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About This Presentation

Para ayuda del sermón de las siete palabras El viernes Santo


Slide Content

LAS SIETE PALABRAS DE JESÚS
LA SALINA CASANARE
VIERNES 2 DE ABRIL DE 2021

Primera palabra: “Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen”

Lucas 23, 34 “Cuando llegaron al lugar llamado la calavera,
crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha
y otro a la izquierda. Jesús dijo: Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen”.

Segunda palabra: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo
en el paraíso”

Lucas: 23, 39 - 43 Y uno de los malhechores que estaban
colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿no eres tú el
Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro le
contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿ni siquiera temes tú a Dios a
pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la
verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por
nuestros hechos; pero éste, nada malo ha hecho. Y decía:
Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces
Jesús le dijo: en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el
paraíso.


Tercera palabra: “Mujer: He ahí a tu hijo”

Juan: 19, 26 - 27 Y cuando Jesús vio a su madre, y al
discípulo a quien el amaba, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu
hijo! Después dijo al discípulo: ¡he ahí tu madre! Y desde
aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa.

Cuarta palabra: “Dios mío ¿por qué me has abandonado?”

Marcos: 19, 33 - 34 Y desde la hora sexta hubo oscuridad
sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y alrededor de la
hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli,
¿Lema Sabactani? Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?…

Quinta palabra: “Tengo sed”

Juan: 19, 28 - 29 Después de esto, sabiendo Jesús que todo
se había ya consumado, para que se cumpliera la escritura,
dijo: tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron
una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo y se
la acercaron a la boca.…



Sexta palabra: “Todo… está consumado”

Juan: 19, 30 Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre,
dijo: ¡todo… está consumado! E inclinando la cabeza, entregó
el espíritu.

Séptima palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu”

Lucas: 23, 44 - 46 A la hora sexta descendieron las tinieblas
sobre la tierra hasta la hora novena y el sol se eclipsó. El velo
del templo se rasgó en dos y Jesús clamando a gran voz dijo:
padre en tus manos encomiendo mi espíritu, y diciendo esto
expiró.

IDEAS PARA LA PREDICACION

INTRODUCCIÓN A LA PREDICA

Vamos a escuchar una vez más Las 7 palabras de Jesús. Todas ellas
cargadas de un sentido teológico, antropológico y social profundo.

* Las tres primeras palabras expresan la necesidad de Cristo de morir
derramando luz en torno a Si mismo. En ellas pide perdón para quienes
le crucifican, abre las puertas de la salvación a uno de los crucificados
con Él, y entrega a los hombres el impagable regalo de su Madre.

* Siguen dos palabras en las que describe sus sufrimientos en esta hora:
el vértigo moral de su desgarradora soledad, el sufrimiento físico de la
sed…, y la otra «sed» la sed insaciable de amor.

* Las dos últimas, pocos segundos antes de la muerte, desbordan la
total paz que le habita. Ahora puede regresar al diálogo sereno con su
Padre, a lo que fue siempre el centro absoluto de su vida.

Otras reflexiones Aquí

PRIMERA PALABRA: «Padre, perdónales, porque no saben lo que
hacen»
«Llegados a un lugar llamado Calvario le crucificaros allí a Él y a dos
malhechores: uno a la derecha y otro a la izquierda Jesús decía:
«PADRE, PERDONALES, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN»
(Lc 23,33-34)

Momentos profundamente conmovedores nos han tocado el día de hoy. Jesús
ha pasado por toda clase de humillaciones e injusticias.

Desde la última cena del día de ayer Jesús ha sido sometido a las pruebas
más grandes de su vida.

Traicionado por uno de los suyos (judas)
Negado por otro (Pedro)
Abandonado por los otros diez.
Sometido a prueba en la soledad de la oración del huerto de los olivos
Sentenciado y condenado injustamente
Flagelado y obligado a cargar con la cruz.
Sometido a toda clase de insultos, burlas y blasfemias de unos y otros
Sometido sus pertenecías y hasta de su ropa.

Nada lo ata ya a este mundo. Su sufrimiento está colmando la copa.

Su reacción insólita, sorprendente e incomprensible a los ojos de los
expectantes, estremece y cuestiona a quienes lo escuchan en ese momento,
y desde luego, a quienes en estos momentos de la historia, seguimos
condenándole, crucificándole, o burlándonos de él.

Jesús perdona de corazón a sus agresores, y después de eso, pide a su
padre, el perdón para los que lo han entregado a la muerte; para Judas que lo
ha vendido; para Pedro que lo ha negado; para todos los que en la calle le
han gritado y ultrajado, para los que desde lejos han permanecido inmóviles a
su sufrimiento.

