Unidad Educativa Municipal Experimental Milenio
“Bicentenario”
2011-2012
Asignatura: Computación.
Nombre: Carlos Solís.
Fecha: 04-06-12. Curso: 8 “B”.
En aquel grupo indígena, la vida transcurría
tranquila. Cada quien hacía su parte para el
bienestar colectivo y nadie tenía motivos para
quejarse. En el día, mientras las mujeres
preparaban el cazabí, unos hombres cazaban y
otros pescaban. Voy a
atrapar
un
animal.
Amigo
vamos a
pescar.Si vamos
Ceramí y su hermano compartían el bohío. La
muchacha era vivaz y todos la admiraban; el
hermano era tímido y miedoso y, por su carácter
retraído, no tenía otros amigos en el caserío, salvo
aquellos con quienes se juntaba para ir de pesca.
Soy muy
inteligente.
No se que
hacer.
En los atardeceres, un colibrí se presentaba
siempre, invariablemente, a la misma hora y les
servía de único entretenimiento, justo antes de que
cayera la noche y le hablaran muchas cosas y
rieran mil veces con las mil gracias del colibrí. En la
noche, la gente se recogía temprano en los bohíos.
Ya vino
el colibrí.
Hola.
Una vez, mientras todos dormían y el silencio era
general, un hombre enamorado de Ceramí la visitó
en su hamaca. Ella gritó y el intruso salió
precipitado. El hermano corrió hacia la puerta, pero
ya era tarde; el desconocido había escapado en la
oscuridad.
Aaaaaaa…
No rayos
tendré que
irme.
En la mañana, Ceramí observó a los hombres; mas
su corazón no le dijo si alguno era el culpable. El
cacique se sintió indignado y ordenó investigar. El
sacerdote dijo que podía tratarse de un dios
aventurero.
Hay que
ver una
manera de
arreglar
esto.
Ayuda
ayúdenme
por favor.
A la noche siguiente, la muchacha se hizo el
propósito de no dormir, aunque el bohío estaba
bien cerrado y su hermano vigilaba; pero, ¿no
estaba cerrado el bohío la noche anterior?
Hay que
vigilar
bien.
Aquí nadie
me
encontrara.
De la vigilancia del hermano no se fiaba
demasiado, pues sabía lo dormilón que era. Así,
despierta, permaneció unas horas, pero sin darse
cuenta, cerró los ojos y se quedó dormida.
Zzzzzz…
Tengo
sueño.
Algún rato después, el visitante llegó silencioso,
Ceramí despertó y quiso gritar, pero se contuvo.
Tenía una idea: buscaría la manera de descubrir al
atrevido. Cuando amaneció, volvió a observar a los
hombres de la aldea, pero su corazón tampoco hoy
le indicaba quién era el culpable.
Aquí nadie
me
encontrara.
No pudimos hacer
nada.