32 + Óscar de la Borbolla
pensar que se da cuando se cree que ya se entiende
porque se aplica a lo particular una verdad general
(deducción), o porque a partir de varios particulares
se ha alcanzado una verdad general que sirvo para
todos los particulares que puedan presentarse en el
futuro (inducción), o porque tras dividir y subdi-
vidir un caso concreto se le ha podido reconstruir
y, por lo tanto, entender cómo funciona (análisis y
Síntesis). Si entender y saber son cuanto esperamos
del pensar resulta lógico que, cuando se cree haber-
los alcanzado, se tomen vacaciones.
Sin embargo, como ya hemos dicho, el pen-
sar tiene, además del fin de entender, un propósito
que no sc logra nunca de manera cabal: humanizar-
nos, y aquí podríamos introducir otro símil: pen-
sar es como respirar, pues, aunque ciertamente
mantenemos pensando nos humaniza, nos da más
holgura existencial, pues nos permite entender y
relativizar, también con el pensar ocurre algo que
es más simple y más definitivo: si pensar es como
respirar, entonces el que no piensa no sólo no se hu-
maniza, sino que simple y llanamente no es un ser
humano. Sé que esta afirmación suena grave, pero
{qué pasa si una nota que se da como definitoria no
de pen
se cumple? ¿Qué pasa si un triángulo no tiene tres
“ángulos; qué, si en el mar no hay agua; qué, si un ki-
Jogramo no pesa mil gramos? Pues ocurre, simple
y sencillamente, que no serán ni triángulo, ni mar, ni
kilo y, de igual manera, si un hombre no piensa,
pues, no será hombre.
¿Podremos admitir, sin más, la anterior
conclusión o estamos obligados a repensarla, dada
su gravedad?
Hemos dicho que no todos los hombres piensan,
lo que equivale a afirmar que no todos son seres
humanos, y hemos caracterizado esta afirmación
como grave. Añadamos, ahora, que la gravedad es,
precisamente, la que hace que un asunto no pueda
dejar de pensarse, pues “lo grave -como dice Hei-
'deguer- es lo que da qué pensar”. ;Qud es lo grave
Lo que suena a barbaridad: pero hay barbaridades
que se desechan de inmediato y no se piensan
‘més; lo grave es, entonces, la barbaridad de la que
no podemos despedimos porque tiene visos de ver-
dad, porque parece lógica o real de algún modo. Si
decir que hay hombres que no piensan y, por lo tan-
to, que no son hombres fuese una mera bi baridad