ante el enojo de la tierra. Años de
infraestructuras sólidas fueron derribadas en segundos. El mar avanzó
sobre la tierra cubriendo ciudades enteras. La desesperación se
transformó en el oxígeno que toda la nación respiró por meses. En ese
contexto, esta hermana me contó cómo la iglesia se despertó en actos de
amor trayendo luz en medio de la oscuridad. Pastores y ministros
fallecieron en el acontecimiento. Cientos de personas quedaron aisladas
y huérfanas, y no había líderes. Por esto, muchos adolescentes y jóvenes
fueron enviados a pastorear congregaciones en ese dramático escenario.
Dios se manifestó con poder en medio de la crisis y muchos anónimos
que estaban en la intimidad fueron activados para una hora clave en la
nación. En un instante todo cambió y un grupo de hijos del viento fue
soplado por la boca de Dios para traer vida en medio de muchos huesos
secos. Algo parecido sucedió en Chile. Hemos viajado mucho a esta

amada nación y también recopilado cientos de testimonios sobre el
terremoto y tsunami que sacudió la nación el 27 de Febrero de 2010. En
esta plataforma de crisis y desesperanza cientos de hombres y mujeres
tomaron sus lámparas espirituales y alumbraron la oscuridad de la
nación. Hemos sido testigos de un despertar glorioso de las iglesias en
este precioso país en el último tiempo. Los meteorólogos dicen que en la
actualidad pareciera que la tierra está gimiendo. Un científico calificó
los sucesos como si el planeta tuviera dolores de parto. Algo de esto
menciona la palabra de Dios:
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la
manifestación de los hijos de Dios…Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”
- Romanos 8:19,22
Son muchas las señales que están aconteciendo, sonando como una
trompeta para que se despierten los hijos de Dios. La tierra clama, los
océanos braman, las naciones gimen. ¿Dónde están los hijos de Dios?
Hay cientos de religiosos hoy en el mundo. Sin embargo, necesitamos un
ejército de hijos que manifiesten al Padre. En los viajes que he realizado
a Medio Oriente e Israel he notado como los acontecimientos que
suceden en aquella tierra anuncian cómo los tiempos bíblicos y
proféticos se cumplen con exactitud. Los musulmanes han tomado todos
los lugares geográficos donde la Palabra de Dios profetiza que Jesús
ocupará en Su regreso. Satanás y su ejército están respondiendo a las
señales bíblicas (pareciera que conocen la Biblia más que muchos
cristianos). Sin embargo, la tierra sigue gimiendo y clamando por los
hijos de Dios. Dios sacudirá todo hasta que se despierte la generación

que Dios ha dispuesto para esta hora.
51
Como un tsunami, un
avivamiento del conocimiento de Su gloria llenará toda la tierra como
las aguas cubren el mar.
52
Los hijos manifestarán la gloria del Padre en
toda nación y entonces se establecerá el Reino permanente. La
infraestructura antisísmica del reino de las tinieblas que se ha edificado
por años, será reducida a nada en instantes Divinos. Una generación de
hijos está naciendo y prepararán el camino para que el Amado regrese y
Su belleza sea vista por todos. Es la hora de la revolución de los hijos de
Dios.
Los verdaderos adoradores son hijos
Jesús anunció que los últimos tiempos traerían una multiplicación de
lo adulterado. Falsos apóstoles, profetas, adoradores, doctrinas, espíritus
engañadores y demás. Esto tiene que ver con la manifestación del
espíritu del anticristo que está entre nosotros según advirtió Juan.
53
En
ese contexto, se tiene que levantar una generación de verdaderos.
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que le adoren”
- Juan 4:23
énfasis añadido por el autor
He escuchado enseñar este pasaje extraído del diálogo entre Jesús y
la samaritana cientos de veces. En todo congreso de adoración se
menciona. Son excelentes explicaciones sobre qué significa adorar en
espíritu y en verdad. Sobre cómo el Padre busca adoradores más que
adoración. Y muchas revelaciones semejantes. Sin embargo, casi no he

