CARLOS CUAUHTÉMOC SÁNCHEZ
Existe incluso una filosofía de inmoralidad que se enseña de
generación en generación:
“Transa y avanza”: Progresa siendo deshonesto.
“Al que parte y reparte le toca la mejor parte”: Cuando te toque
distribuir, aprovéchate y despoja a los demás.
“Tonto es el que presta un libro y más tonto el que lo regresa”:
No confíes en nadie, ¡pero si alguien confía en ti, fastídialo!
“Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”: Sólo
piensa que al que le robaste es ladrón y tu acción se disculpa.
“El fin justifica los medios”: Puedes matar, robar o traficar
droga si distribuyes las ganancias entre tus pobres familiares.
“Este es el año de Hidalgo, cobarde es el que no se lleve algo”:
Tenemos la oportunidad de robar, que nadie se quede atrás.
Leí sobre un dirigente religioso hindú que tenía en su casa
una habitación privada donde hacía cuanto le venía en gana; ahí
comía carne, bebía licor, veía pornog rafía, pero al salir practicaba
sus tradiciones ortodoxas y era, a la vista de todos, mesurado y
recto. ¡Basura, porquería! Es el mismo caso del muchacho que
tiene varias novias, promete a todas amor eterno y se ríe de ellas
por lo crédulas que son, o el marido que se despide de su esposa
con un beso y un “te amo” para subirse al coche, silbar a las
mujeres e ir a buscar aventuras fáciles.
Muchos individuos nefastos tienen, como el hindú del cuarto
secreto, una religión pública, hacen oraciones y rezos en frente de
los demás, van a sus ceremonias religiosas ostentando devoción, se
golpean el pecho, cargan consigo sus textos venerables y no pierden
oportunidad para asegurarle a otros que se irán al infierno, pero
en realidad son comediantes, payasos, exhibicionistas que no viven
una fe intrínseca y mucho menos una verdadera relación personal
con Dios; nunca oran en privado, en la soledad de su habitación, de
rodillas frente al señor. Son Legalistas superficiales, cascarones
huecos...
CARLOS CUAUHTÉMOC SÁNCHEZ
El director de una empresa que se vio precisado a despedir a
20% de sus empleados confesó que al momento de determinar de
qué personas podían prescindir consideró factores como el
carácter, la productividad y la puntualidad, pero sobre todo, lo
más importante, ponderó la honestidad. Todo es reemplazable,
comentó, menos la integridad. Ya no existen personas celosas de los
principios éticos y en la actualidad ésa es la cualidad más valiosa.
En Hamlet, William Shakespeare afirma: “Si eres veraz
contigo mismo, se seguirá como el día a la noche que no
podrás ser falso con nadie más”, pues la mayoría de la gente es
bella por fuera pero traicionera y vil por dentro.
Uno de los escritores que consulté asegura que tanta mentira,
abuso sexual y promiscuidad está atrayendo “Destrucción
Natural”, pues si Dios permaneciera de manos cruzadas ante
todas las cosas que están sucediendo en la actualidad, como el
uso legal de drogas, el matrimonio de homosexuales, los abortos
masivos e indiscriminados, la utilización de la mujer como animal
sexual, la pornografía infantil, las películas obscenas a la venta en dad
esquina, los juguetes eróticos, el intercambio de parejas, las orgías,
etcétera, entonces tendría que pedir perdón a Sodoma y Gomorra.
Leí la triste historia de un médico cirujano cuya esposa
contrajo SIDA. Ella aseguraba no haber mantenido relaciones
sexuales con nadie más que con su esposo ni recibido ninguna
transfusión de sangre. El hombre estaba deshecho moralmente,
acabado y confundido. Cuando se hizo las pruebas, descubrió que
él era portador del virus. Desesperado confesó: “¡Una sola vez fui
infiel a mi esposa, con una modelo en un congreso de medicina!”
Preso de ira, viajó para reclamarle a su amante que le hubiera
contagiado, pero cuál no sería su sorpresa cuando al llamar en el
departamento le abrió la puerta una mujer moribunda en las
etapas terminales del SIDA. No puedo decirle nada y se fue... El
prominente doctor tuvo que enterrar a su esposa y explicarle a sus
tres hijos lo que había pasado. Entendió muy tarde que estamos
en otra época: la época de la renovación de los valores.