anodino panorama del fútbol argentino de aquellos años, en exceso defensivo, y
muchas veces violento, un soplo de alegría y aire fresco.
En principio los hinchas de San Lorenzo, pero rápidamente el público en general y el
periodismo, aceptaron con satisfacción la propuesta creativa, lúdica y ofensiva que
desplegaban aquellos jóvenes en los poceados campos de entonces, frente a los
lentos y rudimentarios defensores que jugaban largamente más allá del límite del
reglamento.
Además, estos Carasucias eran igualmente desacartonados y espontáneos en su
relación con la prensa. Especialmente el Bambino Veira, cuyo desparpajo para
declarar ante los micrófonos lo convirtió en un recurrente entrevistado por los medios.
En una oportunidad, acompañado por el Nano Areán, le confiaba entusiasmado a
Osvaldo Ardizzone, periodista de El Gráfico, las increíbles habilidades de su
compañero Popof Casa, el wing izquierdo del ataque azulgrana, que en ese momento
era un poco cuestionado por su individualismo:
-Mire, “El loco” Casa, con el empeine, le da treinta toques a una moneda, y en el
último, cuando se cansa, la pone en el bolsillo del saco. Con una pelota se puede
pasar una hora sin que toque el suelo. “El loco” puede ir a un circo… ¡Es un
fenómeno!
Ardizzone, haciendo valer ese derecho que vaya uno a saber por qué creen tener los
periodistas, no tardó en subirse al púlpito y desde allí, tomándose de la anécdota
contada por Veira, escribió un artículo en el que le enseñaba a vivir a Victorio Casa,
titulado “Popof”… ¡olvidate de la moneda!
Curiosamente, en su pretenciosa filípica, el periodista -célebre por su espíritu
bohemio- intentaba ponerle límites al individualismo de Casa y le aconsejaba dejar
“los caños” en el vestuario y “los ganchos” de su zurda, en una ferretería.