Les voy a presentar
a dos hermanos.
Uno de ellos es la
presumida señorita B.
Como le gusta parecer
más alta de lo que es,
siempre usa zapatos de
tacón, tanto si está en su
casa como si hace deporte
o tiene
que ir al supermercado.
Más de una vez se
le ha torcido un pie y lo
ha tenido que
llevar vendado.
Aun así no entiende.
Además de los
zapatos siempre
lleva bolso.
Los tiene de
todos los colores:
blancos, rojos, azules,
negros, marrones, etc., de
manera que con cada
vestido lleva unos zapatos
y un bolso que le combina.
Su hermano
le pide que no presuma
tanto, pero ella no
hace caso.
Le gusta mucho el mar y suele marcharse
en un bbbarco, pero ni siquiera entonces deja su bolso
y sus zapatos de tacón. Más de una vez se le ha enganchado
el tacón en el borde del barco y casi se rompe la nariz contra el
suelo. Por suerte, nunca le ha pasado nada grave.
Dentro del bolso
lleva muchas cosas.
Díganme ustedes lo que
llevan sus mamás en el
bolso… Muy bien.
Fíjense bien cómo
tenemos que nombrarla.
Ponemos los labios
juntos pero suavemente,
sin apretarlos,
y ahora decimos todos:
“bbbb… bbbb”.
Cuando va a la pastelería del señor P,
lo que más le gusta son las cosas que empiezan como
ella habla: bbbizcochos…, bbbolos…., batidos;
y cuando los compra quiere que sean bbbaratos.
Cuando compra, dice “Quiero que sean buenos, bonitos y
baratos”. Aunque eso le gusta a todo el mundo.
Un día se fue a navegar cuando, de repente, el mar
empezó a enfadarse y el viento a rizar el agua hasta
formar unas olas que llevaban y traían el barco
de la señorita B como si fuese un juguete.
La señorita B gritaba: “bbbbb…bbbb…bbbb..!”, que
quería decir: “¡socorro, socorro, socorro!”, que es lo que
grita todo el mundo cuando está en peligro.
Pero nadie la oía.
La señorita B remaba
con fuerza, pero cuando
conseguía acercarse a la orilla, una
ola mayor la arrastraba otra vez
mar adentro.
De pronto vio un barco
grande que se acercaba
al País de las Letras.
Gritó pidiendo ayuda: “bbbb…
bbbb…bbbb…!”,
que quería decir:“¡Socorro,
auxilio, ayúdenme…, me voy a
ahogar…, me arrastran las olas…!
¡socorrooo!”
Una y otra vez se caía
y se volvía a levantar.
Como no la oían, porque estaba sentada remando,
dejó los remos y se puso de pie.
Con el bolso les hacía señas, pero con aquellos tacones tan
altos era muy difícil mantener el equilibrio.
Cuando por fin la vieron,
los del barco grande se
acercaron hacia donde
estaba para salvarla .
La señorita B los esperaba
de pie en el barco moviéndose
sin parar
por culpa de las olas y de los
tacones. En uno de aquellos
movimientos se le enganchó el
tacón y, al dar un tirón para
sacarlo, perdió el equilibrio otra
vez y cayó… al mar.
¡Qué fría estaba el agua!... ¡Que
baño más desagradable!
Otra vez volvió a gritar: “¡bbbb…bbbb…bbbb!” Vamos a gritar
todos como ella para que la oigan antes…
Así , muy bien. Alguno me va a explicar lo que quería
la señorita B… Eso es, pedía socorro de nuevo.
Los del barco le echaron un salvavidas. ¿Saben lo que es?...
Ella se agarró con fuerza, y, poco a poco, la fueron arrastrando
hasta el barco, tirando de la cuerda
que llevaba el salvavidas.
Una vez arriba,
y antes de darles las
gracias, gritó:
“Mi bolsooooo…,
mi bolsoooo…”, como si
se tratara de un amigo o
un hermano.
Consiguieron sacar
el bolso con un gancho y
se lo entregaron a la
señorita B.
Ella lo secó con mucho
cariño y lo guardó como
recuerdo de su aventura.
Su hermano
le regañó muchísimo
y ella se dio cuenta
de que casi se ahoga por
presumida.
Prometió que en
adelante llevaría
zapatillas de deporte
para ir a navegar
y se fijaría muy bien
en lo que dijese el
hombre del tiempo
sobre las tormentas.
A consecuencia
del remojón cogió
un buen catarro y tuvo que
quedarse en
casa unos días.
Para distraerse se asomaba
al bbbalcón, y desde allí
veía trabajar a su hermano.
Pronto se los presentaré,
sirviendo refrescos en un
bbbar.
¿Les ha gustado?
No la olviden.
Observen… La familia real la visitaba mientras
ella estaba en casa…
¿Cómo suenan cuando habla la presumida B
con la familia real?