oído la relación que hace Jesús entre la verdadera adoración y
paternidad. “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre”. ¿Por qué
no dice al Dios Todopoderoso? ¿A Jehová? ¿Al Mesías o al Santo de
Israel? Dice al Padre. Los verdaderos adoradores son hijos. Esta es la
hora de los hijos. La generación que el Padre está buscando son aquellos
a quienes les ha sido revelado el Espíritu de adopción como hemos visto
en todo este libro. Dios no está buscando hijos de la religión. Esos hay
por doquier. Sin embargo, para que “Aquel que todo lo ve” tenga que
estar buscando verdaderos, significa que no son fáciles de hallar. Los
hijos, que viven la naturaleza del Padre y que claman Abba, son el
objeto de deseo del corazón de Dios. Para esta hora oscura que la tierra
está viviendo, no hay otra opción que la manifestación de los hijos de
Dios. Adoración y entendimiento de la paternidad de Dios son dos caras
de una misma moneda. La razón por la que muchas veces no hay
verdadera adoración en las iglesias es por la orfandad que opera en el
pueblo de Dios. El espíritu de esclavitud produce personas llenas de
temor que no pueden acercarse con confianza a los brazos del Padre.
Con pensamientos de condenación y motivaciones corrompidas, hijos de
la religión, hacen de la adoración algo superficial y fingido, sin entender
que el máximo deseo de un papá es recibir la espontaneidad y la pureza
de sus hijos. Jesús lo deja claro, los verdaderos adoran al Padre. “El
Padre” busca hijos. Al pasar Sus ojos de amor ahora por tu corazón
¿Encontrará a un hijo de la intimidad dispuesto a darle lo que Él desea
recibir y corresponder al clamor de la tierra para esta hora profética?
Disfrutar y ser disfrutados
Cuando regreso a casa después de un viaje ministerial, no veo la hora

de tener a mi hija en brazos y llenarla de besos. El mayor deseo del
Padre es disfrutarnos. Hace unos días, luego de muchas horas de vuelo,
llegué a nuestro departamento. Al abrir la puerta, un torbellino llamado
“Conie” se movía de un lado al otro sin parar. Estaba emocionada que
papá había vuelto a casa, corría sin detenerse, saltaba, gritaba y reía. Me
traía sus juguetes y con sus escasas palabras en idioma marciano, parecía
que quería resumirme su actividad de los últimos días en segundos. Yo
solo quería abrazarla y disfrutarla. Pero ella no se quedaba quieta.
Cuando era más pequeña pasaba horas en mis brazos y se dormía sobre
mi pecho. Sin embargo, a medida que vamos creciendo cambiamos el
calor de ser disfrutados por el Padre por cientos de actividades. Amo ver
jugar y correr a mi hija, pero hay un momento donde solo quiero
abrazarla y decirle cosas tan profundas que no puedo hacerlo mientras su
ritmo es tan aligerado. Finalmente aquel día, se rindió en mis brazos y se
hundió en mi pecho. Por los siguientes minutos la disfruté y sentí que
me disfrutaba. Comencé a decirle lo que solo puede ser expresado en la
intimidad: “Hija, te amo tanto, en los últimos días no he parado de
pensar un minuto en ti. Creo tanto en ti, se que serás una mujer que
llegará mucho más lejos que tus padres, irás a más naciones, correrás
más rápido. Papá se deleita en ti, le das placer y amo disfrutarte cada
día”.
El Padre está buscando hijos para disfrutar y que lo disfruten. En esa
conexión de amor, Dios quiere revelar secretos profundos en cuanto a
sus expectativas y propósitos para Sus hijos. Sin embargo, estamos tan
llenos de ocupaciones y corridas ministeriales, laborales y de todo tipo.
A veces tengo que esperar a que mi hija se duerma para poder hablarle y
expresarle mi corazón en profundidad. ¿Será que Dios tiene que esperar
lo mismo de nosotros? El Padre está buscando. Procura por aquellos que

