La posada del silencio nº 114, curso v

juannin 743 views 92 slides Apr 25, 2014
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La posada del silencio
El texto de hoy
Alzo mis manos hacia ti
La flor de loto nace en una charca en medio del lodo y
siempre tiende hacia el cielo, nunca se detiene ni en el agua
aunque esté limpia y pura.

No importa que en el silencio percibamos sensaciones,
pensamientos, imaginaciones que no son tan frescas como
hubiéramos deseado.

Nuestro ser verdadero puede brotar, atravesar todo y tender
hacia el cielo. Por eso importa el no detenerse en nada, ni
pensamientos aunque sean purísimos, ni en las emociones
aunque sean bellísimas. No hay que pararse.

En el silencio no hay que tocar nada, es mejor atravesarlo
todo.

En el silencio ábrete a Dios, al cielo, a lo Absoluto.



¡Ha resucitado! “Hablar de parte de Dios, es
dejar que el soplo de Dios inspire nuestras
palabras humanas de modo que ellas testimonien
la presencia y la «vida con nosotros» de Aquel
más grande que todos nosotros.” ¡Felices
Pascuas! Fray Bruno Cadoré, OP. (El laicado
dominicano y la predicación)


"Rutas para el camino" se presenta en
Pamplona
El viernes 11 de abril tuvo lugar en el colegio Santo Tomás de Pamplona, la presentación del libro de
Bernardo Cuesta por parte de miembros de la Secretaría Técnica de Acción Verapaz en Madrid como de
la Editorial San Esteban de Salamanca.

Fueron alrededor de 15 personas las que compartieron este momento tanto desde socios y simpatizantes
de Verapaz como de la Familia Dominicana.
Abrió el acto, Elisa Lecumberri, presidenta de Verapaz Navarra donde, además de la presentación de los

ponentes, valoró la importancia de este acto en cuanto al papel que hizo Bernardo Cuesta como impulsor
de esta ONG, así como de su faceta personal que queda reflejada en el libro que iba a ser presentado.

A continuación, Jose Antonio Lobo tomó la palabra para la presentación del libro homenaje a Bernardo:
“Rutas para el camino”. Se inició con una pequeña biografía de Bernardo, se explicaron las razones del
este libro, su hilo conductor y las partes que incluye y continuó con un bello y emotivo montaje a partir
del Epílogo del libro, escrito por Quintín García.
Seguidamente, desde la Editorial San Esteban se estableció el porqué de este libro y todo lo que podría
aportar, no sólo a los miembros de Verapaz, sino a todo aquel que quiera conocer la figura de un hombre
que como teólogo, dominico y comprometido con su gente, quiso hacer un camino posible para el cambio
de este mundo nuestro.
Campaña Solidaria de Salamanca
El pasado 13 de abril se celebró la Asamblea General de Socios de la Delegación de Salamanca, en la que
se eligió el proyecto en el que trabajará durante la Campaña Solidaria de esta primavera: la adquisición de
25 mulas para 50 familias en Haití.
Ya se han puesto en marcha con la difusión de la campaña, y los medios de comunicación se han hecho
eco de la iniciativa solidaria de su pueblo.
Aquí os dejamos una publicación del pasado día 15 de abril:


Relato de una Pascua
Ha sido mi primera Pascua rural. Sé que
no será la última. Y es que esto engancha,
entusiasma. Porque siento que he
compartido vida, he celebrado una
Pascua diferente
23 de abril de 2014


Después de haber compartido tanto en cuatro intensísimos días, puede que el motivo de la rebelión que
siento en mis adentros sea la tristeza. Sin embargo, también podría tratarse de nostalgia; ya que, tras
tantos abrazos, miradas de complicidad, canciones, sonrisas y carcajadas… uno echa de menos ese frenesí
de sentimientos.
Desde luego me encuentro un poco triste y algo nostálgico, no voy a mentir. Pero los autores de esta
sensación que siento ahora mismo no son ni la nostalgia ni la tristeza. No me andaré con rodeos, porque
creo que sabéis ya por dónde voy y hacia quién me dirijo.
Siento a Dios en mi interior. De verdad que lo siento. ¡Y cómo remueve mis entrañas! Se manifiesta a
través de una ALEGRÍA profunda que invade mi cuerpo y no deja hueco a nada más.
He preparado con mi comunidad las celebraciones y luego, llevándolas a la práctica, hemos orado juntos
y junto al pueblo al que pertenecíamos. Nos hemos hecho habitantes de Albarracín, de Gea, de
Tramacastilla, de Terriente…
Todo esto con el acompañamiento humano y espiritual de cuatro frailes dominicos que son el mayor
ejemplo de coherencia y de Palabra que he conocido. No encuentro mejor manera de impregnarse del
carisma dominicano que conviviendo a su lado y sintiendo su vocación.
Ver noticia completa en la web del Movimiento Juvenil Dominicano

Dominico experto en espiritualidad y promotor de la
Escuela del Silencio visitará Uruguay


Cuerpo:
El Fraile dominico español Julián de Cos, llegará en el mes de mayo a Uruguay para
brindar cursos y conferencias sobre espiritualidad y la experiencia de la Escuela del
Silencio.
Entre el 3 y el 30 de mayo, Fr. de Cos, reconocido teólogo y profesor de la Universidad
de San Esteban en Salamanca, disertará y brindará cursos en la Universidad Católica del
Uruguay (en sus sedes de Montevideo, Maldonado y de Salto); en las Casas Diocesanas
de Salto y Maldonado; en la Casa de Espiritualidad “Manresa” (de los jesuitas) y en
Parroquias y Colegios de la Orden de Predicadores en Uruguay.
Se trata de una iniciativa de la Escuela del Silencio de Uruguay, “descendiente” de la
Escuela del Silencio de España, fundada por el Fr. José Fernández Moratiel, cuyo
legado, pese a haber fallecido hace 8 años, sigue siendo muy vital en España y también
en otros países como Uruguay. Fr. Moratiel fue el iniciador de estos encuentros en torno
a la espiritualidad del silencio, convertidos en el tiempo, en escuela itinerante. Él se
dedicó a lo largo del año a viajar a los distintos puntos geográficos para anunciar, dar a
conocer y en cierta forma a compartir, la vivencia y el sentir del silencio, en el silencio.
Fr. Julián conoció personalmente a Fr, Moratiel y realizó un estudio profundo de su
obra, escribiendo un libro sobre el Fundamento Espiritual de la Escuela. Su
investigación se centra en la historia de la espiritualidad, la experiencia mística, la
relación con Dios por medio de la naturaleza y la espiritualidad dominicana.
En Uruguay disertará sobre diversos temas como: “La oración del Silencio”;
“El contacto con Dios, por medio del estudio”; “Historia de la espiritualidad cristiana”;
“La espiritualidad en el siglo XXI”, “Modos de contemplar a Dios en la naturaleza”;
“María, en la Orden de Predicadores”; “Del Silencio a la palabra”…
CURRÍCULUM DE FR, JULIÁN de COS PÉREZ de CAMINO OP
Nacido en Madrid en 1968.
Estudios:
- Ingeniera Técnica Forestal (Universidad Politécnica de Madrid, 1998).
- Licencia en Filosofía (Universidad de Deusto, Bilbao, 2001).

- Licencia en Ciencias Religiosas –Bachiller en Teología– (Pontificia Facultad de
San Esteban, Salamanca, 2004).
- Licencia en Teología Espiritual (Universidad Pontificia de Comillas, Madrid,
2006).
- Doctorado en Teología (Pontificia Facultad de San Esteban, Salamanca, 2008).
Imparte docencia en la Pontificia Facultad de San Esteban y en Domuni.
Su investigación se centra en la historia de la espiritualidad, la experiencia mística, la
relación con Dios por medio de la naturaleza y la espiritualidad dominicana.
Es director de la biblioteca de la Facultad Pontificia de San Esteban y de la revista Vida
Sobrenatural.
Entre sus publicaciones, cabe destacar:
- La espiritualidad naturalista de fray Luis de Granada. La contemplación de Dios
en la naturaleza en la Introducción del símbolo de la fe, Fundación Universitaria
Española, Madrid 2009 (es su tesis doctoral);
- La espiritualidad de santo Domingo, fundador de la Orden de Predicadores, San
Esteban, Salamanca 2012;
- «El Padre Moratiel, predicador del silencio» en, José Fernández Moratiel, La
oración del silencio, San Pablo, Madrid 2013;
- Contemplar a Dios en los árboles, Credo, Saarbrücken 2013.
- (ed.) Antigua espiritualidad, liturgia y observancia de las monjas dominicas.
Constituciones de 1259 y cuatro apéndices de los siglos XVI y XVIII, S.H.O.P.,
Fanjeaux 2014.
CIDALC
(24 abril 2014)

Concierto en León
La Delegación de León de Acción Verapaz nos invita a asistir a un Concierto Benéfico para apoyar el
proyecto en el que está trabajando este año. Se trata de un Centro de Salud para la Mujer en Lahore,
Pakistán. Las condiciones sanitarias para las habitantes de esta región son muy precarias y desde Acción
Verapaz hemos apostado por mejorarlas. La responsable del proyecto en terreno nos enviaba el otro día
algunas fotos de la situación actual (podéis verlas al final de la página).
Para recaudar los fondos necesarios para hacer realidad este proyecto, la Delegación de León está
realizando este año una campaña solidaria, en la que ya han realizado un Mercadillo Solidario y un
Festival Solidario.

Ahora nos invitan a un Concierto Benéfico que tendrá lugar el próximo viernes 16 de mayo en el salón de
actos del Colegio “San José” HH. Maristas de León. Este concierto estará interpretado por la “Unidad de
Música de la Academia Básica del Aire”, a cargo de su director el Capitán D. Julio César Ruiz
Salamanca.
Aquí podéis consultar el programa del concierto y leer más información.

Asamblea de Socios en Salamanca


El pasado 13 de abril se celebró en Villoria la Asamblea General de Socios de la Delegación de
Salamanca, a la que asistieron aproximadamente unos 30 socios. En ella se eligió el proyecto que la
Delegación asume durante la Campaña Solidaria de esta primavera: la adquisición de 25 mulas para 50
familias en Haití. Además, se fijaron las fechas para algunas de las actividades a realizar en esta campaña:
 Rastrillos solidarios: 13 de abril en Babilafuente y Villoruela, 20 de abril en Villoruela, 4
de mayo en Villoria.
 Operación bocata en los colegios de Babilafuente, Villoria y Villoruela: 9 de mayo.
 Marcha solidaria: 11 de mayo. Este mismo día tendrán lugar paellas solidarias en Villoria y
Villoruela y bocata solidario en Babilafuente.
Animamos desde aquí a todas las personas que deseen colaborar con el proyecto a que lo hagan de una u
otra forma, cualquier colaboración, económica o no, es bienvenida.
Delegación de Salamanca
El primer rastrillo solidario ya se ha realizado y aquí podéis ver algunas fotos de esta actividad:




Sesenta frailes estamos reunidos en el Convento
del Vedat (Valencia) en el primer "Encuentro
para preparar la nueva Provincia". ¡Rezad por
nosotros!


Continúa el "Encuentro para preparar la nueva
Provincia" con la celebración de laudes en la
Basílica del Convento de Predicadores en
Valencia



¿Nos ayudas a soñar?

Entra al Bazar
Vanguardias y Periferias
Vanguardias y periferias es una acción colectiva que tiene lugar en el contexto de un barrio de la
ciudad próximo a la estación de ferrocarril de Atocha, la más grande de España. El ferrocarril en
cuanto camino que comunica nos sirve como metáfora. Realidades que aparentemente transitan
mundos paralelos tales como La Neomudejar (Centro de Artes de vanguardia y residencia de artistas), el
Colegio Virgen de Atocha-FESD, la Basílica Ntra. Sra. de Atocha y el Panteón de hombres Ilustres, van a
conectarse como focos de cultura y pensamiento abiertos a la ciudad. Conformarán raíles y
travesaños que permitan un viaje común para gente diversa preocupada por el sentido y la marcha de
nuestra sociedad. Gente que entienda la cultura, el pensamiento, la religión, el arte o la educación
conectados a la realidad social del momento. Las actividades que se organizan conjuntamente invitan a
subirse sin prejuicios a un mismo tren para recorrer paisajes culturales y realidades creativas o
sociales preocupadas por el rumbo de las personas y los motivos para la esperanza de nuestro
tiempo.
Tanto la vanguardia como la periferia tienen un componente de frontera que no comprendemos como
límite sino como oportunidad; no como separación sino como puente entre experiencias y lenguajes
diversos para expresar lo más auténticamente humano. De un modo u otro, casi todos transitamos o
tenemos contacto con las periferias existenciales. Queremos contemplarlas en lo que tienen de positivo.
Escuchar cómo cambian las miradas y percepciones dependiendo del lugar donde uno se sitúa. Transitar
las vanguardias culturales que se hacen portadoras de los valores escondidos en las periferias.
Invitarlas a entrar en el patio de un gran colegio convertido en atrio. Abrir el atrio del templo al
arte contemporáneo en diálogo con el patrimonio cultural vecino. Cuestionar el concepto de periferia
para proponer valores o principios humanos que afiancen un futuro a medida de las aspiraciones más
profundas y los derechos de las personas.
Con nuestros invitados y participantes queremos apoyar a los artistas, escucharnos, ver juntos hacia dónde
apuntan la educación, el pensamiento y las vanguardias culturales en el arte comprometidas con lo social;
qué periferias existenciales están presentes en los artistas y en la ciudad, cómo pueden interactuar para
mejorar la calidad humana de la sociedad ahora y en el futuro.

También puedes consultar y descargar aquí el programa completo en pdf.

Conferencia Santa Catalina

Santa Catalina de Siena, O.P. (1347-1380), laica
dominica y Doctora de la Iglesia
Envianos tus comentarios.

Próxima edición:

VI Conferencia Santa Catalina

¿En qué creen los que creen?
Ponencia de fray Sixto J. Castro OP.
Ver página web personal
Miércoles, 8 de Mayo de 2014 - 19:00h.
Salón de Actos del Colegio Virgen de Atocha
(FESD).
Paseo de la Reina Cristina, 4 - Madrid.
Evento en Facebook
Descarga del cartel


¿Quién hace el derecho? ¿De donde viene la ley?

La actualidad de la Escuela de Salamanca
10 - 14 julio de 2014

Coloquio internacional organizado por la Universidad DOMUNI y la Facultad
de Teología San Esteban de Salamanca
Asociadas con Domuni-Press y Les presses del Institut Catholique de Toulouse
Lenguas: inglés, francés y español – Traducción simultánea
Coordinación: Cl. Marie Monnet y Manuel Ángel Martínez Juan, OP


Entre la antigua y la nueva mundialización, el coloquio, que se inscribe dentro de la celebración del
Jubileo de la Orden de Predicadores (8º centenario), reunirá a una veintena de investigadores en
filosofía, teología, historia, ciencia política y derecho, de diversas nacionalidades, lugares y
continentes.
Abierto a un público amplio, el coloquio tratará de articular las investigaciones universitarias con los
interrogantes contemporáneos: ¿Qué pensar de la situación del mundo de hoy a la luz de la filosofía y de
la teología? ¿Cómo explicar la fecundidad y la actualidad del surco abierto por la Escuela de los teólogos-
juristas de Salamanca?
La Escuela “de Salamanca”, iniciada con la enseñanza del dominico Francisco de Vitoria (1483-1546) y
difundida por sus discípulos, participa del despertar del tomismo en el siglo XVI. Hunde sus raíces en la
herencia del pensamiento político de Tomás de Aquino para comprender las enormes implicaciones
antropológicas y políticas del descubrimiento del Nuevo Mundo.

En el siglo XXI, por iniciativa de la Orden de Predicadores, el proceso de Salamanca (Actas del Capítulo
de Trogir, julio de 2013) pretende actualizar la problemática, manteniendo viva la memoria del método de
análisis y los frutos de la investigación de los teólogos-juristas del siglo XVI.
Será especialmente revisado el ámbito del derecho natural: al ejercer una función crítica en la historia de
las ideas políticas, el derecho natural reviste múltiples acepciones.
En la tradición jurídica occidental, la idea de un cuerpo jurídico que exista por encima de las más altas
autoridades políticas ha sido determinante; sea que esté vinculado teóricamente a una fuente divina (como
en la Antigüedad) o bien que se encuentre desprovisto de referencias a lo religioso (como ocurre desde la
Ilustración), el derecho natural tiene una función: separar o, dicho de otra manera, introducir una
trascendencia.
Esta función no es ni sistemática ni siquiera explícita. Se inscribe dentro de una tensión fundamental, que
opone lo universal a lo relativo. En 1948, la Declaración universal de los derechos humanos se apoya en
este reconocimiento de los derechos inherentes a la persona y válidos para todos, imponiéndose
teóricamente a todos. De ser principios filosóficos los derechos humanos pasaron a ser derechos que se
pueden oponer a los Estados.
El interés del coloquio consistirá en:
 (re)descubrir las fuentes bíblicas, antropológicas y teológicas del pensamiento político
moderno, precisamente estudiando el puesto que ocupa la Escuela de Salamanca en la
emergencia del corpus político y jurídico, llamado en adelante “liberalismo”. ¿De qué libertad se
habla?
 Preguntarse por la universalidad de los derechos fundamentales y de las instancias que
parecen promoverlos y protegerlos;
 Analizar bajo esta luz las nociones contemporáneas de gobierno, de democracia, de
liberalismo económico, de libre cambio, de comercio internacional, de instituciones
internacionales;
 Manifestar la recepción de la Escuela de Salamanca, a través de áreas culturales y campos
intelectuales diferentes. ¿Qué ha sido de la percepción de los derechos humanos (llamados
universales) en el mundo? ¿Cuáles son las fuerzas políticas y las ideas en litigio? ¿Son
sinónimos derechos humanos y democracia?


La ciencia teológica de Francisco de
Vitoria y la Summa Theologiae de santo
Tomás de Aquino en el siglo XVI a la
luz de textos inéditos.
Autor:
Colección: BIBLIOTECA DE TEÓLOGOS ESPAÑOLES
Este libro reconstruye, a través de las Reportationes Ineditas de algunos alumnos de
Vitoria, los motivos que llevaron al Maestro de Salamanca a elegir la Summa
Theologiae como texto base para sus lecciones académicas. La afirmación del
estatuto epistemológico de la Teología como ciencia, la mejor organización del
material teológico y una atención más cuidadosa a la enseñanza de los Padres de la
Iglesia.

Precio: 32,00 €
Páginas: 468
Año: 2013
ISBN: 978-84-8260-295-0



Los dominicos en la provincia de
Burgos
Autor:
Colección: MONUMENTA HISTORICA IBEROAMERICANA DE LA O. P.
Con esta obra José Antonio Casillas culmina una extensa trayectoria investigadora a
través de la cual ha dado a conocer las fundaciones de la Orden Dominica en la
provincia de Burgos, lugar de origen de santo Domingo de Guzmán.

Precio: 33,00 €
Páginas:
Año: 2014
ISBN: 978-84-8260-298-1


También están reunidos estos días los Provinciales de Europa en
el IEOP (Inter European Order of Preachers), que se celebra en
Dublin (Irlanda) del 23 al 26 de Abril. Os dejamos una foto de una
sesión de tabajo desde las cabinas de traducción.






Ordenación Diaconal de Fray Francisco Antonio Sequeira
Morales, OP

El próximo 11 de mayo, por la imposición de manos de Mons. Rodolfo Valenzuela,
nuestro hermano fray Francisco Antonio Sequeira Morales OP, recibirá el Orden del
Diaconado.
Deseamos compartir esta alegría, por lo que les invtamos a acompañarnos el 11 de
mayo de 2014, a las 10:00 a.m., en la Iglesia de Santa María del Rosario, Cahabón, Alta
Verapaz.

Padres Dominicos del Perú celebraron la Liturgia
de la Palabra y Adoración a la Cruz,
En la Basílica del Santísimo Rosario –
Convento de Santo Domingo de Lima,
Desde la Basílica del Santísimo Rosario – Convento de Santo Domingo de Lima, los frailes dominicos,
reflexionaron las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. La quinta Palabra, estuvo a cargo del P. Juan José
Salaverry, OP. Prior Provincial de la Provincia Dominicana San Juan Bautista del Perú. Luego de ello, se
celebró la Liturgia de la Palabra y Adoración a la Cruz, donde participaron adorando la cruz todos los
fieles.
En este día único del año, no se celebra misa, es decir, no hay consagración Eucarística en la Iglesia
Universal. Como signo de duelo, se tapan en los altares de las Iglesias todas las imágenes, hasta la noche
del sábado de la Vigilia Pascual.
Radio Santa Rosa transmitió directamente a través de los 1500 AM, 105.1 FM (Cono Sur) y nivel
internacional por nuestra página web www.radiosantarosa.com.pe (audio en vivo)

PRIMERA PALABRA
Padre Fray David Cano O.P:..Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34). Jesús a
través del Evangelio nos enseña como perdonar. En la primera cita María Magdalena era una mujer que
vivía una vida licenciosa, a pesar de eso, se acercó a Jesús y le pidió perdón por sus actos, Jesús la
perdono, a pesar de que una muchedumbre de hombres querían que muera apedreada , nuestro señor dijo:
quien esté libre de pecado que lance la primera piedra.
SEGUNDA PALABRA:
P. Fray Javier Abanto Silva O.P «Hoy: estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23,43).El Buen ladrón
dice: merecemos ser castigados por lo que hemos hecho, pero él no ha hecho nada¡¡,El mal ladrón le
pregunta con sarcasmo: No eres tú el Mesías y que tú lo puedes todo?, Sálvate y Sálvanos¡¡. El Ladrón no
entiende el método que utiliza Jesús que es la salvación del alma, el otro piensa salvarse de esta justicia
corrupta. En nuestra vida siempre habrá una vida con Jesús y nuestro pecado puede ser redimido. “Hoy la
salvación ha llegado a nuestra vida” Es la acogida del Señor a los pecadores, especialmente a quienes
tienen muchos pecados con el prójimo, con la sociedad o que eran excluidos., El ladrón que tiene una acto
de arrepentimiento y de confianza en Jesús. Podríamos relacionarlo con la rehabilitación de muchas
personas caídas en vicios y delitos
TERCERA PALABRA
Padre Fray Felipe Huaypar Farfan O.P: «Mujer, ahí tienes a tu hijo», y al discípulo: « ahí tienes a tu
madre» (Juan 19,26 s.).
Vemos el sufrimiento del hijo de Dios y de la Madre, que tiene que salir de su pasiva y tormentosa espera,
para estar con El al pie de la cruz, La maternidad de la Virgen María es portadora de vida y vínculo de
comunión, de fraternidad. Por eso Cristo agonizante nos entrega a una madre que veló por El para que
interceda, proteja a su pueblo. Ella como discípula y misionera nos sirve de escuela y modelo de fidelidad
a Cristo hasta la cruz y la resurrección.
CUARTA PALABRA
P. Fray Carlos Sánchez O.P ,: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46).
Jesús en la cruz, asume la soledad absoluta ,se siente abandonado y se acerca de ese modo a nosotros en
el desamparo y tristeza , El ha querido ser igual en el sufrimiento , en la soledad del Gólgota , son
palabras que nos estremece¡¡ Nos preguntamos porque está abandonado ante la cruz , nosotros también
muchas veces nos preguntamos ante la cruz porque?,¿Por qué me quitaste al ser que mas quiero, que que
vengo atravesando este problema?, Con estas palabras nos expresa la intensidad ,el dolor, es un gesto
desgarrador del momento. Palabras misteriosas pronunciadas en la soledad y en el silencio . «Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», palabra fatal e indefinible, llenas de misterio . Esta frase
corresponde a un salmo 22 que Jesús debió pronunciar en la Cruz. El salmo expresa en dolor, sufrimiento
pero también confianza en Dios aún ante el silencio de Él. La Expresión Dios mío, Dios mío es una
súplica. No invita a darle al dolor y al abandono un sentido de ofrenda e intercesión por otros, pues, el
sufrimiento también es misionero.
QUINTA PALABRA
P. Fr. Juan José Salaverry Villarreal OP Prior Provincial: «Tengo sed» (Jn 19,28).
El proceso de Jesús va avanzando, del Palacio de Pilatos al de Herodes, la agonía de Jesús en la cruz se

prolonga y después de decir varias palabras exclama la necesidad que tiene, que tiene el hombre de tener
sed. Quinta palabra de San juan ,se da a conocer literalmente a lo largo de toda la pasión la naturaleza
humana y divina, que unidas se muestran ahora , no las entrañas purísimas de la Virgen Madre, sino
ambas naturalezas en el madero de la Cruz.
Exclama el hombre que tiene sed¡¡, se consume este misterio y bella manera de revelar que Cristo es el
verdadero Dios y verdadero hombre que está cumpliendo la voluntad de su padre.
Lejos está el momento del anuncio del ángel Gabriel que cubrió las sombras del altísimo y está en el seno
de María.
Nosotros vivimos esa sed , cual es el significado en el alto del madero de la cruz, Jesús sabe que somos
gente pecadora y nos pide un poco de agua para darle de beber, porque nos pide eso el Señor ,,porque a
nosotros si El es el agua es el agua viva¡¡. Mateo nos cuenta esa momento del evangelio que Juan tiene
una Maestría especial porque utiliza continuamente las necesidades del hombre , mediante el cual el
Señor se revela como Dios, se revela como el Pan de vida , se revela diciendo : YO SOY EL PAN DE
VIDA , YO SOY EL AGUA VIVA ..SON REVELACIONES DE LA DIVINIDAD DE JESUS
Cada uno tiene sed de Dios y Cristo tiene sed de cada uno de nosotros.
SEXTA PALABRA
P. Fray Arturo Elaez O.P.: «Todo está consumado» (Juan 19,30).
Como se cumple, Se ha cumplido con su presencia¡¡, gracias a María , que lo educó, animándolo a la
consecuencia de la redención de la vida humana, se ha cumplido también por sus propios apóstoles con
traiciones y todo, hombres ignorantes quienes recibieron el espíritu santo, logrando sabiduría y poder.
Enseñó todo los días en el templo de Jerusalén, todo fue utilizado para llegar a las personas , tuvo amigos
y enemigos , que no querían la presencia de su persona para salvar a la humanidad, cuando dijo “Todo
está consumado .. nos hace ver que hizo todo por nosotros y cumplió con el divino encargo.
Esta palabra muestra como Jesús había cumplido hasta las últimas consecuencias su misión redentora. Es
el broche de oro que corona el programa de su vida: cumplir la Escritura haciendo siempre la voluntad del
Padre. Es una invitación a cumplir la voluntad de Dios en la familia, el trabajo, los deberes cívicos, pues,
en cada escenario de nuestra vida hay una misión que cumplir dando lo mejor de nosotros mismo, aún a
costa de sacrificios
SÉPTIMA PALABRA
P. Fray Jorge Cuadros Pastor O.P: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23,46).
La síntesis de su vida, la síntesis de nuestra vida la síntesis del comportamiento de Jesús, en Carta de los
Hebreros ,encontramos la frase justa : Señor, no quisiste el sacrificio del cordero , porque esos corderos,
cabritos no satisfacían a Dios, no tenían una gracia fecunda , entonces Dios misericordioso , escogió a su
hijo, El Salmo dice: no quisiste el sacrificio del cordero, pero me adoptaste un cuerpo para hacer tu
voluntad , y Jesús cumplió . En el huerto cuando oraba se estremeció de angustia, y dijo: quítame este
Cádiz , que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Con esto Jesús, cumple con todas las profecías, desde Abraham, Moisés , llega a la cruz como un nada ,
Jesús cesa en al cruz , cumple la voluntad de su padre , hace que todos nosotros y los hombres tuvieran la
posibilidad de decir lo que Jesús decía : PA DRE, PADRE , y es el Padre de todos nosotros y con su
sacrificio pagó la falta de nuestros pecados-
Lo que más impactaba de Jesús era su íntima y continua y estrecha comunión con el Padre. Siempre lo
invocaba y lo presentaba con un Dios misericordioso. Los discípulos de Jesús la pronunciamos antes de
entregarnos al sueño: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Tú el Dios leal nos librarás. » Es una
invitación a encomendar al Señor nuestros, proyectos, ansias, problemas y toda nuestra vida.
La Semana Santa y los pobres

Gustavo Gutiérrez

“¿Tú eres rey?”, pregunta Pilato a Jesús en un texto del evangelio de Juan que volveremos a leer esta
Semana Santa. Jesús no lo niega, pero precisa: “Mi reino no es de este mundo”. Pilato, astuto, no se
engaña, le dice: “¿Entonces tú eres rey?”. Una cuestión que es, más bien, un aserto. Jesús asiente: “Yo
soy rey”. Esa afirmación le costará la vida. Sus acusadores aprovecharán para gritar que ello va contra la
autoridad del emperador romano, por esa razón, y no sin intención burlona, pondrán la inscripción INRI

en la cruz.
Pero ¿qué ha querido decir Jesús al sostener que su reino ‘no es de este mundo’? ¿Se trataría de un reino
ahistórico, alojado exclusivamente en un más allá de nuestro tiempo? Según el testimonio de los
evangelios, el reino está presente desde ahora entre nosotros, en ruta a su plenitud, incluso nos enseñó a
pedir “que tu reino venga”. Jesús dice a Pilato que es rey, pero de un reino muy distinto al que el
gobernador representa. No es mundano, no usa el poder para dominar y defender privilegios, sino para
servir. Servir, ante todo, a los últimos de la sociedad, a los olvidados. Sin duda, se requiere de medios
eficaces para transformar situaciones en las que no se respeta la dignidad humana y los derechos humanos
de los más débiles; eso sí constituye un poder, pero, desde las enseñanzas del evangelio, deber ser
siempre un poder generoso y humilde de servicio. No como el de “los grandes de este mundo” que “tratan
despóticamente” y “abusan de su poder”. “Que no sea así entre ustedes”, les dice Jesús a sus discípulos
(Marcos 10,42). Una advertencia hoy para todos, incluida la propia Iglesia.
Hacer memoria de la muerte y resurrección de Jesús debe ser una ocasión para respirar a pleno pulmón y
experimentar el don de la vida que celebramos en estos días. No nos dejemos ganar por el escepticismo
frente a la necesidad de cambios personales y a la posibilidad de construir una sociedad justa y humana,
en la que todos tengan un lugar digno y justo. Aprender a estar alertas frente a todo tipo de maltrato y
discriminación, y ser conscientes de la parte de responsabilidad que nuestra dejadez y repliegue culpable
sobre nosotros mismos pueden tener en esos hechos, son condiciones indispensables para un cambio. Al
renovar nuestra esperanza en el misterio pascual que celebraremos muy pronto, renovemos igualmente la
capacidad de estar atentos a todo lo que vulnere a los seres humanos, imágenes de Dios para un creyente,
por quienes Jesús entregó su vida.
El papa Francisco acaba de decirnos que sueña con una “Iglesia pobre y para los pobres”, para eso
necesitamos, como lo ha dicho también, reconocer que el auténtico poder de la Iglesia consiste en servir a
los pobres. ¿Estamos, como cristianos y como Iglesia, dispuestos a morir a nuestras propias ventajas y a
ciertas consideraciones sociales por solidaridad con los más pobres, en los que encontramos a Jesucristo,
muerto y resucitado por todos? Si no es así, aunque hayamos pasado por la Semana Santa, ella no habrá
pasado por nosotros.
Infinito sin horizonte
(reflexiones sobre la influencia de la mentalidad
rusa
en la filosofía de Emmanuel
Levínas)

Marina Korotchenko

Las ideas son creaciones orgánicas, ha dicho alguien su

nacimiento ya les da forma y esa forma es la acción
(Mijaíl Lérmontov, El héroe de nuestro tiempo)

