Yo, que estuve callado durante toda la explicación, le dije que no te-
nía palabras para describir su enorme talento. Mi clínica y su equipo de
investigación te quedará bastante pequeña dentro de un tiempo corto,
dije, ya que estas llamada a llegar muy lejos y muy alto, concluí. Ella al
oír mis palabras empezó a dejar salir alguna lagrimilla que enjugaba sus
preciosos ojos verdes, y muy emocionada sé me acercó por encima de la
carpeta de sus notas, y me dio un abrazo de agradecimiento.
Yo contesté a ese abrazo efusivamente, cuando ella pasó sus brazos a
mi cuello, y mirándome fijamente y sonrriendo, me dio un beso en los
labios; yo seguí a ese beso, dándole más efusividad y pasión. Me despoje
de la chaqueta del traje, ella me aflojó la corbata, quitándomela luego; yo
también le quité la chaqueta azul claro que vestía, y desabotonándonos
las camisas que ambos llevábamos, pude acceder a sus tetas, y ella a mi
pecho con algo de vello. Sus pechos, como podía imaginar, eran frescos,
blancos y preciosos, de un tamaño acorde a su cuerpo.
Los besos y las caricias aumentaban de intensidad a medida que nos
desvestiamos; los papeles rodaron por el suelo junto a nuestra ropa; ya
desnudos y después de habernos tocado insistentemente nuestros ge-
niales mutuamente, nos tumbamos en la cama y antes de que ella abrie-
ra sus piernas, le pregunté si estaba segura; ella con una sonrisa y atra-
yendo hacia su cuerpo desnudo, me dijo: nunca estuve más segura en
mi vida que ahora, no solo quiero estar en tu equipo, también quiero es-
tar en tu vida.
Sin decir nada más, nos enrollamos locamente. Ella abrió sus piernas
para dejarme penetrarla, algo vi que le dolía, pero no dijo nada, costó
un poco llegar dentro con mi pene, pero al final se lubricó bien y pu-
dimos follar con suavidad al principio, y luego a su pedido, más rápido,
más brusco y más fuerte; sus gemidos inundaban la habitación que olía
a sexo, a placer, a frescura. Jamás me había acostado con una mujer con
esa diferencia de edad y además tan preciosa.
El acto duro mucho, el alcohol me permitió una vez más, prolongar las
embestidas y retrasar el climax. Cuando ello llegó, ella que al parecer
era multiorgasmica, quedó extenuada, diciéndome que desde el cóctel