anhelen descansar en Sus brazos y desplomarse en Su pecho. Cada
mañana Él quiere disfrutarte. Intimidad con Dios es disfrutar y ser
disfrutado por el Padre. Esta es la generación que está naciendo en la
intimidad. En ese vínculo de amor sin temor, los hijos de Dios serán
nutridos y fortalecidos para cumplir la tarea que esta hora demanda. Los
adoradores que el Padre está buscando, que lo adoran en espíritu y
verdad, son mucho más que cantantes y músicos. Son hijos que quieren
vivir en intimidad con el Padre y quieren hacer Su voluntad en todo
tiempo. Son aquellos que solo hacen lo que ven hacer al Padre y dicen lo
que le oyen decir. Han vencido la orfandad y la religiosidad. El
activismo y las corridas diarias no los hacen perder de los deseos del
Padre. Operan desde el amor y desde identidades restauradas. Aquellos
que han sido redefinidos por el cielo, son quienes se convertirán en la
respuesta al clamor de la tierra en los últimos tiempos.
Espíritu de aborto
Los hijos que tienen autoridad, recibida en la intimidad, son los que
serán protagonistas de la mayor revolución de las próximas temporadas.
En todo lugar donde haya un hijo, habrá cielos abiertos, en las
universidades, plazas y centros comerciales. Donde se encuentre un hijo
amado, la voz del Padre se escuchará en la tierra y el Espíritu descenderá
con poder. Algunas de las señales más claras de que es la hora de los
hijos, son los oscuros intentos de cientos de gobiernos por legalizar el
aborto. Siempre que un gobierno legitimó el aborto en la Biblia, ello era
la antesala de que un hijo libertador de la nación estaba por nacer o había
nacido. Poco antes del nacimiento de Moisés, Faraón “promovió una
ley” para que las parteras maten a los niños varones que estaban por

nacer. Como dice en las telenovelas “cualquier similitud con la realidad
es pura coincidencia”. Todos conocemos la historia, aquella cesta en el
río fue la Gracia Divina que protegió a este libertador. Mucho más
adelante en la historia bíblica, Jesús, el “hijo libertador” acaba de nacer.
Herodes realiza un edicto para que todos los bebés varones sean
asesinados. José lleva a Jesús a Egipto y de esta manera Dios preserva
Su vida para su destino profético. Es muy interesante que cada vez que
gobiernos, reyes, presidentes o palacios legislativos promueven la
legalización del aborto en las naciones, o se manifiestan ataques contra
los hijos, libertadores de naciones están naciendo. Estos maquiavélicos
planes satánicos son la respuesta del reino de las tinieblas a lo que Dios
está enviando sobre la tierra. Como nunca antes nos tenemos que
levantar con autoridad en contra de todos estos movimientos con el
pleno entendimiento que Satanás no podrá abortar a una generación de
hijos libertadores que actuarán trayendo libertad a las naciones. Todos
estos actos de corrupción tienen un límite, dice la Biblia, y tiene que ver
con la revolución de los hijos de Dios:
“La creación será libertada de la corrupción a la gloriosa libertad de
los hijos de Dios”
- Romanos 8:21
Aunque el cumplimiento total y absoluto de estas palabras de Pablo a
los Romanos se concretará en el regreso de Cristo, el milenio y el
establecimiento de Su Reino de manera permanente, hoy debemos
empezar a vivir una dimensión de todas estas verdades. El Reino viene,
pero según Jesús, también el Reino es aquí y ahora. Sino fuera así Jesús
no hubiese enseñado a orar a sus discípulos “que venga tu Reino, que