Esta frase escribe en su diario resentido Pechorin, el protagonista principal de la
novela de Lérmontov El héroe de nuestro tiempo. El propio espacio, la ambiente que le
rodean “frenan” la realización de sus mejores intenciones, privando su vida de sentido.
Por eso no queda otro remedio que agotar la angustia de la existencia incompleta en el
interminable viaje a otros países y hacía lejanos horizontes que nunca puedan
convertirse en algo dominado o conocido en el sentido de chez soi. Esta interioridad,
este “espacio privado” existe para Pechorin como un engaño, una falsa ilusión, algo que
debe ser roto en el proceso de la demostración de la inutilidad general de la existencia,
de su doloroso absurdo. La muerte de un ser humano no tiene ningún valor, como no lo
tiene su vida. El intento salir hacía el otro es siempre fracaso, angustia y aburrimiento
que despiertan el deseo de venganza, de su destrucción y de auto aniquilamiento.
En cierto sentido, Levínas vive bajo la alarma de estas eternas preguntas de la
literatura rusa, busca la salida de este laberinto y también, a su medida, soporta el peso
de estas contradicciones. Podemos suponer que Levínas contestaría a Pechorin que las
ideas, las cosas, el fenómeno visible en general, es el resultado de la penetración de lo
infinito, de la demostración trascendental y que solo nuestra acción ética puede
descubrir, en alguna medida, a su eterno sentido, a su noema, escondida en el fondo de
la apariencia. Actuando de manera éticamente incorrecta, Pechorin usa a las otras
personas como los instrumentos para su satisfacción o distracción y asimismo se cierra
ante la trascendencia que siempre aparece en el otro, en el próximo y en nuestra piedad
hacía su dolor y sufrimiento.
Yo, según Levínas, no puede convertirse en la fortaleza de su propia identidad,
ya que su objetivo más alto es la función del puente entre el otro y el mismo. El
individuo es el punto de encuentro con su propio origen trascendental que no está
apartado de él en el sentido hegeliano como una meta y objetivo para el desarrollo, sino
está omnipresente y se encuentra en cada acción que siempre se realiza en el mundo
real, teniendo su repercusión en otras personas. Ontología separa la forma de su origen,
acción del objetivo, pero en el mundo escatológico, bajo la luz de la eternidad, el origen
está trasparente como el fondo del cuadro que permite esbozar a los siluetas y la acción
tiene valor en sí misma, en su bondad y caridad ya está incluida su belleza y salvación.
Existen dos problemas igual grandiosos que peligrosos: la negación de la
trascendencia en el proceso de la eterna duda o eterno desprecio (los casos de Onegin,
Pechorin, Estavrogin, etc.: ¿para qué amar, si este amor no es eterno?; ¿bueno, si este
amor es eterno, no me va a resultar aburrida esta eternidad?) o la aceptación de mundo y
de próximo como algo digno de auto sacrificio inmediato (las famosas mujeres ideales
de Turgenev o los héroes revolucionarios de la literatura democrática)[1].
Escepticismo de los eternos hombres que sobran no puede ser caracterizado
como la angustia heideggeriana, ya que la distancia ontológica tan necesaria para la
reflexión se encuentra totalmente ausente. Su mundo no es un cuadro o un sistema con
angustiosos límites, sino un caos. Mato, seduzco o me suicido porque me aburro, la

acción es inmediata, la decisión no tiene el necesario espacio reflexivo. Solamente
cuando el príncipe Andrés Bolkonski, ya considerado por todos como muerto,
contempla el cielo de Austerlitz como algo eterno y separado de la realidad, como una
mera indiferencia que no simboliza a la corriente de la historia, sino no tiene nada que
ver con todas estas derrotas y victorias, siendo una infinitud que puede ser sentida, pero
no explicada, podemos ver algo parecido a dasein heideggeriano. A la guerra se
contrapone no paz, no justicia escatológica, sino la indiferencia de lo eterno sin rostro,
de la muerte sin miedo como el común punto final de todos los que corren por esta tierra
con armas y banderas.
Reconocer a la angustia de la vida, conceptualizar a la muerte como el punto
constitucional de la vida es la posición heideggeriana. Levínas reconoce su novedad en
el sentido de la subjetividad radical, pero esta posición sin próximo, sin interlocutor o
juez le parece bastante infecunda. El filósofo se sienta como un cadáver con su bandera
rota abandonado en el campo de la batalla. Al soliloquio ¿para qué? De Tolstoi,
Levínas posiblemente preferiría la participación en uno de las encolerizadas discusiones
de Dostoievski de los eternos muchachos rusos: ¡pues, para todo, para la gente y para
la justicia![2]. En algunos momentos, leyendo los textos de nuestro autor, podemos
notar la presencia de este santo idealista Aliocha Karamazov que sigue creyendo en su
infinito a pesar de todas las calamidades de mundo, tan bien descritos por su hermano
mayor.
Aunque quizá aquí debemos corregirnos: Levínas cree en la justicia no “a pesar
de los crímenes”, no olvidando de la Shoah de la última guerra, sino, al contrario,
asumiendo que el sentido de sufrimientos y la resurrección de las victimas ya están
dados a nosotros en cada momento de nuestra existencia, a medida de que nosotros
rompemos todas paredes de la totalidad y salimos en el campo de lo infinito. De la
infinita bondad, amor y compasión. El Dios existe porque sin Él no existimos nosotros y
la historia se convierte no solamente en caos y angustia, sino en el crimen sin castigo, la
creación se iguala con la destrucción, guerra se convierte en el último medio de la
construcción de la identidad.
Guerra como medio se convierte en el fundamento, en la necesidad que explica
la existencia de fronteras, ejércitos, estados. De este nuevo asombroso mundo de Haksli
o de Kafka el individuo sólo se puede salir a través de su puerta interior. Uno puede no
tener la posibilidad para romper las reales paredes de su cárcel, pero siempre contiene
en su interior, en su alma, en su propia capacidad de visión del mundo esta libertad y
eternidad que no puede ser ni aniquilada, ni controlada por la totalidad. En la Invitación
a la ejecución de Vladimir Nabokov el condenado poeta después de su muerte deja el
mundo de las grotescas muñecas que habían pensado que tenían poder sobre su vida y
va hacía el lugar donde le esperaban los seres parecidos a él. El infinito, la escatología
empiezan por la acción ética, por la resistencia a la totalidad. Curiosamente esto no
significa la oposición, ya que la propia totalidad puede ser convertida en la
trascendencia bajo la intencionalidad de la mirada.
A Levínas le gusta marxismo, pero por su respeto hacía la justicia, no por la
lucha de las clases. Nuestro filósofo, en general, más prefiere contemplar que
enfrentarse. Guerra puede matar a la persona, pero también priva a ella del
costumbrismo de la cotidianidad, demostrando la omnipresencia trascendental. Todo
depende de nuestro punto de mira, del enfoque. La guerra es la posibilidad de la gloria

para joven Bolkonski, después ella se convierte en el absurdo para el príncipe que ya
había pasado por su experiencia, pero cuando los enemigos atacan a su tierra la guerra
se convierte en la defensa del próximo, en la realización de justicia. El atacado siempre
tiene razón, él que sufre la agresión siempre es justo.
¿Pero existe una guerra en realidad? ¿O nosotros solo nos enfrentamos con
opiniones y situaciones particulares? Levínas defiende el objetivismo de la verdad, el
realismo de los conceptos. Guerra puede ser muchas cosas a la vez, dependiendo estas
siempre de los concretos puntos de mira, pero estos últimos tienen su fundamento en el
infinito, en una verdad que esta cumpliéndose y haciéndose visible para todos: para el
príncipe Andrés, para el conde Pierre, para los soldados o para la niña campesina que
escucha con curiosidad las discusiones del cuartel general de su chimenea.
Esta es la posición de realismo ruso que tiene su máxima expresión en Eugenio
Onegin de Puchkin, cuyo género es la novela sobre el amor. ¿Pues, qué es el amor? –
preguntaría al autor el intrigado lector. Para joven Onegin es un aburrimiento, quehacer
meramente mecánico, para romántica Tatiana es el sentimiento de la protagonista de los
libros leídos, para su madre es la capacidad de la sabiduría de aceptar a su vida tal como
está, para la vieja niñera-campesina es algo que estorba la vida de una pobre familia
trabajadora (puesto que mujer se casaba para trabajar, no para amar. Mi novio era más
joven que yo, teniendo yo doce años, - contesta la vieja criada a su señorita que escribe
una carta amorosa al aristócrata vecino). ¿Por fin, qué es el amor? Pues, todo esto y
muchas cosas más, cada uno puede añadir su propia explicación a esto estar juntos, pero
bajo los luces de las diferentes miradas aparece una forma de sentimiento-deber-respeto,
de su propio olvido y abandono en el favor de otro. Cada uno tiene su camino, todos van
a Roma, pero en una grande ciudad hay muchas posadas. Puchkin no da las respuestas,
él pone preguntas al lector.
Lo mismo hace Levínas. La ética es necesaria, la escatología debe reemplazar a
la ontología en el ámbito filosófico. ¿Cómo esto debe proceder? Pues, en la acción
individual ética de cada yo humano. ¿Qué debo hacer yo concretamente? Ser justo. Es la
eterna respuesta veterotestamentaria que escuchamos cada día durante la liturgia. Sin
embargo, la otra respuesta no existe y su más detallada concretización no es posible, ni
deseable, ya que cualquier exceso de la conceptualización puede afectar a la libertad
humana, aniquilar al fenómeno, convirtiéndolo en esquema. Solo siendo contradictoria,
novela puede demostrar la realidad, solo en antinomias y tautologías apofáticas filosofía
puede acercarse hacía la trascendencia.
Discurso es algo que siempre sigue siendo no preparado, el que lo pronuncia
puede sollozar, tartamudear, gritar, olvidar las palabras adecuadas o avergonzarse de su
propio atrevimiento. Discurso es el testimonio humano, no es un instrumento retórico-
político con el sabio uso de los medios, clasificados aún por Quintiliano, no es una posa
del orador profesional en su toga con pliegues esculturales.
Levínas niega a Aristóteles con todos sus órganones y categorías en el favor de
Sócrates con su libre dialogo como espacio infinito donde deambula el Eros de Diotima.
En el campo infinito yace el herido cuerpo del príncipe Andrés, encima de él se abre la
infinitud de cielo. El mundo eslavo, el Imperio Ruso como la amplitud infinita del
desestructurado espacio, con sus pueblos pegados al barro de las carreteras como
paradas de algún ejército nómade. El espacio fantástico donde puede ocurrir

absolutamente todo: un monje convertirse en el rey-impostor[3], un jugador arruinado
en el superior representante del poder[4]. Espacio siempre enigmático, borroso y nunca
dominado hasta el final (no sé porque yo quiero el silencio frio de tus estepas, el
movimiento de tus bosques sin fronteras, la anchura de tus ríos, parecidos a los mares,
- escribe Lermontov en su poema Patria[5]). Kovno de joven Levínas es una parte del
imperio decaído, una cuidad provincial como muchos, donde (como decía un
aristócrata-burlador) fácilmente se podía espantar a la población solo enviando algún
gorro militar con el escudo de la águila imperial.
Imperio donde rápido corre el Espíritu platónico de Soloviev, Florenski, de los
padres bizantinos y de los místicos ortodoxos, sin ninguna sombre del formalismo
aristotélico, del esquematismo establecido, de la ley obligatoria. En este sentido el gran
Levínas es también heredero del Imperio, obviamente, sin quererlo conscientemente
(como no quería, seguramente, Ernst Kantorowitcz que su teología política dependería
indirectamente de la “totalidad” del Estado hitleriano, pero no se elige los tiempos, sino
se vive y se muere en ellos[6] ). Sabemos muy bien a quién están destinados todos estos
golpes sobre la ontología objetiva y totalidad europea, como sabemos que si algún
historiador alaba o critica a los visigodos, primeramente, debemos ver la fecha de su
obra, segundamente, la nacionalidad del autor, terceramente, la escuela a que pertenece
y solamente después pensar si vale la pena pasar todo esto trabajo para leer un artículo.
Levínas diría que lectura de las historias previamente conceptualizadas no tiene ningún
sentido, puesto que la trascendencia fenomenológica ya está aplastada y simplificada
bajo el peso de diversas ideologías.
Tutchev escribía: A Rusia no se puede entender con razón, ni medir con la regla
común. Ella tiene su estatura excepcional, solo se puede creer en Rusia[7] . Nos parece
que lo mismo podemos decir sobre las noemas de Levínas, sobre su escatológica
infinitud. No podemos objetivarla, comprenderla razonablemente, sino solamente
sentirla, notar su presencia, como un fondo, como un núcleo, como todo y nada en el
mismo tiempo (así desaparece el coordinado principal de Heidegger, ya que la muerta es
una de las posibles definiciones de algo que está detrás de cualquier acontecimiento
relacionado con el próximo, con la persona). No es importante el tema de la
conversación, más significa la propia existencia de la fuente de las palabras. La opinión
particular importa, pero no tanto como su origen.
Filosofo europeo siempre marca fronteras, pone obstáculos y valles, construye
castillos de críticas de capacidades humanas: esto podemos constatar, más no será
científico. Para trazar fronteras hay que mandar embajadores, firmar convenios y
pactos, definir a las instituciones y separar las ramas del poder. De este se ocupaba el
aristotelismo en filosofía, derecho, teología, política. Aristotelismo es el arte de engañar
al enemigo, ganando derecho y privilegios, la eterna retórica de políticos y abogados.
Sin embargo, toda esta Europa aristotélica, con sus discusiones entre Papado y
Poder real, consejos y ordenes, con su eterna pelea entre todos los estamentos,
representa una totalidad mucho menos “totalizada” que el Imperio más grande en el
Nuevo Mundo, donde la mayoría de la población recibió el derecho de la libertad
personal en el 1866 (o sea, para tener la posibilidad de pensar sobre el cielo infinito uno
debería nacerse príncipe o conde).

Cierta desconfianza de Levínas hacía las instituciones, derechos escritos, logros
políticos es una clara herencia de nuestra natal Livonia, conquistada en su tiempo aún
por Iván el Terrible. ¿Letra mata, Espíritu resucita? Pero estas palabras habían
pronunciados sobre el viejo Ley en el sentido que este debería haber sido cumplido no
de manera meramente formal, sino con toda la implicación de la libertad humana. Ley
por sí misma no mata y no resucita, sino depende de la sociedad que lo establece en su
contexto social, ley refleja a la noción de justicia, elaborada por este círculo, pero ni la
establezca, ni la elimine. Los textos de las leyes pueden ser mal interpretadas en los
juzgados, pero la misma desgracia puede ocurrir también con los tratados filosóficos en
las aulas universitarias. Nosotros, por ejemplo, no estamos nada seguros que
comprendemos a Totalidad e Infinito con la debida perfección, lo único que podemos
afirmar, con cierta probabilidad, es el hecho que en comparación con los lectores
europeos somos, en algún sentido, más mismo para Levínas y quizá un poquito otro
para ellos.
Si, Levínas reconoce la importancia de almacenamiento, del espacio intimo
(chez soi), pero debemos siempre tener en cuenta que el significado general del mundo
civilizado en su sistema filosófico es siempre más que relativo. De chez soi hay que
salir hacía el otro y a este otro se debe entregarse sin condiciones, ni revisiones (como la
buena de Sofía Marmeladova que en Crimen y castigo seguía con su amor a
Raskolnikov hasta Siberia)[8]. Problema principal consiste en que el próximo también
debe reclamar este amor, pero para llegar hasta este nivel hay que empezar por la Paz
medieval, convenio social ciudadano y derechos naturales de la Revolución Francesa.
Emmanuel Levínas como el representante del pueblo que pasó por los horrores
de shoah, había sido capaz construir un estado propio y repensar su historia desde las
propias bases y fundamentos de perdón, tiene derecho a estas palabras de amor más que
nadie. Solo perdonando y amando podemos librarnos del pasado, nosotros no tenemos
derechos perdonar por las víctimas, pero sí de repensar a nuestra historia desde el otro
punto de vista.
Levínas descubrió para Europa de post guerra la ética veterotestamentaria, los
valores del profetismo judío. Aristotélica y hegeliana Europa recibió el don que
enriqueció a su pensamiento y a su vida social. Los intelectuales europeos ahora pueden
ver nueva perspectiva en los textos de Cohen, Levínas, Soloviev, Florenski. Esto se
parece a una nueva ventana en el antiguo palacio que permite descubrir el nuevo
enfoque del viejo pasaje. Sin embargo, el fundamento del palacio había sido puesto aún
por escolástica aristotélica y no debemos olvidar que en algunos espacios geográficos la
atenta lectura de Aristóteles, Tomás de Aquino o hasta del Padre Juan Mariana aún
puede ser muy útil y enriquecedora. Antes de despreciar o abandonar el espacio
configurado aún hay que crearlo, como para ser ateo hay que tener por lo menos vagos
conocimientos sobre la noción que rechazamos.




[1] A nuestra opinión los dos mencionados casos representan unas ilustraciones literarias para los estados,
descritos por Pável Florenski como la ley de auto-afirmación A=A o ley de la identidad y la ley de

discurso o de la duda absoluta. Seguro conocimiento de unos y duda de otros solo pueden ser resueltos
en La Verdad que es intuición-discurso. O sea, como la dogmática afirmación de los valores, tanto y su
negación absoluta son falsos, ya que reducen la realidad viva a uno o al otro esquema del pensamiento.
Vid. P.Florenski, La columna y el fundamento de la verdad, trad. y ed. P. F-J. López Sáez, Salamanca
2010, pp. 57, 65, 68. En este sentido Florenski es un desconocido predecesor de Levínas, ya que su
lectura ontológica de la palabra está acompañada de un verdadero sondeo de espeleólogo en las raíces
de las palabras humanas… para recobrar la experiencia integral del camino humano e iluminarla
enteramente, escatológicamente, con la luz del Rostro de Cristo, Humanidad plena ( P. López Sáez,
Presentación, p. 20).
[2] En las conferencias de Levínas Dios, la muerte y el tiempo (ed. J. Rolland, Madrid, 1994) aparecen
menciones de los escritores rusos. En el ensayo sobre la filosofía de Ernst Bloch se analiza la escena de
Austerlitz: Aquí la muerte pierde su sentido, es vana en relación con esa vinculación al ser que siente el
príncipe Andrés (p. 122). Levínas ve en esta situación la posibilidad de la esperanza de un hogar, de un
“Dasein” en el que “Da” se realice plenamente, y no del simple “Dass-sein”. Dostoievski se relaciona
por Levínas con la máxima situación ética: Es una especie de “a mi pesar” que es más yo que yo mismo:
es una elección. Todo yo es elegido: nadie más puede hacer lo que debe hacer. Ese es el sentido del “y yo
más que todos los demás” de Dostoyevski (p. 225). También se mencionan novelas Demonios de
Dostoievski, Vida y destino de Vasili Grossmann, y el relato de Maxim Gorki El corazón de Danko (que
el comentador francés considera como un cuento folklórico). Entre los artículos editados por J. Haidar (E.
Levínas, Difícil libertad, Madrid, 2004), se encuentra el texto escrito a la memoria de Jacob Gordin,
donde se explica el apego de Gordin hacía la conversación socrática de manera bastante peculiar: Gran
lector políglota, amante del signo escrito, atento a los rostros, dotado para las relaciones humanas, para
la conversación – para el famoso “Rasgovor” de la intelligentzia rusa - , Jacob Gordin quizá no tuvo
todo el tiempo que hubiese necesitado para escribir (p.212).
[3] Vid. historia de Demetrio el Impostor en el Tiempo de los Disturbios como un paradigma para los
impostores en general.
[4] El sujeto de Revisor de Nikolay Gógol que se relaciona con el paradigma de los impostores por Yuri
Lotman.
[5] Este espacio es uno de los motivos principales de la poesía de Iosif Brodsky: El alma, en tan llana
región, se salva de falsos manejos por no haber un rincón que te oculte y se ve aún más lejos. Solamente
al sonido el espacio es opaco, pues el ojo no ha de llorar por la falta de eco (“He nacido y crecido en las
ciénagas bálticas”); o Tierra vacía sin horizonte, sin caballero, pájaro, monte. Bosques, estepas, prados
y ríos: grandes, inmensos, siempre vacios. Pierden en hierbas tuyos caminos, donde nacemos, vivimos,
morimos, donde vagamos como las hordas, siempre buscando al lago más hondo (“La ciudad de lago”).
[6] Frase poética pertenece al ruso poeta contemporáneo Alexander Kuchner (“Tiempos”). Sobre
Kantorowicz vid. el brillante análisis de las influencias históricas en sus obras en Ph. Buc, Dangereux
rituel, Paris, 2003, Cap. Histiore médiévale et sciences sociales (de 1800 environ à 1970 environ).
[7] O como lo había interpretado un estudiante antiguo mío: Aparta de reglas, medidas, consensos. A
“ordos” y leyes prefiere incienso (menos profundo, pero más fácil para traducir).
[8] Ya después de haber escrito este trabajo hemos leído el artículo de Levínas El Estado de Israel y la
religión de Israel (en E. Levínas, Difícil libertad), pero su comprensión del estado israelita solo confirma
sus reflexiones sobre el estado en general y se conecta con ellos: El pueblo judío realiza, pues, un Estado
cuyo prestigio procede de esa religión que la vida política moderna suplanta ; La oposición se produce
entre aquellos que buscan el Estado para la justicia, y aquellos que buscan la justicia para asegurar la
subsistencia del Estado (p. 272). Estado real basado en las nociones de la justicia veterotestamentaria
siempre se quedará como la aspiración de Levínas. O sea, el estado que ya no es el estado en su realidad
escatológica, sino su contrario, su propia negación. Alguien llamo a la escatología del estado sagrado
como el instrumento para “matar” a la historia (nos parece que había sido S. Averintzev), quizá por eso la
filosofía histórica como tal no interesa a Levínas, como lo confesó el mismo en uno de los interviews.

LA IMPORTANCIA DE RENACER

Isaura Díaz Figueiredo.

Hemos leído y reflexionado y lo más importante experimentado, la importancia de
dar sentido a nuestro existir, encontrar un propósito, un motivo por el cual
vivimos. A veces ves como “algunos deambulan” me produce una gran tristeza
quienes solo viven apegados a viejos recuerdos y no logran encontrar sentido a su
vida actual, asumiendo responsabilidades en el hoy y en el día a día.
Observar que quienes pudieron tener y disfrutar de una vida “feliz” llena de amor
lo despreciaron, una vida productiva prospera la abandonaron, y eligieron
refugiarse en un cuarto sin ventanas, sin luz, rodeados de musarañas, envueltos en
telas que cada día los oprimen mas y mas, son garras que ahogan sus deseos de
hacer algo, y deciden mendigar o culpabilizar a los otros de sus indiferencias. Solo
una pequeña dosis del licor de la desesperación logra calmarles y adormecerles,
Dice Viktor Frannkl que la dignidad del individuo radica en su libertad,
precisamente estas personas han hecho uso de su libertad para vivir sin sentido,
sufriendo sus terribles consecuencias, porqué la dignidad es el valor mismo de la
persona, por lo cual comportarse de forma irresponsable, aduciendo que hace uso
de su libertad para vivir de la forma más corrosiva, yo encuentro que no hace uso
de su libertad responsable, ya que abandono su propia dignidad, su propio valor.
Claro que sin sentido tampoco tiene –deber- por lo cual vive olvidado a su pena,
perjudicando a los cercanos y a la sociedad .
Uno sabe que jamás va alcanzar la perfección escribiendo, pero escribe ¿Cómo
dejar de hacerlo?, ¿Cómo no amar? Un amor duradero, un amor soñado;
seguramente no lo tiene, pero ¿Cómo renunciar al amor? ¿Cómo renunciar a ser
amado?
Entre nostalgia y esperanza cada día digamos al levantarnos, al ponernos a
caminar delante del papel en blanco, con las manos tomemos iniciativas, cojamos
la pluma y…escribamos el diario de nuestra existencia, palabras llenas de caricias,
palabras contagiosas de ideas con las que mejorar vidas ajenas, nunca lejanas,
porque nadie escribe una carta a un rey que piensa en abdicar, en llorar sus
fracasos. Nuestro reino es breve, pero ha de ser feliz, pleno no ha llegado la hora de
decir ¡adiós!
Nadie deberíamos ser recordados por cómo morimos, y en el momento del funeral
demasiadas veces sin conocernos hacen loas llenas de “mentiras”, se nos debe
recordar por nuestra forma de vivir, por el amor que hemos dado, todos tenemos
un imperativo ético por el cual vivimos, eres mejor persona y has “renacido”, que
has estado muerto y has vuelto a la vida.
Por supuesto que podemos ayudar a otros, pero si la persona no se ayuda a si
misma, solo puedo acompañar, si me permiten acompañar.

El amor, la luz de nuestras vidas llega solo hasta donde nos es permitido dar,
alumbrar, entrar. A veces las personas necesitan una dosis de dolor para encontrar
sentido a su vida, para renacer, otras el renacimiento las trastorna y las vuelve
egocéntricos. Recordemos que si el hombre rechaza, nada podemos hacer por él.
Si toda libertad tiene un “de que” y un “para que”
Si nada perdemos en el caminar, es que poco o nada hemos amado, no hemos
renacido al nuevo hombre
Si renacemos la vida adquiere sentido para nosotros y para nuestro entorno,
disfrutemos de la vida, no seamos cenizos cargados de negatividad, seamos el
puente a la esperanza, la fuente donde beban los sedientos y encuentren camino
los peregrinos ¡como desperdiciar un instante de vida!
La ceremonia del Bautismo para el cristiano es la propia resurrección ya que
finalmente vamos a revestirnos de inmortalidad y heredar el reino de Dios (Corin,
15, 50,53. Simbólicamente se nos entierra en el sepulcro de agua, y luego salimos
del agua para caminar a una vida nueva. El agua en la Biblia es el símbolo del
Espíritu Santo.
Como el viento, que tiene gran poder, pero a su vez es invisible, así serán los que
hayan nacido al espíritu (juan, 3,8)
En esta vida hemos sido dotados de cuerpo mortal y físico, después del renacer, del
volver a nacer, nuestro cuerpo está glorificado, es templo del Espíritu.
Un poema para que todos renazcamos cada amanecer, en cada gota de rocio, en la
mirada, en el saludo al sol, en el Verbo, en Pascua
No silencies mi voz
que sueña y late.
El hilo de tu sangre
es ya rumor lejano,
cicatriz de silencios
dormidos entre álamos de oro.
Sigo aquí mirando el sepulcro vacio
pensando, si, pensando
que he de seguir,
que todo ha renacido

……………………………………….
Deseo vaciar mi cuerpo
llenarlo de tu imagen
¡ay! como duele el dolor.

(Isaura Díaz Figueiredo)
Reconocer
Editado por
Sor Gemma Morató
Reconocer es
un verbo que se abre entre lo antiguo y lo nuevo. Quien no ha tenido un conocimiento de algo o de
alguien, no puede luego reconocer. Aquel que no está dispuesto a constatar en su propia experiencia que
las personas o las cosas pueden cambiar, se queda en su conocimiento, quizás pobre o rico, pero anclado
en el pasado, y no se abre a la novedad que comporta el hecho de poder, querer, saber reconocer.
Reconocer significa estar dispuesto a renovar la imagen antigua que habíamos tenido y que quizás
habíamos querido, para avanzar más lejos, hasta el hoy, sabiendo que también cambiará se modificará, se
enriquecerá.
Poder o saber reconocer comporta también la exigencia de mantener vivo el recuerdo del pasado, para no
crearnos un conocimiento nuevo, distintos en su esencia del anterior. Reconocer significa saber ver en
lo nuevo, el pasado.
Los distintos fragmentos evangélicos que centran nuestra oración en el tiempo de Pascua insisten
precisamente en esta llamada a saber reconocer a Jesús. Las mujeres primero, los apóstoles luego y hoy

nosotros, somos todos invitados a reconocer a Jesús Resucitado para poder decirnos unos a otros que “lo
hemos encontrado”, no en la
Desde lo hondo
Brillar, deslumbrar

Fr. Juan José de León Lastra
22 de abril de 2014

El brillo de las estrellas ha conducido durante siglos a navegantes y caminantes nocturnos. Por eso
culturas antiguas sabían más del cielo que de la tierra. Muchos siglos después la hipótesis de Copérnico
buscaba cálculos más exactos en las relaciones tierra cielo. Y con ello que el cielo orientara con más
precisión a los que pisaban la tierra. El sol orienta e ilumina; la estrellas sólo orientan con su brillo. Santo
Tomás recordaba para justificar la nueva misión de predicar - previo estudio-, de su orden de Frailes
Predicadores, que es mejor iluminar que brillar. El sol ilumina aunque espesas nubes nos impidan verlo.
Pero no siempre es de día. Y hay que navegar y caminar también de noche. Es entonces cuando las
estrellas cumplen su misión orientadora. Brillar es necesario, el brillo orienta, aunque no ilumine.
Opuesto a iluminar y brillar es deslumbrar. Deslumbrar es cegar por exceso de luz, impide ver, y
desorienta. En nuestra sociedad se habla de jueces estrellas, periodistas estrellas, actrices y actores son
llamados estrellas, hay predicadores estrellas, monjas estrellas…, hasta se quiso hacer de Cristo un
superstar… No siempre son estrellas que iluminan. Con frecuencia son focos de luz que deslumbran,
impiden ver lo que no sea ese foco de luz, y éste desdibujado, sin perfiles. Consiguen que sepamos que
están ahí, pero es imposible saber algo de lo que son y de lo que puedan decirnos. Falta la sencillez eficaz
del brillo de la estrella y del sol que nos ilumina…, siempre que no dirijamos nuestra vista a él.
En compañia de Juan XXIII

Nihil Obstat
Blog de: Martín Gelabert Ballester, OP
miércoles, 23 de abril de 2014
Benedicto XVI dispensó de los plazos necesarios para iniciar la causa de canonización de su predecesor.
Francisco ha dispensado del milagro necesario para la canonización de Juan XXIII. Que Francisco asuma
la herencia de su antecesor es lógico y normal. Lo significativo es lo que él añade por su cuenta: la
canonización de Juan Pablo II no va a ser en solitario, sino en compañía de Juan XXIII. Se trata de dos
figuras importantes en la reciente historia de la Iglesia. Una historia que no puede leerse desde un solo
punto de vista. La vida de la Iglesia es poliédrica. El error de herejes y fundamentalistas es quedarse con
uno solo de los aspectos de asuntos que son complejos y que hay que asumir con sus tensiones y matices.

Por ejemplo: cuando se insiste solo en la humanidad de Jesucristo se comete una herejía; pero igual de
grave es la herejía que insiste solo en su divinidad. La verdad está en la conjunción copulativa que une al
hombre y a Dios: Jesucristo es Dios verdadero y hombre verdadero. Dígase lo mismo de la Iglesia: es una
comunión que no es uniformidad. Por eso hay diferencias dentro de la Iglesia, distintos modos de vivir la
santidad, distintos caminos, distintas insistencias. El error no está en que yo prefiera, por mi talante, uno
de esos caminos o insistencias; el error está en descalificar las insistencias o talantes que no me gustan.

Juan XXIII y Juan Pablo II vivieron en tiempos distintos y, sin duda, tenían distintas preocupaciones
pastorales. Ambos merecen ser recordados con agradecimiento. En la plaza de San Pedro, cuando fue
elegido Juan XXIII, algunos romanos comentaron: Il nouvo Papa sarà quel che sarà, ma la faccia de
buono ce l’ha (el nuevo Papa será lo que sea, pero nadie puede negar que tiene un rostro que transpira
bondad). Y así fue conocido y es recordado Juan XXIII: como el Papa bueno, cercano a la gente. Pero
sobre todo, la gran obra de Juan XXIII fue el Concilio ecuménico Vaticano II. Un Concilio necesario en
la Iglesia. Si no hubiera sucedido, hoy estaríamos peor. La dinámica que este Concilio desencadenó no
tiene marcha atrás.

En su largo pontificado, Juan Pablo II buscó dar una nueva vitalidad evangelizadora a la Iglesia.
Recuerdo algunos aspectos de su magisterio, que no han sido tan destacados como otros y que, sin
embargo, tienen una gran importancia: su preocupación social, sus reflexiones antropológicas sobre el
varón y la mujer, su preocupación por el diálogo entre fe y cultura y, finalmente, el progreso decisivo que
con su magisterio se dio a la valoración cristiana de las religiones no cristianas, contribuyendo así de
forma directa a la paz y la convivencia entre culturas y naciones.

En plan de buen humor y de broma he oído que, entre los que el domingo estarán en Roma, unos irán a la
canonización de Juan XXIII y otros a la de Juan Pablo II. Me parece sano que cada uno tenga el santo de
su devoción. Lo que no sería sano es pretender que mi santo es más santo porque el otro lo es menos.

LAICOS DOMINICOS
Viveiro

2º DOMINGO de PASCUA “A”
27 de abril de 2014

D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una
casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso
en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de
alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha
enviado, así también os envío yo. » Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les
dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. »
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si
no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los
clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. » A los ocho días, estaban otra
vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las
puertas, se puso en medio y dijo:
- «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no
seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡ Señor Mío y Dios Mío!»
Jesús le dijo:«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber
visto. Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista
de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el
Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.

COMENTARIO:
Es la vida idílica de los primeros cristianos. Tan convencidos estaban de la inmediata vuelta de Cristo
que venden lo que tienen y lo reparten. Es una hermosa forma de vivir: desprendidos de todo, carentes
de cuidados materiales, se pueden dedicar a la oración y la escucha de la palabra.
Celebraban en sus casas la fracción del pan y comían juntos. La Cena del Señor estaba viva en
todas las casas, en todas las familias. ¿Algún parecido con nuestras a menudo chapuceras
celebraciones eucarísticas?
La sencillez de vida de los primeros cristianos debería hacernos pensar en lo que hemos complicado
nuestras relaciones con Cristo, como la hemos llenado de reglas, de cánones; como hemos
transformado aquel “amaos”, aquel sueño de libertad de Cristo en permanentes luchas familiares en

las que unos condenan a otros como heréticos, a otros por que asistan a una misa tridentina o
una misa
Vaticano II. Miro con mucha pena a la Iglesia que hemos hecho y cada día pido al Señor que nos
ayude a volver a los orígenes. Que todos seamos nuevamente una familia unida en la oración y
constantes en la enseñanza de la Palabra, y para ello no hay otro camino que volver siempre a escuchar
y a gritar que
¡Cristo ha resucitado!
Apenas hace una semana resonó en el aire cristiano la gran noticia:¡ CRISTO HA
RESUCITADO, y parece que los cristianos, primeros destinatarios y receptores
del mensaje, estamos como los Apóstoles aquellos días: escondidos por miedo al
“que dirán”.
Y Cristo se pone nuevamente ante nosotros con mil caras diferentes, de todas las
maneras posibles y no terminamos de creer que sea realmente él. No importa que nos
enseñe sus heridas, no importa que su voz resuene alta y clara en nuestros oídos:
ponemos cara de despiste y no escuchamos, no vemos, no creemos que sea él.
¡Ah, la duda! Asentada en nuestra naturaleza, impidiendo que veamos el rostro de
Cristo en el hermano que está al lado.
¡Ah, el miedo! Que nos impide pregonar al mundo que Cristo está con nosotros, que va
a nuestro lado, que nada tememos porque él va delante de nosotros, guiando nuestros
pasos.
Y este es nuestro momento. Somos nosotros ahora quienes tenemos que anunciar que
Jesús está vivo, que camina con nosotros; que solamente en él tendremos las
respuestas que necesitamos. Tenemos que ir allá donde la guerra está asentada y
gritar con fuerza: LA PAZ ESTÁ CON VOSOTROS. Y tal vez, si la paz va con nosotros y
Cristo Resucitado camina a nuestro lado y nuestra vida lo trasluce, el mundo vea la luz
de Dios cercana, familiar, paterno+maternal, y crea que solamente en Cristo está la paz
y la solución a todos y cada uno de los problemas que atenazan a la sociedad en que
vivimos.
D. Félix García Sevillano, OP


VÍDEO DE HOY:


José María Arbizu

Día del Libro:un 10% de los adultos del
mundo no sabe leer
Miércoles, 23 abril, 2014
Veintitrés de abril. Hoy, Día Mundial del Libro se conmemora la muerte de insignes escritores como
Cervantes, Shakespeare o Garcilaso de la Vega. Los libros, esos papeles manuscritos o impresos y
encuadernados, que han acompañado a la Humanidad desde que surgió la inquietud por cómo conseguir
que la cultura y el conocimiento llegaran a ser universales, cobran hoy especial importancia.
Los libros son fundamentales para alcanzar el progreso social y cultural. Son una herramienta
esencial para la transmisión del conocimiento; los pilares sobre los que se levanta el desarrollo y se
construye la paz.
A pesar de ello, 774 millones de personas mayores de 15 años, no saben leer ni escribir. Casi un 10 por
ciento de la población mundial se ve privada del derecho de conocer lo que cuentan esas palabras
encadenadas, que llenan se sueños la imaginación infantil y nos acompañan a lo largo de toda una
vida.
Manos Unidas trabaja por erradicar esta lacra que no acarrea más que pobreza y falta de oportunidades.
Por ello, en el año 2013 apoyamos 201 proyectos de carácter educativo.




‘Novios de azúcar’ para niñas pobres

El fenómeno de los 'Sugar Daddies', hombres que
engatusan con regalos a adolescentes pobres para
mantener relaciones sexuales, pone en alerta a las
autoridades sudafricanas
Marta Rodríguez Johanesburgo 22 ABR 2014 - 17:57 CET31

Cindi se quedó embarzada a los 16 de un hombre de 40 que la abandonó. / MARTA RODRÍGUEZ

Cindi es hoy una mujer de 27 años y arrastra una historia dramática, demasiado común en Sudáfrica. Con
16 se quedó embarazada de un hombre de 40 “de familia acomodada” que la acompañaba en el camino de
la escuela a casa y le obsequiaba con pequeñas cantidades de dinero.
Poca cosa, admite, pero suficiente como para que la adolescente se comprara productos que su
paupérrima familia no podía costearle. Ese pretendiente se desentendió de la criatura y la chica tuvo que
espabilarse por su cuenta. Ahora vive en una casa con otros 18 parientes, acaba de tener un segundo hijo y
sobrevive con los 50 euros que el Gobierno le otorga por cada menor, la pensión de sus abuelos, el sueldo
por unas horas de limpiadora y con un “dinerillo” que le pasa el padre de la última criatura. Del otro
novio nunca más se supo. “Seguro que ahora está con otras”, dice riendo sin soltar el teléfono móvil
blanco que le paga su actual pareja.
Hay miles de chicas en Sudáfrica que, como Cindi, tienen un sugar daddy (en traducción literal, papi del
azúcar), hombres que superan la treintena, con un poder económico y social superior a la media del área
en la que viven y que salen con adolescentes –a veces casi niñas– de un nivel muy inferior. El retrato que
hace Mickey Chopra, responsable del Consejo de Investigación Médica de Sudáfrica, añade que cada vez
que hay una relación sexual, el presunto novio acaba entregando pequeñas cantidades de dinero o regalos.
Nada del otro mundo. Ellas provienen de familias pobres, por lo que poco es mucho y la ayuda del daddy
les sirve para pagar comida, el saldo del móvil, productos de higiene, maquillaje, el transporte o material
escolar.
A Mavuso, su sugar daddy la encontró una tarde que salió con sus amigas a dar una vuelta. Tenía 16 años
y su supuesto novio más del doble. Confiesa esta joven zulú que se enamoró porque se sentía “bien
tratada”, o lo que es lo mismo, la llevaba a sitios nuevos y le consentía caprichos. La pareja solía ir los
viernes a un restaurante de comida rápida o a un shebeen (un bar en los guetos negros), donde ella podía
pedir “todo lo que quería”, recuerda. Mavuso vive en un poblado rural, apenas a unos 10 kilómetros de la
turística Richards Bay, una ciudad costera en la que sólo pone los pies si tiene que ir al médico, así que la
aventura le parecía excitante. A su madre nunca le gustó aquel novio mayor pero hizo la vista gorda
porque la adolescente traía dinero extra, reconoce.
El Gobierno culpa a los 'sugar dadies' de la expansión del sida en el país
El falso noviazgo duró hasta que le comunicó que estaba embarazada y, como casi siempre, el hombre se
desvaneció. Lo explica sentada en la puerta de su casa mientras su hija Stheh, de 10 meses, duerme
encima de una toalla. Este no fue el único regalo que le dejó su daddy. La joven supo que es portadora del
virus del sida, una condición que mantiene en secreto a su familia. Por suerte, su pequeña nació sana y
ella sigue un tratamiento médico gratuito.
Toda relación de sugar se basa en el “desequilibrio”, sostiene Lebo Ramafoko, responsable del Instituto
de salud Soul City de Johannesburgo. Sudáfrica es tierra abonada porque a los 20 años del fin del
apartheid la brecha entre ricos y pobres se ha ampliado hasta el punto de que hoy es el país del mundo con
más desigualdades sociales, por delante de Brasil.
“La gente atrapada en la pobreza convive codo con codo con los que han alcanzado el sueño de
prosperar”, sostiene Ramafoko, que apunta que la nueva situación ha hecho aflorar “una cultura de
materialismo vulgar y de consumismo asociada a la libertad”. Así, esas adolescentes más que enamorarse
de un novio se deslumbran por el poder y una posición social y no dudan en “utilizar su sexo” para
acceder a esa “riqueza que los hombres mayores proyectan”.
En muchos casos, las chicas son tan pobres que sus familias no tienen ni para pagarles las compresas y
“usan periódicos, hojas de árboles, telas, lo que encuentran”, asevera Mary Mlambo. Harta de historias

desgraciadas, montó en febrero Lungelo Youth Development, una pequeña organización situada en
Mzingazi, una aldea en el noreste sudafricano sembrada de palmeras que esconde un elevado fracaso
escolar, chabolas sin agua corriente, calles sin asfalto ni alumbrado y decenas de menores vagabundeando
sin nada en qué ocupar su tiempo.

