La filosofía griega, nos dice Nietzsche, parece empezar con una proposición absurda, con la
afirmación: “el agua es el origen y el fin de todas las cosas” .
“¿Es que realmente debemos permanecer tranquilos y serios al oír semejante proposición?
Sí, por tres razones: en primer lugar, porque la proposición dice algo del origen de las
cosas, en segundo lugar, porque lo dice sin imágenes ni expresiones místicas, y, por
último, en tercer lugar, porque en ella está contenido, si bien larvado, el pensamiento:
‘todo es uno’.”
Esta valoración de Nietzsche se complementa con otra de Hegel en la que nos explica que
“la simple tesis de Tales de Miletos es filosofía porque en ella no se toma el agua sensible
en su particularidad frente a las demás cosas naturales, sino que se la concibe como un
pensamiento en que todas las otras cosas naturales se contienen y se disuelven”.
El pensamiento de Tales es difícil de interpretar correctamente por la escasez de
testimonios y fragmentos. Algunos de estos testimonios, como los de Aristóteles, parecen
suponer la existencia de un sistema filosófico en este autor. Frente a éstos podemos
argumentar con Hegel que “entre la multitud de pensamientos suyos (de Tales) que se
perdieron no debía figurar ninguno que pueda ser considerado como propiamente
especulativo; y si su filosofía aparece como un sistema aún no desarrollado no es,
precisamente, por falta de noticias, sino porque siendo la suya, en rigor, la primera
filosofía, no puede ser todavía un verdadero sistema”.
No vamos a intentar aquí dar la razón a una u otra de estas posturas, ni a detenernos en la
discusión textual o de fuentes, ni en las razones para las diferentes interpretaciones que
han dado unos y otros autores, sólo volveremos a recordar el modelo de explicación
que inaugura Tales: una explicación natural, física, basada en un principio
material único para todo lo real, que insiste en la unidad de todo lo existente.