La princesa de los zapatos rojos

alalba 4,736 views 24 slides Aug 02, 2011
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Érase
Una vez …
Un rey que tenía tres hijas, todas ellas
extraordinariamente bellas,
dormían juntas
en la misma habitación con sus camas
dispuestas en hilera.
cada noche, una vez Acostadas
el rey, que era muy desconfiado ,
cerraba la puerta con llave.
Pero una mañana
cuando volvió a abrirla,
descubrió con asombro
que las suelas de los zapatos
de su hija mayor estaban gastadas.

P
Asado un tiempo,
los zapatos de las otras
Empezaron a aparecer
cada mañana totalmente
destrozados. Nadie podía
explicarse qué sucedía
durante la noche y las
princesas parecían no
recordar nada.
Entonces el rey, muy
preocupado, hizo saber a
sus súbditos que aquel que
averiguase adónde iban
sus hijas cada noche se
casaría con una de ellas.
Aunque, si en tres días no
conseguía descubrir el
secreto, sería enviado a
prisión. Al día siguiente,
un príncipe se presento en
el palacio dispuesto a
intentar descifrar el
misterio.

Esanoche el príncipe se instalo
delante de la puerta de la
habitación de la s princesas, sin
embargo , poco a poco se le
fueron cerrando los párpados ,
hasta quedar profundamente
dormido. Por la mañana, cuando
despertó, comprobó que las
jóvenes habían salido, pues las
suelas de sus zapatos volvían a
estar gastados . Las dos noches
siguientes sucedió lo mismo, y el
rey mandó encerrar al príncipe.
Vinieron después otros príncipes
y caballeros, dispuestos a
averiguar adónde iban las
princesas cada noche. Pero todos
fracasaron, y fueron encerrados
en las mazmorras del castillo,
uno tras otro.

UN pobre soldado, retirado del ejercito
a causa de sus heridas de guerra, se dirigía
al palacio del rey para probar fortuna
cuando le salió al paso una anciana que le
aconsejo:
--Si quieres saber adónde van las princesas,
no bebas el vino que te sirvan.
Y, dicho esto, le entregó una capa que tenía
el poder de hacer invisible a quien la
llevara. Así podría seguir a las jóvenes sin
ser visto.

U
navez en palacio, el soldado, al
igual que sus predecesores, se
instaló delante de la puerta de
la habitación de las princesas.
Antes de acostarse, la hija
mayor del rey le ofreció un vaso
de vino, pero el soldado,
siguiendo el consejo de la
anciana, fingió tomárselo y se
sentó a hacer la guardia. Al
poco rato, simuló que roncaba
para que las princesas lo
oyeran.
--¡Éste podía haberse ahorrado
el viaje! ¡Le espera el mismo
futuro que a los otros! –exclamó
la pequeña.

C
uandolas princesas estuvieron arregladas,
la mayor dio un golpecito con el pie contra
el suelo y el piso se abrió. Una detrás de la
otra bajaron por una escalera que quedó al
descubierto. El soldado, que lo había visto
todo, se echó sobre los hombros la capa que
le hacía invisible y fue tras ellas. Al final, de
la escalera les esperaba una exuberante
vereda, llena de árboles con brillantes hojas
de plata.
El soldado arrancó una y se la guardó. Poco
después llegaron a un lago, donde tres
príncipes encantados aguardaban a las
princesas en tres barquitas.

CAda princesa
Subió a una barca,
y se sentó junto a
su príncipe. El soldado,
que era invisible
gracias a la capa, se subió a la barca de la hija
mayor. Remaron hacia la otra orilla del lago,
donde había un suntuoso palacio del que salía
una alegre melodía interpretada por una orquesta.

Allícada princesa bailó con su príncipe
hasta que los zapatos de todas ellas se
hubieron desgastado. Entonces, los
príncipes acompañaron a las jóvenes con
sus barcas de nuevo hasta la otra orilla.
Cuando las princesas alcanzaron la
escalera, el soldado ya se encontraba en
palacio y fingía seguir dormido. Las tres
hermanas confiadas en el sueño profundo
del soldado se despojaron de sus vestidos,
ocultaron sus gastados
zapatos bajo la cama
y se acostaron.

El soldado no quiso contar todavía
al rey
lo que había visto. Durante las
dos noches siguientes el joven
siguió a las muchachas y, en cada
ocasión, bailaron hasta destrozar
sus zapatos. Al cuarto día, el
soldado decidió comunicarle al
rey lo que había descubierto.
--Majestad, por fin he
averiguado donde gastan
vuestras hijas las suelas de sus
zapatos –le dijo--¡En un palacio
subterráneo, bailando con tres
príncipes!,
Y como prueba de que era
verdad lo que decía sacó la hoja
de plata que había cogido en la
vereda, de camino al lago , y se lo
mostro al rey.

DE inmediato, el rey mandó llamar
a sus hijas, pues le costaba dar crédito
a las palabras del soldado.
--Hijas mías, ¿es cierto
que durante todas estas
noches habéis estado
bailando en un palacio
subterráneo con unos
príncipes desconocidos?
--les preguntó.

Las princesas se miraron, rojas de
vergüenza. Ninguna se atrevía a
responder a su padre por temor al
castigo. Al final, tras un largo silencio, la
hermana mayor confesó al rey toda la
verdad. El monarca, aunque al principio
se enfureció con ellas, acabo
perdonándolas por su mala acción.
Después se dirigió al soldado y le dijo:
--Habéis cumplido vuestro cometido, yo
cumpliré mi promesa. ¿A cuál de mis
hijas queréis por esposa?
--Como ya no soy muy joven –respondió
el soldado--, elijo a la mayor.

U
nos días
después se
celebró la boda
y el soldado se
convirtió en
el futuro rey.
los tres
príncipes
siguieron
esperando
en vano, noche
tras noche, a las
princesas, que
ya no volvieron
nunca más
al palacio
subterráneo.

… Y colorín
colorado
este cuento
Se ha acabado
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