En la época prehispánica, se practicaban la minería y la metalurgia principalmente en las
zonas de Taxco, Pachuca, Guanajuato y la sierra Gorda, en Querétaro, donde se
encontraron vestigios de bocaminas.
Durante la época colonial la minería adquiere una gran relevancia económica y social, lo
cual se refleja en la creación de poblaciones dependiendo de la ubicación de los
yacimientos y de las actividades exploratorias, así como la creación de infraestructura de
transporte. Durante el siglo XIX se fundaron importantes ciudades cercanas a los
yacimientos, algunas de ellas son Chihuahua, Durango, Guanajuato, Saltillo, San Luis
Potosí y Zacatecas.
A nivel mundial, el auge de la minería mexicana se tradujo en un importante flujo de
metales preciosos, especialmente plata, hacia los circuitos comerciales de Europa.
Durante y después de la guerra de independencia se cerraron muchas de las minas en
México, reabriéndose posteriormente con el apoyo de capital extranjero. Así, durante la
segunda mitad del siglo diecinueve, debido a la estabilidad política interna y a la alta
demanda de productos mineros en Estados Unidos, se generó un nuevo auge de la
actividad minera, con la explotación intensiva de las minas coloniales, además de la
apertura de nuevos yacimientos y el desarrollo de la metalurgia,
La estructura básica de la minería mexicana alcanzada durante esta época se mantuvo
hasta poco después de la revolución y se pudo observar un crecimiento acelerado a partir
de la primera guerra mundial.
En los años siguientes la evolución de la minería se caracterizó por el predominio de la
participación estatal directa hasta finales de la década de los ochenta, cuando se inició un
proceso de desincorporación de las empresas mineras para favorecer una mayor
participación de los sectores privado y social en esta actividad.
Hoy, la actividad minera contribuye positivamente como generadora de divisas, mediante
la exportación, manteniendo una balanza comercial superavitaria, conserva una
aportación ascendente a la economía nacional y una notable participación en la
producción mundial. Además, proporciona directamente alrededor de trescientas mil
ocupaciones remuneradas, lo que significa que viven de ella aproximadamente un millón
de mexicanos.
Actualmente, la mayoría de los municipios mineros se localizan en zonas montañosas,
zonas áridas y llanuras costeras y las actividades mineras nacionales se limitan a la
extracción en tierra firme, sin explotar yacimientos submarinos. México es un importante
productor mundial de plata, celestita, sulfato de sodio, bismuto, cadmio, mercurio, barita,
grafito, antimonio, arsénico, fluorita, plomo, zinc, molibdeno, feldespato, azufre,
manganeso, sal, yeso y cobre.