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De la sugestiva expresión catalana “Qui té la cua de palla s’encén”
(Quien tiene la cola de paja, arde) surge la colección de novela negra
“La cua di palla” (La cola de paja una de las muestras más incendiarias
de modernidad gráfica que aparecieron en el secarral del franquismo
durante los años 60. Su diseñador, Jordi Fornás, era uno más de la legión
de visionarios insomnes que habitaban las noches de la ciudad de los
prodigios. A través de Barcelona, por su proximidad geográfica con
Francia, por su naturaleza abierta de puerto de mar, por la resistencia
férrea de una cultura perseguida, por todo eso junto o separado,
entraron la modernidad, el cosmopolitismo, el ansia de libertad y la
vocación de pluralismo que tuvieron que salir huyendo en 1939 con la
derrota de la república. En la ciudad se organizaron grupos armados
de resistencia editorial (J.M.Castellet, Victor Seix, Carlos Barral, Jorge
Herralde, Esther Tusquets etc.), columnistas de la más diversa procedencia
e intención (Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé, Jaime Gil de
Biedma, Montserrat Roig, Terenci Moix etc.), guerrilleros plásticos ( Antoni
Tapies,Segales y Val, Colita, Ricardo Franco, Gonzalo Suárez etc.) y
revolucionarios del sonido ( la “nova cançó” con Raimon, Pi de la Serra,
Joan Manuel Serrat, Lluís Llach, etc.).
La televisión había comenzado sus emisiones en 1956 y el mercado
discográfico se hallaba en pleno ascenso con la llegada de la música
popular a la radio y a las discotecas. España comenzaba a convertirse
en una sociedad de masas y todo estaba preparado para dinamitar el
régimen, lo cual - cuando las únicas armas de las que dispones son la
estética y la razón - es un proceso muy lento que se llama dinamizar
su sociedad. La educación política, estética y sentimental de este país
innombrable se debe a todo un ejército de creadores que abordaron su
disciplina específica con la voluntad militante de construir una sociedad
diferente.
Jordi Fornás es uno de ellos. Con independencia de otros trabajos
y de su posterior dedicación a las artes plásticas, hay que destacar su
participación en tres proyectos capitales de la época. La planificación
del diseño de la revista de origen cristiano “Serra D’Or” que, a partir
de 1959, se convierte en el referente de la cultura en lengua catalana, y en la que participaron personas de procedencia pol
ítica e intelectual
muy diversa como Oriol Bohigas, Max Canher o el ya citado Castellet. De mayor impacto popular e innovaci
ón ética y estética en España
fue el diseño para Edicions 62 de la colección de novela policíaca “La
cua de palla”, que según explicaba Manuel de Pedrolo, director de la
colección, “era el rasgo común de todos los criminales (…)” y anticipaba
el carácter necesariamente explosivo de lo que estabas a punto de
empezar a leer. Desde las antípodas creativas de lo que hacía Daniel
Gil paralelamente en Madrid para Alianza Editorial, pero con la misma brillantez y coherencia, Jordi Forn
ás se decantó por la utilización de la
fotografía de alto contraste o “quemada”, cuyos motivos eran siempre
imágenes actuales, no de la época en la que se escribieron los títulos,
con lo que acentuaba la contemporaneidad de cada libro y su nexo con el presente. Sus portadas bicolores a
ñadían dramatismo al título
y la certeza de que estabas ante una novela, definitivamente, negra. Por otro lado, el rigor en la composici
ón y la cuidadosa elección de las
“”
La cola de paja
y el retrato de humo