134 LA CALIDAD NO CUESTA
Hace dos años, fue el descubrimiento repentino de que los componentes que
estaban siendo usados en la línea de televisores personales habían "empeorado"
de manera misteriosa, resultando en una tasa acelerada de fallas tempranas en
el uso. Esto hizo que el gerente de servicio de campo, Ralph Lowell, fuera dando
de gritos a la oficina de Hugh. Ralph acababa de solicitar treinta y cinco emplea
dos adicionales para manejar este problema, cuando la gerente de mercadotecnia
estalló. Por lo general, Katie Norton se alteraba poco sin llegar a estallar, pero
el enojo evapora la serenidad. "Ahora los distribuidores desconfían de nosotros",
dijo, "y más vale que pongamos en marcha nuestra calidad, o nos veremos en un
gran, pero grandísimo apuro".
El Gerente de calidad, Alien Fielding, reaccionó ante el problema sacando
de inmediato los componentes marginales de la bodega e iniciando acciones
correctivas en compras. Estaba seguro de que no volvería a suceder. Además, su
ingeniero de calidad había preparado un nuevo manual de reparación para el
personal de campo, el cual simplificaba los trabajos de reparación. Estuvieron
de acuerdo en que podía haber estado peor.
Seis o siete meses después de esto, otra burbuja afloró a la superficie. Esta
consistía en una súbita acumulación de inventario de bienes terminados, de tos
tadores y asadores de mesa. Una investigación exhaustiva realizada por el geren
te de producción, Will Ellis, mostró que dos errores diferentes en el programa de
cómputo para control de producción habían ocasionado erróneamente la pro
ducción de estas unidades. Mercadotecnia tuvo que liquidarlas de alguna forma,
lo cual hizo, con una pérdida significativa.
Pequeños incendios ardieron, fueron apagados, y luego reaparecieron en al
guna otra parter de la operación. Las reuniones del personal se convirtieron en
sesiones de recriminaciones. A todo el mundo se le echaba la culpa, pero nadie
era responsable.
La productividad estaba decayendo y los rechazos aumentaban poco a poco
a lo largo de la operación. Los vendedores estaban "desanimados" con el pro
ducto. Por ser almas temperamentales reaccionaban a los problemas específicos
que habían visto y los amplificaban quizá más de lo que eran en realidad. Nadie
negaba que los vendedores estuvieran realmente descontentos, y ello empezaba a
notarse. "No más descontentos que yo", pensó Hugh.
Los distribuidores también estaban reaccionando negativamente. HPA
vendía a través de ferreterías y tiendas de electrodomésticos, propiedad de particu
lares y, por tanto, dependía de la buena voluntad de aquellos distribuidores
independientes. Dicha buena voluntad, a su vez, giraba en torno de la credibili
dad y el desempeño del producto. Aunque HPA tenía talleres de reparación en
las áreas de mercado más grandes y personal de servicio de campo, los problemas
recientes habían anegado sus esfuerzos. Por tanto, tal y como lo requieren las le
yes matemáticas, las reparaciones empezaron a retrasarse cada vez más y más.
En la última reunión del personal de Hugh, Alien, el gerente de calidad,
presentó el estado de programas vigentes de acciones correctivas y el estado de
calidad. Había mejoras en algunos aspectos, pero bajas en otros. La situación en