El objetivo, explica, es que las niñas y las adolescentes “aprendan a quererse y hacerse respetar” porque a
su alrededor “carecen de buenos modelos que imitar” y “acaban por entregarse a cualquier hombre con
coche o que las lleve al bar de la esquina, no necesitan nada extraordinario para sentirse como unas
princesas” porque en sus casas sólo encuentran “miseria”.
Hay otra razón que explica el auge de los novios de azúcar. A juicio de Ramafoko, no se puede obviar
que Sudáfrica es aún una sociedad patriarcal que impone el modelo de que las mujeres son las
responsables de satisfacer las necesidades de los hombres y éstos se creen con el derecho de ser
complacidos. Un círculo perverso que hace mella entre las capas sociales más bajas rurales.
El fenómeno de los sugar daddies tiene tales proporciones en Sudáfrica, sobre todo entre negras y
mulatas pobres, que el ministro de Sanidad, Aaron Motsoaledy, alerta de que estos tipos están
“destrozando” la juventud, ya no sólo por el daño moral que causan. El vicepresidente del Gobierno
sudafricano, Kgalema Motlanthe, los señala como los culpables de la expansión imparable del VIH
porque engatusan a esas niñas e imponen sexo sin preservativo. La acusación se refleja en un reciente
estudio que cifra que un 28% de las estudiantes de secundaria están infectadas, por solo el 4% de los
chicos.
Mlambo revela que algunas “tienen más de un daddy” y de cada uno obtiene beneficios diferentes. No
son las únicas. Chopra calcula que en tres meses, esos hombres maduros pueden mantener sexo con hasta
seis chicas diferentes. A pesar de todo, no se trata de “líos de una noche” sino de relaciones “de largo
plazo que hacen creer que se está libre del VIH” y el uso del preservativo se relaja, aunque ambos pueden
ser conscientes de que cohabitan con más parejas sexuales, matiza Ramafoko.
Se calcula que en tres meses, esos hombres maduros pueden mantener sexo con hasta seis chicas
diferentes
Aunque no son los únicos responsables, los sugar daddies contribuyen a que la maternidad adolescente
sea uno de los mayores problemas sociales en Sudáfrica, con una tasa media de 58 por 1.000 habitantes,
llegando hasta los 70 en las negras. A las dificultades económicas se añade la de de seguir estudiando.
Los últimos datos del departamento de Educación advierten de que solo en 2011, 94.000 menores de 18
años se quedaron embarazadas, y la mitad no volvió tras el parto.
El Tribunal Superior acaba de sentenciar que las escuelas no tienen capacidad para expulsarlas durante
todo un año después de dar a luz, una práctica bastante habitual y que las direcciones de los centros
justifican como una “práctica médica, social y psicológica”. Sin embargo, para asociaciones de mujeres y
el Gobierno, la medida supone una “discriminación” y un “castigo” solo para las chicas, subraya Morgan
Courtenay, abogado del Centre for Child Law, ya que la expulsión excluye a los padres. Lejos de
beneficiar a nadie, para Lisa Draga, de Equal Education Law Center, tan sólo “estigmatiza y penaliza” a
las madres adolescentes.
Es más, en algunos casos en la escuela está el origen del problema. “Si un profesor propone amor a una
alumna, eso está mal”. La advertencia la hacía la titular de Educación, Themba Ndhlovu, ante el número
en aumento de maestros juzgados por mantener relaciones sexuales con menores. En 2012, fueron 289
frente a los 126 del año anterior. Lo preocupante es que casi la mitad, el 45%, continúa ejerciendo, a pesar
de tener una condena firme.
El Ministerio ha puesto en marcha teléfonos y una web para facilitar las denuncias, aunque, como admite
la trabajadora social Pretty Zuma, las familias son reacias a acusar al profesor porque sigue siendo “una
autoridad”. Demasiadas asignaturas pendientes, aún en Sudáfrica, el faro de África en muchos aspectos.

Las supuestas "avalanchas" de
inmigrantes desmentidas en informe
23/04/2014
Un informe desmiente la supuesta avalancha sobre las fronteras de Ceuta y Melilla. El 'salto a la valla'
sólo supone un 15,75% del total de entradas de inmigrantes empobrecidos por la frontera sur de Europa.

Es una de las conclusiones del informe anual de la Asociación Pro
Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), presentado en Sevilla y en el
que lamenta principalmente la "intolerable campaña de intoxicación para hacer
creer a la opinión pública que estamos ante un verdadero tsunami de
inmigrantes ante el que sólo valen emplear los métodos más contundentes y
eficaces sea cual sea su coste en sufrimiento y en vidas humanas".
El Informe Frontera Sur 2014 ofrece información sobre flujos migratorios
y entiende como frontera sur Ceuta, Melilla, Andalucía, Canarias y parte de
Levante.
No obstante, se ha detenido en esta edición casi en exclusiva en los
escenarios fronterizos norteafricanos, Ceuta y Melilla. Ambos son puntos de
referencia informativa en los últimos tiempos tras lo sucedido del pasado 6 de
febrero en la playa del Tarajal de Ceuta, con la muerte de al menos 15
personas durante la actuación de la Guardia Civil, o los visibles efectos de las
cuchillas de la valla de Melilla. El informe hace un pormenorizado repaso
histórico de diversos acontecimientos relacionados con inmigrantes en las
ciudades autónomas españolas, desde la llegada a principio de los 90 de los
primeros subsaharianos.
El informe resalta que, respecto a la evolución de los sistemas de
entrada en España, el método de saltar la valla ha sufrido un pequeño
incremento en relación de 2012, cuando supuso el 11,83% del total de
entradas.
Por el contrario se ha producido un claro incremento de las personas
que pasan a Ceuta y Melilla por los pasos habilitados (un 8,16% del total, un
1,34 en 2012). Se trata, señala el informe, de los ciudadanos de origen argelino
o sirio que pasan camuflados entre las miles de personas que trasiegan
diariamente por las fronteras norteafricanas.
El sistema de entrada mediante 'salto a la valla' no ha sufrido un
incremento muy considerable pero sí el de las balsas de juguete (de 15,32% al
27,04%), sobre todo a la provincia de Cádiz y a Ceuta, mientras ha descendido
el uso de las grandes pateras o neumáticas (de 69,31% a 45,25%).

Destaca también que cualquier día entran por los aeropuertos
europeos más personas que las que consiguen atravesar "el muro de la
Fortaleza Sur de Europa"...
El coordinador del informe, ha destacado que desde principios de los 90
las políticas de control de las fronteras de Ceuta y Melilla con Marruecos han
estado caracterizadas por una "perspectiva exclusivamente policial, salpicada
con episodios lamentables, impropios de un Estado que pretende ser
considerado como democrático y de derecho".

Autor: Javier Ramajo ( * Extracto)

Evitemos ser “cristianos murciélagos”
que tienen miedo de la alegría de la
Resurrección, dijo el Papa en su homilía

2014-04-24 Radio Vaticana
(RV).- (Con audio) Hay cristianos que tienen miedo de la alegría de la Resurrección que
Jesús nos quiere dar y su vida parece un funeral, pero el Señor resucitado está siempre con
nosotros. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de
la Casa de Santa Marta.
El Evangelio propuesto en la liturgia del día relata la aparición de Cristo resucitado a los discípulos. Ante
el saludo de paz del Señor, los discípulos, en lugar de alegrarse – dijo el Papa – se quedan “trastornados y
llenos de temor”, pensando “que veían un fantasma”. Jesús trata de hacerles entender que lo que ven es
real, los invita a tocar su cuerpo, y pide que le den de comer. Los quiere conducir a la “alegría de la
Resurrección, a la alegría de su presencia entre ellos”. Pero los discípulos – observó el Papa – “no podían
creer, porque tenían miedo de la alegría”:
“Esta es una enfermedad de los cristianos. Tenemos miedo de la alegría. Es mejor pensar: ‘Sí, sí, Dios
existe, pero está allá; Jesús ha resucitado, está allá’. Un poco de distancia. Tenemos miedo de la
cercanía de Jesús, porque esto nos da alegría. Y así se explica la existencia de tantos cristianos de
funeral, ¿no? Que su vida parece un funeral continuo. Prefieren la tristeza y no la alegría. Se mueven
mejor, no en la luz de la alegría, sino en las sombras, como esos animales que sólo logran salir de noche,
pero no a la luz del día, porque no ven nada. Como los murciélagos. Y con un poco de sentido del humor
podemos decir que hay cristianos murciélagos que prefieren las sombras a la luz de la presencia del
Señor”.

Pero “Jesús, con su Resurrección – prosiguió Francisco – nos da la alegría: la alegría de ser cristianos; la
alegría de seguirlo de cerca; la alegría de ir por el camino de las Bienaventuranzas, la alegría de estar con
Él”:
“Y nosotros, tantas veces, o estamos trastornados, cuando nos llega esta alegría, o llenos de miedo, o
creemos que vemos un fantasma o pensamos que Jesús es un modo de actuar: ‘Pero nosotros somos
cristianos y debemos hacer así. ¿Pero dónde está Jesús? ‘No, Jesús está en el Cielo’. ¿Tú hablas con
Jesús? ¿Tú dices a Jesús: ‘Yo creo que Tú vives, que Tú has resucitado, que Tú estás cerca de mí, que Tú
no me abandonas’? La vida cristiana debe ser esto: un diálogo con Jesús, porque – esto es verdad –
Jesús siempre está con nosotros, siempre está con nuestros problemas, con nuestras dificultades, con
nuestras obras buenas”.

¡Cuántas veces – dijo el Papa al concluir – nosotros los cristianos “no somos alegres, porque tenemos
miedo!”. Cristianos que “han sido vencidos” en la cruz:
“En mi tierra hay un dicho que dice así: ‘Cuando uno se quema con la leche hirviendo, después, cuando
ve una vaca, llora’. Y éstos se habían quemado con el drama de la cruz y dijeron: ‘No, detengámonos

aquí; Él está en el Cielo; muy bien, ha resucitado, pero que no venga otra vez aquí, porque ya no
podemos más’. Pidamos al Señor que haba con todos nosotros lo que ha hecho con los discípulos, que
tenían miedo de la alegría: que abra nuestra mente: ‘Entonces, les abrió la mente para comprender las
Escrituras’; que abra nuestra mente y que nos haga comprender que Él es una realidad viva, que Él tiene
cuerpo, que Él está con nosotros, que nos acompaña y que Él ha vencido. Pidamos al Señor la gracia de
no tener miedo de la alegría”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).
Por qué canoniza Francisco a Juan
XXIII?

(©Ansa) Juan XXIII
Sin el segundo milagro, pero con la difusión del culto
litúrgico y las “gracias” atribuidas a su intercesión,
además de la petición de los padres conciliares
ANDREA TORNIELLI
Ciudad del Vaticano ¿Cuáles son las razones que impulsaron a Papa Francisco a acoger la petición de la
postulación de la causa de Juan XXIII para llegar a la proclamación de su santidad sin pasar por la
verificación de un segundo milagro? La decisión del actual Pontífice fue madurando desde los primeros
meses de su Pontificado, pues el 5 de julio de 2013 Francisco promulgó el decreto sobre el milagro por
intercesión del beato Juan y aprobó contemporáneamente los votos favorables expresados por la sesión
ordinaria de los cardinales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos para la
canonización “pro gratia” del beato Juan XXIII. Decisión que fue ratificada dos meses después, el 30 de
septiembre, por el Consistorio.

Se trata de un gesto muy significativo y de un procedimiento excepcional, pues, como se sabe, la actual
normativa canónica prevé que un beato pueda ser inscrito en la lista de los santos solo después de la
aprobación de un milagro atribuido a su intercesión y que se haya llevado a cabo después de su
beatificación. Pero no es una novedad sin precedentes, dado que Juan Pablo II en 2000 dispensó del
segundo milagro a los mártires chinos Agustín Zhao Rong y a sus 119 compañeros, proclamándolos
santos. Entre las razones que llevaron a Wojtyla a tomar esta decisión destacan la enorme fama de los
singos y milagros a ellos atribuidos después de la beatificación y la influencia particular que su memoria
ejercía (y ejerce) en la perseverancia de la fe en contextos difíciles.

Los motivos que han llevado a Bergoglio a dar el mismo paso en relación con Juan XXIII se encuentran
claramente expuestos en el libro de Stefania Falasca “Juan XXIII, en una caricia la revolución” (Rizzoli,
206 pp.), que fue citado ayer por el postulador de la causa como fuente indispensable para comprender la
canonización del próximo domingo.

«Una canonización “pro gratia” no representa –escribe Falasca– ni un atajo, ni una simplificación, ni una
decisión arbitraria». Para poder proceder con la canonización sin un milagro formalmente reconocido,
«Bergoglio ha recibido favorablemente y ha hecho suyas las motivaciones presentadas por la
Congregación para las Causas de los Santos, a instancias del postulador de la causa de Juan XXIII». En
esta súplica, reproducida en la “Positio super canonizatione”, se lee: «La postulación pide humildemente
y con confianza a Su Santidad la canonización de este Sumo Pontífice, que con su vida y su ejemplo ha
marcado, de forma indeleble, la historia de la Iglesia».

Los motivos. Primero: «El recorrido normal de la casua hasta la beatificación (aprobación de los escritos,
meticulosa reconstrucción de la vida, decretos sobre las virtudes y sobre el milagro)». Segundo: «La
excepcional difusión del culto litúrgico (concedido por la Santa Sede a diferentes diócesis del mundo) y la
fama “sanctitatis et signorum” que acompaña en el pueblo de Dios la memoria de Juan XXIII». Tercero:
«La petición de los padres del Concilio Vaticano II, quienes, inmediatamente después de la muerte del
Papa, desearon su inmediata canonización como acto del Concilio mismo». Cuarto: «La indiscutible
actualidad de la figura y la obra de Juan XXIII».

«Las principales razones de la petición –escribe Falasca– son, pues, dos. La primera es la excepcional
difusión del culto litúrgico ya dedicado al beato, que la Santa Sede concedió a diferentes diócesis del
mundo y que ha, por lo tanto, configurado la memoria litúrgica de Juan XXIII desde ahora como la de un
santo canonizado. A este culto se suma además una fama en aumento de los signos y milagros que
acompaña en el pueblo de Dios la memoria del beato, tanto que a partir del día de su beatificación la
postulación pudo recopilar numerosas señalaciones de todo el mundo sobre gracias y favores obtenidos
por intercesión del beato, a menudo acompañadas de documentación médica».

La segunda razón importante fue expresada en la petición de un grupo de padres del Concilio Vaticano II,
que, tras la muerte de Roncalli, pidieron su inmediata canonización como acto del Concilio mismo. «Una
petición compartida por muchos otros padres conciliares y por multitudes de fieles, que desde entonces
pedían no exigir los milagros rituales necesarios para proclamar santo a Juan XXIII. Ninguno de los
candidatos a la canonización –concluye Falasca– cuenta con una excepcionalidad semejante».

En la “Positio” no faltan alusiones a la oportunidad pastoral de la canonización, que «podría contribuir a
reforzar los vínculos del pueblo cristiano con la Sede Apostólica, al contemplar cómo el Señor eligió, una
vez más, a un hombre santo; podría contribuir a consolidar la vertiente de las relaciones ecuménicas con
las Iglesias protestantes y con la Iglesia ortodoxa, además de desarrollar aún más el diálogo con las demás
religiones [...] podría subrayar con mayor énfasis el mensaje de la misericordia, de la ternura y de la
bondad evangélicas, aludiendo la dulzira del perdón cristiano y el abandono confiado a la voluntad del
Padre celeste; sería otra señal de la atención de la Iglesia por la fraternidad entre los pueblos, en un
ardiente anhelo de paz entre las naciones, de solución no violenta de los conflictos, de una mayor
distribución y más justa de los bienes de la tierra [...] Favorecería un discurso más ecuánime sobre las
formas de religiosidad popular, a las que el beato (Juan XXIII) se acercó y en las que abrevó
constantemente».

Se debe además considerar que en el expediente para la canonización que examinaron los teólogos,
obispos y cardenales de la Congregación para las Causas de los Santos en julio de 2013 hay alrededor de
unos 20 casos de curaciones consideradas particularmente interesantes. En 2010, por ejemplo, se registró
el caso del rector párroco de la Saint Paul Cathedral de Pittsburgh, Pennsylvania, que atribuye a la
intercesión del beato la cura del cáncer al páncreas que le habían disgnosticado en 2006. En 2007,
también llegó a la postulación la documentación del diácono Arthur C. Donart, de Chicago, que indica la
curación de un «síndrome mieloblástico inicial con anemia refractaria». El 3 de agosto de 2008, un
anciano de Sète, Francia, contó que se curó instantáneamente de su ceguera. En 2007, la familia Morocho
Sánchez, de Lima, Perú, envió a la postulación la documentación sobre una curación de «linfoma no
Hodgkin de cuarto grado».

Claro, ninguno de estos casos fue verificado a través del recorrido canónico. Pero el elevado número de
«constadadas curaciones», de gracias y favores obtenidos por intercesión de Papa Juan tras su

beatificación tienen en común un valor significativo y atestiguan la continua difusión de la fama de su
santidad. Una característica que, desde siempre, la iglesia considera necesaria para elevar a una persona a
los altares.
Roncalli durante la guerra: «Se podría
gritar más fuerte. Surgirían otros
problemas»

(©Ansa) Juan XXIII
El diplomático vaticano, dentro de pocos días santo, en
uno de los apuntes de su diario de los que habla el
nuevo libro de Marco Roncalli, en el que trata de
comprender la actitud de la Santa Sede
ANDREA TORNIELLI
Ciudad del Vaticano
De monseñor Angelo Giuseppe Roncalli, arzobispo y delegado apostólico en Estambul, siempre se cita
ese apunte de sus diarios, en el que hablaba de un encuentro con Pío XII (el 10 de octubre de 1941): en
esa ocasión, Papa Pacelli le preguntó a Roncalli qué opinaba sobre su «silencio» en relación con «el
nazismo». Pero ahora surge otra anotación interesante de la misma fuente: los diarios del futuro santo
Juan XXIII. Lo subraya Marco Roncalli, historiador, en el volumen “Papa Juan. El Santo” (San Paolo
Ediciones, 216 pp.).

Había pasado un año de aquel encuentro con Pío XII, y monseñor Roncalli, escribe su biógrafo, «también
es consciente de que la tragedia en curso habría llevado a reacciones más duras por parte de la Santa
Sede. Sin embargo, como documentan las líneas escritas después de la lectura de un escrito criptado
vaticano del 19 de octubre de 1942 que lo aflige, escribe en su diario: “¡Oh, las penas de la Santa Sede! A
menudo no hay más que un gemido ante las injusticias sufridas. Se podría gritar más fuerte. Surgirían
otros problemas”». Un apunte, subraya el autor de la biografía a Vatican Insider, que «hasta ahora nunca
ha sido puesto en evidencia», en el que el futuro Papa y futuro santo demuestra hacer suya la
controvertida motivación según la cual la denuncia no habría dado resultados, sino que habría incluso
empeorado la trágica situación.

En el libro de Roncalli, a proposito de la actitud de Juan XXIII hacia los judíos, se recuerdan las

desconfianzas de la Curia romana cuando el Papa recibió a Maurice Fischer, representante del ministerio
del Exterior israelí, en el Vaticano para sondear un posible reconocimiento diplomático de Israel. «Usted
tendría inmediata satisfacción si yo escuchara a mi corazón», escuchó el Pontífice de Bérgamo con
palabras parecidas a las pronunciadas un año más tarde a Jules Isaac, pero con un añadido: «usted debe
entender que ser Papa no significa poder tomar decisiones solo». Pocas semanas después, durante las
celebraciones pascuales de marzo de 1959, algo comenzó a cambiar. Juan XXIII decidió, efectivamente,
cambiar la controvertida oración del Viernes Santo cancelando los términod «pérfidos» y «perfidia» de la
“Oratio pro Judaeis”. «Un primer paso –observó Roncalli– al que seguirán otras iniciativas personales
menos conocidas del Papa con el objetivo de cancelar de otras fórmulas alusiones incluso veladamente
ofensivas para con los judíos: desde la referencia al deicidio en la fórmula de consagración del género
humano al Sagrado Corazón, introducida por León XIII, a las vinculadas con la “Iudaica perfidia” y la
“Hebraica superstitio” presentes en el Ritual Romano, durante el rito de conversión de los judíos para el
momento del Bautismo».

«Una gran “delicadeza” la que mostraba “hacia los no católicos” por Juan XXIII, serenamente admitida
por “Civiltà Cattolica” en un balance a un año de la elección. Una “delicadeza” que encontramos también
en el Bautismo pedido al Papa por un joven amigo hebreo y que Juan XXIII suministra en el Vaticano con
la mayor reserva, pidiendo al neo-converso que no informara a sus familiares más viejos esta decisión».

«Papa Juan. El Santo », de Marco Roncalli, San Paolo Ediciones, 216 pp.
Mujeres desde el Vaticano II: memoria y
esperanza
Martínez Cano, Silvia

Colección: Aletheia
ISBN:978-84-9945-985-1
Código EVD:2500008
Edición:1
Páginas:156
Tamaño:140 x 210 mm
Encuadernación:Rústica, cosida, tapa plastificada mate con barniz UVI brillo, con solapas
Precio sin IVA: 17,31 €
PVP: 18,00 €
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Versión digital: Precio: 8,49 €
Mujeres desde el Vaticano II es una recorrido de múltiples miradas hacia los recuerdos
y los retos del acontecimiento que supuso el Concilio. Leído desde las experiencias de
distintas protagonistas que vivieron el momento histórico, se adentra en una reflexión
conjunta sobre los gozos de los cambios que el Vaticano II inició. Estos cambios
supusieron nuevas comprensiones de la experiencia cristiana y eclesial. Una nueva
forma de ser creyente. Pero también quedaron muchas cuestiones abiertas, sin
resolver o resueltas de modo ambiguo que siguen afectando a la experiencia creyente

de las mujeres. En ellas se albergan las esperanzas de este libro. Esperanzas para una
Iglesia más abierta, más acogedora y más incluyente.
Hojear
Índice
Más sobre el autor

Qué se sabe de... Los manuscritos del
Mar Muerto
Vázquez Allegue, Jaime

Colección: Qué se sabe de...
ISBN:978-84-9945-050-6
Código EVD:3200009
Edición:1
Páginas:288
Tamaño:145 x 200 mm
Encuadernación:Rústica, cosida, tapa plastificada mate con barniz UVI brillo, con solapas
Precio sin IVA: 15,96 €
PVP: 16,60 €
Añadir a la cesta
En 1947 tuvo lugar el descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto, más de 800
papiros y pergaminos escritos en hebreo, arameo y griego entre el año 150 a. C. y el 70
d. C. que constituyen el testimonio extrabíblico más importante del judaísmo del
Segundo Templo y de los orígenes del cristianismo. Un enorme rompecabezas con
fragmentos que van del tamaño de una uña hasta grandes rollos como la Regla de la
Comunidad, el Libro de la Guerra, el Rollo del Templo...
Esta obra pretende mostrar el estado actual en el que se encuentran los estudios sobre
los manuscritos del Mar Muerto, los rollos, sus autores y su forma de pensar. Gracias a
estos textos, podemos conocer mejor el contexto en el que vivió Jesús y, de esta
forma, entender muchas de las descripciones que hacen los autores del Nuevo
Testamento.
Hojear
Más sobre el autor

Discurso de Elena Poniatowska en el
Cervantes


Hoy, en el día del libro, merece la pena disfrutar del discurso de Elena Poniatowska en
la entrega del Premio Cervantes. Homenaje a las mujeres, a pobres, humildes,
indígenas, a su querido México… En su voz, palabras de María Zambrano, Simone
Weil, Frida Kahlo, Sor Juana Inés de la Cruz…
Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señor Ministro de Educación, Cultura y
Deporte, Señor Rector de la Universidad de Alcalá de Henares, Señor Presidente de la
Comunidad de Madrid, Señor Alcalde de esta ciudad, autoridades estatales,
autonómicas, locales y académicas, amigas, amigos, señores y señoras.
Soy la cuarta mujer en recibir el Premio Cervantes, creado en 1976. (Los hombres
son treinta y cinco.) María Zambrano fue la primera y los mexicanos la consideramos
nuestra porque debido a la Guerra Civil Española vivió en México y enseñó en la
Universidad Nicolaíta en Morelia, Michoacán.

Simone Weil, la filósofa francesa, escribió que echar raíces es quizá la necesidad más
apremiante del alma humana. En María Zambrano, el exilio fue una herida sin cura,
pero ella fue una exiliada de todo menos de su escritura.
La más joven de todas las poetas de América Latina en la primera mitad del siglo XX, la
cubana Dulce María Loynaz, segunda en recibir el Cervantes, fue amiga de García
Lorca y hospedó en su finca de La Habana a Gabriela Mistral y a Juan Ramón
Jiménez. Años más tarde, cuando le sugirieron que abandonara la Cuba revolucionaria

respondió que cómo iba a marcharse si Cuba era invención de su familia.
A Ana María Matute, la conocí en El Escorial en 2003. Hermosa y descreída, sentí
afinidad con su obsesión por la infancia y su imaginario riquísimo y feroz.
María, Dulce María y Ana María, las tres Marías, zarandeadas por sus circunstancias,
no tuvieron santo a quién encomendarse y sin embargo, hoy por hoy, son las mujeres de
Cervantes, al igual que Dulcinea del Toboso, Luscinda, Zoraida y Constanza. A
diferencia de ellas, muchos dioses me han protegido porque en México hay un dios bajo
cada piedra, un dios para la lluvia, otro para la fertilidad, otro para la muerte. Contamos
con un dios para cada cosa y no con uno solo que de tan ocupado puede equivocarse.
Del otro lado del océano, en el siglo XVII la monja jerónima Sor Juana Inés de la
Cruz supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del
conocimiento. Con mucha razón José Emilio Pacheco la definió: “Sor Juana/ es la
llama trémula/ en la noche de piedra del virreinato”.

Su respuesta a Sor Filotea de la Cruz es una defensa liberadora, el primer alegato de
una intelectual sobre quien se ejerce la censura. En la literatura no existe otra mujer que
al observar el eclipse lunar del 22 de diciembre de 1684 haya ensayado una explicación
del origen del universo. Ella lo hizo en los 975 versos de su poema “Primero sueño”.
Dante tuvo la mano de Virgilio para bajar al infierno, pero nuestra Sor Juana
descendió sola y al igual que Galileo y Giordano Bruno fue castigada por amar la
ciencia y reprendida por prelados que le eran harto inferiores.

Sor Juana contaba con telescopios, astrolabios y compases para su búsqueda científica.
También dentro de la cultura de la pobreza se atesoran bienes inesperados. Jesusa
Palancares, la protagonista de mi novela-testimonio “Hasta no verte Jesús mío”, no
tuvo más que su intuición para asomarse por la única apertura de su vivienda a observar
el cielo nocturno como una gracia sin precio y sin explicación posible. Jesusa vivía a la
orilla del precipicio, por lo tanto el cielo estrellado en su ventana era un milagro que
intentaba descifrar. Quería comprender por qué había venido a la Tierra, para qué era
todo eso que la rodeaba y cuál podría ser el sentido último de lo que veía. Al creer en la
reencarnación estaba segura de que muchos años antes había nacido como un hombre
malo que desgració a muchas mujeres y ahora tenía que pagar sus culpas entre abrojos y
espinas.
Mi madre nunca supo qué país me había regalado cuando llegamos a México, en 1942,
en el “Marqués de Comillas”, el barco con el que Gilberto Bosques salvó la vida de
tantos republicanos que se refugiaron en México durante el gobierno del general Lázaro
Cárdenas. Mi familia siempre fue de pasajeros en tren: italianos que terminan en
Polonia, mexicanos que viven en Francia, norteamericanas que se mudan a Europa. Mi
hermana Kitzia y yo fuimos niñas francesas con un apellido polaco. Llegamos “a la
inmensa vida de México” —como diría José Emilio Pacheco—, al pueblo del sol.
Desde entonces vivimos transfiguradas y nos envuelve entre otras encantaciones, la
ilusión de convertir fondas en castillos con rejas doradas.

Las certezas de Francia y su afán por tener siempre la razón palidecieron al lado de la
humildad de los mexicanos más pobres. Descalzos, caminaban bajo su sombrero o su
rebozo. Se escondían para que no se les viera la vergüenza en los ojos. Al servicio de

los blancos, sus voces eran dulces y cantaban al preguntar: “¿No le molestaría
enseñarme cómo quiere que le sirva?” Aprendí el español en la calle, con los gritos de
los pregoneros y con unas rondas que siempre se referían a la muerte. “Naranja dulce,/
limón celeste,/ dile a María/ que no se acueste./ María, María/ ya se acostó,/ vino la
muerte/y se la llevó”. O esta que es aún más aterradora: “Cuchito, cuchito/ mató a su
mujer/ con un cuchillito/ del tamaño de él./ Le sacó las tripas/ y las fue a vender./ —
¡Mercarán tripitas/ de mala mujer!” Todavía hoy se mercan las tripas femeninas. El
pasado 13 de abril, dos mujeres fueron asesinadas de varios tiros en la cabeza en
Ciudad Juárez, una de 15 años y otra de 20, embarazada. El cuerpo de la primera
fue encontrado en un basurero.
Recuerdo mi asombro cuando oí por primera vez la palabra “gracias” y pensé que su
sonido era más profundo que el “merci” francés. También me intrigó ver en un mapa de
México varios espacios pintados de amarillo marcados con el letrero: “Zona por
descubrir”. En Francia, los jardines son un pañuelo, todo está cultivado y al alcance de
la mano. Este enorme país temible y secreto llamado México, en el que Francia cabía
tres veces, se extendía moreno y descalzo frente a mi hermana y a mí y nos desafiaba:
“Descúbranme”. El idioma era la llave para entrar al mundo indio, el mismo mundo del
que habló Octavio Paz, aquí en Alcalá de Henares en 1981, cuando dijo que sin el
mundo indio no seríamos lo que somos.
¿Cómo iba yo a transitar de la palabra París a la palabra Parangaricutirimicuaro? Me
gustó poder pronunciar Xochitlquetzal, Nezahualcóyotl o Cuauhtémoc y me pregunté si
los conquistadores se habían dado cuenta quiénes eran sus conquistados.
Quienes me dieron la llave para abrir a México fueron los mexicanos que andan en la
calle. Desde 1953, aparecieron en la ciudad muchos personajes de a pie semejantes a los
que don Quijote y su fiel escudero encuentran en su camino, un barbero, un cuidador de
cabras, Maritornes la ventera. Antes, en México, el cartero traía uniforme cepillado y
gorra azul y ahora ya ni se anuncia con su silbato, solo avienta bajo la puerta la
correspondencia que saca de su desvencijada mochila. Antes también el afilador de
cuchillos aparecía empujando su gran piedra montada en un carrito producto del ingenio
popular, sin beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y la iba mojando con
el agua de una cubeta. Al hacerla girar, el cuchillo sacaba chispas y partía en el aire los
cabellos en dos; los cabellos de la ciudad que en realidad no es sino su mujer a la que le
afila las uñas, le cepilla los dientes, le pule las mejillas, la contempla dormir y cuando la
ve vieja y ajada le hace el gran favor de encajarle un cuchillo largo y afilado en su
espalda de mujer confiada. Entonces la ciudad llora quedito, pero ningún llanto más
sobrecogedor que el lamento del vendedor de camotes que dejó un rayón en el alma de
los niños mexicanos porque el sonido de sus carritos se parece al silbato del tren que
detiene el tiempo y hace que los que abren surcos en la milpa levanten la cabeza y dejen
el azadón y la pala para señalarle a su hijo: “Mira el tren, está pasando el tren, allá va el
tren; algún día, tú viajarás en tren”.

Tina Modotti llegó de Italia pero bien podría considerarse la primera fotógrafa
mexicana moderna. En 1936, en España cambió de profesión y acompañó como
enfermera al doctor Norman Bethune a hacer las primeras transfusiones de sangre en el
campo de batalla. Treinta y ocho años más tarde, Rosario Ibarra de Piedra se levantó
en contra de una nueva forma de tortura, la desaparición de personas. Su protesta
antecede al levantamiento de las Madres de Plaza de Mayo con su pañuelo blanco en la

cabeza por cada hijo desaparecido. “Vivos los llevaron, vivos los queremos”.
La última pintora surrealista, Leonora Carrington pudo escoger vivir en Nueva York
al lado de Max Ernst y el círculo de Peggy Guggenheim pero, sin saber español,
prefirió venir a México con el poeta Renato Leduc, autor de un soneto sobre el tiempo
que pienso decirles más tarde si me da la vida para tanto.

Lo que se aprende de niña permanece indeleble en la conciencia y fui del castellano
colonizador al mundo esplendoroso que encontraron los conquistadores. Antes de que
los Estados Unidos pretendieran tragarse a todo el continente, la resistencia
indígena alzó escudos de oro y penachos de plumas de quetzal y los levantó muy
alto cuando las mujeres de Chiapas, antes humilladas y furtivas, declararon en
1994 que querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que
deseaban y no ser cambiadas por una garrafa de alcohol. Deseaban tener los
mismos derechos que los hombres.

“¿Quien anda ahí?” “Nadie”, consignó Octavio Paz en “El laberinto de la soledad”.
Muchos mexicanos se ningunean. “No hay nadie” —contesta la sirvienta. “¿Y tú quién
eres?” “No, pues nadie”. No lo dicen para hacerse menos ni por esconderse sino porque
es parte de su naturaleza. Tampoco la naturaleza dice lo que es ni se explica a sí misma,
simplemente estalla.

Durante el terremoto de 1985, muchos jóvenes punk de esos que se pintan los ojos de
negro y el pelo de rojo, con chalecos y brazaletes cubiertos de estoperoles y clavos
arribaban a los lugares siniestrados, edificios convertidos en sándwich, y pasaban la
noche entera con picos y palas para sacar escombros que después acarreaban en cubetas
y carretillas. A las cinco de la mañana, ya cuando se iban, les pregunté por su nombre y
uno de ellos me respondió: “Pues póngame nomás Juan”, no sólo porque no quería
singularizarse o temiera el rechazo sino porque al igual que millones de pobres, su
silencio es también un silencio de siglos de olvido y de marginación.
Tenemos el dudoso privilegio de ser la ciudad más grande del mundo: casi 9 millones
de habitantes. El campo se vacía, todos llegan a la capital que tizna a los pobres, los
revuelca en la ceniza, les chamusca las alas aunque su resistencia no tiene límites y
llegan desde la Patagonia para montarse en el tren de la muerte llamado “La Bestia” con
el sólo fin de cruzar la frontera de Estados Unidos.

En 1979, Marta Traba publicó en Colombia una “Homérica Latina” en la que los
personajes son los perdedores de nuestro continente, los de a pie, los que hurgan en la
basura, los recogedores de desechos de las ciudades perdidas, las multitudes que se
pisotean para ver al Papa, los que viajan en autobuses atestados, los que se cubren la
cabeza con sombreros de palma, los que aman a Dios en tierra de indios. He aquí a
nuestros personajes, los que llevan a sus niños a fotografiar ya muertos para convertirlos
en “angelitos santos”, la multitud que rompe las vallas y desploma los templetes en los
desfiles militares, la que de pronto y sin esfuerzo hace fracasar todas las mal
intencionadas políticas de buena vecindad, esa masa anónima, oscura e imprevisible que
va poblando lentamente la cuadrícula de nuestro continente; el pueblo de las chinches,
las pulgas y las cucarachas, el miserable pueblo que ahora mismo deglute el planeta. Y

es esa masa formidable la que crece y traspasa las fronteras, trabaja de cargador y de
mocito, de achichincle y lustrador de zapatos —en México los llamamos boleros—. El
novelista José Agustín declaró al regresar de una universidad norteamericana: “Allá,
creen que soy un limpiabotas venido a más”. Habría sido mejor que dijera “un
limpiabotas venido a menos”. Todos somos venidos a menos, todos menesterosos, en
reconocerlo está nuestra fuerza. Muchas veces me he preguntado si esa gran masa que
viene caminando lenta e inexorablemente desde la Patagonia a Alaska se pregunta hoy
por hoy en qué grado depende de los Estados Unidos. Creo más bien que su grito es un
grito de guerra y es avasallador, es un grito cuya primera batalla literaria ha sido ganada
por los chicanos.

