Erase una vez, en un pueblo muy lejano, una dulce princesa llamada Esmeralda,
vivía en un pueblo rodeado de un bosque tenebroso, con lobos, osos y muchos otros
animales pero a la vez con muchas frutas y bayas.
Un buen día, la princesa quiso ir al bosque para coger fresas y otras frutas. Cuando
hubo acabado y ya quería marcharse, intentó irse del fúnebre bosque, pero no pudo
ya que el bosque en si se había convertido en un laberinto. Poco después, oyó unos
ruidos muy raros, como si alguien se estuviese acercando, al principio creyó que
eran las ramas de los árboles moviéndose con el viento o un oso deambulando por
ahí, pero, un rato después, vió una silueta que surgía de entre las tinieblas. Cuando
lo vió claramente ya no tenía dudas, ¡Era el monstruo de la oscuridad! Ella empezó
a correr, pero sentía en su interior que todos sus esfuerzos serían en vano, sabía que
no aguantaría toda la vida corriendo. Así que, paró en seco y empezó a gritar, gritó
tanto que se la podía oír desde el pueblo. Poco después, llegó el monstruo de la
oscuridad, era grande, negro, peludo y robusto, luego, empezó a rugir y la pobre
princesa empezó a llorar. Después, llegaron los campesinos que habitaban en el
pueblo con antorchas y lo atacaron hasta matarlo.
Al final, la princesa salió sana y salva del bosque y, estaba tan agradecida con sus
súbditos que les obsequió con quinientos bingqilines para comprar semillas.
PCG 6ºA