que no es lo correcto y buscarle una solución idónea para heredar a las nuevas
generaciones a futuras. En nuestra relación humana: con los familiares, amigos,
vecinos, compañeros y personas que tratamos diariamente ha de ser norma lo que
aconseja la biblia y la universal sabiduría del mundo “no hagas a tu prójimo lo que
no quieras te hagan a ti”. No hagas daño a nadie, ni causes voluntariamente
sufrimiento a ningún ser, capaz de sufrir.
Estas pautas ó normas de la ética contemporánea son fundamentales, de
hecho rigen en toda sociedad, sea cualquiera se desarrollo cultural, de enseñar al
niño a una adecuada conciencia moral, libre de tabúes angustiantes, sostenidas
mas bien por el ejemplo e iluminada desde el pensamiento racional. La valentía y
fortaleza que se pone en defenderlos intereses personales, casi siempre son digna
de una buena causa; el ser humano coexiste necesariamente con seres humanos.
En sus comienzos, en simbiosis con la madre; luego con la familia; el grupo
escolar; el profesional; con la agrupación vecinal, con los hombres de ciudad, de la
nación, del planeta. Las normas de convivencia presentan, geográfica y
cronológicamente, una enorme variedad de formas, costumbres sexuales,
matrimoniales, alimentarias, vestuarios, rituales y religiosas. Desde el punto de
vista de Marget Mead a puesto de manifiesto el papel que desempeña la
educación de los niños en los niños en la moral de grupo y se cree que las
creencias y tradiciones son moralmente indiferentes mientras no sean fuente de
conflictos. En nuestra sociedad pluralista la educación dogmatica y autoritaria,
fundada en los tabúes y creencias tradicionales, sí crea angustias, agresividad y
por ende, conflictos de comunicación y convivencia en todos los niveles. Pero hay
que insistir en una moral personal ha de ser una estructura única y unitaria, el
amor, el sentimiento, la hermandad para así lograr motivacional al hombre de
convivir sin un tipo de tabúes.