Los mexicanos que me han precedido son cuatro: Octavio Paz en 1981, Carlos
Fuentes en 1987, Sergio Pitol en 2005 y José Emilio Pacheco en 2009. Rosario
Castellanos y María Luisa Puga no tuvieron la misma suerte y las invoco así como a
José Revueltas. Sé que ahora los siete me acompañan, curiosos por lo que voy a decir,
sobre todo Octavio Paz.

Ya para terminar y porque me encuentro en España, entre amigos quisiera contarles que
tuve un gran amor “platónico” por Luis Buñuel porque juntos fuimos al Palacio Negro
de Lecumberri —cárcel legendaria de la ciudad de México—, a ver a nuestro amigo
Álvaro Mutis, el poeta y gaviero, compañero de batallas de nuestro indispensable
Gabriel García Márquez. La cárcel, con sus presos reincidentes llamados “conejos”,
nos acercó a una realidad compartida: la de la vida y la muerte tras los barrotes.
Ningún acontecimiento más importante en mi vida profesional que este premio que el
jurado del Cervantes otorga a una Sancho Panza femenina que no es Teresa Panza ni
Dulcinea del Toboso, ni Maritornes, ni la princesa Micomicona que tanto le gustaba a
Carlos Fuentes, sino una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los
hay y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del
mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y confían en una cronista
impulsiva que retiene lo que le cuentan. Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y
estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo pedía María
Zambrano, “ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas”.

Por todas estas razones, el premio resulta más sorprendente y por lo tanto es más grande
la razón para agradecerlo. El poder financiero manda no sólo en México sino en el
mundo. Los que lo resisten, montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza son
cada vez menos. Me enorgullece caminar al lado de los ilusos, los destartalados, los
candorosos.
A mi hija Paula, su hija Luna, aquí presente, le preguntó: —Oye mamá, ¿y tú cuántos
años tienes? Paula le dijo su edad y Luna insistió:
—¿Antes o después de Cristo?
Es justo aclararle hoy a mi nieta, que soy una evangelista después de Cristo, que
pertenezco a México y a una vida nacional que se escribe todos los días y todos los días
se borra porque las hojas de papel de un periódico duran un día. Se las lleva el viento,

terminan en la basura o empolvadas en las hemerotecas. Mi padre las usaba para
prender la chimenea. A pesar de esto, mi padre preguntaba temprano en la mañana si
había llegado el “Excélsior”, que entonces dirigía Julio Scherer García y leíamos en
familia. Frida Kahlo, pintora, escritora e ícono mexicano dijo alguna vez: “Espero
alegre la salida y espero no volver jamás”.

A diferencia de ella, espero volver, volver, volver y ese es el sentido que he querido
darle a mis 82 años. Pretendo subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano para
ayudarlo a repartir, como un escudero femenino, premios a los jóvenes que como yo
hoy, 23 de abril de 2014, día internacional del libro, lleguen a Alcalá de Henares.
En los últimos años de su vida, el astrónomo Guillermo Haro repetía las coplas de
Jorge Manrique a la muerte de su padre. Observaba durante horas a una jacaranda
florecida y me hacía notar “cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando”.
Esa certeza del estrellero también la he hecho mía, como siento mías las jacarandas que
cada año cubren las aceras de México con una alfombra morada que es la de la
cuaresma, la muerte y la resurrección.

El Caballero de la Palabra

El País | Gustavo Martín Garzo
In memoriam Gabriel García Márquez
Uno de los pasajes que prefiero de Don Quijote de la Mancha es el que tiene lugar en Sierra Morena. Don
Quijote se pone en él a dar saltos y hacer todo tipo de disparates por las peñas, imitando a esos caballeros,
como Amadís y Orlando, que enloquecidos por los celos dieron en las mayores locuras. Sancho le
pregunta por la razón de tal proceder dado que él no tiene motivo alguno para sentirse desdeñado por su
dama Dulcinea o para pensar que esta haya podido “hacer alguna niñería con moro o cristiano”. A lo que
Don Quijote le responde: “Ahí está el punto y esa es la fineza de mi negocio, que volverse loco un
caballero andante con causa, ni grado ni gracias: el toque está en desatinar sin ocasión”.
Ese “desatinar sin ocasión” guarda la clave del libro de Cervantes. El diccionario de la RAE define
desatino como “locura, despropósito o error”. Pero en Cervantes tiene una significación muy distinta.
Como los gestos absurdos del maestro zen, las locuras de Don Quijote tienen el poder de suspender por
un momento el principio de realidad. Su función es abrir una grieta, y, más allá de la lógica, llevarnos a la
comprensión profunda e inmediata de una verdad nueva. Por eso entre los dos modelos que le salen al
paso en Sierra Morena, el de Amadís y el de Orlando, Don Quijote elige sin dudarlo el ejemplo del
primero. Orlando, trastornado por la traición de Angélica, revienta el curso de los torrentes, asola los
bosques, aniquila el ganado; mientras que Amadís no hace “locuras de daño sino de lloros y
sentimientos”. Ese es el camino de don Quijote, para quien la aventura no supone nunca una quiebra de lo
real, sino su exaltación. De ahí que sea indisociable de la alegría, que supone concebir las cosas no en
función de verdadero o falso sino de epifanía. El desatino es una condición de lo paradisíaco ya que hace
del mundo el lugar de la posibilidad.
Pero también nos entrega su cuerpo. Pierde lanzas, escudos, yelmos, trozos de armadura, sale maltrecho y
herido infinidad de veces. Pocos personajes en la historia de la literatura han ido dejando tras de sí un
rastro semejante, hasta el punto de que casi podemos decir que no hay aventura en la que se embarque en
que no deje a sus espaldas algo de sí mismo. Es decir, no habla por hablar. Cuando le toca hacerlo, paga
una prenda. Y esa es la ironía, que el caballero que comete un desatino tras otro sea también el que
termina dando cuenta con sus palabras y sus actos de todo lo que indecible, noble y hermoso hay en
nosotros.
La ironía, para Cervantes, es la capacidad de aceptar las contradicciones de la vida; de aceptar, en suma,

que nada es de una sola manera. Por eso Don Quijote, su personaje, no se cansa de pedir. Pide a los sucios
venteros que sean corteses anfitriones, a las pobres criadas que sean misteriosas y dulces, a los campos
áridos y pelados de La Mancha que regresen al tiempo de la Edad de Oro y a una bacinilla de barbero que
se transforme en un yelmo de oro. Su fuerza surge siempre de creer el mundo mucho mejor de lo que es,
como si solo ignorando la verdadera naturaleza de las cosas estuviéramos en condiciones de conseguir
que se mudaran en lo que debieron ser.
Los personajes de Cervantes toleran la contradicción, de un modo que, por ejemplo, los más graves y
apesadumbrados personajes de La Biblia no saben hacerlo. No tengo ninguna duda de que si Don Quijote
se hubiera encontrado en una de sus andanzas con Abraham y su hijo dirigiéndose al monte Moriah la
habría emprendido a mandobles con el primero y puesto fin al sin sentido de aquel sacrificio; o de haber
andado por Egipto, en las noches de las plagas que lo destruyeron, se habría enfrentado a los ángeles
vengativos que mataron a los primogénitos. Se habría enfrentado a esos ángeles y puesto en fuga a
Abraham, ya que Don Quijote amaba la justicia y creía que esta no era nada sin el amor, y que de la
misma forma que un padre no podía llevar engañado a su hijo al altar del sacrificio, ningún pueblo, por
muy oprimido que estuviera, podía pretender conquistar su libertad con la muerte de los hijos de sus
enemigos, que una libertad que se conquistaba a ese precio no podía merecer la pena. Y hasta habría
resultado bien gracioso ver a Don Quijote detrás de Abraham con su espada, como si fuese el mismísimo
sabio Frestón, o persiguiendo a los ángeles entre un remolino de plumas, que por encima de todo
Cervantes escribió su libro para entretenernos, hacernos reír y llegar a conmovernos, porque lo que en él
predomina es el amor a la libertad y a los sueños.
Algo que Cervantes deja bien claro en el pasaje, tan hermosamente comentado por Luis Landero, en que
Don Quijote confunde la bacía de un barbero con un yelmo. Sancho le discute lo que afirma y, ante la
negativa de Don Quijote a dar su brazo a torcer, llegan al acuerdo que tal vez no sea yelmo ni bacía, sino
baciyelmo; es decir, un objeto que no pertenece enteramente ni al orden de lo real ni al orden de lo
imaginario. Ese nuevo orden, esa realidad intermedia, a igual camino del mundo de los sueños que del de
la realidad, es el mundo de la literatura. Darío Villanueva lo recuerda al referirse a la teoría cervantina de
lo peregrino, como clave y fundamento de la novela moderna desde El Quijote. “Por boca del canónigo
toledano”, nos recuerda Villanueva, “Cervantes pedía, más como lector que como autor, que anduviesen
juntas, en las ficciones, la admiración y la alegría, sin que por ello se dejase de armonizar la maravilla de
las fábulas con el entendimiento de los discretos lectores, para lo que los novelistas deberían esforzarse en
facilitar los imposibles, allanar las grandezas y suspender los ánimos”.
“Facilitar los imposibles, allanar las grandezas, suspender los ánimos”, ¿hay mejor definición de lo que
debe ser el arte de novelar? Todos los que nos dedicamos a escribir ficciones hay momentos en que nos
preguntamos por qué dedicamos nuestro tiempo y nuestras energías a algo que bien mirado no sabemos
bien a quién aprovecha ni si acaso puede ser bueno esto de pasarse la vida en compañía de seres y hechos
que solo existen en nuestra imaginación. Y en este punto Don Quijote siempre nos echa una mano. Él nos
enseña que hay dos tipos de mentirosos: el que se disfraza para amordazar la verdad y el que lo hace para
seguirla por donde esta quiera llevarle. Los enmascarados de las películas, libros y tebeos que amábamos
de niños pertenecían al segundo tipo. Ellos fingían ser otros, pero gracias a esa nueva identidad se
rebelaban contra la injusticia, llevaban la alegría a los tristes y ponían freno a los abusos de los poderosos.
Don Quijote, el Caballero de la Palabra, es uno de esos enmascarados cuyos desatinos tiene el poder de
dar alas a la verdad.
Gustavo Martín Garzo es escritor.
El ‘pop-art’ de Andy Warhol, oculto en
unos disquetes
El museo del artista en Pittsburgh anuncia el hallazgo
de varias creaciones que realizó en el ordenador por
encargo de Commodore
El País Madrid 24 ABR 2014 - 20:31 CET

Una de las obras de Warhol hallada en unos disquetes e inspirada en 'El nacimiento de Venus', de
Botticelli. / Fundación Andy Warhol para las artes plásticas

En 1985 la compañía Commodore International encargó a Andy Warhol unas obras que demostraran las
capacidades artísticas de sus ordenadores Amiga. Y el creador respondió a su manera, con unas piezas
sorprendentes. Las obras, sin embargo, permanecieron escondidas en unos disquetes hasta que hoy el
museo Andy Warhol de Pittsburgh dio a conocer el hallazgo que se encontró en sus archivos.
El descubrimiento se debe a un equipo informático procedente de la Universidad Carnegie Mellon (CMU,
en su sigla inglés) y del estudio creativo Frank Ratchye, que trabajó sobre todo en el proceso de
recuperación de las obras, complicado por el soporte obsoleto que las contenía. Finalmente, resultó que
los disquetes atesoraban desde una versión warholiana y pixelosa de El nacimiento de Venus de Botticelli
hasta una adaptación a los ordenadores de aquel entonces del mítico bote de Sopa Campbell, uno de los
iconos creativos del artista, pasando por una imagen de Marylin Monroe.

'Campbell’s', una obra de Warhol de 1985. / Fundación Andy Warhol para las artes plásticas
El proyecto arrancó después de que el artista Cory Arcangel descubriera un vídeo en YouTube en el que
Warhol promocionaba el lanzamiento de un nuevo modelo de Amiga (el 1000). Tras una visita de
Arcangel a Pittsburgh, se puso en contacto con Tina Kukielski, comisaria de la exposición Maestros, en el
museo Carnegie. En busca de respuestas, el dúo acabó hablando primero con el estudio Frank Ratchye y
luego con la CMU. A partir de ahí, Arcangel y Kukielski acudieron al responsable de los archivos del
museo de Warhol, Matt Wrbican, pidiéndole que se investigaran los disquetes almacenados en el centro.
El museo también posee una carta con anotaciones a mano del mánager de Warhol, Fred Huges, quien se
encargó del contrato entre el artista y Commodore, según el propio centro. “Podemos solo imaginar cómo
[Warhol] habría explorado y explotado las tecnologías que hoy en día son tan omnipresentes”, defiende
en el mismo documento Wrbican. Y el director del museo Warhol de Pittsburgh, Eric Shiner, afirma que
el creador "no tenía límites para su trabajo artístico. Estas imágenes creadas por ordenador subrayan su
espíritu de experimentación y su voluntad de abrazar nuevos medios".


J. I. González Faus: «Es obligatorio que
la Iglesia piense cómo los objetos del
culto pueden servir a los pobres»
Creado el 24 abril 2014 por CiJ
Voces. Javier Morán. [La Nueva España] El jesuita José Ignacio González Faus, uno de los dos o tres
grandes teólogos españoles, advierte de las presiones en las que se mueve el Papa Francisco y defiende
que la Iglesia se desprenda de sus bienes en favor de los pobres. González Faus dictó ayer, sábado, la
conferencia “De Romero a Francisco, y los pobres de Cristo”, promovida por el Comité Óscar Romero de
Asturias. Monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, fue asesinado el 24 de marzo de 1980,
después de que denunciase con tenacidad las injusticias de su pueblo. Y aunque antes había sido un
mitrado de corte clásico, fue otro asesinato, el del jesuita Rutilio Grande (12 de marzo de 1977), el que
acentuó sus denuncias en nombre del Evangelio.
González Faus, nacido en Valencia en 1933, ingresó en la Compañía de Jesús en 1950. Culminó sus
estudios teológicos con el doctorado en la Facultad de Innsbruck (Alemania). Ha sido profesor en el
Instituto de Teología Fundamental de San Cugat del Vallés (Barcelona), así como en varias universidades
latinoamericanas. También fue responsable académico del Centro de Estudios Cristianismo y Justicia de
Barcelona. Entre sus libros destacan “La humanidad nueva. Ensayo de cristología” (1974), “Acceso a
Jesús” (1979), “Clamor del reino” (1982) y “Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre” (1989).

Sus últimas obras publicadas han sido “El rostro humano de Dios”, “Otro mundo es posible… desde
Jesús”, “Herejías del catolicismo actual” y “El amor en tiempos de cólera… económica”.
-¿Qué es lo que va de Romero a Francisco?
-Lo que tienen ambos en común es la sintonía evangélica con el mundo de hoy. Una mirada al mundo
desde los ojos del Evangelio que en Romero supuso su asesinato en El Salvador, y en Francisco, con un
magisterio más amplio, supone lo contrario a una mirada puramente ejercida desde el poder religioso, que
es la que tiene muchas veces la Iglesia oficial, como si se creyera la voz de Dios y fuera mucho más la de
un juez que de un hermano. Y en el tiempo que va entre ambos se ha dado lo que el teólogo Karl Rahner
llamó un “invierno eclesial”, es decir, que después del Concilio Vaticano II, por miedo o por la
imprudencia de un lado, vino la reacción de la curia, que se supone la tenía más o menos pensada. Yo
digo a veces que habíamos metido el Concilio en el congelador y a ver si ahora lo sacamos y lo ponemos
un poco al baño María para que vuelva. Quizá la gran promesa de Francisco sea que saquemos la mirada
evangélica del congelador.
-¿Usted acaba de pedir en una carta al Papa que la Iglesia enajene bienes de culto para dárselos a
los pobres?
-En esa carta no hago nada más que citar unas frases de Juan Pablo II cuando dijo que en tiempos de crisis
es quizás obligatorio que la Iglesia piense en cómo los objetos del culto divino pueden servir a los pobres.
Lo único que digo es que, si se hace así, se dará más culto a Dios que teniéndolos metidos donde sea.
-Hay quienes califican esas propuestas de demagógicas, porque ¿a quién se le vendería, por
ejemplo, la custodia del Corpus de Toledo?
-No hablo nunca de vender, sino de enajenar, que es una palabra suficientemente vaga, y digo incluso en
esa carta que se nombre a un grupo de expertos en economía que estudie a ver si con eso se puede hacer
algo. A lo mejor el ejemplo de la custodia de Toledo no está bien puesto, pero hay infinidad de otras
cosas, como cálices de oro y otros objetos. Lo que me hubiera gustado es ver en la Iglesia esa
preocupación y, como no la he visto, pienso que si Francisco moviera a nuestros obispos y les recordara
lo que dijo Juan Pablo II la Iglesia daría un ejemplo y mejor culto a Dios que teniendo esos objetos
guardados en una vitrina.
-Al igual que recuerda esa frase de Juan Pablo II, usted suele citar la tradición de la Iglesia y los
errores que cometió, por ejemplo, en el libro “La autoridad de la verdad. Momentos oscuros del
magisterio eclesiástico”.
-También es algo que le debo a Rahner, es decir, que no descuidemos la tradición de la Iglesia porque,
además de tener algunos aspectos muy lamentables, tiene unas riquezas enormes. Me he metido en la
tradición de la Iglesia y creo que su fuente original, el Evangelio, es la que debe motivar a la Iglesia, y no
el progresismo actual ni cosas de ésas. También me da cierto miedo que las generaciones que nos siguen,
por no saber latín o por ser de otra época, crean que el mundo empieza con ellos o que la tradición de la
Iglesia se reduce al siglo XIX. Pero ésa no es la tradición y me gustaría abogar por volver a lo mejor del
cristianismo original.
-Con la tradición en la mano, ¿se puede ser crítico respecto a la Iglesia del presente?
-Se debe ser porque es evidente que la Iglesia se equivocó muchas veces, lo que pasa es que tal vez esos
errores se pueden contextualizar y decir que en su tiempo no fue un error tan grande. Pero lo terrible es
que cuando una medida discutible se acepta luego se le quiera convertir en palabra de Dios. Pongo el
ejemplo de los Estados Pontificios. No sé si entre Carlomagno y el Papa Adriano I estuvo bien o mal
darle un poder político a la Iglesia. Lo veo oscuro, pero en aquella época era todo muy oscuro. Lo que no
entiendo es que diez siglos después, cuando Italia se quiere unificar, Pío IX diga que los Estados
Pontificios no son suyos, sino de Dios, y que por ello no puede cederlos. Eso no tuvo sentido. Puede que
en el siglo IX fuera una medida de excepción, pero en el siglo XIX no tenía ningún sentido y hubo que
quitarlo a la fuerza, por desgracia.
-En sus críticas a la Iglesia o en sus escritos ¿ha recibido alguna censura de la Santa Sede?
-Sí he tenido alguna, pero no ha llegado la sangre al río. Y en parte también porque mis superiores
jesuitas se han portado muy bien conmigo, incluso en la curia general de la Compañía en Roma.
-Apelando también a la tradición, varios cardenales se han manifestado contra la solución
propuesta por el cardenal Kasper para los divorciados vueltos a casar y que consiste en darles una
segunda oportunidad para que puedan acceder al sacramento de la confesión y de la eucaristía. ¿De
qué parte está usted?
-Dicho así es como preguntar si uno es del Barça o del Madrid, pero comparto la visión de Kasper, y los
que se han manifestado en contra son tres o cuatro cardenales, que tampoco son muchos. Sí que me
extraña que se haya opuesto el cardenal Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
porque le he leído recientemente una cosa sobre la Teología de la Liberación, en el libro publicado con
Gustavo Gutiérrez, que es de lo mejor y más lúcido que se ha escrito. Me he preguntado si, en el caso de
que en 1984 hubiera estado Müller en el puesto de Ratzinger, habría salido aquel documento no tan

afortunado sobre la Teología de la Liberación. En cuanto a que esos cardenales apelen a la tradición
frente a la idea de Kasper está muy bien, pero ya en los Evangelios se nota que la misma tradición de
Jesús tiene aplicaciones y excepciones. Por ejemplo, en la cláusula que pone San Mateo, cuando dice que
es adúltero quien repudia a su mujer, salvo en caso de “porneía”. Ésta es una palabra que se puede
traducir por “prostitución” o por “unión ilegal”. Pero, además de ser difícil su traducción, es casi seguro
que esa salvedad no la dijo Jesús, sino que la introdujo el autor del Evangelio para aplicar a su tiempo las
palabras del maestro.
-¿Y la segunda oportunidad que dan los ortodoxos?
-Más tarde, la Iglesia ortodoxa estableció lo que se llama “disciplina de la misericordia”. Es evidente que
el matrimonio debe tender a expresar la totalidad y la fidelidad entre las personas y que no tiene vuelta
atrás el amor de Dios, pero igual que un cura puede fallar en su vocación, puede haber un error, puede
fallar algo en el matrimonio. Entonces, cuando se produce el error, la Iglesia ortodoxa dice que cabe una
“disciplina de misericordia”. Apelando a la tradición, el Concilio de Trento no quiso condenar a las
iglesias ortodoxas por seguir esa “disciplina de misericordia”, y como mucho dice que la Iglesia católica
no hace mal si no la sigue. No aplicar la misericordia podía no ser malo en tiempos de Trento, pero sí que
puede hacer mal en el presente.
-Usted ha dicho que al Papa Francisco lo rodean “los fariseos y los herodianos”.
-”Fariseos y herodianos” es una expresión del Evangelio de San Marcos que narra el hecho de que hubo
una conducta de Jesús que molestó y a partir de ahí fariseos y herodianos se pusieron de acuerdo para
acabar con él. Tomé esa expresión porque los fariseos y los herodianos no se podían ver en aquellos
tiempos, pero a la hora de tener un enemigo común resultó que se sintieron unidos. No sé quiénes son hoy
los fariseos y los herodianos, si la CIA, si el KGB, si la mafia, si la curia romana… No lo sé, pero sí
parece que hay algo que en estos momentos está creando una resistencia a Francisco. De hecho, un
hombre tan institucional como Andrea Riccardi, fundador de las comunidades de San Egidio, acaba de
hacer unas declaraciones diciendo que cuidado, porque el Papa está teniendo unas resistencias muy
fuertes.
-Antes se ha referido a la Teología de la Liberación. A iniciativa de Müller, Francisco recibió a su
creador, Gustavo Gutiérrez. ¿Está cambiando algo al respecto y hay que hacerla, aunque sea sin
nombrarla?
-Eso ya lo decía Gustavo Gutiérrez: si no quieren utilizar la expresión, que no la utilicen, pero hay que
pensar desde Dios la situación de este mundo de hambre, de miseria, de pobres, de enormes diferencias.
Se le puede llamar como queramos, pero está claro que eso es contrario a la voluntad de Dios. Lo mejor
de Müller no es que consiguiera una audiencia de Gustavo Gutiérrez, que, por otro lado, se la merece
porque ha sido un hombre fiel que nunca ha querido romper con la Iglesia y es de los hombres que yo
canonizaría rápidamente. Lo mejor de Müller es ese libro que he mencionado y que escribieron entre los
dos. En el capítulo cuarto hay una comprensión tan profunda por parte de Müller sobre lo que es la
Teología de la Liberación que ya convendría que la leyeran todos esos que creen que es marxismo
recalentado y todos esos eslóganes que vienen de Wall Street.
-Con Francisco, los jesuitas están en palmitas: el Papa canonizará a Fabro y Anchieta, visitó la
tumba del padre Arrupe y concedió la célebre entrevista a las revistas de la Compañía. ¿Es bueno o
es malo?
-No me gusta estar en palmitas. Comprendo que este Papa es jesuita y, por ejemplo, puede tener una gran
devoción al padre Arrupe. Ése es un nivel de su existencia personal, pero una vez que es Papa hasta cierto
punto ya no es jesuita para el resto de la gente, sino que es el hermano Francisco, sucesor de Pedro, y
nada más. Por lo que toca a los jesuitas, tenemos de todo: algunos estarán contentos con Francisco, pero
yo sé que también hay jesuitas que no acaban de entender a Francisco. No sé quién dijo una vez que lo
mejor que tenemos hoy en la Compañía es que somos la orden más dispar y ya no nos peleamos, porque
cuando yo era joven nos estuvimos peleando mucho tiempo, pero hemos aprendido a convivir.
Teología de la liberación y su rehabilitación por
el Papa Francisco
Editado por

Francisco Xavier Sánchez
Dos de los principales aportes contemporáneos de América Latina al mundo son sin lugar a dudas la
Literatura y la Teología de la Liberación. Desde México hasta Argentina encontramos una riqueza
considerable de poetas, cuentistas y novelistas reconocidos a nivel mundial. Contamos con varios premios
Nobel de literatura y reconocimientos internaciones en nuestro continente: Cortázar, Borges, Neruda,
Vargas Llosa, García Márquez, Octavio Paz, Carlos Fuentes, etc., etc., etc., la lista es larga. Lo mismo
podemos decir de nuestros teólogos que han buscado no sólo adaptar, sino sobre todo encarnar la teología
–que primero se desarrolló en la cultura semita, luego griega y finalmente europea– en el contexto
latinoamericano.
Recuerdo que está búsqueda por entender el mensaje de Cristo (y en general de la Biblia) en la situación
de opresión, miseria, injusticia y violencia que vivimos en América Latina, no es algo nuevo.
Prácticamente desde la llegada del cristianismo en América (12 de Octubre de 1492) hubo religiosos que
se preocuparon por sembrar la Palabra de Dios en el así llamado “Nuevo mundo”, con el riesgo, pero
también con la esperanza, de que surgiera algo “nuevo” o más bien dicho con “matices distintas” a la
teología europea. Bartolomé de las Casas es uno de los padres de la teología de la liberación en nuestro
continente.
La semilla de la Palabra de Dios no es neutra, ella se nutre del suelo en el que ha caído. No es lo mismo
predicar la Palabra de Dios en Manhattan que en un barrio periférico de Guatemala; no es lo mismo decir
un sermón en Las Lomas de Chapultepec que en el Valle de Chalco.
En los años 60s un grupo de teólogos latinoamericanos, motivados por la apertura que mostraba Vaticano
II y por las necesidades que existían en América Latina, buscaron analizar la situación socio-económica
de nuestros países a la Luz de la Palabra de Dios. ¿La Biblia tiene que decir algo sobre las muertes
prematuras de los niños por falta de comida? ¿O sobre el desempleo, la prostitución, la droga y la
corrupción en nuestros países? ¿Podemos encontrar en la Palabra de Dios algún aguijón que nos motive al
cambio social en nuestro continente y que no sea opio para el pueblo como lo pensaba Marx a mediados
del siglo XIX?
Uno de los principales creadores de esta teología –que habla y reflexiona sobre Dios a partir de los
pobres– es el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez (1928), considerado por algunos como el padre de la
Teología de la Liberación. Su libro del mismo nombre Teología de la liberación (1971) está considerado
como el acta de nacimiento de este movimiento no sólo teológico, sino también y sobre todo pastoral y
social.
Me da gusto enterarme de que en estos días el nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe, Gerhard Ludwig Müller, que se ocupa de velar por la recta interpretación y transmisión de la doctrina
cristiana, acaba de publicar un libro: Pobre y para los pobres, en el que habla favorablemente de esta
reflexión teológica latinoamericana. Libro que fue comentado por Gustavo Gutiérrez en Roma, el día se
su presentación, y que cuenta además con el prólogo escrito por el Papa Francisco.
Más adelante espero poder seguir comentando el tema de la Teología de la Liberación. Sin embargo desde
ahora me parece que la Iglesia, tan critica hace algunos años a todo lo que “oliera” a izquierda, ahora
parece querer buscar reconciliarse con este movimiento que no busca sino poner en practica la radicalidad
del evangelio. Unos matan a los profetas, decía el Señor y otros les hacen estatuas. Gracias Papa
Francisco por buscar devolvernos la novedad y frescura de los Evangelios.
Dar una memoria a Europa: por una Europa
pluralista contra una Europa laicista

Johann Baptist Metz[1]


1.- ¿Un proyecto «secular»?

No es el cristianismo el único que tiene hoy problemas consigo mismo Otro
tanto le ocurre a la Europa política; y, precisamente, por lo que atañe al cristianismo.

¿Qué quiero decir con esto? En las discusiones de los últimos años en torno a la
aprobación de la Constitución de la Unión Europea (más exactamente, del tratado para
la Constitución de la Unión Europea) podía oírse una y otra vez: «Europa es un
proyecto secular y, por tanto, el cristianismo no tiene lugar alguno en la
Constitución europea».

Es absolutamente necesario examinar este punto con más detenimiento; y, en
concreto, tanto en lo relacionado con el significado del término «secular» como en lo
referente a la neutralidad religioso-cosmovisional de la Constitución europea que se
sigue del «proyecto secular Europa». Pues existen dos versiones radicalmente
contrapuestas de tal neutralidad. La una puede ser caracterizada como versión
laicista; la otra, como versión pluralista; y, según por cuál de ellas se opte, el clima
intelectual-moral, el ethos de la nueva Europa, será de índole laicista o de índole
pluralista.

La versión pluralista del tratado de la Constitución no excluye la religión de la
vida pública, sino que la obliga a confrontarse públicamente con el constitutivo
pluralismo de religiones y visiones del mundo. Y lo hace desde la garantía que la
Constitución ofrece a la libertad religiosa, que es definida tanto positiva como
negativamente, esto es, con la intención de que sea protección «para» la religión, pero
también protección «frente a» la religión.


Por el contrario, la versión laicista (que, como es sabido, sólo resulta
comprensible sobre el trasfondo de una muy determinada constelación histórica en
Francia) insiste en una estricta privatización de la religión. En realidad, no es neutral
respecto de la religión, pues en su concepto de neutralidad privilegia a la fuerza la
libertad religiosa negativa (en cuanto libertad de toda religión). En su esencia, es anti-
pluralista. Una Constitución europea de tenor laicista avasallaría de una manera
auténticamente fundamentalista a todas aquellas constituciones nacionales en Europa en
las que se ha plasmado un modo diferente (del francés) de abordar públicamente la
religión. Esta versión laicista, tal como se ha impuesto en el actual texto constitucional,
no persigue una Europa secular, sino una Europa secularista.

Es posible que hoy no sean pocos los que perciban en esta versión laicista un
ethos constitucional para Europa que remite hacia delante, que señala el camino hacia el
futuro. Yo, por mi parte, no puedo reconocer en ella sino una suerte de visión ajada
para Europa, una visión que ignora la hoy creciente percepción de la contradictoria
dialéctica de los procesos de una ilustración unidimensional y una secularización chata.
La versión laicista pretende someter (de forma, por así decirlo, fundamentalista) la vida
pública europea a un paradigma no dialéctico de secularización.

2.- ¿Dialéctica de la secularización?

En este contexto, me gustaría ocuparme brevemente de una discusión de
filosofía de la religión que está teniendo lugar hoy en Alemania.

Siempre he sentido curiosidad por saber por qué la Escuela de Frankfurt, más
allá de su «dialéctica de la Ilustración», nunca habló en realidad de una «dialéctica de la
secularización». Ahora parece que, por ejemplo, en la última fase de J. Habermas se
abre la posibilidad de una «traducción» filosófica de las religiones sustanciales, una
«"traducción" en la que lo "traducido" no se torna superfluo» (J. Reikerstorfer), una

traducción en la que la filosofía (de la religión) no reemplaza, sin más, al auténtico
lenguaje de la religión en orden a prescindir de él en el discurso público de la
Modernidad y en las propuestas de una integración normativa del pluralismo
constitutivo de ésta.

Dejemos la palabra a J. Habermas: «Garantizar iguales libertades éticas para
todos requiere la secularización del poder del Estado, pero prohíbe la excesiva
generalización política de la concepción secularista del mundo. Los ciudadanos
secularizados, en el ejercicio de su papel de ciudadanos del Estado, no pueden
negar por principio un potencial de verdad a las imágenes religiosas del mundo,
como tampoco pueden cuestionar el derecho de sus conciudadanos creyentes a
contribuir, en el lenguaje religioso que les es propio, a las discusiones públicas. La
cultura política liberal puede incluso esperar de los ciudadanos secularizados que tomen
parte en los esfuerzos por traducir del lenguaje religioso a otro lenguaje públicamente
accesible contribuciones que sean relevantes».

Esta definición operacional de una «dialéctica de la secularización» en el marco
de las sociedades de discurso burguesas suscita, sin embargo, preguntas aclaratorias
críticas. ¿No subestima Habermas en su planteamiento teórico-discursivo el poder
intelectual y crítico de la base anamnética del discurso público, que a través de la
tradición judeo-cristiana no sólo se ha incorporado a la ética creyente, sino también a la
ética racional de la humanidad, y que asimismo se refleja, por ejemplo, en el entorno de
la Escuela de Frankfurt, en concreto en la metafísica negativa de W. Benjamín y Th.W.
Adorno?

3.- Bajo el hechizo de la amnesia cultural

Es probable que nunca haya echado yo en falta la base anamnética del discurso
público con tanta claridad como en las discusiones sobre el tratado para la Constitución
de la Unión Europea. Evidentemente, la apelación a esta base anamnética tendría que
haber dado razón de por qué y cómo una opinión pública orientada a la memoria
puede ser, de hecho -precisamente a la vista de la historia europea-, fundamento
del entendimiento y la paz, demostrando que con ella no se lesiona de raíz ni se revoca
uno de los más importantes logros de la ilustración política. Pues ¿no son justamente los
arraigados recuerdos histórico-culturales colectivos los que siempre dificultan el
entendimiento, los que una y otra vez conducen a dolorosos conflictos y dramáticas
enemistades (internacionales tanto como nacionales), los que hasta hoy sirven de
alimento a todas las guerras civiles, abiertas o latentes?

Mi intento de elaborar la memoria passionis como categoría básica de la
teología en una opinión pública pluralista pretende salir al paso de este peligro y esbozar
al mismo tiempo una forma de abordar la opinión pública pluralista accesible y exigible
a todos los seres humanos, sin replegarse por ello en la racionalidad formal y
meramente racio-procedimental de los discursos.

Sin embargo, a la vista del tratado para la Constitución de la Unión Europea, que
entretanto ha sido aprobado [N. del Traductor: aunque no ratificado por todos los países
miembros, lo cual ha conducido a su estancamiento], parece como si Europa hubiera
perdido por completo su memoria, como si hubiera sucumbido a esa amnesia
cultural que progresa de forma no dialéctica y que, como salta a la vista, muchos
europeos tienen sin más por auténtico progreso. Al final de este «progreso» estaría el

biotecnológico «experimento hombre», el cual ya no se dejaría limitar de forma
normativa por recurso alguno a la memoria. En la controversia pública en torno a las
«imágenes del ser humano» y los «valores», el cristianismo insiste en que el ser humano
no es sólo un experimento de sí mismo, sino también -y de forma aún más fundamental-
su propia memoria. Y la teología reivindica en el discurso racional contemporáneo
la distinción entre racionalidad técnica y racionalidad anamnética. Su insistencia en
esta distinción responde al deseo de apoyar la protesta de una política de la memoria -
para la que el ser humano era, es y seguirá siendo algo más que (y distinto de) el último
fragmento de naturaleza no sometido todavía a total experimentación- contra la plena
autorreproducción del ser humano en el experimento biotecnológico que se perfila en el
horizonte. Después de todo, tampoco la política de discurso imperante hoy en esta
controversia pública puede defenderse contra su avasallamiento por la cada vez menos
confinada bio-política, si no es recurriendo a una semántica sobre el tema «ser humano»
alimentada por el recuerdo.