Jesús pide perdón en ese momento, por todos los que están allí y también por
todos nosotros; para que todos los que con nuestra conducta injusta somos el
origen de su condena y crucifixión.

Ya no eres para nosotros el Dios terrible. ¡Eres Dios Amor!
Sabemos que no sabes castigar...
Tú eres un Dios vencido en la ternura.
Tú esperas siempre, Padre, y acoges y restauras la vida hasta de los
asesinos de tu Hijo ¡Perdónalos! ¡Perdónanos!
Atiende este pedido de tu Hijo en la cruz, ¡y acógenos, oh Padre, oh Madre,
oh cuna, oh casa de cuantos retornamos buscando tu abrazo!.

SEGUNDA PALABRA: «Hoy estarás conmigo en el paraíso»

«Uno de las malhechores colgados le insultaba: « ¿No eres Tú el Cristo?
Pues sálvate a Ti y a nosotros». Pero el otro le respondió diciendo: « ¿Es
que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con
razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste
nada malo ha hecho. Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a tu
reino». Jesús le dijo: «Yo te lo aseguro: HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL
PARAÍSO» (Lc 23,39-43)


Insultar Temer
Enaltecerse, enfurecerse,
pordebajear, ofender, desacreditar,
maltratar, despreciar, injuriar,
ultrajar, denigrar, pisotear, rebajar,
humillar, censurar, sermonear,
deshonrar, desprestigiar, fastidiar,
hostigar, irritar, mortificar,
incomodar, basurear, carajear,
trapear, tratar, acabar.
Rebajarse, Atemorizarse, espantarse,
asustarse, sobrecogerse, amedrentarse,
inquietarse, acoquinarse, considerar,
estimar, presagiar, presentir, confiar,
esperar abandonarse, desahogarse,
entregarse, sincerarse.

No eres tú el cristo? Sálvate a ti y a nosotros.

Palabras desafiantes: demuéstreme que eres

Jesús no puede pasar por alto nuestras suplicas. Y menos cuando están
rodeadas de sinceridad.

Su reino, El reino de Dios es para todos aquellos que puedan asumir actitudes
como la del buen ladrón porque nunca es tarde para cambiar de vida y menos
si se le busca con ansia de salvación.

Tu corazón oh señor, sin puertas, siempre abierto, ¡qué fácil es robarte el
Paraíso!

Bandidos, Depredadores del Cosmos y de la Vida, sólo podemos Salvarnos
asaltándote, oh Cristo, en nuestro «hoy» diario.

Esa Misericordia que chorrea en tu sangre... Tu blando silbo de Buen Pastor
nos llama.

Tu corazón reclama, impaciente, a todos los marginados, a todos los
prohibidos.

Tú nos conoces bien, y nos consientes, hermano de cruz y cómplice de
sueños, compañero de todos. Gracias Señor por la oportunidad de salvación
que nos ofreces.
TERCERA PALABRA: «Ahí tienes a tu Hijo… ahí tienes a tu Madre»
«Junto a la cruz estaban su Madre y la hermana de su Madre, María, mujer de
Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y junto a ella al discípulo a
quien amaba, dice a su Madre: «MUJER, AHÍ TIENE A TU HIJO». Luego dice al
discípulo: «AHÍ TIENES A TU MADRE». Y desde aquella hora, el discípulo la
acogió en su casa» (Jn 19,25-2 7)


Esta palabra centra nuestra atención en las dos personas más queridas por
Jesús. María, la madre je Jesús, y Juan, el discípulo más cercano.

María, de pie. Triturada por el dolor ha presenciado el final más difícil para su
hijo. Sin pronunciar ni una sola palabra. Ha ido acompañándolo paso a paso.

Juan, el más joven de los apóstoles, fiel discípulo y amigo. Hombre de batalla
y coraje también ha acompañado de manera incondicional a Jesús y a María,
merece de su amigo Jesús, un momento de atención.

Les encomienda una última tarea. Una gran tarea: cuidar de Juan, cuidar de
nosotros, de la humanidad entera; de todos los que permanecen firmes a
pesar de las pruebas y las dificultades.

Cuidarnos los unos a los otros. Caminar siempre juntos es el deseo de Jesús.
La soledad no es buena. Los sufrimientos son más llevaderos cuando hay
quien nos acompañe.

¿Qué más para nosotros?, una madre que interceda por nosotros ante Dios y
que nos acompañe en cada uno de los momentos más significativos de
nuestra vida. Un amigo que nos de la mano, que nos escuche, que nos
levante. Esos son María y Juan.

