Era un jovencito chino de tan solo de quince años. Sin embargo, ya se preparaba para ser un guerrero y vestía la elegante indumentaria que correspondía. Después de un arduo entrenamiento, fue refrescarse a la corriente cercana del río amarillo. Despojado de su uniforme, se echó a nadar. Un...
Era un jovencito chino de tan solo de quince años. Sin embargo, ya se preparaba para ser un guerrero y vestía la elegante indumentaria que correspondía. Después de un arduo entrenamiento, fue refrescarse a la corriente cercana del río amarillo. Despojado de su uniforme, se echó a nadar. Unos metros más adelante vio a un pescador.
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Language: es
Added: Mar 28, 2016
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LA AGRADECIDA TORTUGA BLANCA (Extraído del libro “Más de 90 lecciones para elevar tu autoestima” ) LEYENDA CHINA
Era un jovencito chino de tan solo de quince años. Sin embargo, ya se preparaba para ser un guerrero y vestía la elegante indumentaria que correspondía. Después de un arduo entrenamiento, fue refrescarse a la corriente cercana del río amarillo. Despojado de su uniforme, se echó a nadar. Unos metros más adelante vio a un pescador. ¿Qué haces por estas aguas?- le preguntó. - Vengo a buscar algo para vender en el mercado- respondió.
De repente, el pescador se echo al río para atrapar un animal con las manos. Era una pequeña tortuga blanca. -¡Lo logré! ¿Todos querrán comprarla para hacer una buena sopa!- exclamó aquel hombre. El joven guerrero se acercó y le conmovió ver los ojos pequeños y pacientes de la tortuga que era apenas del tamaño de su mano. - Déjala ir- le pidió el pescador. - No, necesito el dinero- respondió el pescador.
-Te propongo algo. Dámela y llévate mi uniforme nuevo que está tendido en aquel lado. Puedes venderlo bien. Solo déjame algo para cubrirme. Así se hizo. El pescador le entregó la tortuga y se llevó la ropa. El joven salió del agua y se puso una túnica, la sola prenda que le había quedado. Se llevó consigo a la tortuga, temiendo que, si la dejaba allí, el pescador regresara por ella. En el camino la soltó en un estanque cercano. La tortuga se fue nadando poco a poco.
Pasaron cincuenta años. Aquel joven había llegado a ser general durante el reinado de la dinastía Chin. Su país vivía una época de luchas y enfrentamientos por el poder.. Tras perder una batalla, había quedado solo, abandonado por sus hombres. Corría y corría para salvar su vida, cuando llego al río Amarillo de su juventud.
Si cruzaba a la otra orilla, estaría a salvo. Pero parecía imposible. Era época de lluvias y el caudal estaba más crecido que nunca. Los hombres de Tigre de Piedra (así se llamaba el general enemigo) estaban a punto de capturarlo.
No obstante, ya en la orilla del río, vio acercarse un enorme caparazón blanco, casi de su mismo tamaño. De este asomó una cabeza y el general reconoció los mismos ojos inocentes de la tortuga que había salvado años atrás. Sin pensarlo, se subió a ella y se prendió del sólido caparazón.
La tortuga, acostumbrada a las crecidas del río, no tardó en llevarlo a la otra orilla, donde lo dejó sano y salvo. Cada uno siguió su camino, aunque dicen que volvieron a encontrarse.
Debemos agradecer cada día a Dios por el don maravilloso de la vida, por la familia que nos ha dado, por la casa caliente en la que nos puso cuando nos creo y ésta es la hermosa naturaleza, que nos habla a gritos de su presencia.