El preámbulo del tratado para la Constitución europea se ocupa del clima
intelectual-moral de Europa; en una palabra, del ethos europeo, el cual es descrito ahí
exclusivamente con atributos tan manidos y ahistóricos como «cultural, religioso,
humanístico». ¡Pero, como ya ha quedado dicho, la determinación del ethos europeo no
es posible al margen de la memoria histórica de su génesis! ¡Requiere cerciorarse de las
profundas estructuras histórico-culturales de Europa, exige mencionarlas! La
democracia se basa ciertamente en el consenso, pero el ethos democrático se apoya
sobre todo en la memoria. Lo cual, a su vez, da razón del hecho y el modo en que los
«legados» (cultura, religión, humanismo) citados de forma abstracta en la Constitución
de la Unión Europea, lejos de haberse desarrollado con independencia unos de otros, se
hallan diversamente entrelazados en recíproca crítica e inspiración; y así es como
impregnan el ethos de Europa.

Al fin y al cabo, no es casual que el Estado neutral que garantiza y protege la
libertad religiosa -lo cual hace que ese Estado sea secular- haya surgido
precisamente en el espacio cultural histórico marcado en parte por la herencia
judeo-cris-tiana. ¡Por lo que respecta a la comprensión y praxis de la libertad
religiosa, no todas las religiones son iguales! La consideración de esta desigualdad
pertenece, a mi juicio, a la responsabilidad por la cultura política de Europa. Por eso la
«herencia judeo-cristiana», que en un largo proceso histórico de aprendizaje ha
afirmado y desarrollado para sí misma (no sin resistencias internas) esta forma plena de
la libertad religiosa, debería ser mencionada explícitamente entre las «herencias de
Europa»; precisamente con vistas a asegurar en la práctica la plena libertad religiosa y el
pluralismo basado en ella.

En este sentido, en noviembre de 2003, en una carta abierta al entonces ministro
alemán de Asuntos Exteriores, propuse que la débil e imprecisa fórmula que estaba
previsto incluir en el preámbulo de la Constitución («inspirándose en las tradiciones
culturales, religiosas y humanísticas de Europa») se completara al menos « con una
mínima precisión: «inspirándose en las tradiciones culturales, o religiosas -en especial,
la judeo-cristiana- y humanísticas de Europa». Lo cual, según me aseguró el ministro de
Asuntos Exteriores, fue imposible de aprobar en la comisión constitucional, a causa de
la oposición por parte de Francia y de Bélgica.

4.- El peligro de la auto-privatización del cristianismo

Como siempre, la «dialéctica de la secularización» a que acabo de aludir no
conduce, en cualquier caso, a una opinión pública libre de religión, sino a una opinión
pública pluralista desde el punto de vista religioso y cosmovisional, a una opinión
pública en la que la libertad religiosa se plasma en la práctica. A la vista de esta
situación, sobre el cristianismo europeo se cierne, a mi juicio, un nuevo peligro
elemental. Ya no es -no, al menos, en primer lugar- el peligro de una privatización del
cristianismo impuesta al cristianismo desde fuera por el estado secular. Se trata, más
bien, del peligro de que el cristianismo, bajo la presión anónima de una opinión
pública pluralista desde el punto de vista religioso-cosmovisional y cada vez más
privatizada, cuestione su propia identidad y misión. El cristianismo europeo no está
amenazado sólo por los peligros de la auto-secularización, sino también por los de la
auto-privatización de lo no secularizable.

Como he mencionado en el capítulo anterior, hace ya muchos años intenté
desarrollar un programa de desprivatización bajo la rúbrica de una «nueva teología
política». En el tiempo transcurrido desde entonces se ha pasado a una segunda fase de
desprivatización, centrada en la superación de las tendencias a la auto-privatización
del cristianismo eclesial en general

En §12 he aludido ya a dos síntomas de esta auto-privatización eclesial: por una
parte, las tendencias -de resonancias fundamentalistas- a concebir la Iglesia como un
«pequeño rebaño», en el que Dios se convierte, por así decirlo, en propiedad privada
de la Iglesia; y, por otra, la tendencia cuasi-liberal a una iglesia de servicios
burguesa que, si bien contribuye al encuadramiento privado de la vida en un mundo de
vida crecientemente difuso e indescifrable, nada aporta a la configuración pública de la
vida.

En el citado §12 he llamado la atención sobre el peligro y la forma en que el
decreto del Concilio Vaticano II «Sobre la libertad religiosa», singularmente importante
y meritorio en orden a la cuestión que nos ocupa, pueda ser malinterpretado como una
invitación a la auto-privatización de la Iglesia. Pero ¿qué aspecto tendría un cristianismo
que lograra sustraerse con éxito al peligro de su auto-privatización en una Europa
pluralista? ¿Es la pretensión pública del cristianismo realmente compatible con la
pluralidad? ¿De qué modo se puede hablar de la rememoración bíblica de Dios en una
opinión pública estrictamente pluralista? Y, por otra parte, ¿qué ocurriría si el uso
público de la razón se sustrajera a la dialéctica de recuerdo y olvido y buscara fundarse,
por ende, de manera exclusiva en el olvido? Esto es, ¿qué ocurriría si la amnesia
cultural se impusiera definitivamente en el uso público de la razón en Europa?

Después de todo lo dicho, es evidente que la mención de la herencia judeo-
cristiana en la configuración de Europa no favorecería la exclusión de otras
tradiciones religiosas, sino que, antes al contrario, posibilitaría la convivencia
pacifica y fructífera en el espacio público pluralista de Europa.

A la vista del desarrollo demográfico de Europa, cada vez resulta más urgente
un diálogo interreligioso entre cristianos y musulmanes orientado a la capacidad
de aceptación del pluralismo. ¿Cómo se sitúa, por ejemplo, el islam en lo referente a
la comprensión y práctica de la libertad religiosa? ¿Y en lo relativo a la siempre precaria
relación entre monoteísmo y pluralismo, entre monoteísmo y violencia? Y el
cristianismo, por su parte, ¿hasta qué punto no se priva a sí mismo -con la resignada

auto-privatización de la religión que lleva a cabo- de su auténtica capacidad de
aceptación del pluralismo?

La importancia de estas preguntas y otras semejantes -a las que el planteamiento
laicista se cierra de antemano- para la configuración política y cultural de Europa se
pone de manifiesto, sobre todo, una vez que ya no puede ser excluida la incorporación a
largo plazo de Turquía a la Unión Europea.

En la anteriormente mencionada carta al ministro alemán de Asuntos Exteriores
(con fecha de 23 de noviembre de 2003) también se dice: «La mención expresa de la
herencia judeo-cristiana de Europa exige, sin embargo, establecer un criterio para las
futuras negociaciones con Turquía, algo sobre lo que hasta ahora apenas se ha discutido,
aunque afecta a la cultura política. No ha sido el Corán, sino (sobre todo) la Biblia la
que ha impreso su sello en el trasfondo religioso-cultural de la historia de Europa.
Lo cual también tendría que ser reconocido por una Turquía deseosa de ser
aceptada en la Unión, pues Europa no puede ni debe querer ampliarse al precio de
la amnesia cultural».

Un cristianismo que transmite el principio bíblico de la igualdad incluso en su
versión moral ofrece, conforme a las reflexiones de §11 y §12, un ethos basado en la
autoridad de los que sufren que, desde el reconocimiento del pluralismo de nuestras
circunstancias y convicciones, puede revelarse como universalmente vinculante.

De ahí que la teología política no contemple posibilidad alguna de renunciar a
un derecho racional de carácter universal mediado negativamente, en este sentido, por la
autoridad de los que sufren. Por eso critica, asimismo, que se levante contra la razón una
sospecha generalizada de incompetencia, al tiempo que intenta fundar las pretensiones
de universalidad de ésta en el carácter dialéctico de la razón anamnética.

[1] “Memoria passionis. Una evocación provocadora en una sociedad pluralista”, Sal Terrae, 2007, 196-
203

Juan XXIII, hombre de Dios (para desatar el nudo de
la Iglesia)
Editado por
Xabier Pikaza Ibarrondo
El próximo domingo (27.04.14) será canonizado Ángelo Roncalli, que fue Papa con el nombre
de Juan XXIII. Sobre su vida y obra de papa cristiano que supo "desatar" el nudo que la Iglesia
había corrido, cerrándose a sí misma, y pudo lograr así que actuara el Espíritu Santo en el Concilio
Vaticano II hablaré en este post, al que seguirán otros dos (uno sobre Pablo VI y el Vaticano y, otro sobre
Juan Pablo II, que también será canonizado).
No necesitaba ni necesito su canonización, pues para mí ha sido y sigue siendo un signo, un don de
Dios par la iglesia. Me alegra saber que el Papa Francisco no haya querido aprobar un “milagro externo”
(siempre dudoso) para canonizarle, sino que ha escuchado la voz de millones de católicos y cristianos (y
hombres de buena voluntad, fuera y dentro de las iglesias) que le han amado y le siguen amando.
Ha sido el Papa de mi juventud y de mi primera madurez, un Papa con el que he seguido vinculado

siempre, de un modo cordial e intelectual.
-- No fue un teólogo (¡no hace falta ser teólogo para ser ministro de la iglesia!), sino un hombre de fe, un
campesino de familia pobre, como Jesús, pero abierto, con la fe de Jesús, a los problemas de la nueva
humanidad del siglo XX, para ponerlos a la luz del evangelio.
-- Es, sin duda, el hombre más importante de la Iglesia Católica (y quizá de todas las iglesias) del siglo
XX. Jesús le dio las llaves de la Iglesia, como se las había dado a Pedro, para “desatar y abrir” (cf. Mt 16,
18), dejando así al camino abierto al Espíritu Santo, en el concilio Vaticano II. Del trasfondo de su vida
quiero hablar en este post, situando su camino y obra a la luz de los papas de la primera mitad del
siglo XX.
Hablando de él hablaré en el fondo de mi propia vida y de la vida de millones y millones de cristianos que
somos lo que somos por lo que él fue (y por lo que sigue haciendo).
1. ANGELO RONCALLI, JUAN XXIII. PEQUEÑA VIDA

Angelo Roncalli (*1881), hijo de una familia numerosa de campesinos lombardos, fue ante todo un
hombre bueno de su tiempo. Ingresó con once años en el seminario de Bérgamo (1892) y de adolescente
asumió y profesó la regla de la Tercera Orden de San Francisco (1897), siendo hasta el fin de su
vida un franciscano de corazón y vocación. Se ordenó presbítero el año 1904 y, desde entonces, a lo
largo de diez años fue secretario de su obispo y profesor de seminario, sin más estudio especializado que
la vida. Fue enfermero y capellán en la gran guerra (1914-1918), y después colaboró en la Obra Pontificia
de la Propagación de la fe, siendo enviado especial del Vaticano en Bulgaria (1925), delegado apostólico
en Turquía (1934) y nuncio en Francia (1944), para ser después Patriarca de Venecia (1953) y luego Papa
(1958).
Su vida fue un camino de sorpresas. No estaba especialmente preparado para nada, y de esa forma pudo
ser todo, en manos de la providencia de Dios en la que él confiaba. De esa forma conoció la vida desde
dentro, formando parte de ella, en contacto con los “hermanos” ortodoxos (Bulgaria) y con los “amigos”
musulmanes (Turquía), para animar y dirigir la vida de la más compleja de todas las iglesias católicas de
entonces, tras una guerra implacable que había dividido a la población católica, a favor y en contra del
pacto con los nazis (en Francia). Fue después con un párroco rural de una iglesia grande, llena de
tradición (Venecia), donde llegó con 72 y dos años, dispuesto a compartir con su gente el resto de sus días
y morir así tranquilo, dando gracias a Dios por la vida.
Pero la mano de Dios le siguió tocando y así, sin esperarlo ni buscarlo, cuando tenía ya casi 77 años
fue nombrado papa, labor que realizó durante cinco años (1958-1963) con el nombre de Juan XXIII, los
cinco años claves del gran cambio de la Iglesia Católica. Fue una suave brisa, como la del Dios del Horeb
para Elías, pero todo lo cambió, abriendo un camino del que seguimos viviendo todavía.
Lo recuerdo perfectamente, su elección, su pontificado, su muerte. Yo era un adolescente, pero vivía con
mucha fuerza los caminos y tareas de la Iglesia. De lo que entonces aprendí y viví, siguiendo por dentro la
gran aventura de este Juan Roncalli, que fue a la vez el Juan Bautista, precursor de la nueva venida del
Cristo, y Juan Evangelista, el primer Teólogo Cristiano (según la tradición de Oriente), sigo viviendo
todavía.
No necesito que le hagan “santo” (a pesar de que, en el contexto actual de la iglesia me ha parecido
bien el “golpe de mano” del Papa Francisco, que ha decretado que Juan XXIII sea santo sin
“milagro aprobado” por la Curia Romana, para contrarrestar la santidad discutida y curial de Juan
Pablo II)… No necesito que le hagan santo, he dicho. No me “pega” llamarle San Juan XXIII, me basta
con llamarle Juan.
He sabido siempre que era santo, desde el día en que murió. Fue un hombre de Dios, abierto al misterio
de la vida y de la fraternidad de Jesús, muy franciscano, por encima (o a través) de los ministerios que
fue ejerciendo a lo largo de su vida. Fue un hombre de humor y de amor, de gran valentía. No tenía más
principios claros que el amor y el diálogo cristiano, la confianza en el Espíritu Santo, como muestra su
Diario Íntimo, que una y otra vez he leído, un poco al azar de la vida.

Pocas cosas más puedo aportar sobre Juan XXIII estos días, con ocasión de su “subida a los
altares” (27. IV. 2014), a no ser situarle en el contexto de los papas de su tiempo, empezando por
Leon XIII, Pio X Benedicto XV, que marcaron el comienzo de su experiencia al servicio de la Iglesia
Universal, desde su casa de labranza y desde el seminario de Bérgamo, de donde salió para descubrir la
violencia de la vida en la gran guerra (1914-1918) y para iniciar después su andadura en la Obra
Pontificia de la Propagación de la fe.
Sólo recordando y conociendo lo que hicieron los seis papas anteriores, en cuyo tiempo vivió y a
cuyo servicio trabajó, se podrá conocer lo que fue su novedad, su aporte sencillo y genial a la vida
de la Iglesia. Fue siempre obediente a los papas para quienes trabajó, cada vez de manera más intensa.
Fue obediente, pero no sumiso… Supo ver y aprender con ojos nuevos lo que había y nacía en su mundo

distinto, como un campesino de Dios, que escucha y escucha, para sembrar cuando llegue su tiempo.
2. LOS PAPAS DE JUAN XXIII
1. León XIII (1878-1903). El papa de su infancia.
Fue un papa dialogante, pero se mantuvo encerrado en el Vaticano, como protesta contra la
“invasión” italiana de los Estados Pontificios (1970). Mantuvo los principios doctrinales y morales del
Sílabo de Pío IX (en los que se condenaban todas las “doctrinas modernas” (desde la libertad religiosa
hasta la democracia), pero fue más “moderno” que Pío IX, esforzándose por dialogar con la sociedad real
de su tiempo, aceptando, en un plano político, las diversas formas de gobierno, e insistiendo en el valor de
la justicia (Rerum Novarum, 1891), para abrir de esa manera un camino por el que seguirán los siguientes
papas y en especial Juan XXIII con su encíclica Mater et Magista.
Fue pues un “papa social”, que supo ver el cambio de los tiempos en el campo de la economía e incluso
de la política, pero no pudo cambiar la situación de la Iglesia. Quiso renovar la teología, pero su opción
por un tipo de tomismo (encíclica Aeterni Patris, 1879) no fue quizá la más adecuada en un mundo en el
que habían surgido ya otras formas de pensamiento. De todas formas, quiso y pudo conectar con el
mundo, de manera que, a pesar de su “encierro vaticano” (como prisionero de Italia), vino a convertirse
en una de las referencias morales de la humanidad. Quiso ampliar la visión de la Iglesia a todos los
continentes, aunque siguió muy vinculado a las tradiciones de Roma.
2. Pío X (1903-1914). El papa de su juventud.

Fue el primer papa campesino (=proletario) de la Iglesia moderna (todos los demás habían provenido de
un tipo de “nobleza”. Un hombre de de inmensa piedad y gran hondura espiritual, muy preocupado por
los problemas de la Iglesia. Pero, a diferencia de León XIII, no supo abrirse a la realidad del mundo,
de manera que su actitud fue más conservadora (restauradora). En esa línea se mueve su condena del
“movimiento modernista” (Lamentabili, Pascendi, 1907) donde recoge y rechaza “todas” las herejías.
Fue el papa que se opuesto no sólo al modernismo teológico (con sus posibles riesgos), sino a tipo de
búsqueda de libertad eclesial, de pensamiento y de vida. Tuvo miedo de una posible “verdad” que se
separara de la seguridad del magisterio romano. Su rechazo fue global, autoritario y poco matizado,
contrario a los nuevos descubrimientos en el campo de la historia y de la exégesis bíblica, y su actitud
tuvo consecuencias nefastas en el diálogo de la Iglesia con la ciencia moderna, produciendo una situación
triste de ruptura entre la Iglesia y la modernidad. Evidentemente, los tiempos no estaban maduros para un
diálogo efectivo en ese campo.
A pesar de ello, su pontificado fue importante en el aspecto interno de la Iglesia romana: Organizó y
racionalizó las estructuras de la Curia Romana e impulsó el apostolado de los laicos, promoviendo la
acción católica, con una presencia más fuerte de los católicos en la vida social… Insistió en la misión
universal de la Iglesia, promoviendo la obra pontificia de la Propaganda Fide (propaganda de la fe)… en
la que colaborará muy pronto Ángelo Roncalli (ordenado presbítero el año 1904, al comienzo del
pontificado de Pio X). Esta iniciación de Rocalli en la tarea de la propaganda de la fe marcará toda su
vida, como he señalado y señalaré.
3. Benedicto XV: 1914-1922. Proyecto de paz en medio de la guerra.
Fue el Papa de la Gran Guerra, el Papa que confió ya en Ángelo Roncalli, a quien recibió en la
Congregación para la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe. Fue un hombre de paz; sin su ejemplo y
testimonio el Papa Juan XXIII no habría podido escribir después la Pacem in Terris.
‒ El principio del pontificado de Benedicto XV coincide por la Gran Guerra (1914-1918), que señala
el fin de los “sueños idealistas” de la Belle Époque: Los países europeos, que se habían creído portadores
de civilización y progreso mundial se enfrentan y luchan de forma despiadada, empleando su potencia y
su técnica para matarse unos a otros y dominar el mundo. En ese contexto, el Papa se mantiene imparcial
ante los contendientes (a pesar de las tensiones que recibe, de un lado y de otro), pero condenando la
guerra y promoviendo una intensa labor de asistencia social. Es evidente que esta Europa de la guerra
universal había dejado ya de ser cristiana, en un plano político.
‒ Un proyecto de paz, dos sistemas políticos. Benedicto XV definió la guerra como «carnicería
horrenda» y «destrucción inútil», y quiso abrir un camino que llevara a la paz, en una línea definida
por el desarme, la aceptación de un arbitraje internacional para resolver los conflictos entre los pueblos, y
la libertad de comunicación. Éste es un camino que la Iglesia no ha terminado de recorrer aún, tras casi
cien años de historia conflictiva, como ha puesto de relieve el papa, J. Ratzinger, que ha querido tomar su
mismo nombre: Benedicto XVI (2005 ss). Por otra parte, el final de esta 1ª Guerra Mundial marcó el
despliegue de dos sistemas antagónicos: El comunismo (que triunfó en Rusia: 1917) y el capitalismo, que
se desarrolló de un modo más intenso, a partir de Estados Unidos de América.
‒ Primer código unitario de la iglesia. Desde las Decretales del Gelasio (492-496), las Seudo-
Isidorianas (s. IX) y la reforma gregoriana (s. XI-XII), el Derecho ha sido esencial en la vida de la iglesia.
Pero la compilación y unificación orgánica de sus leyes sólo ha culminado y se ha concretado de un modo

oficial a principios del siglo XX, con la elaboración y fijación del Codex Juris Canonici (CIC, Código
Derecho Canónico), preparado bajo Pío X y promulgado por Benedicto XV (1917), que unifica y
sistematiza las colecciones anteriores. Este Código, con los retoques introducidos bajo Juan Pablo II, en la
edición del 1983, para adaptarlo en principio al Vaticano II, sigue vigente en la actualidad y constituye un
monumento jurídico ejemplar, aunque recoge y ratifica una visión de la iglesia y del Papa más propia del
siglo XI-XII. Muchos católicos piensan que el espíritu del Vaticano II, con el retorno a las raíces de la
Iglesia, no ha llegado al Código, de forma que sigue siendo necesario un cambio radical en este campo.
4. Pío XI: 1922–1939. Nuevo Estado Vaticano. Un papa por la libertad
Fue quizá el papa que más influyó en la vida de Juan XXIII, un papa de talante “liberal”, si puede
emplearse esa palabra, un Papa abierto a la nueva realidad política y social, un papa realista, que supo
pactar cuando le pareció necesario pactar, pero que se mantuvo firme frente al totalitarismo fascista y
nazi.
‒ Pio XI fue el papa de los Pactos Lateranenses. Desde el 1870 (cuando los soldados de Víctor Manuel
II conquistaron Roma), tanto Pío IX como sus sucesores (León XIII, Pío X y Benedicto XV) se
declararon y sintieron prisioneros de Italia, injustamente despojados de sus posesiones, aunque fueron
viendo la necesidad de renunciar a su poder antiguo y de hallar un acuerdo con Italia. El paso decisivo lo
dio Pío XI, cuando, a través de su Secretario de Estado, cardenal Gasparri, firmó con Mussolini, Duce
fascista de Italia y Primer Ministro del Rey Víctor Manuel III, los Pactos Lateranenses (año 1929), por los
que Italia y la Iglesia romana resolvían su litigio: El papado renunciaba a los Estados Pontificios; el
Estado italiano creaba o reconocía para el Papa el pequeño Estado de la Ciudad del Vaticano (que consta
de la basílica y palacios de San Pedro, con sus jardines traseros y su plaza porticada delantera, además de
otras basílicas romanas y de algunos edificios significativos). A partir de aquí puede entenderse la nueva
política “nacional” de Juan XXIII, abierto a la libertad de las naciones, a la descolonización y a la
igualdad entre todos los pueblos.
‒ Solución política, un tema abierto. Fue un buen acuerdo para el Estado italiano (que quedó así
también reconocido por la Iglesia) y para la Iglesia jerárquica, que vino a presentarse de nuevo como
Estado Soberano, con una extensión muy pequeña (unas cuarenta y cuatro hectáreas), pero con
independencia: Inmunidad territorial, autonomía jurídica, un pequeño ejército, nunciaturas etc.
Nuevamente, la Iglesia de Roma ha vuelto a presentarse como Estado entre los estados de la tierra, para
realizar así su propia política religiosa. Pío XI (y los papas posteriores) pensaron que resulta conveniente
que la Iglesia tenga una base territorial y una independencia política para ejercer con libertad su función
religiosa. Pero muchos cristianos responden que esa no fue (ni es) la respuesta adecuada. Ciertamente, la
situación actual (año 2013) es cómoda, tanto para la República Italiana (por lo que el Vaticano
representa), como para un Estado Papal, entendido en claves de poder, pero es posible que las cosas
puedan y deban replantearse en el futuro.
‒ Preocupación por los nuevos problemas de la sociedad, centrados en la educación (Divini illius
magistri, 1929), la familia (Casti connubii, 1930) y la cuestión social (Quadragesimo anno, 1931). A
juicio de Pío XI, la Iglesia no debía centrar su interés en la relación con los estados, sino con el conjunto
de la humanidad, por encima de las diferencias nacionales. Siguiendo el ejemplo de Benedicto XV, él
quiso que los papas aparecieran como “expertos en humanidad” más que como dirigentes de una iglesia.
‒ Oposición a los fascismos. Los años de su pontificado estuvieron marcados por el auge del fascismo
italiano y del nazismo alemán, contra los que publicó dos documentos muy significativos: Non abbiamo
bisogno (“No tenemos necesidad...”, 29, VI, 1931) y Mit brennender Sorge (“Con aguda preocupación...”,
14, III, 1937). Desde el 1938 estaba preparando una encíclica de fondo, titulada Humani generis unitas,
donde afirmaba, en contra del nazismo, la unidad y dignidad de todos los hombres, recordando que «el
género humano constituye una sola raza, grande y universal» y que «católico quiere decir abierto a todos,
no racista ni nacionalista». Pero murió antes de publicarla (el 10 de febrero de 1939) y, su sucesor, Pío
XII seguiría una política más “prudente” sobre el tema.
5. Pío XII: 1939 –1958. 2ª Guerra Mundial. Un papa por la gloria de la Iglesia
Fue el Papa que confió más en Angelo Roncalli, nombrándole nuncio en Francia y después Patriarca de
Venecia y Cardenal… Por su parte, Ángelo Roncallí fue siempre obediente a Pío XII, pero con una
distancia interior muy grande, la distancia de un campesino frente a un noble, la distancia de un creyente
radical frente a un político de la iglesia, la distancia de un místico de la vida frente a un místico del
sistema. Angelo Roncallí será el papa “necesario” después de Pío XII (y de los tres papas pianos: Pío X,
XI y XII)…, un hombre capaz de volver a la vida inmediata y real, al evangelio.
‒ Pio XII no publicó la encíclica antinazi que había preparado Pío XI, aunque ayudó en concreto a
muchos perseguidos por los nazis. Fue prudente, pero la prudencia no era quizá la actitud más adecuada
en tiempos como aquellos, cuando una “potencia” de tradición cristiana (con millones de nazis católicos)
exterminaba a seis millones de judíos. Ciertamente, Pío XII ayudó en concreto a muchos miles de judíos,
pero no elevó la voz de un modo fuerte y claro, como podía haberse esperado en un momento como

aquel, no escribió una encíclica contra el Holocausto. Desde aquel momento, la Iglesia católica en cuanto
tal sigue en deuda con el judaísmo.
‒ Se portó de un modo diplomático. Fue elegido papa el 2 de Marzo del 1939, seis meses antes de que
estallara la más sangrienta de todas las luchas de la historia, promovida en gran parte por potencias
cristianas. Evidentemente, el Papa abogó por la paz, sobre todo en sus mensajes radiofónicos. Pero
muchos le hubieran pedido un mayor compromiso al servicio de ella, desde el punto de vista cristiano y
humano. Durante los años del conflicto (1939-1945), publicó varias encíclicas importantes (Mystici
Corporis, Divino Afflante Spiritu: 1943), pero no sobre aquello que estaba pasando en el mundo. Sólo
cuando la guerra terminaba (14.IV.1945), el Papa se atrevió a publicar una carta menos importante
pidiendo oraciones por la paz (Communium Interpretes). Más que el compromiso concreto a favor de la
concordia parecía importarle la autoridad “sacral” de la Iglesia, en cuyo nombre quiso presentarse como
defensor de la civilización cristiana, ofreciendo a los creyentes una palabra de consuelo desde Cristo, a
través de los nuevos medios de comunicación, especialmente la radio.
‒ Mariano y conservador. Fue el primero (y hasta ahora el único) papa que ha “ejercido” su infalibilidad
(tras el Vaticano I) para declarar el dogma de la Asunción de María, con ocasión del Gran Jubileo del
1950: «Por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaven¬turados Apóstoles Pedro y Pablo y
nues¬tra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revela¬do: Que la Inmaculada
Madre de Dios, siempre Virgen María, cumpli¬do el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y
alma a la gloria celestial” (Munificentissimus Deus, 1.11. 1950; Denz-H. 2331-2333). Fue, al mismo
tiempo, un papa poco arriesgado en el campo doctrinal, como muestra su encíclica Humani generis
(12 de agosto de 1950), donde retoma las posturas más intransigentes de Pío X (en su cruzada
antimodernista), oponiéndose no sólo a los posibles excesos de la modernidad, sino a un tipo de teología y
exégesis que empezaba a extenderse por gran parte de la Iglesia. De su tiempo son las sospechas y
persecuciones contra los autores más representativos de la Nouvelle Théologie y contra otros
teólogos que después serían los promotores del Concilio Vaticano II (como H. de Lubac, Y. M.
Congar y K. Rahner).
‒ Anticomunista. Una de las mayores tragedias de la segunda mitad del siglo XX, tras el final de la 2ª
Guerra Mundial fue la división del mundo (de los vencedores) en dos bloques: El occidental, marcado por
las democracias capitalistas, bajo la dirección de USA, y el oriental, representado por las repúblicas
comunistas, dirigidas por la URRS y más tarde por China. Comenzó así una larga guerra fría que, desde el
punto de vista de la Iglesia, estaba definida por la actitud anticristiana de los gobiernos comunistas.
Fueron años muy duros, con persecuciones, al menos indirectas, contra miles y millones de cristianos, en
diversos países (Polonia, Bulgaria, Hungría…) de manera que se pudo hablar de iglesias del silencio,
condenadas a la marginación por las autoridades comunistas. Pío XII se mostró especialmente sensible a
ese tema, publicando varias encíclicas significativas (Orientales Ecclesias, 1952; Luctuosissimi Eventus,
1956, Meminisse iubat, 1958).
3. JUAN XXIII: 1958–1963. EL PAPA DEL CONCILIO
No se puede decir en modo alguno “tras tenebras lux” (tras las tinieblas anteriores llegó la luz…), pero de
algún modo esa expresión es cierta. La Iglesia de Pío XII se había encerrado en su propia “luz interior”,
luz de un sistema sagrado, que tiende a volverse absoluto en sí mismo, condenando toda apertura
teológica, todo intento de volver al evangelio, de abrir las ventanas del pensamiento y de la vida.
Ciertamente, Pio XII fue un papa bueno, en línea de santidad sagrada, propia de una Iglesia que lo
sabe todo, de una Iglesia que cree identificarse con el Papa y su Doctrina, con su Curia y su Sistema
Sagrada. Pero no entendió la llegada de un mundo nuevo, ni el sentido universal de la Iglesia, abierta a las
nuevas corrientes de la vida. Fuera estaba la “vida”, la vida que Ángelo Roncalli había descubierto en
Bulgaria y Turquía y, de un modo especial, en Francia con su “nueva teología” y su búsqueda de
inserción social… Fuera estaba la vida de la gente de Venecia, buena gente, más cercana al evangelio de
Jesús que a la estructura sacral de la Iglesia.

Nombrado Papa, Juan XXIII no quiso hacer nada nuevo, sino, simplemente, ser cristiano,
volviendo al evangelio desde la gente real, la gente normal de la calle, con los nuevos movimientos y
promesas (y riesgos) reales de la modernidad. Desde ese fondo quiero destacar tres de sus rasgos
principales:
1. Papa moderno, papa piadoso. Juan XXIII fue el primer Papa que conectó con la modernidad, de un
modo “moderno” y normal, sin necesidad de teorizar. No tuvo que hacerse moderno, era moderno…
Siguió siendo hombre de pueblo, siendo como era un diplomático humano, un hombre capaz de entender
a los demás y de pactar, como mostró siendo Nuncio en Francia, patriarca de Venecia. Supo que la Iglesia
debía traducir el evangelio en las circunstancias distintas del mundo actual, promoviendo una confianza
básica ante los nuevos signos de los tiempos y superando el carácter autoritario de ciertas actitudes
anteriores. Todo eso pudo hacerlo Juan XXIII porque era un hombre “piadoso”, hombre de oración que

sabe cada día que Dios está por encima y en el fondo de nosotros. No despreció ni criticó en modo alguno
lo que hicieron los papas anterior (Benedicto, Pío y Pío), pero supo que había que hacer algo nuevo,
dejando que el Espíritu de Dios se manifestara. Juan XXIII culmina así un camino que había comenzado
con Benedicto XV.
‒ Paz en la justicia. Buscó la paz y la justicia social, siguiendo en la mejor línea de León XIII y de
Pío XI, como muestran sus encíclicas, Mater et Magistra (1961) y Pacem in terris (1963), en las que
defiende el diálogo entre los pueblos, sustituyendo el anticomunismo radical de los papas anteriores por
una apertura hacia los hombres y mujeres de los diversos bloques sociales, sobre la intransigencia de los
sistemas políticos. Ciertamente, condenó el comunismo, y también un tipo de capitalismo contrario a la
dignidad del hombre; pero creyó en el valor de los hombres, más que en sus ideologías. Abrió un camino
de búsqueda de justicia que no ha culminado todavía, un camino de respeto entre los pueblos y de servicio
(justicia) hacia los pobres. No tuvo que hacer un esfuerzo por defender a los pobres, porque siguió siendo
siempre un hombre “pobre”, un campesino colocado en el centro de la Iglesia, un hombre a quien la
suerte de los campesinos y pobres del mundo le importaba por encima de todas las cosas, a la luz de su
vida, a la luz del evangelio.
‒ Vaticano II. Juan XXIII convocó y preparó el Concilio Vaticano II, como gesto de confianza ante
la obra de Dios en la Iglesia y el mundo. Ciertamente, creía en la infalibilidad papal, pero no en
abstracto, o cerrada en su persona, sino abierta a la voz de toda la Iglesia, manifestada en un Concilio
donde pudieran escucharse las voces de todos los creyentes. En ese contexto hablaremos más de su
aportación a la vida de la Iglesia. Este gesto, por un lado sorprendente y por otro lógico, marca el sentido
de su vida, la culminación de toda la historia anterior.
Juan XXIII quiso poner la Iglesia en manos de Dios, es decir, en manos de su Espíritu Santo. Por
eso, su gesto máximo fue convocar un Concilio, para que se escuchara la voz de todos, para que la Iglesia
entera pudiera verse y conocerse a sí misma, desde el Espíritu de Dios. No quiso dejar todo atado y bien
atado, sino todo lo contrario. Pensó que era tiempo de “desatar”, en la línea de lo que Cristo dijo a Pedro:
“Te daré las llaves del Reino de los Cielos, lo que tú desates, lo que tú ates”. Fue tiempo de desatar,
tiempo de libertad y palabra para la Iglesia.
(Seguirá)
Pero ¿qué ocurrió realmente?
El obispo Spong se pregunta por lo sucedido realmente
en la Resurrección (II)

John Selby SPONG
II. «PERO, ¿QUÉ OCURRIÓ REALMENTE?»

Una reconstrucción especulativa
John Shelby SPONG
«Todos lo abandonaron y huyeron» (Mc, 14, 50).
«Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado
para cribaros como al trigo. Pero yo he orado por ti,
para que permanezcas en la fe. Y tú, cuando vuelvas
sobre ti, afianza a tus hermanos» (Lc 22, 31-32).