como es en el cielo sea en la tierra”.
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El “aquí y ahora” son los hijos de
la intimidad que manifestarán en todo lugar la libertad del cielo. La
maldición que vemos en las naciones es la antesala de un gran
avivamiento y una poderosa manifestación de la gloria de Dios. Cuanto
más se acerca a su fin, el gobierno de Satanás intenta realizar actos
desesperados de maldición para traer temor al pueblo de Dios. Está
quemando sus últimos cartuchos. Las guerras en Medio Oriente, las
masacres, tragedias, catástrofes y epidemias, no podrán frenar a una
generación de hijos que tienen sus ojos fijos en el Padre y en fe actúan, y
esperan el cumplimiento de la gloria postrera.
Viendo lo que el Padre está haciendo
La tierra clama por la manifestación de los hijos de Dios, el Padre
busca adoradores, hijos que viven en intimidad, el enemigo intenta matar
a los hijos. Como verás, ser un hijo de la intimidad te pone en el centro
de la escena. Cuando eres restaurado en tu identidad eterna, te conviertes
en la respuesta al clamor de la tierra, el objeto de deseo y deleite del
Padre, y también en un blanco del reino de las tinieblas. Pero no tengas
miedo, Dios sigue utilizando canastas de gracia para proteger a los
hijos libertadores. Juan nos revela uno de los secretos más poderosos de
Jesús para ejercer Su ministerio, este texto que comparto a continuación
lleva el título en la Biblia de la “Autoridad del hijo” (nota el vínculo
entre ser hijo y tener autoridad en esas palabras).
“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No
puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre;
porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.
Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y

mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os
maravilléis”
- Juan 5:19-20
Jesús opera con autoridad desde “lo que ve hacer al Padre”. La
fuente que nutre Su ministerio es que tiene Sus ojos fijos en lo que su
íntimo Creador está realizando en la tierra. Cuando le preguntan por qué
sana un día “sábado”, Él responde “Cuando mi padre trabaja, yo
trabajo”.
55
La intimidad le da vida a la ley, aunque la ley siempre quiere
matar la intimidad. Fijarse en lo que el Padre hace, te fortalece, operar
desde lo que Satanás realiza, te debilita. Muchos cristianos, simplemente
responden a lo que Satanás hace de manera reactiva. Esto los posiciona
un paso atrás del enemigo. Dios siempre está un escalón más arriba. No
hay nada más poderoso que deshacer las obras del diablo siendo guiados
por lo que el Padre está haciendo y de esta manera establecer Sus obras.
La Biblia anticipa todo lo que el enemigo está elaborando y nos revela
cuál es la respuesta de Dios para cada circunstancia. Dios no nos llamó a
hacer piquetes (expresión argentina para manifestación social o política
en reclamo a algo) o huelgas en contra del reino de las tinieblas. Él dijo
que los que tienen revelación del Padre son una roca y las puertas del
infierno no prevalecerán contra la Iglesia.
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O sea que Satanás intentará
hacer manifestación o piquetes contra los hijos de Dios que se levanten y
avancen, pero no podrá contener las envestidas de los hijos de luz que
vencerán la oscuridad. El secreto de la autoridad que los hijos de Dios
necesitan en esta hora dramática, se encuentra en mantener la mirada
firme en los movimientos de Abba. Siempre que observes lo que Satanás
está realizando serás debilitado. En todos los ámbitos, hay algo que Dios
está haciendo y algo que el diablo hace. ¿En qué te estás enfocando? Por

ejemplo, si me concentro en lo que el enemigo está intentando originar
contra mi familia, me debilito. Hay ataques, fallas y resbalones. Pero si
comienzo a ver lo que Dios está realizando en mi casa, me fortalezco
para poder transformar las adversidades. Lo mismo sucede con la iglesia.
Viajo por naciones viendo la obra de Dios en diversas partes.
Claramente puedo observar que Satanás intenta corromper, contaminar y
está teniendo éxito en muchos lugares. Pero también, veo que Dios se
está moviendo con poder y operando de manera tremenda en la Iglesia.
Si me enfoco en lo primero, me debilito, pero el poder para vencer al
enemigo, se encuentra en fijar mis ojos en lo que el Padre hace. De igual
manera en la nación y en las naciones. Los noticieros son la expresión de
lo que las tinieblas están haciendo en la tierra. Hay personas que pasan
más tiempo mirando o leyendo las noticias, que orando y leyendo la
Biblia (el periódico del cielo). Por esto son débiles a la hora de deshacer
las obras de maldad. La mayor fuente de autoridad y poder, es la
intimidad con el Padre. Tener revelación en los movimientos de Dios en
la tierra, a pesar de los intentos desesperados de Lucifer por hacernos
creer que Dios perdió el control y se retiró a una isla lejana del más allá,
es la clave para ser parte del avivamiento que se está por manifestar en
las naciones.
Hay cosas que Dios está concibiendo y hay otras que por su infinita
soberanía y sabiduría no están sucediendo. ¿En cuáles te estás
enfocando? Juan el Bautista al ver a Jesús por primera vez declaró: “He
aquí el cordero que quita el pecado del mundo”.
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Describió a sus
seguidores que ese hombre que estaba por bautizar era de quien tanto
había predicado y hablado, el Mesías que todos esperaban y necesitaban.
Sin embargo, cuando el avivamiento del culto de bautismo de Jesús
pasó, parece que el mayor de los profetas se desenfocó. En el capítulo 7

