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INTROITO
Se puede llegar a la moralidad por dos caminos, por el directo del bien, y por el
indirecto, y mucho más divertido, del mal. Los buenos van al cielo, los malos a
todas partes. El perfeccionamiento moral tiene mayor sentido, valor, cuanto más
lejos te encuentres de la virtud, de la excelencia. Sin camino sembrado de minas,
de espinas, no hay trofeo, redención, final. Para que vuelva el hijo pródigo
primeramente tiene que haberse ido. Supuestamente Las desgracias de Sofía es
un libro moralista, pedagógico, un manual de estilo a la inversa, todo lo que no
hay que hacer para ser un desgraciado en la vida, pero mientras tanto a la infeliz
salvaje Sofía que la quiten lo bailao. La moraleja no es tanto hacer el cabra es
malo como hacer el cabra es necesario para aprender, para crecer. La Condesa de
Segur no escatima en crueldad, en brutalidad, no omite detalles escabrosos, no
hay la menor elipsis, las aventuras, más bien desventuras, de Sofía te dejan
boquiabierto, descolocado, por su gratuidad, en la actualidad ninguna editorial se
atrevería a publicarlo. Y lo mejor de todo es que se nota que no son fábulas, sus
desgracias son autobiográficas. La Condesa de Segur tuvo una estricta educación
aristocrática, lo que provocó que por contraste, contrapunto, sus travesuras,
rebeldías, fueran más extremas, irracionales. Lo maravilloso es que no es un
inconsciente libro de juventud, la Condesa de Segur comenzó a escribir con 58
años, 8 hijos y una invalidez a sus espaldas, para educar a sus nietos, vamos que
sabía lo que hacía, y cómo lo hacía, a pesar de ser su primera novela. Hay
maestría en la contundencia, precisión, de su escritura, sin ninguna retórica, ni
psicología, es pura acción, presente, desarrollado en capítulos extremadamente
cortos y ágiles. El libro ha sido llevado a la pantalla varias veces, y en todos los
casos de manera muy mediocre, convencional. En la actualidad sigue siendo uno
de los libros infantiles más leídos en Francia, y el más popular de los suyos en
España, su ritmo cinematográfico no ha envejecido nada.