Los sufrimientos tienen su recompensa y por causa de ese Hombre,
el más totalmente humano,
¡tú eres la bendita entre todas las mujeres!
Madre de todas las madres, dulce Madre nuestra,
¡por causa de ese Hijo, hermano de todos!
¡Hagamos la familia de todas las familias de todas las naciones!
A cuenta de esa Carne, hermana de toda carne,
destrozada en la cruz, Hostia del mundo.
Cansados o perdidos, necesitamos, Madre, tu agasajo,
sombra clara de Dios en toda cruz humana,
divina canción de cuna en todo humano sueño.
Queremos ser discípulos amados,
¡oh Maestra del Evangelio!

Queremos ser herederos de Jesús,
oh Madre, ¡vida de la Vida!

CUARTA PALABRA: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?
«Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora
nona. Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «DIOS MÍO,
DIOS MÍO ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?» (Mc 27,46 -47)
Jesús grita en la intensidad de su dolor. Grito arrancado por la crueldad del
suplicio. Jesús siente que la muerte se acerca… Su Madre y el discípulo
tratan de acompañar con cariño su agonía, con la presencia y la mirada.
Poco o nada más podían hacer.
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos,
mi oración no te alcanza… lejos estás de mi socorro, de las palabras de mi
gemido… » (Sal 21)


Tu agonía señor ha llegado al límite. Estas agotado.
Tus fuerzas ya no dan más,
El dolor en su máxima expresión te cubre ahora
Y nadie se apiada de ti.
El universo se transforma, se oscurece, se debilita contigo
El poder de las tinieblas camina por el mundo.
El mundo entero te ha abandonado,
La soledad y el pánico te invaden y hasta Dios Padre, calla.

Tu grito no puede esperar, ese «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?, es tu máxima queja. Es el grito de dolor más profundo que has
podido pronunciar.

Te reconocemos humano como nosotros, abandonado, traicionado, frágil y
también te reconocemos Divino: capaz de dirigirse a Dios padre con claridad,
con vehemencia, con sinceridad.

Todos nuestros pecados se hacen hematoma en tu Carne, oh Verbo Divino.
Todos nuestros gestos deforman tu Rostro.
En tu soledad se refugian todas las soledades de la Historia Humana...
En tu grito vencido (¡misteriosa victoria!) detonan, oh Jesús, todos nuestros
gritos ahogados, todas nuestras blasfemias...

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

¿Por qué nos Abandonas en la duda, en el miedo, en la impotencia? ¿Por qué
te callas, Dios, por qué te callas delante de la injusticia en el mundo, ante los
tribunales o en los bancos...?
¿No te importan los hijos que engendraste? ¿No te importa tu Nombre?
Es la hora de las tinieblas, del silencio del Padre, para su Hijo.

Es la hora de la fe, oscura y desnuda, del silencio de Dios, para todos
nosotros...


QUINTA PALABRA: «TENGO SED»
«Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se
cumpliera la Escritura, dijo: «TENGO SED». Había allí una vasija llena de vinagre.
Fijaron en una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la llevaron a la
boca» (Jn 19,28-29)

Jesús no había bebido nada desde la noche anterior. Su deshidratación era
extrema, por la pérdida de sangre.

Tenía sed, y para que se cumpliera lo anunciado desde el Antiguo testamento
dice: “Tengo sed”.

En el lugar no hay agua. Y misteriosamente a alguien se le había ocurrido
cargar en su mochila una vasija llena de vinagre, una rama de hisopo y una
esponja, pero no era una esponja de alambre como las que ahora utilizamos
para lavar las ollas. Eran implementos naturales al servicio de la palabra del
Antiguo Testamento.

Las palabras de los profetas se cumplen una vez más en esta palabra, Los
soldados se divierten y descargan sus frustraciones en la burla hacia Jesús.

Su sed es física, su sed es también, un afán intenso por despertar en los
presentes, el sentido de compasión, el sentido de misericordia.

¿Cómo puede un ser humano permanecer inmóvil ante el sufrimiento del
otro?,
¿Cómo puede un ser humano quedarse quieto mientras hayan necesitados
en frente suyo?

La sed de Cristo, es la de consumar la redención para la salvación de todos
los seres humanos cumpliendo las obras de caridad: dar de comer, dar de
beber, dar buen concejo, asistir, sufrir con paciencia etc.

