MANUAL DEL VINO
ALMUDENA PÉREZ SALAS
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Si los agrupamos, encontraremos aromas florales en algunos blancos delicados, a flores blancas o
amarillas, como la margarita, la madreselva o el saúco, perfume análogo al de la uva moscatel. Dentro de
los florales, hay blancos que llegan a oler a flores marchitas, y no es precisamente un defecto. También
son frecuentes los vinos blancos con aromas de hierbas y flores en infusión, la tila o la manzanilla.
Agrupados con los florales, pero más habituales, los frutados, entre los que mandan los perfumes de
diferentes manzanas: manzana verde, golden, reineta en blancos con algo de crianza. En la frutería de los
vinos no faltan el pomelo, el limón, el plátano, el melón y otros hallazgos del reino vegetal, como el anís,
el hinojo o el laurel.
Muchos aromas pueden ser comunes a blancos y tintos, o común el recuerdo olfativo, aunque no
huelan exactamente a lo mismo; aromas minerales, a la tierra o al fango; a manantial o a hierba recién
cortada. El hinojo y el laurel participan también de la nariz de los tintos, en tanto que los florales son más
raros, ya que el tanino espanta esos olores frágiles.
Hay tintos con aroma exuberante a rosas, flor de lavanda o violetas. Aromas nobles de fresa, cereza o
albaricoque, y menos nobles, a melocotón o a compota. Son clásicas en los tintos las notas a frutos rojos
o frutos del bosque; especiadas y balsámicas en vinos de reserva, con olor a tabaco, vainilla, clavo, canela,
nuez moscada, pimienta verde o negra, pino, menta, trufa y regaliz. En los vinos generosos abundan los
aromas aceitunados, los de los finos, a higos secos, almendras y avellanas.
De los olores propios de la crianza del vino, ninguno tan curioso como el que provoca la
reducción en botella, fenómeno reactivo del vino ante la ausencia de oxígeno. Unos compuestos reducen
a otros en el tiempo que el vino pasa encerrado en la botella, modificándose las materias aromáticas. Es
algo tan prosaico como que un compuesto reductor cede sus electrones, pero con ello el vino suaviza la
estructura y se hace educado, por decirlo así. El tufo de reducción excesiva, ese olor a habitación cerrada,
se elimina aireando la botella o el vino en la copa.
Del conjunto de olores negativos, el que está en la mente de todos es el picado. El vino se pica
por una bacteria, resultando el acético o vinagrillo de la transformación del alcohol vínico. Junto a este
negativo picado están los mohos de los corchos, los olores a bodega, donde se entiende que es a bodega
sucia, a "malas lías", sulfhídrico.
5.3. FASE GUSTATIVA
Contra lo que pueda parecer, el gusto es el sentido que menos sensaciones produce. Las papilas
gustativas registran información únicamente sobre los cuatro sabores básicos, el dulce (que estimula las
papilas situadas en la parte anterior de la lengua), el ácido (en los laterales de la lengua), el salado (en la
zona central) y el amargo (en el fondo de la lengua).
Con mayor o menor intensidad, los cuatro sabores están presentes en todos los vinos. La virtud
dependerá del equilibrio de todos ellos y también de la potencia con que estimulen nuestro sentido del
gusto, además de la persistencia o período de tiempo que permanezcan las sensaciones en la boca una
vez ingerido el vino.