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Oct 29, 2008
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Language: es
Added: Oct 29, 2008
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Slide Content
Cuando la viuda lo
agarrró del mentón
y se vieron a los
ojos, lo hipnotizó y
lo mató porque
odiaba a los
hombres infieles.
Luego la viuda
desapareció entre
los árboles.
Nadie más volvería
a saber de él ni de
la viuda.
Jesenia
Cuando la viuda hizo que
la mirara, él se asustó y
salió corriendo, pero lo
persiguió y le dio un golpe
que lo dejó inconsciente.
La viuda se fue y lo dejó
ahí tirado.
Vargas se despertó y se
fue para su casa. Al otro
día, tocaron la puerta del
rancho. Cuando abrió,
era la viuda que lo venía a
matar. Después
desapareció satisfecha
de haber cumplido con su
pacto.
Karen
El señor Vargas, al mirar a la viuda quedó
horrorizado por su rostro desfigurado y sus
ojos rojos como la sangre, pero, al mismo
tiempo estaba engatusado por su voz dulce
que le decía: “Mirame, mira mis ojos.”
El señor Vargas con la mirada fija en los ojos
de la ella escuchaba con atención lo que le
decía y en ese momento se acordó de lo que
su amigo Rosendo le había contado. Él sentía
ganas de correr hacia su auto pero su cuerpo
no le respondía.
La viuda lo miró atentamente, extendió su
brazo, levantó la mano y con una ligera rapidez
le arrancó el corazón, lo empujó a un pozo en
el que había un montón de cadáveres… En ese
momento, el viento sopló y la viuda
desapareció con él.
Brenda
La viuda lo agarró del mentón con
firmeza, lo obligó a que lo mirara a la
cara. Vargas estaba tan, pero tan
asustado que la viuda lo dejó correr.
Nadie sabe por qué, tal vez porque la
atrapó sin dejarla caer. Desde ese día,
nunca traicionó a su mujer.
Andy
Miró a los ojos a la viuda y quedó inmóvil, casi
sin moverse. La viuda subió sobre él y lo mató.
Quedó muerto, seco. La policía fue al lugar y lo
llevó a su casa.
Su mujer lo vio y le preguntó a Rosendo si sabía
algo. Él dijo que pensaba que podría haber sido
la viuda.
Brian
Al mirarla fijamente a los ojos, la
viuda comenzó a sonreír porque
observaba a Vargas colorado,
asfixiado y sin poder respirar.
Segundos más tarde… cayó muerto
con unos dedos marcados en el
cuello.
La viuda recogió el manto negro y se
fue, desapareciendo entre la niebla
que creaba la fría y cruda tormenta.
Ana Karen