de Lucas, el escenario es otro. Juan está preso y la duda lo invade. Dejó
de ver lo que el Padre estaba haciendo y se enfocó en lo que no está
sucediendo. Pasaron días y no fue librado de la cárcel. Escuchó a un par
de carceleros hablando entre sí, sobre el rumor que la esposa de Herodes
pediría su cabeza. Entonces Juan envía a sus mensajeros a preguntarle a
Jesús: “¿Eres el que había de venir o esperamos a otro?” Puedes notar
el desenfoque en la pregunta. ¿Cómo es posible? Este hombre unos días
antes tenía una convicción absoluta que Jesús había sido la provisión del
Padre para un pueblo perdido. Ahora, simplemente cambió la
perspectiva. Las circunstancias, el noticiero del día y los rumores de
pasillo, lo debilitaron. La respuesta de Jesús es profunda. No toma el
camino fácil de decirle: Sí, lo soy. Opta por reenfocarlo en lo que sí está
aconteciendo. “Díganle a Juan lo siguiente: los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son
resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”.
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En otras
palabras: “Juan ya no mires lo que Satanás está haciendo, que te metió
en la cárcel y te quiere decapitar. Enfócate en lo que el Padre está
realizando. Hay cosas tremendas que están sucediendo, ¿Puedes
verlas?”.
Solo un hijo que ha entrado en el regazo del Padre puede tener esta
perspectiva. Confiar en Papá a pesar de las circunstancias. Están
sucediendo acontecimientos dramáticos en la tierra. ¿Significa esto que
Satanás tiene cada vez más poder? ¿o esto es una señal que cada palabra
de Dios se está cumpliendo y una trompeta está sonando para que los
hijos salgan al escenario de las naciones? ¿Estás enfocado en lo que Dios
está haciendo o en lo que el enemigo está realizando? ¿Te sentís fuerte o
débil para operar en el propósito que esta hora requiere?
En los últimos años he observado claramente a una generación que

está entrando en la intimidad en todas las naciones. Están siendo
restaurados en su identidad de hijos íntimos. No solo hacen obras para
Dios, sino que también están entrando al lugar del deleite y placer divino
con el Padre. En ese lugar están siendo entrenados, revitalizados,
nutridos y enviados, como saetas en la aljaba del Valiente, a las
naciones. El Padre los está buscando, la tierra clama por ellos, y el
infierno pide sus cabezas. Estamos ante una hora clave en la humanidad.
El velo se está cayendo de los ojos de muchos hijos de la religión. Dios
está sacudiendo las rígidas estructuras. El periódico del cielo anuncia un
avivamiento que viene sobre la tierra, en la portada se puede leer el
titular: “Se aproxima la revolución de los hijos de Dios”. Son los hijos
de la intimidad, la generación que manifestará a Dios en la tierra.

