El solar mañanero de los niños alborotadores, camorristas que andan a pedrada limpia todo el santo día,
es, desde la hora de cerrar los portales, un edén algo sucio donde no se puede bailar, con suavidad, a los
acordes de algún recóndito, casi ignorado aparatito de radio; donde no se puede fumar el aromático,
deleitoso cigarrillo del preludio; donde no se pueden decir, al oído, fáciles ingeniosidades seguras, absolutamente
seguras. El solar de los viejos y las viejas de después de comer, que vienen a alimentarse de sol, como los
lagartos, es, desde la hora en que los niños y los matrimonios cincuentones se acuestan y se ponen a soñar,
un paraíso directo donde no caben evasiones ni subterfugios, donde todo el mundo sabe a lo que va, donde
se ama noblemente, casi con dureza, sobre el suelo tierno en el que quedan, ¡todavía!, las rayitas que dibujó
la niña que pasó la mañana saltando a la pata coja, los redondos, los perfectos agujeros que cavó el niño que
gastó avaramente sus horas muertas jugando a las bolas.
–¿Tienes frío, Petrita?
–No, Julio, ¡estoy tan bien a tu lado!
–¿Me quieres mucho?
–Mucho, no lo sabes tú bien.”
Camilo J. Cela, La colmena
TIPOS DE ESPACIO.
1.- ESPACIO UTILITARIO O SENCILLO.
Es el más frecuente: se configura un marco para que los personajes se puedan mover en él.
Se trata de un lugar que puede tener una referencia en la realidad o no –una ciudad, la habitación de
una casa, un avión–; será sólo un espacio útil para situar en él a los personajes.
2.- ESPACIO SIMBÓLICO.
Tiene un significado añadido. Con frecuencia el valor de estos espacios parte de unos valores codificados
que el lector reconoce. Para muchos lectores, un espacio abierto sugiere a menudo un espacio de
libertad, mientras que uno cerrado y oscuro ha de remitir a nociones de carácter negativo. En estos
casos el espacio se transforma en un “supersignificante”. Por ejemplo, en La Regenta de Clarín
el templo es el espacio del poder de Don Fermín de Pas, La Encimada el barrio en el que ejerce su
influencia…Veamos un ejemplo en el siguiente fragmento:
EJEMPLO
“Alrededor de la catedral se extendía, en estrecha zona, el primitivo recinto de Vetusta. Comprendía lo que se
llamaba el barrio de la Encimada y dominaba todo el pueblo que se había ido estirando por Noroeste y por
Sudeste. Desde la torre se veía, en algunos patios y jardines de casas viejas y ruinosas, restos de la antigua
muralla, convertidos en terrados o paredes medianeras, entre huertos y corrales. La Encimada era el barrio
noble y el barrio pobre de Vetusta. Los más linajudos y los más andrajosos vivían allí, cerca unos de otros,
aquellos a sus anchas, los otros apiñados. El buen vetustente era de la Encimada. Algunos fatuos estimaban
en mucho la propiedad de una casa, por miserable que fuera, en la parte alta de la ciudad, a la sombra de la
catedral, o de Santa María la Mayor o de San Pedro, las dos antiquísimas iglesias vecinas de la Basílica y