La cuestión y el camino recorrido
Pero, ¿qué ocurrió realmente? No basta con decir qué no ocurrió. Es fácil identificar los elementos
legendarios de los relatos de la Resurrección. Ángeles que descienden en medio de terremotos, que hablan
y hacen rodar las piedras; tumbas que están vacías; apariciones que desaparecen; hombres ricos que
ponen sepulcros a disposición; ladrones que hacen comentarios desde las cruces de su tortura… Todo esto
son leyendas; leyendas sagradas, añadiría yo, que, sin embargo, no dejan de ser leyendas.
El rechazo del valor histórico de estos detalles bíblicos, tan familiares como legendarios, no concluye, sin
embargo, nuestra búsqueda de lo que ocurrió; simplemente nos traslada a otro nivel, donde nos
planteamos otra cuestión: ¿Qué fue y cómo debió de ser lo que ocurrió para que diera origen a todos estos
detalles legendarios que se acumularon en torno a la Resurrección? ¿Por qué se acumularon? Cientos de
millones de personas han vivido y muerto sobre esta tierra sin que a su alrededor se hayan forjado
leyendas semejantes. Y eso que algunas fueron famosas y poderosas. ¿Por qué, entonces, se formaron en
torno a aquel hombre y en aquel tiempo y lugar? ¿Quién era y es Jesús de Nazaret? ¿Por qué los
acontecimientos ocurridos después de su muerte poseen semejante poder? ¿Qué pudo contribuir a unos
cambios tan drásticos como la transformación de unas vidas, la supresión del miedo y de la
desesperación, la aparición de un nuevo coraje, la redefinición de Dios y unos nuevos modelos de culto?
¿Qué ocurrió para que la gente empezase a decir de Jesús de Nazaret, con un convencimiento reverencial:
«¡La muerte no puede retenerle!» y «¡Hemos visto al Señor!»?
Tal como sugería que haríamos al principio de este libro, nos hemos esforzado por entrar en aquellos
momentos nacientes de la historia de nuestra fe, en el «big bang» de los comienzos de la historia cristiana.
Hemos buscado y encontrado una nueva lente, la lente del midrásh, con la que leer nuestros relatos
sagrados. Hemos intentado experimentar y sentir los problemas que tuvieron los escritores del siglo I
cuando intentaron transmitir –sin duda tras el hecho de la vida terrena de Jesús ya consumada– el poder y
el significado latentes en aquel momento crítico en que nació el cristianismo. Con nuestra mentalidad del
siglo XX, hemos procurado abarcar la realidad del mundo en que se escribieron los Evangelios; mundo en
el que no había ni libros ni periódicos ni fotografías ni bibliotecas ni emisoras de radio ni de televisión ni
reporteros ni, desde luego, ningún testigo presencial.
Hemos visto cómo el cristianismo, con la destrucción, por obra del ejército romano, de Jerusalén, que era
el centro judío del cristianismo, cambió en el año 70 d.C. Hemos anotado algunos de los cambios que se
operaron cuando esta historia de fe tan profundamente judaica empezó a flotar en un mar que era, ante
todo, gentil, en el que no se conocían ni las tradiciones fundacionales judías ni su visión original del
mundo. Vimos, pues, cómo las experiencias que eran familiares al pueblo judío se distorsionaron al
transferirse a un ambiente no judío, y fueron mal interpretadas por mentes no judías. Sentimos el dolor de
unas comunicaciones rotas cuando un mundo cristiano formado por gentiles, profundamente ignorantes
de la manera judía de escribir y de entender la Escritura, procedió, sobre la base de una mala
interpretación del carácter sagrado de unas palabras, a imponer la autoridad de la inerrancia literal de
dichas palabras. Y advertimos, asimismo, cómo la historia de la fe cristiana iba embelleciéndose, y cómo
se resaltaban los elementos milagrosos y se desarrollaban las leyendas.
Cuando pudimos ver de forma manifiesta el desarrollo de tales modelos en los escritos que poseemos,
compuestos entre los años 70 y 100 d.C., empezamos a comprender que otro tanto debió de ocurrir entre
los años 30 y 70, cuando todavía no se habían puesto por escrito los recuerdos. En este túnel inexplorado
del tiempo, ¿cómo fueron embelleciéndose los hechos, cómo fue destacándose lo milagroso y cómo
fueron creciendo las leyendas? Cuando avanzamos a través de este proceso en el tiempo, advertimos qué
poco sólido es el terreno, cuán movediza es la arena y cuán resbaladizas son las pendientes por las que se
desliza nuestra frágil comprensión de la realidad y de la fe.
Hemos analizado los propios textos bíblicos, y han demostrado ser poco fiables si lo que buscamos son
hechos objetivos y detalles consistentes. Los relatos evangélicos de la Resurrección presentan pocas
coincidencias si atendemos a los hechos tal como éstos se exponen literalmente. Con todo, en medio de

esta confusión de pormenores, queda claro un testimonio poderoso acerca de una determinada realidad
que fue proclamada con especial intensidad: «La muerte no puede retenerle. Hemos visto al Señor».
Por eso procuramos penetrar en el significado de las palabras que aquellos primeros cristianos utilizaron y
captar así la esencia de la experiencia que habían vivido, así como el significado que habían encontrado
en Jesús. Hemos visto cómo interpretaron a Jesús –y a lo sucedido con él– sirviéndose de imágenes y
títulos familiares en el judaísmo como los de profeta-mártir, héroe salvífico, víctima de un sacrificio
expiatorio, siervo sufriente e hijo del hombre. Pero esto no nos dice todavía por qué tales palabras e
imágenes les parecieron apropiadas. Por eso tenemos que seguir preguntándonos: ¿Qué ocurrió para que
estas palabras e imágenes se aplicasen a Jesús?
En nuestra búsqueda de pistas que nos ayuden a entrar en el túnel oscuro que media entre la muerte de
Jesús en torno al año 30 y los textos escritos acerca de la Resurrección, tenemos que sacar ahora algunas
conclusiones a partir de las pistas que hemos estudiado.
He llamado la atención, en primer lugar, sobre los datos que apuntan claramente al hecho de que fue en
Galilea, y no en Jerusalén, donde nació el momento de la Pascua de Resurrección. Una vez establecido
esto, encajaron muchas otras cosas. Si Galilea fue primordial, entonces los ángeles de la tumba vacía, la
propia tumba con su piedra imponente desplazada y las visitas de las mujeres, es decir, toda la tradición
funeraria ha de dejarse de lado y considerarse como una suma de hechos no objetivos sino narrativos.
Estos elementos de la tradición fueron, pura y simplemente, mitos y leyendas surgidos más tarde, en un
contexto jerosolimitano, entre gente que era incapaz de contar de otro modo el significado trascendente
que había captado y que resucitó el núcleo mismo de sus vidas. La primacía de Galilea significa, además,
que todos los relatos de apariciones (con su pretensión de ser manifestaciones físicas del cuerpo muerto
que, de alguna manera, habría sido revivificado y habría salido del sepulcro) son leyendas y mitos que no
pueden tomarse en sentido literal. El Jesús resucitado no comió pescado literalmente en Jerusalén. Tomás
no tocó las llagas físicas de sus costado. La Resurrección puede significar muchas cosas pero estos
detalles no forman literalmente parte de su realidad. Afirmar que Galilea es el emplazamiento primario de
la experiencia de la Resurrección es un paso decisivo que, además, la misma Biblia parece reconocer, tal
como vimos.
Nuestra segunda pista era que, cualquiera que fuese la realidad de la experiencia de la Resurrección,
Pedro fue la persona decisiva en el corazón de la misma. Tal como vimos, los mismos Evangelios parecen
testificarlo de forma profunda y obvia. De manera que este hecho nos llevó a considerar la probabilidad
de que muchas de las cosas dichas a Pedro y de Pedro en los Evangelios, incluido el cambio de su
nombre, fueron episodios posteriores y no anteriores a la Resurrección.
Nuestra tercera pista apuntó a la enigmática conexión existente entre la Resurrección y la comida. El pan
partido, en primer lugar, y el vino distribuido, de forma secundaria, se agregaron durante nuestro examen,
de un modo único y persistente, a lo que debió de ser la experiencia de la Resurrección. Lo cual podría
significar que cada comida, cada historia de alimentación recogida en los Evangelios podría muy bien ser
un relato no anterior sino posterior a la Resurrección.
Nuestra cuarta pista consistió en ver que cualquier referencia literal de tiempo deducida de la expresión
de «el tercer día» había que dejarla de lado. Vimos que este símbolo evolucionaba desde «después de tres
días» hasta «el tercer día» bajo la influencia de otras expresiones como «el primer día de la semana» y «el
día del Señor». Identificamos además esta expresión con una tradición posterior, que se desarrolló en
Jerusalén. En consecuencia, separamos el momento de la experiencia de la Resurrección de cualquier
referencia temporal, de modo que ésta pudo flotar libremente, sin datación alguna, antes de insertarse en
una referencia específica.
Por último, analizamos las tradiciones funerarias de los distintos Evangelios y consideramos los episodios
de José de Arimatea y de Nicodemo como leyendas forjadas en la tradición de Jerusalén. Y descubrimos,
además, en el libro de los Hechos, en un discurso atribuido a Pablo, algo que muy bien podría ser un
fragmento de un hecho verídico que, por rememorado, no acabó de desaparecer. Según este fragmento,
Jesús habría sido enterrado por quienes lo ejecutaron, tal como correspondía a los criminales convictos, lo
cual podría haber sido especialmente cierto con él puesto que todos sus discípulos lo abandonaron y
huyeron[21].
A través de todas estas pistas, acabamos por regresar al momento de la muerte de Jesús: un momento que
parecía estar conectado con la celebración de la Pascua judía si bien el modo exacto de tal conexión es
una fuente de conflicto entre los distintos Evangelios. Llegados a este punto, quiero intentar re-crear aquí
el momento, entrar en la experiencia y buscar la realidad que irrumpió en el mundo y cambió la faz de la
historia de los hombres. ¿Qué ocurrió, pues, de hecho?

Mi convicción definitiva
Para empezar, permítaseme una afirmación obvia: ¡Después de todo, no se puede más que especular! En
definitiva, en esta investigación se llega a un punto en el que uno tiene que decir sí o no a Jesús, y sí o no

al significado de su vida. La línea ya está trazada y sólo hemos de decidir si queremos traspasarla por la fe
o si rehusamos dar el paso y nos apartamos de esta tradición. Al final, al margen de la hondura en la
búsqueda en las Escrituras, de la profundidad del análisis de los detalles textuales y de las otras cuestiones
que pueden suscitarse, hay que pronunciarse: o Cristo es la fuente de resurrección que está dentro de
nosotros o debemos confesar, honestamente, que hemos llegado a perder la fe en él.
La especulación acerca de lo que ocurrió no puede sustituir al convencimiento de que ocurrió algo real.
Pero la especulación puede ser una ayuda para estimular y alentar a otras personas a viajar con nosotros
hacia el posible encuentro con el Cristo resucitado. Con este propósito es como ofrezco esta propuesta de
reconstrucción. Soy una persona de esas que tienen un sentimiento de búsqueda permanente, que
continuamente me asedia. Quiero relacionar y combinar las cosas para poder acercarme, de forma
racional y por medio de un proceso racional, al último rincón del misterio. Reconozco que mis procesos
racionales sólo pueden conducirme hasta la frontera del misterio, nunca hasta su corazón. Pero, al menos,
deseo caminar hasta el umbral de lo último y pronunciar ahí o un sí sonoro que me motivará para
proseguir mi viaje hasta Dios, o un no sonoro que me forzará a cesar en mis esfuerzos.
No puedo dar mi sí a unas leyendas que claramente se han creado de forma que hoy no podemos sino
considerar fantasiosa. Caso de no poder impulsar mi búsqueda más allá de los mensajeros angélicos, de
las tumbas vacías y de las apariciones, no podría decir sí a la Resurrección. No quiero permitir que mi
mente del siglo XX esté comprometida con el literalismo de otra época que hoy no puede ser creído en un
sentido literal. Si la Resurrección de Jesús no puede ser creída más que asintiendo dócilmente a las
descripciones fantásticas que se incluyen en los Evangelios, el cristianismo está condenado. Porque, dado
que esta visión de la Resurrección no es creíble y dado que todo consiste en ella, entonces, el
cristianismo, que depende de la verdad y autenticidad de la Resurrección de Jesús, tampoco resulta
creíble. De manera que, si éste es el requisito para la fe cristiana, entonces tendría que abandonar con
tristeza la casa de mi fe. Ahora bien, en este eventual abandono de la Iglesia cristiana me acompañarían
todos los estudiosos destacados del Nuevo Testamento del mundo entero, católicos y protestantes, como
E. C. Hoskyns, C. H. Dodd, Rudolf Blutmann, Reginald Fuller, Joseph Fitzmayer, W. E. Albright,
Raymond Brown, Paul Minear, R. H. Lightfoot, Herman Hendrickx, Edward Schillebeeckx, Hans Küng,
Karl Rahner, Phyllis Trible, Jane Schaberg, D. H. Nineham, Maurice Goguel e incontables más. Todos
ellos son especialistas de gran honradez personal. Ninguno de ellos considera literales los relatos de la
Resurrección, pero no por eso abandonan la adoración de Jesús como su Señor. Yo tampoco la
abandono[22].
No hay ningún éxodo de este grupo hacia fuera de la Iglesia cristiana porque estamos convencidos de que
la realidad de la Resurrección no queda limitada a las palabras de las leyendas cristianas que se
desarrollaron a partir de ella. Podemos rechazar los relatos literales acerca de la Resurrección y no
rechazar, sin embargo, la verdad y el poder de la Resurrección en sí. Es la distinción que se impone hacer.
No tendríamos las leyendas de no haber existido un momento que fue tan indescriptible que fueron
necesarias todas estas leyendas para explicarlo. Ni tampoco tendríamos una tradición sobre la
Resurrección de no haber habido una experiencia tan real de ella que las palabras terrenas no pudieron
contenerla. La Resurrección nos señala una dimensión que se hizo tan visible que, originariamente, la
única respuesta apropiada fue el silencio extático.
Para mí, las tradiciones evangélicas indican la verdad; no son la verdad. Sólo mediante una teoría
retrocedo desde los relatos evangélicos hasta el momento del nacimiento del cristianismo, de la misma
manera que los físicos y astrofísicos sólo retroceden, mediante la teoría, hasta un instante tan pequeño que
los relojes no pueden medir: la millonésima de segundo del comienzo mismo de la creación, que contiene
el último secreto de cómo llegó el universo a la existencia. En ese sentido, yo rastreo el desarrollo de
nuestra tradición cristiana desde su primer momento como los físicos y astrofísicos rastrean el desarrollo
del universo desde el suyo. Teoría tras teoría, todas han ido quedando descartadas como inadecuadas a
medida que se iban descubriendo nuevos conocimientos. Se encontraron pistas sucesivas –en las ondas
electromagnéticas, en los rayos radiales y en la luz en los límites del espacio– que demandaban formular,
cada vez, teorías nuevas. Mientras tanto, sin embargo, nadie dudaba de la realidad del universo, que
continúa pidiendo alguna explicación.
De modo parecido, tampoco yo dudo de la realidad que apareció en el tiempo y en la historia y que
llamamos Resurrección. Hay efectos mensurables que derivan de este momento y que demandan
explicación. En la historia del cristianismo se han ofrecido varias explicaciones. Algunas de las primeras
aparecen en los mismos textos del Nuevo Testamento. Tales explicaciones no son sagradas. Pero sí lo es
el momento que dio pie a todas ellas. A mi entender, este momento no está en el tiempo ni en la historia,
ni ocurrió dentro de nuestro concepto de espacio. Como no lo estuvo tampoco la Creación. Tiempo y
espacio son propiedades del universo, y la Creación ocurrió “antes” de que los hubiera. Pero indicar que
la Resurrección no fue una realidad que puede contenerse en el tiempo y en el espacio no significa que no
sea real como lo fue el “big bang” que inauguró el tiempo y el espacio; significa, simplemente, que yo no

asocio ni la realidad del universo ni la realidad de la Resurrección a las categorías de espacio y de tiempo.
Pero, ya basta con esto. ¿Qué ocurrió para que el movimiento cristiano estallase en el tiempo y durase
durante estos dos mil años de historia? ¿Cuál es mi mejor conjetura, mi mejor especulación culta al
respecto?

La crucifixión tal como pudo haber ocurrido
Jesús fue apresado. Se había convertido en anatema para las autoridades religiosas a la defensiva. Había
relativizado las exigencias de la Ley, introducido nuevos valores en competencia, quebrado el poder de
los controles religiosos y amenazado a la nación con la anarquía religiosa. Era un peligro para el poder, el
orden y la autoridad religiosos. Dado que una de las funciones históricas de la religión es controlar la
ansiedad, impedir que se formulen preguntas que no tienen respuesta y mantener el juego de «Finjamos
que podemos controlar nuestro mundo», la amenaza de aquel hombre resultaba intolerable. Así que los
dirigentes religiosos, en colaboración con los funcionarios romanos, lo hicieron morir.
La ejecución ocurrió durante los días de la Pascua judía. El pueblo estaba agitado y revuelto. El yugo de
la dominación extranjera era pesado. La jerarquía religiosa había conseguido un modus operandi con las
autoridades romanas. Hasta el sumo sacerdote se mostraba obsequioso con ellas. Por su parte, el imperio,
que gobernaba Judea, se aseguró así el poder y la influencia del sacerdocio judío, aunque éste operase
sólo dentro de un área restringida. Era un poder limitado pero, en cualquier caso, de importancia para los
romanos. Y aquel hombre, Jesús, representaba una amenaza para este poder. Si por su acción y su
predicación se llegaba a aflojar el control del sistema religioso, si llegaba a cundir la anarquía religiosa,
las autoridades romanas impondrían un control total. Por eso Jesús, el profeta de Galilea, tenía que
desaparecer.
Una señal de la falta de poder del sacerdocio del templo se ve en su necesidad de contar con la
cooperación romana en las causas capitales. Dicha cooperación se lograba muy fácilmente, sin embargo,
ya que los funcionarios romanos no querían alentar a los líderes religiosos rebeldes. Los detalles de la
ejecución de Jesús pueden carecer de historicidad literal. Seguramente, la historia de Pilato dejando en
libertad a un preso notable llamado Barrabás, que significa «el hijo de Dios» (bar = hijo, Abbá = Dios
como padre), es legendaria. Sin embargo, permanece el hecho de que Jesús de Nazaret fue ejecutado y de
que, al morir él, su movimiento terminó pues «todos lo abandonaron y huyeron».
En este sentido, el episodio de las negaciones de Simón contiene, indudablemente, un núcleo histórico
aunque los detalles no deberían tomarse al pie de la letra. Dicho núcleo es creíble por contravenir algo tan
común como que un movimiento no se inventa, normalmente, historias hostiles a sus dirigentes. Por
contraste, la historia del discípulo amado, que permanece al pie de la cruz –y que sólo se cuenta en el
Evangelio de Juan y cuyo corolario es que Jesús le encomienda el cuidado de su madre–, representa el
núcleo de una leyenda interesada, creada por los miembros de la comunidad joánica para exaltar el
prestigio de su mentor espiritual.
La probabilidad más fuerte, respecto de los discípulos, está a favor de la verdad sin componendas
expresada en la frase citada antes: «todos lo abandonaron y huyeron». Jesús murió solo. Tuvo la muerte
de un criminal ejecutado públicamente, y su cadáver recibió, probablemente, el tratamiento que suele
reservarse a los infortunados que entran en esta categoría. Fue retirado del instrumento de su ejecución –
del madero de la cruz– y depositado y sepultado en una fosa común. Después no se conservó ningún
recuerdo de aquella fosa pues no se concedía ningún valor a quienes se ejecutaba así. El enterramiento
eliminaba el hedor de la carne putrefacta hasta que, al cabo poco tiempo, sólo quedaban algunos huesos
sin identificar. E incluso éstos desaparecían sin tardanza pues la naturaleza recupera eficazmente sus
recursos.
Nadie sabe la fecha exacta de la crucifixión. Los Sinópticos y el Evangelio de Juan la sitúan en un
momento cercano a la fiesta de la Pascua judía y no veo razón alguna para ponerlo en duda. Sin embargo,
quedan demasiadas cuestiones pendientes para tomar al pie de la letra tanto el intento de los Sinópticos de
hacer coincidir la Última Cena con la festividad de la Pascua, como el del Cuarto Evangelio de unir no la
Última Cena sino el día de la crucifixión de Jesús con el día en que se sacrificaba el cordero pascual.
¿Cuánto tiempo permaneció Jesús en la cruz antes de morir? No creo que nadie lo sepa. Conviene
recordar que quienes hubieran podido observarlo y transmitir esta información lo habían abandonado y
habían huido. La intervención de José de Arimatea, las tinieblas que envolvieron la tierra, el
desgarramiento del velo del templo, el grito extático y creyente del Centurión, son todos elementos
propios del desarrollo de una leyenda. El enterramiento precipitado antes del Sabbath sólo es una parte de
la leyenda funeraria. Nadie sabe cuánto vivió Jesús en la cruz, cómo murió, cuándo lo bajaron o dónde
fue sepultado, «porque todo ellos lo abandonaron y huyeron». Esto significa que no hubo visita de las
mujeres al sepulcro para ungir a Jesús el primer día de la semana puesto que no hubo tumba conocida ni
información de cuándo había muerto o de dónde lo habían sepultado.
Considero muy posible —y a ello me he referido antes— que, en algún momento, María Magdalena

intentase encontrar el sitio donde depositaron, al final, los restos. Sin embargo, fracasó porque no había
ninguna tumba marcada. Habían retirado el cuerpo de Jesús, y María, como líder del duelo, fue incapaz de
localizar el sitio «donde lo habían puesto», como dice el texto. María puede que hiciera este viaje
inevitable de las dolientes por cuanto creo que existe una fuerte probabilidad de que la mujer que llegó a
llamarse Magdalena fuese la misma María que vivía con su hermana Marta en Betania, a unos pocos
kilómetros de Jerusalén, en una casa que Jesús visitaba frecuentemente. He sostenido e intentado probar
esta posibilidad en un libro anterior, Jesús, hijo de mujer[23].

La respuesta de los discípulos a la desgracia [I]
Pero ¿adónde fueron los apóstoles en su huida? «Seréis dispersados cada uno por su lado, y me dejaréis
solo» (Jn 16, 32). Estas palabras de Juan han preservado una pista magnífica. Estas palabras, en efecto,
dicen que «cada uno se fue por su lado» o que se marchó a su casa. Ahora bien, por lo que respecta a
Simón –cuyo nombre algún día será Pedro– y probablemente también a los demás discípulos, su casa era
Galilea. Como el dato anterior parece ser que Jesús y sus discípulos llegaron de Galilea a Judea por el
camino del desierto, es decir, por el este del Jordán para evitar los peligros de Samaría, sospecho que los
discípulos regresaron a su casa por la misma ruta por la que vinieron. Esto significaría que Betania,
situada al este de Jerusalén, les quedaba de camino. Como habían estado en Betania —según los textos—
durante la semana anterior al prendimiento, lo normal sería que hubieran ido allí después de la muerte de
Jesús, tanto más cuanto que el lugar cogía de camino.
No tengo ni idea de cuántos discípulos marcharon en aquella dirección pero estoy seguro de que Simón
estaba entre ellos. Sospecho que fue en aquella casa y durante aquella noche cuando se conoció su
negación en medio de la pena y del dolor. El pesar y la cólera son emociones estrechamente unidas y esta
unión debió de ser muy especial en aquella casa en que residía la mujer más cercana a Jesús y más
estimada por él. Seguro que ella no dejó de manifestar sus sentimientos a Simón si de algún modo le
hacía responsable de la muerte del Maestro.
Son muchos los elementos en esta historia que me inducen a preguntarme por la historicidad del final de
Judas Iscariote. ¿Fue su traición un invento para que, comparativamente, resultase menos desconcertante
la conducta del resto de los discípulos, que huyeron y lo abandonaron? Judas parece ser una creación
típica del midrásh. Ni siquiera está clara la razón por la que traicionó a Jesús. ¿Se debió a que era difícil
de localizar? Además, el detalle de las treinta monedas de plata puede encontrarse en el profeta
Zacarías[24], los dos relatos contradictorios de su muerte[25], el episodio del pan mojado en la salsa
durante la última cena[26] y, finalmente, el mismo sobrenombre de Iscariote, con muchas interpretaciones
sin que ninguna satisfaga realmente; todos estos pormenores suscitan en mí la duda acerca de la
historicidad de Judas[27].
También advierto que especialmente el Cuarto Evangelio presenta a María Magdalena en una relación
estrecha y confiada con Simón y con el discípulo amado. No pretendo tomar al pie de la letra el relato que
habla de esta relación, pero sí quiero registrar la idea de que tales personas se conocían bien, con una
cierta intimidad (Jn 20, 3). Asimismo querría notar que, cada vez que se da la lista de las mujeres en los
evangelios, siempre se nombra a María Magdalena la primera. Y no creo que esto sea mera casualidad o
coincidencia. A mí se me antoja significativo este detalle dado que, en el Siglo I, las mujeres tomaban su
estatus del marido.
Así, la noche de después de la crucifixión de Jesús, sitúo a Simón en la casa de Betania que pertenecía a
María, llamada Magdalena, y a su hermana Marta. Y contemplo una escena en la que se mezclan el
trauma, el pesar, la cólera y la desesperación, por no hablar del miedo. Sospecho que Simón continuó su
viaje tan pronto como pudo. Tenía que volver a su casa, buscar la seguridad de Galilea y la sensación
confortante de reencontrarse entre las cosas que le eran familiares. Ningún sitio podía parecerle más
tolerable en aquel momento de su vida. Al clarear, se adentró, pues, por el penoso camino del desierto e
hizo el largo recorrido por el este del Jordán. Recorrer la distancia que separa Jerusalén de Galilea podía
suponer, a pie, entre siete y diez días. No se podía caminar durante el calor del día ni con la oscuridad de
la noche, por lo que la marcha se limitaba a las horas entre el amanecer y el mediodía y entre la puesta de
sol y la noche cerrada. Poco había que temer en aquel viaje pues el anonimato era lo propio de cualquier
viajero. Pasaron así algunos días antes de que Simón regresase a Cafarnaúm o a Betsaida, y más días aún
–posiblemente semanas– antes de que superase el trauma lo suficiente como para empezar a poner en
orden su vida.
El impacto de Jesús sobre Simón debió de haber sido enorme. Nadie está seguro, ni siquiera los
evangelistas, de cuánto tiempo había girado la vida de Simón en torno a la de Jesús. Simón había
escuchado las enseñanzas de Jesús y había observado su influencia en los demás. Simón había visto la
calidad de la vida de Jesús y, tal vez, había tenido el privilegio de compartir la relación de Jesús con Dios
más que el resto. Jesús había enseñado a orar a Simón. Le había amado personalmente, le había llamado
por encima de las barreras que los prejuicios habían levantado contra los samaritanos, las mujeres e

incluso los gentiles como la mujer siro-fenicia. Cada una de estas experiencias había sido una llamada
para Simón. Jesús había hablado acerca del reino de Dios que irrumpía en la historia, acerca del juicio
final y acerca del fin de los tiempos. A través de sus palabras, Simón había intuido que la vida misma de
Jesús estaba relacionada de algún modo con aquel reino y su llegada. Tal vez Jesús era un signo del
mismo, tal vez su agente, o tal vez el secreto de su vida estaba en su incorporación, de algún modo, al
significado de aquel reino.
Simón había visto en Jesús una rara integridad personal que se manifestaba en el coraje de ser él mismo
en cualquier circunstancia. Cuando la gente acudía a él para escucharlo y aclamarlo, no perdía la cabeza.
Y, cuando las fuerzas de los enemigos lo cercaban, no hurtaba el rostro por miedo ni su espíritu se turbaba
por la ira. Jesús parecía estar libre de la necesidad de que las respuestas de los demás lo definieran. Y
Simón anhelaba tener esta libertad.
Jesús parecía conocer asimismo la manera como estar presente ante los otros. Comprometía cada
momento y se entregaba a cada persona con la intensidad de lo eterno. Tanto cuando estaba con el
llamado joven rico –que llevaba los signos externos del poder terreno– como cuando estaba con la mujer
sorprendida en adulterio, lo hacía sin otro poder que la petición de clemencia, la atención, la mirada y la
presencia entregadas totalmente conforme necesitaba aquella persona. La persona en cuestión era, en
aquel momento, como si fuese lo único que contase en la vida de Jesús. De esta manera, parecía desafiar,
con su propia vida, la jerarquía de valores con la que los seres humanos juzgan a los demás. Para Jesús
cada persona llevaba la imagen de Dios, era merecedora del amor de Dios y, en consecuencia, cada
persona tenía dentro de sí la posibilidad de desarrollarse hasta la vida plena del Espíritu de Dios.
La mentalidad popular de la época entendía que las enfermedades y las desgracias eran castigo por una
vida de pecado y, sin embargo, Jesús abrazaba a los leprosos. La inmoralidad era señal de rebelión ante
los caminos de Dios y, sin embargo, Jesús no se negó al contacto de la mujer que lo ungió, y llamó al
discipulado a quienes desempeñaban la profesión de recaudadores de impuestos. En una sociedad en la
que las mujeres no eran personas idóneas para conversar con ellas, Jesús se puso a hablar con una junto al
pozo de Siquem, y tomó en serio sus preguntas y le abrió nuevas perspectivas para su vida. Cuando los
niños acudían a él, los acogía bondadoso y reñía a quienes pensaban que no podían intervenir y preguntar.
Simón había visto todas estas cosas y muchas más. No eran cosas que le pasaban por la cabeza sin más.
Seguramente empezaban a entrar en los estratos de su subconsciente y a quedar registradas en él: «justo
ésa era su manera de ser».
Para Jesús, Dios era una realidad poderosa y Simón estaba en situación de compartir aquella realidad.
Para Jesús, Dios era «Padre», un concepto constantemente expresado con la palabra aramea Abbá, llena
de connotaciones de intimidad, solicitud, amor y perdón. Para Jesús, Dios era un padre que acoge a su
hijo caprichoso, un pastor que busca la única oveja perdida o una mujer que barre solícita hasta encontrar
la moneda extraviada. A este Dios, todos podían acudir y abrirle su corazón y expresar sus necesidades
por insignificantes que fueran. Cualquiera podría haber aprendido de Jesús a decir a Dios: «Danos nuestro
pan de cada día» o «Líbranos del mal»[28]. Cualquiera podía haberse sentido animado a imitar a la viuda
insistente que no dejó de llamar a la puerta hasta que fueron satisfechas sus peticiones[29]. Cualquiera
podía también orar por la venida del reino de Dios o por obtener un perdón tan gratuito, constante y sin
límites que llegaba al infinito. Simón no podía haber escapado a alguna participación en tales realidades.
Simón era también consciente de que, en la vida de Jesús, había una sensación de poder que inducía a
pensar, no sólo a él sino a la gente, en indicios de milagro y hasta de magia. A nosotros nos resulta difícil
hoy encontrar el germen de verdad de estos relatos, sin embargo, hay algo que está claro. Tal vez para
Simón y para quienes mejor lo conocían, Jesús parecía superar la talla normal del ser humano, y esto le
hacía aparecer a sus ojos como alguien con poder para controlar las fuerzas ante las que los hombres se
sienten impotentes, como el viento y las olas. Tal vez era que, en las tormentas de la vida, Jesús era
siempre un centro de calma. De modo que, con el tiempo, quienes estaban a su alrededor llegaron a
proyectar su calma sobre el mundo exterior. Tal vez Jesús sació tan hondamente, con su alimento
espiritual, a quienes estaban cerca de él, que empezaron a imaginar a grandes multitudes que participaban
de aquel banquete en que siempre había más viandas de cuantas podía consumir el gentío por numeroso
que fuera.
Tal vez la presencia de Jesús era tan grande y su perfección tan manifiesta que curaba a la gente. Tal vez
algunas personas sólo necesitaban tocar la orla de su vestido; otras, bastaba con que se pusieran en su
presencia para tener el valor de dar el primer paso hacia la salud; y había quienes tan sólo necesitaban
tener noticia del amor y del perdón divinos en una sociedad en la que se les había enseñado que el dolor,
la enfermedad y la tragedia eran signos del juicio de Dios y, en consecuencia, de la propia condición
pecadora. Fuese cual fuese la explicación, la vida de Jesús parecía llamar a la gente a la perfección y al
bienestar. Ésta fue, seguramente, la experiencia de Simón. De ser así, a nadie debería sorprenderle que, en
torno a aquel Jesús, se multiplicasen las historias sobre fenómenos de esta índole, que eran la forma como
las gentes del siglo I podían explicar lo que experimentaban ante él. Sospecho, en efecto, que Simón

escuchó tales explicaciones y hasta que habría podido participar en la creación de las mismas.
Simón vio en Jesús un hombre que tenía una misión. Aunque sospecho que Simón no estuvo seguro de
cuál era esa misión, jamás dudó de su realidad. El mundo tiene siempre una manera de quedar a un lado
en presencia de una persona, hombre o mujer, que sabe adónde va, pero Simón formaba parte del mundo
de Jesús. Cuando algunos consignaron por escrito su concepción de Jesús, lo presentaron como alguien
que tenía una cita con su destino. El término “hora” expresó la expectativa por la llegada de esta cita.
Poco importa cómo llegó a establecerse la conexión; seguramente se pensó que el concepto era apropiado
para la vida de Jesús. Jesús no presionaría para adelantar su «hora», que no debía llegar antes de que
estuviese listo. Tampoco está muy claro cómo llegó a conectarse su «hora» con lo que las Escrituras
llamaban «el día del Señor»; pero este segundo concepto agregó una carga espiritual que, con el tiempo,
hizo que muchas partes de la tradición hebrea se relacionasen con Jesús en busca de una explicación
adecuada.
Lo único cierto es que la ciudad de Jerusalén estuvo implicada en aquella «hora» y que dicha ciudad
atrajo a Jesús magnéticamente. Sospecho, en contra de lo que dan a entender los Evangelios Sinópticos,
que Jesús viajó repetidas veces a la Ciudad santa. Estoy seguro de que fue ejecutado en ella pero, además,
estoy convencido de que el viaje más importante que el “movimiento” o el grupo de Jesús hizo a
Jerusalén no fue antes sino después de la Crucifixión, a pesar de la entrada triunfal del Domingo de
Ramos. Todavía no puedo justificar aquí el motivo de esta afirmación que puede parecer extraña, pero lo
apunto con idea de volver luego sobre ello. Baste decir, por ahora, que Simón vio misión, mística y
destino de Jesús asociados, de alguna manera, con el significado del propio Jesús; y que todo esto produjo
una impresión indeleble en aquel sencillo pescador.
Estas experiencias, y probablemente muchas más, debieron de bullir en la mente de Simón durante su
viaje de regreso a Galilea tras la Crucifixión, primero pasando por Betania y luego durante su larga
marcha. Simón había comenzado a hacer el proceso interior propio de una persona sumamente afligida.
Recordaba los episodios de la vida de Jesús, los aislaba de modo que pudieran cobrar relieve en su mente.
Cada evento rememorado en la corriente de su conciencia, lo volvía de un lado y de otro buscando nuevos
ángulos para poder entenderlo de una forma nueva o para encontrar en él alguna nueva dimensión. Era un
trabajo triste que siempre resultaba penoso, porque cada momento, tras examinarlo y captar un punto de
recuperación, acababa volviendo siempre a caer en la negrura del sentimiento total de la pérdida. Jesús
estaba muerto. Había sido ejecutado. El sueño que, de alguna manera, había estado asociado a la vida de
Jesús, ya no podía ser. Durante días, semanas y quizá meses este pensamiento obsesionó a Simón[30].
Pero cabe sospechar que Simón no fue el único en vivir aquel pesar y aquel proceso interior. Hay razones
para pensar que Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, que eran amigos de Simón antes de que Jesús
entrase en sus vidas, participaron en aquel período de tristeza. Todos realizaban las faenas de la pesca en
torno al lago de Galilea. Seguro que estarían en contacto, al igual que Andrés, ese personaje más
difuminado, identificado sin embargo como «el hermano de Simón». Tal vez hubo otros, pero estos
cuatro seguro que hablaban entre sí y compartían su pesar. Juntos reflexionaron sobre sus experiencias y
se preguntaron qué podía significar todo aquello. Juntos sintieron el vacío y la oscuridad. La sensación de
absurdo era casi una evidencia física para ellos. Las nubes no se disipaban con el tiempo. La intensidad de
la presencia de una persona en la vida de otra sólo se equipara a la intensidad de su ausencia. Jesús, tan
intensamente presente en la conciencia de aquel pequeño grupo, era ahora el intensamente ausente en su
existencia a pesar de que intentaban volver a poner sus vidas de lleno en sus hogares de Galilea.
La necesidad económica y la salud psicológica les exigieron retornar a su forma habitual de asegurar un
sustento. Pescar era todo lo que sabían hacer, por lo que creo que, pasadas algunas semanas, o quizá
meses, volvieron a su trabajo. La observación recogida en Juan 21, de que Pedro dijo, en un momento
dado, «Voy a pescar», y que los otros le respondieron «Nosotros vamos contigo», tiene el sonido de lo
auténtico. Uno no puede quedar inmovilizado de por vida por la pena. Mi conjetura es que volvieron otra
vez a pescar formando equipo en la misma barca. Era importante para ellos estar con quienes podían
entender el trauma que había marcado sus vidas. Así pues, Simón, Santiago, Juan y Andrés regresaron al
mundo de los pescadores y a volver a desarrollar sus habilidades en las horas oscuras de la noche, antes
de que el alba irrumpiese sobre el Mar de Galilea.
La pesca es, en cierto modo, entretenida y aburrida a la vez. Las mejores capturas se conseguían justo
antes de salir el sol. Era también el tiempo de llevar las capturas al mercado. En aquella sociedad, la
comida del mediodía era la comida principal (sólo la electricidad ha transformado la comida del mediodía
en un simple almuerzo y la cena en una auténtica comida). Se imponía la necesidad de limpiar las redes y
de repararlas perfectamente so pena de que no fueran eficaces, y las horas de luz diurna se empleaban en
este trabajo. Dependiendo del viento principalmente, la elección de los lugares de pesca, en aquel lago de
unos veinte kilómetros de ancho, comportaba, muchas veces, desplazarse a remo. Recoger las redes en
aguas relativamente tranquilas podía hacer que las horas pareciesen interminables. De manera que había
mucho tiempo para charlar.

