nosotros; no afecta necesariamente el contenido de esas convicciones. En relación
al contenido, ética y moral son más bien coincidentes: ambas se refieren a
cuestiones de valor, es decir, a lo que consideramos bueno y lo que consideramos
malo, lo que debemos aprobar, alabar o estimular, y lo que debemos más bien
reprobar, condenar o tratar de evitar. La ética y la moral se refieren a lo que debe
ser, discriminan entre acciones aceptables e inaceptables. En esto se diferencian
de los credos religiosos, de las ciencias, de las opiniones o de las noticias de los
periódicos, todo lo cual se refiere más bien a lo que simplemente es (o uno cree
que es). Esta distinción entre "deber ser" y "ser" se revela como más honda e
importante que la diferencia entre moral y ética. Examinémosla con más cuidado.
Ser y deber ser
Tomemos como ejemplo una descripción detallada y correcta de un crimen
abominable del que uno pueda haber sido testigo. Esa descripción se refiere a
algo que es. Pero al mismo tiempo nos produce una fuerte inclinación a condenar
el hecho, gracias a nuestras convicciones morales, como algo que no debe ser.
Los relatos de lo que uno ha vivido, los testimonios judiciales, las enseñanzas de
la ciencia, las noticias de los periódicos, describen lo que es; podemos decir de
ellos que son verdaderos o que son falsos. Los relatos de una novela
corresponden también a lo que es, aunque el ser aquí sea solamente literario; por
ejemplo, es verdad que don Quijote arremetió contra molinos de viento creyendo
que eran gigantes, dentro del mundo ficticio de la novela de Cervantes.
Pero por otra parte, yo puedo tomar posición con respecto a los hechos –reales o
imaginados–, y decir que tienen un valor moral positivo, negativo o neutro; puedo
pronunciarme en favor o en contra de ellos, y esto incluso con independencia de
que los hechos sean verdaderos o falsos. Podemos, por ejemplo, decirle a alguien:
"No sé si don Quijote alguna vez estafó a Sancho, pero si lo hubiera hecho, habría
sido un acto abominable, dada la fidelidad del famoso escudero". Es decir,
podemos pronunciarnos sobre el deber ser sin pronunciarnos sobre el ser, ya que
se trata de dos cosas separadas y distintas. También podemos hacer lo contrario,
a saber, pronunciarnos sobre el "ser" sin tomar posición sobre el "deber ser", como
en el caso de una comisión investigadora que solo busque establecer los hechos,
no juzgarlos.
Tomemos otra ilustración de la diferencia entre "ser" y "deber ser". Un célebre
filósofo escribió lo siguiente:
El hombre nació libre, pero en todas partes lo veo encadenado.
Esto, que se expresa como una comprobación de lo que "es", puede como tal ser
calificado de verdadero o falso. Pero no tiene directamente un contenido moral; a