dicha lengua. Durante esta época, Hernán Cortés había llegado desde Cuba a la costa de
Tabasco con su intérprete, Jerónimo de Aguilar, quien había aprendido el maya después de
naufragar, ser esclavizado por los mayas de Yucatán y posteriormente rescatado por los
españoles.
Habiendo tomado la decisión de buscar favores de los españoles en lugar de pelear con ellos,
los mayas les ofrecieron alimento, vestido, oro y esclavos, incluso a 20 mujeres. Aguilar,
quien también se había ordenado como sacerdote, además de servir como intérprete ayudó en
la conversión de los mayas. Las mujeres, Marina entre ellas, fueron bautizadas en marzo de
1519. Se desconoce la edad que tenía cuando la bautizaron.
Cortés obsequió las mujeres bautizadas a sus militares y Marina estuvo destinada primero a
Alonso Hernández de Puertocarrero; luego regresó un mes después a donde Cortés. Casi de
inmediato empezó a trabajar con Aguilar como intérprete. Cuando Cortés llegó a las regiones
de habla náhuatl, hacia el occidente por la costa del golfo, ella interpretaba entre el náhuatl y
el maya para Aguilar, quien sabía interpretar entre el maya y el español.
Marina rápidamente amplió sus conocimientos lingüísticos al aprender español o castellano.
Se ganó la confianza de Cortés, se convirtió en su secretaria y después en su querida, y hasta
llegó a darle un hijo. A Cortés se le ofrecían a menudo otras mujeres, pero él siempre las
rechazaba, demostrando así su respeto y cariño por Marina. En una carta escribió, "Después
de Dios, le debemos la conquista de la Nueva España a Doña Marina".
Sin duda, el punto culminante de su carrera como intérprete fue el encuentro inicial, cara a
cara, entre Cortés y Moctezuma, pero asimismo participó directamente en numerosos
intercambios entre los españoles y la gran cantidad de personas que encontraron y trataron. Se
dice que ella favorecía activamente las negociaciones en lugar del derramamiento de sangre.
Aunque algunos la consideran una traidora, muchas chicanas consideran a La Malinche una
preponderante figura histórica, cuya denigración y difamación de carácter tiene paralelos con
su situación actual. Ella fue repudiada por su gente y no debía lealtad a los otros poderes
mesoamericanos. Y aprovechó sus facultades lingüísticas para asegurar su propia posición
social. Pero hay evidencia certera de que, una vez que se alineó con la causa española, fue
totalmente leal a Cortés, a pesar de las múltiples oportunidades que tuvo para traicionarlo, a
medida que la intrincada historia de la conquista se desenvolvía.
El autor mexicano Gómez de Orozco afirma que La Malinche "fue una parte instrumental de
la estrategia [española], al interpretar en tres idiomas y al ofrecer información esencial sobre
la organización económica, el conocimiento de las costumbres nativas, el orden y la sucesión
de los reinos, las formas de tributo, las reglas que regían las relaciones familiares, etcétera".
Después de la conquista, Cortés, quien ya tenía una esposa en España, demostró su respeto
por Marina al concertarle un matrimonio con Don Juan Jaramillo, un teniente de Castilla.
Aunque Marina fue apenas una de las mujeres indígenas que tuvo hijos de padres españoles,
es la más destacada, y el hijo que tuvo con Cortés, Don Martín Cortés, fue el primer mestizo
de relevancia histórica y alguien que eventualmente tuvo un cargo en el gobierno. Fue el
Comendador de la Orden de San Jago. En 1548, fue acusado de conspirar en contra del virrey
y posteriormente ejecutado. Marina también tuvo una hija de su esposo, Don Juan Jaramillo,
llamada Doña María. Como la madre de un hijo y una hija de dos razas, con la misma sangre
mestiza que corre por las venas de la mayoría de los mexicanos, a Doña Marina se le puede
reconocer legítimamente como la madre de la nación mexicana.