CONCLUSIÓN

CONCLUSIÓN
En estas páginas hemos recorrido un camino plagado de historias,
enseñanzas, palabras profundas y experiencias transformadoras. Así,
imagino el andar de los jóvenes de Galilea junto a Jesús. En ese proceso,
con discipulado de paternidad, Jesucristo extirpó todo tumor de orfandad
de sus corazones. Consumió sus temores y les reveló un amor tan puro
como imposible de resistir. Quedaron afectados y decidieron vivir para
expresar a otros lo que habían recibido. De esta manera, por su pasión e
intimidad con el Padre y llenos del Espíritu Santo, dieron a luz una
iglesia gloriosa y poderosa. Eran tan parecidos al original que los
llamaban “cristianos”, en otras palabras “pequeños Cristos”. Sin
embargo, ¿Qué sucedió con esa generación de hijos de la intimidad con
el Padre? ¿Qué fue lo que adulteró esta esencia divina en los últimos
siglos? Volver al primer amor, no es un llamado a retroceder, sino a
cultivar una intimidad con Dios como era en los primeros días, para dar
el siguiente paso.
En este libro se ha podido escuchar una voz del cielo sobre la iglesia
de Cristo de estos días. Un llamado a morir a muchas obras religiosas y
renacer a lo que viene del Espíritu. Hemos transitado un camino de amor

sanador y restaurador que solo puede ser provocado cuando descubrimos
la voz eterna detrás de letras temporales. ¡Qué maravilloso se oye ese
sonido en nuestro interior! No se compara en nada con las voces
humanas. Las ovejas saben oír la voz del Buen Pastor. Y yo creo que
una persona no es verdaderamente libre hasta que no escucha al Padre
decirle: “Eres mi hijo amado, y produces placer en mi corazón”. La
mejor noticia es que cada día de tu vida el Espíritu Santo seguirá
predicándote sobre lo que el Padre siente por ti. Creo que esto ya está
sucediendo ahora mismo. Las cadenas de la esclavitud han comenzado a
deshacerse. Se oyen los grillos quebrantarse. Un camino de libertad se
ha abierto. “Ya no eres esclavo, sino hijo”. Y mientras marchas firme de
la mano del Padre, comienzas a recibir tu herencia. Lo que creías que
debías ganarlo por esfuerzo humano, te corresponde legalmente por
amor Divino. Entonces, en ese proceso de tanta gracia recibida, solo
quieres colaborar con el Padre. Quieres ser parte de Sus asuntos. Te
comienzas a dormir a lo temporal y despertar a lo eterno. Cuando creías
que lo mejor ya había pasado, Él te invita al monte de la revelación.
Aspectos de Su naturaleza comienzan a ser impregnados en tu vida, te
atrae, te cautiva. Su Presencia se transforma en el mayor entretenimiento
de tu alma. Te sientes maravillado y extasiado. El hambre se incrementa,
quieres más de Su Palabra, más de Su gloria, más de Sus propósitos. De
repente te das cuenta que ya no vives tú, sino que Cristo te ha poseído.
Entonces, te transformas en un padre o una madre para otros. Él
comenzó dándote pescados de manera milagrosa, pero no te dejó allí,
ahora te convirtió en un pescador de hombres. Entras en la realidad que
Cristo no solo quiere hacerlo en ti, sino a través de ti. Comienzas a
discipular de forma paternal (o maternal) a otros. Te atraen más las
almas que las tareas. Puedo ver a muchos huérfanos que correrán a ti en