También aquellas aguas estaban llenas de recuerdos. Fue en aquel lago donde aquellos pescadores se
encontraron por primera vez con Jesús. En aquel lago y de pie en su barca, Jesús había enseñado a la
muchedumbre. Lo habían cruzado navegando en su compañía. Tal vez habían soportado alguna tempestad
estando él en la barca. Las aldeas ribereñas —Betsaida, Cafarnaúm, Corozaín, Genesaret— eran nombres
familiares para ellos, asociados además al recuerdo de Jesús. Nada les permitía escapar al recuerdo de su
presencia. Para ellos, Jesús seguía estando en todas partes aunque les faltaba.
Cuando el alba empezaba a clarear, aquellos pescadores ponían proa a la orilla como siempre, arrastrando
su captura. Una vez en la orilla, la meterían en cestos y, antes de transportarla al mercado, almorzarían
juntos al borde del agua. El menú consistía en pescado —recién cogido, limpiado y asado al fuego
encendido junto al lago— y en pan que habrían llevado consigo de sus casas el día antes. Y mientras
comían, volverían a entablar conversación y Jesús sería, sin duda, el tema de gran parte de ella.
A veces, con las primeras luces del alba, la neblina del lago favorecía algunas formas que su imaginación
también elaboraba. La gente apenada tiende a ver formas que hablan a su tristeza. Una vez, Simón creyó
ver una figura fantasmal caminando sobre las aguas. Fue tan real que se alzó y se metió en el lago para
conseguir una visión mejor. Cuando el agua le llegaba a la cintura, la aparición pareció evaporarse, de
modo que Simón regresó a la playa, conmovido y admirado de las jugarretas que le gastaba su mente.
Cada comida judía –incluida la de pan y pescado junto al lago en las primeras horas del día– era un acto
litúrgico. Toda comida simbolizaba el festín escatológico que tendría lugar el día del gran banquete con el
que se inauguraría el reinado de Dios. Sugerían las Escrituras que, en aquel banquete, se reunirían gentes
llegadas del norte y del sur, del este y del oeste, para sentarse a la mesa de Abraham. Así, en cada comida
judía, los hombres y las mujeres reunidos oraban por el reino futuro. La comida empezaba con la
bendición ceremonial sobre el pan. El cabeza de familia levantaba el pan y generalmente oraba con
palabras como éstas: «Bendito seas, Señor Dios, rey de universo, que produces el grano que brota de la
tierra para alimento de nuestros cuerpos».
Día tras día, aquel pequeño grupo de pescadores realizaría esta bendición ritual, tal vez de forma rutinaria,
y, tras el ayuno nocturno, se desayunaría con pan y pescado. El vino no se tomaba en la mayor parte de
las comidas, y menos a primera hora de la mañana. El vino era caro a la vez que revestía un carácter
ceremonial. Para los pobres, era una bebida que sólo se tomaba en los grandes festines. En Juan 21, pan y
pescado es la dieta del lago de Galilea. Pan y pescado habían sido también las provisiones de los relatos
de la alimentación milagrosa de la multitud.
Seguramente, cada vez que bendecían el pan al iniciar su desayuno, las mentes de aquellos hombres
recordaban otra comida, tomada en Jerusalén, en la estancia superior de una casa, una noche extraña y
aciaga. Una noche en la que abundaron el miedo, la ansiedad y la melancolía. Todo había sido tan
dramático… Jesús tomó pan, lo partió y lo identificó con su cuerpo roto. No tenía ningún sentido, pero
con aquello parecía decir que vislumbraba el desastre. El desastre se abatió, en efecto, sobre ellos durante
aquella noche. Pero la comida y cuanto ocurrió después, en aquella noche, tuvieron como efecto marcar,
con un significado y un recuerdo indelebles, todas las bendiciones del pan de cada comida. Ocurrió así
que, mañana tras mañana, en el lago de Galilea, unos pescadores, que habían quedado hondamente
impresionados por Jesús de Nazaret, ahora ya «el crucificado», empezaban su comida matinal tomando
pan, bendiciéndolo, partiéndolo y recordando.
Todos estos temas deben de haber jugado un determinado papel en el subconsciente de Simón durante los
momentos tranquilos en los que se permitía el lujo de recordar. El pan partido... «Éste es mi cuerpo roto».
¿Ordenó Jesús partir el pan en memoria de él cuando ellos se juntasen? ¿O empezaron a hacerlo y
después procedieron a justificar la tradición poniendo en boca de Jesús el mandato de hacerlo? ¿Dijo
Jesús: «cada vez que comáis de este pan y bebáis de esta copa, proclamaréis la muerte del Señor hasta que
venga»[31] o fueron los discípulos quienes lentamente empezaron a ver la conexión entre el pan
bendecido, partido, distribuido e ingerido, y la vida de Jesús, que había sido bendecida, rota y dada en
alimento? ¿Cuánto tiempo fue necesario para que emergiese esta nueva posibilidad o esta nueva
concepción?
La muerte de Jesús fue un hecho indiscutible. La idea de que su muerte hubiera ocurrido de aquella
manera no era fácil de encajar. Jesús había sido ejecutado en un madero en forma de cruz. La Torah –tan
sagrada para cualquier hombre o mujer judíos– llamaba «maldito» al que hubiera sido colgado de un
árbol. ¡Qué arrogancia hubiera supuesto, para unos pescadores e iletrados, sugerir cualquier otra
alternativa! Jesús había sido acusado de blasfemia. Ningún poder había intervenido para salvarlo. Su
muerte se había convertido en un «no» de Dios. Este «no» había sido sancionado y ejecutado por los
representantes de Dios en la tierra. Ellos, que no estaban instruidos ni en la Torah ni en las tradiciones del
pueblo de Dios, ¿cómo podían oponerse a los representantes de Dios en la tierra de una manera creíble?
Cada día, tales temas hacían sentir su peso y su contrapeso en las mentes de aquellos discípulos, y yo
sospecho que, muy especialmente, en la de uno de ellos de nombre Simón. Por una parte, estaba la
experiencia que habían tenido con Jesús, que los había llamado de lo viejo a lo nuevo en su concepción de

Dios. Por otra, Jesús estaba muerto y aquella nueva concepción no había prevalecido. Lo que se había
mostrado victorioso era lo viejo y no lo nuevo. Las palabras de condena, pronunciadas por los sumos
sacerdotes, se veían reforzadas por el hecho de ver al sumo sacerdote como un ungido de Dios. La
condena quedaban reforzada, además, por los textos de la Sagrada Escritura citados como prueba. Según
se les había enseñado a creer, Dios había hablado a través de dichos textos en todas las épocas y había que
buscar discernir en ellos el designio de Dios para todos los tiempos. Los miembros de la jerarquía
religiosa estaban vivos y eran los vencedores mientras que Jesús estaba muerto y era el derrotado. Las
mentes como la de Simón tenían que empezar a resignarse a lo inevitable de tales conclusiones. Jesús no
debía de haber venido de parte de Dios. Estaba muerto y ellos tenían que empezar a aceptar el hecho de
que habían sido embaucados y engañados, por lo que, en consecuencia, también ellos tenían culpa pues se
habían dejado embaucar y engañar.
Estos pensamientos conflictivos acerca de Jesús preocupaban a Simón ¿Cómo podían haber matado al
Mesías[32]? Nadie había oído hablar nunca de un mesías ejecutado y colgado de un madero. «Me hubiera
gustado habérselo preguntado a él», debió de repetirse a sí mismo Simón una y otra vez. Pero, por más
que se esforzaba, las conclusiones inevitablemente no encajaban. ¿Cómo podía Dios decir «no» a un
mensaje de amor y de perdón y continuar siendo Dios? ¿Cómo podía Dios negar a alguien que, por
encima de cualquier división humana, había conseguido realzar a cuantos Dios había creado? ¿Cómo
podía alguien ser tan por entero autor de vida y no proceder de Dios? ¿Cómo podía alguien dar su vida de
una forma tan total y ser considerado culpable de un crimen capital?
En la mente de Simón todo esto carecía de sentido. ¡Cómo habría deseado dejar de lado estas ideas y no
continuar por más tiempo este proceso torturante, olvidar esta tensión y seguir adelante con su vida! Pero
Simón había bebido hasta saciarse de aquella «fuente de agua viva». Había comido hasta la hartura de
aquel pan espiritual que parecía haber saciado el hambre más intensa. Podía negarlo una y otra vez pero
no podía fijar su negación, ni siquiera en su propia mente. Así luchaba Simón día tras día, semana tras
semana. Pescaba en el lago y compartía el pan y algunos peces en la orilla con sus amigos tan pronto
como la aurora se deslizaba por sobre el cielo de Galilea. Las semanas se convertían en meses y todavía
no había ninguna resolución.

La respuesta de los discípulos a la desgracia [II]
En el año litúrgico judío, la fiesta que rivalizaba con la Pascua –y hasta la superaba, quizá, en
popularidad– era la de los Tabernáculos o de las Tiendas. El nombre hebreo de esta fiesta era Sukkôt que
significa «cabañas». Se celebraba en otoño. Gran número de peregrinos viajaba entonces a Jerusalén,
igual como en Pascua, en la primavera. Pero la celebración de los Tabernáculos era mucho más festiva.
No se sacrificaba el cordero pascual ni se evocaban recuerdos de esclavitud ni la celebración incluía la
tristeza de reconocer que el pueblo judío aún vivía sometido al yugo extranjero. La fiesta de los
Tabernáculos era, sobre todo, de alegría por la vendimia y por la libertad que habían conocido en la
travesía del desierto, cuando vivían en cabañas o en tiendas provisionales y hasta los rollos sagrados de la
presencia de Yahvé se guardaban en una tienda de campaña transportable.
Como todas las fiestas judías, la de los Tabernáculos había incorporado el anhelo de un mesías, del reino
y del reinado de Dios. La liturgia de los Tabernáculos se organizaba en torno a los discursos de los
capítulos 9-14 del profeta Zacarías y a partes del Salmo 118, que el pueblo cantaba mientras circulaba
alrededor del altar del Templo. La liturgia de los Tabernáculos también se centraba en los símbolos de la
luz y del agua. Israel sería la luz para las naciones de la tierra, y de Jerusalén brotarían fuentes de agua
viva; lo cual era un símbolo del Espíritu que debía gobernar el mundo cuando llegase el reino de Dios.
Cuando se acercaba la fecha, el contenido de esta festividad se hizo presente, del modo más natural, en la
mente de Simón, que, en un momento dado, empezó a asociar dicho contenido con su constante empeño
por dar sentido a la muerte de Jesús. A su mente acudían frases conocidas de la liturgia de los
Tabernáculos:
No moriré sino que viviré para poder cantar las obras de Yahvé. Castigóme, castigóme Yahvé, pero no
me dejó morir. Abridme las puertas de justicia, y entraré por ellas para dar gracias a Yahvé. Es la puerta
de Yahvé, entran por ella. Te doy gracias, ¡oh Yahvé!, porque me oíste y estuviste por mí para la victoria.
La piedra que rechazaron los constructores ha sido puesta por piedra angular. Obra de Yahvé es esto,
admirable a nuestros ojos. Éste es el día que hizo Yahvé: alegrémonos y jubilemos en él. […] Bendito
quien venga en el nombre de Yahvé. […] Yahvé es Dios, él nos mandó la luz. Entretejed guirnaldas en la
fronda y traedlas…
Todas ellas son frases populares del Salmo 118, un salmo que todos identificaban con la fiesta de los
Tabernáculos. Era el salmo que se cantaba siempre en la procesión alrededor del altar, que era el rito
característico de esta fiesta. Esta palabra profética hablaba del tiempo en que «el Señor, vuestro Dios,
vendrá [a Jerusalén] y allí morará de continuo». Los pasajes que se leían cada año estaban tomados de
Zacarías 14. También allí se hablaba de las «aguas vivas» que algún día manarían de Jerusalén. Aquel día

–afirmaba Zacarías– «el Señor será rey sobre toda la tierra». Estas palabras eran tan familiares a Simón
como las del nacimiento de Jesús para los cristianos de hoy dado que se leen todos los años en Navidad.
Así fue como Simón dejó que tales palabras entrasen y morasen en su mente, y de ella partieran cuando
pensó en la posibilidad de regresar a Jerusalén para sumarse a la celebración de la Sukkôt. Había pasado
suficiente tiempo desde la ejecución de Jesús como para poder regresar con seguridad, una vez más,
formando parte de algún grupo de peregrinos. Deseaba asimismo restablecer contacto con quienes había
estado tan unido hacía unos meses. Pensaba, probablemente de un modo especial, en María Magdalena.
Ahí estaba aún la tristeza de su conflicto sin resolver, que le pesaba tremendamente. Tal vez también
estarían allí otros discípulos que habían permanecido en Jerusalén. Simón discutió sus planes con sus
compañeros de pesca, que se inquietaron. Como la fiesta duraba quince días o más, tampoco era necesario
tomar una decisión inmediata.
Durante los sábados anteriores a la Sukkôt, se leían otras secciones del profeta Zacarías en las sinagogas.
Concretamente, el capítulo 11 (vv. 7 y ss.), donde estaba el relato de los dirigentes del templo que
pagaban treinta monedas de plata para desembarazarse de alguien a quien Dios había elegido para ser
pastor de Israel. A dicho relato le seguía una promesa divina:
Pero derramaré, sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén, un espíritu de gracia y de
oración, y alzarán sus ojos a mí, y a aquél a quien traspasaron le llorarán como se llora al unigénito, y se
lamentarán amargamente por él como se lamenta amargamente el primogénito[33].
El capítulo hablaba asimismo del plan divino de «herir al pastor para que se dispersen las ovejas» y todo
ello era el preámbulo del relato propio de la fiesta, en Zacarías 14, que se orienta al tiempo en que «el
Señor será rey sobre toda la tierra».
Simón examinó también estos pasajes. Cuando escuchaba la lectura de las Escrituras, le parecía que éstas
le hablaban a gritos de Jesús. La mente de Simón continuaba agitada. Estaba inquieto e intranquilo. Las
imágenes combatían entre sí. Su intuición chocaba con el sentimiento de la inconveniencia de sus
pensamientos. Nadie hubiera considerado jamás a un simple pescador como una fuente de sabiduría
teológica. Tal era el cometido del sumo sacerdote y de los doctos escribas que se pronunciaban
normalmente sobre la verdad –o no verdad– de las ideas religiosas. Y ellos eran quienes habían
condenado a Jesús. No obstante, con razón o sin ella, la verdad que se estaba adueñando de él no se podía
negar. De alguna manera Simón se supo dominado por un amor que no le dejaría escapar.
Con todo, mientras su mente luchaba, él no dejaba de trabajar. Cada noche significaba ir de nuevo en
barca hasta el centro del lago en busca de la captura suficiente como para comprar el pan de cada día.
Durante la noche antes de su viaje a Jerusalén, hicieron una redada de peces especialmente abundante. De
repente, a Simón se le había ocurrido la idea de arrojar las redes por el otro costado y los resultados
fueron sorprendentemente buenos. Arrastraron su captura a la orilla en un ambiente de fiesta y de alegría.
Aquella mañana el desayuno junto a la orilla sería de los buenos.
Ya estaba preparado un fuego de carbón. Tal vez otros pescadores habían tenido también una buena
captura y habían desembarcado tomándoles la delantera. En la parrilla primitiva aún quedaba un trozo de
pescado asado. Cuando una captura era buena podían permitirse un despilfarro como éste. En su alegría,
Simón había saltado de hecho al agua y nadado hasta la orilla para así poder ayudar a acercar la barca,
sana y salva con su abundante carga. Sintió que su espíritu se reponía un poco después de tan largo
periodo de depresión.
Una vez asegurada la captura, cebaron el fuego, limpiaron los peces seleccionados y los colocaron sobre
los carbones encendidos para asarlos. Sacaron el pan guardado en la barca y la comida estuvo lista.
Simón, que era el de más edad del grupo, realizó la ceremonia de la bendición. Las imágenes se
agolparon: el Salmo de los Tabernáculos, «no moriré, sino que viviré»; las palabras de Zacarías: «mirarán
al que traspasaron»; y aquella noche aciaga, cuando Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio
identificándolo con su cuerpo. A la manera judía, Simón expresó verbalmente tales imágenes en la
bendición ritual y partió el pan.
De repente, todo encajaba para él. La crucifixión no era un castigo, tenía una intención, un sentido. La
cruz era la última parábola de Jesús representada en el escenario de la historia para abrir los ojos de
quienes no podían abrirlos de otra manera al significado de su vida como signo del amor de Dios. El amor
de Dios era incondicional y no se obtiene mediante la rigurosa observancia de la ley; el amor de Dios
estaba más allá de las fronteras de la justicia; era un amor que no pedía nada a cambio. La muerte era el
episodio final en la historia de la vida de Jesús. Demostró, como nada podía hacerlo, que dando la vida es
como la encontramos, que repartiendo amor es como lo encontramos, y que abrazando a los parias y
marginados es como a nosotros, parias y marginados, somos abrazados. Era un amor que permitía dejar
de aparentar para ser simplemente.
Aquella mañana, Simón intuyó el significado de la crucifixión como nunca antes lo había sentido y
aquello fue el alba de la Pascua de Resurrección en la historia humana. Sería correcto decir que, en aquel
momento, Simón se sintió resucitado: en su mente desaparecieron las nubes de tristeza, confusión y

depresión, y, en aquel momento, supo que Jesús era parte de la esencia misma de Dios, y Simón vio, en
aquel momento, a Jesús, vivo.
Fue como si le cayesen unas escamas de los ojos, y Simón vio un reino que nos rodea en cada momento,
un reino de vida y de amor; un reino de Dios desde el que Jesús se aparecía a Simón. ¿Era real? Sí, estoy
convencido de que lo era ¿Era objetivo? No, no creo que fuera objetivo. ¿Puede una cosa ser real sin ser
objetiva? Sí, pienso que sí es posible porque «objetivo» es una categoría que mide acontecimientos dentro
del tiempo y del espacio. Jesús se apareció a Simón desde el ámbito de Dios, y este ámbito no está dentro
de la historia ni del tiempo y el espacio[34]. ¿Fue entonces algo engañoso? No lo creo. Sin embargo,
siempre habrá personas que no tengan los ojos abiertos y que nunca vean lo que Simón vio, por eso
siempre pensarán que fue algo engañoso.
No obstante, siempre habrá también otra clase de personas: quienes acepten este dictamen y pretendan ver
cuando, realmente, no ven. Personas así insistirán en que tienen una evidencia concreta. Muchos ocuparán
altos puestos en círculos eclesiásticos. Sin embargo, la prueba de la visión o de la ausencia de visión
habrá que verla en sus vidas. ¿Son semejantes a Cristo, abiertos, comprensivos, amorosos y alimentadores
de los hambrientos de la tierra, o son jueces implacables, prontos a imponer a los demás su concepción de
la verdad, a juzgar y rechazar a quienes, según sus criterios, no son creyentes ni seres humanos comme il
faut?
«Simón, hijo de Juan, si me amas, apacienta mis ovejas». Ésta fue la exhortación que le pareció escuchar
a Simón, una y otra vez, siempre que intentaba dar sentido a su experiencia en Galilea. El Cristo
resucitado sólo será conocido cuando sus discípulos puedan amar como amó Jesús y a los que él amó: los
más pequeños de la tierra. Con el tiempo, esta verdad se volvió parábola, y, con el tiempo, se puso en
boca de Jesús que se presentaba a sí mismo como el «Hijo del hombre» que llega entre nubes de gloria
para juzgar al mundo[35]. El mensaje era, sin embargo, muy simple: cuando alimentáis a los hambrientos,
dais agua al sediento, vestís al desnudo, confortáis al afligido, acompañáis al rechazado y al encarcelado,
«a mí me lo hacéis». Dios ha venido efectivamente del cielo para habitar en Jesús. Jesús, visto ahora
como parte del ser de Dios, «ha venido» para habitar en el más pequeño de los nuestros. Para decirlo con
las palabras de la teología cristiana posterior, es una nueva encarnación: Dios en Cristo y Cristo en el
menor de los hombres. Sí, Simón vio a Jesús vivo en el corazón de Dios.

La visión de Cristo que puso en marcha la Iglesia
¿A qué debió de parecerse esta visión? No lo sabré nunca. Lo que sé es que –como ya discutimos en el
capítulo sobre Pablo–, cuando los primeros discípulos intentaron decir todo esto en un lenguaje humano,
utilizaron el verbo griego ôphthê, que es el mismo verbo empleado tanto por Isaías en el relato del
momento en que «vio» al Dios altísimo y santo[36] como por Pablo cuando escribía: «¿No he visto yo a
Jesús, el Señor?»[37]. ¿Qué significa esta «visión»? ¿Por qué Lucas le hizo decir a Simón, de
sobrenombre Pedro y ya dirigente de la Iglesia entonces, «Dios le concedió [a Jesús] hacerse
públicamente visible, no a todo el mundo sino a los testigos señalados de antemano por Dios, a nosotros
que comimos y bebimos con él, después de haber resucitado él de entre los muertos»[38]?
Simón vio. Vio realmente. Jesús había sido exaltado hasta el Dios vivo. Esto no tenía nada que ver con
tumbas vacías ni con llagas dolorosas sino con comprender que Jesús había hecho real a Dios para los
hombres y que Dios había incorporado la vida de Jesús a la naturaleza divina. Con un estallido de ánimo
Simón intentó trasladar a sus compañeros su visión. Intentó abrirles los ojos. Su mente torturada se
derramó en un torrente de palabras en aquel desayuno. En sus manos el pan se partía más y más hasta que
la luz despuntó en Santiago, Juan y Andrés.
Ninguno de aquellos pescadores tenía las herramientas necesarias para desarrollar las elaboradas
cristologías que marcarían el futuro cristiano. Todos sabían, y lo sabían profundamente, lo que aquel Dios
había reclamado de la vida de Jesús y que dicha vida, ahora parte de Dios, estaba para siempre a su
disposición, como Dios. También sabían que ahora tenían que ser irradiadores de esa vida por doquier.
Parece asimismo que comprendieron que no importaba la cantidad de gente a la que se otorgase el don de
Cristo pues siempre quedaría para dar sin fin. Cestos de fragmentos del amor liberal y de la inacabable
mesa del Señor siempre se recogerían simbólicamente después de que todos «hubieran comido hasta
saciarse»[39].
Simón comprendió, al fin, que la muerte no podía retener a quien él sabía que era el Cristo de Dios. Era el
Santo de Dios que, para Simón, tenía palabras de vida eterna. Simón había visto al Señor. El Cristo
resucitado se apareció primero a quien los discípulos empezaron a llamar Cefas (en arameo, la roca;
Pétros, en griego). Simón vio y abrió los ojos de los otros para que vieran. Simón era la «roca» sobre la
que podía llegar a sustentarse la comunidad de los cristianos. Fue esta comunidad la que le dio el nuevo
nombre de Pedro, y la que, en sus relatos sagrados, presentó a Jesús diciendo a Simón: «Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».
Así fue como reunió Simón a sus compañeros mediante su visión. Juntos decidieron luego que tenían que

subir a Jerusalén para la fiesta de los Tabernáculos, y que tenían que compartir su visión con otros, para
que también ellos pudieran ver. Simón Pedro reunió primero a sus compañeros galileos, a Santiago, Juan
y Andrés, y juntos marcharon a Jerusalén. Allí reuniría a los discípulos de la capital. En mi opinión, el
viaje de regreso a Jerusalén fue, para Pedro y sus compañeros, no sólo un viaje triunfal sino que se
convirtió en el viaje triunfal.
Creo que fue su “procesión del Domingo de Ramos” que, más tarde, por un cruce de cronologías, se
colocó, en los Evangelios e, indirectamente, en la vida de Jesús, antes de la crucifixión. Creo que la
cronología aparente de los Evangelios no responde a la historia real. La Resurrección de Jesús se
proclamó en Jerusalén durante la festividad de los Tabernáculos, en otoño, unos seis meses después de la
Crucifixión. Y los detalles de la fiesta de los Tabernáculos determinaron, como intentaré demostrar, la
forma y el contenido de las leyendas jerosolimitanas de la Pascua de Resurrección que nos han llegado.
Creo que estas pistas nos resultan hoy más visibles que nunca por tres razones principales. Primero,
porque, en el pasado, al ser como somos “gentiles”, leíamos unos libros judíos como son los Evangelios
sin comprender su propia manera de estar redactados y, en concreto, sin ninguna idea del midrásh.
Segundo, porque, por lo general, nuestra lectura se centraba en la fiesta de la Pascua y por eso ignoraba el
contenido y la significación de la celebración de los Tabernáculos. Y, tercero, porque hemos sido
prisioneros de una mentalidad lineal a la hora de leer los Evangelios, mientras que ahora, con la
recuperación del midrásh y de la fiesta de los Tabernáculos, liberados del tiempo lineal, podemos ver que
cada viaje de Jesús y sus discípulos, de Galilea a Judea, se superpuso, en el desarrollado de la tradición
evangélica, independientemente de la fecha en que se realizó, al contenido propio de los otros viajes
anteriores.
El viaje de Simón y de sus compañeros, desde de Galilea a Jerusalén, para proclamar al Cristo vivo
durante la festividad de los Tabernáculos, quedó incorporado a un viaje anterior, realizado por Jesús y sus
discípulos, cuando peregrinaron a Jerusalén, en el tiempo de la Pascua, y que acabó con la muerte del
Maestro. ¿Nadie se pregunta cómo podían haber llamado triunfal a aquel viaje primero si terminó en un
desastre? ¿Nadie se extraña de cómo unos ramos verdes, incluidas palmas, se conectaron con aquella
visita de Pascua en primavera cuando tales ramos, así como los gritos de «Hosanna al que viene en
nombre del Señor», eran algo característico de la fiesta de los Tabernáculos, que caía siempre en otoño?
¿Nadie pregunta por aquel extraño episodio de la higuera, a la que Jesús maldijo tras no encontrar fruto en
ella, y que se asoció con la Pascua, que caía en la estación del año en que ningún árbol lleva fruto,
mientras que, durante la fiesta de los Tabernáculos, los higos solían estar en plena sazón pues es la
estación en que se puede esperar encontrar fruto en cualquier higuera de Palestina? ¿Nadie se pregunta
cómo se creó la leyenda de la tumba? Sin embargo, en la fiesta de los Tabernáculos, una estructura
parecida a una tumba, utilizada sólo como casa provisional, formaba parte de la liturgia. Los participantes
en aquella liturgia llevaban cajas de hojas aromáticas y limones a dicha tienda como parte de la
ceremonia. Los Tabernáculos fueron una fiesta de siete días en su forma primera y de ocho días
posteriormente, y yo creo que, superponiendo este módulo de tiempo a la Pascua, la Iglesia creó una
“Semana Santa” de ocho días, que empieza con la procesión de las palmas y culmina, al cabo de ocho
días, el día primero de la semana, que acabó siendo el día en el que se fijó definitivamente la liturgia de la
Resurrección.
Con todo lo dicho, estoy insinuando –para resumir– que la visión de Jesús vivo por parte de Simón
ocurrió no menos de seis meses después de la muerte de Jesús en la cruz, y que tal visión ocurrió en
Galilea; que Simón abrió entonces los ojos de sus compañeros galileos, que también pudieron «ver» a
Jesús resucitado; que juntos viajaron a Jerusalén, en la fiesta de los Tabernáculos; que allí se reunieron
con los discípulos jerosolimitanos para compartir su fe; y que, dentro de la liturgia de la celebración de
los Tabernáculos, se desplegó la historia de la Pascua de Resurrección. De este modo intento demostrar
que la tradición de los Tabernáculos llegó a nutrir el desarrollo del relato pascual y nos proporcionó el
domingo de Ramos, la expulsión de los mercaderes del templo, la importancia del primer día de la
semana, la tumba vacía, los perfumes llevados al sepulcro y hasta el ángel mensajero. En este contexto se
desarrollaron los relatos y crecieron las leyendas.
Pero la verdad no está en juego ni en los relatos ni en las leyendas. La verdad de Jesús, viviente y
disponible, fue la que creó los relatos y las leyendas y no al revés. Los relatos y las leyendas pueden
disecarse, reelaborarse y reinterpretarse, y hasta se pueden dejar de lado, sin que corran peligro ni la
integridad ni la realidad de la experiencia que los puso en pie y los hizo existir.
Si mi re-creación tiene validez más allá de una simple especulación interpretativa, tendríamos que
encontrar, en los textos bíblicos, indicios que la confirmasen. Los relatos y leyendas siempre tienen pistas
que nos indican sus orígenes. Creo que podemos encontrar estos indicios en el capítulo séptimo del
Evangelio de Juan, en los relatos del domingo de Ramos, de la purificación del templo y hasta en los
extraños relatos de la Transfiguración. Sin embargo, ninguno de estos indicios se me hizo visible hasta
que no descubrí el papel de la fiesta de los Tabernáculos y empecé a estudiarla en el texto evangélico. A

esta historia regreso ahora[40].




[1] Se trata del Capítulo 19, «But, What Did Happen? A Speculative Reconstruction» de su obra
Resurrection. Myth or Reality?, San Francisco, HarperCollins, 1994, p. 233-260. Hubo traducción al
español: La Resurrección, ¿mito o realidad?, Martínez Roca, Barcelona, 1996, agotada.
* Para información sobre Marcel Legaut véase: www.marcelleagut.org
[2] John S. Spong, Jesús, hijo de mujer, Martínez Roca, Barcelona, 1993. Ver «Cuadernos de la diáspora»
nº 10, Madrid, AML, 1999, p. 95-118. También www.servicioskoinonia.org/relat/373.htm
[3] Domingo Melero, “El desarrollo de la tradición del nacimiento. Presentación”, loc cit., p. 81-94, y la
citada dirección electrónica.
[4] J. S. Spong, Here I Stand. My Struggle for a Christianity of Integrity, Love & Equality,
HarperSanFrancisco, N. Y., 2000, p. 453-4.
[5] El libro al que nos referimos es de 2001 y se cita a continuación, dentro de la bibliografía de J. S.
Spong posterior a su libro sobre la Resurreción:
– 1996, Liberating the Gospels: Reading the Bible with Jewish Eyes, San Francisco: HarperSan
Francisco.
– 1998, Why Christianity Must Change or Die: A Bishop Speaks to Believers in Exile. San Francisco:
HarperSanFrancisco.
– 1999, The Bishop’s Voice (A compilation of articles by John S. Spong, 1976 to 1998, from The Voice, a
publication of the Diocese of Newark. Org. Christine M. Spong), Crossroad, Nueva York.
– 2000, Here, I stand: My struggle for a Christianity of integrity, love and equality, San Francisco:
HarperSanFrancisco.
– 2001, A new Christianity for a new world: Why traditional faith is dying and how a new faith is being
born, San Francisco: HarperSanFrancisco (Trad. en portugués: Un novo cristianismo para um novo
mundo: a fé além dos dogmas, Verus Editora, Campinas, São Paulo, 2006. Trad. al alemán: Was sich im
Christentum ändern muss, Patmos Verlag, Gmbh+Co.K, 2004).
– 2005, The Sins of Scripture: Exposing the Bible’s texts of hate to reveal the God of love, HarperCollins,
Nueva York.
[6] El temor a distanciarse de una lectura literal no es igual para todos los textos bíblicos. Crece el temor
–a este distanciamiento de una lectura literal– cuanto más cerca se está de elementos más nucleares del
sistema de creencias cristiano, y esto le ocurre tanto al creyente de a pie como al especialista. Cuando
leemos los relatos de los Evangelios y, sobre todo, los del nacimiento o los de las apariciones del
Resucitado, nuestra recién estrenada apertura de miras siente un vértigo diferente al que suscitan los
primeros capítulos del Génesis o según qué relatos de profecías y de milagros, sobre todo si son del
Antiguo Testamento. En los textos donde se habla de la concepción viriginal de Jesús o en los que se
describen los encuentros de los discípulos con el Resucitado, los especialistas o bien regresan a una
lectura literal de los mismos para garantizar lo que consideran esencial, o bien, a lo sumo, los comentan
dentro de una especie de nebulosa que, sin afirmar la historicidad, tampoco niega nada de la misma. En
definitiva, se busca situar lo que se cree esencial para la fe en un lugar inalcanzable para la razón crítica.
Y es que no se ha comprendido que la legítima distinción entre fe y creencias permite integrar
críticamente la razón crítica dentro del camino reflexivo de la fe.
[7] Sin ir más lejos, el reciente documento de los obispos “Teología y Secularización en España” habla de
defender la “fe de los sencillos” frente a determinados planteamientos teológicos considerados erróneos y
a los que el documento atribuye la causa de la actual crisis de adhesión a la Iglesia. Sin entrar ahora a
valorar si estos errores son tales, ni la dureza con que se les condena, el mismo término de “fe de los
sencillos” es desafortunado y confirma la “doble verdad” denunciada por Spong. El documento, en vez de
asumir la necesidad de formación como intrínseca a una fe adulta, parece exaltar la ignorancia. A los
“sencillos” les basta la vigilancia pastoral de sus obispos, que los guía y protege de la desorientación de la
teología actual. El documento no considera lo perjudicial que es mantener a los fieles en una dependencia
doctrinal y en una obediencia ciega a los dictados morales de la jerarquía (Conferencia Episcopal
Española. Instrucción Pastoral “Teología y secularización en España. A los cuarenta años de la clausura
del Concilio Vaticano II”, Madrid, 30 de Marzo de 2006. Ver, sobre todo, los números 3, 35 y 49).
[8] Un ejemplo que aclara la diferencia entre indicar probables hechos históricos y elaborar toda una
narración puede ser la multiplicación de los panes y los peces. A la hora de examinar la historicidad de
este relato, los especialistas bíblicos, en su mayoría, coinciden en señalar que estamos ante una creación
literaria de los primeros cristianos y no tanto ante un hecho que históricamente ocurriera así. El empeño
del exegeta consiste en intentar comprender qué experiencia de fe se quiere comunicar. Así, por ejemplo,

podría decirse que los discípulos experimentaron, en muchos momentos, que Jesús era alimento
abundante y que les ayudaba a “multiplicar” lo que eran. Pasando a los hechos, algunos, tras negar el
milagro físico de la multiplicación, hablan de la posibilidad de que, en alguna concentración en torno a
una sermón de Jesús, llegada la hora de comer y ante la indigencia de muchos de los presentes, los que
disponían de alimentos se desprendieran de ellos para ponerlos en común y ello sirvió para que nadie
pasase necesidad y así fue como se experimentó el “milagro” de compartir. Ahora bien, aunque es
frecuente entre los exegetas señalar hechos probables como éste, no lo es elaborar una reconstrucción
historiada de esos hechos, es decir, toda una narración paralela cuidando la fidelidad sólo a lo
históricamente probable como hace Spong.
[9] El término “desmitologización” puede dar lugar a una comprensión errónea. La desmitologización que
buscan los exegetas no es del estilo de lo que ensaya –por citar un ejemplo reciente– A. Baricco en su
obra Iliada, donde ofrece una versión del clásico de Homero que elimina todas las intervenciones de los
dioses. En el caso que nos ocupa, se trata de reconocer que la forma en que nos ha llegado un
determinado mensaje es un mito y que hay que abordarlo como tal. Esto supone reconocer la no
historicidad de algunos hechos pero no negar su valor evocador en el propio mito. El lenguaje mítico
tiene unas potencialidades que perderíamos con una versión “aséptica” de este tipo de relato.
[10] Un ejemplo: algunos de los primeros discípulos entendieron la persona y la palabra de Jesús como
una auténtica refundación de la fe judía. Esto, sin duda, remitía a la figura fundadora por excelencia:
Moisés. De este modo, a la hora de narrar la historia de Jesús, estos discípulos y sus continuadores
crearon relatos que narraban historias y detalles similares a los que sus lectores conocían de la vida de
Moisés. Un lector judío que lea estos textos entenderá inmediatamente que se le está diciendo que Jesús
es un nuevo Moisés.
[11] Las datación de las cartas auténticas de Pablo se sitúan entre el año 56 y el 64 dC, mientras que el
evangelio de Marcos, el más antiguo, se escribió en torno al año 70 dC.
[12] Aquí conviene precisar algo en torno a los dos finales de Marcos, precisamente porque es cierto lo
que dice Spong. Tal y como ha llegado hasta nosotros, el Evangelio de Marcos, después de mencionar la
tumba vacía, sí que nos habla de apariciones del Jesús resucitado: primero, a María Magdalena (16, 9),
luego a dos discípulos que iban de camino (16, 12) y, por último, a los once (16, 14); además de incluir un
relato de la Ascensión de Jesús a los cielos. Sin embargo, todos los especialistas están de acuerdo en que
esta parte final del actual texto de Marcos (16, 9-20) es un apéndice añadido hacia la mitad del siglo II.
Sin duda, para los primeros creyentes resultaría muy chocante el final tan seco de este Evangelio en 16, 8,
carente de apariciones a los discípulos. Probablemente por eso introdujeron un nuevo final que lo
armonizase con el resto de los Evangelios que ya eran conocidos y aceptados a mediados del siglo II de
nuestra era. La Iglesia considera este apéndice como parte del canon también y, por lo tanto, tiene la
misma autoridad e inspiración que el resto del Evangelio, sin embargo, en la perspectiva histórica en la
que Spong se sitúa, interesa tener presente el texto que pudieron leer los primeros lectores de Marcos allá
por el año 70 dC. Y, ciertamente, este documento no contenía el apéndice de las apariciones.
[13] Ya Pablo sitúa a Pedro en un lugar preferente cuando enumera las apariciones del resucitado: “se
apareció a Pedro y luego a los doce” (1 Cor 15, 5). Los relatos evangélicos de la Resurrección acentúan
esta prioridad haciéndolo primer testigo del sepulcro vacío (Lc 24, 12; Jn 20, 3-9), sujeto de una aparición
particular (Lc 24, 34), destinatario principal del mensaje de las mujeres (Mc 16, 7) y encargado de
sostener la fe de la comunidad (Jn 21, 1-23). Pero no sólo los textos de apariciones nos hablarían de esta
primacía de Pedro en la experiencia de la Resurrección. También la “confesión en Cesarea” (Mc 8, 27-29
y paralelos) y la Transfiguración (Mc 9, 2-13 y paralelos) son, a juicio de Spong, reminiscencias de que
fue Pedro el primero en reconocer a Jesús resucitado. En general, todos los lugares donde Pedro aparece
como portavoz del grupo de los discípulos se interpretan en esta clave.
[14] Desde una perspectiva más específicamente teológica, Torres Queiruga, en su reciente y muy útil
estudio sobre la resurrección (Repensar la Resurrección. La diferencia cristiana en la continuidad de las
religiones y de la cultura, Madrid, Trotta, 2003), apunta en la misma dirección que Spong y Légaut, de
comprender la Resurrección como revelación del significado de la cruz: «para los discípulos y para el
mismo Jesús, la cruz fue la última gran lección en el proceso revelador» (p. 192). La experiencia de la
Resurrección de Jesús fue, para los discípulos, el desvelamiento (la revelación) del sentido profundo de la
muerte escandalosa de Jesús, la comprensión de dicha muerte a partir de lo que Dios había ido mostrando
a lo largo de la historia al tiempo que dicha muerte fue la que les desveló el sentido de dicha historia.
Todo el libro de Torres Queiruga es un esfuerzo por comprender la experiencia de la Resurrección en
coherencia con la idea de Dios y de la revelación desarrolladas en sus libros anteriores: un Dios que se
muestra y se revela en la historia humana respetando la libertad humana y la autonomía de la naturaleza,
que son también obra suya.
[15] Reflexión sobre el pasado y el porvenir del cristianismo, Madrid, AML, 1999, p. 74.
[16] Cuaderno de la diáspora 2, noviembre 1994, “Llegar a ser discípulo”, p. 17-18

