La semana paso, tranquila, en el trabajo todo iba normal, y más feliz no podía estar, aún
no habían tenido cenas ni viajes por lo que me sentí más tranquila, Elizabeth me tenía
hasta un apodo, (sonrisa) porque decía que no paraba de sonreír en realidad es que mi
vida no podía ir mejor, tenía un trabajo un esposo una casa y buenos amigos, por eso
sonreía tanto. Hasta mi jefe me sonreía y me trataba bien.
Ya era viernes hoy era la salida con los chicos y me encontraba en casa esperando a
Manuel, ya eran las 7:30 pm y el aun no llegaba. Decidí subir a mi habitación y cambiarme
de ropa y así dar tiempo a que apareciera, el cómo cosa rara no quiso acompañarme, pero
me permitió salir con mis amigos.
Termine de arreglarme, mire la hora y era las 8:30, faltaba media hora para verme con mis
amigos y el nada que aparecía, faltaba 15 minutos para las nueve y decidí no esperar más,
tome mi bolso, las llaves de mi casa y el celular y salí cerrando todo. En el camino decido
mandarle un mensaje a Manuel
- yo: me fui con los chicos, nos vemos cuando llegue, te amo... escribí y envié, dure unos
minutos con el celular en la mano pero no recibí respuesta, así que lo guarde en mi bolsa.
- Disculpen chicos por la tardanza.- Dije apenas los encontré dentro del club.
- Tranquila.- dijo Robert acercándose para saludarme y felicitarme por mi empleo, seguido
de Cris y de Mónica. Los mire a los tres, eran más que mis amigos, eran mis hermanos,
Mónica es una diosa, con ese cabello rojo, pecas en la cara y esos ojos verdes, escultural
cuerpo de mi altura más o menos, y con unos grandes sentimientos, pero tan sincera que
a veces incomodaba con su franqueza. Robert es moreno alto ojos color negros un poco
musculoso y con esa voz tan ronca de locutor, fuerte de carácter, pero tierno a la vez. Y
Cristopher, o como todos los conocen Cris, él es un amor de persona, todo un romántico,
alto delgado, blanco, cabello negro y ojos marrones oscuro
- y ¿Karol? - pregunte al darme cuenta que no estaba.
- No sé, tal vez llegue más tarde. -dijo Cris.
- ¡Por mí que no venga! - dijo Mónica y la mire mal.
- a mí me da igual.- dijo Robert indiferente.
No preste atención y seguimos la noche tranquila entre risas, bebidas y bromas. Eran
alrededor de las 2 de la mañana cuando regrese a mi casa, entro y todo está oscuro, voy a
la cocina y encuentro todo tal cual lo deje, la comida que le deje a Manuel encima de la
mesa, el jugo dentro del refrigerador, suspiro, ¡llego sin hambre nuevamente!, pienso
lanzó la comida al bote de basura y pongo los platos sucios en le lavaplatos, para luego
subir a la habitación.
Mi sorpresa en grande al ver que mi cuarto está vacío. ¿Dónde está Manuel? Me
pregunto, busco en el baño y no está, así que decidí llamarlo. Uno, dos, tres repique y no
contesta, vuelvo a intentarlo y nada, espero unos minutos y vuelvo a intentarlo, el número
que usted marco, está apagado o fuera del área de cobertura. Me dice la voz de la
telefonía. ¿Y si le pasó algo? ¿Y si lo secuestraron? Pienso, sacudo mi cabeza para sacar
eso pensamientos, no, seguro fue que se entretuvo y no se ha dado cuenta de la hora, me
aliento y alejo esos pensamientos pesimista de mi mente, así que un poco más tranquila
decido cambia mi ropa por una más cómoda, pero al abrir el armario me llevo un gran
sorpresa... revisó cada cajón, cada rincón de la habitación y es lo mismo, sus cosas no
están.