Señor Jesús, Tú tienes sed
En el manantial quebrado de tu Cuerpo los ángeles se sacian.
Y todos los humanos bebemos en tus ojos moribundos la luz que se apaga.
Tierra de nuestra carne, calcinada por todo el egoísmo que brota de la
Humanidad.
Tienes la sed del Amor que no tenemos,
ebrios de tantas aguas suicidas, falsas, enfermizas, individualistas,
Sabemos, sin embargo, que será de esa boca, reseca por la sed,
de donde nos vendrá el Himno de la Alegría, el Vino de la
Fraternidad, ¡la crecida jubilosa de la Tierra Prometida!

¡Danos sed de la sed!
¡Danos la sed de Dios!


SEXTA PALABRA: «Todo está acabado»
«Cuando tomó Jesús el vinagre dijo: TODO ESTA ACABADO» (Jn 19,30)

Jesús comprueba que no queda nada por cumplir.
Ha meditado, ha repasado una por una las profecías y ha dicho «Yo no
busco mi voluntad, sino la de Aquel que me ha enviado» (Jn 5.30). «Mi
alimento es hacer su voluntad y llevar a cabo su obra…» (Jn 4,34).

Sabe que su obediencia y su sufrimiento ignominioso es
verdaderamente el precio de la salvación de la humanidad.

Con su cuerpo destrozado, con su rostro maltrecho, se presenta ante el
Padre como sustituto del mundo en pecado… «Todo está cumplido…
Todo se ha consumado…»

Finalmente ha podido hacer la voluntad de Dios Padre. Su misión ha
quedado en manos de la humanidad, de todos nosotros para continuar
extendiendo su obra en el mundo de generación en generación.

De Tu parte, ¡sí¡ se ha cumplido todo oh Jesús salvador nuestro,
De nuestra parte, nos falta aún ese largo día a día de cada historia
humana, de toda la Humana Historia.
Tú ya lo has hecho todo,
De nuestra parte Todo está por hacer, a la luz del Reino, en esta noche
que nos cerca (de lucro y de egoísmo, de miedo y de mentira, de odios y
de guerras).
El Padre te dio un Cuerpo de servicio y Tú has rendido el ciento, el
infinito.
Todo está consumado, en el Perdón y en la Gloria.
Todo puede ser Gracia, en la lucha y en el camino.
Ya has sido el Camino, Compañero.
Y eres, por fin, ¡la Llegada! En tu Cruz se anulan el poder del Pecado
y la sentencia de la Muerte.

SÉPTIMA PALABRA: «Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu»
«Era ya cerca de la hora de sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad
sobre toda la tierra hasta la hora de nona. El velo del santuario se rasgó por
medio, y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «PADRE, EN TUS MANOS
ENCOMIENDO MI ESPÍRITU» Y dicho esto, expiró» (Lc 23, 44-46 )

Hemos llegado a la última palabra que Nuestro Señor pronunció.

Como hijo no dudó en acudir a su Padre.

Merecidamente llama a Dios su Padre, pues él era un Hijo que había sido
obediente a su Padre incluso hasta la muerte

Jesús sabía que sus plegarias eran escuchadas por su Padre y por eso se
abandona confiadamente en él.

En las Sagradas Escrituras las manos de Dios significan la inteligencia y la
voluntad de Dios, o en otras palabras, su sabiduría y poder, o también, la
inteligencia de Dios que conoce todas las cosas, y la voluntad de Dios que
puede hacer todas las cosas.

Con estos dos atributos como manos, Dios hace todas las cosas, y no
necesita ningún instrumento en el cumplimiento de su voluntad. San León
dice: ¡La voluntad de Dios es su omnipotencia!

¡Te encomiendo! Es decir, entrego a tu cuidado mi vida, con la seguridad de
que me será devuelta cuando venga el tiempo de mi resurrección. ¡Mi espíritu!

Ordinariamente la palabra espíritu es sinónimo de alma, que es la forma
substancial del cuerpo, pero puede significar también la vida misma, pues
respirar es el signo de la vida.

Gloria de su Gloria, Dios de Dios, de siempre igual a El,
Tú has venido del Padre.
Y ahora al Padre vuelves desde nosotros,
igual a nosotros, Dios y Hombre para siempre.
En el seno del Espíritu el Padre te acoge, Hijo Bien amado,
Amén de su Amor ya satisfecho.
La Muerte ha sucumbido en tu Muerte como un fantasma inútil, para siempre.
Y en tus Manos reposan nuestras vidas, vencedoras de la muerte, a su hora.

En tu Paz descansa esperanzada nuestra agitada paz.
Descansa en Paz, por fin, en la Paz del Padre, eterna,
Tú que eres ¡nuestra Paz!