Catorce son los personajes encargados de darle vida y ritmo dramático a la acción.
Se trata de personajes claramente individualizados, con características físicas,
temperamentales y sociales, que se alían entre sí o con otros en función de sus intereses.
No son personajes tipo o esquemas ideológicos. El único personaje no definido es Crito,
uno de los amantes de Elicia, que aparece ocasionalmente en el primer acto, y cuya
función dramática consiste en poner de relieve la falsedad y el arte de la seducción
propio de las mujeres –siempre según la opinión de Sempronio.
A pesar de esta individualización de los personajes, podemos trazar un esquema
de caracterización tipológica. Podemos distinguir siguiendo al crítico Gilman, tres
formas de caracterización, eso sí, interrelacionadas:
1.Personajes ricos (Calisto, Melibea, Pleberio, Alisa...) frente a personajes
pobres (Sempronio, Pármeno, Tristán, Lucrecia, Elicia...): amos, frente a criados y en
medio de todos, Celestina, que ejerce su oficio a favor de quien lo requiera y pague.
2.Jóvenes frente a viejos.
3.Hombres frente a mujeres y mujeres honestas y monógamas frente a
mujeres de vida alegre o prostitutas.
Si seguimos este esquema Celestina podría definirse como «mujer vieja y pobre»,
Calisto como «hombre joven y rico» (señor), etc., sin embargo son algo más que
personajes prototípicos, son personajes vivos, con una psicología compleja y que
evolucionan a lo largo de la obra.
Rojas construye a sus personajes a través del lenguaje, hace que opinen unos de
otros, que se juzguen a sí mismos y que juzgue quien los escucha o lee. Los conocemos
pues por sus palabras, además de por sus actos. A partir de sus diferentes puntos de vista
se enriquece y se llena de matices la realidad y tenemos la sensación de que son seres
autónomos, independientes de su autor. Son un claro reflejo de la condición humana.
Citemos como ejemplo la descripción de Melibea, quien para Calisto es la más hermosa
entre las mujeres –recordemos el acto I–, mientras que para Areúsa posee una belleza
artificial y falsa –que cita en el acto IX.
Las relaciones entre los personajes pueden ser de dos tipos:
Sociales (entre señores y criados)
Individuales (las que se dan entre cada personaje concreto).
Todas están guiadas por el amor o por el interés económico (entre criados y
señores o entre criados y Celestina). Todos los personajes serían el reflejo de la
situación social de un momento de transición entre la Edad Media y el Renacimiento: el
declive de la nobleza y el advenimiento de la burguesía, clase emergente que valora la
acumulación de riqueza, el pragmatismo, y el individualismo. Y estos valores se
plasman en las relaciones entre amos y criados: los últimos ya no dependen de un amo
protector, sino de una relación mediatizada por el dinero.
Otro aspecto que merece la pena mencionar es el de los caracteres femeninos. Las
mujeres tienen un mayor protagonismo en la obra y resultan más atractivas desde el
punto de vista dramático. Celestina, la «puta vieja, hechicera y alcahueta»; Melibea, la
joven dama enamorada que lucha entre mantener su honra o entregarse al placer y al
deleite amoroso; Areúsa, la joven prostituta que valora la libertad de su oficio frente al
servilismo de las criadas, que manifiesta su rencor por las señoras y que trama la
venganza cuando ajustician a Sempronio y Pármeno. La mujer, además de personaje, es
un motivo temático –recordemos el tópico de la descriptio puellae.
10