[17] Reflexión sobre el pasado y el porvenir del cristianismo, Madrid, AML, 1999, p. 77.
[18] Hay una diferencia entre las comidas que relata Spong y la “renovación de la Cena” de la que habla
Légaut. Spong piensa en las comidas de los discípulos en Galilea, en las que, por lógica, el recuerdo del
Maestro, muerto trágicamente, debió de ser el caldo de cultivo de la reflexión compartida. Légaut tiene en
mente, más bien, aquella comensalidad que se dio en un momento concreto de la relación entre Jesús y
sus discípulos: la última Cena antes de que lo prendieran. No nos parece, con todo, que ésta sea una
diferencia importante, puesto que, para ambos autores, lo esencial de estas comidas es el clima favorable
al recuerdo que generan.
[19]Op. cit., p. 32.
[20]Op. cit. p. 31.
[21] Ver Hechos… 13, 29-30: «Y con no hallar en él causa alguna de muerte, demandaron a Pilato [los
habitantes de Jerusalén y sus jefes] que le hiciera matar. Y, cuando se hubo cumplido todo lo que de él
estaba escrito, bajándole del madero, lo pusieron en un sepulcro; mas Dios lo resucitó de entre los
muertos».
[22] Michael Goulder, de la universidad de Birmingham, Inglaterra, es el único especialista bíblico de
cuantos conozco que ha declarado que su especialidad no puede sostener por más tiempo su compromiso
creyente. Ha renunciado a su sacerdocio anglicano y hoy se autocalifica de ateo no agresivo. No deseo
emitir juicio alguno contra él. Sus conocimientos han enriquecido y ahondado mi persona y mi fe. He
tenido el privilegio de decir a Michael Goulder que Dios me había hablado a través de él. Respeto su
honradez pero no comparto su conclusión.
[23] N. del E. Aunque no hemos consultado el libro que cita, Spong ensaya una hipótesis que, como
hemos señalado en el trabajo de presentación de este texto, se distancia de la interpretación más común de
la moderna crítica bíblica al hablar de Mª Magdalena. Por decirlo así, retoma un sentir popular, aunque en
otra clave. La tradición popular de los primeros siglos identificó a María Magdalena con otros personajes
femeninos que aparecen en los evangelios; en concreto, con María la hermana de Marta; con la mujer que
unge a Jesús en Betania pocos días antes de su muerte (Mc 14, 3-9), y, por extensión, con algunas otras
mujeres pecadoras (Lc 7, 36-50; Jn 8, 1-11). Por su parte, el evangelio de Juan identifica a la mujer de la
unción en Betania con María, la hermana de Marta, pero no con María Magdalena. Esta condensación de
personajes femeninos en María Magdalena permanece en el imaginario cristiano con diferentes
valoraciones (desde el de mujer pecadora hasta el de compañera) y se ha manifestado de muchas formas
en el arte. Pero, si nos atenemos a los datos del Nuevo Testamento sobre María Magdalena, únicamente
se dice de ella que era una discípula de Jesús (Mc 15, 40-41) a la que éste había exorcizado (Lc 8, 2), y
que fue testigo de su ejecución (Mt 27, 55-56) y de su resurrección (Mc 16, 1-8; Jn 20, 11-18), sola o en
compañía de otras personas. La crítica histórica más reciente, incluso teniendo en cuenta otras
informaciones (como las contenidas en los evangelios apócrifos), se decanta por no identificar a María
Magdalena con María de Betania ni con las otras mujeres citadas.
[24] Zacarías, 11, 12.
[25] Mateo, 27, 5; Hechos de los apóstoles, 1, 18.
[26] Juan, 13, 26; Marcos, 14, 20, que es un eco del Salmo 41, 9.
[27] N. del E. Hay que tener en cuenta que las razones que da Spong para negar la historicidad de Judas
no son concluyentes. De hecho, la mayoría de los especialistas se decantan por afirmar que Judas es un
personaje histórico. Se aduce para ello el criterio de dificultad: no deja de ser un problema para la primera
comunidad creyente el hecho de que Judas fuera elegido por Jesús como discípulo, lo cual podría
interpretarse como un fallo (y así lo criticaba ya Celso en el s. II burlándose de los cristianos) y, sobre
todo, su presencia en la última Cena. Además, su nombre figura en todos los listados que en los
evangelios ofrecen el nombre de los Doce (que difieren entre sí en otros nombres). Todo ello hace pensar
en que difícilmente la primera generación cristiana se pudo inventar un discípulo traidor si éste no
hubiese existido realmente. Otra cosa es en qué consistió su apartamiento de Jesús y cómo fue su muerte.
[28] Mateo, 6, 7 y ss.; Lucas, 11, 3.
[29] Lucas, 18, 35.
[30] Ver, en el último apartado de nuestra Presentación, la entrada F, pág. 122 y siguientes.
[31] I Corintios, 11, 26.
[32] N. del E.: Conviene recordar que, aunque el ministerio público de Jesús despertó en algunos de sus
contemporáneos expectativas mesiánicas, el título de Mesías, al igual que otros, tales como “Hijo de
Dios” o “Señor”, no fueron utilizados por el propio Jesús para designarse a sí mismo, ni por sus
discípulos durante el tiempo que coincidieron con él. Esto vale también para los primeros albores de la
confesión cristiana, es decir, para el momento histórico que está considerando Spong en estas líneas (los
días y semanas que siguieron a la muerte de Jesús). Sólo mucho después, ante la tarea de buscar
conceptos que expresasen el significado de Jesús para los que creían en él, se empezaron a utilizar dichos
títulos.

[33] Zacarías, 12, 9-10.
[34] N. del E. Remitimos al lector a lo que se ha indicado en el apartado E, de la presentación.
[35] Mateo, 25, 31 y ss.
[36] Isaías, 6, 1.
[37] I Corintios, 9, 1.
[38] Hechos de los Apóstoles, 10, 41.
[39] Marcos, 6, 42.
[40] N. del E. Tras este capítulo 19, y antes de tratar, en un capítulo final, sobre la vida después de la
muerte, Spong aún dedica veinte páginas a afianzar sus “especulaciones” con datos de las Escrituras.
Spong se centra en precisar las confusiones cronológicas, en qué consistió la superposición de los viajes a
Jerusalén y en resaltar los elementos de la fiesta de los Tabernáculos que aún sobreviven en medio del
predominio de la fiesta de la Pascua. No contento con su trabajo, Spong dedicó ciento veinticinco páginas
de su libro siguiente a estas cuestiones, libro que Spong valora especialmente, entre todos los suyos,
precisamente por estas aportaciones (ver Liberating the Gospels. Reading the Bible with jewish eyes. San
Francisco, HarperSanFrancisco, 1996, p. 59-184). El enfoque de este libro siguiente es innovador. Según
Spong, no se trata sólo de preguntarse qué es lo que realmente ocurrió pues, aunque sea importante como
algo previo, esta pregunta es “occidental”, “gentil”, propia de una mentalidad posterior, marcada por la
filosofía griega y por la ciencia, y, además, es una pregunta que se queda corta pues la pregunta
importante es, más bien, qué es lo que querían transmitir estos textos y cómo lo hicieron. Lo cual implica
aprender a leer las Escrituras con unos nuevos ojos, con «ojos judíos» pues las Escrituras son una suma de
libros judíos cuya lectura ha estado largo tiempo cautiva de una mentalidad ajena a ellos.
Jesús salvará a la Iglesia
Editado por
José Antonio Pagola
Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo
están reunidos, pero no está con ellos Jesús. En al comunidad hay un vacío que nadie puede llenar.
Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él? “Está anocheciendo” en
Jerusalén y también en el corazón de los discípulos.
Dentro de la casa, están “con las puertas cerradas”. Es una comunidad sin misión y sin horizonte,
encerrada en sí misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa ya en salir por los caminos a anunciar el
reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es posible acercarse al sufrimiento de las gentes.
Los discípulos están llenos de “miedo a los judíos”. Es una comunidad paralizada por el miedo, en actitud
defensiva. Solo ven hostilidad y rechazo por todas partes. Con miedo no es posible amar el mundo
como lo amaba Jesús, ni infundir en nadie aliento y esperanza.
De pronto, Jesús resucitado toma la iniciativa. Viene a rescatar a sus seguidores. “Entra en la casa y se
pone en medio de ellos”. La pequeña comunidad comienza a transformarse. Del miedo pasan a la paz
que les infunde Jesús. De la oscuridad de la noche pasan a la alegría de volver a verlo lleno de vida. De
las puertas cerradas van a pasar pronto a la apertura de la misión.
Jesús les habla poniendo en aquellos pobres hombres toda su confianza: “Como el Padre me ha enviado,
así también os envío yo”. No les dice a quién se han de acercar, qué han de anunciar ni cómo han de
actuar. Ya lo han podido aprender de él por los caminos de Galilea. Serán en el mundo lo que ha sido él.
Jesús conoce la fragilidad de sus discípulos. Muchas veces les ha criticado su fe pequeña y vacilante.
Necesitan la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial.
No les impone las manos ni los bendice como a los enfermos. Exhala su aliento sobre ellos y les dice:
“Recibid el Espíritu Santo”.
Solo Jesús salvará a la Iglesia. Solo él nos liberará de los miedos que nos paralizan, romperá los
esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá tantas puertas que hemos ido cerrando
a lo largo de los siglos, enderezará tantos caminos que nos han desviado de él.
Lo que se nos pide es reavivar mucho más en toda la Iglesia la confianza en Jesús resucitado,
movilizarnos para ponerlo sin miedo en el centro de nuestras parroquias y comunidades, y
concentrar todas nuestras fuerzas en escuchar bien lo que su Espíritu nos está diciendo hoy a sus
seguidores y seguidoras.

José Antonio Pagola
2 Pascua (A) Juan 20, 19-31





24 de abril. Círculo de silencio por el derecho a
un empleo digno

El próximo jueves 24 de abril, tendrá lugar un nuevo Círculo de Silencio organizado por Cáritas con el
lema "Por el derecho a un empleo digno". Tendrá lugar a las 20:00 h. en la Puerta Zamora, junto al
Toscano.

Jornada de las Vocaciones Nativas

El domingo 27 de abril se celebra la Jornada de las Vocaciones Nativas, promovida por las Obras
Misionales Pontificias en colaboración con la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las
Iglesias, con el lema "Misioneros por vocación".
Este año la jornada coincide con el día de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, una ocasión
para descubrir la pasión misionera de estos Papas y para valorar las vocaciones del sacerdocio y a la vida
consagrada, que Dios suscita en los Territorios de misión, como servicio a la Iglesia y a la humanidad.
Información: www.omp.es

Ejercicios Espirituales

25-27 Abril: Iniciación a los Ejercicios Espirituales para jóvenes de 18 a 30 años. En el Monasterio de La
Trapa, en Arévalo (Ávila). Organizan las delegaciones diocesanas de Pastoral Juvenil, Universitaria y
Vocacional. Información en [email protected] y en el teléfono 610 914 307

30 de Abril. Segunda edición de las jornadas: “El
empobrecimiento, una responsabilidad
comunitaria”

Esta sesión será coordinada por Roberto y Marta.
Estas jornadas están organizadas por Cáritas Diocesana de Zamora, Cáritas de Ciudad Rodrigo, Pastoral
Penitenciaria y Cáritas Diocesana de Salamanca.
Está destinado a voluntarios, profesionales y colaboradores de organizaciones que trabajan en el mundo
de la marginación y de la exclusión social: cárceles, pastoral social y agentes de Cáritas. También está
destinado a estudiantes de educación social, trabajo social, educación, psicología y personas interesadas
en los temas que se tratarán. Será el próximo miércoles 30 de abril a las 19:00 h. en el Convento de San
Esteban.

Propuestas para un verano diferente. El Equipo
diocesano de Pastoral Juvenil acaba de presentar
el programa de actividades para jóvenes para
este verano. Ya puedes inscribirte en la portería
de la Casa de la Iglesia (Calatrava. C/ Rosario,
18).



HORARIO DE MISAS

 Misas.pdf
AGENDA DIOCESANA
 16 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA MASCULINA: Turno de Honorarios. La Vigilia se
celebrará en la Capilla de la ANE (Crespo Rascón, 45)
 17 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA FEMENINA: Turno "Hermanas Pobres de Santa
Clara". Monasterio de la Purísima Concepción -Franciscas- (C/ Porferrada 35-45) a las 21.30
horas,
 17 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA FEMENINA: Vigilia de Jueves Santo. RR.MM.
Clarisas del Corpus. 23.00 h.
 21 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA MASCULINA: Turno Inmaculado Corazón de María.
La Vigilia se celebrará en la Capilla de la ANE (Crespo Rascón, 45)
 22 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA MASCULINA: Turno de San J osé. La Vigilia se
celebrará en la Capilla de la ANE (Crespo Rascón, 45).
 24 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA FEMENINA: Turnos Santa Teresa-Corpus Christi.
Intenciones Adoradoras. 22.00 h.
 24 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA MASCULINA: Turno de las Cofradías. La Vigilia se
celebrará en la Capilla de la ANE (Crespo Rascón, 45)
 24 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA MASCULINA: Turno de San Pablo. Tendrá lugar en
la Parroquia de San Pablo.
 25 de abril: CONFIRMACIONES: a las 17.30 h. en la parroquia de María Auxiliadora.
 25 de abril: ADORACIÓN NOCTURNA MASCULINA: Turno Mª Auxiliadora. La Vigilia se
celebrará en la Capilla de la ANE (Crespo Rascón, 45)
 26 de abril: CONFIRMACIONES: en San Isidro a las 12,00 h.
 27 de abril: CONFIRMACIONES: a las 12.30 h en El Encinar.

 CONFESIONES EN LA PARROQUIA DE EL CARMEN: (Pza. de los Bandos). Martes de
10:00 a 13:00 h y de 17:30 a 20:30 h. y Viernes de 10:00 a 13:00 h y de 17:30 a 20:30 h.
 GRUPO JOVEN DE RENOVACIÓN CARISMÁTICA : se reúne en oración todos miércoles,
a las 19:30 horas en la capilla de la Universidad Pontificia.
 FORMACIÓN DE LAICOS : Continúa la Formación Permanente de Laicos, todos los martes, a
las 20.00 horas en la Casa de la Iglesia. A lo largo de este año están revisando la Constitución
conciliar Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual. El día 18 hablarán sobre el amor
conyugal. Organiza la Delegación diocesana de Apostolado Seglar.
UEVES A LAS 20.00 HORAS
Nuevo Círculo del Silencio por el empleo
Salamanca RTV al Día
Cáritas organiza esta concentración para pedir políticas de empleo activas e inclusivas que den cabida a
todos

Cáritas convoca a todos los ciudadanos a un nuevo círculo de silencio por el empleo "ante la cada vez
más grave situación del mercado laboral, la forzada emigración de los jóvenes y las ineficaces políticas
activas de empleo, os llamamos a una nueva cita el jueves".
"No podemos mirar hacia otro lado mientras siga existiendo el empleo precario que sigue
empobreciendo y deshumanizando. Apostamos por la creación de convenios colectivos como marcos
legales de derechos y deberes", asegura la organización.
Es por eso que se manifiestan "en contra de la supresión de derechos y la pérdida de prestaciones al
desempleo y otros derechos sociales que eran canales de redistribución económica hacia los colectivos
vulnerables".
Desde Cáritas apuestan por un sistema educativo integrador y compensador de diferencias y de una
formación para el empleo que facilite la inserción laboral de los trabajadores. También, optan por
"medidas que atraigan a nuestro territorio empresas capaces de generar empleo y sobre todo por un
cambio de estructura económica que favorezca otro tipo de puestos de trabajo complementarios a los
actuales", señalan.

Bajo el lema: 'Movilízate por los derechos de todos', la organización invita a toda la sociedad el jueves
a las 20.00 horas de la tarde, en la plaza de la Iglesia de San Marcos (junto al Toscano) a sumarse a su
concentración.
26 de abril, Conferencia

"Caminos hacia Dios desde la cultura: caminos de la belleza, la literatura, la arquitectura, el cine, la
música" es el lema de la Conferencia que tendrá lugar el p´roximo sábado 26 de abril, organizada por la
Asociación "Amigos del Coro Francisco Salinas" impartida por el Florentino Gutiérrez, Vicario General.
Será a las 18:00 horas en la Casa de la Iglesia (Calatrava)

IV CENTENARIO BEATIFICACIÓN
Pilar Concejo aborda la fuerza
transformadora de Santa Teresa en
tiempos difíciles para la mujer
Salamanca RTV al Día
ALBA DE TORMES | La conferencia no consiguió llenar el teatro pero fue muy aplaudida y comentada
entre los asistentes

La conferenciante, Pilar Concejo acompañada de la alcaldesa, Concepción Miguélez
El teatro de Alba de Tormes acogió la única conferencia que tendrá lugar en la villa
ducal durante los cuatro días que festejan la celebración del IV Centenario de la
Beatificación. Pilar Concejo, de la Institución Teresiana de Madrid fue la conferenciante
elegida por la Diocesis de Salamanca para exponer "el contexto social y político al que
tuvo que enfrentarse Teresa de Jesús en el siglo XVI". Concejo estuvo acompañada de
Concepción Miguélez, alcaldesa de Alba de Tormes, Lauren Sevillano, párroco de Alba
de Tormes y el carmelita descalzo, Gabriel Serrano.
Para Pilar Concejo, "Santa Teresa tenía todas las papeletas para ser excluida de la
sociedad al ser una mujer conversa, espiritual y cuyo padre era descendiente de familia
judía". Santa Teresa vivió en medio de un Renacimiento durante los reinados de Carlos
V y Felipe II, una época de lucha entre los conversos (cristianos nuevos) y los cristianos
viejos".
La conferenciante centró su explicación en la experiencia transformadora de Teresa de
Jesús, que fue capaz de transformar la realidad en la que vivía a través de su propia
experiencia personal, la de una mujer que va a experimentar la gracia especial de Dios a
través de un Cristo llagado. Y esa realidad "Santa Teresa la transforma a través de las
fundaciones", aseguró Pilar Concejo

24 de abril. Llorenç Barber ofrecerá esta tarde
un concierto de campanas en Alba de Tormes

Esta tarde a las 21.00 h. tendrá lugar un concierto de campanas a cargo del músico valenciano Llorenç
Barber, desde los campanarios de las iglesias de las MM. Carmelitas Descalzas, San Juan de la Cruz, San
Pedro, San Juan, Santiago, MM. Isabeles y Ayuntamiento de Alba de Tormes. Simultáneo al repique de
campanas en las 17 ciudades hermanadas por Santa Teresa de Jesús.


Los niños y jóvenes de catequesis de la parroquia
de Alba de Tormes peregrinaron al sepulcro de
Santa Teresa

Con el lema "Es tiempo de caminar", los niños y jóvenes de catequesis de la parroquia de Alba de Tormes
peregrinaron ayer por la tarde al sepulcro de Santa Teresa. La salida está prevista a las 5 de la tarde desde
la Basílica teresiana, desde allí se dirigirán hacia el Colegio San Jerónimo de los Padres Reparadores para
tomar rumbo hacia la iglesia de La Anunciación de las Madres Carmelitas Descalzas donde descansa el
cuerpo de Santa Teresa de Jesús
Concierto de Fernando Maés en Bar El
Carmen
Salamanca RTV al Día
La actividad se enmarca dentro del ciclo 'Salamanca de noche' organizado por La Fundación Salamanca
Ciudad de Cultura y Saberes

El próximo viernes día 25, a las 22:00 horas y dentro del ciclo 'Salamanca de noche' organizado por La
Fundación "Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes", el cantautor Fernando Maés ofrecerá un
concierto en formato trío en el Bar el Carmen, Plaza del Bretón, y la entrada será gratuita hasta
completar aforo.
Fernando Maés, voz y guitarra acústica, estará acompañado por Chefo Martín, piano y coro y Jorge
Orejudo,percusión



EL MARTES 29 DE ABRIL, A LAS 20.45 HORAS
La plaza del Oeste acogerá una velada
literaria nocturna
Salamanca RTV al Día
La iniciativa de la asociación vecinal reunirá textos de Julio Cortázar, Juan Ramón Jiménez y Gabriel
García Márquez

Imagen del cartel del Concurso de Microrrelatos de Zoes
El próximo martes, 29 de abril, a las 20.45 horas, en la plaza del Oeste, tendrá lugar la
IV edición de Leyendo a la Luz de la Luna, una iniciativa cultural de la asociación de
vecinos Zoes, con la que se pretende impulsar la literatura, a través de una lectura
colectiva y nocturna.
En esta ocasión los promotores han elegido textos de Julio Cortázar, Juan Ramón
Jiménez y Gabriel García Marquez. Además, la velada incluirá la actuación musical
de Raúl Diaz de Dios, con la acordeón acompañada de violín.
Finalmente se hará público el fallo del jurado del Concurso de Microreatos, que tiene
como premio 500 euros.
La Catedral Vieja acoge mañana una
Eucaristía de acción de gracias por el
150º aniversario fundacional de las
Hermanas del Amor de Dios

La congregación de Religiosas del Amor de Dios celebra el próximo domingo 27 de abril el 150º
aniversario de su fundación en Toro (Zamora) por el P. Jerónimo Mariano Usera y Alarcón. En
Salamanca las religiosas del Amor de Dios han preparado una eucaristía de acción de gracias que tendrá
lugar mañana viernes 25 de abril, a las 12.30 del mediodía en la Catedral Vieja de Salamanca. La
celebración será presidida por el Sr. Obispo de Salamanca, Mons. Carlos López. En ella participará toda
la comunidad educativa del Colegio Amor de Dios y miembros de las cuatro comunidades presentes en
nuestra diócesis.
PRESENCIA EN SALAMANCA
En la actualidad la congregación cuenta en Salamanca con más de cuarenta hermanas distribuidas en
cuatro comunidades. Su presencia en Salamanca se remonta a la década de los años 40. La primera
comunidad nace en el Barrio de Pizarrales donde fundan la Escuela Hogar “Sagrada Familia”. En 1950
abrirían el Colegio Amor de Dios, en la zona de centro de la ciudad, y en 1981 la Residencia Usera, en la
Avenida de San Agustín, dedicada en un principio a la atención a jóvenes universitarias y como
guardería. Hace cuatro años se iniciaron las obras de remodelación de este centro que ha pasado a
convertirse en un centro socio sanitario. La cuarta comunidad se encuentra en la residencia de la
Fundación ‘Amelia Fernández Martín’, en la calle Marquesa de Almarza.

El Teatro Liceo acogerá un ciclo de cine
negro durante los martes de mayo
Escrito por: Redacción Miercoles, 23 de Abril de 2014 07:56

Alex Martín Escribà, Javier Sánchez Zapatero y Julio López Revuelta
Es una colaboración de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes y la Filmoteca
Regional con el X Congreso de Novela y Cine Negro que se celebrará en nuestra ciudad entre el 6 y
el 9 de mayo. Se proyectarán las películas 'El sueño eterno', 'El cartero siempre llama dos veces',
'El demonio vestido de azul' y 'Plenilunio'

El Teatro Liceo acogerá durante los martes del mes de mayo un ciclo de cine negro. Se trata de una
colaboración de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes y de la Filmoteca Regional con el
X Congreso de Novela y Cine Negro que se va a celebrar en nuestra ciudad durante los días 6, 7, 8 y 9 de
mayo. Las entradas para la proyección de cada una de estas películas tienen un precio de 1,20 euros y se
pondrán a la venta este jueves, en la taquilla del Teatro Liceo.

El martes 6 de mayo se proyectará la película El sueño eterno (1946) del director Howard Hawks.
Protagonizada por Humphrey Bogart y Lauren Bacall, esta película cuenta la historia de un general
millonario y excéntrico, padre de dos hijas que están involucradas en asuntos turbios. Por esa razón
decide contratar al detective privado Philip Marlowe para que resuelva sus problemas familiares. Cuando
Marlowe empieza a investigar, descubre muy pronto que las diversas ramificaciones del asunto lo
convierten en una auténtica maraña

El 13 de mayo se proyectará El cartero siempre llama dos veces (1946) de Tay Garnett. Esta película la
protagonizan Lana Turner y John Garfield y transcurre durante la Gran Depresión de los años 30. Frank
Chambers (John Garfield), un hombre que vaga sin rumbo, comienza a trabajar en un bar de carretera,
regentado por un hombre mayor y por Cora (Lana Turner), su joven, bella e infeliz esposa. Pronto Frank y
Cora comienzan a sentirse atraídos el uno por el otro.

El martes 20 de mayo se proyectará El demonio vestido de azul (Carl Franklin, 1995), una película
protagonizada por Denzel Washington. Los Ángeles, 1948, Ezekiel "Easy" Rawlins busca un trabajo
honrado para poder sufragar los gastos de su casa. Acuciado por la falta de dinero, se ve obligado a
aceptar el encargo de encontrar a una mujer blanca desaparecida hace pocos días. Sólo cuenta con una
pista: la mujer en cuestión es muy aficionada a frecuentar los clubes nocturnos de jazz. Lo que en
principio parece un trabajo fácil se convierte en una pesadilla al verse involucrado en dos violentos
asesinatos que apuntan a una misteriosa mujer vestida de azul.

Y finalizará el ciclo con la película Plenilunio (2000) del director de cine español Imano Uribe,
interpretada por Miguel Ángel Solá, Adriana Azores, Fernando Fernán Gómez, Charo López, María
Galiana, Chete Lera y Antonio Muñoz Molina. Esta película es la adaptación de una novela de Antonio
Muñoz Molina. Tras pasar varios años en las Vascongadas, un inspector de policía es destinado a una
pequeña ciudad de provincias. Nada más llegar, debe enfrentarse a un difícil caso: una niña ha aparecido
brutalmente asesinada.
El Museo Casa Lis acogerá un concierto
del Cuarteto Tarantela
Escrito por: Redacción Martes, 22 de Abril de 2014 13:26


Cuarteto Tarantela
Tendrá lugar el sábado 26 de abril a las 21:30 horas. La entrada es libre hasta completar aforo, si
bien los miembros de la Asociación de Amigos del Museo Casa Lis tendrán prioridad


El Museo Art Nouveau y Art Déco acogerá el concierto del 'Cuarteto Tarantela' el próximo sábado 26 de
abril a las 21:30 horas. Esta actividad organizada por la Asociación de Amigos del Museo Casa Lis será
de acceso gratuito hasta completar aforo, si bien los socios que así lo acrediten tendrán prioridad.

El ‘Cuarteto Tarantela’ está compuesto por Sergio Fuentes y Celia Jiménez (violines), Clara García con la
viola y Sergio Álvarez al violonchelo. Coordinado por el violinista y profesor de violín en el
Conservatorio Profesional de la ciudad Sergio Fuentes, esta agrupación musical salmantina posee un
repertorio para todos los públicos, destacando entre sus interpretaciones las bandas sonoras de películas o
piezas clásicas con ‘espíritu joven’ como las que interpretarán el sábado 26 de abril en el Museo Art
Nouveau y Art Déco Casa Lis.


T DE TEATRE

TEATRO JUAN DEL ENZINA
Sábado, 26 de abril, · 22.00 h · Entradas: 12 €
T DE TEATRE
AVENTURA




REPARTO:
Mamen Duch
Marta Pérez
Carme Pla
Albert Ribalta
Jordi Rico
Àgata Roca
Aventura! cuenta la historia de seis socios de Barcelona que tienen una empresa que no va mal pero que,
al recibir una oferta de compra por parte de una empresa china, deciden dejarse de tonterías y vender por
lo que pueda pasar. El problema es que no venden la empresa, sino que acaban vendiendo a una de sus
socias. […]
Este proyecto ha nacido junto a T de Teatre. Con Delicadas nos encontramos y Aventura! es nuestra

segunda aventura. Espero que mucha gente diga que hemos hecho una comedia y otros una tragedia, y
otros una tragicomedia. Espero que esta obra sirva para que la gente hable mucho después de la función.
Que sirva para abrir las vías de la comunicación y el sentido de comunidad.
En Aventura! los personajes están atenazados por el miedo y acaban haciendo algo que “nunca harían”.
Creo que nuestra mayor fragilidad es el miedo, y esta obra intenta reducirlo poniendo delante de los ojos
un fantasma colectivo: “el de convertirnos en esclavos”.
Alfredo Sanzol
Más información en :http://www.tdeteatre.com/



EMILIA. Con Malena Alterio, Gloria Muñoz, Daniel
Grao, Alfonso Lara y David Castillo
26 Abr 2014
21:00 h
Teatro Liceo
Escrita y dirigida por Claudio Tolcachir, esta obra cuenta la historia de un hombre (Walter) que sufrió
enfermizamente la infancia, que vivió con mucho dolor el rechazo del mundo y que sólo contó con su
niñera, Emilia, como único afecto. ¿Puede ser que un hombre que solo conoció un amor contratado pueda
entender por normalidad que las reglas del amor implican pagar por el afecto? Éste es Walter que, a
fuerza de pasión, trabajo y recursos construyó su mundo adulto.

Es una historia poblada de mentiras, de esas mentiras que se justifican por la supervivencia familiar.
"Nadie es tan puro, no existe un amor sin condicionamientos" sostiene Walter tratando de retener a su
mujer que se le escapa. Por alguna razón todos se aman. Y esa razón no siempre es el amor. Puede
enredarse en la costumbre, la conveniencia, el cansancio, la culpa, el miedo a la soledad, la esperanza
perdida, la muerte que se asoma.



Agenda Cultural

Literatura en la Casa de las Conchas
A las 12:30 y 18:30 horas, lecturas en voz alta. Participación libre.

Cine en la sede del PSOE
A las 19:30 horas, proyección de la película 'Las Maestras de la República' y charla-coloquio posterior.
Entrada libre.

Teatro en la biblioteca Torrente Ballester
A las 20:00 horas, el grupo Bambalinas representa 'Puzzle'. Entrada libre.

Conferencia en el Ateneo
A las 20:30 horas, Juan José Seguín hablará sobre sevillanas. Entrada libre.

Música en Irish Rover

A las 22:00 horas, concierto de Ander García Quinteto, organizado por la asociación Alamisa. Entrada
para no socios: 12 euros.

Música en Café Corrillo
A las 22:30 horas, concierto de Diego García 'El twanguero'. Entrada: 8 y 10 euros.

Exposición en la Casa de las Conchas: Hasta el 27 de abril
Muestra 'Recordando a Marie Curie'. De lunes a sábados de 12:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 horas, y
domingos y festivos 12:00 a 14:00 horas.

Exposición en el Ateneo: Hasta el 30 de abril
Muestra de acuarelas 'Las Arribes del Duero' de María Ángeles Díez Balbás. De lunes a domingo de
18:00 a 22:00 horas.

Exposición en el Palacio de Maldonado: Hasta el 30 de abril
Muestra 'Historias de la pacificación', un proyecto de la periodista italiana Valeria Saccone. De lunes a
viernes de 9:00 a 14:00 horas.

Exposición en la Hospedería Fonseca: Hasta el 4 de mayo
Muestra de Elena Sierra Forteza, 'Ruptura con el vínculo materno'. De martes a sábado de 12:00 a 14:00
horas y de 17:30 a 20:30 horas. Los domingos y festivos permanecerá abierto de 10:00 a 14:00 horas.
Exposición en la plaza de la Concordia: Hasta el 4 de mayo
Muestra 'Romanorum vita'. De lunes a viernes de 12:30 a 14:00 horas y de 17:00 a 21:00 horas. Los
sábados, domingos y festivos, de 11:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 21:00 horas. Las visitas guiadas de
grupos tendrán lugar de 9:15 a 12:15 horas y de 15:00 a 16:30 horas.

Exposición en el DA2: Hasta el 4 de mayo
Muestra 'Tiempos Abiertos'. De martes a viernes de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas, y los
sábados, domingos y festivos de 12:00 a 15:00 y de 17:00 a 21:00 horas.

Exposición en el DA2: Hasta el 4 de mayo
Segunda temporada de 'Visiones contemporáneas', últimas tendencias del cine y el vídeo en España, por
Albert Alcoz. De martes a viernes de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas, y los sábados, domingos y
festivos de 12:00 a 15:00 y de 17:00 a 21:00 horas.

Exposición en la Sala Unamuno: Hasta el 17 de mayo
Muestra 'Generación Y'. Miércoles, jueves, viernes y sábados de 18:30 a 21:30 horas.

Exposición en el Museo del Comercio: Hasta el 30 de mayo
Muestra 'Imágenes de la Salamanca Industrial' sobre la labor fabril realizada el siglo pasado. Martes a
sábado, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00, horas, y domingos y festivos de 11:00 a 15:00 horas.

Exposición en la Sala San Eloy: Hasta el 31 de mayo
Muestra 'Al asalto' con máquinas de asedio a castillos y fortalezas. De martes a domingo de 12:00 a 14:00
y de 18:00 a 21:00 horas.
Exposición en el DA2: Hasta el 15 de junio
Muestra 'Sincronicidad' de Javier Riera, una instalación que se basa en tres secuencias de imágenes. De
martes a viernes de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas, y los sábados, domingos y festivos de 12:00 a
15:00 y de 17:00 a 21:00 horas.

Exposición en el Archivo Histórico Provincial: Hasta el 30 de junio
Muestra 'Inédita', con fotografías de la Salamanca de mediados del siglo XX. Lunes y martes de 8:30 a
14:30 y de 16.30 a 19:00 horas, y miércoles, jueves y viernes de 8:30 a 14:30 horas.
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