bayo, más obtuso, en el que la figura nueva reivindica para sí de
manera pasiva al ser humano, cabe sin duda vislumbrar que están
preparándose ya otros juegos, otros sacrificios, otras exaltaciones.
l-) papel que la técnica desempeña en este proceso es comparable
tal vez a aquella posesión formal de educación imperial y romana
de que disponían, por comparación con los duques germánicos,
los primeros misioneros cristianos que llegaron a Alemania. Un
principio nuevo se acredita por crear hechos nuevos, por crear for-
mas peculiares y eficaces — y esas formas son profundas porque
están referidas existencialmente a ese principio. En lo que es esen-
cial no hay diferencia ninguna entre la profundidad y la superficie.
Es preciso mencionar además la demolición, efectuada por la
puerra, de la auténtica Iglesia popular del siglo XIX, es decir, de
la adoración del progreso — y es preciso mencionarla sobre todo
porque la doble faz de la técnica se torna especialmente clara en
cl espejo de ese derrumbamiento.
En el espacio burgués la técnica aparece, en efecto, como un
organo del progreso, un órgano que tiende a la realización plena
de lo racional y lo virtuoso. De ahí que la técnica se halle estrecha-
mente ligada a las valoraciones propias del conocimiento, de la
moral, del humanitarismo, de la economía y del confort. En ese
esquema encaja mal la cara marcial de su cabeza de Jano. Ahora
bien, es indiscutible que una locomotora puede mover, en vez de
un vagón restaurante, una compañía de soldados, o que un motor
puede mover, en vez de un vehículo de lujo, un tanque — es decir,
resulta indiscutible que el incremento del tráfico aproxima entre
sí más rápidamente no sólo a los europeos buenos, sino también
a los europeos malos. De igual manera, la producción artificial de
preparados nitrogenados tiene repercusiones no sólo en la agri-
cultura, sino también en la técnica de los explosivos. Estas cosas
pueden pasarse por alto únicamente mientras no se ha entrado
en contacto con ellas.
Ahora bien, puesto que no cabe negar que en el combate se
utilizan medios progresistas, «civilizadores», el pensamiento bur-
pués se esfuerza en buscarles una excusa. Lo hace colocando
encima del proceso bélico, a manera de capirote, la ideología pro-
gresista y aseverando que la violencia de las armas es un lamen-
table caso de excepción, un medio destinado a domeñar a unos
bárbaros que no son progresistas. 'Tales medios, se dice, le corres-
ponden de derecho únicamente al humanitarismo, a la humani-
dad, y aun eso, sólo para el caso de la detensa. El objetivo de
la utilización de esos medios, se añade, no es la victoria, sino la
liberación de los pueblos, su acogimiento en la comunidad que
153