esta etapa. Así como Moisés lo hizo con Josué, Elías con Eliseo, Pablo
con Timoteo, Jesús con los doce, rápidamente descubrirás el mayor
propósito por el cual Dios te preparó, ser padre/madre de generaciones.
Y para esto, debes comenzar por ofrendarte a quienes te rodean. De
manera natural estarás cumpliendo la gran comisión: “Id y haced
discípulos a las naciones”. Una de las raíces más antiguas de la palabra
“discípulo” es “el que es engendrado”. Por eso todos los hombres de
Dios en la Biblia veían a sus discípulos como hijos. Viviendo como hijo
de la intimidad y padre de huérfanos, crecerás en dimensiones
impresionantes. En pocos años lograrás lo que décadas de religión no
pueden alcanzar. Cuando menos te des cuenta, te encontrarás allí en
medio de la escena de Dios. Su guión eternal está en marcha y el
momento más importante de Su Obra se acerca. Jesús limpiará la tierra
de todo lo obstaculiza el amor de sus escogidos hacia Él. ¿Sabes cuál es
la mejor noticia? Tú lo ayudarás a mover esos bidones. Finalmente
reinaremos juntos por la eternidad, el cielo descenderá sobre la tierra, y
todo será según el diseño y el estilo del que Es y no deja de Ser.
Nicodemo ha muerto y alguien que ayudará a cumplir los designios
proféticos del Padre ha sido concebido. De aquí en adelante solo vivirás
para que otros vean al Padre eterno a través de tu vida. Primero, aquellos
que te rodean y luego, hasta lo último de la tierra. Recuerda, la intimidad
no es un lugar para visitar, sino un hogar para vivir. Siempre debes salir
y regresar a ese lugar. ¿Tienes ganas de salir a mostrarles a todos quién
es tu Padre? Aguarda un momento, antes de entrar en acción, entra en
intimidad. El Padre de amor acaba de abrir la puerta, deja de correr por
un momento. Él solo quiere disfrutarte y desea que lo disfrutes.
Descansa en Su amor, aún no has oído nada, Él tiene muchas cosas más
que decirte. Mientras tanto, hay fiesta en los cielos, otro hijo de la

religión acaba de morir y ha nacido un nuevo hijo de la intimidad.

REFERENCIAS
CAPÍTULO 1
· Hijos de la intimidad ·
1. Salmo 139:16
2. Juan 12:45
3. Juan 7:50-52
4. Juan 19:39-42
CAPÍTULO 2
· Hijos del viento ·
5. Hechos 2:15-16
6. Gálatas 2:20
CAPÍTULO 3
· Fijos los ojos en el Padre ·
7. Nehemías 8:10
8. 1 Tesalonicenses 5:19
9. 2 Corintios 3:18
10. Colosenses 2:3
11. Salmo 32:8
12. Filipenses 1:6
13. Hageo 2:7
CAPÍTULO 4
· Erradicando el espíritu de orfandad ·
14. Juan 3:16
15. Hebreos 4:15
16. Jeremías 29:11
17. Romanos 8:16
CAPÍTULO 6

· Vistos y amados por el Padre ·
18. Génesis 22:30
CAPÍTULO 7
· De esclavos a hijos - Parte I ·
19. 1 Juan 4:18
20. Santiago 1:8
21. Juan 15:9
CAPÍTULO 8
· De esclavos a hijos - Parte II ·
22. Mateo 5:19
23. Salmo 122:1
24. 1 Samuel 15
25. Salmo 51
26. Lucas 15:29
27. Mateo 11:29
28. Mateo 6:33
CAPÍTULO 9
· Perdidos en los negocios del Padre ·
29. 1 Reyes 19:18
30. Mateo 13:44
31. 1 Corintios 3:6
32. 1 Corintios 4:20
33. Mateo 16:18
34. Efesios 4:11-13
35. Salmo 127:1
36. Juan 3:29
CAPÍTULO 10
· Despiertos a la gloria del Padre ·
37. Mateo 25:1-13
38. Mateo 11:30
39. 2 Corintios 4:6
40. 2 Corintios 3:18
41. Éxodo 33:18

42. Éxodo 33:15
43. Job 42:5
44. Efesios 5:14
CAPÍTULO 11
· Padres de generaciones ·
45. 1 Corintios 3:13
46. Juan 17:26
47. Colosenses 1:27
48. Mateo 11:25
49. 1 Corintios 11:1
50. 1 Corintios 4:17
CAPÍTULO 12
· La revolución de los hijos de Dios ·
51. Hageo 2:7
52. Habacuc 2:14
53. 1 Juan 4:3
54. Mateo 6:10
55. Juan 5:17
56. Mateo 16:18
57. Juan 1:29
58. Lucas 7:22
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