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Bueno, pues después de ver y diferenciar las distintas líneas en los objetos que nos rodean y en
cualquier dibujo o imagen, cuando empezamos a trazarlas, pocas veces somos conscientes de la
importancia de su grosor. Recordemos que su definición geométrica no lo contempla (es un
elemento abstracto, unidimensional, que sólo tiene longitud), pero por muy fina que la dibujemos,
una línea aplicada o dibujada siempre lo tiene. Y entonces, siempre tendrá dos bordes… ¿o no?
Piensa un momento en estas cuestiones: ¿Constituye
una línea el borde de cualquier forma? ¿Son las formas
las que dan lugar a los bordes o son los bordes los que
crean las formas? ¿Constituye una línea el borde entre
dos formas? Si sólo dibujamos una línea entre ellas, ¿a
cuál de las dos formas pertenece?
Matisse dijo en una ocasión que sólo podía dibujar con tijeras… Fíjate en una de sus
composiciones características, o en estas imágenes y textos de Cynthia Dantzic, y entenderás
enseguida por qué. Más adelante haremos “líneas de contorno” con un solo borde, y sin cortar nada
Volvamos al tema del grosor, es la manera más fácil de entender
que un trazo o línea dibujada es una forma en sí misma, cuya
anchura puede modificarse acercando o alejando sus bordes uno
de otro. Podemos mantenerlos cuidadosamente paralelos, como
tiras o bandas más o menos finas, si utilizamos herramientas de
dibujo de trazo uniforme, aplicándolas con una presión homogénea,
y perpendiculares al papel…el resultado, como en esta pintura de
Al Held, seguramente tendrá un componente frío y analítico que
sugiere cierta distancia con el trabajo
manual y directo que se le presupone a
un artista.
Justamente las variaciones personales que dan lugar al trazo
característico de un autor radican muchas veces en cuestiones en
principio sin demasiada importancia: la forma precisa del instrumento de
dibujo, la manera de sujetarlo mientras se desliza en el papel, la presión
que se ejerce sobre el mismo,…
Esta línea flexible en su forma es llamada frecuentemente modulada o
caligráfica, ya que se parece a las marcas de escritura manual, y dotará inmediatamente a
cualquier dibujo de mayor interés visual. Para experimentar con sus posibilidades, prueba con
diferentes útiles (lápices y barras con minas talladas, plumillas, pinceles,…), y si puedes, invierte el
proceso dibujando “blanco sobre negro”: con tizas en papel oscuro, o mucho mejor, elaborando una
xilografía -tallando una plancha de madera o linóleo-. Como las incisiones o líneas que se “dibujan”
en su superficie corresponden al vacío, al blanco, hay que estar mucho más pendiente del grosor
de las zonas sin tallar, que es lo que veremos como formas y contornos en la estampación final.